jueves, agosto 13, 2020

REFLEXIÓN 336. EL CUIDADO DEL PREDICADOR AL EDUCAR (Eclesiastés 12:8-12).

Eclesiastés 12:8-12. Contiene, sobre lo que trató de hacer el predicador al enseñar a su pueblo. Enseñó con mucha dedicación y esmero, lo que debe hacer la persona para que realmente sea sabio y huya de la vanidad.

Salomón, es como un padre, que desea que sus hijos escuchen el consejo para que no cometan los errores que el cometió y así, sean felices en Dios.

8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. 9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. 11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. 12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado.  No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.                  (Eclesiastés 12).

8. Vanidad. Heb. habel habalim. Su significado original es "aliento" o "vapor". Se usa para referirse a los "ídolos" como cosas vanas y sin valor, y también para su culto (2 Rey. 17: 15; Jer. 2: 5; 10: 8).

9. El Predicador. Heb. Qohéleth, del verbo qahal: "congregarse", "reunirse". El sustantivo a fin, traducido "asamblea", "congregación", "compañía", aparece 122 veces en el AT. Algunos escritores judíos han explicado que Qohéleth significa "uno que reúne una congregación y expone enseñanzas".

Sabiduría. El orden de las palabras en hebreo coloca el énfasis sobre "sabiduría".  El "pueblo" al cual escribía Salomón era de las clases educadas. Compuso. O, "dispuso" (ver 1 Rey. 4: 32).

10. Palabras agradables. O "palabras deleitosas". El autor procuró dar a su tratado tal lustre literario, que lo hiciera aceptable a las personas a quienes estaba dirigido: o sea, a los que se consideraban a sí mismo sabios en las cosas de este mundo. Rectamente. Sin embargo, su esfuerzo para elaborar una forma literaria agradable no lo indujo a comprometer la verdad.

11. Aguijones. Instrumentos que se usan para punzar y estimular a la acción, con el fin de conseguir algún resultado. Es doloroso que a uno lo aguijoneen, pero con frecuencia este proceso da resultados que de otra manera no se alcanzarían (Heb. 12: 11).

Clavos hincados. Los clavos o las estacas, cuando se fijan o clavan bien, son difíciles de sacar (ver Isa. 22: 23). Un argumento o una idea que se presentan debidamente permanecen en la mente y no se olvidan con facilidad. "Hincados" es la traducción de un vocablo que generalmente significa "plantar", en sentido figurado, "establecer".

Maestros de las congregaciones. Literalmente, "señores de asambleas".  "Congregaciones" deriva de 'asaf, "reunir" (ver Exo. 3: 16; 23: 10; Rut 2: 7; Joel 2: 16).  Aunque generalmente se usa para indicar reuniones de personas, 'asaf puede significar cualquier reunión o conjunto, y el contexto debe determinar la naturaleza de tal reunión.  En el paralelismo poético del vers. 11, la expresión hebrea traducida "maestros de las congregaciones" guarda paralelo con "palabras de los sabios". A fin de conservar el sentido del paralelismo es necesario entender que la segunda parte, "las palabras de los sabios", se refiere a una "colección" o "antología" de aforismos, y no a personas. La palabra traducida "maestros" se usa aquí idiomáticamente para indicar superioridad de calidad y organización. Toda la frase podría muy bien traducirse: "Una colección magistral [de aforismos]", o sencillamente "una antología selecta"; y la segunda parte del paralelismo poético, así: "como clavos firmemente puestos son las antologías selectas de un pastor". "El Predicador" se refiere, por lo tanto, al consejo que ha dado como a un aguijón para punzar a la gente a fin de que se comporte sabiamente, y como clavos firmemente puestos, para que no se olvide el consejo.

12. Amonestado. O, "advertido". Muchos libros. Salomón pudo estar pensando en los libros escritos para gloria de sus autores, o en aquellos para quienes se escribían que no tenían el propósito de trasmitir una sabiduría práctica. ¡Cuán poco de lo que ha sido escrito verdaderamente vale la pena que se lea!  Sin duda Salomón había leído todos los "libros" que pudo encontrar, incluso quizá la relativamente extensa literatura cananea de sus días (ver t. I, págs. 132-136, t. 11, págs. 39, 46 y com. Juec. 1: 11) y la literatura sapiencias de Egipto, famosa en los días de Salomón (ver 1 Rey. 4: 30).

Mucho estudio. Estudiar sólo por el placer de hacerlo o como un fin en sí mismo, estudio al cual Salomón dedicó mucho de su vida, resulta ser sin valor alguno. Para Salomón careció de valor práctico y por lo tanto fue una "vanidad". Sólo cuando el estudio es un medio para alcanzar un fin mayor puede evitarse que se constituya en una "fatiga de la carne". Cuando se reconoce al Autor de toda verdad como el "principio de la sabiduría" v. 1: 7; Job 28: 28; Sal. 111: 10) y al estudio como un medio para modelar los pensamientos de acuerdo a Dios, a fin de que nuestra existencia se conforme al propósito divino, entonces el estudio se convierte en una fuente de placer emocionante y duradero. Las especulaciones filosóficas de los autores incrédulos no tienen nada que contribuya a la edificación del pensamiento cristiano (CM 429). 3CBA/Ministerio Hno. Pio


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