Isaías 2:1-5. Los planes de Dios, nunca
tienen pierde. El ideal de Dios para su pueblo era que mostraran su luz a las
naciones, así estos caminarían en esa luz; pero fracasaron. La promesa se cumplirá
en Jerusalén, la Nueva. Amen. Apoc. 21:1-5; Zac. 14:4. Rom. 9:27.
1 LO QUE vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. 2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. 5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová. (Isaías 2).
1. Acerca de Judá y de Jerusalén. Ver com. cap.1: 1.
2. Acontecerá. El mensaje de los vers. 2-4 ha sido interpretado de
diversas maneras. La profecía: (1) se refiere al milenio en que habrá paz en la
tierra, y los judíos serán restaurados a su patria ancestral y recuperarán su
condición de pueblo escogido de Dios, gobernarán la tierra y lograrán la
conversión del mundo; (2) describe un falso reavivamiento religioso que tendrá
lugar en el final de la historia de la tierra, patrocinado por el cristianismo
apóstata y diseñado para convertir al mundo, tal como se alude en 1 Tes. 5:1-5;
Apoc. 13:11-17; etc.; (3) presenta el plan original que Dios tuvo de que el
Israel literal llegara a ser su instrumento para salvar al mundo, pero que
debido al fracaso y al rechazo de Israel, la predicción hecha aquí será
cumplida por el pueblo escogido de Dios cuando éste proclame el Evangelio hasta
los confines del mundo.
Como
ocurre con todos los pasajes bíblicos, la única manera de determinar el
verdadero sentido de Isa. 2:2-4 y su importancia para la iglesia de hoy,
consiste en estudiar este pasaje dentro del contexto de toda la Biblia, y
determinar lo que las Escrituras mismas dicen al respecto. Ver en las pp. 27-40
el estudio cuidadoso de lo que la Biblia enseña en cuanto a los problemas
básicos implicados en las diversas interpretaciones imaginativas referentes al
retorno de los judíos a Palestina y al papel de Israel dentro del plan divino.
Ver en CM 439-441, los comentarios que hace Elena de White acerca del pasaje
paralelo de Miq. 4:1-3. En esos comentarios ella afirma que ese pasaje es una
de las lecciones prácticas que deben animar a la iglesia de hoy.
Debe
señalarse que Miq. 4:1-3 es casi idéntico a Isa. 2:2-4. El estudio del contexto
de Miqueas ayudará a comprender este pasaje paralelo en Isaías. Estos dos
profetas fueron contemporáneos durante varios años.
LO POSTRERO DE LOS TIEMPOS. Heb. be'ajarith hayyamim, literalmente, en el fin de
los días". La palabra 'ajarith generalmente designa el fin de cualquier
período, sea corto o largo. 'Ajarith aparece en relación con (1) el fin de los 430 años de la permanencia en Egipto (ver com.
Gén. 15:13, 16), después de lo cual Israel poseería la tierra de Canaán (Gén.
49: 1); (2) el final de la peregrinación por el desierto (Deut. 8:16); (3) la conclusión de un período futuro de tribulación y exilio
(Deut. 4: 30; Ose. 3: 5); (4) la terminación de un
período histórico (Deut. 31: 29); (5) el resultado definitivo
de determinada conducta (Prov. 14: 12; 23: 32; Isa. 47:7); (6) "el
fin" del año (Deut. 11: 12), y (7) la terminación de un
período de prueba en la vida de un hombre (Job 42: 12).
EN LAS PROFECÍAS BÍBLICAS se emplea en relación con (1) el
final del poderío de Grecia (Dan. 8: 23); (2) el fin de los 1.260 y los
2.300 días (Dan. 10: 14; 8: 19); (3) la reunión de los
gentiles al fin del tiempo (Isa. 2: 2; Miq. 4:1; (4) la
batalla de Gog y Magog inmediatamente antes del establecimiento del reino mesiánico
(Eze. 38: 6-7, 16); (5) el gran día del juicio
final (Jer. 23: 20; 30: 24); (6) el fin de los impíos
(Sal. 37: 38).
En la
LXX, la palabra 'ajarith se traduce comúnmente por ésjatos, "último",
"final". Es lo contrario de re'shith, "comienzo" (ver com.
