martes, septiembre 25, 2012

REFLEXIÓN 19.- Paz Mental

Por nada estéis afanosos, sino presentad vuestros pedidos a Dios en oración, ruego y acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en eso pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis, oísteis y visteis en mí, eso haced. Y el Dios de paz estará con vosotros. (Filipenses 4:6-9)

Cuando nace tu hijo (a), tienes emociones diversas que embargan tu ser… y día a día vas viendo el desarrollo de este pequeño ser, que va entrando célula a célula a tu vida, y va formando parte total de tu vida. Lo ves tan indefenso, que eres su refugio seguro. Y cada vez que tiene alguna necesidad te busca con la mirada o el llanto, y sabe que le darás solución. Y pasan los años y eres un ejemplo a imitar y ese apego va cambiando, a veces un poco o demasiado; que llegan a ser más unidos o las relaciones se rompen por siempre.


Elita Espino  una joven de buena posición económica. cometió el más execrable de los crímenes dentro de los seres mortales. Planeó, y ejecutó; juntamente con su enamorado la muerte de su Madre. 
¿Dónde se pierde ese tejido de afecto y cariño y se convierte en odio y muerte? 
Quizá nunca lo sabremos, tan complejo es la mente humana. Para el entenderlo.
Pero Dios, sí lo entiende y sabe cómo empezó: Todos “Somos transformados por la contemplación” y hay una ley espiritual que nos convertimos a lo que nos gusta contemplar”. La mente se alimenta día a día, con lo vemos y oímos mayormente.
 Dijo Jesús:… “de la abundancia del corazón habla la boca” (San Mateo 12:34). 
 Elita: Del amor al odio y al crimen fue paso a paso. Y hoy le esperan 30 años en prisión para repensar en su accionar. 
Si la humanidad tuviera paz, viviría más tranquilo, y los desafíos diarios lo enfrentarían con este elemento importante que tiene la paz a saber la esperanza. Elita tenía a su Padre que le apoyaba, pero al no tener paz, no tuvo esperanza que su caótica vida cambiaria. Entonces se fue hundiendo en ese mundo donde los afectos y los sentimientos no existen y se fue convirtiendo en Psicópata.
Todos fuimos alguna vez jóvenes o eres o pasarás por esta etapa. Hay momentos en que los padres asfixian, creemos que si huimos seremos libres y felices, y luego somos adultos y recordamos que los equivocados éramos nosotros, y nuestra sabiduría solo era necedad, y concluimos que nuestros padres querían solo lo mejor.

Cada día decidimos que hacer con nuestra libertad, luego solo está las consecuencias. Un especialista en estos temas de la psiques decía: Un día visite una de las cárceles en los EEUU. N.A. allí vi personas de todas las condiciones, algo que me llamó la atención fue ver a profesionales desde médicos hasta abogados, que en un momento de ira, perdieron la paz;  asesinaron y fueron a parar a prisión, algunos con cadena perpetua, otros por décadas.

No importa que esté pasándote, detente, y reflexiona, 
“Todo tiene solución” ama la paz y vivirás en libertad física y espiritual.

“Mucha paz tienen los que aman tu ley” Salmos 119: 165. 
“Seguid la paz con todos” Hebreos 12:14.
  “Apártate del mal, y haz el bien: Busca la paz, y síguela. Salmos 34: 14.
Finalmente: De adolescente nos enseñaban este concepto tan interesante y de mucha sabiduría: 
“No puedes impedir que las aves vuelen, pero sí; puedes impedir que aniden en tu cabeza”.

  Con Afecto: Pio Pablo Huamán Julca
 

sábado, septiembre 08, 2012

CAPÍTULO 13. DÍAS DE PREPARACIÓN.

Basado en Hechos 9:19-30.

DESPUÉS DE SU BAUTISMO, PABLO DEJÓ DE AYUNAR Y PERMANECIÓ "por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Y luego en las sinagogas predicaba a Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios." 

