martes, noviembre 30, 2021

REFLEXIÓN 929. UNA EXHORTACIÓN A LA FIDELIDAD Y A LA VIDA PIADOSA: En Vista Del Fiel Ejemplo De Ilustres Personajes Antiguos, A pesar de las pruebas, persecuciones, y tentaciones (HEBREOS 12).

Hebreos 12.

EXHORTACIÓN A La Constancia En La Fe, La Paciencia Y La Santidad. 12:1-21.

-En Vista Del Fiel Ejemplo De Ilustres Personajes Antiguos, 12:1-2

-A pesar de las pruebas y las persecuciones, 12:3-13.

- A pesar de las tentaciones, 12:14-21.

-DIFERENCIA entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 12:22-29.

1 POR tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 

7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.

11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. 12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.

14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. 18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; 21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros,

si desecharemos al que amonesta desde los cielos.

26 La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 27 Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor. (Hebreos 12).

1. Por tanto. Los vers. 1 y 2 de este capítulo constituyen la conclusión del cap. 11. Sería mejor haber cerrado el capítulo después de Heb. 12:2.

En derredor. O "rodeados". Doquiera miremos en la historia sagrada, encontraremos "testigos" de que la fe y la fidelidad triunfan sobre todo obstáculo.

Nube de testigos. O "hueste de testigos". La metáfora del vers. 1 compara al cristiano con un atleta que hace los últimos preparativos para competir en una carrera en un estadio de la antigüedad, mientras los espectadores observan sentados en las gradas circundantes. El atleta, que tiene el propósito de ganar la carrera, contempla por un momento la masa de rostros que lo rodean como una nube. Los "testigos" son aquí los incontables héroes de la fe que se mencionan en el cap. 11, cada uno de los cuales, a pesar de desventajas y obstáculos de toda clase, terminó su carrera con gozo. Su fidelidad y perseverancia les proporcionaron la victoria en la carrera de la vida. El atleta cristiano que, por así decirlo, sabe que los ojos de los fieles de todos los siglos están ahora completamente fijos en él, siente un ardiente impulso de esforzarse al máximo para triunfar en la carrera que tiene "por delante".

Los concursos atléticos griegos fueron durante varios siglos muy populares en el mundo mediterráneo, por lo tanto esta ilustración era bastante familiar para todos los lectores de Hebreos. 

El autor usa con frecuencia la figura de la carrera para representar su carrera como misionero entre los gentiles (Gál. 2:2; Fil. 2:16; 2Tim. 4:7) o, como aquí, para ilustrar lo que experimentan los cristianos en la vida (ver 1Cor 9:24-27).

Peso. Gr. ógkos, "peso", "carga", "impedimento"; aquí, en este último sentido. En esta metáfora ógkos se refiere al peso de todo lo superfluo, como, por ejemplo, el vestido que estorbara o impidiera al corredor. Los que están motivados por la fe no vacilan en desprenderse de todo -pequeño o grande- lo que pueda impedirles llegar a su meta.

Los hallazgos arqueológicos han demostrado que los atletas se ejercitaban llevando pesas de piedra en las manos. En la carrera no las llevaban, aligerándose así para correr con más presteza. Esta costumbre podría reflejarse aquí.

El autor deja que cada lector descubra qué es lo que puede estorbar sus progresos como corredor cristiano. En esta carrera, por la gracia de Cristo, puede ganar cada participante, pues no está compitiendo con otros sino consigo mismo. No se le exige que aventaje a sus competidores o que sobrepase una marca impuesta por otro competidor previo. El yo es el único competidor, y el único requisito es que en su competencia con el yo ponga en acción fidelidad y paciencia, y que por la gracia de Cristo venza cada "peso", cada tendencia al mal.

Del pecado. Cada ser humano tiene algún pecado que lo asedia, alguna tendencia al mal que amenaza con impedirle que corra la carrera cristiana, y cuando aferrado a Jesucristo gana la victoria sobre esa tendencia al mal, otra ocupa su lugar y tratará de dominarlo.

En el sendero de la salvación hay que librar una batalla tras otra; pero cada cristiano tiene el privilegio de obtener la victoria a cada paso del camino. Cualquiera que sea el pecado que fácilmente nos acose, debemos dejarlo a un lado como los corredores antiguos se desprendían de sus ondeantes mantos o de las pesas con que se habían ejercitado, y se ceñían debidamente para la carrera.

Nos asedia. O "fácilmente nos envuelve" (BA). Algunos MSS dicen 'distrae fácilmente", pero la evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "enreda fuertemente". 

No importa cuán fuertemente pueda enredarnos un pecado y cuán penoso pueda ser el proceso de separación, debe dejarse a un lado para poder conquistar la victoria en la carrera de la vida.

Paciencia. Gr. hupomoné, "paciencia", "resistencia", "fortaleza", "tenacidad", "perseverancia". Como la carrera cristiana dura toda la vida, exige paciencia y perseverancia: perseverancia ante los sucesivos chascos y dificultades, y paciencia para esperar el galardón al final de la carrera. 

En Hebreos hay admonición tras admonición en cuanto a soportar pacientemente. 

(cap. 3:6; 4:14; 6:1, 11-12; 10:23, 36-39; etc.).

La carrera. Es decir, la carrera cristiana, la experiencia permanente por medio de la cual el creyente se va pareciendo cada vez más a Jesús.

2. Puestos los ojos en Jesús. Para obtener la gracia y la fortaleza para vencer cada dificultad y soportar hasta el fin. Es peligroso apartar los ojos de Jesús aunque sea por un momento, como le sucedió a Pedro cuando intentó caminar sobre las agitadas olas del mar de Galilea (Mat. 14:24-32). Mantener "puestos los ojos en Jesús" es sostener una relación continua con Aquel que es la fuente de todo poder, con Aquel que puede fortalecernos para que resistamos y triunfemos.

Autor. Gr. arjegós, "caudillo", "originador", "fundador", "iniciador". Arjegós se ha traducido en Hech. 3:15 como "Autor" (RVR), "Jefe" (BJ), "Caudillo" (BC), "Príncipe" (NC); en Hech. 5:31 como "Príncipe" (RVR), "Jefe" (BJ), "Caudillo" (BC), "Príncipe" (NC); en Heb. 2:10 como "autor" (RVR, BC, NC), "al que iba a guiarlos [el conductor]" (BJ). En cada caso se hace referencia a Cristo como el centro del plan de salvación y la fuente de toda gracia cristiana. 

Él es quien llama a los hombres caídos a salir de las lúgubres tinieblas del pecado a fin de llevarlos a la gloriosa luz del Evangelio. 

El los limpia del pecado que ha manchado su vida anterior y los capacita para que se conviertan en hijos e hijas de Dios. 

El los justifica por su gracia en virtud de su expiación en el Calvario. El afirma los pies de ellos en su camino al ciclo. 

Consumador. Gr. teleiotés, "perfeccionador". " obra de la justificación es apenas el comienzo de la vida cristiana. 

No sólo debemos poner "el fundamento del arrepentimiento de obras muertas", sitio seguir "adelante a la perfección" (ver com. cap. 6:1). 

Debemos crecer "en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2Ped. 3:18). Mediante su fortaleza debemos conquistar victoria tras victoria sobre los pecados que nos asedian (ver com. Heb. 12:1) y crecer "en todo en aquel [Cristo] que es la cabeza" (Efe. 4:15). 

Nuestros caracteres deben ser transformados "por medio de la renovación" de nuestro "entendimiento" (Rom. 12:2). 

Esta es la obra del Cristo que mora interiormente (Gál. 2:20) como "perfeccionador" de la fe; esta es la obra de la santificación. Ver com. Mat. 5:48.

De la fe. "De la fe" como un principio activo en nuestras vidas.

Por. Gr. antí, "en vez de", "a cambio de", "en consideración de". Cristo sufrió el martirio de la cruz a cambio de la gozosa perspectiva de un universo libre de pecado.

Gozo. Si para antí se acepta el significado "en consideración de" (ver el comentario de "por"), el pasaje podría entenderse así: Mirando a la cruz desde un punto de vista humano, podríamos decir que fue la fe en os resultados futuros de su sufrimiento y muerte lo que fortaleció a Cristo para soportar el oprobio y la ignominia de la cruz. 

El sabía que viviría para ver "el fruto de la aflicción de su alma" y que quedaría "satisfecho" (Isa. 53:11). Compartir la eternidad con los redimidos de todos los siglos y con los seres no caídos de otros mundos, fue una perspectiva que produjo intenso gozo a nuestro Señor cuando sufrió en el Getsemaní y en la cruz del Calvario. 

Ver com. Mat. 5:12; Sant. 1:2.

Si para antí se acepta el significado "en vez de" (ver el comentario de "por"), entonces el pasaje enseña que en vez del gozo que estaba a su alcance, ya fuera por su existencia antes de la encarnación, o por su existencia desde la encarnación, con excepción de la cruz, Cristo prefirió soportar la cruz.

