Isaías 3:1-8. Es un castigo al formalismo religioso. De la prosperidad a la ruina económica.
1 PORQUE he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; 2 el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; 3 el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. 4 Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. 5 Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble. 6 Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina; 7 él jurará aquel día, diciendo: No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo. 8 Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad. (Isaías 3).
1. De Jerusalén y de Judá. Jerusalén y Judá representan al profeso pueblo de
Dios, el cual en los días de Isaías se había apartado mucho del Señor y sin
embargo hacía una ruidosa aunque vana profesión religiosa. Una situación
similar prevalece en el mundo actual, y el pueblo que en estos últimos días
adora a Dios con sus labios, pero cuyo corazón está lejos de él, necesita este
mismo mensaje. Ver com. Mat. 15: 7-9.
Al sustentador y al fuerte. Dios está a punto de quitar de Judá los dos
elementos más necesarios para sustentar la vida: el pan y el agua. Ver Lev. 26:
26; Sal. 105: 16; Eze. 4: 16; 5: 16; 14: 13, donde aparece la expresión
"sustento del pan". Sin duda Isaías se refiere aquí al hambre
literal, pero el contexto parece aplicar la figura del hambre literal a una
escasez de dirigentes capaces. La nación sufriría por falta de liderazgo, así
como el cuerpo sufre por falta de alimento. Cuando los estadistas fueran
eliminados, las responsabilidades de gobierno recaerían sobre personas
incapaces. El resultado inevitable sería una decadencia nacional (vers. 2-5).
2. El juez y el profeta. En los vers. 2-3 se enumeran las diferentes clases
de hombres que eran el sostén de la nación. Sin tales dirigentes, ningún Estado
puede perdurar por mucho tiempo. Pero esos hombres serían quitados de Judá, lo
cual ocasionaría debilidad y desorganización nacional. El Señor no afirma que
deliberadamente quitaría a tales personas de la tierra, sino simplemente llama
la atención al funcionamiento natural de la ley de causa y efecto. Permitió que
Israel tuviera los dirigentes que quería, los cuales gobernarían 155 como el
pueblo deseaba ser gobernado.
El Adivino. "El augur" (BJ). Aunque la palabra hebrea así
traducida indica casi siempre a un adivino cuyas actividades no podían ser
aceptadas por Dios, también puede referirse al que echa suertes para saber la
respuesta deseada. Se refiere aquí a una persona sabia y prudente, capaz de dar
un buen consejo.
3. El Hombre De Respeto. "El grande" (NC) o "estimado"
(BJ). En este versículo continúa la enumeración de los hábiles dirigentes que
habrían de ser eliminados en Judá: oficiales del ejército, los funcionarios
civiles, todos ellos necesarios para que la nación fuera fuerte y próspera.
Hombres de esta clase fueron los que Nabucodonosor llevó a Babilonia (2 Rey.
24: 14; cf. Jer. 24: 1; Dan. 1: 3-4).
4. Pondré Jóvenes. "Les daré mozos por jefes" (BJ). La
conducción de los asuntos nacionales caería en manos de hombres de inteligencia
pueril. Se designaría a incapaces para que gobernaran la nación. Habría una
grave escasez de dirigentes hábiles, y como resultado las cosas irían de mal en
peor. "Muchachos": individuos caprichosos, hombres faltos de claridad
mental y de buen juicio para actuar. Ellos decidirían y determinarían el
destino del Estado. Bajo tales condiciones, la desintegración nacional sería
rápida y segura.
5. El Pueblo Se Hará Violencia. Las naciones cuyos dirigentes son sabios y capaces
no sufren injusticia ni opresión. El esfuerzo resuelto de los conductores de
una nación para promover igualdad y justicia impedirá abusos que resulten en la
ruina de la civilización. Cuando los ciudadanos de una nación son
constantemente oprimidos por sus conciudadanos, su confianza y prosperidad
languidecen. Donde hay injusticia y engaño, violencia y opresión, la nación
mengua, y el día del ajuste de cuentas seguramente vendrá. Esto ha ocurrido en
todas las edades. Ocurrió en Judá en los días de Isaías; sucede también hoy. La
corrupción prepara el camino para el caos y la ruina.
El Joven Se Levantará. Los jóvenes de cortos años y poca experiencia
despreciarían el consejo de sus mayores. Tal como se presenta en el Decálogo,
el primer deber del hombre para con su prójimo es honrar a sus padres (Exo. 20:
12; cf. Lev. 19: 32). Entre los peligros que se predicen para el tiempo del
fin, se incluyen: hijos "desobedientes a los padres", y hombres
"impetuosos" e "infatuados", "aborrecedores de lo
bueno" (2 Tim. 3: 1-4).
6. Tú Tienes Vestido. Se intentaría encargar la conducción del pueblo a los ricos, sin pensar que la posesión de bienes materiales no siempre es evidencia de habilidad para gobernar. Esta Ruina. Estas palabras se emplean para referirse a la nación como si ya fuera una morada en ruinas. Los tiempos distarían mucho de ser prósperos.
7. No tomaré ese cuidado. Una de las acepciones del hebreo permite traducir
como lo hace la BJ: "No seré vuestro médico". Así respondería el
hermano a quien se instara a gobernar sobre esa "ruina" (vers. 6).
Rechazaría la invitación, y el cargo de "cuidador" o
"médico" quedaría vacante. No le incumbiría la tarea de curar las
heridas ajenas. Si había una obra de restauración que realizar, que otro
asumiera la responsabilidad. Tuviera o no capacidad para asumir el mando,
rehusaría la responsabilidad del liderazgo.
8. Arruinada está Jerusalén. En el tiempo de las invasiones de Senaquerib (ver t.
II, pp. 89-90) el reino de Judá quedo casi completamente en ruinas. El rey
Ezequías fue forzado por el monarca asirio a pagar un elevado tributo (ver com.
cap. 2: 7). Aunque Senaquerib no logró penetrar en Jerusalén, el resto de la
nación cayó en sus manos.
La lengua de ellos y sus obras. Aquí Isaías expone el motivo de la humillación que
había sufrido Israel, y de la completa ruina que inevitablemente habría de
seguir: el pueblo había abandonado al Señor, y por eso Dios ya no podía
bendecirlo ni protegerlo. Por sus palabras y sus obras, el profeso pueblo de
Dios estaba en rebeldía contra Jehová.
Para irritar los ojos. Literalmente, "para rebelarse ante los ojos de su gloria", es decir, en su misma presencia (cf. vers. 9). Dios es longánime y compasivo, y espera mucho antes de castigar a los culpables. Pero por más que se demore, el día del ajuste de cuentas sin duda llegará. 4CBA Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario