viernes, junio 22, 2018

MÁS DE 25 HORAS DE ALABANZA ININTERRUMPIDA AL QUE NOS AMA Y VIVE Y REINA POR LOS SIGLO DE LOS SIGLOS. AMEN

 HIMNOS 1-77  

HIMNOS 78-154  

HIMNOS 154–203  

HIMNOS 204–271  

HIMNOS 272 – 339  

HIMNOS 340–390  

HIMNOS 391–460  

HIMNOS 461–530  

HIMNOS 531–613  IASD/MINISTERIO HNO PIO

jueves, junio 14, 2018

REFLEXIÓN 99. ¿LOS DIEZ MANDAMIENTOS SIGUE VIGENTE?


Al leer toda la carta a los romanos, se puede ver que la vigencia y obediencia a la santa ley de Dios está vigente. Y eso nos es todo; al empezar leyendo la carta a los Corintios y en el capítulo 7, el apóstol Pablo afirma más claramente. 

 Y ese es nuestra Reflexión de Hoy. 
 “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”. 1Cor. 7:19.

 LA CIRCUNCISIÓN NADA ES. 
Ni el cumplimiento del rito judío de la circuncisión, ni el dejar de hacerlo, podían afectar la relación individual con Dios por medio de la fe en Jesús. Aquí se pone énfasis en la verdad de que las ceremonias externas y los ritos no tienen valor sin la fe en Cristo. 
(ver Gén. 5:6; 6:15). 

El hijo de Dios que ha nacido de nuevo es aceptado por el Señor, no en razón de la obra u obras que pudiera haber cumplido, sino debido a su fe en la gran obra efectuada a favor de él por Cristo en la cruz.
 (ver Juan 3:16; Rom. 4:5; Efe. 2:8-9). 

 Abrahán, cuya fe se presenta como un ejemplo para todos los que creen en Cristo, es llamado el padre de todos los que tienen una fe similar en Jesús, hayan sido circuncidados o no.
 (ver Rom. 4-9, 11-12). 

 SINO EL GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE DIOS. 
Cf. Gál. 5: 6; 6: 15. La idea es: lo que importa es la observancia de los mandamientos de Dios. Él no estima la religión de un hombre por el cumplimiento de ceremonias rituales, sino por su relación con los principios de la ley divina.
 (ver Ecl. 12: 13; Juan 14: 15, 21, 23; 15: 10; 1 Juan 2: 4-6). 

"Un hombre puede guardar los mandamientos, 
esté circuncidado o no". 

 “¿Luego por la fe invalidamos la ley? 
En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”. 
 “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” Rom. 3:31;7:12. CBA MHP

REFLEXIÓN 98. ¿HAY CONTRADICCIÓN ENTRE LA JUSTICIA DE LA LEY Y LA DE LA FE?


1 HERMANOS, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 

4 Porque el fin de la ley es Cristo, 
para justicia a todo aquel que cree. 
 5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: 
El hombre que haga estas cosas, vivirá por el.

6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas; ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Rom. 10:1-10 



1. Hermanos. Pablo usa con frecuencia este vocativo cuando quiere ser particularmente enfático (Rom. 7: 1; 8: 12; 12: 1; 1 Cor. 14: 20; Gál. 3: 15). El tema que trata en este capítulo es el hecho afirmado en Rom. 9: 31-33: que Israel no ha podido obtener la justicia porque había ido tras una justicia basada en los méritos de sus propias obras. Pero antes de ocuparse de la penosa tarea de señalar el fracaso y la culpabilidad de su pueblo, Pablo expresa nuevamente su sincera preocupación por la salvación de ellos (cf. cap. 9: 1-3). 

Anhelo. Gr. eudokía, "buena voluntad". "beneplácito", "aprobación". Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 11: 26; Efe. 1: 5, 9; Fil. 1: 15; 2: 13; 2 Tes. 1: 11. Pablo anhelaba sinceramente la salvación de sus compatriotas judíos. 

Oración. Gr. dé'sis, "petición", "súplica" (ver Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tim. 2: 1; 5: 5), afín del verbo déomai, "querer", "suplicar", "orar". Dé'sis se diferencia de proseuj', sustantivo que generalmente se traduce "oración" (Rom. 1: 10), en que dé'sis se refiere a un pedido por un beneficio específico. 

Por Israel. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la variante "por ellos" (BJ), es decir, por los que ya han sido mencionados (cap. 9: 31-33). El pronombre indica una estrecha relación entre los dos capítulos. En el cap. 10 continúa sin interrupción el tema de Pablo concerniente al rechazo de Israel, que trató en el cap. 9. 

Para salvación. Es significativo que inmediatamente después de haberse ocupado del rechazo de Cristo por parte de los judíos, Pablo ora por la salvación de ellos. Esto demuestra que no consideraba el caso de sus compatriotas como desesperado, a pesar de su conducta pecaminosa. 
Más aún: si Pablo hubiera considerado ese rechazo como la predeterminada voluntad de Dios para su destrucción - como algunos han entendido la doctrina de la predestinación-, no habría orado para que aún pudieran ser salvos. El Evangelio enseña que "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (vers. 13). El Evangelio es para todos los hombres, incluso los judíos (cap. 1: 16; 3: 29-30; 10: 12). 

 2. Les doy testimonio. "Testifico en su favor" (BJ). Pablo bien podía hacer esto basado en su propia y triste experiencia, pues una vez había sido "mucho más celoso de las tradiciones de" sus "padres" (Gál. 1: 14), por lo que conocía bien el celo equivocado de ellos.
(ver Hech. 22: 3; Fil. 3: 6). 

Celo de Dios. Es decir, celo por Dios. Compárese con la frase "me consumió el celo de tu casa", que significa "el celo por tu casa" (Sal. 69: 9; Juan 2: 17). Los judíos se gloriaban de su celo por Dios y por su ley (Hech. 21: 20; 22: 3; cf. Gál. 1; 14). Pablo ya ha descrito acertadamente el fervor de ellos en asuntos religiosos durante ese período. La triste historia de los judíos es que no 591 alcanzaron la justicia a pesar de su gran celo religioso (Rom. 9: 30-32). Su religión era extremadamente legal y formal. Su despliegue externo de minuciosa obediencia era un manto para cubrir la corrupción interior (cap. 2: 17-29). Sin embargo, Pablo parece estar hablando del celo de ellos por Dios como de algo digno de alabanza y, como en el cap. 1: 8, primero destaca una buena cualidad antes de presentar los fracasos de ellos. Parece encontrar en ese celo equivocado algún motivo de ánimo, alguna esperanza de que si un celo tal pudiera ser dirigido hacia el verdadero camino de justicia, todavía podrían ser salvados. 

Ciencia. "Pleno conocimiento" (BJ). Gr. epígnÇsis. Esta palabra denota conocimiento completo y cabal (cf. cap. 1: 28; 3: 20). A los judíos no les faltaba gnÇsis, conocimiento, pero carecían de la verdadera sabiduría que podría haberlos conducido a servir a Dios en la debida forma. Habían sido especialmente favorecidos con el conocimiento de Dios (cap. 3: 1-2), pero su celo por él no había sido bien encaminado. Aunque conocían la letra de la ley y los profetas, no percibían interiormente el verdadero significado de las palabras y de las obras de Dios. Su fervor sin sabiduría se transformó en fanatismo, y manifestaron más celo por la forma y por la letra que por Dios. 

3. Porque. Este versículo explica por qué el celo de los judíos no era "conforme a ciencia". Si hubieran estado dispuestos a obedecer la voluntad de Dios habrían llegado a entender la verdad (ver Juan 7: 17). Pero se negaron a someterse. 

Ignorando. Pablo posteriormente muestra que esa ignorancia era inexcusable, pues los judíos habían tenido todas las oportunidades necesarias para instruirse (Rom. 10: 14-21; cf. Juan 5: 39-40).

 La justicia de Dios. Ver com. cap. 1: 17. 
Procurando. Gr. z'téÇ, "buscando", "empeñándose" (BJ). Establecer. Gr. híst'mi, "levantar", "colocar", "establecer". Este verbo sugiere que en el esfuerzo de los judíos había orgullo por establecer su propia justicia; con su falso celo por Dios, en realidad estaban trabajando para su propia glorificación. 
 Compárese con la descripción de Oseas: "Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí . mismo" (Ose. 10: l). En vez de buscar la justicia de Dios en la forma indicada por Dios, dependían de sus obras llenas de justicia propia (cf. Fil. 3: 9). Llegaron a considerar el simple cumplimiento de los sacrificios y de los ritos como algo que tenía justicia en sí mismo, en vez de depender de la justicia de Aquel a quien señalaban esos sacrificios y ritos. Por lo tanto, la religión degeneró convirtiéndose en suficiencia propia y formalismo para glorificar el yo. Y a medida que los judíos perdían de vista la justicia de Dios, se tornaban rigurosos en la observancia de esos ritos para establecer su propia justicia.

 Sujetado. Gr. hupotássÇ, verbo que significa ponerse bajo órdenes, "obedecer" (cf. Sant. 4: 7; 1 Ped. 2: 13; 5: 5). Esta flexión verbal del griego se traduce mejor "no se sometieron" (BJ). 
Los judíos se enorgullecían de su conocimiento de Dios y de la ley divina (Rom. 2: 17-20), pero en realidad se negaban a conformarse a la voluntad de Dios. Confiaban en su propia justicia; no querían someter su corazón a un plan que les exigía confesar que su justicia propia no era aceptable (Isa. 64: 6) y que su salvación no dependía de sus méritos. 

No hay obstáculo mayor para la salvación por medio de la gracia que la justicia propia del pecador. Como los judíos no estuvieron dispuestos a someterse a la orden de Dios de que "creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo" (1 Juan 3: 23), manifestaron que su aparente fe en Dios no era sino un servicio vacío, de labios, pues la esencia de la fe es completa obediencia. Esa renuencia para someterse fue la causa no sólo de su ignorancia sino también de su rechazo como pueblo escogido. 



4. El fin de la ley es Cristo. La palabra griega télos, "fin", está aquí en una posición que realza su importancia. Esta afirmación ha sido interpretada de diversas maneras: que Cristo es la terminación de la ley; que Cristo es la meta o propósito de la ley (cf. Gál. 3: 24); que Cristo es el cumplimiento de la ley (cf. Mat. 5: 17); que Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación (cf. Rom. 6: 14). 

La primera interpretación, llamada antinomismo o antinomianismo* es una perversión de las Escrituras.
 (ver com. cap. 3: 31). 

Las otras tres interpretaciones son 592 verdaderas, pero la última parece concordar mejor con el contexto de este versículo, pues Pablo está contrastando la forma como Dios justifica por la fe, con los intentos humanos de justificarse por medio de la obediencia a la ley. El mensaje del Evangelio es que Cristo "es el fin de la ley" como medio de buscar la justicia, para todo aquel que ejerce fe. 

Quizá sea significativo que en el griego no hay artículo (ver com. cap. 2: 12), lo que indica que Pablo se refiere al principio de ley en general y no a una ley en particular. Además, la tendencia de todo el razonamiento muestra que el apóstol Pablo está hablando de ley en sentido general. Este versículo no implica que se podía lograr la justicia mediante la observancia de la ley en el tiempo del AT, y que con la venida de Cristo la fe sustituyó a la ley como un medio de alcanzar la justicia. Desde la caída de Adán, Dios había revelado sólo un camino por el cual los hombres pueden ser salvos: la fe en el Mesías venidero. 
(Gén. 3:15; 4:3-5; Heb. 11: 4; cf. Rom. 4). 

*Tampoco debe entenderse este pasaje en el sentido de que Cristo es la terminación de la ley de Dios, y que, por lo tanto, los hombres no están más bajo la obligación de obedecerla. Cristo es la solución de la ley porque es la solución final del problema del pecado, hecho patente por la ley. El propósito de Dios al proclamar sus leyes a Israel fue mostrarle su pecaminosidad (Rom. 3: 20) y su necesidad de un Salvador (Gál. 3: 24). 