Sufrió la cruz. Cristo "sufrió la cruz" para que pudiéramos tener fortaleza para soportar nuestros conflictos individuales con los poderes de las tinieblas. Sufrió la cruz para poder ganar la corona. El Autor de nuestra salvación fue perfeccionado "por aflicciones" (cap. 2:10), y a medida que aprendemos a sobrellevar la cruz que es necesario que sobrellevemos, también podremos ser hallados perfectos en él en su venida. Así como el gozo futuro inspiró a Cristo para soportara cruz, de la misma manera, en las dificultades y duras vicisitudes de la vida tenemos el privilegio de mirar hacia adelante al gozo que nos reserva la eternidad.

Menospreciando el oprobio. O "sin hacer caso de la ignominia" (NC), "sin importarle la vergüenza". "Las aflicciones del tiempo presente" son nada en comparación "con la gloria venidera" (Rom. 8:18) y, por lo tanto, no deben ser tomadas en cuenta. Podemos regocijarnos mucho, "aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario", tengamos "que ser afligidos con diversas pruebas" (1 Ped. 1:6). Como Pablo, podemos considerar todas las cosas terrenales como pérdida por el gozo inefable de conocer a Cristo Jesús como el Señor (ver Fil. 3:8).

Se sentó. La evidencia textual establece (cf p. 10) el texto "se ha sentado" (BA). 

La flexión del verbo griego de la variante preferida implica que Cristo se sentó a la diestra del Padre y que ha permanecido en ese puesto de honor: "Está sentado" (BJ, BC, NC).

A la diestra. Ver com. cap. 1:3.

3. Considerad a aquel. Los vers. 3-11 tratan de la naturaleza, el propósito y los resultados de la disciplina divina. A ningún cristiano se le impone que pase por un sendero de disciplina más estricto que el que recorrió Cristo. Podemos evitar el cansancio o desfallecer si consideramos la forma en que él hizo frente a las pruebas y tentaciones.  Cristo soportó, y por su gracia nosotros también podemos soportar.

Sufrió. Ver com. vers. 1.

Contradicción. U "hostilidad". La hostilidad de los sacerdotes, gobernantes, escribas y fariseos, persiguió las pisadas de Cristo durante todo su ministerio terrenal; pero la corriente de popularidad finalmente se volvió contra él, y su propio pueblo pidió su sangre. La hostilidad acumulada de una raza de pecadores fue dirigida contra el Príncipe de los sufrientes con toda la fuerza de la inventiva diabólica.

Para que vuestro ánimo no se canse. Si contemplamos las cargas que Cristo sobrellevó, por comparación las nuestras parecerán livianas (ver Mat. 11:28-30). Si sólo miráramos a Jesús y consideráramos lo que él soportó, cada dificultad y chasco que tengamos que enfrentar sería más fácil de llevar.

4. Resistido hasta la sangre. O hasta la muerte. Aquí cambia ligeramente la metáfora de los vers. 1 y 2. El cristiano aún está en el centro del estadio, siendo contemplado fijamente por la simbólica "nube de testigos"; pero ahora tiene que hacer frente a un adversario que espera para trabarse con él en una lucha mortal. El cristiano aún no ha experimentado todo lo que el maligno puede lanzar en contra de él; por eso no debe pensar que está sufriendo en su lucha con el pecado más de lo que Dios puede, en justicia, esperar de él (ver 1 Cor. 10:13). No obstante, al desprenderse del pecado que lo imposibilita se le exhorta que resista la tentación con toda la resuelta firmeza que desplegará al enfrentarse a un adversario en una lucha mortal.

Cristo se trabó una vez en mortal combate con los poderes de las tinieblas, combate que llegó a su clímax en el Getsemaní y en la cruz. Los mártires también resistieron "hasta la sangre".  Pero aquellos a quienes fue escrito el libro de Hebreos aún no habían sido llamados a enfrentarse a lo que Cristo y los mártires se habían enfrentado.

5. Habéis ya olvidado. El texto griego puede entenderse aquí como una pregunta o como una afirmación. Una pregunta parece imprimir más fuerza y, al mismo tiempo, ser menos severa. El niño que soporta la disciplina puede darse cuenta de que su castigo es justo, que lo merece; pero quizá no capta que es administrado con amor. Los cristianos muy a menudo tienden a pasar por alto el valor disciplinario de las vicisitudes difíciles, y ese descuido los priva de preciosas lecciones que de otra manera podrían aprender. Con demasiada frecuencia se resienten porque Dios permite que les sobrevengan esas dificultades, y se quejan de su suerte.

Exhortación. Gr. paráklesis, "ánimo", "exhortación", "consuelo". En cuanto a paráklesis y otras palabras afines, ver com. Mat. 5:4; Juan 14:16.

Hijos. La sucesión de instrucciones contenidas en los vers. 5-11 se centra en la relación padre-hijo, y llega a su clímax con el anhelo del padre de que su hijo aprenda ciertas lecciones necesarias para que tenga éxito en la vida.

Se os dirige. La cita de los vers. 5 y 6 proviene de Prov. 3:11-12.

Hijo mío. Una forma común de dirigir la palabra en el libro de Proverbios, de donde se toma esta cita. Equivale a la solicitud de un padre amoroso.

Menosprecien. Gr. oligré, "tener en poco", "tomar livianamente"; es decir, no tomarlo en serio. El propósito de la disciplina es hacer una impresión. " disciplina que no produce gran impresión, no sirve para un propósito útil.

Disciplina. Gr. paidéia, "educación de un niño", "instrucción", "disciplina", "corrección" (ver com. Efe. 6:4), de paidíon, "niño pequeño". Disciplina es la preparación que corrige, modela, fortalece y perfecciona el carácter. Esta palabra se restringe muy a menudo al estrecho significado de castigo; pero la disciplina ha sido definida como el refinado arte de hacer discípulos, pues un verdadero discípulo se somete a un molde especial de disciplina o de preparación. Aunque paidéia puede incluir -pero no lo denota específicamente- disciplina correctiva como es el caso en la palabra castigo, se refiere a todo el proceso por el cual los niños son preparados para desempeñar sus responsabilidades al llegar a la vida adulta.

Del Señor. Todo lo que nos ocurre en la vida está bajo el control "del Señor"; nada puede sucedemos a menos que lo permita el Altísimo. Dios nunca ha sido el autor del sufrimiento y del pesar, aunque a veces puede permitir que pasemos por ellos. Ver com. 2 Crón. 18:18; Job 42:5; Sal. 38:3; 39:9.

Desmayes. Gr. eklúo, en voz pasiva, "cansarse", "agotarse", "desanimarse". Un discípulo que desmaya nunca se graduará de la escuela de la experiencia. El que se descorazona y se siente inclinado a darse por vencido, recibe la invitación de dirigir sus ojos a Jesús y meditar en el Señor (ver com. vers. 23). Por sobre todo debe recordar que Dios no está enojado con él, sino que lo ama como un padre amoroso y está tratando de ayudarlo para que aprenda una lección muy necesaria. Frecuentemente lo que nos hace difícil la vida es la actitud que adoptamos frente a la disciplina, y no ésta.

Reprendido. Gr. elégjo, "reprobar", "corregir", "castigar", "disciplinar". Nunca es agradable ser reprobado o corregido, mucho menos sufrir el castigo; la reacción natural es despreciarlo. La forma fácil de escapar es desmayar ante él; pero la actitud sabia es la de sacar provecho de él.

6. El Señor al que ama. La disciplina paciente y continua es una expresión de solícito afecto. Las vicisitudes que tienen el propósito de ennoblecer y perfeccionar el carácter, constituyen la mejor evidencia de que el Señor nos ama. La disciplina es esencial para el carácter, ya se trate de un niño o de un cristiano adulto,

Azota. Dios administra cualquier tipo de disciplina que considere necesaria para la formación del carácter, o permite experiencias que alcancen ese propósito (ver com. vers.5); pero esta afirmación no debe tomarse muy literalmente, como si Dios personal o directamente autorizara u ordenara el sufrimiento y el pesar que acompañan a algunas de las vicisitudes disciplinarias de la vida. Ver com. vers. 5.

El que recibe. Es decir, a todo aquel que recibe como su hijo. Cada hijo de Dios de esta tierra ha llegado a serlo por su adopción en la familia celestial.

Por hijo. En cuanto a nuestra relación como hijos del Padre celestial.

Ver com. Mat. 6:9; 1Juan 3:1.

7. Si soportáis la disciplina. Ver com. vers. 3,5. 

La evidencia textual establece (cf. p.10) la omisión del "si" condicional: "para disciplina soportáis" o "soportad". Bien puede ser una frase imperativa, una admonición basada en el principio expresado en el vers. 6. Muy frecuentemente oramos para pedir la victoria sobre pecados particulares; pero Dios nos responde permitiendo circunstancias que nos fortalezcan precisamente en aquellos puntos en que somos débiles. Reconozcamos entonces la respuesta de Dios a nuestras oraciones, y no vacilemos. Soportemos "la disciplina" con valor y humildad.