Osadamente declaraba que Jesús de Nazaret era el Mesías por mucho tiempo esperado, que "fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; . . . fue sepultado, y . . . resucitó al tercer día," después de lo cual fue visto por los doce, y por otros. "Y el postrero de todos," añadió Pablo, "como a un abortivo, me apareció a mí." (1 Cor. 15:3,4,8.) Sus argumentos de las profecías eran tan concluyentes, y sus esfuerzos estaban tan manifiestamente asistidos por el poder de Dios, que los judíos se confundían y eran incapaces de contestarle.

LAS NOTICIAS DE LA CONVERSIÓN DE PABLO LLEGARON A LOS JUDÍOS PRODUCIENDO UNA GRAN SORPRESA. El que había ido a Damasco "con potestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes" (Hech. 26:12), para aprehender y perseguir a los creyentes, estaba ahora predicando el Evangelio de un Salvador crucificado y resucitado, fortaleciendo las manos de los que eran ya sus discípulos, y trayendo continuamente nuevos conversos a la fe que una vez combatió acerbamente.

PABLO HABÍA SIDO CONOCIDO ANTERIORMENTE COMO UN CELOSO DEFENSOR DE LA RELIGIÓN JUDÍA, y un incansable perseguidor de los seguidores de Jesús. Era valeroso, independiente, perseverante, y sus talentos y preparación le capacitaban para prestar casi cualquier servicio. Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su aplastador sarcasmo podía colocar a un oponente 102 en situación nada envidiable. Y ahora los judíos veían a ese joven de posibilidades extraordinarias unido a los que anteriormente había perseguido, y predicando sin temor en el nombre de Jesús.

Un general muerto en la batalla es una pérdida para su ejército, pero su muerte no da fuerza adicional al enemigo. Más cuando un hombre eminente se une al adversario, no solamente se pierden sus servicios, sino que aquellos a quienes él se une obtienen una decidida ventaja. Saulo de Tarso, en el camino a Damasco, podría fácilmente haber sido muerto por el Señor, y se hubiera restado mucha fuerza al poder perseguidor. Pero Dios en su providencia no sólo le perdonó la vida, sino que lo convirtió, transfiriendo así un campeón del bando del enemigo al bando de Cristo. Como elocuente orador y crítico severo, Pablo, con su firme propósito y denodado valor, poseía precisamente las cualidades que se necesitaban en la iglesia primitiva.

MIENTRAS PABLO PREDICABA A CRISTO EN DAMASCO, todos los que lo oían se asombraban, y decían:  "¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los príncipes de los sacerdotes?" Pablo declaraba que su cambio de fe no había sido provocado por impulso o fanatismo, sino por una evidencia abrumadora. Al presentar el Evangelio, trataba de exponer con claridad las profecías relativas al primer advenimiento de Cristo.

MOSTRABA CONCLUYENTEMENTE Que Esas Profecías Se Habían Cumplido Literalmente En Jesús De Nazaret. El fundamento de su fe era la segura palabra profética. A medida que Pablo continuaba instando a sus asombrados oyentes a "que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento" (Hech. 26:20), "mucho más se esforzaba, y confundía a los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que éste es el Cristo." Pero muchos endurecieron sus corazones y rehusaron responder a su mensaje; y pronto su asombro por la conversión de Saulo se trocó 103 en intenso odio, como el que habían manifestado para con Jesús.

LA OPOSICIÓN SE TORNÓ TAN FIERA QUE NO SE LE PERMITIÓ A PABLO CONTINUAR SUS LABORES EN DAMASCO. Un mensajero del cielo le ordenó que dejara el lugar por un tiempo; y fue "a la Arabia" (Gál. 1:17), donde halló un refugio seguro.