Pero los judíos habían pervertido el propósito de Dios y usado sus leyes -la moral y la ceremonial- como medio para establecer su propia justicia mediante sus esfuerzos de obediencia legalista. 

Cristo vino para poner fin a este abuso de la ley y para restablecer el sendero de la fe. Esta fe no abroga la ley sino que la establece (ver com. Rom. 3: 31) y hace posible que los hombres cumplan con sus requerimientos (ver com. cap. 8: 4). 



 5. Porque. . . Moisés. Ahora Pablo describe el contraste entre la justicia mediante la ley y la justicia mediante la fe, con un lenguaje tomado del AT; y al hacerlo demuestra al mismo tiempo que en este tema no hay contradicción entre el AT y el NT. 

 Escribe. La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por el texto: "Porque Moisés escribe la justicia de la ley que el que los haga, vivirá en (o por) ellos". Por lo tanto la traducción de la RVR es acertada. La cita proviene de Lev. 18: 5, que dice: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos" (cf. Gál. 3: 12). 

Pablo cita estas palabras y deduce, basado en los conceptos judíos, que la justicia por la ley demanda el perfecto cumplimiento de la ley, la cual debe guardarse estrictamente de acuerdo con las especificaciones de la letra, pues en la ley no hay ni gracia ni misericordia. Todo lo que pide la ley, o se cumple o no hay salvación (ver Gál. 3: 10-13). 

Pero ésta es una condición que nunca ha podido cumplir el hombre caído, como Pablo ya lo ha mostrado claramente en Rom. 1: 3, y que nunca podrá cumplir a menos que sea regenerado (cap. 8: 5-8). Por lo tanto, sólo puede haber condenación para los que dependen de su propio cumplimiento de la ley para su justificación ante Dios (cap. 3: 20). 

 Es significativo que en el contexto de Lev. 18: 5 se describe la ley de Dios como que consistiera en estatutos y ordenanzas que realmente se podían guardar, y que si el pueblo los guardaba podía entrar en la vida. Las referencias a este mismo pasaje que hacen Ezequiel (cap. 20: 11, 13, 21) y Nehemías (cap. 9: 13, 29), también demuestran que se podía cumplir con las condiciones y ganar lo prometido. 

 Por medio de la revelación más amplia del plan de Dios presentado en el NT, comprendemos que estos pasajes del AT enseñan implícitamente que el cristiano debe depositar su fe en el Redentor venidero para obtener el perdón de los pecados y la gracia que lo capacita para la obediencia (ver com. Eze. 16: 60; 20: 11; 36: 26).

 No se debe entender que estos pasajes implican que se puede alcanzar justicia guardando la ley sin necesidad de ejercer fe.

Pero los fariseos y la gran mayoría del pueblo judío, debido a la influencia de aquéllos, albergaban este concepto erróneo. Pedían justicia y vida como recompensa por su propia estricta observancia de la ley. Su relación con Dios era enteramente legalista. Su pacto con el Señor era un pacto de obras, no de fe ni de gracia. Dios procuraba conducirlos a una vida más elevada, pero rehusaban aceptar ese progreso (ver com. Eze. 16: 60). 

 *Para desenmascarar el error de este punto de vista, Pablo cita Lev. 18: 5. Usa las palabras de Moisés para recordar a los judíos legalistas que la justicia sólo la adquieren los que obedecen, pero que el hombre sin ayuda no puede llegar a esa obediencia. 

Compárese esto con la respuesta que dio Jesús al "intérprete de la ley" que buscaba "la justicia que es por la ley": "haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 28). 



 6. Que es por la fe. Pablo personifica a la justicia que es por la fe como si ella misma hablara. Compárese con la personificación de la sabiduría (Prov. 1: 20; Luc. 11: 49) y de la exhortación (Heb. 12: 5). El apóstol podría haber dicho: "Moisés habla así acerca de la justicia que es por la fe", De modo que ambas partes de Rom. 10: 4 son confirmadas por el testimonio de Moisés, a saber, la imposibilidad de alcanzar la justicia por la ley (vers. 5) y la seguridad de que se puede alcanzar por medio de la fe (vers. 6-8). 

Para muchos comentadores ha significado un problema el hecho de que Pablo usara palabras de Moisés, que parecen referirse únicamente a la ley, para describir la justicia que es por la fe. Pero la dificultad radica en la falsa suposición -tan difundida- de que la ley y el Evangelio se oponen o contradicen. 

"El problema se resuelve reconociendo que la justicia que es por la fe siempre ha sido el método de Dios para salvar al hombre, y que la promulgación de la ley por medio de Moisés era una parte integral de ese plan". 

 Además, Dios usó especialmente a Moisés para presentar el gran sistema de símbolos y ceremonias que prefiguraban todo el plan de justificación por la fe en Cristo. Por lo tanto, es completamente irrazonable suponer que Moisés ignoraba la debida relación entre la ley y el Evangelio, y que cada vez que hablaba tan decididamente de la obediencia a los mandamientos de Dios estaba ensalzando la justicia por la ley antes que por la fe. 

Dice así. La cita proviene de Deut. 30: 11-14. Moisés enumera en este capítulo las bendiciones que recibiría Israel si obedecía la ley de Dios. Es importante observar que Moisés está hablando a aquellos a quienes previamente ha dicho: "Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,. . . para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas" (Deut. 30:6). 

Moisés está describiendo la experiencia de los israelitas verdaderamente arrepentidos y fieles. Habla de la ley desde el punto de vista de los israelitas circuncidados de corazón. No es necesario suponer -como lo han hecho muchos comentadores- que Pablo sólo está tomando las palabras de Moisés en cuanto a la ley, y las está aplicando a algo que Moisés no había tenido en cuenta. 

Así como Pablo encontró que Abrahán había sido justificado por la fe porque creyó y obedeció a Dios, así también encuentra la esencia de la justificación por la fe en el caso de aquellos que se arrepienten delante de Dios, y lo aman y le obedecen con todo su corazón y con toda su alma. 

 Las palabras de Moisés, si se entienden en su verdadero sentido espiritual, describen la verdadera justificación porque es por la fe. 

No digas en tu corazón. Esta expresión se encuentra en Deut. 9: 4, y Pablo la usa para comenzar su cita de Deut. 30: 12-14. "Decir en el corazón" es un modismo hebreo que significa "pensar" generalmente en algo malo (cf. Deut. 15: 9; 18: 21; Sal. 14:1; Mat. 3:9; 24:48; Apoc. 18:7; 1 Cor. 7:37). 

 ¿Quién subirá? 
Moisés pronunció estas palabras para destacar que la palabra de Dios no está lejana ni más allá del alcance del hombre, sino que ya le ha sido revelada y explicada. Pablo usa las mismas palabras acerca del Evangelio: la revelación aun más clara de la palabra de Dios que ha sido dada por medio de Cristo. Para traer abajo a Cristo. Como si aún no hubiera venido. 

La justificación por la fe dice: "No dudes de que Cristo ya ha venido. El Hijo de Dios ya se ha hecho hombre y vivió entre nosotros. La fe no es algo tan difícil, pues Cristo ha venido". 

 7. ¿Quién descenderá? 
En vez de "¿quién pasará por nosotros el mar?" (Deut. 30: 13), Pablo dice: "¿Quién descenderá al abismo?" No era necesario que los israelitas escudriñaran más allá del mar para traer de vuelta los mandamientos de Dios, y tampoco hay necesidad de que alguien baje al abismo para hacer subir a Cristo. El ya ha resucitado. 

Abismo. Ver com. Mar. 5: 10. Evidentemente Pablo aplica este término al lugar de los muertos, al cual Cristo había "descendido". 

8. ¿Qué dice? Es decir, ¿qué dice la justicia que es por la fe? Pablo continúa personificando a la justicia por la fe (ver com. vers. 6). 

Cerca de ti está la palabra. 
El propósito de este pasaje del AT era asegurar a Israel que Dios había establecido el medio por el cual podrían cumplirse las exigencias de la ley. El pacto eterno hecho con Adán en el Edén proporciona perdón por la transgresión y gracia que capacita para la obediencia mediante la fe en el Mesías venidero. 

Los hombres revelaban su fe en el Redentor ofreciendo sus sacrificios de animales y observando los otros requisitos de la ley ritual. 

Los israelitas 594 fueron lentos en aceptar este pacto dado a Adán y renovado con Abrahán (ver com. Eze. 16: 60); en cambio, prefirieron buscar justicia mediante sus propios esfuerzos para obedecer. 

Los profetas del AT trataron repetidas veces de inducir al pueblo a que aceptara las estipulaciones del plan eterno de Dios, pero no lo consiguieron. El Señor les ofreció por medio de Jeremías el nuevo pacto (ver com. Jer. 31: 33-34), 

y Ezequiel destacó la necesidad de un "corazón nuevo" y un "espíritu nuevo" (ver com. Eze. 36: 26). Por lo tanto les fue ofrecida la justificación por la fe, "pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (Heb. 4: 2; cf. Gál. 3: 8). 

La palabra estuvo "cerca" de ellos. Todo lo que se les pedía era que creyeran con el corazón y confesaran con la boca. Pablo contrasta en esta forma la sencillez de la justificación por la fe con la penosa y desesperada tarea de tratar de establecer en forma legalista nuestra propia justicia (Rom. 10: 2-3, 5). 

La palabra de fe. Es decir, el mensaje del Evangelio acerca de la fe. Esta es la única vez que aparece esta expresión en el NT. La palabra que Moisés describe como "muy cerca de ti. . . en tu boca y en tu corazón para que la cumplas" (Deut. 30: 14) esencialmente es la misma que "la palabra de fe" predicada por Pablo: el Evangelio que anuncia la fe como el principio de justificación. 

Que predicamos. Pablo añade estas palabras para destacar que la verdad de la justificación por la fe no es desconocida, sino que puede ser entendida por todos los que estén dispuestos a escuchar. Que los judíos no pueden tener excusa alegando ignorancia, se declara más plenamente en los vers. 14-21. 

 9. Que. O "porque". Si se retiene la traducción "que", significa que Pablo está presentando el contenido del mensaje en cuanto a la fe; si se prefiere "porque", quiere decir que está probando que la palabra de fe está cerca. Sea como fuere, se muestra que el contenido del mensaje de la fe corresponde con la enseñanza mosaica de Deuteronomio. 

Confesares. Gr. homologéÇ. Este mismo verbo se traduce frecuentemente "profesar", y como sustantivo, "profesión" (Tito 1: 16; Heb. 3: 1); también se ha traducido como "declarar" (Mat. 7: 23). Literalmente significa "convenir con", "decir lo mismo que otros". 

Por eso la confesión de un creyente es la expresión de su acuerdo con todo lo que Dios ha declarado que es verdadero, Esto incluye todo lo que él ha revelado en cuanto a su ley, el pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Incluye todo lo que Dios ha declarado en cuanto al único camino de salvación: fe en su Hijo Jesucristo. Que Jesús es el Señor. Cf. 1 Cor 12: 3; Fil. 2: 11. 

Los judíos atribuían el señorío sólo a Dios el Padre. Los gentiles adoraban al emperador como a su señor; pero los cristianos reconocían a Cristo como "el Señor. . . del cielo" (1 Cor. 15: 47), el único Hijo de Dios (Juan 3: 16), que es la suprema cabeza de la iglesia (Efe. 5: 23) y el Señor de todos (Hech. 10: 36).
 La confesión del señorío de Cristo implica la disposición para seguir su conducción y obedecer sus mandamientos.
 (Juan 14: 21; 1 Juan 2: 3-4). 

Creyeres. Una creencia normalmente precede a una confesión, pero Pablo está siguiendo el orden del vers. 8, donde se menciona la boca antes que el corazón. En el vers. 10 Pablo presenta el orden normal: primero la fe, luego la confesión. 

Dios le levantó. Ver com. vers. 7. La resurrección fue la confirmación de las afirmaciones de Cristo en cuanto a sí mismo, el sello divino sobre su sacrificio (ver com. cap. 1: 4). Si el cristiano cree que Dios levantó a Jesús de entre los muertos, reconoce el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, y su poder para justificar y salvar a los pecadores (ver com. cap. 4: 25). 

