¿CONFESAREMOS O NEGAREMOS A CRISTO? En nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cualesquiera relaciones que trabemos en la vida, sean ellas limitadas o extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar... Nadie puede confesar verdaderamente a Cristo delante del mundo, a menos que viva en él la mente y el espíritu de Cristo. Es imposible comunicar lo que no poseemos y amamos... 1JT 339
domingo, julio 28, 2019
REFLEXIÓN 114. PARA DIOS ¿Sólo Importa La Sinceridad De Tu Corazón?
viernes, julio 26, 2019
CAPÍTULO 31. SE ESCUCHA EL MENSAJE.
Basado En 2 Carta A Los Corintios.
DESDE ÉFESO, PABLO EMPRENDIÓ OTRA GIRA MISIONERA, durante
la cual esperaba visitar una vez más los escenarios de sus anteriores labores
en Europa. Deteniéndose por un tiempo en Troas, para predicar "el
evangelio de Cristo," encontró algunos que estaban dispuestos a escuchar
su mensaje.
"Me fue abierta puerta en el Señor,"
declaró más tarde respecto a sus labores en ese lugar. Pero a pesar del éxito
de sus esfuerzos en Troas, no podía permanecer mucho tiempo allí. "La solicitud de todas las
iglesias," y particularmente de la iglesia de Corinto, pesaba sobre su
corazón.
HABÍA ESPERADO ENCONTRARSE CON TITO EN
TROAS, y enterarse por él de cómo habían sido recibidas las palabras de
consejo y reprensión enviadas a los hermanos corintios; pero se chasqueó. "No
tuve reposo en mi espíritu -escribió concerniente a este incidente, por no
haber hallado a Tito, mi hermano." Partió de Troas, y cruzó a Macedonia,
donde, en la ciudad de Filipos, encontró a Timoteo.
DURANTE ESTE TIEMPO DE ANSIEDAD concerniente
a la iglesia de Corinto, Pablo esperaba lo mejor; sin embargo, a veces se le
llenaba el alma de sentimientos de profunda tristeza, por temor a que sus
consejos y amonestaciones fuesen mal comprendidos.
"NINGÚN REPOSO tuvo nuestra carne escribió más tarde;
antes, en todo fuimos atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro,
temores. Mas Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida
de Tito." Este fiel mensajero le trajo las alegres
nuevas de que se había realizado un maravilloso cambio entre los creyentes
corintios. Muchos habían aceptado la instrucción de la carta de 261 Pablo, y se habían arrepentido de
sus pecados. La vida que ahora llevaban no era ya un oprobio para el
cristianismo, sino que ejercía una poderosa influencia en favor de la piedad
práctica.
LLENO DE GOZO, EL APÓSTOL ENVIÓ OTRA CARTA A LOS CREYENTES
CORINTIOS, expresando la alegría de su corazón por la buena obra realizada
entre ellos: "Porque aunque os
contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí."
Cuando estaba torturado por el temor de que sus palabras fueran despreciadas,
había lamentado a veces haber escrito tan decidida y severamente. "Ahora
me gozo continuó, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis
contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios,
para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor
que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse."
Ese arrepentimiento
producido por la influencia de la gracia divina en el corazón, induce a la
confesión y al abandono del pecado. Tales fueron los primeros frutos que
el apóstol declaró que se habían visto en la vida de los creyentes corintios.
"¡Cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun enojo, y
aun temor, y aun gran deseo, y aun celo!"
POR ALGÚN TIEMPO, Pablo había sentido honda
preocupación por las iglesias, una preocupación tan pesada que apenas podía soportarla. Algunos
falsos maestros habían tratado de destruir su influencia entre los creyentes y
de introducir sus propias doctrinas en lugar de la verdad evangélica. Las
perplejidades y desalientos con que Pablo estaba rodeado se revelan en las
palabras: "Sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas, de tal
manera que estuviésemos en duda de la vida."
PERO AHORA SE HABÍA QUITADO UNA CAUSA DE ANSIEDAD. Al
oír las buenas nuevas de la aceptación de su carta a los corintios, Pablo
prorrumpió en palabras de regocijo: "Bendito
sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios
de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras 262 tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia, con
la consolación con que nosotros somos consolados de Dios. Porque de la
manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también
por el mismo Cristo nuestra consolación. Más si somos atribulados, es por
vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas
aflicciones que nosotros también padecemos: o si somos consolados, es por
vuestra consolación y salud; y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando
ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la
consolación."
AL EXPRESAR SU GOZO POR LA RECONVERSIÓN y el
crecimiento de ellos en la gracia, Pablo atribuye a Dios toda la alabanza por
esa transformación del corazón y la vida. "Más
a Dios gracias exclamó, el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús,
y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo lugar. Porque
para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se
pierden."
