sábado, agosto 22, 2020

REFLEXIÓN 354. DIOS ABORRECE EL FORMALISMO RELIGIOSO E HIPÓCRITA. (ISAÍAS 1:10-15).

Isaías 1:10-15. Dios rechaza el formalismo religioso, carentes del espíritu de humillación y arrepentimiento. Con vidas llenas de maldad y rebelión, simbolizados con Sodoma y Gomorra. El sábado semanal y las fiestas solemnes eran importantes; pero las vidas del pueblo eran contrarias a esos principios elementales como el amor a Dios y al prójimo. Por eso Dios los abomina. Recuerden: que recién en la muerte de Jesús se abolió las fiestas solemnes; pero la vigencia del día de reposo permanecerá por la eternidad. 66:22-23. 

10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaras delante de mí para hollar mis atrios? 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo,* el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. (Isaías 1). 

10. Príncipes de Sodoma. El nombre "Sodoma", que en forma figurada se usa aquí para designar a Judá en vista de que prevalecían allí condiciones similares a las que habían imperado en la Sodoma literal, constituye una terrible acusación contra la nación que profesaba gobernar en el nombre de Dios. Los reyes del país, en su política y en su práctica, se habían apartado tanto del Señor, que apenas se diferenciaban de los reyes de las naciones más pecadoras de la tierra. Por esta razón se les dirige una solemnísima exhortación, un mensaje de Dios que predecía la ruina de toda la nación si ésta no se arrepentía.

11. ¿Para qué me sirve? Judá todavía tenía la apariencia de ser una nación muy religiosa. Se ofrecían muchos sacrificios en el templo, pero había poca verdadera religión. El profeso pueblo de Dios había olvidado qué era lo que Dios verdaderamente requería de ellos; sin embargo, mantenían las formas externas de la religión. Estaban dispuestos a ofrecer sacrificios, pero no a entregar sus corazones al Señor. Conocían las formas externas de la religión, pero no comprendían que necesitaban un Salvador, ni entendían lo que significaba la justicia. Isaías procuró que volvieran en sí y comprendieran la necedad de su conducta. Mediante una serie de penetrantes preguntas, el profeta esperaba que entendieran que la religión que sólo consiste en formas externas es una ofensa para Dios. A través de las edades los portavoces de Dios han procurado dejar en claro que lo que Dios requiere es obediencia y no sacrificio, rectitud y no ritualismo (1 Sam. 15: 22; Sal. 40: 6; 51: 16-19; Jer. 6: 20; 7: 3-12; 14: 12; Ose. 6: 6; Amós 5: 21-24; Miq. 6: 6-8).

12. A presentaros delante de mí. Se empleaba comúnmente la frase "presentare delante de Dios" para referirse a la visita al templo durante las grandes festividades religiosas (Sal. 42: 2; 84: 7; Exo. 34: 23).Los hebreos creían acertadamente que al llegar al templo entraban en la presencia inmediata de Dios. Es cierto que el santuario se había construido para que el Señor pudiera habitar en medio de ellos (Exo. 25: 8); pero no necesariamente toda persona que visitaba el templo entraba en la presencia de Dios. Por medio de Isaías, el Señor afirma que habita "en la altura y en la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu" (Isa. 57: 15).

13. Vana ofrenda. Los sacrificios ofrecidos sin contrición y genuino arrepentimiento eran presentados en vano (1 Sam. 15: 22; Mat. 5: 24; Mar. 12: 33); carecían de valor. Abominación. En vez de deleitarse con la ofrenda del perfumado incienso que se le ofrecía, el Señor se disgustaba machismo. Las ceremonias de la religión no significan nada si falta su verdadero espíritu. Dios ha dicho claramente que, cuando falta la obediencia, aun la oración le resulta abominable (Prov. 28: 9).

Luna nueva y día de reposo. Los días sagrados que aparecen aquí se mencionan juntos también en referencias como 2 Rey. 4: 23; 2 Crón. 8: 13; Amós 8: 5. Era parte esencial de la religión hebrea el observar estos días sagrados. Habían sido designados por el Señor mismo, y era él quien había mandado a Israel que los observara (Exo. 23: 12-17; Lev. 23; Núm. 28; 29; Deut. 16: 1-17). Pero no bastaba la observancia externa de esas formas religiosas. Los ritos y las ceremonias carecen de sentido cuando falta rectitud. Dios dijo claramente que la observancia formal de los días sagrados, ordenada por él mismo, le resultaba ofensiva si faltaba la obediencia.

Son iniquidad. En el hebreo no está la forma verbal "son". Quizá sería preferible traducir: "No puedo sufrir iniquidad y fiestas solemnes". Isaías declara que los solemnes servicios religiosos, acompañados de una vida inicua, son una ofensa para el Señor. En el tiempo de Isaías los hebreos daban mucha importancia a las formas de la religión, y poca importancia a la rectitud. Muchos que observaban estrictamente los requisitos formales de la ley ceremonial violaban abiertamente los solemnes mandatos de la ley de Dios. Su conducta constituía una burla de la140 religión y una vergüenza a la vista de Dios.

14. Las tiene aborrecidas mi alma. En este pasaje Dios habla a gente que tenía toda la apariencia de ser un pueblo muy religioso. Participaban en las ceremonias religiosas porque creían que ésa era la manera de ganar el favor de Dios; pero el Señor les manifestó que estaba sumamente disgustado por su conducta, que odiaba la observancia de sus fiestas señaladas, que rechazaba su culto y estaba molesto por su hipócrita fingimiento. En realidad, el pueblo estaba desafiando a Dios cuando rehusaba andar en sus caminos. Ningún manto de formalismo religioso podía cubrir sus pecados.

15. Cuando extendáis vuestras manos. Los hebreos muchas veces extendían las manos hacia Dios cuando oraban (Exo. 9: 29, 33; 17: 11; 1 Rey. 8: 22; Esd. 9: 5; Job 11: 13; Sal. 88: 9; 143: 6).

Yo no oiré. Cf. Sal. 66: 18; Sant. 4: 3. La oración debe ser sincera para que pueda ser oída. Las oraciones de los hipócritas no serán escuchadas (Mat. 6: 5; Luc. 18: 14). Las oraciones no necesariamente son efectivas porque sean largas y frecuentes (Mat. 6: 7). Las plegarias de los impíos, cuyas manos están manchadas de sangre y que persisten en sus malos caminos, no llegarán hasta el trono de la gracia. Los hebreos de los días de Isaías externamente parecían ser gente muy religiosa que daba gran importancia a la oración, pero se negaban a abandonar sus pecados. Sus oraciones provenían de los labios, pero no emanaban del corazón. Dios dice claramente que rehusa escuchar tales plegarias.

Llenas están de sangre vuestras manos. En el rollo 1QIsa de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, p. 128) se añade una frase paralela: "y vuestros dedos, de culpabilidad". Así resulta un dístico cuya primera parte es: "Llenas están de sangre vuestras manos". 4CBA/Ministerio Hno. Pio

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