lunes, agosto 31, 2020

REFLEXIÓN 376. ASIRIA EL INSTRUMENTO DE DIOS (ISAÍAS 10:5-34).

Isaías 10:5-34. Es el juicio contra Asiria. A pesar de que fue instrumento divino, tiene mucho en contra, en contra tiene sus crímenes que cometió contra las naciones que conquistó con mucha crueldad y maldad. Y finalmente cuando se enorgullece contra Dios quien la usó.

(Vers. 5-19). Asiria es tomado como el instrumento divino, para ejecutar sus juicios, para castigar a los hipócritas, pero a pesar de todo esto, nunca entendió que no era su fuerza o poderío; sino que era el poder de Dios, que le dio todo lo que consiguió. Por su orgullo seria quebrantada. (20-23), Hay un remanente que será salvo dentro de todo Israel. (24-34). Y Dios promete, que los libraría de Asiria.

5 Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. 6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. 7 Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas. 8 Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes? 9 ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco? 10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; 11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos? 12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. 13 Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; 14 y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase. 15 ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! 16 Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego. 17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. 18 La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota. 19 Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar.

20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. 21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. 22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. 23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.

24 Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto; 25 mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos. 26 Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto. 27 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. 28 Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército. 29 Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó. 30 Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot. 31 Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen. 32 Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén. 33 He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados. 34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo. (Isaías 10). 

5. Báculo de mi furor. Después de enumerar los crímenes por los cuales su profeso pueblo sería juzgado, el Señor expone el medio que empleará para ejecutar la sentencia contra ellos.  Dios ha decretado el castigo, y Asiria ha de ser el instrumento por cuyo medio se cumplirá esa sentencia.  Compárese con el cap. 7: 20 donde Asiria se compara con una navaja alquilada.

6. Nación pérfida. Es decir, Judá, porque para este tiempo Samaria ya había caído (vers. 11). Quite despojos y arrebate presa. Compárese esta frase con el nombre Maher-salal-hasbaz, hijo de Isaías (cap. 8: 3), que significa "el despojo se apresura, la presa se precipita". Jehová había encomendado a Asiria la misión de ejecutar el castigo de Israel y Damasco (cap. 8: 4), como también el de Judá.

7. Él no lo pensará así. Esta es una interesante revelación de la forma en que el Señor obra con las naciones.  Cuando ciertos Estados necesitaron recibir su merecido, el Señor empleó a Asiria como su vara para castigarlos.  Sin embargo, Asiria no tenía idea de que el Señor la estaba empleando como instrumento 193 en sus manos. Hasta donde los asirios podían ver, su política era determinada exclusivamente por sus propios intereses egoístas. En otras palabras, no era el Espíritu de Jehová el que influía para que Asiria fuera contra Israel y Judá, sino el espíritu de] maligno. Por lo mismo, ¿cómo podría decirse que Asiria era instrumento en la mano de Jehová? La mano protectora de Dios fue retirada de aquel pueblo contra el cual se había decretado el castigo, y se le permitió a Asiria que llevara a cabo su obra egoísta e impía. Así obra Dios para que se haga su voluntad soberana en un mundo que está en rebelión contra él. Los propósitos de hombres y demonios quedan supeditados a los propósitos divinos (ver com. 2 Crón. 18: 18; 22: 8; Dan. 4: 17).

8. Mis príncipes. Los asirios se jactaban de que sus príncipes eran tan excelsos y poderosos como los reyes de otras naciones.  Tal era su poder y tan gloriosa su majestad, que los monarcas de las naciones vecinas eran considerados como nada delante de ellos. Los gobernantes de Asiria se complacían en presentar largas listas de reyes vasallos que les pagaban tributo y rendían homenaje.

9. Calno como Carquemis. Calno (Calneh), Kullani para los asirios, fue una ciudad conquistada por Asiria en 738. El rey Pisiris de Carquemis pagó tributo a Tiglat-pileser en Arfad, en 743. Carquemis estaba situada en el codo del Eufrates, a unos 615 km al norte de Jerusalén, y Kullani quedaba a unos 75 km al suroeste de Carquemis. Hamat como Arfad. En el año 743 o poco después, 19 distritos de Hamat fueron subyugados por el poder asirio. Arfad fue muy importante en las campañas asirias de 743-740. Estaba a pocos kilómetros de Kullani, y Hamat, sobre el río Orontes, se hallaba a unos 190 km al norte de Damasco, en tanto que Damasco estaba a unos 160 km al noreste de Samaria.

Samaria como Damasco. Las campañas de TIGLAT-PILESER de 733 y 732 fueron dirigidas contra Damasco, y nuevamente en el año 727 hubo otra campaña contra esa ciudad. Samaria fue sitiada por SALMANASAR V y tomada en 723/722 (Tomada por su sucesor SARGON II, HIJO DE SALMANASAR 722/721) (t. II, pp. 86, 164) y sus habitantes fueron llevados cautivos a Asiria.  Sin embargo, la mayor parte de las regiones del norte y del este del reino de Israel ya habían sido subyugadas por Tiglat-pileser en el año 732, varios años antes de que se obligara a Samaria a rendirse ante los asirios.

10. Los reinos. Asiria había logrado dominar a las ciudades importantes que se mencionan en el vers. 9. Los dioses de esas ciudades no habían podido protegerlas del poderío asirio.  Asiria consideraba que sus dioses eran superiores a todos los otros, y creían que sus vastas conquistas lo confirmaban.  Para El Monarca ASIRIO, como para todos los pueblos de la antigüedad, la grandeza de un Dios se medía por el poder de la nación que lo adoraba.  Por eso se consideraba que los "dioses" de Jerusalén y de Samaria eran inferiores a los de muchas de las naciones ya conquistadas por Asiria.

11. A Samaria y a sus ídolos. Los asirios concebían a los dioses de las otras naciones como similares a los suyos. Para ellos no existía gran diferencia entre el Dios de Jerusalén y los dioses de cualquier ciudad. Así como los dioses de Samaria no habían podido salvar esa ciudad, así tampoco el Dios de Jerusalén podría salvar la ciudad y sus habitantes del poderío asirio.

¿No Haré También Así A Jerusalén Y A Sus Ídolos? Lo más triste es leer, estas palabras. A eso se había reducido el apóstata reino de Judá. Había cambiado al Dios vivo, por los ídolos de los pueblos. Que mal negocio. Y Dios, usaría a esos reinos paganos para castigar su impenitencia. Tanto fue el desprestigio, que el rey asirio, solo ve a Jerusalén y sus ídolos. ¿Cómo ve el mundo hoy a la Jerusalén espiritual? ¿Estamos mostrando al Dios vivo o solo ve, al mundo y sus modas en nuestra vida?

12. Toda su obra. Dios tenía una tarea que realizar: la de castigar a Sión y Jerusalén. Asiria sería el instrumento en las manos de Dios para realizar esa obra. Pero cuando Asiria terminara de administrar ese castigo, a su vez el Señor la castigaría por su orgullo y arrogancia. Castigará. Hebreo, "yo pediré cuentas". Es interesante notar que se cambia de la tercera persona a la primera, posiblemente para dar más énfasis.

13. Mi mano. Compárese con Dan. 4: 30. El análisis de la política asiria, tal como aparece en Isa. 10: 13, justifica el castigo divino de esa nación. A primera vista podría parecer que el Señor era injusto al usar a Asiria para hacer determinada obra, y luego castigarla por haber hecho lo que él necesitaba que se hiciera (ver com. Exo. 4: 21; 9: 16). A fin de quitar esa idea, se expone aquí la razón con claridad. Asiria piensa sólo en sí misma, no en Dios (ver com. Isa. 10: 7). Se interesa exclusivamente en el botín y la conquista. Cree que al vencer a las otras naciones demuestra que sus propios dioses son más fuertes que los de ellas. Cuando haya humillado a Jerusalén, considerará que ella y sus dioses son más fuertes que Jerusalén y su Dios.

Lo que no sabe es que, al llevar adelante 194 sus propios planes, está siendo usada por Jehová para lograr los propósitos divinos, y que nada podría contra Judá ni contra ninguna nación si el Señor no se lo permitiera. ASIRIA Necesitaba Aprender Que Hay Un Dios En El Cielo Que Se Interesa Por Lo Que Es Justo Y Lo Que Es Inicuo; Un Dios Que Se Preocupa De Que Todos Los Transgresores Reciban Su Merecido, Aun En Aquellos Que Profesan Adorarle. Asiria era culpable ante Dios por su cruel dominación de los diversos países del Cercano Oriente. Sus crímenes contra el hombre y contra Dios, su orgullosa jactancia, su arrogancia y perversidad demandaban castigo, y por estas razones el Señor la habría de castigar. Véase en Ed 169-179 y com. Dan. 4: 17 la presentación de los principios de Dios en su trato con las naciones. He sido prudente. Mejor, "Soy inteligente" (BJ). Quité los territorios de los pueblos. "Borré las fronteras de los pueblos" (NC). A fin de extinguir la identidad nacional y evitar futuras revueltas, Asiria borraba las fronteras mediante deportaciones masivas. En consonancia con esa política iniciada por Asiria, el pueblo de Israel fue llevado a diversos lugares de Mesopotamia y Media (2 Rey. 17: 6), y habitantes de Babilonia, Elam y de otras naciones distantes fueron establecidos en las ciudades de Samaria (2 Rey. 17: 24; Esd. 4: 9-10).

Saqué sus tesoros. Ver com. vers. 14. Asiria se enorgullecía de sus depredaciones y su crueldad. En las inscripciones de los reyes asirios se revela jactancia por el botín tomado y por la sangre derramada. Ellas presentan en forma detallada la cantidad de plata y oro, de ganado y bienes que se llevaron, el número de cuerpos empalados y los montones de cadáveres que habían dejado fuera de los muros de la ciudad, y los ríos de sangre con los cuales habían bañado valles y collados.  Dios conocía toda esta jactancia, y aquí expone las razones por las cuales era necesario que se pidiera que Asiria rindiera cuentas.