ERA COSTUMBRE de entonces que un general
victorioso en la guerra trajera consigo al volver una caravana de
cautivos. En esas ocasiones se señalaban personas que llevaban incienso, y
mientras el ejército regresaba triunfalmente, el fragante olor era para los
cautivos condenados a muerte, un sabor de muerte, que mostraba que estaba
próximo el tiempo de su ejecución; pero para los prisioneros que habían
obtenido el favor del conquistador, y cuyas vidas iban a ser perdonadas, era un
sabor de vida, por cuanto mostraba que su libertad estaba cerca.
PABLO ESTABA AHORA LLENO DE FE Y ESPERANZA. Sentía
que Satanás no había de triunfar sobre la obra de Dios en Corinto, y con
palabras de alabanza exhaló la gratitud de su corazón. Él y sus
colaboradores habrían de celebrar su victoria sobre los enemigos de Cristo y la
verdad avanzando con nuevo celo para extender el conocimiento del Salvador.
Como el incienso, la fragancia del Evangelio habría de difundirse por el
mundo. Para aquellos que aceptaran a Cristo, el mensaje sería un sabor 263 de vida para vida; pero para
aquellos que persistieran en la incredulidad, un sabor de muerte para muerte.
COMPRENDIENDO LA ENORME MAGNITUD DEL TRABAJO, Pablo
exclamó: "Para estas cosas ¿quién es suficiente?" ¿Quién puede
predicar a Cristo de tal manera que sus enemigos no tengan justa causa para
despreciar al mensajero o el mensaje que da? Pablo deseaba hacer sentir a los
creyentes la solemne responsabilidad del ministerio evangélico. Sólo la
fidelidad en la predicación de la Palabra, unida a una vida pura y consecuente,
puede hacer aceptables a Dios y útiles para las almas, los esfuerzos de los
ministros. Los ministros de nuestros días, compenetrados del sentido de la
grandeza de la obra, pueden con razón exclamar con el apóstol: "Para estas
cosas ¿quién es suficiente? "
HABÍA QUIENES ACUSABAN A PABLO de haberse
alabado al escribir su carta anterior. El apóstol se refirió ahora a esto
preguntando a los miembros de la iglesia si juzgaban así sus motivos. "¿Comenzamos otra vez a alabarnos a
nosotros mismos? preguntó, ¿o tenemos necesidad, como algunos, de letras de
recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?"
Los
creyentes que se trasladaban a un lugar nuevo llevaban a menudo consigo cartas
de recomendación de la iglesia con la cual habían estado unidos anteriormente;
pero los obreros dirigentes, los fundadores de esas iglesias, no necesitaban
tal recomendación.
LOS CREYENTES CORINTIOS, que habían sido guiados del
culto de los ídolos a la fe del Evangelio, eran toda la recomendación que Pablo
necesitaba. Su recepción de la verdad, y la reforma que se había operado
en sus vidas, atestiguaban elocuentemente la fidelidad de sus labores y su
autoridad para aconsejar, reprender y exhortar como ministro de Cristo.
Pablo
consideraba a los hermanos corintios como su recomendación. "Nuestras
letras sois vosotros dijo, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas
de todos los hombres; siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada
de 264 nosotros, escrita no con
tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en
tablas de carne del corazón."
LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES y su
santificación por la verdad es la prueba más poderosa que un ministro puede
tener de que Dios le ha llamado al ministerio. La evidencia de su
apostolado está escrita en los corazones de sus conversos y atestiguada por sus
vidas renovadas. Cristo se forma en ellos como la esperanza de gloria. Un
ministro es fortalecido grandemente por estas pruebas de su ministerio.
HOY LOS MINISTROS DE CRISTO debieran
tener el mismo testimonio que la iglesia de Corinto daba de las labores de
Pablo. Aunque en este tiempo los predicadores son muchos, hay una gran
escasez de ministros capaces y santos, de hombres llenos del amor que moraba
en el corazón de Cristo.
EL ORGULLO, LA CONFIANZA PROPIA, el amor
al mundo, las críticas, la amargura y la envidia son el fruto que producen
muchos de los que profesan la religión de Cristo. Sus vidas, en agudo
contraste con la vida del Salvador, dan a menudo un triste testimonio del
carácter de la labor ministerial bajo la cual se convirtieron.
UN HOMBRE no puede tener mayor honor que el
ser aceptado por Dios como apto ministro del Evangelio. Pero aquellos a
quienes el Señor bendice con poder y éxito en su obra no se vanaglorían. Reconocen
su completa dependencia de él, y comprenden que no tienen poder en sí
mismos. Con Pablo dicen: "No que seamos suficientes de nosotros
mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia
es de Dios; el cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo
pacto."