Gén. 1: 1). Esto puede verse claramente en Isa. 41: 22; 46: 10, donde se hace
el contraste entre "principio" y "postrimería", "lo
por venir" y "principio".
El
uso bíblico de la palabra 'ajarith muestra que en cada caso, es el contexto lo
que deberá determinar cuán distante está ese "fin". El contexto de la
frase "lo postrero de los tiempos", en Isa 2: 2, se refiere a la
manifestación de la "majestad" de Dios (vers. 10), al día cuando sólo
Jehová "será exaltado" (vers. 11,17), al "día de Jehová"
(vers. 12), al tiempo cuando "él se levante para castigar la tierra"
146 (vers. 19). Compárese Isa. 2: 10-21 con Apoc. 6: 14-17. El contexto del
pasaje paralelo de Miq. 4: 1-4 habla del tiempo cuando "Jehová reinará
sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre" (vers. 7), y
se refiere al tiempo de la restauración del "señorío primero" a Sion
(vers. 8), luego del cautiverio babilónico (vers. 10). Por lo tanto, "lo
postrero de los tiempos" de Isa. 2: 2 precede inmediatamente al
establecimiento del reino mesiánico. En consonancia con los principios de
interpretación expuestos en las pp. 31-32, la edad mesiánica, según el plan que
Dios tuvo originalmente para con Israel debería haber venido como clímax del
período de restauración después del cautiverio babilónico (ver PR 519-520).
Pero Israel no satisfizo las condiciones necesarias para que Dios pudiera
cumplirle las numerosas promesas de gloria nacional y dominio universal. Como
resultado, la predicción de Isa. 2: 1-4 nunca se cumplió en el Israel literal.
El monte de la casa de Jehová. En la LXX, esta frase aparece como "el monte
del Señor y la casa de Dios". La frase "casa del Señor" o casa
de Jehová" se emplea comúnmente en el AT para designar el templo (1 Rey.
8: 63; etc.), situado en el monte de Moriah (ver com. 2 Crón. 3: 1; cf. Jer.
26: 18; Miq. 3: 12). Este lugar, escogido por el Señor como centro de su culto
(Deut. 12: 5-6, 14; 16: 16), llegó a ser centro y símbolo del judaísmo (1 Rey.
8: 29-30; etc.). El sistema religioso judío estaba íntimamente ligado con el templo y
sus servicios, que su destrucción en 586 a.C. y en 70 d.C. dejó prácticamente
interrumpido el sistema de sacrificios. Cuando jeremías predijo la
desolación del templo, los dirigentes religiosos de la nación pidieron a gritos
su muerte (Jer. 26: 1-9). La falsa acusación de que Jesús había dicho que
destruiría el templo fue la peor acusación que los falsos testigos pudieron
inventar contra él (Mar. 14: 58; 15: 29; cf. Juan 2: 19). Los atrios interiores
del templo eran los únicos lugares en Jerusalén de los cuales los gentiles
estaban excluidos bajo pena de muerte (Hech. 21: 28-3l).
Por
esto, decir que "el monte de la casa de Jehová" sería exaltado como
"cabeza de los montes" equivalía a decir que el Dios de Israel sería
honrado por encima de los otros dioses y religiones. La palabra
"monte" es símbolo de poder y, por lo tanto, de dominio nacional
(Isa. 2: 14; Jer. 51: 25; Eze. 6: 2-3; 36: 1, 4; Zac. 4: 7; Apoc. 17: 9-10).
Daniel presenta al reino de Dios como transformándose en "un gran monte
que llenó toda la tierra" (Dan. 2: 35). En Isa. 11:1, 10; 56: 6-8 también
se hace alusión a los gentiles que vendrían al "santo monte" de Dios.
Como cabeza de los montes. Heb. bero'sh heharim, frase que también puede
traducirse como el "principal de los montes" o "en la cima de
los montes" (BJ). En todo caso el sentido es el mismo. Si la frase
"el monte de la casa de Jehová" representa la religión de Israel,
"los montes" debe significar las otras religiones de la tierra. Por
estar íntimamente ligado al judaísmo como fe religiosa, Israel sería también
"confirmado" como nación sobre las otras naciones de la tierra (ver
pp. 31-32; PP 324).