Como valientes. El hebreo dice "como poderoso", o sea "como tirano". La misma palabra hebrea se traduce como "becerros" (Isa. 34: 7) y "toros" (Sal. 50: 13), pues se interpreta que este atributo de fuerza designa a un animal sumamente fuerte. Asiria se jactaba sin cesar de su poder y de su habilidad para subyugar y humillar aplastantemente a otros pueblos poderosos de la tierra.

14. Como se recogen los huevos abandonados. Ver com. vers. 13. Asiria consideraba que los tesoros y las posesiones de las otras naciones no eran más que botín para ser llevado. Con palabras muy similares a las de este versículo, los reyes asirios se jactaban de apoderarse de los tesoros de naciones vecinas y distantes. POR EJEMPLO, la afamada biblioteca de Asurbanipal contenía, en buena parte, registros y objetos tomados durante el transcurso de las conquistas asirias. No hubo quien moviese. Por donde pasaba el ejército asirios no quedaba sino devastación y muerte. Los reyes asirios describen regiones hermosas que habían sido dejadas por ellos sin habitantes, enteramente desoladas y desiertas. Isaías presenta aquí un cuadro gráfico y preciso de las arrogancias de estos reyes asirios.

15. El hacha. Asiria era un instrumento en las manos del Señor, pero se jactaba como si fuera más poderosa que Dios. Poco sabían los monarcas asirios acerca de Jehová, quien desde su trono del universo guiaba los asuntos de la tierra, poniendo y quitando a quienes quisiera (Dan. 5: 19). Ningún rey terrenal puede realizar algo sin que Dios lo permita, y ninguna nación puede seguir existiendo si esa no es la voluntad divina. Así como todas las otras naciones de la tierra, Asiria era como "la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas" en comparación con el poder de Dios (Isa. 40: 15). Asiria necesitaba aprender que la mano de Dios está "extendida sobre todas las naciones" y que esa mano nunca podrá ser retirada por el hombre (cap. 14: 26-27). Como si el báculo. "Como si la vara moviera al que la levanta" (BJ). En este contexto se entiende que Dios es el "que la levanta".

16. Robustos. Literalmente, los "gordos". "Sus bien nutridos" (BC), los fuertes gobernantes de Asiria, y quizá también su ejército. Cuando Dios pusiera su mano sobre ellos, quedarían extenuados y demacrados; es decir, el poderío asirio se desvanecería. Fuego. Dios incendiaría sus magníficos palacios y los convertiría en montones de ruinas humeantes (cf. Amós 1: 4). Un siglo después de que Isaías pronunciara esta profecía, el imperio asirio yacía en ruinas. Nínive había quedado reducida a cenizas; Cala, Asur y Dur Sharrukin, lugar más conocido como 195 Jorsabad, estaban siendo cubiertas por las arenas del desierto. 

17. La luz de Israel. Para el pecado y los pecadores, la gloria divina es como fuego consumidor (Exo. 24: 17; Deut. 4: 24; 9: 3; Isa. 33: 14; Heb. 12: 29). El Santo Dios, cuya luz es la gloria y el gozo de los redimidos, es como llama que consume los cardos y los espinos. Los "cardos" y los "espinos" representan, en el lenguaje de Isaías, los terribles resultados del pecado (ver com. Isa. 9: 18). Ezequiel (cap. 2: 6) también emplea esta figura para representar a los impíos. Lo mismo se dice en Heb. 6: 8, donde se habla de espinos y abrojos como el maldito fruto de la impiedad de la tierra, cuyo "fin es el ser quemada". En un día. Estas palabras indican la destrucción rápida y repentina que sobrevendría a los asirios. Isaías anticipa aquí escenas tales como la de la destrucción de los 185.000 hombres del ejército de Senaquerib en una sola noche (cap. 37: 36).

18. La gloria de su bosque. Este ejército asirio, potente y glorioso un día, a la mañana siguiente había desaparecido de la tierra como un vasto y hermoso bosque destruido por las llamas. En la Biblia se compara a las naciones y a los hombres impíos con árboles majestuosos, cuya arrogancia y belleza serán destruidas (Eze. 31: 3-18; Dan. 4: 10-26; cf. Isa. 30: 27-33). Como abanderado. El hebreo emplea en esta frase dos palabras cuyo sentido no es claro. El verbo nasas, cuyo participio noses aparece aquí, significa probablemente "vacilar". Noses sería entonces uno que vacila, o quizá un enfermo. La LXX traduce "el que huye", traducción que también emplea la Vulgata. La BJ dice: "Será como el languidecer de un enfermo", traducción que parecería ser más apropiada con el contexto de los vers. 16-19 que la de la RVR. Los asirios avanzan por todos lados y parecería que nada podría detenerlos. Sin embargo, el profeta anticipa el momento cuando Asiria enfermaría, vacilaría y caería.