 La JUSTICIA mediante la FE, en contraste con la JUSTICIA mediante la LEY (cap. 10: 5), depende de lo que Cristo ha hecho y puede hacer, y no de lo que nosotros podemos hacer. 

10. El corazón. Ver com. cap. 1: 21. Los judíos consideraban que el corazón era el asiento de la vida íntima, de los pensamientos y los sentimientos. Para ellos, el corazón no representaba las emociones como diferentes, separadas de los razonamientos. 

Cuando Pablo se refiere a creer "con el corazón", quiere decir que la fe incluye una transformación interior completa. Y este cambio da como resultado la justificación y la rectitud (cap. 3: 22; 5: 1). 

Se confiesa. La evidencia externa del cambio interior es la confesión "con la boca", el estar decididamente en armonía con lo que se cree que es verdadero. Una buena disposición para confesar a Cristo con palabras y hechos ha sido siempre la prueba para el verdadero discípulo (Mat. 10: 32; Luc. 12: 8; cf. Apoc. 3: 5). 595 Un testimonio bueno y constante delante del mundo revelará el fruto de la salvación (cf. Apoc. 2: 10). CBA EGW 



 *En el AT. La salvación o justificación siempre fue por la fe en el Mesías que vendría, y la obediencia a sus mandamientos. 

La justicia de Dios no era desconocido en el AT. “En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra”. Jer. 23:6. 

 Y en el NT. Es por la fe en el Mesías Jesús que ya vino y se fue al cielo, pagando la deuda del hombre con su vida inmaculada y sacrificio vicario y aceptado por Dios Padre. Y la obediencia a sus mandamientos. 
Rom. 3:26; Mt. 19:16,17; Apoc. 14:12. 

¡Creer en Jesús y sus mandamientos, 
es la verdadera Justicia de la ley y la Fe! 
Rom. 2:13; 9:30-33; 3:26,30,31. Ministerio Hno. Pio

sábado, junio 02, 2018

REFLEXIÓN 97. ¿QUÉ SIGNIFICA LA JUSTICIA DE LA LEY, EN ROMANOS 8?


“Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no 
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Rom. 8:4. 

 *LA JUSTICIA. Gr. dikáiÇma. La palabra que Pablo usa con frecuencia en esta epístola para "justicia" es dikaiusún' (cap. 1:17; 3:5; 4:3; etc.). Dikáioma expresa el pensamiento de aquello que es establecido como correcto (ver Rom. 1:32; 2:26; 5:16,18; cf. Luc. 1:6; Heb. 9:1, donde dikáioma se ha traducido como "juicio", "ordenanzas" [en tres vers.], "justificación" y "justicia"). Por lo tanto, Pablo aquí se está refiriendo a las justas exigencias de la ley o a la obediencia a sus justos requerimientos. 

 *LA LEY. El artículo también se halla en el griego (ver com. vers. 12). En este contexto Pablo continúa hablando de la ley, que él aprobaba (cap. 7:16) y en la cual se deleitaba (vers. 22); pero descubrió que era incapaz de obedecerla sin Cristo (vers. 15-25). 

*SE CUMPLIESE O "fuera realizada" o "fuera satisfecha". Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado para que los hombres pudieran ser plenamente capacitados para cumplir con las justas exigencias de su santa ley. 

El propósito del plan de salvación es poner la vida del hombre en armonía con la voluntad divina. 

 *Dios no dio a su Hijo con el propósito de cambiar o de abolir su ley, o para eximir al hombre de la necesidad de su perfecta obediencia. 

 *La ley siempre se ha presentado como una expresión de la inmutable voluntad de Dios y de su carácter. El hombre caído ha sido incapaz de obedecer sus órdenes, y la ley no ha tenido poder para fortalecerle a fin de que obedezca. Pero Cristo vino para hacer posible que el hombre prestara perfecta obediencia. 

 Estos versículos claramente indican el lugar permanente y la autoridad de la ley de Dios en el Evangelio y en el plan de salvación (ver com. cap. 3: 31). Pablo no dice "para que se cumpliese parcialmente". La Biblia es consistente al hablar de la transformación entera, de la obediencia perfecta. 
(Mat. 5:48; 2 Cor. 7:1; Efe. 4:12-13; Col. 1:28; 4:12; 
2 Tim. 3:17; Heb. 6:1; 13:21). 

 Dios requiere perfecta obediencia de sus hijos, y la perfecta vida de Cristo en su humanidad es la seguridad de Dios para nosotros de que mediante su poder también podemos alcanzar la perfección de carácter.
 (Ver PVGM 255-256; HAp 423). 

“ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO” https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/ante-el-tribunal-supremo.html

EN LA segunda carta de Pedro a los que habían alcanzado la "fe igualmente preciosa" con él, el apóstol expone el plan divino para el desarrollo del carácter cristiano. Escribe: "Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia”.

"Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."

Estas palabras están llenas de instrucción, y dan la nota tónica de la victoria. El apóstol presenta a los creyentes la escalera del progreso cristiano, en la cual cada peldaño representa un avance en el conocimiento de Dios, y en cuya ascensión no debe haber detenciones. Fe, virtud, ciencia, temperancia, paciencia, piedad, fraternidad y amor representan los peldaños de la escalera. Somos salvados subiendo escalón tras escalón, ascendiendo paso tras paso hasta el más alto ideal que Cristo tiene para nosotros. De esta manera, él es hecho para nosotros 423 sabiduría y justificación, santificación y redención.

Dios ha llamado a su pueblo para que alcancen gloria y virtud, y éstas se manifestarán en la vida de cuantos estén verdaderamente relacionados con él. Habiéndoseles permitido participar del don celestial, deben seguir dirigiéndose hacia la perfección, siendo "guardados en la virtud de Dios por fe." (1 Ped. 1:5.) La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres alcanzar la más alta norma: y serán hechos perfectos en él cuando por fe echen mano del poder de Cristo, cuando recurran a sus infalibles promesas reclamando su cumplimiento, cuando con una importunidad que no admita rechazamiento, busquen el poder del Espíritu Santo.

Habiendo recibido la fe del Evangelio, la siguiente obra del creyente es añadir virtud a su carácter y así limpiar el corazón y preparar la mente para la recepción del conocimiento de Dios. Este conocimiento es el fundamento de toda verdadera educación y de todo verdadero servicio. Es la única real salvaguardia contra la tentación; y solamente eso puede hacerle a uno semejante a Dios en carácter. Por medio del conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, se imparten a los creyentes "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad." Ningún buen don se niega al que sinceramente desea obtener la justicia de Dios.

"Esta empero es la vida eterna -dijo Cristo,- que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado." (Juan 17:3.) Y el profeta Jeremías declaró: "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar; en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová." (Jer. 9:23,24.) Difícilmente puede la mente humana entender la anchura, profundidad y altura de las realizaciones espirituales del que obtiene este conocimiento. HAp 422-423

 ANDAMOS. Literalmente "andar de aquí para allá", lo que implica conducta habitual. Por lo tanto, puede traducirse "seguimos una conducta" (BJ). Cf. Rom. 6:4; 2 Cor. 5:7; 10:3; Efe. 2:10; 4:1. 

 *NO. . . CONFORME A LA CARNE. Quienes cumplen los justos requisitos de la ley ya no viven de acuerdo con los dictados y los impulsos de la carne. La complacencia de los deseos carnales no es más el principio rector de sus vidas. 

 *CONFORME AL ESPÍRITU. 
Es decir, rigen su conducta de acuerdo con los dictados y la conducción del Espíritu, el Espíritu de Cristo que mora en su interior (vers. 9). En ellos se está cumpliendo el justo requerimiento de la ley. Lo que la ley pide se resume en amor cristiano, pues "el cumplimiento de la ley es el amor" (cap. 13:10). El resultado de la obra del Espíritu Santo en la vida es también amor, pues "el fruto del Espíritu es amor" (Gál. 5:22). 

*Por lo tanto, la vida conforme al Espíritu significa una vida en la cual se cumplen las justas demandas de la ley: una vida de amor y de amante obediencia. El gran propósito por el cual Dios envió a su Hijo al mundo, fue que una vida como ésta pudiera estar al alcance de los creyentes. 

 Algunos comentadores prefieren interpretar esta frase como que se refiere especialmente al espíritu renovado del hombre, mediante el cual obra el Espíritu Santo. Entienden que Pablo destaca que nuestra VIDA ya no está regida por nuestra NATURALEZA INFERIOR sino por nuestra NATURALEZA ESPIRITUAL más elevada. Esta interpretación se refleja en varias versiones en las cuales la palabra "espíritu" está en minúscula (como en la BJ, VM, NC y Straubinger). 6CBA EGW


*RESUMIENDO: Cuando el hombre cayó en pecado en el edén, desde ese momento estuvo bajo condenación de la ley, que pedía muerte, exterminio total, muerte eterna, al pecador. Y toda la humanidad que creyó a Dios, y vivió conforme a los requerimientos de su ley tanto entre el pueblo de Dios y el resto de la humanidad ubicadas en todo el globo terráqueo, fueron justificados Rom. 2:2-16; Mt. 25:31-46. Y ellos completaron o legalizaron su salvación por la muerte de Jesús en la cruz. 

Por tanto, con su sacrificio Jesús nos libró de la condenación de la ley, pero no de la obligación de guardarlos.
 Rom. 3:31; 7:7,12; Isa. 66:22-24; Apoc. 22:14. 

 *La ley no solo es el cuarto mandamiento, es más que eso. Por eso Jesús lo resumió en 3 en Mt. 22: 37-40. Amor a Dios, al prójimo y a uno mismo, tiene que ver con todo lo que somos, pensamos y hacemos. 

Y el apóstol Pablo en Rom. 13:10. Dice: …
El cumplimiento de la ley es el amor. 

 *LA JUSTICIA es la práctica del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no… No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. "El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado". "Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos". *1Juan 3:24; 2:3. Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia. EGW PVGM 254 EGW 

 *Dichosos los que guardan juicio, Los que hacen JUSTICIA en todo tiempo… He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu JUSTICIA…Tu JUSTICIA es JUSTICIA eterna, Y tu ley la verdad… JUSTICIA eterna son tus testimonios; Dame entendimiento, y viviré… Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son JUSTICIA. Sal. 106:3; 119:40, 142,144,172. 

 *Y el efecto de la JUSTICIA será paz; y la labor de la JUSTICIA, reposo y seguridad para siempre... Jehová se complació por amor de su JUSTICIA en magnificar la ley y engrandecerla. Isa. 32:7; 42:21. Ministerio Hno. Pio

viernes, junio 01, 2018

REFLEXIÓN 96. ¿SE PUEDE ALCANZAR LA VERDADERA LIBERTAD? ¿CÓMO ENTENDER CORRECTAMENTE ROMANOS CAPITULO 7?


QUE QUIERE DECIR PABLO CUANDO DICE:
 “Hermanos Míos, Habéis Muerto A La Ley 
Mediante El Cuerpo De Cristo”
 “Pero Ahora Estamos Libres De La Ley, 
Sirvamos Bajo El Régimen Nuevo Del Espíritu 
Y No Bajo El Régimen Viejo De La Letra” 
 O “Qué Diremos Pues; ¿La Ley Es Pecado? 
“Porque Sin La Ley El Pecado Está Muerto” 
“La Ley A La Verdad Es Santa,
 Y El Mandamiento Santo, Justo Y Bueno” 
“Porque Sabemos Que La Ley Es Espiritual, 
Más yo soy Carnal” 
“Pero Veo Otra Ley En Mis Miembros, 
Que Se Rebela Contra La Ley De Mi Mente, 
Y Que Me Lleva Cautivo A La Ley Del Pecado 
Que Está En Mis Miembros” Rom. 7. 

 *En el capitulo 6. 
Pablo afirma que vivir salvos por la gracia de Dios, 
es vivir en santidad… a la altura de los estandares divinos. 
*En el capitulo 7. Nos presenta contrastes de como vivir la fe real 
en verdadera libertad. 


 1 ¿ACASO ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? 2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley del marido mientras ésta vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. 3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera. 

 4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.  

7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera 542 la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 

12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. 13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 

 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 

25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Rom.7 

 *El Apóstol Resume el capitulo 7, 
con los siguientes conceptos: 
 *En los versículos 1-3: “Ninguna ley tiene poder sobre el hombre por más tiempo que su vida”. 
 *En los versículos 4-6: Nosotros estamos muertos a la ley; 
 *En los versículos 7-15: pero ésta no es una ley de pecado, sino santa, justa y buena, 
*En los versículos 16-25: lo reconozco, pues siento pesar porque no puedo guardarla. CBA 


 1. ¿ACASO IGNORÁIS? "¿O es que ignoráis?" (BJ). Ver com. cap. 6: 3. "O" sugiere una alternativa. En realidad Pablo plantea un dilema: "O bien admitís la verdad de mi afirmación de que vuestra muerte al pecado [cap. 6: 11] significa que no estáis más bajo ley [cap. 6: 14], o de lo contrario debéis ignorar la naturaleza de la ley con la que yo daba por sentado que estabais familiarizados". *Presenta otra ilustración para mostrar cómo se ha efectuado la transición de la ley a la gracia y cuáles debieran ser los resultados de este cambio. El cap. 7 se basa sobre una afirmación fundamental de Pablo: "No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia" (cap. 6: 14). Para explicarlo ya se ha referido al bautismo y a la relación entre los esclavos y sus amos. Ahora recurre a una ilustración de la ley del matrimonio. 

 *CONOCEN LA LEY. Literalmente "conocen ley". La ausencia del artículo delante de "ley" sugiere que Pablo se está refiriendo al principio de ley en general (ver com. cap. 2: 12). Dice sencillamente que la ley no puede acusar o castigar a un hombre después que ha muerto; sin embargo, en el contexto de este capítulo después resulta evidente que Pablo piensa especialmente en la ley del AT (ver cap. 7: 7). 

 SE ENSEÑOREA. Anteriormente Pablo ha personificado a la "muerte" y al "pecado" como si hubieran "tenido dominio" o "reinado" sobre el pecador (cap. 5: 14-17; 6: 12). 
Para Pablo, estar bajo el dominio de la ley equivale a estar bajo el dominio del pecado (ver com. cap. 6: 14). La razón para esto es que la ley sólo revela la norma de rectitud, pero no puede quitar la culpabilidad ni el dominio del pecado. 
 *LA LEY EXIGE completa obediencia a sus preceptos, pero no ofrece al pecador el poder que lo capacita para la obediencia. Por otro lado, la gracia hace lo que la ley es incapaz de realizar. Elimina la culpa del pecado y también imparte poder para vencerlo. De modo que para Pablo estar bajo la ley es estar bajo el pecado, y morir a la ley equivale a morir al pecado. Su propósito en este capítulo es destacar que, debido al pecado y a la debilidad de la carne pecaminosa (cap. 8: 3), la ley es completamente incapaz de proporcionar salvación al pecador. 

 *ENTRE TANTO QUE ÉSTE VIVE. En griego dice: "tanto tiempo como viva", permitiendo que se entienda de dos formas; el tiempo que dura la ley y el tiempo que vive el hombre. La segunda interpretación es más natural y está más de acuerdo con el contexto, porque Pablo se está preparando para aplicar a la ley el principio de que la ley puede presentar sus demandas contra un hombre sólo mientras éste vive. 

 2. *LA MUJER CASADA. Gr. húpandros, literalmente, "bajo marido", es decir sujeta a un marido. Esta palabra sólo aparece aquí en el NT Se encuentra en la LXX en Núm. 5: 20, 29; Prov. 6: 24, 29. 
La traducción "mujer casada" es muy exacta. 

 *ESTÁ SUJETA POR LA LEY. Literalmente "ha sido sujeta por ley".
 *MIENTRAS ÉSTE VIVE. La frase dice literalmente "al marido viviente". Compárese con 1 Cor. 7: 39. 
 *LIBRE. Gr. katargéÇ (ver com. cap. 3: 3). La definición "liberar de" es apropiada aquí. Al morir su esposo queda anulada y abolida la condición de la mujer como su esposa. 
LA LEY DEL MARIDO. Es decir, la ley acerca del marido, las reglas de la ley que tratan del matrimonio. Compárese con la frase "ley para el leproso" (Lev. 14: 2). Cuando el marido muere, la mujer queda liberada de "la ley del marido", la cual define su relación legal con él, pero prohibe que se case con otro mientras viva su marido. 

 3. LLAMADA. Gr. jer'matízÇ, que puede sugerir que la mujer formalmente es llamada o considerada adúltera, y en este caso estaría sometida a los más severos castigos bajo la ley del AT (ver Lev. 20:10). 
 ESA LEY. Es decir, la ley del marido (ver com. vers. 2). 

 4. ASÍ TAMBIÉN. Pablo ahora aplica la ilustración de la ley del matrimonio a la vida del cristiano. Su mayor argumento es que la muerte disuelve la obligación legal. Por lo tanto, así como la muerte libera a la esposa de las obligaciones que impone la ley del casamiento, o sea que pueda casarse legalmente con otro, así también la crucifixión (o muerte) del cristiano con Cristo lo libera del dominio del pecado y de la ley. Entonces puede comenzar una nueva unión espiritual con el Salvador resucitado. 

 *HABÉIS MUERTO. O "fuisteis muertos", que se refiere a la crucifixión del "viejo hombre" con Cristo (cap. 6: 6). En la ilustración, la muerte del marido fue la que liberó a la esposa de la ley; en la aplicación, la muerte de la vieja naturaleza pecaminosa es la que libera al creyente de la condenación y del dominio de la ley, para que se una a Cristo. *Aquí, como en el cap. 6, Pablo ve al cristiano como si tuviera una vida doble: la antigua vida condenada por el pecado, de la que se despoja con Cristo, y la nueva vida de aceptación y santidad a la cual resucita con Cristo (ver com. vers. 11). 

 A LA LEY. La muerte del viejo hombre resulta en la liberación del yugo impuesto por uno mismo, el de tratar de ganar la salvación por las obras de la ley (ver com. cap. 6: 14). 

 MEDIANTE EL CUERPO DE CRISTO. Es decir, mediante la muerte expiatorio de Cristo (ver Efe. 2: 15; Col. 1: 22; 1 Ped. 2: 24). El creyente es bautizado en esa muerte (Rom. 6: 4), y al participar así de la muerte de Cristo al pecado y a la ley, como se explica en el cap. 6, el creyente puede considerar que su vieja naturaleza está muerta a las cosas que una vez la cautivaban. El que acepta a Cristo ocupa su lugar con él en la cruz y allí hace que sea crucificada su vieja naturaleza. 

 PARA QUE SEÁIS DE OTRO. Pablo acostumbra en sus escritos comparar a la unión de Cristo y los creyentes con un matrimonio. (2 Cor. 11: 2; Efe. 5: 25, 28-29; cf. Jer. 3: 14). 

 DE OTRO. Es decir, de Cristo. 
*LLEVEMOS FRUTO. El simbolismo de este capítulo se asemeja mucho al del cap. 6. El "viejo hombre" es el primer marido. La crucifixión del "viejo hombre" (cap. 6: 6) es la muerte del marido. La resurrección a una nueva vida (cap. 6: 5, 11) es el nuevo casamiento. En cada caso el resultado final es llevar fruto para Dios, el fruto de una vida reformada 
(cap. 6: 22). 

 5. EN LA CARNE. Es decir, la unión con la vieja naturaleza, en el cuerpo de pecado (cap. 6: 6), la obediencia a los impulsos más viles. Esta frase describe una vida que no ha sido regenerada, cuyo principal propósito es la complacencia de los apetitos y de los sentidos. Debe contrastar con la vida "según el Espíritu" (cap. 8: 9).  
POR LA LEY. O "mediante la ley"; "excitadas por la ley" (BJ); "atizadas por la ley" (BC). Pablo explica en los versículos siguientes lo que quiere decir con estas palabras. No afirma que la ley es la raíz u origen de esas pasiones 544 pecaminosas, sino que la ley revela (vers. 7) dichas pasiones que identifica como pecados, los cuales son propios de la naturaleza rebelde y pecaminosa del hombre. Esta obra preliminar de la ley es vital para la salvación de los pecadores, y es un gran error culpar o condenar a la ley porque cumple este propósito tan necesario. 

Pablo no disminuye en nada la necesidad o la importancia de la ley moral; por el contrario, su evangelio en realidad sirve para ensalzar la ley. Una de sus principales preocupaciones es que los hombres comprendan la relación correcta que existe entre la ley y el Evangelio, y su gran mensaje es que los pecadores no deben depender de ley, ni siquiera de la ley de Dios (ver com. cap. 2: 12; 6: 14), para que haga por ellos lo que sólo puede alcanzarse mediante la gracia de Dios que justifica y santifica por medio de Jesucristo. La comprensión de esta verdad fundamental para la salvación no disminuye el respeto por la ley de Dios; por el contrario, produce un efecto precisamente opuesto en los que tienen fe. 
(ver com. cap. 3: 31). 

 OBRABAN. O "estaban activas". Ve el contraste con su inactividad en el cristiano que ha renacido (cap. 6: 6). 

 EN NUESTROS MIEMBROS. Es decir, en los órganos y facultades de nuestros cuerpos (ver com. cap. 6: 13). Llevando fruto. Cf. Sant. 1: 15. 

 6. *LIBRES. Gr. katargéÇ (ver com. cap. 3: 3); "emancipados" (BJ), "desligados" (NG). La palabra se usa en cap. 7: 2 para describir que la esposa queda liberada de la "ley del marido". "Libres de la ley" es el equivalente a no estar "bajo la ley". Para su significado, ver com. cap. 6: 14. Por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos. O: "Por haber muerto a aquello que nos tenía aprisionados" (BJ). Es decir, una vez que hemos muerto a la ley, que nos tenía sujetos. Pablo se refiere aquí al medio por el cual quedamos liberados de la ley: la muerte del viejo hombre pecaminoso (vers. 4). Esa muerte nos da libertad, así como la muerte del marido dejaba libre a la mujer (vers. 2). Cuando nuestro viejo hombre es crucificado con Cristo (cap. 6: 6), nosotros, como la mujer en la ilustración, morimos a la ley (cap. 7: 4) que anteriormente había ejercido sobre nosotros el dominio opresivo, por causa de nuestra desventurada unión con la vieja naturaleza pecaminosa ver com. cap. 6: 14). 

 DE MODO QUE SIRVAMOS. O "de modo que servimos". La frase puede entenderse como una expresión de propósito (cf. vers. 4) o de resultado (cf. cap. 6: 22). 

 BAJO EL RÉGIMEN NUEVO DEL ESPÍRITU. Los creyentes que han muerto al pecado y resucitado a la vida nueva (cap. 6: 2, 4), ahora prestan un servicio que es nuevo y espiritual. Su obediencia a la ley de Dios ya no es legalista y mecánica, como si la justificación consistiera simplemente en cumplir con un código de reglamentos externos de conducta que no tiene nada que ver con la condición del corazón. Mediante su unión con el Salvador resucitado, los creyentes han aprendido un camino nuevo de verdadera obediencia cordial y espiritual. Tal servicio y tal culto sólo son posibles para los que han renacido del Espíritu Santo y viven bajo su influencia. Pablo amplía su explicación en el cap. 8. 

BAJO EL RÉGIMEN VIEJO DE LA LETRA
Literalmente "en antigüedad de letra". Una descripción de la obediencia legalista de los que tratan de alcanzar la salvación por las obras de la ley. Así procedían los fariseos que eran cuidadosos en diezmar "la menta y el eneldo y el comino" pero al mismo tiempo omitían "lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe" (ver com. Mat. 23: 23). "Lo más importante" era lo que tenía que ver con el corazón y el espíritu. 

 *SERVIR "en antigüedad de letra" sólo puede conducir al pecado y a la muerte (Rom. 7: 5); pero el Evangelio es portador del ofrecimiento de Dios de capacitar al hombre para el servicio espiritual que emana del corazón. 