Como a hijos. Generalmente los padres son reacios a castigar a quienes no son sus hijos; pero un padre sabio no vacila en castigar a sus hijos cuando lo necesitan. El castigo es una prerrogativa, un deber y una responsabilidad de los padres; por lo tanto, castigar es en cierto sentido una evidencia de paternidad.

¿Qué hijo? Ningún niño nace con un carácter maduro; por eso cada hijo debe ser disciplinado para que pueda ocupar un lugar de utilidad en el mundo y sea una honra para la familia.

8. Si se os deja sin disciplina. Los hijos que no reciben castigo son privados precisamente de la preparación que necesitan para los deberes y las responsabilidades de la vida.  Los padres que no aplican la debida disciplina tendrán que rendir un día una terrible cuenta delante de Dios. No sería correcto ni justo que nuestro Padre celestial dejara de disciplinarnos, o que nos librara de las circunstancias y situaciones que tienen un valor disciplinario.

Bastardos. O "hijos ilegítimos".

9. Por otra parte. Se establece un punto más de comparación entre la disciplina paterna terrenal y la de nuestro Padre celestial.

Los venerábamos. O "los respetábamos" (BJ, BA, NC); algo opuesto a despreciarlos (ver com. vers. 5). El respeto por la autoridad debidamente constituida -ya sea la del hogar, de la sociedad o de Dios- es básico para la paz, la armonía y la seguridad.

Obedeceremos. O "nos someteremos" (BJ). ¿Dejaremos de reconocer y apreciar la disciplina del Señor y de beneficiamos con ella? ¿Debemos ser menos receptivos a la disciplina de nuestro Padre celestial que los hijos a la de sus padres terrenales?

Espíritus. Gr. pnéuma, "espíritu", "soplo", o, posiblemente, "vida" (ver com. Luc. 8:55).  "Padre de los espíritus" se refiere a Dios como la fuente de toda vida y de todo ser. Esta expresión contrasta con "padres terrenales", como lo hace evidente Heb. 12:10. 

El argumento va de lo menor a lo mayor: si respetamos la disciplina de un padre terrenal, a quien debemos nuestra existencia corporal, ¿cuánto más no debiéramos ser obedientes o someternos a la corrección de nuestro Padre celestial, a quien debemos la vida?

"Espíritus" contrasta con "terrenales". Ambos se refieren a seres humanos vivientes, como se ve claramente en el contexto y la sintaxis del texto griego. Todo el contexto trata de la forma en que Dios, como nuestro Padre celestial, castiga a sus hijos terrenales. "Los espíritus" es traducción de una frase griega idiomática que equivale a "nuestros espíritus" (BA).

10. Por pocos días. O durante la niñez y la juventud; pero nuestro Padre celestial nos disciplina durante toda la vida.

Nos disciplinaban. Ver com. vers. 8.

Como a ellos les perecía. Es decir, como les parecía bueno o mejor.

Para lo que nos es provechoso. Es decir, para nuestro bien. Puede ser que nuestros padres terrenales se equivocaron con su disciplina debido a su criterio defectuoso o a motivos egoístas; sin embargo, "los venerábamos". ¿Pero cuánto más no debiéramos apreciar y prestar atención a la disciplina de nuestro Padre celestial, un Padre cuya sabiduría y amor permite sólo lo que es para nuestro bien?

Participemos de su santidad. El propósito de toda disciplina divina es la transformación del carácter; su meta es la perfección (ver com. Mat. 5:48).

11. Ninguna disciplina. O "ninguna corrección" (BJ, NC). Ver com. vers. 5.

Al presente. La perspectiva del tiempo y de la experiencia generalmente es necesaria para apreciar plenamente la disciplina que se recibe. Cuando los niños y los jóvenes llegan a la madurez -y sólo entonces- pueden comprender todo lo que sus padres, maestros y amigos han contribuido en el desarrollo de su carácter. 

Este aprecio es, sin duda, un indicio seguro de madurez. Los cristianos maduros aprecian el valor disciplinario de las diversas vicisitudes de la vida mientras están pasando por ellas.  Comprenden que el resentimiento frente a la disciplina divina es señal de puerilidad e inmadurez.

Causa de gozo. O "agradable" (BJ, NC).

Tristeza. No en el sentido de ser severa, intensa u opresiva, sino porque causa aflicción, sufrimiento o dolor.

Después. Las bestias sólo viven en el presente y para el presente; pero una de las características distintivas de los seres inteligentes es que pueden proyectarse hacia el pasado o el futuro por medio de la memoria o de la imaginación. En esta forma pueden estimar su situación actual dentro de la perspectiva del tiempo y de la experiencia, y decidir y actuar con inteligencia.

La manera como una persona puede contemplar el presente en relación con el pasado y el futuro es una medida bastante segura de que ha pasado de la niñez a la madurez. Otro tanto es cierto en el caso de la madurez cristiana, especialmente en relación con las vicisitudes disciplinarias de la vida. Felices aquellos cristianos que han aprendido a considerar las cosas del tiempo a la luz de la eternidad.

Da fruto. La disciplina siempre da "fruto apacible de justicia", si se acepta; rara vez, si es resistida; nunca, si es rechazada.

De justicia. La disciplina se hace necesaria cuando surge un conflicto entre las tendencias y los deseos naturales y los principios correctos. El propósito de la disciplina es resolver ese conflicto armonizando las tendencias y los deseos naturales con los principios. Así, la disciplina produce paz. La persona sometida a la disciplina se encuentra en paz con Dios, consigo misma y con sus prójimos.

Ejercitados. O "adiestrados". Los que aceptan la preparación que proporcionan las vicisitudes disciplinarias, tienen el privilegio de disfrutar del "fruto apacible de justicia", que crece en el árbol de la obediencia a la voluntad revelada de Dios.

12. Por lo cual. Es decir, en vista de que las vicisitudes disciplinarias son permitidas por un Padre celestial sabio y amoroso, con el propósito de que haya el "fruto apacible de justicia" que dé madurez a nuestra vida.

Levantad. "Las manos caídas y las rodillas paralizadas" son símbolos de desánimo e inactividad. Representan la antítesis de la paciencia (ver com. vers. 2). El cristiano maduro no se cansa ni desmaya (vers. 3) cuando pasa por la disciplina; no deja caer las manos ni vacilan sus rodillas. Como entiende no poco de la naturaleza y del propósito de la disciplina y tiene confianza en la sabiduría y la bondad de su Padre celestial, destierra el resentimiento, el desánimo y la inactividad. Cumple sus tareas con valor y confianza.

Son demasiados los cristianos que sufren de "rodillas paralizadas" y de "manos caídas".  En vez de aceptar la disciplina del ciclo, comienzan a culpar a otros por las circunstancias desfavorables en que se encuentran. Rechazan la oportunidad que les proporciona su Padre celestial para desarrollar el carácter. Su vida comienza pronto a dar frutos de disensión y amargura (ver com. vers. 13,15) en vez del "fruto apacible de justicia" (vers. 11). Cf. Isa. 35:3.

Caídas. "Caídas" por causa del desánimo y los chascos.

Rodillas paralizadas. Las rodillas paralizadas son una desventaja en la carrera cristiana (ver com. vers. 1-2).

13. Sendas derechas. La renuencia a aceptar la disciplina de la vida, lleva con frecuencia a una persona por caminos tortuosos. El cristiano maduro avanza por una senda derecha porque acepta con valor y confianza, sin vacilaciones ni quejas, las vicisitudes disciplinarias necesarias para la formación de un carácter cristiano simétrico. No trata de encontrar un desvío para evitar la disciplina, sino que prosigue por el camino verdadero y aprovecha las buenas oportunidades que la vida ofrece.

Lo cojo. Otra referencia a las personas de "manos caídas", "rodillas paralizadas" y pies que necesitan "sendas derechas" (vers. 12-13). Su cojera les dificulta caminar por las desagradables experiencias disciplinarias a lo largo del camino de la vida.

Salga del camino. Gr. ektrépo, en voz media "desviarse", "apartarse", "dejar el camino".  El sentido en que este verbo se usa aquí, no es completamente claro.

Es posible una de estas dos interpretaciones: 

(1) los pies cojos se salen "del camino", o se apartan de las "sendas derechas' a "sendas" torcidas donde es más posible tropezar y caer; 

(2) ektrépo debe entenderse en sentido médico: "dislocado", "descoyuntado". La cojera haría difícil caminar; una dislocadura lo haría imposible.

Si la admonición se entiende de esa manera, diría a menos que se ofrezcan "sendas derechas y para los pies cojos, existe el peligro de que se produzcan dislocaduras de las articulaciones. El segundo sentido, "dislocado" o "descoyuntado", concuerda mejor con el contexto, pues es más probable que "lo cojo" se disloque y no que se extravíe.  