19. Los árboles. Es decir, la gente (ver com. vers. 18). Es posible que aquí se esté haciendo referencia a la destrucción de las huestes de Senaquerib frente a las puertas de Jerusalén (cap. 37: 36), puesto que el rey y parte de sus fuerzas expedicionarias lograron volver a Asiria (Isa. 37: 37; ver com. 2 Rey. 19: 36). Después que el "fuego" (Isa. 10: 16) hubiera consumido el "bosque", quedarían poquísimos "árboles", tan pocos que un niño podría contarlos.

20. Los que hayan quedado de Israel. Luego de hacer notar el profeta que unos pocos asirios escaparían al castigo decretado sobre ellos, piensa en los de Israel que sobrevivirían a la invasión asiria. La destrucción raras veces es completa. Aun en la nación del norte quedaron unos pocos después que los asirios hicieron su obra, y en Judá, los moradores de Jerusalén y unos pocos más escaparon a la destrucción que sobrevino con la invasión de Senaquerib. La idea del retorno, de la supervivencia, de un remanente, encarnada en el nombre de sear-jasub, hijo de Isaías (cap. 7: 3), es un concepto que reaparece constantemente en el profeta (cap. 10: 21 22; 11: 11, 16; 46: 3).

Nunca más. Acaz depositó su confianza en Asiria (2 Rey. 16: 7-9; 2 Crón. 28: 16-21) y no en Dios. Pero Asiria no fue leal ni con Judá ni con ninguna otra nación. Sólo se interesaba en sí misma. Dios quería que después de la terrible destrucción ocasionada en Judá por Senaquerib, el "remanente" confiara en Jehová. Fue él quien los libró en respuesta a la ferviente plegaria de Ezequías (Isa. 37: 14-36), y en él debía ahora depositar su confianza el remanente fiel. Al fin reconocieron que Asiria era un amo cruel y no un amigo y ayudador. Se demostró que la confianza en Dios era el único camino a la seguridad y a la victoria.

21. El Remanente Volverá. Heb. she'ar yashub. Isaías se refería a su hijo sear-jasub (ver com. cap. 7: 3). Sin embargo, la lección suprema que Isaías presentó ante Israel fue la de Emanuel: "Dios con nosotros" (ver com. cap. 7: 14; 8: 8). Cuando el pueblo depositó su confianza en el Señor y tuvo a Dios consigo, las más grandes potencias del mundo no pudieron prevalecer contra él. Dios permitió que su pueblo pasara por esas difíciles vicisitudes a fin de atraerlo de nuevo al Señor (ver com. cap. 10: 13).

22. Como las arenas del mar. La promesa del retorno del remanente era un mensaje de esperanza, pero a la vez de condenación. A los que rehusaran volverse al Señor y siguieran en su hipocresía y mundanalidad, el mensaje del "remanente" no les proporcionaría ninguna esperanza. La promesa de restauración y salvación era sólo para el "remanente". 196 Todos los demás se perderían. Los impíos y los que sólo conocieran de nombre a Dios no encontrarían manera de escapar de los castigos que pronto sobrevendrían a la nación. Aunque los israelitas fueran tan numerosos como la arena del mar (Gén. 22: 17; 32: 12), sólo el remanente fiel sería salvo.

La destrucción acordada. Dios permitiría que la destrucción consumiera al país, pero como resultado el pueblo sería más recto. Aunque para los impíos fuera un castigo, sería en primer lugar una disciplina correctiva. El castigo de los impíos no podría evitarse, pero un "remanente" se volvería al Señor y en ellos Dios cumpliría su obra de justicia. El apóstol Pablo aplica este versículo a la última gran obra final del Señor en la tierra (Rom. 9: 27-28; cf. 2 Ped. 3: 10-13).

23. Consumación. Un "exterminio" (BJ). (Ver cap. 28: 22.)

24. No temas. Esta es la aplicación práctica de la lección del mensaje de Isaías (ver com. cap. 7: 4, 7, 9). Los asirios vendrían como una "vara" de castigo (ver com. cap. 10: 5), pero no había razón de tenerles miedo. Golpearían, pero no destruirían. El remanente debía permanecer fiel a Dios, confiar en él y aceptar su presencia entre ellos para que pudieran ser salvos. Aunque muchos se perderían, un remanente sería salvo. Los que formaran parte del "remanente" no debían temer. Dios nos envía hoy un mensaje similar. A la manera de Egipto. El faraón había desplegado en Egipto toda su ira en contra de los israelitas, pero no pudo impedir el éxodo. Los asirios también eran poderosos y crueles, pero un remanente escaparía de sus ataques. 

25. Mi furor. Es decir, la ira de Dios contra los impíos: tanto los que profesaban adorarlo como los paganos.  Los impíos perecerían, y entonces cesaría la indignación del Señor. En este pasaje otra vez se predice la destrucción de los ejércitos asirios (ver com. vers. 19).