UN VERDADERO MINISTRO hace la obra del
Señor. Siente la importancia de su obra y comprende que mantiene con la
iglesia y con el mundo una relación similar a la que mantenía Cristo. Trabaja
incansablemente para guiar a los pecadores a una vida más noble y elevada, para
que puedan obtener la recompensa del vencedor. Sus labios están tocados con un
carbón encendido extraído del altar, y ensalza a Jesús como la 265 única esperanza del pecador. Los
que le oyen saben que se ha acercado a Dios mediante la oración ferviente y
eficaz.
EL ESPÍRITU SANTO ha reposado sobre él, su alma ha
sentido el fuego vital del cielo, y puede comparar las cosas espirituales con
las espirituales. Se le da poder para derribar las fortalezas de Satanás. Los
corazones son quebrantados por su exposición del amor de Dios, y muchos son
inducidos a preguntar: "¿Qué es
menester que yo haga para ser salvo?". "Por lo cual teniendo nosotros
esta administración según la misericordia que hemos alcanzado, no desmayamos;
antes quitamos los escondrijos de vergüenza, no andando con astucia, ni
adulterando la palabra de Dios; sino por manifestación de la verdad
encomendándonos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de
Dios. Que, si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden está encubierto: en los cuales el dios de este siglo cegó los
entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no
nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; y nosotros
vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo."
ASÍ MAGNIFICABA EL APÓSTOL LA GRACIA Y LA MISERICORDIA DE DIOS, mostrada
en el sagrado cometido que se le confiara como ministro de Cristo. Por la
abundante misericordia de Dios, él y sus hermanos habían sido sostenidos en las
dificultades, aflicciones y peligros. No habían amoldado su fe y enseñanza
para acomodarlas a los deseos de sus oyentes, ni callado las verdades
esenciales para la salvación a fin de hacer más atractiva su enseñanza. Habían
presentado la verdad con sencillez y claridad, orando por la convicción y
conversión de las almas. Y se habían esforzado por vivir de acuerdo con
sus enseñanzas, para que la verdad que presentaban fuera aceptable a la
conciencia de todo hombre. 266
"TENEMOS empero este tesoro continuó el
apóstol en vasos de barro, para que la alteza del poder sea de Dios, y no de
nosotros." Dios podría haber proclamado su verdad
mediante ángeles inmaculados, pero tal no es su plan. El escoge a los
seres humanos, a los hombres rodeados de flaquezas, como instrumentos para
realizar sus designios. El inestimable tesoro se coloca en vasos de barro.
Mediante los hombres han de comunicarse al mundo sus bendiciones y ha de
brillar su gloria en las tinieblas del pecado. Por su ministerio amante
deben ellos encontrar al pecador y al necesitado para guiarlos a la cruz. Y
en toda su obra tributarán gloria, honor y alabanza a Aquel que está por encima
de todo y sobre todos.
AL REFERIRSE A SU PROPIO CASO, Pablo
mostró que al elegir el servicio de Cristo no había sido inducido por motivos
egoístas; porque su camino había estado bloqueado de pruebas y tentaciones.
"Estando atribulados en todo escribió,
mas no angustiados; en apuros, mas no desesperamos; perseguidos, mas no
desamparados; abatidos, mas no perecemos; llevando siempre por todas partes la
muerte de Jesús en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada
en nuestros corazones."
PABLO LES RECORDÓ a sus hermanos que, como
mensajeros de Cristo, él y sus colaboradores estaban continuamente en
peligro. Las penalidades que soportaban estaban desgastando sus fuerzas. "Nosotros que vivimos escribió, siempre
estamos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea
manifestada en nuestra carne mortal. De manera que la muerte obra en nosotros,
y en vosotros la vida."
SUFRIENDO FÍSICAMENTE por las privaciones y
trabajos, estos ministros de Cristo estaban conformándose a la muerte de
él. Pero lo que obraba muerte en ellos, traía vida y salud espiritual a
los corintios, quienes por la fe en la verdad eran hechos participantes de la
vida eterna. En vista de esto, los seguidores de Jesús han de procurar no
aumentar, por el descuido y el desafecto, las cargas y pruebas de los que
trabajan. 267 "Teniendo el mismo espíritu de fe continuó Pablo, conforme a lo
que está escrito: Creí, por lo cual también hablé: nosotros también creemos, por
lo cual también hablamos."
