domingo, agosto 23, 2020

REFLEXIÓN 361. ¡HOY ES EL DÍA DE SALVACIÓN! ¡ANTES DEL AJUSTE DE CUENTAS! (ISAÍAS 2:10-22).

Isaías 2:10-22. Adorar y servir al Dios vivo y verdadero, es la única opción segura, ganadora y feliz. Lejos de Dios, solo es vivir un espejismo. Hoy es el tiempo para decidir bien. ¡Decide por la vida, la vida eterna en Dios! O en aquel día te esconderás sin resultados, de su presencia. Apoc. 6:16,17.  

10 Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad. 11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día. 12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido; 13 sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basan; 14 sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados; 15 sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; 16 sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas. 17 La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. 18 Y quitará totalmente los ídolos. 19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra. 20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, 21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. 22 Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado? (Isaías 2).

10. Métete en la peña. En Palestina abundaban (y aún hoy abundan) cuevas y cavernas que proporcionaban protección natural en tiempos de peligro (Juec. 6:2; 15:8; 1 Sam. 13:6; 14: 11; 24:3; 1Rey. 18:4). En el gran "día de Jehová" la gente huirá aterrorizada hacia cualquier lugar de refugio, buscando protección de las calamidades que sobrevendrán en la tierra (Apoc. 6:15). El rollo 1QIsª no tiene la última frase del vers. 9, ni tampoco está el vers. 10 de Isa.1.

11. La altivez de los ojos. Los humanos han desafiado al Dios del cielo; han exaltado sus propias opiniones por encima de los decretos de Dios. En el gran día del juicio los orgullosos y altivos de la tierra serán humillados delante del Señor de los cielos (cap. 13:11).

Jehová solo. Cf. Sal. 46:10. Cuando Dios venga en poder y gloria toda carne será como hierba delante de él. Entonces el Señor será conocido en toda su grandeza y majestad como Creador y Sustentador, no sólo de esta tierra sino del universo. Ensalzado sobre el trono de su gloria, es juez de todos los pueblos y Rey del universo.

Aquel día. Es decir, el "día de Jehová" (vers. 12), cuando Jesús vuelva para reinar, cuando redima a su pueblo y destruya a los impíos (cap. 13:9; 34:8).

12. Día de Jehová. El "día de Jehová" es el día cuando se hará sentir la ira de Dios sobre las distintas naciones y sobre el mundo en general. Cuando una nación se vuelve tan impía que su suerte queda sellada, y el Señor152 pronuncia contra ella su sentencia final, ése es el "día de Jehová" para esa nación.  Este día de juicio, específico y localizado, era para cada una de las naciones implicadas su "día del Señor".  Estos juicios pronunciados contra Israel (Amós 5: 18), Judá y Jerusalén (Lam. 2: 22; Eze. 13: 5; Sof. 1: 7, 14, 18; 2: 2-3; Zac. 14: 1), Babilonia (Isa. 13: 6, 9), Egipto (Jer. 46: 10; Eze. 30: 3) y Edom, y los paganos en general (Abd. 15) son símbolos del día del juicio del Señor que vendrá sobre toda la tierra (1 Tes. 5: 2; 2 Ped. 3: 10).  Ver también Isa. 34: 8; Joel 1: 15; 2: 1; 3: 14; Zac. 14: 1; Mal. 4: 5. Las profecías concernientes a un "día de Jehová" de efectos locales, con frecuencia pueden también describir el "día [universal] de Jehová", que acaecerá al fin del mundo.  Asimismo Jesús entremezcló las predicciones de la caída de Jerusalén con las de su segunda venida.

Todo soberbio y altivo. "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Prov. 16: 18).  El orgullo llevó a los hombres a oponerse a Dios y a oprimir a sus prójimos.  El orgullo induce a los hombres a desafiar a Dios, obligándolo a transformarse en enemigo de ellos. En consecuencia, todo el poderío del cielo está desplegado contra ellos.  Sólo es asunto de tiempo hasta que perezcan junto con todas sus obras. Isaías vio que el profeso pueblo de Dios se estaba jactando y gloriando de sus proezas. También lo vio humillado en el polvo ante el Creador en el gran día de Jehová.

13. Los cedros del Líbano. Muchas veces se compara la gloria y el orgullo de hombres y naciones con árboles hermosos (Isa. 14: 8; Eze. 31: 3-14; Dan. 4: 10-23; Zac. 11: 1-2), sujetos a ser cortados y despojados de su gloria.

14. Los montes altos. En la Biblia, los montes muchas veces representan reinos. Así como la ira de Dios caerá sobre los orgullosos y altivos en el gran día de su ira, así también acontecerá con las naciones orgullosas. Las naciones que se han vanagloriado y exaltado contra el Señor de los ejércitos serán abatidas y desoladas.

15. Toda torre alta. En contraste con las defensas que Dios proporciona a los suyos, éstas son las que inventan los hombres. Uzías había fortificado en gran manera las defensas de Judá: había construido fuertes torres en Jerusalén, había ampliado las murallas de la capital y erigido torres en diversas zonas rurales. Sus sucesores siguieron la misma política (2 Crón. 26: 9-10; 27: 3-4; 32: 2-6; Isa. 22: 8-11; Ose. 8: 14).  Ninguna de esas defensas podría quedar en pie en el día de la ira de Dios.

16. Las naves de Tarsis. Grandes naves, capaces de llegar hasta Tarsis (en España) o en las cuales se transportaban los metales desde las refinerías hasta los centros comerciales. Navegaban por el Mediterráneo y el mar Rojo. Se las empleaba en el comercio con países distantes (1 Rey. 10: 22; 22:48; 2 Crón. 20: 36). El castigo del cielo caería sobre todas esas empresas comerciales, pues estaban motivadas por el egoísmo y la codicia.

Todas las pinturas preciadas. Mejor "todos los barcos cargados de tesoros" (BJ). La palabra hebrea sekiyyah debe traducirse como "nave" o "barco".  Esta traducción corresponde mejor al contexto.          La LXX traduce "naves".  También es interesante notar que, en egipcio, skti significa "nave".

17. La altivez del hombre. Cf. vers. 11. Para darle mayor énfasis, se repite aquí un mensaje de condenación dirigido a los orgullosos y altivos. La humillación y la vergüenza serán el destino final de los que piensan y actúan contrariamente a los propósitos del Señor de los cielos.

18. Y quitará totalmente los ídolos. Los ídolos siempre ha sido la muestra grafica del rechazo de la humanidad al Dios vivo. Por eso en aquel día, los destruirá justamente con sus adoradores.

19. Las cavernas de las peñas. Ver com. vers. 10. Nuevamente se pinta el cuadro de uno que busca amparo en las numerosas cuevas naturales y hendiduras de las rocas de Palestina, que con frecuencia brindaban un medio eficaz para escapar y defenderse en tiempos de peligro.                                       Cf. Ose. 10: 8; Apoc. 6: 15-16.

Para castigar. Mejor, "para hacer temblar" (BJ). La palabra hebrea 'arats significa "temblar" o "estar aterrorizado". Un gran terremoto ha de acompañar el regreso de Cristo. Cf. Isa. 2: 2l; Apoc. 11:19; 16:18. Esto traerá desolación a toda la tierra, anegará las grandes ciudades, desplazará las islas de sus lugares y arrancará las montañas de sus cimientos. Es la voz de Dios la que causará esta sacudida de la tierra (ver CS 694-695).

20. Topos. Pequeños animales (mamíferos insectívoros) que viven bajo tierra, en cuevas, ruinas o edificios deshabitados. A este tipo de lugar la gente huirá en busca de refugio (vers. 10, 19, 21).

Ídolos de plata. Los que corran a protegerse de la presencia de Dios las cuevas, desecharán sus ídolos, que ahora reconocen como incapaces de socorrerlos. No necesariamente 153 se trata de ídolos literales; podrían ser tesoros de oro y plata que han acumulado. Ahora ven que son totalmente inútiles y no pueden proporcionarles alivio alguno, y los desecharán como vanos.

21. Las Hendiduras De Las Rocas. Con ciertas añadiduras y variantes, Isaías repite la figura del vers. 19. Este es el clímax de la escena que le fue presentada a Isaías de los terribles acontecimientos que habrían de sobrevenir a la tierra. Se acerca la hora cuando esta profecía se cumplirá (ver 3JT 142) y el Señor se revelará sacudiendo y castigando la tierra, y haciendo justicia contra los que a sabiendas han rechazado su misericordia y violado su ley.

22. Dejaos del hombre. Si tal es la suerte de los impíos, ¿por qué confiar más en ellos? El pueblo de Dios confiaba en su propia inteligencia y en la ayuda de sus vecinos paganos. Debía volverse a Dios para hallar en él su socorro y fortaleza.

El sentido de las palabras "Dejaos del hombre" es similar al de la advertencia de Cristo a sus discípulos, registrada en Mat. 10: 17: "Guardaos de los hombres". Vez tras vez Dios advirtió a Israel que no confiara en la fuerza humana, ni en la propia, ni en la de naciones vecinas como Egipto y Asiria, sino que más bien confiara en lo que Dios podría hacer y haría en su favor, si le era fiel. Como en el mar Rojo, en Jericó, y frente a las puertas de Jerusalén en los días de Senaquerib, Dios podía probar la suficiencia del poder divino.

Cuyo Aliento. Estas palabras hacen resaltar la fragilidad de la vida del hombre (Gén. 2:7; 7:22; Sal. 146:3-4). Dios fue quien dio al hombre aliento de vida, y cuando queda sin aliento, la vida cesa. ¿Por qué se ha de depender de débiles seres mortales para obtener ayuda, cuando Dios promete proporcionar conducción y fortaleza?

¿De qué es él estimado? "¿Qué vale él?" (BJ). ¿Quién es el hombre y qué puede hacer para que se deposite en él tanta confianza? Los hombres se vanaglorian y desafían al gran Dios del cielo, rechazando su Palabra y negándose a andar en sus caminos. Esos hombres serán raídos completamente junto con las cosas que han hecho, mientras que Dios y la verdad permanecerán para siempre. ¿Por qué acudir a los hombres que se han vuelto contra Dios? De toda la ponderada civilización que el hombre ha construido y de la cual se jacta tanto, nada valdrá la pena conservar. Sus elevadas torres y murallas, sus naves de Tarsis, sus tesoros de oro y plata, perecerán en el día cuando Jehová "se levante para castigar la tierra" (vers. 19). Los altivos y arrogantes serán humillados y sólo Jehová será ensalzado en ese día. 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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