 *HABER RENACIDO DEL ESPÍRITU SANTO. significa la creación de un corazón limpio y la renovación de un espíritu recto (cf. Sal. 51: 10), de modo que desde allí en adelante el creyente ya no sirve a Dios movido por el sentimiento de un yugo legal y por temor, sino en un nuevo espíritu de libertad y de amor (ver Juan 4: 23; 6: 63; 2 Cor. 3: 6). 


 7. ¿QUÉ DIREMOS, PUES? Una frase típica de Pablo (ver com. cap. 4: 1). El apóstol se prepara ahora para hacer frente a otra posible comprensión equivocada de lo que ha dicho en cuanto a la relación entre la ley y el pecado. 

 ¿LA LEY ES PECADO? 
Pablo ha afirmado (vers. 5) que el pecado se vale de la ley para causar la destrucción del pecador. ¿Significa esto que la ley es algo pecaminoso, cuyo único propósito es hacer que los hombres sean 545 peores de lo que eran antes? Pablo responde explicando que el mal no está en la ley sino en el hombre, y que aunque es cierto que la ley es la "ocasión" del pecado (vers. 8), sin embargo" la ley es santa, justa y buena" (vers. 12). En ninguna manera. Ver com. cap. 3: 4. 

 PERO. Gr. allá, que generalmente se traduce "Pero", aunque puede significar "por el contrario" (ver 1 Cor 12: 22); es decir, por el contrario, lejos de que la ley sea pecado, pone de manifiesto el pecado. Allá también puede entenderse como "no obstante", "sin embargo" (ver Rom. 5: 14). Es decir, aunque se niegue enfáticamente que la ley es pecado, a pesar de todo si no fuera por la ley yo no tendría conocimiento del pecado. Cualquiera de estas interpretaciones corresponde con el argumento de Pablo. 

 YO NO CONOCÍ EL PECADO. Puesto que el pecado es "impiedad" o "infracción de la ley" (ver com. 1 Juan 3: 4), es lógico que el efecto de la ley en la vida de un hombre es revelarle el pecado en su verdadera naturaleza. El proceder lógico frente a la ley es considerarla como un enemigo por haber pronunciado este veredicto justo. El espejo no es enemigo de una persona fea porque le revela su fealdad, ni tampoco un médico es enemigo de un enfermo porque le dice que está enfermo. Ni el médico es el causante de la enfermedad, ni el espejo de la fealdad. Tampoco Dios es la causa de la enfermedad y de la fealdad de nuestro pecado porque nos lo muestra en el espejo de su santa ley. Por el contrario, Dios es el autor del plan divino mediante el cual Jesús vino al mundo a curar nuestra enfermedad. 

 POR LA LEY. Literalmente "por medio de ley" (ver com. cap. 2: 12). 
 CODICIA. Gr. epithumía, "deseo" "anhelo" a veces de cosas lícitas (Luc. 22:15; Fil. 1:23), pero generalmente de cosas prohibidas. (Rom. 13:14 Sant. 1:14-15; etc.). La palabra que se traduce "codiciarás" en el mismo versículo es epithuméÇ, verbo afín de epithumía. 
 SI LA LEY NO DIJERA. Una referencia al décimo mandamiento (Exo. 20: 17). 
 NO CODICIARÁS. Es significativo que Pablo escogiera el décimo mandamiento, pues no es simplemente un ejemplo del resto sino que contiene el principio que está en la raíz de todo pecado (ver PP 318). 

 *EL USO que hace Pablo de este mandamiento en un contexto tal revela un significado más profundo que el que expresan literalmente estas palabras. En la prohibición no sólo vio el deseo de ciertas cosas específicamente mencionadas en el mandamiento, sino también el deseo de cualquier cosa prohibida por Dios. En otras palabras, la ley prohibe cualquier clase de deseo egoísta y pecaminoso, y esto es lo que Pablo no hubiera sabido "si la ley no" lo "dijera". Descubrió que la verdadera obediencia a los mandamientos de Dios no era una simple conformidad externa con la letra de la ley, sino que tiene que ver con la mente, el corazón y el espíritu (vers. 14; cf. cap. 2: 29). 

 El pecado no es simplemente una brecha externa abierta en la letra de la ley, sino una condición interior y profunda de la mente, la disposición, los hábitos y el carácter, de donde proceden todos los actos pecaminosos (Mat. 5: 28; 1 Juan 3: 15). Sin embargo, el efecto inicial que tuvo este profundo descubrimiento en el corazón de Pablo cuando aún no estaba regenerado, fue despertar su naturaleza corrupta provocando una oposición pecaminosa (Rom. 7: 8). 

 8. PECADO. Pablo personifica al pecado como el principio y poder antagónico a la ley de Dios (ver com. cap. 5: 12). El pecado es representado en el NT como un enemigo que siempre está procurando causar nuestra ruina, y que aprovecha cada ocasión para lograrlo. Se lo describe como rodeándonos y asediándonos (Heb. 12: 1), sometiéndonos a servidumbre (Rom. 6: 12), seduciéndonos, y así causando nuestra muerte (Sant. 1: 14-15). En otras palabras, se presenta al pecado como haciendo todo lo que Satanás -el máximo enemigo de la humanidad- está tratando de lograr al tentarnos a pecar. En cuanto a la forma en que Satanás usa la ley como una ocasión para tentar y atraer a la humanidad a la desobediencia, de modo que los seres humanos queden sometidos a la condenación y a la muerte, ver com. Rom. 7: 11.

 OCASIÓN. Gr. aform', "oportunidad", "ocasión". Sólo Pablo usa esta palabra en el NT (Rom. 7: 11; 2 Cor. 5: 12; 11: 12; Gál. 5: 13; 1Tim. 5:14). 
 MANDAMIENTO. Un solo precepto, en este caso el décimo mandamiento, en contraste con "ley" que se refiere a todo el código. Las palabras "por el mandamiento" pueden relacionarse con "tomando ocasión", lo que significa que el pecado se aprovechó del mandamiento (RVR); o podrían relacionarse 546 con "produjo en mí", lo que significaría que el pecado obró en mí con la ayuda del mandamiento. La segunda posibilidad podría compararse con "produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno" (vers. 13). En ambos casos, el significado es prácticamente el mismo. 

PRODUJO. Gr. katergázomai, "llevar a cabo", "completar", "conseguir" (cf. Rom. 2: 9; 1 Cor 5: 3; 2 Cor. 7: 10). Se usa para referirse a lograr algo ya bueno o malo (Rom. 7: 15, 17-18, 20). 

CODICIA. "Concupiscencias" (BJ), "deseos desordenados" (VM). Gr. epithumía (ver com. vers. 7). Pablo está diciendo que el mandamiento que ordena no codiciar hizo que codiciara más. El corazón no regenerado reacciona así ante la expresa voluntad de Dios. Algo que ha sido prohibido con frecuencia parece ser más deseable, y excita los malos deseos del corazón rebelde (cf. Prov. 9: 17). 

 *UN PECADOR PUEDE PARECER COMO SOSEGADO Y TRANQUILO, EN PAZ CONSIGO MISMO Y CON EL MUNDO, PERO CUANDO LA LEY DE DIOS LLEGA HASTA SU CONCIENCIA NO ES RARO QUE SE IRRITE Y SE ENOJE. Desprecia la autoridad de la ley, y sin embargo su conciencia le dice que la ley tiene razón. Trata de ponerla a un lado, pero tiembla ante su poder. Y para mostrar su independencia y determinación de pecar, se sumerge en la iniquidad y se convierte en un pecador más impío y obstinado. Esta situación se convierte en lucha, y en el conflicto con Dios el pecador resuelve no dejarse vencer. 

 *POR ESO es frecuente que un hombre sea más irreverente, blasfemo e impío cuando siente la convicción de su pecado, que en otras ocasiones. De modo que cuando una persona se torna especialmente violenta e insultante en su oposición a Dios, podría a veces ser una clara indicación de que está empeñada en esta lucha CONTRA SU CONCIENCIA. 

 *Compárese esta conducta con el caso de Pablo que se oponía a la voluntad de Dios que le era revelada. Pablo se sentía disgustado después del martirio de Esteban porque tenía la íntima convicción de que el mártir estaba en lo correcto, y para aplacar esa creciente convicción se sumió con celo frenético en una campaña de persecución, terror y muerte (ver HAp 92-93). 

 *Procuraba "dar coces contra el aguijón" de la convicción y de una conciencia esclarecida (Hech. 26: 14). Su prejuicio y su ambición de popularidad hicieron que se rebelara contra Dios, hasta que se convirtió en un instrumento en las manos de Satanás (HAp 83-84). 

De ese modo la revelación de la voluntad de Dios excitó la naturaleza pecaminosa de Pablo hacia un pecado todavía mayor, hasta que al fin llegó a estar dispuesto a reconocer su pecaminosidad y su necesidad de un Salvador (Hech. 9: 6; ver HAp 97). 

 *El caso de Pablo es una clara ilustración de que la ley no puede desarraigar la rebeldía y el pecado. Su efecto puede ser precisamente el contrario. Pablo halló libertad del poder del pecado y de la condenación únicamente cuando se encontró frente a frente con Cristo. 

 *SIN LA LEY. Literalmente "sin ley" (BJ, BC); o "aparte de ley" 
(ver com. cap. 2: 12). 

 EL PECADO ESTÁ MUERTO. Pablo ya ha presentado tácitamente la idea de que el pecado está "muerto" sin ley (cap. 4:15; 5:13). Es evidente que con "muerto" no quiere decir que no existe, sino que está inerte. Compárese con "la fe sin obras está muerta" (Sant. 2: 26). El pecado ha reinado siempre desde la transgresión de Adán (Rom. 5: 12, 21), pero su pleno poder y virulencia sólo se manifestaron cuando apareció la ley con sus restricciones y prohibiciones. Entonces el pecado se presenta como rebelión contra la voluntad de Dios, y la naturaleza humana no regenerada es instigada a la oposición y al pecado. 

 9. YO. . . VIVÍA. Pablo se refiere a su vida pasada, pero con su experiencia simboliza a todos los que no están convertidos y dependen de su propia justicia. Sin la ley. . . en un tiempo. El período de su vida pasada al cual aquí se refiere Pablo, ha sido objeto de muchos debates; sin embargo, por el contexto parece evidente que está hablando del tiempo anterior al momento cuando comprendió la verdadera naturaleza, espiritualidad y alcances de la ley divina. Fue un período durante el cual creía que era justo y que, en lo que se refería a su conducta externa, parecía que estaba cumpliendo la ley. Pero era una justicia legalista, como aquella de la que se jactaba el joven rico cuando fue puesto frente a frente con los mandamientos: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?" (Mat. 19: 20). Pablo también podía pretender que "en cuanto a la justicia que es en la ley" él era "irreprensible" (Fil. 3: 6; cf. Hech. 26: 5). Compárese con la jactancioso oración del fariseo, llena de justicia propia (Luc. 18: 11-12). 547 

*Pero cuando Pablo discernió el carácter espiritual de la ley, el pecado apareció en su verdadero carácter repulsivo. Se vio a sí mismo como transgresor, y su engreimiento se desvaneció (ver CC 27-28). 

 VENIDO EL MANDAMIENTO. Es decir, cuando Pablo comprendió en su mente y en su conciencia el significado espiritual del mandamiento "no codiciarás" (vers. 7), vio el espíritu de la ley en esta prohibición de todos los deseos pecaminosos, y cuando penetró en él como la palabra de Dios, viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos (Heb. 4: 12), la complacencia en su justicia propia quedó súbitamente destruida. 

 EL PECADO REVIVIÓ. Es decir, "volvió a vivir". Pablo no quiere decir que antes de que viniera "el mandamiento", el pecado -aquí personificado como un ser aborrecible- había estado inactivo en su vida, sino que él no se había dado cuenta ni de su verdadera naturaleza ni de sus consecuencias fatales (vers. 13). En realidad, el pecado había actuado sin restricciones en su vida (vers. 5). Pero la venida del "mandamiento" desafió a la presencia del pecado y a su derecho de dominar la vida de Pablo. El pecado entonces se levantó para mantener su disputada autoridad. Apareció en toda su malignidad y fuerza, en su verdadero carácter: el de un engañador, un enemigo y un asesino. 

