sábado, agosto 01, 2020

REFLEXIÓN 317. CONSEJOS A UN REY SOBRE LA PUREZA, LA TEMPERANCIA Y EL DEBER DE CONFORTAR Y DEFENDER A LOS AFLIGIDOS (Proverbios 31).


Proverbios 31, del versículo 1-5, 
Trata sobre la enseñanza de Lemuel 
sobre la pureza y la temperancia.
Y de los versículos 6-9, del deber y privilegios 
de confortar y defender a los afligidos, 
que tienen consecuencias temporales y eternas.

1 PALABRAS del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?
3 No des a las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.
4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la sidra;
5 No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los afligidos.
6 Dad la sidra al desfallecido, Y el vino a los de amargado ánimo.
7 Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más.
8 Abre tu boca por el mudo. En el juicio de todos los desvalidos.
9 Abre tu boca, juzga con justicia, 
Y defiende la causa del pobre y del menesteroso. 
(Proverbios 31).


1.Lemuel. Este versículo dice literalmente: "palabras de Lemuel, rey, una profecía [o "de Massa", 
si se traslitera este vocablo] que su madre le enseñó". En cuanto a "Massa", ver com. cap. 30: 1. 
Este capítulo se asemeja más en estilo y en espíritu al resto, del libro de Proverbios que el cap. 30. 
Hay quienes piensan que Salomón es su autor, pues consideran que Lemuel es otro nombre de Salomón; sin embargo, no puede afirmarse esto. Tampoco es importante saber exactamente quién fue el autor. Es un CAPÍTULO inspirado cuyo consejo es valioso, La LXX traduce la introducción de esta nueva sección de la siguiente manera: "Mis palabras han sido habladas por Dios: la respuesta magistral de un rey a quien su madre instruyó".
2. ¿Qué, Hijo Mío? Pareciera preguntarse: "¿Qué te diré?" "¿Qué consejo daré?"
3. Lo Que Destruye. También podría traducirse: "los que destruyen a los reyes" o "las que destruyen". Todo el versículo sería entonces una advertencia contra la falta de castidad.
4. No Es De Los Reyes. Beber licores embriagantes es muy perjudicial, aun tratándose de ciudadanos comunes. Y cuando los gobernantes se someten a la esclavitud del alcohol, el daño que sufren como individuos se multiplica enormemente por el daño que ocasionan a sus súbditos como resultado de su gobierno irresponsable.
5. Olviden La Ley. El embotamiento de la sensibilidad y el aumento de los deseos egoístas que causan las bebidas embriagantes hacen que un gobernante fácilmente descuide  la justicia o tome decisiones  egoístas. De este modo perjudica a los que no gozan de su favor y a los pobres desafortunados.
6-7. Dad La Sidra. Cf. Prov. 20: 1; 23: 29-35; ver com. Deut. 14: 26. [Lo que deseas. La necesidad de surtir con los artículos necesarios para la fiesta a los adoradores que venían de lejos, llevó finalmente a la instalación de un mercado en el área del templo en Jerusalén. Los sacerdotes de mentalidad mundana pronto corrompieron esta situación y la convirtieron en una fuente de ganancia personal (Jer. 6: 13; 23: 11).
Sidra. Tanto el "vino" como la "sidra" de este pasaje eran bebidas fermentadas. En tiempos pasados, Dios muchas veces pasó por alto la crasa ignorancia que motivaba prácticas que él no podía aprobar. Pero finalmente llega el tiempo cuando, en todas las cosas, Dios "manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan"
 (Hech. 17:30). Luego de esto, aquellos que persisten en su práctica, a pesar del consejo y de la advertencia, ya no tienen "excusa por su pecado" (Juan 15: 22). Antes de ese momento, no habían tenido pecado y Dios no los había considerado responsables, aunque sus acciones estaban lejos de ser ideales. Su longanimidad se extiende a todos los que "no saben lo que hacen" (Luc. 23: 34). Así como Pablo, quien persiguió a la iglesia "por ignorancia, en incredulidad", pueden obtener misericordia (1 Tim. 1: 13).
En tiempos antiguos, Dios toleró que los israelitas tuviesen esclavos, pero protegió a los esclavos de injusticias (Exo. 21: 16, 20). Tampoco en la iglesia cristiana la esclavitud fue abolida inmediatamente, sino que se instruyó a los amos para que trataran bondadosamente a sus esclavos (Efe. 6: 9; Col. 4: 1).
