jueves, diciembre 09, 2010

162. Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido.” Sal. 25:16.


No es fácil ser líder. Hubo un tiempo en que la mejor definición de líder era: "Aquel que inspira y lleva a las personas a la acción, consiguiendo de ellas el máximo de colaboración y el mínimo de oposición". Hoy, la mejor definición podría ser: "Líder es aquel contra el cual la mayoría se opone". Vivimos en tiempos contestatarios. "Si hay un líder, estoy en contra", parece ser el grito universal de los pueblos.
David era el líder de Israel, y por serlo, pagó el precio de la incomprensión y de la soledad. Dice: "Estoy solo y afligido". Si tú nunca tuviste que ejercer un cargo de liderazgo y nunca tuviste que tomar decisiones difíciles que afectan a otras personas, tal vez no puedas entender la "soledad" del líder.

Si tú eres líder y quieres ser leal a tu conciencia y a los principios bíblicos, verás muchas veces que los amigos, e incluso los miembros de tu familia, se colocarán contra ti. Esto duele. El salmista conocía bien este dolor, porque sus hijos, Absalón, Amón y Adonías estaban contra él y, además, se les había unido Ahitofel, que era uno de los mejores amigos del rey.

En esas horas de soledad y dolor, ¿a dónde va el líder herido? No puede desanimarse ni palidecer. Él es el líder. Todos pueden abandonar el barco, menos el capitán. Todos pueden correr, huir, el líder no. Pero, ¿no es un ser humano como los demás? ¿No tiene sentimientos, corazón, sangre como los demás? Sí, ¿pero a quién le -importa?

El versículo de hoy nos da a entender que hay alguien a quien le importa y se preocupa. Por eso, la oración del salmista, fue: "Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido". Aflicción, del verbo hebreo tsarah, significa dolor psicológico y emocional. Aparece por primera vez con este significado cuando los hermanos de José al reconocerlo, dijeron unos a otros: "Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos".*

José fue un líder abandonado y rechazado. Como David, como tantos otros y tal vez, como tú hoy, ante las circunstancias difíciles que estás viviendo. Pero Jesús está ahí a tu lado, dispuesto a darte fuerzas para soportar las intrigas y las maledicencias de la oposición. No temas. Solo di como el salmista: "Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido".

* Gen. 42:21.

Alejandro Bullón

miércoles, diciembre 08, 2010

161. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” Sal. 40:2.


El salmo de hoy, muestra el proceso maravilloso de la salvación. Una persona está completamente destruida por el pecado y, de repente, se deja encontrar por el Señor Jesús. Lo acepta como su Salvador personal y el Señor la transforma en un príncipe para su reino.
A lo largo de casi cuatro décadas presentando a Jesús como la única solución para los problemas humanos, he visto prostitutas, homosexuales y criminales de la peor especie, ser transformados por la gracia maravillosa de Cristo.


David describe hoy en un solo versículo de qué manera trata Dios al pecador arrepentido. "Y me hizo sacar del pozo de la desesperación", dice. El salmista está hablando aquí de la prisión. El pecado aprisiona, esclaviza, no te deja ir adonde tú quieres, te quita la libertad.
En las cárceles de aquellos tiempos no había servicios sanitarios. Eran pozos inmundos, asfixiantes. David lo llama "lodo cenagoso". Cuando el salmista se dejó arrastrar por el pecado, fue literalmente al fondo del pozo y sin saber adonde ir ni qué hacer con su vida, clamó pidiendo socorro y el Señor apareció. Jesús está siempre listo para aparecer en la vida de cualquier ser humano que clama pidiendo perdón. Pero él no puede hacer nada por los que tratan de "justificar", "racionalizar" o "explicar" sus acciones equivocadas.


El texto dice: "puso mis pies sobre peña". ¿Quién es esa peña o esa roca? Jesús es la Roca de los siglos. El pecador ahora está libre, perdonado y justificado en la Roca. Está salvo en Cristo, porque "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos".*
El trabajo de Jesús no termina solamente con eso. El salmo dice: "y enderezó mis pasos". Si tú tratas de ser un verdadero cristiano, descubrirás que no es fácil andar con firmeza. El camino está lleno de peligros y tentaciones. Muchas veces los pies vacilan y tú resbalas y te lastimas.


Jesús es la única solución. Él no es únicamente tu Salvador, es también tu Sustentador. Él te llevará hasta la victoria final. Completará en ti la obra que comenzó. Por eso, di con gratitud en tu corazón: "Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos".

*Hech. 4:12.

Alejandro Bullón

jueves, diciembre 02, 2010

160. Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria." Sal. 26:8.


Andando por las calles, estando en los aeropuertos o viajando por ahí,me encuentro con frecuencia personas que dicen: "Yo amo a Jesús, me considero un cristiano, pero no gusto de la religión, no pertenezco a ninguna iglesia".

Esa manera de pensar parece ser hoy "políticamente correcta". Hay personas sinceras que creen que la iglesia no es necesaria, que lo que realmente importa es "estar bien con Jesús", pero el texto de hoy afirma que Dios tiene una casa donde su gloria se revela, y ese lugar de habitación es la iglesia.

¿Esto quiere decir que Dios necesita tener una casa para habitar? ¡Claro que no! Cuando Salomón inauguró el templo de Israel, oró diciendo: "¿Es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" No, el templo no es construido por causa de Dios, ni la iglesia existe porque Dios necesite seres humanos que lo adoren. Es todo lo contrario. El ser humano necesita una iglesia y un templo. Cuando Israel viajaba por el desierto, Dios le ordenó: "Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos".**  La construcción del templo fue la respuesta divina a la carencia humana. Dios no necesita habitar en nuestro medio. Somos nosotros los que necesitamos tenerlo a nuestro lado.

"Sí -puedes decir-, pero para eso no necesitamos iglesia alguna". Sí, se necesita. Tú eres una brasa que, fuera del brasero, está condenada a apagarse y transformarse en ceniza. Es propio de la naturaleza humana. Nadie puede ser una isla y vivir por sí solo. Unos precisan de los otros y todos necesitamos de Dios. La iglesia es el lugar, a pesar de los seres humanos débiles y defectuosos, donde la gloria de Dios se revela y donde la presencia de Dios se hace sentir, conservando la experiencia espiritual viva.

Si la Biblia es el mapa que conduce a una vida feliz, y si los consejos divinos nunca fallan, ¿por qué este consejo no serviría? Por eso, hoy, antes de comenzar las actividades de tu día, di con David: "Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria".

* Éxo. 25:8.

** 1 Rey. 8:27.

Alejandro Bullón