26. La matanza de Madián. En el cap. 9: 4, Isaías hace referencia al quebrantamiento del cetro del "opresor, como en el día de Madián". Aquí de nuevo compara la eminente destrucción de los asirios con la derrota de los madianitas y de sus jefes (Juec. 7: 19-25). Su vara. Faraón esgrimió una vara de opresión en Egipto, pero Dios empleó la vara de la liberación. Cuando la vara del Señor se extendió sobre el mar, los ejércitos de Egipto perecieron. Así como el Señor había preparado antes un castigo para los enemigos de su pueblo, así también heriría otra vez a los enemigos que subieran contra Sión en los días de Isaías. Y lo que el Señor hizo entonces lo hará de nuevo hoy. El remanente fiel triunfará, no los impíos.

27. A causa de la unción. El significado de esta frase no es claro dentro del contexto. La palabra traducida como "unción" significa "grasa" o "aceite". Se usa la palabra "unción" porque para este rito se empleaba aceite. En la BJ figura una supuesta corrección: "Por delante de Rimmón (BJ).

28. Vino hasta Ajat. Aquí comienza un poema que describe al invasor, el cual llega desde el norte, hasta las cercanías de Jerusalén, aterrorizando a sus habitantes. No es claro si debe entenderse este pasaje como una profecía de una invasión asiria, específica, o si es simplemente una descripción poética de la marea invasora que inunda a Judá (ver com. cap. 8: 7-8). En su primera invasión (en el año 14 de Ezequías) Senaquerib no se acercó a Jerusalén por el norte. Sus ejércitos llegaron a la costa del Mediterráneo, en Sidón, y luego marcharon hacia el sur, hacia Filistea; y desde allí avanzaron, tierra adentro, hacia las ciudades de Judá. Ezequías envió un mensaje a Laquis, al sudoeste de Jerusalén, en que prometía pagar tributo (2 Rey. 18: 14). Pero parece que fueron dos las invasiones de Senaquerib (t. II, p. 64). El poema de Isaías presenta de manera muy vívida el terror que abrumaría a los habitantes de Jerusalén cuando la fuerza enemiga se acercara lentamente a la ciudad, dejando una total destrucción tras sí.

Algunos han supuesto que en este pasaje se halla una descripción de un ataque real a Jerusalén, perpetrado por algún ejército asirio -quizá el de Sargón- del cual se ha perdido el registro. Esto es posible, pero no probable. Podría referirse a la aproximación de una parte del ejército de Senaquerib, enviado contra Jerusalén, mientras que la otra parte se dirigía hacia Egipto. El propósito de este poema es describir el temor de los habitantes de Jerusalén y de la zona circunvecina en los momentos en que se acerca un ejército enemigo.

Las ciudades nombradas no estaban todas situadas sobre una ruta que normalmente hubiera seguido un ejército. Es probable que 197 deba situarse a Ajat en Hai o en sus alrededores, 16 km al norte de Jerusalén. Desde allí el ejército marcha hacia el sur, a Migrón y Micmas, a unos 13 km de Jerusalén.

Contará su ejército. Quizás, más precisamente, "en Micmas deposita su bagaje" (VM). No se sabe si el camino moderno, que sigue aproximadamente la misma trayectoria del tiempo de los romanos, coincide con la ruta más antigua. Es posible que la antigua carretera estuviera más cerca de las aldeas que aquí se mencionan.

29. El vado. Desde Micmas el camino desciende por un profundo barranco; luego asciende abruptamente a Geba, cerca de 11 km de Jerusalén. Ramá se encontraba al suroeste de Geba, a unos 9 km de Jerusalén, mientras que Gabaa de Saúl estaba sobre la ruta a Jerusalén, a unos 6 km al norte de esa ciudad.

30. Galim. Al parecer, Galim estaría en algún lugar cercano a Gabaa de Saúl (1 Sam. 25:44), y Lais, no lejos de allí, algo al sudeste. Anatot, pueblo natal de Jeremías, estaba a unos 3 km al sudeste de Gabaa y a unos 4 km al noreste de Jerusalén.

31. Madmena. No se conoce con precisión la ubicación de Madmena y Gebim, pero se cree que pudieran haber estado un poco al norte de Jerusalén.

32. Nob. Esta era la ciudad del sacerdote Ahimelec, y allí estaba el tabernáculo en los días de Saúl (1 Sam. 21: 1). Estaba posiblemente en el monte Scopus, al noreste de Jerusalén. En este lugar el poema deja al invasor desafiando a la hija de Sión, a Jerusalén, una presa tan cerca de su mano pero totalmente fuera de su alcance. Compárese esto con las desafiantes palabras del Rabsaces, que a pesar de estar al pie de los muros de la ciudad no pudo entrar (2 Rey.  18: 19-35).