Del mismo modo, Dios nunca ha aprobado la práctica del divorcio o de la poligamia. "Al principio no fue así" (Mat. 19: 8). Pero, por un tiempo, Dios toleró esto, y dio las instrucciones necesarias para salvaguardar los derechos de la mujer, para mitigar el sufrimiento resultante de estas prácticas y para proteger la relación matrimonial de abusos mayores (Exo. 21: 7-11; Deut. 21: 10-17). 
Por ejemplo, si bien es cierto que Dios no le prohibió a Abrahán que tomase a Agar por segunda esposa, 
tampoco lo protegió de los males que resultaron de tal acción.
Dios le dio a Moisés leyes que tenían el propósito, no de abolir directamente la poligamia, sino de desaprobarla (Lev. 18: 18; Deut. 17: 17), de restringir el divorcio (Deut. 22: 19, 29; 24: 1), y de elevar la norma de la vida matrimonial (Exo. 20: 14, 17; Lev. 20: 10; Deut. 22: 22). Cristo puso en claro que las disposiciones del AT en cuanto a la pluralidad de esposas y al divorcio no eran ideales, sino una solución temporaria, tolerada por Dios "por la dureza" del "corazón" de ellos (Mat. 19: 4-8).  Cristo señaló que el ideal de Dios para el hogar cristiano (Mat. 19:9) siempre ha sido la monogamia (Mat. 19: 4-6; 1 Tim. 3: 2; Tito 1: 6).  El cristiano no tiene por qué dudar en cuanto a la voluntad de Dios respecto de estas cosas. No tiene, por lo tanto, ni siquiera la limitada excusa de la gente de los tiempos del AT.
Lo mismo puede decirse del "vino" y de la "sidra". No se prohibió estrictamente su uso, salvo para los que desempeñaban tareas religiosas, y quizá también para los que se ocupaban en la administración de la justicia 
(Lev. 10: 9; Prov. 31: 4, 5). Se señaló claramente los males que acarreaban el "vino" y la "sidra", y se aconsejó al pueblo a abstenerse de estas bebidas (Prov. 20: 1; 23: 29-33). Se pronunció una maldición sobre aquel que hace beber a su prójimo (Hab. 2: 15). Pero Pablo presenta el ideal declarando: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31), y advierte que Dios destruirá a los que destruyen sus cuerpos (1 Cor. 3: 16, 17).  Las bebidas embriagantes "destruyen el templo de Dios" y su consumo no puede ser considerado una manera de glorificarle (1 Cor. 6: 19, 20; 10: 31). Pablo abandonó el uso de todo lo que fuese dañino para su cuerpo (1 Cor. 9: 27). No puede admitirse hoy el argumento según el cual, puesto que una vez Dios lo toleró, no tiene nada intrínsecamente malo ingerir bebidas embriagantes. Como ya se hizo notar, también una vez permitió la práctica de la esclavitud y de la poligamia. La Biblia advierte que los "borrachos" no "heredarán el reino de Dios" (1 Cor. 6: 10).
Tú deseares. El verbo hebreo es diferente del que se traduce "deseas" 
al comienzo del versículo. Aquí significa más bien "pedir".
Comerás allí. Una fiesta santa para toda la 1017 familia "delante de Jehová", es decir, delante del santuario.
Tu familia. Aquí se incluyen no sólo los miembros inmediatos de la familia, sino también los siervos.
 (cap. 12: 18)]. 1CBA
Desfallecido. Los antiguos no conocían, como hoy lo sabe la ciencia médica, el valor de ciertas drogas para alivia el dolor causado por enfermedades fatales y a menudo usaban mezclas de bebidas embriagantes y preparados de hierbas narcóticas. En los días de Cristo se ofrecía a los crucificados una mezcla de vinagre con hiel. Nuestro Señor rehusó beberla, pues deseaba tener la mente clara para resistir, la tentación de Satanás y mantener firme su fe en Dios (Mat. 27: 34; DTG 695, 702,703).
8. Los Desvalidos. Todos los que están en graves dificultades, y que por su pobreza o por el antagonismo de los gobernantes no pueden defenderse ante los tribunales, necesitan la ayuda de gente buena que pueda hablar a favor de ellos (ver Job 29: 12).
9. Defiende la causa del pobre y del menesteroso. Cf. Prov. 21: 13. (El comportamiento inmisericorde puede ocasionar una retribución en esta vida, y con certeza provocará un castigo en el juicio venidero (Prov. 14: 21; Mat. 18: 23-35; 25: 41-46; Luc. 6: 38; Sant. 2: 13). Zac. 7: 9; 8: 16.  3CBA
Ministerio Hno. Pio

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