Correrán a él todas las naciones. Según el plan que Dios originalmente formuló para
Israel como su instrumento escogido para la salvación del mundo, habría de
llegar el tiempo cuando las naciones de la tierra aceptarían la superioridad y
liderazgo de Israel como nación (ver pp. 29-30). Vez tras vez se repite en los
escritos proféticos del AT, y sobre todo en Isaías, el cuadro glorioso del
ensalzamiento de la nación de Israel (PR 272- 273). Dice el profeta que los
gentiles correrían a Israel por el interés de Jehová su Dios (cap. 55: 5);
habla de naciones que vendrían de lejos (cap. 45: 14; 49: 6-8, 12, 18, 22) para
unirse con Israel (cap. 14: 1) y con Jehová (cap. 56: 6); declara que Dios
mismo los conduciría a su "santo monte", el cual por esa razón
llegaría a ser "casa de oración para todos los pueblos" (cap.
56:7-8), y que los gentiles llevarían su riqueza a Jerusalén (cap. 60:31).
Jeremías dice que todas las naciones gentiles vendrían "desde los extremos
de la tierra" Jer. 16:19) y se reunirían "en el nombre de Jehová en
Jerusalén" (Jer. 3:17). Zacarías previó el tiempo cuando "muchas
naciones" se unirían a Jehová para ser pueblo suyo (Zac. 2:11) y
"muchos pueblos y fuertes naciones" vendrían "a buscar a Jehová
de los ejércitos en Jerusalén" (Zac. 8:21-22; cf. Zac. 14:16). De esta
manera, el reino de Israel finalmente llegaría a ocupar toda la tierra (PVGM
232-233; Zac. 9:9-10). Aquellas naciones que se negaran a cooperar con el plan
de Dios para unirse con Israel, perecerían (Isa. 60:12; cf. 54:3), y serían
desposeídas (PVGM 232-233). Este glorioso cuadro del triunfo final de la verdad
nunca se cumplió147 con el Israel literal, pero se cumplirá con el Israel
espiritual. Es por esto que Isa. 2:1-5 se refiere al cuadro del glorioso
triunfo del Evangelio por medio del instrumento escogido por Dios en nuestros
días, que es su iglesia (ver com. Apoc.
18:1 y pp. 37-38).
3. Vendrán muchos pueblos, y dirán. En estas palabras, como en la afirmación del vers.
2 de que todas las naciones correrán a Jerusalén, el profeta Isaías coincide
con las afirmaciones de otros profetas del AT en cuanto a lo que
"dirán" otros pueblos. Al reconocer la evidente superioridad de
Israel como nación (Deut. 4:6-7; 28:10; Isa. 61:9- 10; 62:1-2; Jer. 33:9; Mal.
3:12), y admitir que sus "padres" habían poseído "mentira"
(Jer. 16:19), las naciones gentiles se dirían mutuamente: "Vamos a
implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos" (Zac.
8:21-22). Y a Israel le dirían: "Iremos con vosotros, porque hemos oído
que Dios está con vosotros" (Zac. 8:23). Esta promesa de la reunión de las
naciones para adorar al verdadero Dios, nunca se cumplió con el Israel literal,
debido a que no alcanzó las condiciones exigidas; pero se cumplirá
espiritualmente con el pueblo de Dios en esta generación (ver pp. 34-35, 37).
Venid, y subamos. Si Israel hubiera sido fiel a Dios, los gentiles habrían pronunciado estas palabras al darse cuenta de las ventajas de honrar al verdadero Dios. Compárese con las palabras de Zac. 8:21, 23: "Vamos a implorar el favor de Jehová... Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros". Monte de Jehová. Equivale a "monte de la casa de Jehová" (vers. 2). Es otra forma de decir: "Vayamos a Jerusalén". En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130), no aparece la frase "al monte de Jehová".
Casa. Es decir, el templo de Jerusalén (ver com. vers. 2).
Dios de Jacob. O sea, "Dios de Israel". Cuando Dios hizo
un pacto con Jacob le puso el nombre de Israel (ver com. Gén. 32: ,28). El
hecho de que los gentiles no dijeran solamente, "Vayamos a
Jerusalén", sino "Subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de
Jacob", indica que comprendían plenamente que la grandeza de Israel se
debía a la cooperación del pueblo con el plan divino, y que ese pueblo adoraba
al verdadero Dios.