33. Jehová de los ejércitos. Ver el t. I, p. 182. Aquí Isaías quita sus ojos de los aterrorizados habitantes de Jerusalén, y contempla a Jehová de los ejércitos, sentado en el trono del universo, velando por los suyos. Los asirios se habían jactado de que cortarían los cedros y los cipreses del Líbano (2 Rey. 19: 23), pero el Señor hace saber claramente que derribará los grandes "árboles" (ver com. Isa. 10: 19) y cortará la "espesura del bosque" (vers 34). Así continúa la figura de los vers. 18-19. El hombre propone, pero Dios dispone. Arrogante y orgullosa, Asiria piensa derribar a Judá así como lo ha hecho con las otras naciones del Cercano Oriente; pero Asiria debe aprender que hay un Dios que gobierna a las naciones de la tierra. En 2 Rey. 19: 20-34 se encuentra el mensaje animador de Isaías a Ezequías acerca de la manera en que el Señor revelaría su poder contra el ejército de Senaquerib y salvaría a Jerusalén.

34. El Líbano caerá. Cuando el poderoso Senaquerib subió contra Judá vituperó a Jehová diciendo: "Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos" (2 Rey. 19: 23). Estas frases pueden entenderse tanto en forma literal como figurada. Los asirios tenían en verdad el plan de cortar los hermosos cedros del Líbano para utilizarlos ellos mismos. Pero también se proponían arruinar a las naciones simbolizadas por los hermosos árboles (ver com. Isa. 10: 19). Israel ya había sido talado y Asiria pensaba destruir después a Judá.

SIN EMBARGO, el Señor hace ver con claridad que lo que se logre en este sentido se hará bajo su dirección y su voluntad, y no conforme a los designios ni el poder del hombre. Israel había caído únicamente porque Dios había quitado su mano protectora. Finalmente, Judá también caería, como Isaías lo había predicho (cap. 2: 11-13). Pero sería Jehová quien talaría el majestuoso árbol de Judá, y no Asiria, como se lo proponía Senaquerib. Isaías predijo la caída de la arrogante y poderosa Asiria, pero sin olvidar que del mismo modo el orgullo de Judá sería humillado, que esos "árboles", otrora hermosos e imponentes, serían cortados delante del Señor. 4CBA/Ministerio Hno. Pio


REFLEXIÓN 375. LA IRA DE JEHOVÁ CONTRA ISRAEL II (ISAÍAS 10:1-4).

 Dios, sigue advirtiendo con sus ayes sobre los tiranos, por dictar leyes injustas que menoscaban los derechos de los indefensos.

1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, 2 para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! 3 ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria? 4 Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. (Isaías 10).

1. Leyes injustas. Tanto Israel como Judá eran culpables de la impiedad que se condena en este pasaje.  Es el mismo mal que ya se condenó en Judá (cap. 1: 23 y 5: 23). Este crimen era la injusticia para con los pobres y necesitados, las viudas y los huérfanos, los menesterosos y los oprimidos.  La gente pensaba sólo en sí misma y en sus propios intereses. El defecto de esa época era el egoísmo y la codicia, mal que estaba carcomiendo el corazón mismo de la nación.

3. El día del castigo. En lugar de pronunciar sentencia contra los opresores de los pobres, el Señor, mediante esta pregunta, les pide que pronuncien sentencia contra sí mismos.  Esos jueces injustos sabían lo suficiente acerca de la justicia y la equidad como para saber que eran culpables, y que en el día del castigo divino no podrían escapar.  Anteriormente Isaías había señalado cómo, en el día de Jehová, los impíos huirían a las cavernas y las peñas para ocultarse de la gloria de Dios cuando él se levante "para castigar la tierra"       (cap. 2:19).

4. Sin mí… El hebreo de la primera parte de este versículo no es claro. Sin embargo, el pensamiento es que los jueces injustos de los vers. 1-3, en el día del castigo divino se hallarán entre los presos, humillados y aterrados ante el juez del universo, y que recibirán la misma sentencia de muerte. 4CBA/Ministerio Hno. Pio

 

domingo, agosto 30, 2020

REFLEXIÓN 374. LA IRA DE JEHOVÁ CONTRA ISRAEL I (ISAÍAS 9:8-21).

Isaías 9:8-21. Dios es misericordia. Anticipa sus bondades, antes de ejecutar juicio. Pero su Pueblo no entiende razones. Entonces se dan (8-12) Los juicios sobre Israel por su orgullo, (13-17). por su hipocresía, (18-21) y por su impenitencia.

8 El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. 9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: 10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros. 11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; 12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

13 Pero El Pueblo No Se Convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. 14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. 15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. 16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. 

18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. 19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; 21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. (Isaías 9).

8. A Jacob. Según se ve claramente en el contexto (vers. 9-17), el mensaje que se presenta a continuación iba dirigido "contra Jacob" (NC, VM), como presagio del castigo divino. Con este versículo comienza una nueva sección que llega hasta el cap. 10: 4, en la cual el Señor reprende a la nación de Israel. La visión del Rey que reinará en gloria ha concluido, y el profeta vuelve su atención a los problemas de la situación inmediata. Esto ocurre en la misma época en que fueron escritos los capítulos anteriores, porque Rezín de Siria aún vivía (vers. 11); por lo tanto, el mensaje debe haberse presentado entre los años 735-732 a.C., fecha cuando murió Rezín.