Allí, en la soledad del desierto, Pablo tenía amplia oportunidad para estudiar y meditar con quietud. Repasó serenamente su experiencia pasada, y se arrepintió cabalmente. Buscó a Dios con todo su corazón, sin descansar hasta saber con certeza que su arrepentimiento fue aceptado y sus pecados perdonados. Anhelaba tener la seguridad de que Jesús estaría con él en su ministerio futuro. Vació su alma de los prejuicios y tradiciones que hasta entonces habían amoldado su vida, y recibió instrucción de la Fuente de la verdad. Jesús se comunicó con él, y lo estableció en la fe concediéndole una rica medida de sabiduría y gracia.

CUANDO LA MENTE DEL HOMBRE se pone en comunión con la mente de Dios, el ser finito con el Infinito, el efecto sobre el cuerpo, la mente y el alma es superior a todo cálculo. En esa comunión se halla la más elevada educación. Es el método de Dios para desarrollar a los hombres. "Amístate ahora con él" (Job 22:21), es su mensaje a la humanidad.

EL SOLEMNE COMETIDO QUE SE DIO A PABLO en ocasión de su entrevista con Ananías pesaba de modo creciente sobre su corazón.  Cuando, en respuesta a las palabras: "Hermano Saulo, recibe la vista," Pablo había mirado por primera vez el rostro de este hombre devoto, Ananías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, le dijo: "El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre." (Hech. 22:14-16.)

ESTAS PALABRAS ESTABAN EN ARMONÍA CON LAS DE JESÚS MISMO, 104 quien, cuando detuvo a Saulo en el camino a Damasco, declaró: "Para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti: librándote del pueblo y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados." (Hech. 26:16-18.)

MIENTRAS CONSIDERABA ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN, Pablo entendía más y más claramente el significado de su llamamiento "a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios." (1 Cor. 1:1.) Su llamamiento había provenido, "no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre." (Gál. 1:1.) 

La magnitud de la obra que le aguardaba le indujo a estudiar mucho las Sagradas Escrituras, a fin de poder predicar el Evangelio "no en sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la cruz de Cristo," "mas con demostración del Espíritu y de poder," para que la fe de todos los que lo oyeran "no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios." (1 Cor. 1:17; 2:4,5.)

MIENTRAS PABLO ESCUDRIÑABA LAS ESCRITURAS, descubrió que a través de los siglos, "no . . . muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: para que ninguna carne se jacte en su presencia." (1 Cor. 1:26-29.) Y así, viendo la sabiduría del mundo a la luz de la cruz, Pablo se propuso "no conocer nada, . . . sino a Jesucristo, y a éste crucificado." (1 Cor. 2:2. V.M.)

EN EL CURSO DE SU MINISTERIO ULTERIOR, Pablo Nunca Perdió De Vista La Fuente De Su Sabiduría Y Fuerza. Oídlo años más tarde declarar todavía: "Para mí el vivir es Cristo." (Fil. 1:21.) Y otra vez: "Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida 105 por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, . . . para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos." (Fil. 3:8-10.)

DE ARABIA VOLVIÓ PABLO "DE NUEVO A DAMASCO" (Gál. 1: 17)," y hablaba confiadamente en el nombre de Jesús." Incapaces los judíos de rebatir la sabiduría de sus argumentos, "hicieron entre sí consejo de matarle." Día y noche guardaron diligentemente las puertas de la ciudad para que no escapara. Esta crisis movió a los discípulos a buscar a Dios ardientemente, y al fin, "tomándole de noche, le bajaron por el muro en una espuerta."

DESPUÉS DE HABER HUÍDO DE DAMASCO, FUE PABLO A JERUSALÉN a los tres años de su conversión, con el principal objeto de "ver a Pedro," según él mismo declaró después. Al llegar a la ciudad donde tan conocido fuera un tiempo como Saulo el perseguidor, "tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo." Era difícil para ellos creer que ese fanático fariseo, que tanto había hecho para destruir la iglesia, pudiese llegar a ser un sincero seguidor de Jesús.

"Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús."