Nos enseñará sus caminos. En el cap. 55: 5, Isaías menciona que las naciones correrían hacia Jerusalén "por causa de Jehová tu Dios". Cuando siguieran "a Jehová para servirle" y amar su nombre (cap. 56: 6-8), el templo literalmente se transformaría en "casa de oración para todos los pueblos". Ver pp. 3032.
Caminaremos por sus sendas. De todas las naciones vendrían personas para unir
sus intereses con los de Israel, diciendo: "Iremos con vosotros, porque
hemos oído que Dios está con vosotros" (Zac. 8: 23). Finalmente quedaría
"también un remanente para nuestro Dios" (cap. 9: 7), y todas las
naciones subirían "de año en año para adorar al Rey, Jehová de los
ejércitos" (cap. 14:16). Esto sucedería después de que "las naciones
que vinieron contra Jerusalén" (vers. 16) hubieran sufrido el castigo
impuesto por Dios (vers. 12-13, 19) y el Señor fuera "rey sobre toda la
tierra" (vers. 9).Cf. Eze. 38: 8,
16, 18, 20-23; 39:1-3; Zac. 12: 2-3, 8-9; 14:1-3. De Sion. Jerusalén debería haberse "destacado en la gloria
de la prosperidad, como reina de los reinos" y haberse establecido
"como poderosa metrópoli de la tierra" (DTG 529-530). Tanto el templo
(PR 32) como la ciudad "habrían sido para siempre" (CS 21). Las
naciones de la tierra hubieran honrado a los judíos y los hubieran reconocido
como depositarios y expositores de la ley divina para todos los pueblos (Deut.
4:7-8; Rom. 3:1-2). Los principios revelados por medio de Israel debían
transformarse en "los medios de restaurar la imagen moral de Dios en el
hombre" (PVGM 229). Y "a medida que aumentara el número de los israelitas,
éstos habían de ensanchar sus fronteras, hasta que su reino abarcara el
mundo" (PVGM 232-233).
4. Juzgará. No todas las naciones de la tierra estarían
dispuestas a obedecer "la palabra de Jehová" que emanaría "de
Jerusalén" (vers. 3). Los que se negaran a someterse a la autoridad de
Dios, manifestada a través de los judíos como pueblo escogido del Señor, se
unirían para conseguir por la fuerza de las armas lo que no habían estado
dispuestos a obtener poniendo su carácter en armonía con la ley de Dios (Jer.
25: 32; Eze. 38: 8-12; Joel 3:1, 12; Zac. 12: 2-9; 14: 2). Al llegar a
Jerusalén y sitiarla descubrirían, para su espanto, que en realidad luchaban
con el Dios del cielo (Jer. 25: 31-33), y que él los juzgaría (Joel 3: 9-17) y
destruiría allí mismo (Isa. 34: 1-8; 60: 12; 63:1-6; 66:15-18). Cuando los 148 paganos se hubieran
concentrado en la zona del valle de Josafat (Joel 3: 2, 12), situada
inmediatamente al este de Jerusalén, Dios se sentaría "para juzgar a todas
las naciones de alrededor" (Joel 3:12). La palabra Yehoshafat (Josafat)
significa literalmente "Jehová juzgará".
Reprenderá a muchos pueblos. "Bien que todas las naciones de la tierra"
se junten contra Jerusalén (Zac. 12: 3), "Jehova defenderá al morador de
Jerusalén" (vers. 8) y destruirá a "todas las naciones que vinieron
contra Jerusalén" (vers. 9). Lo que se describe en estos pasajes nunca se
cumplió en el caso del Israel literal, puesto que la nación no desempeñó la
misión que se le encomendó. Sin embargo, como lo señaló Juan el revelador
(Apoc. 20: 7-15), esta profecía se cumplirá en cierta medida al final del
milenio, cuando Satanás engañe a las naciones de la tierra, "a Gog y a
Magog, a fin de reunirlos para la batalla" (vers. 8), para rodear "el
campamento de los santos" (vers. 9). Los impíos estarán "de pie ante
Dios" y serán "juzgados" "por las cosas que estaban
escritas en los libros" (vers. 11- 12), "cada uno según sus
obras" (vers. 13). Las naciones de la tierra sabrán que Jehová es Dios
(Eze. 38: 23). Cf. Zac. 12: 4; Apoc. 19:19-21.
Rejas de arado. Heb. 'ittim, instrumentos agrícolas de hierro,
probablemente "rejas de arado", piquetas, "azadones" (BJ).
En acadio, la palabra designa la vara del tiro del arado. El contraste es
claro: se transformarían las armas de guerra en herramientas de paz. Cuando los
enemigos de Israel fueran vencidos, el remanente (Zac. 14:16) transformaría sus
armas bélicas en herramientas pacíficas.
ESTE ERA EL PLAN DIVINO que nunca se cumplió en el caso del Israel literal. No alzará espada. Cuando los enemigos de Israel fueran eliminados, las naciones que quedaran se someterían voluntariamente al liderazgo de Israel. "La paloma de la paz hubiera salido de sus muros [de Jerusalén] rumbo a todas las naciones" (DTG 530). Jerusalén habría sido "habitada confiadamente (Zac. 14: 1 l). "Extraños no... [habrían pasado] más por ella" (Joel 3:17-18). En consonancia con su nombre, la ciudad sería "posesión de paz" o "fundamento de paz". De nuevo: el plan original que Dios tuvo para con Israel no se cumplió por causa de la apostasía.
Ni se adiestrarán más para la guerra. Cf. Ose. 2: 18; Sal. 46:9. Los que creen que un
retorno literal de los judíos a Palestina presagia su restablecimiento a la
relación del pacto del AT, han interpretado que Isa. 2: 1-4 y su pasaje
paralelo de Miq. 4:1-3 constituyen una predicción de mil años de paz, época en
que los judíos gobernarán la tierra y la convertirán a Dios. Por supuesto, esta
interpretación carece de base bíblica (ver pp. 27, 39). En un intento por
demostrar el error de esta posición, algunos han procurado explicar que estos
versículos de Isaías se refieren a un falso reavivamiento religioso. Esta
interpretación debería examinarse comparando el pasaje de Isaías con otros
pasajes similares del AT. Tal como se presenta en las pp. 27-40, la Biblia
siempre aplica la descripción hecha aquí a la situación que habría prevalecido
si Israel hubiese sido fiel a Dios, cuando los gentiles se hubieran unido al
pueblo de Dios. Pero la infidelidad del Israel literal hizo que este propósito
fuera imposible de realizar. En consecuencia, se cumplirá con el Israel
espiritual mediante la proclamación final del Evangelio a las naciones de la
tierra (Apoc. 14: 9-11; 18:1-4; ver pp. 37-38).
En CM
439 se cita parte del pasaje paralelo de Miq. 4:1-3 junto con Isa. 54: 11-14 y
Jer 31: 33-34, como una de las muchas "lecciones prácticas en la Palabra
de Dios, lecciones que Cristo quiere que maestros y padres presenten a los
niños en la escuela y en el hogar". Se afirma que es uno de los pasajes
bíblicos que "contienen gran estímulo" y "son un tesoro de
perlas preciosas" (CM 440). Si Isa. 2: 1-4 y Miq. 4: 1-3 constituyen hoy
una lección práctica de "gran estímulo" para el pueblo de Dios,
difícilmente podrían describir un falso reavivamiento religioso. Sin embargo,
cuando las palabras de Isaías y Miqueas se consideran dentro del marco y
contexto de pasajes similares del AT, entonces se destaca su importancia.
NÓTESE LO SIGUIENTE: I. Isaías afirma específicamente que el mensaje de los vers. 2-5 concierne a "Judá" y a "Jerusalén" (Isa. 2: l; cf. Miq. 4:2), el pueblo escogido de Dios. En todo el AT, "Judá" y "Jerusalén" siempre son el pueblo de Dios, a pesar de sus imperfecciones y defectos, y Dios los reconoce como tal (Núm. 23:21). Aquellos a quienes Dios no reconoce como su pueblo nunca son designados con el nombre de "Judá" y "Jerusalén". Nunca se dirige él a Babilonia, Egipto o Edom llamándolos "Judá" y "Jerusalén". Nótese también la 149 exhortación que se hace a la "casa de Jacob" en el vers. 5. La gloriosa perspectiva de la recompensa por la fidelidad a Dios debiera haber sido un gran incentivo para que Israel caminara "por sus veredas" (ver CM 439-440).
II. Algunas
veces se hace
resaltar la frase "vendrán muchos pueblos, y dirán" (Isa. 2: 3), como
evidencia de que estas palabras se oponen a lo que el Señor ha dicho. Sin
embargo, debiera notarse que lo que aquí se afirma que dicen los
"pueblos" está en plena armonía con la voluntad de Dios tal como se
revela en otros pasajes de su Palabra, y que sería sumamente apropiado en boca
de los que sinceramente aman al Señor. Además, en varios pasajes del AT con
frecuencia se pone en boca de los gentiles convertidos al judaísmo esta misma
idea, algunas veces expresada con las mismas palabras. Por ejemplo, compárese
con Zac. 8: 21-23: "Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a
Jehová de los ejércitos... Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar
a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En
aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua
tomarán del manto de un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído
que Dios está con vosotros". En este pasaje los "pueblos" de las
"naciones" dicen exactamente lo mismo que se registra en Isa. 2: 3, y
Dios confirma que lo dicen a Israel como representante de la congregación de
las naciones. Difícilmente Podría concebirse que las palabras de Isa. 2:2-4
describan un falso reavivamiento y que las de Zac. 8: 21-23 se refieran a un
verdadero reavivamiento. Ver también Deut. 4: 6-7; Isa. 45: 14; 49: 6, 12, 18,
22; 55: 5; 56: 6-8; 61: 3-11; Jer. 3:17; 16: 19; Zac. 2:11; 14:16; Mal. 3: 12.
III. Las palabras de Isa. 2: 2 son palabra de Jehová y no la palabra de
"muchos pueblos" (vers. 3).
Dios mismo afirma en el vers. 2
la verdad de que "correrán... todas las naciones" al
"monte de la casa de Jehová". Tomar como un falso reavivamiento
religioso lo que Dios exige, equivale a negar que Dios sabía lo que estaba
diciendo. En el vers. 2 Dios dice que "correrán a él todas las
naciones", y en el vers. 3, "muchos pueblos... dirán: Venid, y
subamos al monte de Jehová". Es evidente que están actuando en armonía con
Dios y no en oposición a él.
IV. Si las palabras pronunciadas por el pueblo en el vers. 3 describen
un falso reavivamiento religioso, deben entenderse del mismo modo todas las
otras expresiones similares del AT.
V. Hacer coincidir las palabras de Isa. 2: 3 con el clamor de
"paz y seguridad" de 1 Tes. 5:3 implica pasar por alto la importancia
de pasajes del AT como Sal. 46:9; Ose. 2: 18. La promesa adicional de Miq. 4:
4, pronunciada por boca del Señor, junto con su contexto (vers. 5-8), deja en
claro que estas palabras se refieren a la paz eterna del reino mesiánico (Isa.
32: 15-18).
Los
escritos inspirados señalan claramente que en los últimos días habrá un gran
movimiento de reavivamiento religioso falso. Pero al estudiar la siguiente
evidencia también se deduce que Isaías no escribió en cuanto a ese falso
reavivamiento.
Cristo
predijo que el mensaje de los predicadores del falso reavivamiento religioso
sería de tal naturaleza que engañaría, "si fuere posible, aun a los
escogidos" (Mat. 24:23-27). Se nos
dice que "el engaño se asemejará tanto a la realidad, que será imposible
distinguirlo sin el auxilio de las Santas Escrituras" (CS 651). Cuando
llegue ese tiempo, sólo el amor genuino por la verdad y una atención muy
diligente a las instrucciones dadas mediante la Biblia y el espíritu de
profecía nos proteger án de los engaños del enemigo, los espíritus seductores y
las doctrinas de demonios (Ose. 4:6; 2 Tes. 2: 9-12; 6T 401; 3JT 276; TM 475).