Además, la admonición 'que sea sanado" presenta un sentido más apropiado si hay descoyuntamiento que si hay extravío. "No se descoyunte" (BA, BJ); "no se disloque" (NC).

Sino que sea sanado. La renuencia a aceptar la disciplina producirá dificultades aún mayores; pero el cristiano sabio no lo permite, sino que aplica el remedio apropiado. Los males físicos tienden a empeorar, no a mejorar, cuando no se les presta la debida atención. Las condiciones de la mente y del corazón, como la renuencia a aceptar la disciplina o el resentimiento debido a ella, se agravan inevitablemente, a menos que se hagan esfuerzos inteligentes para diagnosticar la situación y aplicar el remedio apropiado.

14. Seguid la paz. Literalmente "perseguid la paz". 

El autor deja los problemas personales del cristiano individual, y se ocupa de las relaciones del cristiano con sus prójimos. En cuanto a la admonición de seguir "la paz", ver com. Rom. 12:18; 1Ped. 3:11; cf. Sal. 34:14.

Santidad. Sólo los de corazón puro pueden esperar que verán a Dios.

 (Ver com. Mat. 5:8).

Verá al Señor. Es decir, en paz.

15. Mirad bien. Nadie entrará en el cielo yendo a la deriva. 

"Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hech. 14:22; ver com. Mat, 7:21-27; 10:23). 

Debemos esforzarnos para entrar (Luc. 13:24). Ningún esfuerzo a medias alcanzará el tesoro celestial (ver Mat. 13:44-46).

Deje. Gr. husteréo, "carecer de", "faltar", "llegar tarde". 

La forma en que se usa aquí implica un descuido continuo, no una sola deserción.

 En cuanto a caer de la gracia, ver com. Gál. 5:4.

Raíz de amargura. La declaración se basa en Deut. 29:18 (LXX). Originalmente fue una advertencia contra la idolatría (ver com. Deut. 29:18); aquí parece ser un consejo contra cualquier persona de la iglesia dada a las discusiones con el deliberado propósito de fomentar mala voluntad y división entre los hermanos. Una "raíz de amargura" generalmente germina en la oscuridad de algún alma marchita, y luego florece convirtiéndose en una crítica pública y maligna contra los dirigentes de la causa de Dios en la tierra, y hace que los hermanos se dividan entre sí.

Muchos sean contaminados. Los que tienen amargada el alma procuran siempre implicar tantos como pueden en su descontento y rebelión.

16. Fornicario. "Persona inmoral".

Profano. Gn bébelos, "Profano", "vulgar", "irreligioso". Bébelos describe en el NT a una persona que no aprecia ni desea las cosas sagradas, cuyos deseos y ambiciones no se elevan por encima de las cosas de esta tierra.

Esaú. En cuanto al carácter de Esaú y el episodio al cual se hace referencia, ver com. Gén. 25:27-34.

Primogenitura. En cuanto al significado de la primogenitura, ver com. Gén. 25:31.

17. Desechado. Gr. apodokimázo, "se refiere a rechazar, después de someter a prueba, por no alcanzar la medida de las normas exigidas". En cuanto al episodio a que aquí se menciona, ver Gén. 27:1-40.

No hubo oportunidad para el arrepentimiento. Los largos años durante los cuales Esaú fue en pos de propósitos terrenales, lo incapacitaron para cumplir con las responsabilidades más serias de la vida. Su propia elección había modelado su manera de pensar y su carácter El autor de Hebreos no quiere decir que Esaú deseó realmente arrepentirse de sus malos hábitos, sino sencillamente que se arrepintió de haber vendido su primogenitura. Deseaba recuperarla; pero sabía que su decisión había sido irrevocable: la había perdido para siempre. Ningún acto arbitrario de Dios impidió que Esaú recibiera la herencia que normalmente hubiera sido suya; fue su carácter lo que lo descalificó para los privilegios y las responsabilidades de la primogenitura.

Con lágrimas. Cuando Esaú se dio cuenta de lo que había perdido, "clamó con una muy grande y muy amarga exclamación" (Gén.27:34).

18. No os habéis acercado. Ver Exo. 19:9-25 en cuanto al suceso al cual se hace referencia en los vers. 18-21.

 Así como el antiguo Israel oyó en el monte Sinaí la voz de Dios (Heb. 12:18-21), también los cristianos se han "acercado al monte de Sion" (vers. 22-23) y deben prestar atención a la voz de Cristo (vers. 24-27).

Que se podía palpar. No se trata de un monte literal en la tierra.

Que ardía en fuego. En cuanto a las frases descriptivas de los vers. 18-19, ver Exo. 19:16.

19. Voz que hablaba. Osea la voz de Dios.

Rogaron. Ver Exo. 20:19; Deut. 5:5.

21. Tan terrible. Se destaca lo impresionante que fue lo que se vio y se oyó, especialmente el sonido de la voz de Dios. 

Cuando el pueblo estuvo frente a frente con el Dador de la ley y juez de toda la tierra, experimentó algo del "temor del Señor" (2Cor. 5:11). La entrega de la ley en el Sinaí fue acompañada por una exhibición tremendamente impresionante del poder y de la majestad de Dios. Nunca antes ni tampoco después ha contemplado el mundo algo tan impresionante y aterrador.

22. Os habéis acercado. El autor deja ahora aquella experiencia del antiguo Israel para referirse a los cristianos. Habla en sentido figurado de los cristianos como si estuvieran congregados alrededor del trono de Dios en el cielo, o en una gran reunión de la iglesia invisible.

Monte de Sion. El nombre de uno de los cerros sobre los cuales estaba situada la antigua Jerusalén (ver com. Sal. 48:2). Este llegó a ser un nombre poético favorito para la ciudad de Jerusalén. Aquí se hace referencia a "Jerusalén la celestial".

Dios vivo. Ver com. cap. 3:12; 9:14; 10:31.

Jerusalén la celestial. En cuanto a la aplicación del nombre Jerusalén o nueva Jerusalén a ciudad del Dios vivo", ver com. Apoc. 3:12; 21:2.

Compañía de muchos millares. Literalmente "miríadas". Ver com. Apoc. 5:11.

23. Congregación de los primogénitos. En el texto griego hay dos sustantivos en este pasaje, ambos con relación a "los primogénitos": paneguris, "convocación festiva" y ekklesía, "congregación" o "iglesia". "A la asamblea general e iglesia de los primogénitos" (BA). Esta iglesia "de los primogénitos" la constituyen los que han nacido de nuevo. Se alude a la iglesia invisible.

Inscritos en los cielos. O "registrados en los cielos", es decir en el libro de la vida del Cordero (ver com. Fil. 4:3; Apoc. 3:5).

Dios el juez. Dios fue el que dio la ley en el monte Sinaí. En el monte de Sión aparece como "el juez de todos" los hombres para juzgarlos por la ley que proclamó desde el Sinaí. No será menos aterrador encontrarse frente a Dios cuando juzgue a todos los seres humanos de acuerdo con la norma de su ley.

Espíritus. Gr. pnéuma (ver com. vers. 9). " idea de que pnéuma signifique alguna entidad del ser humano que es consciente y capaz de existir separada del cuerpo, no es parte esencial de esta palabra, ni tampoco puede hacerse derivar de ella objetivamente tal significado por el uso que tiene en el NT. El concepto de espíritu inmortal se basa únicamente en opiniones preconcebidas de los que creen que una entidad consciente sobrevive al cuerpo cuando éste muere, preconcepto que aplican a palabras como "espíritu" y "alma". En cuanto a rúaj, el equivalente hebreo del griego pnéuma, ver com.  Ecl. 12:7. Ver también com.  Sal. 16:10 y Mat. 10:28.

Justos hechos perfectos. O cristianos maduros (ver com. Mat. 5:48). Las palabras "os habéis acercado" (Heb. 12:22) son dirigidas a cristianos vivos, como lo demuestra el contexto. El autor no se está dirigiendo a los justos muertos de los siglos pasados, como si estuvieran realmente reunidos delante del "Juez de todos" los hombres, en el "monte de Sion", en "Jerusalén la celestial" (vers. 22-23). Todos convendrán en que únicamente en sentido figurado pueden, todos los cristianos que viven, congregarse delante del trono de Dios como se describe en los vers. 22-24.

El autor los invita en el mismo sentido a acercarse "confiadamente al trono de la gracia" (cap. 4:16), y en la misma forma figurada pueden imaginarse a "los espíritus" de todos los otros "justos hechos perfectos" reunidos allí en espíritu, no en un estado imaginario de seres desencarnados. 

Afirmar que la expresión "los espíritus de los justos hechos perfectos" se refiere a supuestos "espíritus" desencarnados, sería poner en antagonismo al autor de Hebreos con las claras afirmaciones de las Sagradas Escrituras acerca de la inconsciencia del hombre en la muerte (ver com. Ecl. 3:21; 12:7; Juan 11:11; cf. com.  Gén. 2:7).

