Basado en Hechos 14:1-26.
DE
ANTIOQUÍA DE PISIDIA, PABLO Y BERNABÉ FUERON A ICONIO. En ese lugar, como en
Antioquía, comenzaron sus labores en la sinagoga de su propio pueblo. Tuvieron
un éxito notable; "creyó una grande multitud de Judíos, y
asimismo de Griegos." Pero en Iconio, como en otros lugares donde
los apóstoles trabajaron, "los
Judíos que fueron incrédulos, incitaron y corrompieron los ánimos de los
Gentiles contra los hermanos."
LOS
APÓSTOLES, SIN EMBARGO, No Se Dejaron Desviar De Su Misión; Porque Muchos
Aceptaban El Evangelio De Cristo. Frente a la oposición, la envidia y el
prejuicio, continuaron su trabajo, "hablando denodadamente en el
Señor;" y Dios "daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que
señales y milagros fuesen hechos por las manos de ellos." Estas evidencias
de la aprobación divina tenían una poderosa influencia sobre aquellos cuyas
mentes estaban abiertas a la convicción, y los conversos al Evangelio se
multiplicaban.
LA CRECIENTE POPULARIDAD
Del Mensaje Predicado Por Los Apóstoles Llenó De Envidia Y Odio A Los Judíos
Incrédulos, Y Resolvieron Éstos Poner Coto De Una Vez A Las Labores De Pablo Y Bernabé.
MEDIANTE
FALSOS Y EXAGERADOS INFORMES, indujeron a las autoridades a temer que toda
la ciudad fuera incitada a la insurrección. Declararon que muchos se estaban
adhiriendo a los apóstoles, y sugirieron que lo hacían con secretos y
peligrosos designios. Como resultado de estas acusaciones, los discípulos
fueron conducidos repetidas veces ante las autoridades; pero su defensa era tan
clara y sensata, y su exposición de lo que enseñaban 145 era tan serena y amplia, que se ejerció una poderosa influencia
en favor de ellos. Aunque los magistrados tenían prejuicios contra ellos debido
a las falsas declaraciones que habían oído, no se atrevieron a condenarlos. No
podían menos que reconocer que las enseñanzas de Pablo y Bernabé tendían a
formar hombres virtuosos, ciudadanos obedientes de la ley, y que la moral y el
orden de la ciudad se fortalecerían si fueran aceptadas las verdades enseñadas
por los apóstoles.
A CAUSA DE LA OPOSICIÓN que
afrontaban los discípulos, se le dio mucha publicidad al mensaje de la verdad;
los judíos veían que sus esfuerzos por desbaratar la obra de los nuevos
maestros no hacían sino añadir gran número de personas a la nueva fe. "El vulgo de la ciudad estaba dividido;
y unos eran con los Judíos, y otros con los apóstoles."
TAN ENFURECIDOS ESTABAN LOS JEFES DE LOS JUDÍOS por
el giro que las cosas tomaban, que decidieron lograr sus fines por la
violencia. Despertando las peores pasiones de la ignorante y turbulenta
multitud, lograron crear un tumulto, que atribuyeron a las enseñanzas de los
discípulos. Mediante esta falsa acusación esperaban que los magistrados les ayudasen
a realizar su propósito. Resolvieron que los apóstoles no tuviesen oportunidad
de justificarse, y que la multitud interviniese apedreando a Pablo y Bernabé,
poniendo así fin a sus labores.
ALGUNOS AMIGOS DE LOS APÓSTOLES, QUE NO ERAN CREYENTES, LES
ADVIRTIERON DE LOS MALICIOSOS DESIGNIOS DE LOS JUDÍOS, y los
instaron a no exponerse innecesariamente a la furia de la turba, sino a escapar
por su vida. De consiguiente, Pablo y Bernabé salieron en secreto de Iconio,
dejando que los creyentes continuaran solos por algún tiempo el trabajo. Pero
su despedida no era de ninguna manera definitiva; se proponían volver, después
que hubiera pasado la excitación, y completar la obra comenzada.
EN TODO TIEMPO Y EN TODOS LOS
PAÍSES, los mensajeros de Dios han sido llamados a afrontar acerba oposición de
parte de aquellos que deliberadamente escogían rechazar la luz del cielo. A 146
menudo, mediante la tergiversación y la mentira, los enemigos del Evangelio han
triunfado aparentemente, cerrando las puertas por las cuales los mensajeros de
Dios podían tener acceso al pueblo.
PERO ESAS PUERTAS no pueden
permanecer cerradas para siempre; y a menudo, al volver los siervos de Dios
después de un tiempo para reanudar sus labores, el Señor ha obrado
poderosamente en su favor y los ha habilitado para establecer monumentos
destinados a glorificar su nombre.
EXPULSADOS
DE ICONIO POR LA PERSECUCIÓN, LOS APÓSTOLES FUERON A LISTRA Y DERBE, EN
LICAONIA.
Estas ciudades estaban habitadas mayormente por gente pagana y supersticiosa,
pero había entre ellos algunos que estaban dispuestos a oír y aceptar el
mensaje evangélico. En estos lugares y en la campiña circundante decidieron
trabajar los apóstoles, esperando evitar el prejuicio y la persecución de los
judíos.
EN LISTRA NO HABÍA SINAGOGA JUDÍA, aunque vivían en la ciudad unos pocos
judíos. Muchos de los habitantes de Listra adoraban en un templo dedicado a
Júpiter. Cuando Pablo y Bernabé aparecieron en la ciudad y, reuniendo a su
alrededor a los listrenses, explicaron las verdades sencillas del Evangelio,
muchos trataron de relacionar esas doctrinas con su propia creencia
supersticiosa en el culto de Júpiter.
LOS APÓSTOLES SE ESFORZARON POR IMPARTIR A ESTOS IDÓLATRAS UN CONOCIMIENTO
DEL DIOS CREADOR Y DE SU HIJO, el Salvador de la especie
humana. Primero atrajeron su atención a las obras admirables de Dios, que son
el sol, la luna y las estrellas, el hermoso orden de las estaciones sucesivas,
las altas montañas cubiertas de nieve, los frondosos árboles, y otras varias
maravillas de la naturaleza, que demostraban una habilidad que superaba la
comprensión humana. Por medio de estas obras del Todopoderoso, los apóstoles
dirigieron la mente de los paganos a la contemplación del gran Gobernante del
universo.
Habiendo
presentado estas verdades fundamentales concernientes al Creador, los apóstoles
hablaron a los listrenses del 147
Hijo de Dios, que vino del cielo a nuestro mundo porque amaba a los hijos de
los hombres. Hablaron de su vida y ministerio, su rechazamiento por aquellos a
quienes vino a salvar, su juicio y crucifixión, su resurrección y su ascensión
al cielo, para actuar allí como abogado del hombre. Así, con el Espíritu y el
poder de Dios, Pablo y Bernabé predicaron el Evangelio en Listra.
EN UNA OPORTUNIDAD, Mientras Pablo Estaba Hablando A La Gente De
La Obra De Cristo Como Sanador De Los Enfermos Y Afligidos,
vio entre sus oyentes un lisiado, cuyos ojos estaban fijos en él, y que recibía
y creía sus palabras. El corazón de Pablo se conmovió de simpatía hacia el
hombre afligido, en quien discernía a uno que "tenía fe para ser sano." En presencia de la asamblea
idólatra, Pablo ordenó al lisiado que se pusiera de pie. Hasta entonces el
enfermo no había podido más que sentarse, pero ahora, obedeció instantáneamente
a la orden de Pablo, y por primera vez en su vida se puso de pie. Al ejercer
así su fe, recibió fuerzas, y el que había sido lisiado "saltó, y
anduvo."
"Entonces las gentes,
visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica:
Dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros."
Esta declaración estaba de acuerdo con una tradición suya según la cual los
dioses visitaban ocasionalmente la tierra. A Bernabé le llamaron Júpiter, el
padre de los dioses, debido a su venerable apariencia, su digno porte, y la
suavidad y benevolencia expresadas en su rostro. Creyeron que Pablo era
Mercurio, "porque era el que llevaba la palabra," fervoroso y activo,
y era elocuente en sus palabras de amonestación y exhortación.
LOS
LISTRENSES, ANSIOSOS DE MOSTRAR SU GRATITUD, persuadieron al
sacerdote de Júpiter que honrara a los apóstoles, y él, "trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el
pueblo sacrificar." Pablo y Bernabé, que habían buscado recogimiento y
descanso, no estaban enterados de los preparativos. Pronto, sin embargo, les
llamó la atención el sonido de la 148 música
y el vocerío entusiasta de una gran multitud que había venido a la casa donde
ellos se alojaban.