AL OÍR ESTO, LOS DISCÍPULOS LO ADMITIERON EN SU MEDIO, y muy luego tuvieron abundantes pruebas de la sinceridad de su experiencia cristiana. El futuro apóstol de los gentiles estaba a la sazón en la ciudad donde residían muchos de sus antiguos colegas, y anhelaba explicar a estos dirigentes judíos las profecías referentes al Mesías, que se habían cumplido con el advenimiento del Salvador.

TENÍA PABLO LA SEGURIDAD de que los doctores de Israel con quienes tan bien relacionado estuvo, eran igualmente sinceros y honrados como había sido él; pero no tuvo Pablo en cuenta el ánimo de sus colegas judíos, y se trocaron 106 en amargo desengaño las esperanzas que había puesto en su rápida conversión.  Aunque "hablaba confiadamente en el nombre del Señor: y disputaba con los Griegos," los dignatarios de la iglesia judaica no quisieron creer, y "procuraban matarle."  Entristecióse el corazón de Pablo. De bonísima gana hubiera dado su vida, si con ello trajera a alguien al conocimiento de la verdad.

AVERGONZADO, pensaba en la activa parte que había tomado en el martirio de Esteban; y en su ansiedad de lavar la mancha arrojada sobre el calumniado mártir, quería vindicar la verdad por la cual había entregado Esteban su vida. Afligido por la ceguera de los incrédulos, estaba Pablo orando en el templo, según él mismo atestiguó después, cuando cayó en éxtasis, y apareciósele un mensajero celestial que le dijo: "Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio de mí." (Hech. 22: 18.)

PABLO ESTABA INCLINADO A QUEDARSE EN JERUSALÉN, donde podría arrostrar la oposición. Le parecía un acto cobarde la huida, si quedándose podía convencer a algunos de los obstinados judíos de la verdad del mensaje evangélico, aunque el quedarse le costara la vida. Así que respondió: "Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas a los que creían en ti; y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía a su muerte y guardaba las ropas de los que lo mataban." Pero no estaba de acuerdo con los designios de Dios que su siervo expusiera inútilmente su vida; y el mensajero celestial replicó: "Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles." (Vers. 19-21.)

AL ENTERARSE DE ESTA VISIÓN, los hermanos se apresuraron a facilitar a Pablo la fuga, en secreto, de Jerusalén, por temor de que lo asesinaran, y "le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso." La partida de Pablo suspendió por algún tiempo la violenta oposición de los judíos, y la iglesia disfrutó de un período de sosiego, durante el cual se multiplicó el número de creyentes. 107

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


CAPÍTULO 12. DE PERSEGUIDOR A DISCÍPULO.

Basado en Hechos 9:1-18.

SAULO DE TARSO SOBRESALÍA ENTRE LOS DIGNATARIOS JUDÍOS que se habían excitado por el éxito de la proclamación del Evangelio. Aunque ciudadano romano por nacimiento, era Saulo de linaje judío, y había sido educado en Jerusalén por los más eminentes rabinos. Era Saulo "del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; cuanto a la ley, Fariseo; cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible." (Fil. 3:5,6.) Los rabinos lo consideraban como un joven muy promisorio, y acariciaban grandes esperanzas respecto a él como capaz y celoso defensor de la antigua fe. Su elevación a miembro del Sanedrín lo colocó en una posición de poder.

SAULO HABÍA TOMADO UNA PARTE DESTACADA EN EL JUICIO Y LA CONDENA DE ESTEBAN; y las impresionantes evidencias de la presencia de Dios con el mártir le habían inducido a dudar de la justicia de la causa que defendía contra los seguidores de Jesús. Su mente estaba profundamente impresionada. En su perplejidad, se dirigió a aquellos en cuya sabiduría y juicio tenía plena confianza. Los argumentos de los sacerdotes y príncipes lo convencieron finalmente de que Esteban era un blasfemo, de que el Cristo a quien el discípulo martirizado había predicado era un impostor, y de que los que desempeñaban cargos sagrados tenían razón.

