Isaías 1:10-15. Dios rechaza el formalismo religioso, carentes del espíritu de humillación y arrepentimiento. Con vidas llenas de maldad y rebelión, simbolizados con Sodoma y Gomorra. El sábado semanal y las fiestas solemnes eran importantes; pero las vidas del pueblo eran contrarias a esos principios elementales como el amor a Dios y al prójimo. Por eso Dios los abomina. Recuerden: que recién en la muerte de Jesús se abolió las fiestas solemnes; pero la vigencia del día de reposo permanecerá por la eternidad. 66:22-23.
10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaras delante de mí para hollar mis atrios? 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo,* el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. (Isaías 1).
10. Príncipes de Sodoma. El nombre "Sodoma", que en forma figurada
se usa aquí para designar a Judá en vista de que prevalecían allí condiciones
similares a las que habían imperado en la Sodoma literal, constituye una
terrible acusación contra la nación que profesaba gobernar en el nombre de
Dios. Los reyes del país, en su política y en su práctica, se habían apartado
tanto del Señor, que apenas se diferenciaban de los reyes de las naciones más
pecadoras de la tierra. Por esta razón se les dirige una solemnísima
exhortación, un mensaje de Dios que predecía la ruina de toda la nación si ésta
no se arrepentía.
11. ¿Para qué me sirve? Judá todavía tenía la apariencia de ser una nación
muy religiosa. Se ofrecían muchos sacrificios en el templo, pero había poca
verdadera religión. El profeso pueblo de Dios había olvidado qué era lo que
Dios verdaderamente requería de ellos; sin embargo, mantenían las formas
externas de la religión. Estaban dispuestos a ofrecer sacrificios, pero no a
entregar sus corazones al Señor. Conocían las formas externas de la religión,
pero no comprendían que necesitaban un Salvador, ni entendían lo que
significaba la justicia. Isaías procuró que volvieran en sí y comprendieran la
necedad de su conducta. Mediante una serie de penetrantes preguntas, el profeta
esperaba que entendieran que la religión que sólo consiste en formas externas
es una ofensa para Dios. A través de las edades los portavoces de Dios han
procurado dejar en claro que lo que Dios requiere es obediencia y no
sacrificio, rectitud y no ritualismo (1 Sam. 15: 22; Sal. 40: 6; 51: 16-19;
Jer. 6: 20; 7: 3-12; 14: 12; Ose. 6: 6; Amós 5: 21-24; Miq. 6: 6-8).
12. A presentaros delante de mí. Se empleaba comúnmente la frase "presentare
delante de Dios" para referirse a la visita al templo durante las grandes
festividades religiosas (Sal. 42: 2; 84: 7; Exo. 34: 23).Los hebreos creían
acertadamente que al llegar al templo entraban en la presencia inmediata de
Dios. Es cierto que el santuario se había construido para que el Señor pudiera
habitar en medio de ellos (Exo. 25: 8); pero no necesariamente toda persona que
visitaba el templo entraba en la presencia de Dios. Por medio de Isaías, el
Señor afirma que habita "en la altura y en la santidad, y con el
quebrantado y humilde de espíritu" (Isa. 57: 15).
13. Vana ofrenda. Los sacrificios ofrecidos sin contrición y genuino arrepentimiento eran presentados en vano (1 Sam. 15: 22; Mat. 5: 24; Mar. 12: 33); carecían de valor. Abominación. En vez de deleitarse con la ofrenda del perfumado incienso que se le ofrecía, el Señor se disgustaba machismo. Las ceremonias de la religión no significan nada si falta su verdadero espíritu. Dios ha dicho claramente que, cuando falta la obediencia, aun la oración le resulta abominable (Prov. 28: 9).
Luna nueva y día de reposo. Los días sagrados que aparecen aquí se mencionan
juntos también en referencias como 2 Rey. 4: 23; 2 Crón. 8: 13; Amós 8: 5. Era
parte esencial de la religión hebrea el observar estos días sagrados. Habían
sido designados por el Señor mismo, y era él quien había mandado a Israel que
los observara (Exo. 23: 12-17; Lev. 23; Núm. 28; 29; Deut. 16: 1-17). Pero no
bastaba la observancia externa de esas formas religiosas. Los ritos y las
ceremonias carecen de sentido cuando falta rectitud. Dios dijo claramente que
la observancia formal de los días sagrados, ordenada por él mismo, le resultaba
ofensiva si faltaba la obediencia.
Son iniquidad. En el hebreo no está la forma verbal
"son". Quizá sería preferible traducir: "No puedo sufrir
iniquidad y fiestas solemnes". Isaías declara que los solemnes servicios
religiosos, acompañados de una vida inicua, son una ofensa para el Señor. En el
tiempo de Isaías los hebreos daban mucha importancia a las formas de la
religión, y poca importancia a la rectitud. Muchos que observaban estrictamente
los requisitos formales de la ley ceremonial violaban abiertamente los solemnes
mandatos de la ley de Dios. Su conducta constituía una burla de la140 religión
y una vergüenza a la vista de Dios.
14. Las tiene aborrecidas mi alma. En este pasaje Dios habla a gente que tenía toda la
apariencia de ser un pueblo muy religioso. Participaban en las ceremonias
religiosas porque creían que ésa era la manera de ganar el favor de Dios; pero
el Señor les manifestó que estaba sumamente disgustado por su conducta, que
odiaba la observancia de sus fiestas señaladas, que rechazaba su culto y estaba
molesto por su hipócrita fingimiento. En realidad, el pueblo estaba desafiando
a Dios cuando rehusaba andar en sus caminos. Ningún manto de formalismo
religioso podía cubrir sus pecados.
15. Cuando extendáis vuestras manos. Los hebreos muchas veces extendían las manos hacia
Dios cuando oraban (Exo. 9: 29, 33; 17: 11; 1 Rey. 8: 22; Esd. 9: 5; Job 11:
13; Sal. 88: 9; 143: 6).
Yo no oiré. Cf. Sal. 66: 18; Sant. 4: 3. La oración debe ser
sincera para que pueda ser oída. Las oraciones de los hipócritas no serán
escuchadas (Mat. 6: 5; Luc. 18: 14). Las oraciones no necesariamente son
efectivas porque sean largas y frecuentes (Mat. 6: 7). Las plegarias de los
impíos, cuyas manos están manchadas de sangre y que persisten en sus malos
caminos, no llegarán hasta el trono de la gracia. Los hebreos de los días de
Isaías externamente parecían ser gente muy religiosa que daba gran importancia
a la oración, pero se negaban a abandonar sus pecados. Sus oraciones provenían
de los labios, pero no emanaban del corazón. Dios dice claramente que rehusa
escuchar tales plegarias.
Llenas están de sangre vuestras manos. En el rollo 1QIsa de los Manuscritos del Mar Muerto
(ver t. I, p. 35; t. IV, p. 128) se añade una frase paralela: "y vuestros
dedos, de culpabilidad". Así resulta un dístico cuya primera parte es:
"Llenas están de sangre vuestras manos". 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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