En Israel. En este versículo se nombra a Jacob y a Israel. El mensaje del cap. 9: 8-10: 4 se dirige en primera instancia contra las diez tribus rebeldes, a las cuales generalmente se llama Efraín o Samaria (cap. 9: 9, 21). Pero en el vers. 14 es muy probable que se emplee la palabra "Israel" para designar a la nación del norte. En el vers. 8, ¿se refiere Israel a la nación del norte, y Jacob a la del sur, es decir a Judá? Si así fuera, debe entenderse que el Señor envió este mensaje por medio de Judá a Israel.  Por otra parte, en un sentido más general, Isaías muchas veces emplea los términos Jacob e Israel para representar a todo el pueblo escogido de Dios (cap. 10: 20-22; 27: 6; 29: 23; 40: 27; 41:8, 14; 43: 1, 22, 28; 44: 5; 46: 3; 48: 1, 12; 49: 6). Después de la caída final del reino del norte se emplean por lo general ambos términos para designar a Judá.

9. Efraín. El Señor había afirmado que Efraín y Siria no tendrían éxito en su campaña contra Judá (cap. 7: 4- 7). Ya habían experimentado algunos reveses, pero Peka, rey de Israel, todavía estaba decidido a continuar atacando al reino de Judá. Altivez De Corazón. Con perversa arrogancia, Peka rehusó aceptar las advertencias pronunciadas por Isaías, y decidió llevar a cabo lo que había maquinado en contra de Acaz.

10. Edificaremos. Isaías se refiere aquí al fracaso anterior de Peka, quien ahora hacía planes de recuperar lo perdido (cap. 7: 1). Es como si se hubiera demolido un edificio de ladrillos y Peka se propusiera edificarlo de nuevo, pero con piedras. Los "cabrahígos" ("sicómoro", Luc. 17: 6; 19: 4) fueron cortados, pero Peka los reemplazaría con cedros, más caros y más durables (1 Rey. 10: 27). Estaba demostrando su perversidad y abierto desafío contra la voluntad divina.

11. Los Enemigos. Jehová enviaría a los asirios, enemigos de Rezín, contra Israel. Ver 2Rey. 15: 29, en donde se relata el ataque de Tiglat-pileser contra Peka.

12. Los Sirios. En este momento Siria y Efraín estaban aliados contra Judá (cap. 7: 12), pero el Señor prometió hacer que los sirios se volvieran contra Israel, su enemigo tradicional. Las alianzas entre las naciones del Cercano Oriente eran transitorias, y el aliado de hoy podía transformarse en acérrimo enemigo al día siguiente. Los sirios atacarían por el "oriente" y los filisteos por el "poniente". El hebreo dice: "Aram por delante y los filisteos por detrás" (BJ). Debe recordarse que los hebreos señalaban las direcciones desde el punto de vista de uno que mira hacia la salida del sol: el este quedaba delante, el oeste detrás, el sur a la derecha. Los sirios vendrían desde el norte y el este; los filisteos desde el sur Y el oeste. En cuanto a direcciones cardinales, ver com. Gén. 29: 1; Exo. 3: 1; Núm. 3: 23).

Todavía Su Mano Está Extendida. Compárese con Exo. 7: 19; 8: 5; etc; Isa. 5: 25, donde se emplea la misma expresión en relación con otros castigos. Jehová ya había castigado a Israel, pero su mano estaba extendida como si fuera a herir de nuevo a la nación. Tiglat-pileser III tomó grandes porciones de Israel, pero no lo destruyó. El asedio de Salmanasar V, aún futuro en ese momento, acabaría por completo con la nación.

13. No Se Convirtió. Dios había enviado sus castigos, no para destruir sino para inducir al pueblo al arrepentimiento; pero ellos no aceptaron sus mensajes de reprensión, y siguieron en su maldad y perversidad. Por 190 eso seguirían inevitablemente castigos adicionales y, aun más severos.

Lo Castigaba. Cf. com. cap. 1: 5-6. (El profeso pueblo de Dios se había acarreado calamidades por causa de sus pecados. Cuanto más se hundían en el pecado, tanto mayor peso de desgracias se acarreaban (cap. 5: 18). Isaías procuró razonar con ellos, preguntándoles por qué habían escogido proceder tan neciamente. Se presenta en este pasaje a un hijo que persiste en su rebeldía y, por sus malas acciones, sufre castigo tras castigo hasta que su cuerpo queda totalmente lacerado. ¿Todavía os rebelaréis? Mejor, "si seguís contumaces" (BJ). Isaías afirma aquí que la persistencia en el mal era la razón de los continuos azotes disciplinarios que estaban padeciendo…).

14. Cortará De Israel. Puesto que Israel no se arrepintió, el Señor no tuvo más remedio que enviar más castigos, los cuales cortarían de Israel "cabeza y cola" (ver com. vers. 13).       La nación sería totalmente destruida, y los castigos caerían especialmente sobre los que habían hecho descarriar a la nación (vers. 16). Rama Y Caña. Es probable que la "rama" sea la de la majestuosa palmera, empleada para representar a los gobernantes y príncipes del país. La "caña" podría referirse a los que fingían humildad (cap. 58: 5), o a los falsos profetas (cap. 9: 14-15).