No llegó Saulo sin luchas graves a esta conclusión. Pero al fin, su educación y sus prejuicios, su respeto por sus antiguos maestros y el orgullo motivado por su popularidad, le fortalecieron para rebelarse contra la voz de la conciencia y la gracia 93 de Dios. Y habiendo decidido plenamente que los sacerdotes y escribas tenían razón, Saulo se volvió acérrimo en su oposición a las doctrinas enseñadas por los discípulos de Jesús.

LA ACTIVIDAD DE SAULO EN LOGRAR QUE LOS SANTOS HOMBRES Y MUJERES FUERAN ARRASTRADOS A LOS TRIBUNALES, donde los condenaban a la cárcel y aun a la muerte, por el solo hecho de creer en Jesús, llenó de tristeza y lobreguez a la recién organizada iglesia, e indujo a muchos a buscar seguridad en la huída. Los que fueron arrojados de Jerusalén por esta persecución "iban por todas partes anunciando la palabra." (Hech. 8:4.) Una de las ciudades donde se refugiaron fue Damasco, donde la nueva fe ganó muchos conversos.

LOS SACERDOTES Y MAGISTRADOS esperaban que con vigilante esfuerzo y acerba persecución podría extirparse la herejía. Por entonces creyeron necesario extender a otros lugares las resueltas medidas tomadas en Jerusalén contra las nuevas enseñanzas. Para esta labor especial, que deseaban realizar en Damasco, ofreció Saulo sus servicios. "Respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes, y demandó de él letras para Damasco a las sinagogas, para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta, los trajese presos a Jerusalén." Así, "con potestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes" (Hech. 26:12), Saulo de Tarso, en la fuerza de su edad viril e inflamado de un celo equivocado, emprendió el memorable viaje en que iba a ocurrirle el singular suceso que cambiaría por completo el curso de su vida.

EL ÚLTIMO DÍA DEL VIAJE, "EN MITAD DEL DÍA," los fatigados caminantes, al acercarse a Damasco, vieron las amplias extensiones de tierra fértil, los hermosos jardines y los fructíferos huertos, regados por las frescas corrientes de las montañas circundantes. Después del largo viaje a través de desolados desiertos, tales escenas eran en verdad refrigerantes.

MIENTRAS SAULO CON SUS COMPAÑEROS CONTEMPLABAN CON ADMIRACIÓN LA FÉRTIL LLANURA y la hermosa ciudad que se hallaba abajo, 94 "súbitamente" vieron una luz del cielo, "la cual -según él declaró después- me rodeó y a los que iban conmigo;" "una luz del cielo que sobrepujaba el resplandor del sol" (Hech. 26:13,14), demasiado esplendente para que la soportaran ojos humanos. Ofuscado y aturdido, cayó Saulo postrado en tierra.

MIENTRAS LA LUZ BRILLABA EN DERREDOR DE ELLOS, Saulo oyó "una voz que le decía" "en lengua hebraica": "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón." Temerosos y casi cegados por la intensidad de la luz, los compañeros de Saulo oían la voz, pero no veían a nadie. Sin embargo, Saulo comprendió lo que se le decía, y se le reveló claramente que quien hablaba era el Hijo de Dios.

EN EL GLORIOSO SER QUE ESTABA ANTE ÉL, RECONOCIÓ AL CRUCIFICADO. La imagen del Salvador quedó para siempre grabada en el alma del humillado judío. Las palabras oídas conmovieron su corazón con irresistible fuerza. Su mente se iluminó con un torrente de luz que esclareció la ignorancia y el error de su pasada vida, y le demostró la necesidad que tenía de la iluminación del Espíritu Santo.

SAULO VIO AHORA QUE AL PERSEGUIR A LOS SEGUIDORES DE JESÚS, Había Estado En Realidad Haciendo La Obra De Satanás.

Vio que sus convicciones de lo recto y de su propio deber se habían basado mayormente en su implícita confianza en los sacerdotes y los magistrados. Les había creído cuando le dijeron que el relato de la resurrección era una ingeniosa creación de los discípulos. Cuando Jesús mismo se reveló, Saulo se convenció de la veracidad de las aseveraciones de los discípulos.