Excepto
los que conocen y aman la verdad, todo el mundo se descarriará por causa de
estos engaños (Apoc. 13: 13-15; CS 618). A medida que las iglesias cristianas
nominales se unan, los dirigentes religiosos populares verán en esa unión un
gran movimiento para evangelizar al mundo. En realidad enseñarán específicamente que todo el mundo se convertirá
(CS 645-646; PE 260-261; cf. 282). Este falso reavivamiento sucederá justamente
antes de la proclamación del último gran mensaje divino de misericordia y
advertencia presentado en Apoc. 18:1-4, y procurará impedir que los hombres
acepten el mensaje de Dios (CS 517). Este es el clamor de "paz y
seguridad" mediante el cual Satanás desea crear en los hombres una falsa
sensación de seguridad, una modorra de la cual no despertarán hasta que sea
demasiado tarde (1 Tes. 5:1-5; cf. Jer 6:14; 8: 11; PE 282; PP 93-94; CS 618;
PVGM 338- 339; 2JT 322).
Se
unirán en este gran movimiento de falso reavivamiento todos los que tengan una
forma externa de piedad pero nieguen la eficacia de ella (2 Tim. 3:1, 5).
Como
el falso reavivamiento se asemejará tanto al verdadero, naturalmente la
descripción bíblica del verdadero también será en cierta medida una descripción
del falso. Así, en pasajes tales como Apoc. 14:6-1l; I8:1-4, y en otros que la
Inspiración destaca como descripciones del verdadero reavivamiento de la piedad
que será la obra final del Evangelio, sin duda es posible que se encuentren
algunas características que Satanás procurará falsificar. Es apropiado y
conveniente que estudiemos todo lo que la Inspiración nos ha revelado
concerniente a estas cosas, haciendo un sincero esfuerzo a fin de estar
preparados para la gran crisis que se avecina para la iglesia.
Al
hacer frente a las falsas pretensiones y a la exégesis defectuosa del sionismo
y de otros movimientos que confunden y aplican mal las profecías del AT,
dándoles interpretaciones imaginativas, "nunca nos permitamos emplear
argumentos que no sean completamente correctos... Debemos presentar argumentos
sólidos, que no sólo acallen a nuestros oponentes sino que soporten el examen
más estricto y escrutador" (2JT 313). Los escritos inspirados nos
proporcionan mucha información concerniente al falso reavivamiento religioso, y
al estudiar tan importante tema deberíamos limitarnos a esos pasajes bíblicos
que claramente predicen tal movimiento. En esto, como en todo nuestro estudio y
exposición de la Biblia, sobre todo de los mensajes de los profetas del AT,
haríamos bien en seguir muy de cerca los principios expuestos en las pp. 27-40.
5. Casa de Jacob. Cuando el profeta Isaías pronunció este mensaje, el
reino el norte, las diez tribus, aún no había sido llevado en cautiverio.
Aunque los mensajes de Isaías se dirigían en primer lugar al pueblo de Judá y
de Jerusalén (ver com. Isa. 1: 1), aquí se extiende a las doce tribus una
invitación para caminar en "la luz de Jehová". Y si bien la apostasía
del reino del norte era casi completa, la misericordia divina todavía invitaba
a Israel para que se volviera a Dios antes de que terminara el día de la
salvación.
Caminaremos. El glorioso futuro que aguardaba a Israel,
profetizado en los vers. 1-4, inspiró en el profeta una conmovedora exhortación
a andar en "la luz de Jehová". El que ha captado una visión de lo que
Dios tiene reservado para los que le aman y le sirven, no podrá conformarse más
con logros mediocres.
El cumplimiento del deber conocido es la única evidencia válida de que se ha aceptado con sinceridad el ofrecimiento divino de misericordia. En verdad, una profesión de fe sin obras de obediencia es considerada "muerta" (Sant. 2:26). Jesús dice que los que oyen la palabra del Señor, pero no la obedecen, son como el hombre que construye su casa sobre arenas movedizas (Mat. 7:26- 27).
Luz de Jehová. Es decir, la luz de la verdad que Jehová tan misericordiosamente envió por medio de sus siervos los profetas. En los días de Isaías esta luz era la salvación mediante el Mesías prometido, el cual, cuando vino, dijo de sí mismo que era "la luz del mundo" (ver com. Juan 8:12). Él era la "luz verdadera.... la luz de los hombres" (Juan 1:9, 4). Compárese este pasaje con las fervientes exhortaciones de nuestro Señor a los dirigentes del Israel de sus días para que anduvieran en la luz mientras ésta aún estuviera en medio de ellos (Juan 12:35-36; cf. Juan 1:9-12). 4CBA Ministerio Hno. Pio
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