*Pablo no dice cuándo ni cómo comenzó a sentir por primera vez el poder condenatorio de la ley; sin embargo, sabemos lo suficiente en cuanto a sus años anteriores como para tener algún conocimiento de su experiencia con la ley antes de su conversión. Como fariseo bien versado, que vivía de acuerdo con la secta más estricta de su religión, con intensos, aunque inútiles esfuerzos, y mediante una observancia externa, había tratado de cumplir con las exigencias de una ley santa que escudriña el corazón. Pero la serenidad y el amor perdonador que manifestó Esteban durante su martirio conmovieron hasta lo profundo la mente de Pablo, e hicieron que su conciencia comprendiera que la obediencia a la ley era algo que iba más allá de la letra (com. vers. 8). 

 *MORÍ. Cuando Pablo llegó a comprender la naturaleza espiritual de la ley, el nuevo conocimiento sólo sirvió para acusarlo como transgresor y despertar en él toda clase de malos deseos (vers. 8). Pablo se convirtió entonces en un pecador plenamente consciente, y descubrió que no tenía esperanza de vida (cf. cap. 6: 21, 23). 

 10. HALLÉ. Literalmente "fue hallado en mí o por mí", es decir, el mandamiento. Al fin Pablo supo que el mismo mandamiento de cuya observancia hacía depender su salvación, sólo podía condenarlo a muerte. Este es un versículo clave en el razonamiento de Pablo de que los pecadores no deben depender de la ley para su salvación. Pablo ha explicado claramente, y ahora lo ilustra con su propio caso, que el depender de la ley mediante la justicia propia es una grave tergiversación de la ley, y que sólo puede conducir al sorprendente descubrimiento expresado en este versículo. 

La ley de Dios presenta una elevada norma espiritual que ningún mortal pecador puede alcanzar mediante sus propios esfuerzos, sin ayuda. Delante de ella sólo aparece como culpable y condenado; pero bienaventurado aquel que al comprender su impotencia y necesidad acude al Salvador, el único en quien puede encontrar justificación y salvación 
(Gál. 3: 24). 

 “El gran error de muchos judíos consistía en su concepto falso de la función de la ley en un mundo pecaminoso. Orgullosos con su justicia propia, no estaban dispuestos a reconocer su culpabilidad ante la ley ni su incapacidad para vivir a la altura de sus preceptos; por lo tanto, no comprendían su necesidad de un Salvador”. Se dedicaban a un diligente estudio de las Escrituras creyendo que en la ley encontrarían vida y no condenación. No querían ir a Cristo para que pudieran hallar justificación y vida (Juan 5: 39-40). Ver com. Eze. 16: 60. 

 *EL MISMO MANDAMIENTO. Este versículo dice literalmente: "El mandamiento, el para vida, éste fue hallado por mí para muerte". La expresión griega es enfática. 

 *QUE ERA PARA VIDA. La promesa de vida acompañó a la entrega de la ley de Dios a Israel en 18: 5; Deut. 5: 33; Eze. 18: 9, 21; 20: 11, 13, 21; cf. Mat. 19: 17). No hay ninguna arbitrariedad en esto. Todas las leyes de Dios para nuestro bien físico, mental y espiritual son dadas para nuestro máximo bien. La vida y la prosperidad, tanto en este mundo como en el venidero, están íntimamente asociadas a la perfecta obediencia a las leyes inmutables de Dios. 

 *PARA MUERTE. 
Pablo conoció el pecado por medio de la ley (vers. 7-9; cf. cap. 3:20), y 548 "la paga del pecado es muerte" (cap. 6: 23). 

 11. PORQUE EL PECADO. La conjunción causal "porque" da comienzo a una explicación del vers. 10. 
La primera parte del versículo es similar al vers. 8, pero una diferente sintaxis en griego destaca que no fue el mandamiento sino el pecado el que "engañó" y "mató". 
El pecado es personificado otra vez, y aparece ejerciendo el poder para tentar y destruir, 
lo que normalmente corresponde a Satanás. 

 *POR EL MANDAMIENTO. Estas palabras pueden relacionarse con "tomando ocasión" o con "me engañó" (cf. com. vers. 8). La conclusión "y por él me mató" podría indicar que debe preferirse la segunda relación. El pasaje entonces diría: "Porque el pecado, tomando ocasión, me engañó por el mandamiento". La barrera que la ley erige contra el pecado se convierte en la ocasión para sugerir que se cometa el pecado. 

 *ME ENGAÑÓ. Gr. exapatáÇ, que básicamente significa "hacer que uno se extravíe". Pablo es el único que usa esta palabra en el NT (Rom. 16: 18; 1 Cor. 3: 18; 2 Cor. 11: 3; 2 Tes. 2: 3). En el huerto del Edén el pecado se aprovechó del mandamiento: "No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis" (Gén. 3: 3), con lo cual inspiró un mal deseo (ver com. "por la ley" y "codicia", vers. 5 y 8 respectivamente). Cuando Eva estuvo frente al árbol prohibido comenzó a dudar de la orden de Dios que le había prohibido que tocara ese fruto (PP 36-37). 

Esa fue la oportunidad de Satanás, el cual usó la prohibición divina para engañar a Eva y hacerla pecar. El engaño del pecado consiste en presentar como algo bueno el objeto del deseo pecaminoso, pero cuando dicho objeto se alcanza posteriormente resulta malo (Sant. 1: 14-15; cf. Heb. 3: 13, 17). Satanás incitó a Eva a que participara del fruto prohibido, para que así, llegara hasta un mundo de existencia más elevada y obtuviera un conocimiento más amplio (PP 36-37).

 Satanás usó el mandamiento en esta forma engañosa para incitar al pecado; y una vez que logró su mal propósito utilizó el mismo mandamiento como un medio de condenación. Satanás es, a no dudarlo, no sólo el tentador del hombre sino también su acusador (Apoc. 12: 10; cf. Job 1: 9-11; 2: 4-5). De esa manera Eva comprobó, para su gran dolor, que lo que una vez deseó como algo deleitoso sólo le produjo condenación y muerte. Ningún ser del universo cae en peor engaño que el pecador que se complace en un deseo prohibido (ver Prov. 7: 21-23). POR ÉL. Es decir, por el mandamiento. 

 ME MATÓ. Compárese con "yo morí" (vers. 9). El mandamiento, aunque en sí mismo es santo y tiene el propósito de proporcionar vida, no sólo se convirtió en ocasión de pecado sino también, como su consecuencia, en ocasión de muerte. Y todo esto se produjo mediante el engaño. Lo deseado en realidad no era bueno, pero la concupiscencia y la codicia inspiradas por el tentador hicieron que pareciera que era así. Uno de los grandes propósitos de la gracia transformadora de Dios es eliminar ese engaño destructor y hacer que el hombre vuelva a ver las cosas en su verdadera realidad, y de ese modo regrese a la vida y a la paz con Dios. 


 12. DE MANERA QUE. Este es el comienzo de una conclusión basada en lo tratado en los vers. 7-11, y una respuesta a la pregunta del vers. 7: "¿la ley es pecado?" 
 LA LEY. El artículo "la" se encuentra en el texto griego (ver com. cap. 2: 12). Pablo puede estar usando el término "la ley" como en el cap. 7: 9, para referirse a todo el código, y el término "el mandamiento" para referirse a un precepto específico de la ley. 
 ES SANTA. La ley, lejos de ser pecado (vers. 7) es santa, justa y buena (vers. 12). La ley de Dios, como revelación del carácter de su Autor y expresión de su pensamiento y voluntad, sólo puede ser verdadera, justa y santa. 

 EL MANDAMIENTO SANTO. Pablo ya ha afirmado la santidad de toda la ley. Ahora destaca más específicamente la santidad, justicia y bondad del mandamiento: "No codiciarás". El énfasis quizá se base en que este mandamiento ha sido descrito particularmente en los vers. 7-11 como la ocasión especial para que aumente el conocimiento y la acción del pecado. 
El décimo mandamiento es santo, pues es una expresión de la santa voluntad de Dios que prohibe todo deseo impuro y pecaminoso. Su santidad de ninguna manera es disminuida por el hecho de que revela el pecado (vers. 7), y de que ha sido usado por el pecado para incitar a los pecadores a una transgresión todavía mayor (vers. 8-9), atrayendo sobre ellos condenación y muerte. La falta no se halla en el mandamiento santo sino en los hombres impíos, que en su debilidad y pecaminosidad son incapaces de vivir de acuerdo 549 con la suprema norma de pureza y santidad que la ley exige con justicia. 

 JUSTO. O "correcto". El mandamiento es justo y correcto en sus exigencias, pues destaca la norma de un carácter justo; y a pesar de las acusaciones de Satanás que afirman lo contrario, sólo pide la obediencia que está al alcance de los seres humanos. (ver com. Mat. 5: 48; HAp 423; DTG 15, 275). 

 La vida de Jesús plena de obediencia confirmó la justicia de las exigencias de la ley de Dios. Demostró que la ley podía ser obedecida, y puso de manifiesto la excelencia de carácter que se adquiriría si fuera guardada. Todo el que obedece como Jesús, también declara que la ley es "santa, justa y buena". Pero todos los que violan los mandamientos de Dios están apoyando la acusación de Satanás de que la ley es injusta y no puede ser obedecida.
 (ver Com. Rom. 3: 26; DTG 21). 

 BUENO. Gr. agathós, bueno en un sentido moral (cf com. vers. 16). 
El único propósito del mandamiento es que el hombre disfrute de vida y bendiciones tanto ahora como durante toda la eternidad (ver com. vers. 10). Si es obedecido, proporcionará justicia y felicidad por doquiera. 

 13. VINO A SER MUERTE. En otras palabras, ¿la ley buena tiene la culpa de mi muerte? Pablo responde repitiendo que la falta no está en la ley sino en él mismo y en sus inclinaciones pecaminosas. 
 EN NINGUNA MANERA. Ver com. cap. 3: 4. Así como la ley no causa la muerte tampoco ocasiona el pecado. 
 SINO QUE EL PECADO. El texto de la BJ puede ayudar a comprender mejor este pasaje: "Sino que el pecado, para aparecer como tal, se sirvió de una cosa buena, para procurarme la muerte, a fin de que el pecado ejerciese todo su poder de pecado por medio del precepto". 
 PARA MOSTRARSE PECADO. O "para que fuese manifestado como pecado" (VM). Es decir, para que fuese visto en su verdadera naturaleza de pecado. 

 PRODUJO EN MÍ LA MUERTE. O "produjo muerte para mí". 
La verdadera naturaleza del pecado se pone de manifiesto cuando éste emplea lo que es bueno para producir el mal y la muerte. Toma lo que es la revelación del carácter y de la voluntad de Dios -cuyo propósito es servir como norma de santidad- y lo usa para aumentar el pecado y la condenación de los hombres (vers. 8-11). 
El propósito de Dios al permitir que el pecado produzca muerte por medio de la ley, es que el pecado, al pervertir lo que es bueno, se descubra y manifieste en toda su pecaminosidad y engaño (ver PP 22-23). 

 SOBREMANERA PECAMINOSO. O "excesivamente pecaminoso". La palabra griega que corresponde con "sobremanera" es huperbol', de la cual deriva "hipérbole". Compárese con el uso que hace Pablo de este vocablo en 1 Cor. 12: 31; 2 Cor. 1: 8; 4: 7, 17; 12: 7; Gál. 1: 13. El apóstol ya ha explicado cómo la ley ha servido para revelar la enormidad del pecado. 

 En Rom. 7: 7-13 la ley de Dios es claramente vindicada de cualquier acusación de que sea responsable por el pecado y la muerte que se han difundido en toda la humanidad (cf. cap. 5: 14, 17). 
La culpa corresponde con toda justicia al pecado. Y en la medida en que los hombres persisten en identificarse con el pecado, comparten en su culpabilidad y condenación. Estos versículos también destacan la doctrina de Pablo de que la salvación no puede provenir de la ley. 