EN AQUEL MOMENTO DE CELESTIAL ILUMINACIÓN, la mente de Saulo actuó con notable rapidez. Las profecías de la Sagrada Escritura se abrieron a su comprensión. Vio que el rechazamiento de Jesús por los judíos, su crucifixión, resurrección y ascensión habían sido predichos por los profetas y le demostraron que era el Mesías prometido. El discurso de Esteban 95 en ocasión de su martirio le vino vívidamente a la memoria, y Saulo comprendió que el mártir había contemplado en verdad "la gloria de Dios" cuando dijo: "He aquí veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios." (Hech. 7:55,56.) Los sacerdotes habían declarado blasfemas esas palabras, pero ahora Saulo sabía que eran verdad.

¡QUÉ REVELACIÓN FUE TODO ESTO PARA EL PERSEGUIDOR! Ahora Saulo sabía con toda seguridad que el prometido Mesías había venido a la tierra en la persona de Jesús de Nazaret, y que aquellos a quienes había venido a salvar le habían rechazado y crucificado. También sabía que el Salvador había resucitado triunfante de la tumba y ascendido a los cielos. En aquel momento de divina revelación, recordó Saulo, aterrorizado, que con su consentimiento había sido sacrificado Esteban por dar testimonio del Salvador crucificado y resucitado, y que después fue instrumento para que muchos otros dignos discípulos de Jesús encontrasen la muerte por cruel persecución.

EL SALVADOR HABÍA HABLADO A SAULO MEDIANTE ESTEBAN, cuyo claro razonamiento no podía ser refutado. El erudito judío vio el rostro del mártir reflejando la luz de la gloria de Cristo, de modo que parecía "como el rostro de un ángel." (Hech. 6: 15.) Presenció la longanimidad de Esteban para con sus enemigos y el perdón que les concedió. Presenció también la fortaleza y la alegre resignación de muchos a quienes él había hecho atormentar y afligir. Hasta vio a algunos entregar la vida con regocijo por causa de su fe.

TODAS ESTAS COSAS IMPRESIONARON MUCHO A SAULO, y a veces casi abrumaron su mente con la convicción de que Jesús era el Mesías prometido. En esas ocasiones luchó noches enteras contra esa convicción, y siempre terminó por creer que Jesús no era el Mesías, y que sus seguidores eran ilusos fanáticos.

AHORA CRISTO LE HABLABA CON SU PROPIA VOZ, diciendo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Y la pregunta: "¿Quién eres, Señor?" fue contestada por la misma voz: "Yo soy Jesús a quien tú persigues." Cristo se identifica aquí con 96 su pueblo. Al perseguir a los seguidores de Jesús, Saulo había atacado directamente al Señor del cielo. Al acusarlos y al testificar falsamente contra ellos, lo hacía también contra el Salvador del mundo.

No dudó Saulo de que quien le hablaba era Jesús de Nazaret, el Mesías por tanto tiempo esperado, la Consolación y el Redentor de Israel. Saulo, "temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer."

CUANDO SE DESVANECIÓ EL RESPLANDOR, Y SAULO SE LEVANTÓ DEL SUELO, se halló totalmente privado de la vista. La refulgencia de la gloria de Cristo había sido demasiado intensa para sus ojos mortales; y cuando desapareció, las tinieblas de la noche se asentaron sobre sus ojos. Creyó que esta ceguera era el castigo de Dios por su cruel persecución de los seguidores de Jesús. En terribles tinieblas palpaba en derredor, y sus compañeros, con temor y asombro, "llevándole por la mano, metiéronle en Damasco."

EN LA MAÑANA DE AQUEL DÍA MEMORABLE, Saulo se había acercado a Damasco con sentimiento de satisfacción propia debido a la confianza que habían depositado en él los príncipes de los sacerdotes. Se le habían confiado graves responsabilidades. Se le había dado la comisión de que promoviese los intereses de la religión judía poniendo coto, si fuera posible, a la extensión de la nueva fe en Damasco. Estaba resuelto a ver coronada de éxito su misión, y había contemplado con ansiosa expectación los sucesos que aguardaba.

