8 OTRO ÁNGEL le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y EL TERCER ÁNGEL los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; 11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Apoc. 14:1-12-
*CUANDO los hombres rechacen entonces la institución que 503 Dios declaró ser el signo de su
autoridad, y honren en su lugar lo que Roma escogió como signo de su
supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma, "la
marca de la bestia." Y sólo cuando la cuestión haya
sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a
escoger entre los mandamientos de Dios y los mandamientos de los hombres, será cuando los que perseveren en la
transgresión recibirán "la marca de la bestia."
La más terrible
amenaza que haya sido jamás dirigida a los mortales se encuentra contenida en
el mensaje del tercer ángel. Debe ser un pecado horrendo el que atrae la ira de
Dios sin mezcla de misericordia.
Los hombres no deben ser dejados en la ignorancia tocante a esta importante cuestión; la amonestación contra este pecado debe ser dada al mundo antes que los juicios de Dios caigan sobre él, para que todos sepan por qué deben consumarse, y para que tengan oportunidad para librarse de ellos.
La profecía declara que el primer ángel hará su proclamación "a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo." El aviso del tercer ángel, que forma parte de ese triple mensaje, no tendrá menos alcance.
La profecía dice de él que será proclamado en alta voz por un ángel
que vuele por medio del cielo; y llamará la atención del mundo.
AL FINAL DE LA LUCHA, toda la cristiandad quedará dividida en dos grandes categorías:
la de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y la de los
que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca.
Si bien la iglesia y el estado se
unirán para obligar a "todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres,
así libres como esclavos," a que tengan "la marca de la bestia"
(Apocalipsis 13:16 V.M.), el pueblo de Dios no la tendrá. El profeta de Patmos
vio que "los que habían salido victoriosos de la prueba de la bestia, y de
su imagen, y del número de su nombre, estaban sobre aquel mar de vidrio,
teniendo arpas de Dios," y cantaban el cántico de Moisés y del Cordero.
(Apocalipsis 15:2,3, V.M.). CS503/EGW/MHP