 *La función importante de la ley es la de desenmascarar el pecado y convencer al pecador de que sus caminos son errados, pero no puede desarraigar un espíritu rebelde ni perdonar una transgresión. "La ley revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún remedio" (CS 521). 

 *Estos versículos también sirven para aclarar la relación entre la ley y el Evangelio. 
La función permanente de los mandamientos es revelar la norma de justicia, convencer de pecado y mostrar la necesidad de un Salvador. 

Si no hubiera ley para convencer de pecado, el Evangelio sería impotente, pues a menos que el pecador esté convencido de su pecado, no sentirá la necesidad de arrepentirse y de tener fe en Cristo. De modo que pretender que el Evangelio ha abolido la ley no sólo es tergiversar el lugar y la importancia de la ley, sino también socavar el propósito y la necesidad fundamentales del Evangelio y del plan de salvación (ver com. cap. 3: 31). 

 14. PORQUE. Pablo ahora confirma su vindicación de la ley y su exposición de la verdadera naturaleza del pecado, mediante un análisis profundo de la forma en que obra el pecado en la vida íntima del hombre. El significado de los vers. 14-25 ha sido uno de los problemas más debatidos de toda la epístola. 550 
Las preguntas básicas han girado en torno a dos aspectos: hasta qué punto la descripción de una lucha moral tan intensa puede ser autobiográfica, y si así fue, si dichos versículos se refieren a la vida de Pablo antes o después de su conversión. Que Pablo está hablando de su propia lucha personal con el pecado, resulta evidente por el significado obvio de sus palabras (cf. vers. 7-11; CC 15; 1JT 403). 

 Pero también es igualmente cierto que está describiendo un conflicto que en forma más o menos pronunciada es experimentado por toda alma que se enfrenta a las demandas espirituales de la santa ley de Dios, y las reconoce. Más importante es la pregunta en cuanto al período de vida que Pablo describe. Algunos comentadores sostienen que la descripción corresponde con la vida de Pablo después de que se convirtió al cristianismo. 
Destacan el uso de los verbos en tiempo presente y hacen notar las expresiones que revelan odio al pecado (vers. 15, 19) y el ferviente deseo de hacer el bien (vers. 15, 19, 21). Argumentan que una persona inconversa no hubiera podido decir: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios" (vers. 22) y "yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios" 
(vers. 25). 

 Otros comentadores creen que la lucha debe haber tenido lugar antes de su conversión, argumentando que expresiones como "yo soy carnal, vendido al pecado" (vers. 14), "el pecado que mora en mí" (vers. 17), "el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo" (vers. 18), "¡Miserable de mí! ¿quién me librará. . . ?" (vers. 24), no podrían referirse a la condición de Pablo después de que renació. Sin embargo, destacan que Pablo no está describiendo sus experiencias cuando "sin la ley vivía en un tiempo", sino cuando "venido el mandamiento, el pecado revivió y" él murió (ver com. vers. 9). 

Por lo tanto, la experiencia que se describe no sería la de un hombre que no ha sido regenerado en absoluto, sino la de un pecador movido por una profunda convicción, que sufre bajo su carga de culpa y se esfuerza fervientemente -pero luchando por sí mismo- para poner su vida de acuerdo con los requerimientos divinos. Sus mejores esfuerzos terminan en un triste fracaso hasta que encuentra a Cristo y experimenta el poder vivificador del Evangelio. Tal es también la experiencia del que se convirtió una vez, pero fracasa en no aprovechar las bendiciones del Evangelio y entonces lucha en busca de la pureza de su vida mediante su propia fuerza, o del cristiano nominal que nunca se ha entregado plenamente a Cristo. 

 El principal propósito de Pablo en este pasaje parece ser mostrar la relación que existe entre la ley, el Evangelio y la persona que, movida por su convicción, lucha afanosamente contra el pecado para prepararse para la salvación. 

 El mensaje de Pablo es: aunque la ley puede servir para precipitar e intensificar la lucha, sólo el Evangelio de Jesucristo puede proporcionar la victoria y el alivio (vers. 25. cap. 8). La intensidad de la lucha y el momento de su comienzo varían en el caso de cada individuo que, mediante la ley, llega a conocer el pecado. 
Es evidente que cada cristiano puede reconocer por experiencia propia que prosigue una lucha intensa después de la conversión y de haber renacido. La vida del apóstol Pablo era "un constante conflicto consigo mismo. . . Su voluntad y sus deseos estaban en conflicto diario con su deber y con la voluntad de Dios" (MC 358). 

 La realidad del conflicto de Pablo se revela con sus palabras: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Cor. 9: 27). Para cada cristiano convertido, renacido y justificado, el proceso de la santificación implica, de la misma manera, duras y serias batallas con el yo (PVGM 266-267; HAp 447-448). 
Mientras más nos acerquemos a Cristo, más claramente discerniremos la extraordinaria pecaminosidad del pecado y más fervientemente confesaremos la pecaminosidad de nuestra propia naturaleza (ver com. Eze. 20: 43; 16: 62-63; PVGM 124-125). 
Aunque con frecuencia es cierto que una intensa lucha moral continúa después de la conversión, a medida que el cristiano diariamente renueva su consagración (ver Luc. 9: 23-25; 2 Cor. 4: 16; 2JT 59; 3JT 93), no podemos estar seguros de que el apóstol se refiera aquí a una lucha semejante. 

 El propósito de su tesis hasta este punto de la epístola ha sido mostrar la incapacidad del hombre para alcanzar la justificación cuando depende de su propia fuerza, por las obras de la ley. 
Ha demostrado que los que están bajo la ley están bajo el yugo del pecado (ver com. Rom. 6: 14); que a pesar de sus mejores esfuerzos no pueden cumplir con lo que exige la ley; que son desdichados y desvalidos hasta 551 que hallan a Cristo. Entonces cesa la condenación (cap. 8: 1). Lo que antes no pudieron hacer, ahora lo alcanzan por medio del poder vivificador de Cristo (cap. 8: 3-4). Ya no se preocupan por las cosas de la carne (cap. 8: 5), sino que andan conforme al Espíritu (cap. 8: 1). 

 SABEMOS. Pablo da por sentado que la espiritualidad de la ley es reconocida por sus lectores (cf. cap. 2: 2; 3: 19). 
 LA LEY ES ESPIRITUAL. Pablo está resumiendo y repitiendo lo que ya ha dicho en el vers. 12. Destaca de nuevo que la ley no es culpable de los pecados de los cuales él ha estado hablando. 
La ley es de origen espiritual pues fue dada personalmente por DIOS, y "Dios es Espíritu" (Juan 4: 24). 
La LEY es de naturaleza espiritual porque es "santa, justa y buena" y porque pide una obediencia que sólo está al alcance de los que son espirituales y tienen los frutos del Espíritu (Mat. 22: 37-39; Juan 15:2; Rom. 13:8, 10; Gál. 5:22-23; Efe. 3:9). 

 YO SOY. El cambio del tiempo del verbo del pasado (vers. 7-11) al presente (vers. 14-28) ha sido considerado por algunos como una prueba de que Pablo se está refiriendo a lo que le sucedía entonces. Otros ven en esto sólo un presente histórico o presente dramático, para dar más énfasis, como ocurre en Mar. 14: 17; Luc. 8: 49. Ver arriba comentario de "porque".

 CARNAL. Es decir, hecho de carne y sangre, lo que denota la naturaleza humana con su debilidad inherente (cf. 2 Cor. 3: 3). Esta es la forma en que Pablo expresa "lo que es nacido de la carne, carne es" (Juan 3: 6). El equivalente que él da de "lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3: 6) está en Rom. 8. En contraste con la espiritualidad y santidad de la ley divina, Pablo descubre en él un ser de carne, y por lo tanto proclive a toda la pecaminosidad y complacencia propia, a la cual se inclinaba su naturaleza corrupta. Por eso, en su deseo de obedecer la ley espiritual, se encuentra a sí mismo sumido en una lucha continua con sus tendencias al pecado heredadas y cultivadas (cap. 7: 23). 

Insta a los creyentes a que crucifiquen la carne, y declara que él mismo mantiene su cuerpo en servidumbre (1 Cor. 9: 27; Gál. 5: 24). También los insta a vivir en forma temperante (1 Cor. 10: 31) y a ofrecer sus cuerpos a Dios como un sacrificio santo y vivo (Rom. 12: 1). Describe el cuerpo como el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6: 19) y exhorta a los cristianos a que glorifiquen a Dios en el cuerpo (vers. 20). Expresa que tanto la carne como el espíritu necesitan limpieza (2 Cor. 7: 1) y anticipa la redención y glorificación del cuerpo (Rom. 8: 23; 1 Cor. 15: 51-53). 

 *VENDIDO AL PECADO. Es decir, vendido para estar bajo el poder del pecado. Compárese con "Acab, que se vendió para hacer lo malo" (1 Rey. 21: 25; cf. 1 Rey 21: 20; Isa. 50: 1). El dominio del pecado sobre la carne puede ser tan completo como el de un amo sobre un esclavo. En vista de las afirmaciones anteriores de Pablo de que el cristiano convertido está libre ahora de la servidumbre del pecado (Rom. 6: 18, 22), hay algunos que con sideran que esta expresión es una prueba de que el apóstol está hablando de los días anteriores a su conversión; es decir, del tiempo cuando estaba completamente convencido, pero aún no se había entregado plenamente a Cristo (ver com. cap. 7: 9). 

 Otros sostienen que Pablo puede estar usando un lenguaje tan enfático para expresar la fuerza de esa depravación contra la cual estaba luchando después de su conversión, que está tratando de demostrar que al obedecer los impulsos de su naturaleza carnal estaba procediendo como quien era esclavo de otra voluntad. Posteriormente añade que el pecado todavía vivía en su carne (vers. 17-18) y que aunque había llegado a la condición de deleitarse en la ley de Dios, aún veía en sus miembros un poder maligno en acción que lo llevaba a permanecer cautivo del pecado (vers. 22-23). 
 Los hombres más santos son carnales en comparación con la espiritualidad de la ley. Su discernimiento del carácter santo de los mandamientos de Dios hacía que Pablo comprendiera más su propia imperfección. 

Y cuando él se describe como "vendido al pecado" indica cuán profunda era su convicción. Compárese con el caso de Job, quien aunque es presentado por el Señor como perfecto y recto (Job 1: 1; 2: 3), más tarde confesó "Yo soy vil", "me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza" (cap. 40: 4; 42: 6). 

 15. PORQUE. Pablo ahora explica sus experiencias durante el período cuando estuvo "vendido al pecado" (vers. 14). 
 LO QUE HAGO. La flexión del verbo "hago", aparece tres veces en este versículo, y es la traducción de tres diferentes verbos griegos. En el primer caso Pablo emplea katergázomai, el mismo verbo que en el vers. 8 significa "producir", "llevar a cabo", "alcanzar". Ver 552 posteriormente un estudio de las otras palabras traducidas como "hago". 

 ENTIENDO. Gr. ginÇskÇ, "saber", "llegar a saber", "percibir", "reconocer". Comparece con la traducción: "Mi proceder no lo comprendo" (BJ). 
NO HAGO. Gr. ou. . . prássÇ. PrássÇ significa "practicar". Este verbo aparece también en cap. 1: 32; 2: 1-3, 25; etc. 
 QUIERO. Gr. thelÇ, "desear", "anhelar". 
 ESO HAGO. En este caso "hago" (poiéÇ ) implica más bien la realización y terminación de un acto, como en el cap. 4: 21. 
Martín Lutero había aprendido evidentemente el significado de esta experiencia cuando dijo: "Tengo más miedo de mi propio corazón que del papa y de todos sus cardenales". 
Los que afirman que Pablo está describiendo sus propias experiencias, cuando se reconoció como pecador antes de entregarse a Jesucristo (ver com. cap. 7: 14), creen que el apóstol también hace destacar la impotencia de cualquier cosa que no sea el evangelio para proporcionar el poder que capacita para realizar obras de justicia. Comparece con el caso de Carlos Wesley (CS 296-298). 

 Todos los que procuren ganar la salvación sin una entrega completa a Jesucristo quedarán completamente frustrados. 

 *LOS QUE SOSTIENEN QUE PABLO ESTÁ DESCRIBIENDO LA LUCHA CONTINUA con el yo y el pecado, aun después de la conversión, hacen notar que aun después de la conversión los cristianos siguen reconociendo que hay imperfecciones y pecados en su vida, y que tales defectos son motivo de continua intranquilidad y preocupación. La fuerza de la pasión natural puede vencerlos en sus momentos de descuido. 

Todavía los acosa el poder de los hábitos por largo tiempo cultivados. Aún surgen en su mente, con la rapidez del relámpago, malos pensamientos de complacencia propia. El que fue incrédulo antes de su conversión, cuya mente estuvo llena de escepticismo, quizá descubra que todavía perduran en su mente, perturbando su paz durante años, los efectos de sus anteriores hábitos de pensamiento. Tales son los efectos de los hábitos. 

El solo hecho de pasar un pensamiento impuro por la mente, deja contaminación tras sí, y cuando el pecado ha sido acariciado por largo tiempo, deja una cicatriz indeleble en el alma aún después de la conversión, lo cual produce ese estado de tensión que conoce muy bien el cristiano. Cuando el cristiano ve que esos antiguos deseos y sentimientos -que él desaprueba y odia- intentan día tras día recuperar su poder sobre él, lucha contra su influencia y anhela ser llenado con todos los frutos del Espíritu de Dios; pero entonces descubre que ni por sí mismo ni por la ayuda de la ley puede lograr su liberación de lo que odia, ni puede tener éxito en alcanzar lo que aprueba y desea hacer. Cada noche es testigo de su penitente confesión de su impotencia y de su anhelante deseo de recibir ayuda de lo alto (ver 1JT 538). 

 16. APRUEBO. "Estoy de acuerdo" (BJ). Gr. súmf'mi, literalmente, "hablar juntamente con"; por lo tanto, "estar de acuerdo", "concordar". Esa es la única vez que aparece esta palabra en el NT. El hecho de que Pablo desapruebe sus acciones pecaminosas es en sí mismo una evidencia de que considera que la ley de Dios es buena. 
 BUENA. Gr. kalós, "bello", "excelente". Esta expresión puede implicar la belleza moral y la excelencia de ley, cuyas cualidades Pablo admite aquí. La palabra que en el vers. 12 se traduce "bueno" es agathós , que significa bueno en un sentido moral. Kalós se relaciona con aghatós como la apariencia corresponde a la esencia. 

17. DE MANERA QUE. Gr. nuní, que se pude entender en un sentido temporal con el significado de "en este momento" o en un sentido lógico, "siendo este el caso". Lo segundo parece ser más apropiado.
 (cf. Rom. 7: 20; 1 Cor. 14: 6). 

 YA NO SOY YO. La construcción griega es enfática. Pablo se refiere con este "yo" al "hombre interior" (vers. 22), que se diferencia del otro "mí" en el cual mora el pecado, que es definido en el vers. 18 como "mi carne" y en el vers. 23 como "mis miembros". Pablo no dice esto para negar la responsabilidad del hombre por sus actos pecaminosos, sino para mostrar el gran poder del pecado interior que se hace sentir contra los esfuerzos más decididos del apóstol, y que podría dominar al cristiano que se descuida. Cuando Pablo habla de sus labores, dice: "No yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1 Cor. 15: 10). Con eso no quiere decir que no hizo su parte, sino que la ejecutó bajo la influencia de la gracia de Dios. Cuando dice: "Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí" (Gál. 2: 20), también quiere decir que dependía de Cristo como el origen y el sustento de su 553 nueva y mejor vida. 

Aquí no se excusa por las violaciones de la ley, sino que también afirma que hizo tales cosas bajo una influencia que ya no dominaba más en su mente. 

 18. NO MORA EL BIEN. Es imposible que un hombre por si mismo resista el poder del mal. Un poder superior debe posesionarse del alma antes de que sean subyugadas las malas pasiones. Pablo experimentó la dolorosa frustración que embargan a todos los que procuran lograr la justificación por su propia fortaleza. 
 ESTÁ EN MÍ. Literalmente "está cerca de mí", es decir, a la mano. "Lo tengo a mi alcance" (BJ).
 NO EL HACERLO. El espíritu de Pablo estaba dispuesto, pero su carne era débil. 

 19. NO HAGO. Este versículo es, en esencia , una repetición del vers. 15, con un énfasis mayor en la realidad y la fuerza de la lucha de la voluntad contra el pecado (ver com. vers. 15) . 

 20. Y SI HAGO. Este versículo es básicamente una repetición de lo que a sido dicha en los vers. 16 y 17 (ver comentario respecto). 

 21. HALLO ESTA LEY. Literalmente "encuentro, pues, la ley". En el texto griego se encuentra el artículo definido (ver com. cap. 2: 12). Con el término "ley" Pablo se refiere a la fuerza maligna que una vez operaba en él creando problemas en su vida, como ya lo ha descrito en los vers. 18-19. 

 22. SEGÚN EL HOMBRE INTERIOR. Ver com. vers. 17. 
 ME DELEITO. Gr. sun'domai, "regocijarse con". Ese es la única vez que aparece esta palabra en el NT. Quizá sea un vocablo más expresivo que "apruebo" del vers. 16 (cf. Sal. 1: 2; 119: 97).
 LA LEY DE DIOS. Aquí se usa el artículo definido en el texto griego (ver com. cap. 2: 12). Pablo quizá se refiere a toda la voluntad de Dios revelada al hombre. 

 23. OTRA. Gr. héteros, "otra de clase diferente". El objetivo héteros no solo expresa una diferencia sino con frecuencia un contraste (ver com. Gál. 1: 6-7). Esta "ley" diferente se opone a la ley que aprueba el hombre interior. "La ley del pecado" (Rom. 7: 23, 25) -la fuerza maligna del vers. 21 (ver allí el comentario)- se aprovecha de cada impulso carnal. 
 EN MIS MIEMBROS. Es decir, en los órganos y facultades de mi cuerpo (cf. Rom. 3: 13-15; 7: 5; 
1 Cor. 6: 15; 12: 12, 18, 20). 
 SE REBELA CONTRA. Gr. antistratéuomai, palabra que sólo aparece aquí en el NT. El verbo tiene que ver con una campaña militar. La ley en los miembros está en lucha campal contra la ley de la mente.
 (cf. Gál. 5: 17; 1 Ped. 2: 11). 

 LA LEY DE MI MENTE. "Mente" significa aquí la mente que razona, el "hombre interior" (vers. 22). Pablo acepta con la más noble de su ser que la ley es buena (vers. 12, 16, 22). 
Y la ley de Dios, comprendida y aprobada por la mente, se convierte en la ley de la mente. Por el otro lado, Pablo ve otra ley que obra mediante los impulsos del cuerpo y los deseos de la carne: la ley que está "en mis miembros", "la ley del pecado" (ver com. vers. 21).

 ME LLEVA CAUTIVO. O "me esclaviza" (BJ), "me encadena" (NC). El verbo aijmalÇtizÇ aparece de nuevo en el NT sólo en Luc. 21: 24 y 2Cor. 10: 5. Pablo ha empleado expresiones muy vigorosas en este versículo para describir la dureza del conflicto con el pecado. Se presente a sí mismo como empeñado en una lucha de vida o muerte para escapar del poder seductor de sus malas inclinaciones.

 24. ¡MISERABLE! Gr. taláipÇros que en la BJ se ha traducido "¡Pobre de mí!" En el NT aparece por segunda vez en Apoc. 3: 17, en donde describe la condición de la iglesia laodicense. La angustia resultante del conflicto interior -que a veces es una lucha desesperada entre en el bien y el mal- hace que Pablo pronuncie este evidente clamor de desesperación en busca de ayuda; pero conoce de dónde viene la liberación para sus dificultades, y se apresura a reconocerlo.
 (Rom. 7: 25). 

 ¿QUIÉN ME LIBRARÁ? O "¿quién me rescatará?" Esta pregunta da a Pablo la oportunidad de expresar la buena nueva que es el tema de toda epístola. ¿Puede hallarse liberación por medio de la ley? ¿Puede un hombre ganar la libertad mediante la fuerza de su propio intelecto y voluntad? Estos métodos se han empleado en vano, y se han visto claramente sus desastrosos resultados. Hay sólo un camino: "Jesucristo Señor nuestro" (vers. 25). 

 ESTE CUERPO DE MUERTE La construcción griega no permite saber si debe enterderse como aparece en la RVR o "el cuerpo de esta muerte", aunque la última relación parece más natural. Se ha debatido mucho el significado de este pasaje. Pero la convicción 554 general es, por lo menos, que no se puede comprobar que Pablo estuviera aludiendo a una antigua costumbre de encadenar juntos a un prisionero y a un cadáver, aunque esa horrenda práctica proporcionaría una vívida ilustración de las circunstancias espirituales que Pablo está describiendo.

 Pablo considera el cuerpo, la carne, como la sede del pecado, el lugar donde mora la ley del pecado que actúa en los miembros para ocasionar la muerte (vers. 5, 13, 23, 25). Con esto no quiere decir que el cuerpo físico sea malo (ver com. vers. 5). Su clamor en busca de liberación se refiere a quedar libre del yugo de la ley del pecado, de modo que su cuerpo no sirva más como morada del pecado y de la muerte, sino que pueda ser ofrecido a Dios como un "sacrificio vivo, santo y agradable" (Rom. 12: 1). 

 25. GRACIAS DOY A DIOS. La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por el texto "gracias a Dios". Pablo no da una respuesta directa a su pregunta: "¿Quién me librará?" Tampoco dice por qué da gracias a Dios; pero sí está claramente indicado por el contexto. Lo que ni la ley ni la conciencia pueden hacer, ni la fuerza humana sin recibir ayuda puede hacer, puede alcanzarse por el plan del Evangelio. Una liberación completa sólo es posible por medio de Jesucristo, únicamente por medio de él. Compárese con "gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15: 57). 

 Este es el punto culminante hacia el cual se ha dirigido el razonamiento de Pablo en este capítulo. No es suficiente estar convencido de la excelencia de la ley ni reconocer la sabiduría y justicia de sus requerimientos, ni tampoco es suficiente asentir que son buenos sus preceptos o aun deleitarse en ellos. Ninguna cantidad de intenso esfuerzo de obediencia servirá para superar la ley del pecado en los miembros, a menos que el pecador rebelde se entregue a Cristo por fe. Entonces la entrega a una Persona ocupará el lugar de la obediencia legalista a una ley. Y como se trata de una entrega a una Persona tiernamente amada, se la siente como una libertad perfecta (ver CC 15; MC 93; DTG 431). 

 YO MISMO CON LA MENTE SIRVO. Algunos se han preguntado por qué Pablo, después de llegar a un glorioso clímax en la expresión "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro", se refiere una vez más a las luchas del alma de las que evidentemente ya se había liberado. Algunos entienden la expresión de agradecimiento como una exclamación parentética. Creen que tal exclamación sigue en forma natural al clamor "¿Quién me librará?" Sostienen que Pablo, antes de proseguir tratando extensamente la gloriosa liberación (cap. 8), resume lo que ha dicho en los versículos precedentes y confiesa una vez más su conflicto contra las fuerzas del pecado. 

 *Otros sugieren que cuando Pablo dice "yo mismo", quiere decir "librado a mis propias fuerzas, sin tomar en cuenta a Cristo". Creen que Pablo declara aquí una verdad general que vale en cualquier momento de la vida cristiana. Por lo tanto, consideran que dicha exclamación no es parentética sino un eslabón en una secuencia lógica ordenada. 

Siempre que el hombre trata de hallar la victoria sobre el pecado por sí mismo, 
sin tomar en cuenta el poder de Cristo, está condenado al fracaso. 
CBA EGW Ministerio Hno. Pio