¡CUÁN DIFERENTE DE LO ANTICIPADO FUE SU ENTRADA EN LA CIUDAD! Herido de ceguera, impotente, torturado por el remordimiento, sin saber qué juicio adicional pudiese estarle reservado, buscó el hogar del discípulo Judas, donde en la soledad tuvo amplia oportunidad de reflexionar y orar.

POR TRES DÍAS SAULO ESTUVO "SIN VER, Y NO COMIÓ, NI BEBIÓ." Esos días de agonía de alma le parecieron años.  Vez tras vez recordó, con angustia de espíritu, la parte que había tomado 97 en el martirio de Esteban. Con horror pensaba en la culpa en que había incurrido al dejarse dominar por la malicia y el prejuicio de los sacerdotes y gobernantes, aun cuando el rostro de Esteban había sido iluminado con el brillo del cielo. Con tristeza y contrición de espíritu repasó las muchas ocasiones en que había cerrado sus ojos y oídos a las más impresionantes evidencias, y había insistido implacablemente en la persecución de los creyentes en Jesús de Nazaret.

ESTOS DÍAS DE RIGUROSO EXAMEN PROPIO Y HUMILLACIÓN DE ESPÍRITU. Los pasó en solitaria reclusión. Los creyentes, advertidos del propósito del viaje de Saulo a Damasco, temían que pudiera estar simulando a fin de engañarlos más fácilmente. Y se mantuvieron lejos, rehusándole su simpatía. El no deseaba recurrir a los judíos inconversos, con quienes había planeado unirse en destrucción de los creyentes; porque sabía que ni siquiera escucharían el relato de su caso. Así parecía estar privado de toda simpatía humana. Toda su esperanza de ayuda se cifraba en un Dios misericordioso, y a él recurrió con corazón contrito.

DURANTE LAS LARGAS HORAS EN QUE SAULO ESTUVO ENCERRADO A SOLAS CON DIOS, recordó muchos de los pasajes de las Escrituras que se referían al primer advenimiento de Cristo. Cuidadosamente, rastreó las profecías, con una memoria aguzada por la convicción que se había apoderado de su mente. Al reflexionar en el significado de esas profecías, se asombraba de su anterior ceguera de entendimiento, y de la ceguera de los judíos en general, que los había inducido a rechazar a Jesús como el Mesías prometido. A su entendimiento iluminado, todo parecía claro ahora. Sabía que su anterior prejuicio e incredulidad habían obscurecido su percepción espiritual, y le habían impedido discernir en Jesús de Nazaret el Mesías de las profecías.

AL ENTREGARSE SAULO COMPLETAMENTE AL PODER CONVINCENTE DEL ESPÍRITU SANTO, vio los errores de su vida, y reconoció los abarcantes requerimientos de la ley de Dios. El que había sido un orgulloso fariseo, confiado en que lo justificaban sus buenas 98 obras, se postró ahora delante de Dios con la humildad y la sencillez de un niñito, confesando su propia indignidad, e invocando los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Saulo anhelaba ponerse en completa armonía y comunión con el Padre y el Hijo; y en la intensidad de su deseo de obtener perdón y aceptación, elevó fervientes súplicas al trono de la gracia.

LAS ORACIONES DEL PENITENTE FARISEO NO FUERON INÚTILES. Sus recónditos pensamientos y emociones fueron transformados por la gracia divina; y sus facultades más nobles fueron puestas en armonía con los propósitos eternos de Dios. Cristo y su justicia llegaron a ser para Saulo más que todo el mundo.

LA CONVERSIÓN DE SAULO Es Una Impresionante Evidencia Del Poder Milagroso Del Espíritu Santo Para Convencer De Pecado A Los Hombres. Él había creído en verdad que Jesús de Nazaret menospreció la ley de Dios, y que enseñó a sus discípulos que ella no estaba en vigor. Pero después de su conversión, Saulo reconoció a Jesús como Aquel que había venido al mundo con el expreso propósito de vindicar la ley de su Padre. Estaba convencido de que Jesús era el originador de todo el sistema judío de los sacrificios.

Vio en la crucifixión el tipo, que se había encontrado con la realidad simbolizada; que Jesús había cumplido las profecías del Antiguo Testamento concernientes al Redentor de Israel.

EN EL RELATO DE LA CONVERSIÓN DE SAULO se nos dan importantes principios que deberíamos tener siempre presentes. Saulo fue puesto directamente en presencia de Cristo. Era uno a quien Cristo había destinado a una obra importantísima, uno que había de ser "instrumento escogido;" sin embargo, el Señor no le habló ni una sola vez de la obra que le había señalado. Lo detuvo en su carrera y lo convenció de pecado; pero cuando Saulo preguntó: "¿Qué quieres que haga?" el Salvador colocó al inquiridor judío en relación con su iglesia, para que conociera allí la voluntad de Dios concerniente a él.

LA MARAVILLOSA LUZ QUE ILUMINÓ LAS TINIEBLAS DE SAULO ERA 99 OBRA DEL SEÑOR; pero había también una obra que tenían que hacer por él los discípulos. Cristo realizó la obra de revelación y convicción; y ahora el penitente estaba en condición de aprender de aquellos a quienes Dios ordenó para que enseñaran su verdad.

MIENTRAS SAULO continuaba solo orando y suplicando en la casa de Judas, el Señor le apareció en visión a "un discípulo en Damasco llamado Ananías," y le dijo que Saulo de Tarso estaba orando y que necesitaba ayuda. "Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha -dijo el mensajero celestial,- y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso: porque he aquí, él ora; y ha visto en visión un varón llamado Ananías que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista."

APENAS PODÍA CREER ANANÍAS LAS PALABRAS DEL ÁNGEL; porque los informes de la acerba persecución de Saulo contra los santos de Jerusalén se habían esparcido extensamente. Se aventuró a protestar: "Señor, he oído a muchos acerca de este hombre cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén: y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender a todos los que invocan tu nombre." Pero la orden fue imperativa: "Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel."

OBEDIENTE A LA INDICACIÓN DEL ÁNGEL, Ananías buscó al hombre que hacía sólo poco respiraba amenazas contra todos los que creían en el nombre de Jesús; y poniendo sus manos sobre la cabeza del dolorido penitente, dijo: "Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

"Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fue bautizado."

ASÍ SANCIONÓ JESÚS LA AUTORIDAD DE SU IGLESIA ORGANIZADA, y puso a Saulo en relación con los agentes que había designado en la tierra. Cristo tenía ahora una iglesia como su representante 100 en la tierra, y a ella incumbía la obra de dirigir al pecador arrepentido en el camino de la vida.

MUCHOS TIENEN LA IDEA DE QUE SON RESPONSABLES ANTE CRISTO SOLO POR LA LUZ Y EXPERIENCIA, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la tierra. Jesús es el amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor de ellos. Tiene toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta los medios que ha dispuesto para la iluminación y salvación de los hombres; dirige a los pecadores a la iglesia, que él ha puesto como un medio de comunicar luz al mundo.

CUANDO, EN MEDIO DE SU CIEGO ERROR Y PREJUICIO, se le dio a Saulo una revelación del Cristo a quien perseguía, se lo colocó en directa comunicación con la iglesia, que es la luz del mundo. En este caso, Ananías representa a Cristo, y también representa a los ministros de Cristo en la tierra, asignados para que actúen por él.

EN LUGAR DE CRISTO, Ananías toca los ojos de Saulo, para que reciba la vista, coloca sus manos sobre él, y mientras ora en el nombre de Cristo, Saulo recibe el Espíritu Santo. Todo se hace en el nombre y por la autoridad de Cristo. Cristo es la fuente; la iglesia es el medio de comunicación. 101

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP