viernes, enero 05, 2018

REFLEXIÓN 71. ¿BAILA Y DANZA COMO DAVID?


8 Y se entristeció David por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. 9 Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová? 10 De modo que David no quiso traer para sí el arca de Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a casa de Obed-edom geteo. 11 Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. 12 Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David. 13 Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado. 14 Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino. 15 Así David y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta. (2Sam. 6:8-15 R60). 

 La reprensión divina realizó su obra en David. Le indujo a comprender como nunca antes la santidad de la ley de Dios, y la necesidad de obedecerla estrictamente. El favor manifestado a la casa de Obed-edom infundió nuevamente en David la esperanza de que el arca pudiera reportarle bendiciones a él y a su pueblo. Al cabo de tres meses, resolvió hacer un nuevo esfuerzo para transportar el arca, y esta vez tuvo especial cuidado de cumplir en todo detalle las instrucciones del Señor. Volvió a convocar a todos los hombres principales de la nación, y una congregación enorme se reunió alrededor de la morada del geteo. Con cuidado reverente se colocó el arca en los hombros de personas divinamente designadas; la multitud se puso en fila, y con corazones temblorosos los que participaban en la vasta procesión se pusieron en marcha. Cuando habían andado seis pasos, sonaba la trompeta mandando hacer alto. Por orden de David, se habían de ofrecer "un buey y un carnero grueso." El regocijo reinaba en lugar del temor entre la multitud. El rey había puesto a un lado los hábitos regios, y se había vestido de un efod de lino sencillo, como el que llevaban los sacerdotes. No quería indicar por este acto que asumía las funciones sacerdotales, pues el efod era llevado a veces por otras personas además de los sacerdotes. Pero en este santo servicio tomaba su lugar, ante Dios, en igualdad de condiciones con sus súbditos. 766 En ese día debía adorarse a Jehová. Era el único que debía recibir reverencia. Nuevamente el largo séquito se puso en movimiento, y flotó hacia el cielo la música de arpas y cometas, de trompetas y címbalos, fusionada con la melodía de una multitud de voces. En su regocijo, David "saltaba con toda su fuerza delante de Jehová," al compás de la música. 

 El hecho de que, en su alegría reverente, David bailó delante de Dios ha sido citado por los amantes de los placeres mundanos para justificar los bailes modernos; pero este argumento no tiene fundamento. 

 En nuestros días, el baile va asociado con insensateces y festines de medianoche. La salud y la moral se sacrifican en aras del placer.
 Los que frecuentan los salones de baile no hacen de Dios el objeto de su contemplación y reverencia. La oración o los cantos de alabanza serían considerados intempestivos en esas asambleas y reuniones. Esta prueba debiera ser decisiva. Los cristianos verdaderos no han de procurar las diversiones que tienden a debilitar el amor a las cosas sagradas y a aminorar nuestro gozo en el servicio de Dios. La música y la danza de alegre alabanza a Dios mientras se transportaba el arca no se asemejaban para nada a la disipación de los bailes modernos. Las primeras tenían por objeto recordar a Dios y ensalzar su santo nombre. Los segundos son un medio que Satanás usa para hacer que los hombres se olviden de Dios y le deshonren. EGW. PP.

 NOTA. Lo que pasó con David fue que experimentó una alegría máxima, una alegría sin límites, y no sabía si saltar o gritar por la alegría de ver el arca del señor, ser traslado a su lugar, después de muchos años. 
Recuerda: No tuvo otra motivación que eso, agradecimiento infinito a Dios por su grande bondad. No quería imitar los bailes de los países vecinos, sino solo en su alegría alabarlo, solo alabarlo, en espíritu y verdad, por eso éste es el único caso singular registrado en el libro sagrado. Hno. Pio