24. Mediador. En cuanto a Cristo como mediador del nuevo pacto, ver com. cap. 8:6; 9:15.

Nuevo pacto. Ver com. cap. 8:8-10.

Sangre rociada. Ver com. Exo. 24:6,8; Heb. 9:19,21; 10:22. Es una referencia a la sangre expiatorio de Cristo, por medio de la cual fue ratificado el nuevo pacto y por cuyo medio es perdonado el pecado.

Habla. Ver com. Gén. 4:10; cf. com. Heb. 11:4.

Mejor. La sangre de Abel clamó pidiendo venganza; la de Cristo habla elocuentemente de la misericordia y el perdón de Dios.

25. Mirad que no desechéis. En los vers. 25-29 el autor extrae su conclusión de toda la serie de argumentos presentados en los vers. 18-24. El antiguo Israel quedó aterrorizado por la voz de Dios que hablaba desde el monte Sinaí (vers. 18-21). Si los cristianos penetran por fe hasta la presencia de "Dios el juez de todos" y de "Jesús el Mediador del nuevo pacto" (vers. 23-24), no se sentirán menos profundamente impresionados; sin embargo, Israel no quiso escuchar la voz de Dios (Exo. 20:18-19), y ese rechazo prefiguraba una desobediencia persistente (ver t. IV, pp. 34-35).

 Los cristianos deben cuidarse para no caer en el mismo error que cometió el antiguo Israel (ver com. 1 Cor. 10:1-12; Heb. 3:11; 4:1).

Al que habla. En el cap. 1:1-2, Dios el Padre es presentado como si nos hablara por medio de su Hijo.  Aquí no es claro si el que habla es el Padre o es el Hijo. En todo caso, el mensaje es el mismo.

Si no escaparon. Ver com. cap. 2:2-3; 4:1.

Los amonestaba en la tierra. Es decir, desde el monte Sinaí.

Mucho menos. Ver com. cap. 2:3.

Desde los ciclos. Osea a los cristianos que viven ahora en la tierra.

26. La voz del cual conmovió. Cf. Exo. 19:18.

Aún una vez. La cita está adaptada de Hag. 2:6-7 (LXX; ver el comentario respectivo). Esta profecía se aplicó al templo cuando fue restaurado después del cautiverio babilónico y al primer advenimiento de Cristo; aquí se refiere al segundo advenimiento de Cristo (ver Apoc. 16:17-18).

27. Indica la remoción. La frase "aún una vez" indica que la segunda sacudida será final, definitiva. No se necesitará otra sacudida más. Por lo tanto, todo lo que pueda ser sacudido y removido lo será en la segunda sacudida que se producirá con la venida de Cristo.

Cosas movibles. Es decir, que pueden ser sacudidas. Serán removidos el pecado y todas sus consecuencias. Terminará este mundo y todo lo que hay en él.

Como cosas hechas. No se ve con facilidad la relación de esta frase con toda la argumentación. El texto griego en este pasaje es breve y poco claro. El autor quizá aluda al hecho de que así como Dios en el principio llamó a la existencia los cielos y la tierra mediante su palabra (ver com. Gén. 1:3; Heb. 11:3; cf. Sal. 33:6,9), así también hablará otra vez para hacer desaparecer todo lo movible.

Para que queden. Cuando la voz de Dios sacuda de nuevo los cielos y la tierra, sólo permanecerá lo que es recto, puro y verdadero.

Las inconmovibles. Es decir, el "reino inconmovible" (vers. 28), incluso todos "los justos hechos perfectos" (vers. 23).

28. Un Reino. El autor describe al pueblo de Dios en la tierra como si ya estuviera en posesión de su herencia eterna (ver com. cap. 11:1).

Tengamos gratitud. Tener járis puede significar tener "gracia" o "favor".

Sirvamos a Dios agradándole. Nada puede ser más agradable a Dios que la gratitud por las bondadosas disposiciones del plan de salvación, pues la gratitud inevitablemente conduce a un servicio leal.

Temor y reverencia. O "devoción y profundo respeto". Ver com. Sal. 19:9; Heb. 5:7. 

El temor reverente que los seres humanos sienten en la presencia de Dios, se destaca en cap. 12:18-21, 26-27.

29. Fuego consumidor. Esto quedó demostrado en el monte Sinaí (Exo. 24:17). 

El fuego del último día destruirá todo lo que esté manchado de pecado.

 (Ver com. Mal. 4:1; cf. 2Ped. 3:7, 10-12; Apoc. 20:9,15). 7CBA

COMENTARIOS DE EGW

1-2. HAp 251. AL REFERIRSE A ESTAS CARRERAS COMO FIGURA DE LA LUCHA CRISTIANA, Pablo recalcó la preparación necesaria para el éxito de los contendientes en la carrera: la disciplina preliminar, el régimen alimenticio abstemio, la necesidad de temperancia. "Y todo aquel que lucha ­declaró,­ de todo se abstiene." Los corredores renunciaban a toda complacencia que tendería a debilitar las facultades físicas, y mediante severa y continua disciplina, desarrollaban la fuerza y resistencia de sus músculos, para que cuando llegase el día del torneo, pudieran exigir el mayor rendimiento a sus facultades.

¡CUÁNTO MÁS IMPORTANTE es que el cristiano, cuyos intereses eternos están en juego, sujete sus apetitos y pasiones a la razón y a la voluntad de Dios! 251

Nunca debe permitir que su atención sea distraída por las diversiones, los lujos o la comodidad. Todos sus hábitos y pasiones deben estar bajo la más estricta disciplina. La razón, iluminada por las enseñanzas de la Palabra de Dios y guiada por su Espíritu, debe conservar las riendas del dominio.

Y después de haber hecho esto, el cristiano debe hacer el mayor esfuerzo a fin de obtener la victoria.

En los juegos de Corinto, los últimos pocos tramos de los contendientes de la carrera eran hechos con agonizante esfuerzo por conservar la velocidad. Así el cristiano, al acercarse a la meta, avanzará con más celo y determinación que al principio de su carrera.

PABLO PRESENTA EL CONTRASTE entre la perecedera guirnalda de laurel recibida por el vencedor de las carreras pedestres, y la corona de gloria inmortal que recibirá el que corra triunfalmente la carrera cristiana. "Ellos, a la verdad ­declara, ­para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible." Para obtener una recompensa perecedera, los corredores griegos no escatimaban esfuerzo ni disciplina.

NOSOTROS ESTAMOS LUCHANDO por una recompensa infinitamente más valiosa, la corona de la vida eterna. ¡Cuánto más cuidadoso debería ser nuestro esfuerzo, cuánto más voluntario nuestro sacrificio y abnegación!

EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS se señala el propósito absorbente que debería caracterizar la carrera cristiana por la vida eterna: "Dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el Autor y consumador de la fe, en Jesús." (Heb. 12:1,2.)

LA ENVIDIA, LA MALICIA, los malos pensamientos, las malas palabras, la codicia: éstos son pesos que el cristiano debe deponer para correr con éxito la carrera de la inmortalidad. Todo hábito o práctica que conduce al pecado o deshonra a Cristo, debe abandonarse, cualquiera que sea el sacrificio.

LA BENDICIÓN del cielo no puede descender sobre ningún hombre que viola los eternos principios de la justicia.

2-3. HAp 373. ¿SE SIENTEN ALGUNOS TENTADOS A Presentar Sus Dificultades Como Excusa Para No Testificar En Favor De Jesús? Consideren la situación de los discípulos en la casa de César, la depravación del emperador y el libertinaje de la corte. Difícilmente podremos imaginarnos circunstancias más desfavorables para una vida religiosa, y que ocasionen mayor sacrificio u oposición que aquéllas en que se hallaban estos conversos. Sin embargo, en medio de dificultades y peligros mantuvieron su fidelidad.

A CAUSA DE OBSTÁCULOS que parecen insuperables, el cristiano puede tratar de excusarse de obedecer la verdad tal cual es en Jesús; pero no puede ofrecer una excusa razonable. Poder hacerlo significaría demostrar que Dios es injusto al imponer condiciones de salvación que sus hijos no sean capaces de cumplir.

AQUEL CUYO CORAZÓN está resuelto a servir a Dios encontrará oportunidades para testificar en su favor. Las dificultades serán impotentes para detener al que esté resuelto a buscar primero el reino de Dios y su justicia.

POR EL PODER ADQUIRIDO 373 en la oración y el estudio de la Palabra, buscará la virtud y abandonará el vicio. Mirando a Jesús, el autor y consumador de la fe, quien soportó la contradicción de los pecadores contra sí mismo, el creyente afrontará voluntariamente y con valor el desprecio y el escarnio.

AQUEL CUYA PALABRA es verdad promete ayuda y gracia suficientes para toda circunstancia. SUS BRAZOS eternos rodean al alma que se vuelve a él en busca de ayuda. Podemos reposar confiadamente en su solicitud, diciendo: "En el día que temo, yo en ti confío." (Sal. 56:3.)

Dios cumplirá su promesa con todo aquel que deposite su confianza en él.

POR SU PROPIO EJEMPLO EL SALVADOR ha demostrado que sus seguidores pueden estar en el mundo y con todo, no ser del mundo. No vino para participar de sus ilusorios placeres, para dejarse influir por sus costumbres y seguir sus prácticas, sino para hacer la voluntad de su Padre, para buscar y salvar a los perdidos.

CON ESTE PROPÓSITO, el cristiano puede permanecer sin contaminación en cualquier circunstancia. No importa su situación o condición, sea exaltada o humilde, manifestará el poder de la religión verdadera en el fiel cumplimiento del deber.

NO ES FUERA DE LA PRUEBA, Sino En Medio De Ella, Donde Se Desarrolla El Carácter Cristiano.

EXPUESTOS a las contrariedades y la oposición, los seguidores de Cristo son inducidos a ejercer mayor vigilancia y a orar más fervientemente al poderoso Auxiliador. LAS DURAS PRUEBAS soportadas por la gracia de Dios, desarrollan paciencia, vigilancia, fortaleza y profunda y permanente confianza en Dios.

ESTE ES EL TRIUNFO de la fe cristiana que habilita a sus seguidores A SUFRIR Y A SER FUERTES; a someterse y así conquistar; a ser muertos todo el día y sin embargo vivir; a soportar la cruz Y ASÍ ganar la corona de gloria. 374

5, 10. DMJ 15. Dios "no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres". Cuando él permite que suframos pruebas y aflicciones, es "para lo que nos es provechosos para que participemos de su santidad".*Lam. 3:33; Heb. 12:10.
 Si la recibimos con fe, la prueba que parece tan amarga y difícil de soportar resultará una bendición. El golpe cruel que  marchita los gozos terrenales nos hará dirigir los ojos al cielo.

 ¡Cuántos son  los que nunca habrían conocido a Jesús si la tristeza no  los hubiera movido a buscar consuelo en él! 15 

LAS PRUEBAS DE LA VIDA son los instrumentos de Dios para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen, el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra la muela de esmeril.  Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial. El Señor no ejecuta trabajo tan consumado y cuidadoso en material inútil.  Únicamente sus piedras preciosas se labran a manera de las de un palacio.

El Señor obrará para cuantos depositen su confianza en él. Los fieles ganarán victorias preciosas, aprenderán lecciones de gran valor y tendrán experiencias de gran provecho.

Nuestro Padre celestial no se olvida de los angustiados. Cuando David subió al monte de los Olivos, "llorando, llevando la cabeza cubierta, y los pies descalzos"*2 Sam. 15:30, el Señor lo miró compasivamente. David iba vestido de cilicio, y la conciencia lo atormentaba. Demostraba su contrición por las señales visibles de la humillación que se imponía. Con lágrimas y corazón quebrantado presentó su caso a Dios, y el Señor no abandonó a su siervo. Jamás estuvo David tan cerca del amor infinito como cuando, hostigado por la conciencia, huyó de sus enemigos, incitados a rebelión por su propio hijo.  

Dice el Señor: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete". Apoc. 3:19. 
Cristo levanta el corazón contrito y refina el alma que llora hasta hacer de ella su morada. 

Más cuando nos llega la tribulación, ¡cuántos somos los que pensamos como Jacob! Imaginamos que es la mano de un enemigo y luchamos a ciegas en la oscuridad, hasta que se nos agota la fuerza, y no logramos consuelo ni rescate. El toque divino al rayar el día fue lo que reveló a Jacob con quién estaba luchando: el Ángel del pacto. Lloroso e impotente, se refugió en el seno del Amor infinito para recibir la bendición que su alma anhelaba. Nosotros también necesitamos aprender que las pruebas implican beneficios y que  no debemos menospreciar el castigo del Señor ni desmayar cuando él nos reprende.

"Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga... 16 Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere, y sus manos curan.  En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará mal".*Job 5:17-19.  

A todos los afligidos viene Jesús con el ministerio de curación. El duelo, el dolor y la aflicción pueden iluminarse con revelaciones preciosas de su presencia.

Dios no desea que quedemos abrumados de tristeza, con el corazón angustiado y  quebrantado. Quiere que alcemos los ojos y veamos su rostro amante. El bendito Salvador está cerca de muchos cuyos ojos están tan llenos de lágrimas que no pueden percibirlo. Anhela estrechar nuestra mano; desea que lo miremos con fe sencilla y que le permitamos que nos guíe.  Su corazón conoce nuestras pesadumbres, aflicciones y pruebas. Nos ha amado con un amor sempiterno y nos ha rodeado de misericordia.  Podemos apoyar el corazón en él y meditar a todas horas en su bondad. El elevará el alma más allá de la tristeza y perplejidad cotidianas, hasta un reino de paz.

Pensad en esto, hijos de las penas y del sufrimiento, y regocijaos en la esperanza. "Esta es la victoria que vence al mundo.., nuestra fe".*1 Juan 5:4. VM.

8-11. 2JT 293. Los que desprecian las amonestaciones serán dejados a ciegas y se engañarán a sí mismos, pero los que las escuchen, y cumplan celosamente la obra de separarse de sus pecados a fin de tener las gracias necesarias, abrirán la puerta de su corazón a fin de que el amado Salvador pueda entrar en él y morar con ellos. Los que están más estrechamente vinculados con Dios son aquellos que conocen su voz cuando les habla. Los que son espirituales disciernen las cosas espirituales. Los tales sentirán agradecimiento porque el Señor les ha señalado sus errores.

David aprendió sabiduría de la manera en que Dios le trató, y se postró humildemente bajo el castigo del Altísimo. El cuadro fiel que de su estado presentó el profeta Natán, hizo conocer a David sus propios pecados y le ayudó a abandonarlos. Aceptó mansamente el consejo y se humilló delante de Dios. "La ley de Jehová - exclama él - es perfecta, que vuelve el alma." (Sal. 19:7.)

"Si estáis fuera del castigo, del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos." (Heb. 12:8.) Nuestro Señor ha dicho: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo." "Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que en él son ejercitados." (Apoc. 3:19; Heb. 12:11.) Aunque la disciplina sea amarga, la administra el tierno amor del Padre, para que por ella seamos "hechos participantes de la naturaleza divina." (2 Ped. 1:4.) 294

12-13. TM 184-185. Cristo identifica su interés con el de la humanidad. La obra que lleva las credenciales divinas es la que manifiesta el espíritu de Jesús, la que revela su amor, su cuidado, su ternura al tratar con las mentes de los hombres. ¡Qué revelaciones recibiría el hombre si se descorriera el velo y pudierais ver los resultados de vuestra labor al relacionaros con los errantes que han necesitado un trato más juicioso para no ser desviados de la senda! "Por lo cual alzad la manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado".

Siempre hemos tenido que tratar con personas tentadas y probadas, y es esencial que nos convirtamos a Dios cada día, y seamos vasos que puedan ser usados para el honor y la gloria de su nombre. El verdadero valor del alma puede ser estimado únicamente por la cruz del Calvario. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Los que no están convertidos, los que no están santificados, manifestarán la clase de espíritu que tienen. Revelarán por sus gustos y sus disgustos que sus sentimientos naturales no se hallan bajo el dominio de una voluntad santificada.

La religión de Jesucristo es de tal naturaleza que revolucionará al hombre entero. La verdad de Dios tiene poder para transformar el carácter.

Hemos de tener la fe que obra por amor y purifica el alma. Una fe que no resulta en esto, no tiene ningún valor. El fruto de la rama mostrará el carácter del tronco principal. Quien sea plantado en Cristo será elevado. 

En lugar de actuar ásperamente, en lugar de separar de la fe y la esperanza con vuestra severidad y aspereza a los que yerran, el verdadero 185 cristiano enseñará al ignorante, reformará al pecador, consolará a los que lloran, reprimirá la opresión y la injusticia, y actuará según un plan semejante al de Cristo, aun en todas sus transacciones comerciales.  

En lugar de provocar reyertas producirá paz y armonía. Los que han desempeñado puestos de confianza en la obra de Dios, han manifestado un espíritu duro, injusto y crítico. A menos que los que hayan albergado este espíritu se conviertan, serán relevados de la responsabilidad de desempeñar una parte en las juntas de consejo, y aun en la realización de transacciones comerciales. A menos que se conviertan, sus voces no deben oír en el consejo, porque el resultado total es más perjudicial que benéfico. 

El mal prevalece, el hombre se convierte en un ofensor por una palabra, y la sospecha, la desconfianza, los celos, las suspicacias, la mala forma de hablar y la injusticia se reproducen aun en relación con la causa de Dios. Un falso celo pasa por un celo manifestado por la causa de Dios; pero el vestido miserable y sucio del yo debe ser destruido, y en su lugar los hombres deben aceptar la justicia de Cristo. La persecución que se está realizando entre miembros de iglesia es una cosa muy terrible. Es cierto que algunos han cometido errores, y han incurrido en equivocaciones, pero es igualmente cierto que estos errores y equivocaciones no son siquiera tan ofensivos a la vista de Dios como el espíritu duro y no perdonador de aquellos que son críticos y censores. Muchos de los que se sienten libres para abrir juicio sobre otros, están cometiendo errores que, aunque no se hacen manifiestos, llevan la mancha de una maldad mortífera que está corrompiendo su vida espiritual.

13-15. 3JT 173. Cristo declara: "Y cualquiera que escandalizare a alguno de estos pequeños que creen en mí mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en el profundo de la mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo!" (Mat. 18:6,7)

Una gran responsabilidad recae sobre los miembros de la iglesia. Deben velar por temor a que, descuidando las almas de los jóvenes en la fe y esparciendo semillas de duda e incredulidad bajo la instigación de Satanás, sean hallados responsables de la ruina de un alma. "Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado.  Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor; mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados." (Heb. 12:13-15)

16-17. PP 180. Esaú había menospreciado la bendición mientras parecía estar a su alcance, pero ahora que se le había escapado para siempre, deseó poseerla. Se despertó toda la fuerza de su naturaleza impetuosa y apasionada, y su dolor e ira fueron terribles. Gritó con intensa amargura "Bendíceme también a mí, padre mío." "¿No has guardado bendición para mi?" 

Pero la promesa dada no se había de revocar. No podía recobrar la primogenitura que había trocado tan descuidadamente. "Por una vianda," con que satisfizo momentáneamente el apetito que nunca había reprimido, vendió Esaú su herencia; y cuando comprendió su locura, ya era tarde para recobrar la bendición "No halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas." (Heb. 12:16,17) Esaú no quedaba privado del derecho de buscar la gracia de Dios mediante el arrepentimiento; pero no podía encontrar medios para recobrar la primogenitura. Su dolor no provenía de que estuviese convencido de haber pecado; no deseaba reconciliarse con Dios. Se entristecía por los resultados de su pecado, no por el pecado mismo.

A causa de su indiferencia hacia las bendiciones y requerimientos divinos, la Escritura llama a Esaú "profano." Representa a aquellos que menosprecian la redención comprada 181 para ellos por Cristo, y que están dispuestos a sacrificar su herencia celestial a cambio de las cosas perecederas de la tierra.  Multitudes viven para el momento presente, sin preocuparse del futuro. Como Esaú exclaman: "Comamos y bebamos, que mañana moriremos." (1 Cor. 15:32) Son dominados por sus inclinaciones; y en vez de practicar la abnegación, pasan por alto las consideraciones de más valor. Si se trata de renunciar a una de las dos cosas, la satisfacción de un apetito depravado o las bendiciones celestiales prometidas solamente a los que practican la abnegación de sí mismos y temen a Dios, prevalecen las exigencias del apetito, y Dios y el cielo son tenidos en poco.

¡Cuántos, aun entre los que profesan ser cristianos, se aferran a goces perjudiciales para la salud, que entorpecen la sensibilidad del alma! Cuando se les presenta el deber de limpiarse de toda inmundicia del espíritu y de la carne, perfeccionando la santidad en el temor de Dios, se ofenden. Ven que no pueden retener esos goces perjudiciales, y al mismo tiempo alcanzar el cielo, y como la senda que lleva a la vida eterna les resulta tan estrecha, concluyen por decidirse a no seguir en ella.

Millares de personas están vendiendo su primogenitura para satisfacer deseos sensuales. Sacrifican la salud, debilitan las facultades mentales, y pierden el cielo; y todo esto por un placer meramente temporal, por un goce que debilita y degrada. Así como Esaú despertó para ver la locura de su cambio precipitado cuando era tarde para recobrar lo perdido, así les ocurrirá en el día de Dios a los que han trocado su herencia celestial por la satisfacción de goces egoístas. 182

21. PP 312. Tan terribles eran las señales de la presencia de Jehová que las huestes de Israel temblaron de 312 miedo, y cayeron sobre sus rostros ante el Señor. Aun Moisés exclamó: "Estoy asombrado y temblando" (Heb. 12:21.)

Entonces los truenos cesaron; ya no se oyó la trompeta; y la tierra quedó quieta. Hubo un plazo de solemne silencio y entonces se oyó la voz de Dios. Rodeado, de un séquito de ángeles, el Señor, envuelto en espesa obscuridad, habló desde el monte y dio a conocer su ley. Moisés, al describir la escena, dice: "Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció del monte de Parán, y vino con diez mil santos: a su diestra la ley de fuego para ellos. Aun amó los pueblos; todos sus santos en tu mano: ellos también se llegaron a tus pies: recibieron de tus dichos." (Deut. 33:2,3.)

Jehová se reveló, no sólo en su tremenda majestad como juez y legislador, sino también como compasivo guardián de su pueblo: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de siervos." Aquel a quien ya conocían como su guía y libertador, quien los había sacado de Egipto, abriéndoles un camino en la mar, derrotando a Faraón y a sus huestes, quien había demostrado que estaba por sobre los dioses de Egipto, era el que ahora proclamaba su ley.

22. CS 566. Las Santas Escrituras nos dan información acerca del número, del poder y de la gloria de los seres celestiales, de su relación con el gobierno de Dios y también con la obra de redención. "Jehová afirmó en los cielos su trono; y su reino domina sobre todos." Y el profeta dice: "Oí voz de muchos ángeles alrededor del trono." Ellos sirven en la sala del trono del Rey de los reyes- "ángeles, poderosos en fortaleza," 566 "ministros suyos," que hacen "su voluntad," "obedeciendo a la voz de su precepto." (Salmo 103:19-21; Apocalipsis 5:11.)

Millones de millones y millares de millares era el número de los mensajeros, celestiales vistos por el profeta Daniel. El apóstol Pablo habla de "las huestes innumerables de ángeles." (Hebreos 12:22, V.M.) Como mensajeros de Dios, iban y volvían "a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1:14), tan deslumbradora es su gloria y tan veloz su vuelo. 

El ángel que apareció en la tumba del Señor, y cuyo "aspecto era como un relámpago y su vestido blanco como la nieve," hizo que los guardias temblaran de miedo y quedaran "como muertos." (Mateo 28:3,4.) Cuando Senaquerib, el insolente monarca asirio, blasfemó e insultó a Dios y amenazó destruir a Israel, "aconteció que en aquella misma noche salió un ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los Asirios ciento ochenta y cinco mil hombres." 

El ángel "destruyó a todos los hombres fuertes y valerosos, con los príncipes y los capitanes" del ejército de Senaquerib, quien "volvió con rostro avergonzado a su propia tierra." (2 Reyes 19: 35; 2 Crónicas 32: 21 V.M.)

24. DTG 138. AL DAR MUERTE A CRISTO, LOS JUDÍOS DESTRUYERON VIRTUALMENTE SU TEMPLO. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.

"EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ." A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer, y se 138 regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. "Despojando los principados y las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo." (Colosenses 2:15).

EN VIRTUD DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN, PASÓ A SER "MINISTRO DEL SANTUARIO, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.' (Hebreos 8:2). Los hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construido por arquitecto humano. "He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio." (Zacarías 6:12,13).

EL CEREMONIAL DE LOS SACRIFICIOS QUE HABÍA SEÑALADO A CRISTO PASÓ: pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo.

CESÓ EL SACERDOCIO TERRENAL, PERO MIRAMOS A JESÚS, MEDIADOR DEL NUEVO PACTO, y "a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel." "Aún no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.... Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, . . . por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.' (Hebreos 12:24; 9:8-12). "Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.' (Hebreos 7:25).

AUNQUE EL MINISTERIO HABÍA DE SER TRASLADADO DEL TEMPLO TERRENAL AL CELESTIAL, aunque el santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.' (Mateo 28:20). Aunque delega su poder a ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su iglesia. "Por tanto, teniendo un gran Pontífice,. . . Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos 139 un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4:14-16). 140 DTG/EGW

25. PVGM 188.  Si los siervos de Dios quieren caminar con él por la fe, él impartirá poder al mensaje que den. Serán así capacitados para presentar su amor y el peligro de rechazar la gracia de Dios, para que los hombres sean constreñidos a aceptar el Evangelio. Cristo realizará maravillosos milagros si tan sólo los hombres quisieran hacer la parte que Dios les ha encomendado. En los corazones humanos puede obrarse hoy una transformación tan grande como la que se operó en las generaciones pasadas.

Juan Bunyan fue redimido de la profanidad y las borracheras; Juan Newton 188 de la trata de esclavos, para que proclamaran a un Salvador elevado en alto. Un Bunyan y un Newton pueden redimirse de entre los hombres hoy día. Mediante los agentes humanos que cooperen con lo divinos serán reivindicados muchos pobres perdidos, quienes a su vez tratarán de restaurar la imagen de Dios en el hombre. Hay quienes han tenido muy escasas oportunidades, y han transitado por los caminos del error porque no conocían ningún camino mejor, a los cuales les llegarán los rayos de la luz. Como vinieron a Zaqueo las palabras de Cristo: "Hoy es necesario que pose en tu casa"(Lucas 19:5)* así vendrá a ellos la palabra; y se descubrirá que aquellos a quienes se suponía pecadores endurecidos tienen un corazón tan tierno como el de un niño porque Cristo se ha dignado tenerlos en cuenta. Muchos se volverán de los más groseros errores y pecados, y tomarán el lugar de otros que han tenido oportunidades y privilegios pero que no los han apreciado. Serán considerados los elegidos de Dios, escogidos y preciosos; y cuando Cristo venga en su reino, estarán junto a su trono.

Pero "mirad que no desechéis al que habla"(Hebreos 12.25).*

Jesús dijo: "Ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi cena". Habían rechazado la invitación, y ninguno de ellos fue invitado de nuevo. Al rechazar a Cristo, los judíos estaban endureciendo sus corazones, y entregándose al poder de Satanás, hasta que les era imposible aceptar su gracia.

Así es ahora. Si no se aprecia el amor de Dios, ni llega a ser un principio perdurable que ablande y subyugue el alma, estaremos completamente perdidos.

El Señor no puede manifestar más amor que el que ha manifestado.

Si el amor de Jesús no subyuga el corazón, no hay medios por los cuales podamos ser alcanzados.

Cada vez que rehusáis escuchar el mensaje de misericordia,

os fortalecéis en la incredulidad.

Cada vez que dejáis de abrir la puerta de vuestro corazón a Cristo,

llegáis a estar menos y menos dispuestos a escuchar su voz que os 189 habla.

Disminuís vuestra oportunidad de responder al último llamamiento de la misericordia. No se escriba de vosotros como del antiguo Israel: "Efraim es dado a los ídolos; déjalo"(Oseas 4:17).

No llore Cristo por vosotros como lloró por Jerusalén, diciendo: "¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, os es dejada vuestra casa desierta"(Lucas 13: 34,35).*

Estamos viviendo en un tiempo cuando el último mensaje de misericordia, la última invitación, está sonando para los hijos de los hombres. 

La orden: "Ve por los caminos y por los vallados", está alcanzando su cumplimiento final. La invitación de Cristo será dada a cada alma. Los mensajeros están diciendo: "Venid, que ya está todo aparejado".

Los ángeles del cielo están cooperando aún con los agentes humanos.

El Espíritu Santo está presentando todo incentivo posible para constreñiros a venir. Cristo está velando para ver alguna señal que presagie que serán quitados los cerrojos y que la puerta de vuestro corazón será abierta para que entre.

Los ángeles están aguardando para llevar al cielo las nuevas de que otro perdido pecador ha sido hallado. Las huestes del cielo están aguardando, listas para tocar sus arpas, y entonar un canto de regocijo porque otra alma ha aceptado la invitación al banquete evangélico. Amen (Palabras de Vida del Gran Maestro 188-189) EGW

26. DTG 726. LOS SOLDADOS LE VEN QUITAR LA PIEDRA COMO SI FUESE UN CANTO RODADO, y le oyen clamar: Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama. Ven a Jesús salir de la tumba, y le oyen proclamar sobre el sepulcro abierto: "Yo soy 726 la resurrección y la vida." Mientras sale con majestad y gloria, la hueste angélica se postra en adoración delante del Redentor y le da la bienvenida con cantos de alabanza.

UN TERREMOTO SEÑALÓ LA HORA EN QUE CRISTO DEPUSO SU VIDA, y otro terremoto indicó el momento en que triunfante la volvió a tomar. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno.

Cuando vuelva de nuevo a la tierra, sacudirá "no solamente la tierra, más aun el cielo." (Hebreos 12:26). "Temblará la tierra vacilando como un borracho, y será removida como una choza." "Plegarse han los cielos como un libro;" "los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas." "Más Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel." (Isaías 24:20; 34:4; 2Pedro 3:10; Joel 3:16).

27. 3JT 285. Una presentación fiel. No todo el mundo ha tomado posiciones con el enemigo y contra Dios. No todos se han vuelto desleales. Queda un remanente que permanece fiel a Dios; porque Juan escribe: "Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús." (Apoc. 14:12.)  Muy pronto una furiosa batalla contra los que sirven a Dios será entablada por aquellos que no le sirven. Muy pronto todo lo que es susceptible de ser removido lo será, de modo que sólo lo inquebrantable subsista.

Satanás estudia la Biblia con cuidado. Sabe que le queda poco tiempo y procura en todo punto contrarrestar la obra que el Señor está haciendo sobre esta tierra. Es imposible dar una idea de lo que experimentará el pueblo de Dios que viva en la tierra cuando se combinen la manifestación de la gloria de Dios y la repetición de las persecuciones pasadas. Andará en la luz que emana del trono de Dios. Por medio de los ángeles, las comunicaciones entre el cielo y la tierra serán mantenidas 285 constantes. Por su parte Satanás, rodeado de sus ángeles, y haciéndose pasar por Dios, hará toda clase de milagros a fin de seducir, si posible fuese, aun a los escogidos. El pueblo de Dios no hallará seguridad en la realización de milagros, porque Satanás los imitará. En esta dura prueba, el pueblo de Dios hallará su fortaleza en la señal mencionada en Ex. 31:12-18.  Tendrá que afirmarse sobre la palabra viviente: "Escrito está." Es el único fundamento seguro. Aquellos que hayan quebrantado su alianza con Dios estarán entonces sin Dios y sin esperanza.

29. CC 16. El hombre, en su estado de inocencia, gozaba de completa comunión con Aquel "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Colosenses 2: 3.) Más después de su caída, no pudo encontrar gozo en la santidad y procuró ocultarse de la presencia de Dios. Y tal es aún la condición del corazón no renovado. No está en armonía con Dios, ni encuentra gozo en la comunión con él. 

El pecador no podría ser feliz en la presencia de Dios; le desagradaría 16 la compañía de los seres santos. Y si se le pudiese permitir entrar en el cielo, no hallaría alegría en aquel lugar.

El espíritu de amor puro que reina allí donde responde cada corazón al corazón del Amor Infinito, no haría vibrar en su alma cuerda alguna de simpatía. Sus pensamientos, sus intereses, sus móviles, serían distintos de los que mueven a los moradores celestiales. Sería una nota discordante en la melodía del cielo. El cielo sería para él un lugar de tortura. Ansiaría ocultarse de la presencia de Aquel que es su luz y el centro de su gozo. No es un decreto arbitrario de parte de Dios el que excluye del cielo a los malvados: ellos mismos se han cerrado las puertas por su propia ineptitud para aquella compañía. La gloria de Dios sería para ellos un fuego consumidor. Desearían ser destruidos para esconderse del rostro de Aquel que murió por salvarlos. Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar. "¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno" (Job 14:4)"Por cuanto el ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar" (Romanos 8:7).

LA EDUCACIÓN, LA CULTURA, EL EJERCICIO DE LA VOLUNTAD, el esfuerzo humano todos tienen su propia esfera, pero para esto no tienen ningún poder. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, 17 antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraerlas a Dios, a la santidad. El Salvador dijo: "A menos que el hombre naciere de nuevo", a menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles que lo guíen a una nueva vida, "no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).

CS 732. La obra de destrucción de Satanás ha terminado para siempre. Durante seis mil años obró a su gusto, llenando la tierra de dolor y causando penas por todo el universo. Toda la creación gimió y sufrió en angustia. Ahora las criaturas de Dios han sido libradas para siempre de su presencia y de sus 732 tentaciones. "¡Ya descansa y está en quietud toda la tierra; prorrumpen los hombres [justos] en cánticos!" (Isaías 14: 7, V.M.) Y un grito de adoración y triunfo sube de entre todo el universo leal. Se oye "como si fuese el estruendo de una gran multitud, y como si fuese el estruendo de muchas aguas, y como si fuese el estruendo de poderosos truenos, que decían: ¡Aleluya; porque reina el Señor Dios, el Todopoderoso!" (Apocalipsis 19:6, V.M.)

Mientras la tierra estaba envuelta en el fuego de la destrucción, los justos vivían seguros en la ciudad santa. La segunda muerte no tiene poder sobre los que tuvieron parte en la primera resurrección. Mientras Dios es para los impíos un fuego devorador, es para su pueblo un sol y un escudo. (Apocalipsis 20:6; Salmo 84:11.)

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado." (Apocalipsis 21:1, V.M.) El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.

Sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: "Su resplandor es como el fuego, y salen de su mano rayos de luz; y allí mismo está el escondedero de su poder." (Habacuc 3:4, V.M.) En sus manos, y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el escondedero de su poder." "Poderoso para salvar" por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder. 733 "¡Oh, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, a ti te llegará; sí, a ti vendrá el dominio anterior!" (Miqueas 4:8, V.M.).

Ministerio Hno. Pio