15. El Anciano. Cf. cap. 3: 2-3. Entre los destacados dirigentes de la nación había príncipes, jueces, funcionarios civiles y jefes militares. El castigo venidero afectaría a éstos de una manera especialmente severa. Que Enseña Mentira. En toda la nación no había gente más despreciable que aquellos cuya responsabilidad era proporcionar dirección espiritual, pero que conducían al pueblo por los caminos del error y de la necedad. Isaías no escatimó palabras al presentarles sus mensajes de reprensión (cap. 28: 7; 29: 9- 10).

16. Son Engañadores. Mejor, "le han descarriado" (BJ). Las naciones deben tener dirigentes, pero los caudillos algunas veces conducen por caminos equivocados. Muchas naciones se han arruinado porque sus dirigentes han descarriado al pueblo. El que aspira a ser dirigente debería considerar con seriedad la pesada responsabilidad que acompaña al liderazgo. La suerte de la nación depende de su consejo y ejemplo. Israel fracasó porque sus dirigentes descarriaron al pueblo.

17. No Tomará Contentamiento. El rollo 1QIsª dice "no se apiadará" lo mismo la BJ, lo cual parece armonizar mejor con el contexto. Falsos. "lmpíos" (BJ). Cuando Israel sucumbió, el pueblo se encontraba totalmente entregado al mal. Todavía profesaban religiosidad, pero abiertamente se regocijaban en la iniquidad. Todas las clases sociales estaban implicadas en el mal, y todos sufrirían, desde los jóvenes hasta los ancianos. Cuando la iniquidad llegó a ese punto, la justicia exigió que cayera el castigo.

18. Se Encendió Como Fuego. Esta es una impresionante descripción de los efectos finales de la iniquidad. El pecado mata, pero nunca cura. La impiedad quema creando cenizas y desolación, pero nunca repara ni construye.  Los cardos y espinos, aptos sólo para ser destruidos, simbolizan la iniquidad prevaleciente entre la gente (cap. 5: 6; 7: 23-25; 10: 17; 27: 4; 32: 13). Cuando la tierra se cubriera de espinos y zarzas de tal modo que asfixiaran a los buenos árboles del monte, entonces la impiedad irrumpiría como fuego para destruirse a sí misma. El pecado sería castigado. En verdad, ocasionaría su propia destrucción (Isa. 33: 11-12; Jer. 21: 14; Joel 1: 19-20; Heb. 6: 8). De este modo la tierra quedaría despejada, preparada para que creciera nuevo y sano verdor (cf. 2 Ped. 3: 10-13).

19. Se Oscureció La Tierra. Ver com. vers. 1-2. El profeta contempla una escena de caos y confusión. La gente está totalmente confundida, y el país se llena de oscuridad. La pasión y la amargura, el odio y el vicio, la injusticia y la crueldad han desgarrado de tal modo el corazón de los hombres e inflamado de tal manera su espíritu, que todo hombre está en pugna con su vecino. Este será el efecto final de la impiedad, cuando "la espada de cada cual será contra su hermano" (Eze. 38: 21), y cuando cada uno "levantará su mano contra la mano de su compañero" (Zac. 14: 13).

20. La Carne De Su Brazo. Un cuadro vívido de los efectos últimos de la codicia y la corrupción. A la larga, el egoísmo se destruye solo. El que no se interesa por el bienestar de su prójimo en realidad actúa en contra de sus propios intereses. Ninguno puede ser perfectamente feliz y próspero a menos que su prójimo también sea feliz. Cuando uno se eleva oprimiendo a su prójimo, prepara el camino para su propia destrucción. Cuando las naciones se destruyen mutuamente a fin de promover sus intereses egoístas, cometen la mayor de las necedades, porque de este modo se destruyen a sí mismas, y destruyen al mundo en el cual viven. Así como en el pasado los hombres y las naciones se han destruido mutuamente por causa de la discordia y la codicia, así también hoy el mundo está en vías de provocar su propia destrucción.

21. Manasés . . . Efraín. Estas dos tribus eran hermanas y tenían intereses comunes. Pero cuando Efraín se levantó contra Manasés y Manasés contra Efraín, la destrucción 191común de ambos fue inevitable. Y cuando estas dos tribus se levantaron contra su hermano Judá, estaban asegurando que pronto vendría el día de su propia destrucción. Ninguna nación puede soportar por mucho tiempo tal agitación de crimen y concupiscencia como la que hubo en el reino del norte durante la primera parte de la vida de Isaías.

Todavía Su Mano Está Extendida. En el capítulo siguiente se presenta otra serie de crímenes que obligaron a Dios a seguir extendiendo su mano para castigar. Continúa el mismo pensamiento, sin interrupción. 4CBA/Ministerio Hno. Pio