CUANDO LOS APÓSTOLES descubrieron la causa de
esta visita y su acompañante excitación, "rotas sus ropas, se lanzaron al gentío, dando voces," con la
esperanza de evitar que siguieran con sus planes. En voz alta y resonante, que se sobrepuso al vocerío de
la gente, Pablo requirió su atención; y cuando el tumulto cesó repentinamente,
dijo: "Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres
semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis
al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y la mar, y todo lo que está en
ellos: el cual en las edades pasadas ha dejado a todas las gentes andar en sus
caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos
lluvias del cielo y tiempos fructíferos, hinchiendo de mantenimiento y de
alegría nuestros corazones".
NO OBSTANTE la categórica
negación de los apóstoles de que ellos fueran divinos y no obstante los
esfuerzos de Pablo por dirigir la mente de la gente al verdadero Dios como el
único objeto digno de adoración, fue casi imposible disuadir a los paganos de
su intención de ofrecer sacrificio. Habían creído tan firmemente que
esos hombres eran en verdad dioses, y era tan grande su entusiasmo, que estaban
poco dispuestos a reconocer su error. El relato dice que "apenas apaciguaron el pueblo."
Los listrenses
razonaban que habían contemplado con sus propios ojos el milagroso poder
ejercido por los apóstoles. Habían visto
regocijarse con perfecta salud y fuerza a un lisiado que nunca antes había
podido caminar. Sólo después de mucha persuasión de parte de Pablo, y de
explicar cuidadosamente su misión y la de Bernabé como representantes del Dios
del cielo y de su Hijo, el gran Sanador, el pueblo fue persuadido a abandonar
su propósito.
LAS
LABORES DE PABLO Y BERNABÉ EN LISTRA fueron repentinamente reprimidas POR LA
MALICIA de "unos Judíos de Antioquía 149 y de Iconio," que, al
enterarse del éxito del trabajo de los apóstoles entre los licaonianos, habían
resuelto ir tras ellos y perseguirlos. Al llegar a Listra, los judíos lograron
pronto inspirar a la gente la misma amargura de espíritu que los dominaba. Por falsedades y calumnias, aquellos que poco
antes habían considerado a Pablo y Bernabé como seres divinos, quedaron
convencidos de que en realidad los apóstoles eran peores que criminales y eran
dignos de muerte.
EL
CHASCO QUE LOS LISTRENSES habían sufrido al negárseles el privilegio de
ofrecer sacrificio a los apóstoles los preparó para volverse contra Pablo y
Bernabé con un entusiasmo parecido a aquel con el cual los habían aclamado como
dioses. Incitados por los judíos, se propusieron atacar a los apóstoles por la
fuerza.
LOS
JUDÍOS
les encomendaron que no le diesen a Pablo la oportunidad de hablar, arguyendo
que si le concedían ese privilegio, embrujaría al pueblo. Pronto fueron
cumplidos los criminales designios de los enemigos del Evangelio. Entregándose
a la influencia del mal, los listrenses quedaron poseídos de una furia
satánica, y echando mano de Pablo, le apedrearon.
EL
APÓSTOL PENSÓ QUE SU FIN HABÍA LLEGADO. Recordó vívidamente el
martirio de Esteban, y la cruel parte que él mismo había desempeñado en aquella
ocasión. Cubierto de magulladuras y desmayando de dolor, cayó al suelo, y la
enfurecida multitud, lo sacó "fuera de la ciudad, pensando que estaba
muerto."
EN
ESA HORA DE OBSCURIDAD Y PRUEBA, LOS CREYENTES DE LISTRA, que mediante
el ministerio de Pablo y Bernabé se habían convertido a la fe de Jesús,
permanecieron leales y fieles. La irrazonable oposición y cruel persecución de
sus enemigos sirvieron solamente para confirmar la fe de estos devotos
hermanos; y ahora, frente al peligro y el escarnio, mostraron su lealtad
reuniéndose con tristeza alrededor del cuerpo de aquel que creían muerto.
CUÁL NO FUE SU SORPRESA
CUANDO, en medio de sus lamentos, el apóstol levantó repentinamente la cabeza,
y se puso en pie, 150 con alabanza de
Dios en sus labios. Esta inesperada restauración del siervo de Dios fue
considerada por los creyentes como un milagro del poder divino, y pareció poner
el sello del Cielo sobre su cambio de creencia. Se regocijaron con indecible
alegría, y alabaron a Dios con renovada fe.
ENTRE
LOS QUE SE CONVIRTIERON EN LISTRA, y que fueron testigos oculares de los
sufrimientos de Pablo, se contaba uno que había de llegar a ser más tarde un
obrero eminente de Cristo, quien había de participar con el apóstol en las
pruebas y los goces del servicio de avanzada en campos difíciles. Era un joven
llamado Timoteo. Cuando Pablo fue arrastrado fuera de la ciudad, este joven
discípulo se hallaba entre aquellos que se quedaron al lado de su cuerpo
aparentemente sin vida, y que le vieron levantarse, magullado y cubierto de
sangre, pero con alabanzas en los labios, porque se le había permitido sufrir
por Cristo.
AL DÍA SIGUIENTE DE LA LAPIDACIÓN DE PABLO, LOS APÓSTOLES PARTIERON
PARA DERBE, donde sus labores fueron bendecidas, y muchas almas fueron
inducidas a recibir a Cristo como el Salvador. Pero cuando "hubieron
anunciado el evangelio a aquella ciudad, y enseñado a muchos," ni Pablo ni
Bernabé estaban contentos con emprender obra en cualquier otra parte sin
confirmar la fe de los conversos que se habían visto obligados a dejar solos
por un tiempo en los lugares donde habían trabajado recientemente. Y así, sin
amedrentarse frente al peligro, "volvieron a Listra, y a Iconio, y a
Antioquía confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe."
MUCHOS
HABÍAN ACEPTADO LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO, y se habían expuesto
así al vituperio y la oposición. A éstos trataron los apóstoles de establecerlos
en la fe, a fin de que el trabajo hecho pudiera subsistir. Como factor
importante del crecimiento espiritual de los nuevos conversos, los apóstoles se
esforzaron por rodearlos con las salvaguardias del orden evangélico. Organizaron
iglesias en todos los lugares de Licaonia y Pisidia donde había creyentes. 151
EN
CADA IGLESIA ELEGÍAN DIRECTORES y establecían el debido orden y sistema para
la conducción de todos los asuntos pertenecientes al bienestar espiritual de
los creyentes. Esto estaba en armonía con el plan evangélico de unir en un solo
cuerpo a todos los creyentes en Cristo, y Pablo tuvo mucho cuidado de seguir
este plan en todo su ministerio. Los que en cualquier lugar eran inducidos por
sus labores a aceptar a Cristo como su Salvador, eran, al debido tiempo,
organizados en iglesia. Se hacía esto aun cuando los creyentes no fueran sino
pocos. Así se les enseñaba a los cristianos a ayudarse unos a otros, recordando
la promesa: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy
en medio de ellos." (Mat.18:20.)
Y
PABLO NO OLVIDABA A LAS IGLESIAS ASÍ ESTABLECIDAS. El cuidado de esas
iglesias pesaba sobre su ánimo como una carga siempre creciente. Por pequeño
que fuera el grupo, era no obstante objeto de su constante solicitud. Velaba
tiernamente por las iglesias más pequeñas, comprendiendo que necesitaban
especial cuidado, a fin de que los miembros pudieran ser cabalmente
establecidos en la verdad, y enseñados a realizar esfuerzos fervientes y
abnegados por aquellos que los rodeaban.
En todos sus esfuerzos
misioneros, Pablo y Bernabé procuraban seguir el ejemplo de Cristo de
voluntario sacrificio y fiel y fervorosa labor en bien de las almas. Siempre
despiertos, celosos e infatigables, no tomaban en cuenta su personal
inclinación y comodidad, sino que en incesante actividad y orando anhelosamente
sembraban la semilla de verdad. Al propio tiempo tenían mucho cuidado de dar
valiosísimas instrucciones prácticas a cuantos se decidían en favor del
Evangelio. Este fervor y piadoso temor producían en los nuevos discípulos una
duradera impresión acerca de la importancia del Evangelio.
CUANDO
SE CONVERTÍAN HOMBRES PROMISORIOS Y CAPACES COMO EN EL CASO DE TIMOTEO, procuraban
Pablo y Bernabé presentarles vívidamente la necesidad de trabajar en la viña del
Señor. Y cuando los apóstoles se iban a otra ciudad, la fe de esos conversos 152 no disminuía, sino que se
acrecentaba. Habían sido fielmente instruidos en el camino del Señor y
enseñados a trabajar abnegada, fervorosa y perseverantemente por la salvación
de sus prójimos. Esta solícita educación de los neófitos era un importante
factor del notable éxito que obtuvieron Pablo y Bernabé al predicar el
Evangelio en tierras paganas.
El
Primer Viaje Misionero Se Acercaba Rápidamente A Su Fin. Encomendando
al Señor las iglesias recién organizadas, los apóstoles fueron a Panfilia,
"y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia; y de
allí navegaron a Antioquía."153
Los Hechos
De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
No hay comentarios:
Publicar un comentario