Isaías 3:12-15. Al Dios que sirves y adoras, graba su carácter en ti. El
Dios verdadero es amor. Los dirigentes, se convirtieron en crueles y malvados porque
adoraron a los dioses paganos. Y Dios entra en juicio con este pueblo.
12
Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él.
Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos. 13
Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. 14
Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes;
porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en
vuestras casas. 15
¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres?
dice el Señor, Jehová de los ejércitos. (Isaías 3).
12. Los opresores . . . son muchachos. Algunos han pensado que estas palabras se refieren a
la edad de los reyes de Judá en esta época, pero difícilmente podría ser así,
pues, salvo excepciones, los reyes durante el tiempo de Isaías no fueron
demasiado jóvenes cuando asumieron el poder. Jotam tenía 25 años cuando comenzó
a reinar (2 Rey. 13: 33); Acaz, 20 (2 Rey. 16: 2), y Ezequías, 25 (2 Rey. 18:
2). Es cierto que Azarías, también llamado Uzías, tenía sólo 16 años cuando
subió al trono (2 Rey. 15: 2); pero el ministerio de Isaías no comenzó hasta
cerca del fin del reinado de Azarías (Isa. 6: 1). Manasés tenía 12 años (2 Rey.
21: 1) y Josías sólo 8 (2 Rey. 22: 1) cuando comenzaron a reinar. Puesto que
los reyes del tiempo de Isaías no fueron literalmente "muchachos",
tampoco es lógico pensar que sus funcionarios fueran "muchachos" en
un sentido literal. Esta frase significa que los gobernantes de la época eran
niños en su criterio y capacidad. Escaseaban los dirigentes experimentados en
el trono, en el hogar, como también en otras actividades. Esto fue cierto
especialmente en el caso de Acaz -quien comenzó a reinar unos pocos años
después de que Isaías fuera llamado por Dios-, el cual fue sucedido en el trono
por el buen rey Ezequías.
Mujeres se enseñorearon. De nuevo significa que el país era gobernado por
hombres carentes de dones para el mando. Aunque las palabras
"muchachos" y "mujeres" no deben tomarse en su sentido
literal, la influencia de las arrogantes y disolutas "hijas de Sión"
(vers. 16-24) debe haberse hecho sentir sobre los dirigentes, e indirectamente,
en los asuntos del Estado. En vez de ayudar a sus esposos, esas mujeres les
eran un estorbo; en vez de enseñar a sus hijos los caminos de justicia, los
guiaban por sendas de transgresión.
Los que te guían. El dirigente ocupa una posición de gran
responsabilidad, porque adonde él conduce, el pueblo irá. Cuando los dirigentes
van por mal camino, naciones enteras se descarrían. Los dirigentes civiles y
religiosos del tiempo de Isaías guiaban al profeso pueblo de Dios por caminos
de iniquidad 157 y destrucción. El mundo hoy está bajo malas influencias que
lenta y seguramente conducen a los hombres por caminos de impiedad, cuyo fin es
la muerte eterna. En ningún momento de la historia fue más importante que hoy
el contar con un liderazgo acertado.
13. Jehová está en pie. Cuando la impiedad alcance cierto límite previsto
por el Señor, él se levantará para hacer juicio (PR 269; 2JT 62-63; 5T 524); la
intercesión cesará y comenzará la ejecución del juicio. Dios exhorta a su
pueblo a arrepentirse y apartarse de su maldad antes de que sea para siempre
demasiado tarde.
14. Los ancianos. Es decir, los ancianos y dirigentes que gobernaban el país. Eran ciegos "guías de ciegos" (Mat. 15: 14). El pueblo esperaba de ellos conducción y sabiduría, pero sólo era conducido por caminos de impiedad e insensatez. Habéis devorado la viña. La viña representa a la nación de Israel (cap. 5: 7; cf. cap. 1: 1, 8, 27; 2: 1, 3; 3: 1, 8, 16; 4: 3-4). Los dirigentes civiles y religiosos eran los cultivadores de la viña. En vez de cuidarla, la habían devorado. Se preocupaban más por sí mismos que por el bienestar del pueblo al cual gobernaban. El despojo del pobre. Los pobres de la tierra eran defraudados por los gobernantes. La razón del empobrecimiento del pueblo era la codicia de los que ocupaban puestos influyentes y de autoridad.
15. Majáis mi pueblo. El pueblo de Israel era el pueblo de Dios. Los
pobres y los menesterosos eran hijos de Dios, y el Rey del cielo los tenía en
tan alta estima como a los ricos. Dios tomaba nota de cada injusticia, y habría
de considerar a cada opresor como responsable de su maldad. Por causa de su
debilidad y pobreza, los humildes y necesitados dependen de todos los que
profesan ser siervos de Dios. Oprimir a los pobres equivale a violar los
principios del reino de los cielos. Dios no mirará con agrado a los que se
enriquecen a expensas de los pobres y después tratan de aliviar su conciencia
presentando ofrendas a Dios de esas ganancias mal adquiridas. 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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