1 CUANDO fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. 3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. 4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? 7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios. (Eclesiastés 5).
1. Casa de Dios. El antiguo tabernáculo se conocía como "casa
de Jehová" (1 Sam. 1:7; 2 Sam. 12:20). El mismo título se usó más tarde
para el templo de Jerusalén (1 Rey. 3:1).
Guarda tu pie. En las versiones hebreas de la Biblia, en la LXX, en
la Vulgata y en otras versiones éste es el vers. 17 del cap. 4. "Guarda tu
pie" equivale a "mira dónde caminas", y se usa aquí en sentido
figurado, en armonía con el pensamiento de Gén. 17: 1 y Sal. 119: 101.
Sacrificio de los necios. Estos "necios ... hacen mal" cuando entran
en "la casa de Dios" porque no guardan "su pie" y no se
acercan "para oír". No tienen en cuenta a Dios, en cuya presencia
están (vers. 2); sus pensamientos se concentran en cosas terrenales y, como
resultado frecuentemente sus palabras son imprudentes, precipitadas y
demasiadas. El sabio llama "necios" a los que asisten a la iglesia y
están tan inconscientes de la presencia de Dios, que continuamente piensan y
hablan de asuntos triviales. Su culto es sólo externo, una mera forma.
Hacen mal. Ignorantes de los requisitos espirituales, no rinden
culto a Dios sincera e inteligentemente (ver Juan 4: 24). Pecan en su
ignorancia voluntaria, y Dios no acepta su culto ni sus ofrendas, entregadas
irreflexivamente.
2. Prisa. O, "no te apresures", tal como se traduce en los caps. 7: 9 y 8: 3. Son peligrosas las palabras apresuradas, irreflexivas, precipitadas, ya sea en conversación, petición u oración. La lengua debe ser dominada como lo es un caballo. Nótese el consejo de Cristo respecto a la oración (Mat. 6:7).
Delante de Dios. Debemos dirigirnos a Dios con temor reverente (ver 1 Rey. 8: 43), y no como a un hombre. Sean pocas tus palabras. Compárese con el clamor de los sacerdotes de Baal (1 Rey. 18:26). Dios conoce nuestras necesidades. Es innecesario un exceso de palabras que describan detalles íntimos de nuestras peticiones (Mat. 6: 7, 8; cf. Luc. 18: 9-14).
3. Sueño. Heb. jalom, palabra que abarca toda clase de sueños, incluso los de los profetas falsos y verdaderos. Posiblemente se refiera al confuso estado mental de los mundanos, entrampados en una multitud de preocupaciones y ayunos de la paz de Dios.
Multitud de palabras. Así como sus sueños responden a un exceso de trabajo y tensión nerviosa, también la superabundancia de palabras revela que es necio quien las pronuncia.
4. A Dios haces promesa. Ver Deut. 23: 21; cf. Sal. 50: 14; Prov. 20: 25.
No se complace en los insensatos. El hebreo dice literalmente: "No hay placer en insensatos". En otras palabras, según Salomón, ni Dios ni el hombre se complacen en una persona irreflexivo que promete mucho pero cumple poco. Compárese con el relato de Ananías y Safira (Hech. 5: 1-10).
5. No prometas. Uno puede sentirse impresionado a prometer una
ofrenda para la obra de Dios debido a una manifiesta bendición recibida. Si se
hace, la promesa, debe cumplirse.
6. Te haga pecar. Dejar de cumplir un voto es un pecado de omisión.
Ángel. La LXX y la Siríaca dicen "Dios". *Cada uno tiene un ángel cerca, que lo cuida y recaba toda la información. Mt. 18:10. Dios se enoje. En cuanto al enojo de Dios, ver com. Juec. 2: 20; 2 Rey. 13: 3; 17: 11. ¿Por qué una persona tiene innecesariamente que acarrearse el desagrado de Dios?
7. Teme a Dios. Un temor piadoso debiera ser la fuerza guiadora de la vida (Ecl. 7:18; 8: 12; 12: 13; Hab. 2: 20; ver com. Deut. 4:10; 6: 2). 3CBA
Ministerio Hno. Pio
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