Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran
amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró
contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Éxodo 15:23,24.
El Señor Tenía Una Lección Para
Enseñarles A Los Hijos De Israel.
Las aguas de Mara
eran una lección objetiva, representando las
enfermedades que
se acarrearon los seres humanos por causa del pecado.
No es misterio que los habitantes
de la tierra están sufriendo de enfermedades de toda índole y tipo. Es porque
transgreden la ley de Dios.
Así hicieron los
hijos de Israel. Derribaron las barreras que Dios en su
providencia había erigido para preservarlos de la enfermedad, con el fin de que pudieran vivir con salud y santidad y de esa manera
aprendiesen obediencia en su caminar por el desierto.
Viajaron bajo la dirección especial de
Cristo, quien se había dado como
sacrificio para preservar a un pueblo que siempre tuviera a Dios
en su memoria, a pesar de las magistrales tentaciones de Satanás.
Envueltos en la columna de nube
guiadora, era el deseo de Cristo guardar bajo sus alas protectoras de cuidado
a todos los que hicieran su voluntad.
No fue por
casualidad que en su viaje los hijos de Israel llegaron a Mara. Antes
que dejaran Egipto, el Señor comenzó sus lecciones de
instrucción, para poder llevarlos a que se dieran cuenta de que él era su
Dios, su Libertador, su Protector.
Murmuraron
contra Moisés y contra Dios, pero aún así el Señor trató de mostrarles que aliviaría todas sus perplejidades si querían mirarlo a él. Los males que
encontraron y
por los que pasaron eran parte del gran plan de Dios, por medio de los cuales deseaba probarlos.
Cuando
llegaron a las aguas de Mara, “el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y
Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las
aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó”. Éxodo 15:24, 25.
Aunque
invisible a los ojos humanos, Dios era el líder de los
israelitas, su poderoso Sanador. Él fue quien
puso en el árbol las propiedades que endulzaron las aguas.
De esa manera
deseaba mostrarles que por medio de su poder podía curar los
males del corazón humano.
Cristo es el
gran Médico, no sólo del cuerpo sino del alma. Nos devuelve a nuestro Dios. Dios permitió que su Hijo unigénito fuera magullado, con el fin de que las propiedades curativas pudieran fluir de él para curar todas nuestras
enfermedades. Manuscript
Releases, 29-31. [301]