miércoles, octubre 06, 2010

110. “Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.”


“Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” Sal. 30:5
El ser humano relaciona a menudo la enfermedad con algún castigo divino. Es verdad que la Biblia menciona muchas veces la ira divina, en hebreo, jarah, pero ni de lejos esa ira puede compararse con la ira pecaminosa del hombre, que en hebreo es qatsap.
¿Imaginaste alguna vez a Dios como un padre enojado, con la cara enrojecida, hablando improperios, echando fuego por los ojos y corriendo detrás del hijo para castigarlo? No, ¿verdad? Sin embargo, en la hora del dolor, David pensaba que Dios estaba castigándolo.
En el salmo de hoy, el salmista agradece a Dios porque la enfermedad pasó. En esta vida, todo pasa. Pasa la alegría y los momentos buenos, y gracias a Dios, pasan también los momentos malos. El contexto da a entender que David acababa de salir de una enfermedad que casi lo lleva a la muerte. "Jehová, Dios mío, a ti clamé, y me sanaste. Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol, me diste vida para que no descendiese a la sepultura", dice en los versículos anteriores.

El Dios que curó a David es también tu Dios, por tanto, si en este momento tú estás enfermo o tienes un ser querido enfermo, deposita tu confianza en el Dios que "sana" y que preserva la vida de no descender a la sepultura. Yo sé que cuando el dolor toca la vida de una familia, todos los miembros de la misma se sienten inmersos en sombras. Nadie entiende nada. Todo parece oscuro. En esas horas puede venir el lloro, pero no olvides que la alegría vendrá por la mañana. Esta es la promesa divina.

El patriarca Job podría hablar de su propia experiencia. El enemigo lo arrastró a las profundidades de la enfermedad y la desgracia. En medio de las sombras, él repetía constantemente: "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se. Levantará sobre el polvo".* Y así fue. Dios lo restauró y el enemigo tuvo que tragar la carcajada aparente de victoria. El sol de un nuevo día brilló en la vida de aquel hombre fiel.

Por tanto, no te desesperes. No te desanimes. No pierdas la fe. Dios nunca va a permitir que tú seas probado más de lo que puedes soportar. Tu Redentor vendrá y no tardará. Mientras tanto, repite: "Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría". Job 19:25.

Alejandro Bullón

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