PLENAMENTE CONVENCIDO de la realidad de la verdad
a él confiada, nada podía inducir a Pablo a manejar engañosamente la palabra de
Dios o a ocultar las convicciones de su alma. No quería conformarse con
las opiniones del mundo para adquirir riqueza, honor o placer. Aunque en
constante peligro del martirio por la fe que había predicado a los corintios,
no se intimidaba; porque sabía que el que había muerto y resucitado le
levantaría de la tumba y le presentaría al Padre. "Todas las cosas suceden por vosotros, para que la gracia
difundida en muchos acreciente la acción de gracias para gloria de
Dios." (V.N.C.)
NO PARA ENGRANDECERSE a sí mismos predicaban los
apóstoles el Evangelio. Era la esperanza de salvar almas lo que los
inducía a dedicar sus vidas a esta obra. Y era esta esperanza lo que les
ayudaba a no abandonar sus esfuerzos por causa de los peligros que los
amenazaban o de los sufrimientos que soportaban. "Por tanto declaró Pablo, no desmayamos: antes aunque éste
nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día
en día."
PABLO SENTÍA EL PODER DEL ENEMIGO; pero
aunque sus fuerzas físicas declinaban, declaraba fiel y resueltamente el
Evangelio de Cristo. Vestido con toda la armadura de Dios, este héroe de
la cruz proseguía la lucha. Su voz animosa lo proclamaba triunfante en el
combate. Fijando sus ojos en la recompensa de los fieles, exclamó con tono
de victoria: "Porque lo que al
presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera
alto y eterno peso de gloria; no mirando nosotros a las cosas que se ven, sino
a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, más las que no
se ven son eternas."
ES MUY FERVIENTE E IMPRESIONANTE LA INVITACIÓN DEL APÓSTOL a
sus hermanos corintios a considerar de nuevo el inmaculado amor de su Redentor.
"Ya sabéis la gracia de nuestro
Señor 268 Jesucristo declaró, que
por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su
pobreza fueseis enriquecidos." Conocéis la altura desde la cual se
rebajó, la profundidad de la humillación a la cual descendió. Habiendo
emprendido la senda de la abnegación y el sacrificio, no se apartó de ella
hasta que hubo dado su vida. No hubo descanso para él entre el trono y la cruz.
PABLO SE FUE DETENIENDO EN UN PUNTO TRAS OTRO, a
fin de que los que leyeran su epístola pudieran comprender plenamente la
maravillosa condescendencia de su Salvador con ellos. Presentando a Cristo
como era cuando era igual a Dios y recibía con él el homenaje de los ángeles,
el apóstol trazó su curso hasta cuando hubo alcanzado las más bajas
profundidades de la humillación. Pablo estaba convencido de que si podía
hacerles comprender el asombroso sacrificio hecho por la Majestad del cielo,
barrería de sus vidas todo su egoísmo. Mostró cómo el Hijo de Dios había
depuesto su gloria y se había sometido voluntariamente a las condiciones de la
naturaleza humana; y entonces se había humillado como un siervo, llegando a ser
"obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:8), para poder
elevar a los hombres de la degradación a la esperanza y el gozo del cielo.
CUANDO ESTUDIAMOS EL CARÁCTER DIVINO A LA LUZ DE LA CRUZ, vemos
misericordia, ternura, espíritu perdonador unidos con equidad y justicia. Vemos
en medio del trono a uno que lleva en sus manos y pies y en su costado las
marcas del sufrimiento soportado para reconciliar al hombre con Dios. Vemos
a un Padre infinito que mora en luz inaccesible, pero que nos recibe por los
méritos de su Hijo. La nube de la venganza que amenazaba solamente con la
miseria y la desesperación, revela, a la luz reflejada desde la cruz, el
escrito de Dios: ¡Vive, pecador, vive! ¡Vosotros, almas arrepentidas y
creyentes, vivid! Yo he pagado el rescate.
AL CONTEMPLAR A CRISTO, nos detenemos en la orilla de un amor inconmensurable. Nos esforzamos por hablar de este 269 amor, pero nos faltan las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su sacrificio por nosotros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está preparando para aquellos que le aman; y sólo podemos exclamar: ¡Oh! ¡qué altura y profundidad las del amor de Cristo! "En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados." "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios." (1 Juan 4:10; 3:1)
EN TODO VERDADERO DISCÍPULO, este amor, como fuego sagrado, arde en el altar del corazón. Fue en la tierra donde el amor de Dios se reveló por Cristo. Es en la tierra donde sus hijos han de reflejar su amor mediante vidas inmaculadas. Así los pecadores serán guiados a la cruz, para contemplar al Cordero de Dios. 270
martes, julio 23, 2019
CAPÍTULO 30. LLAMAMIENTO A ALCANZAR UNA NORMA MÁS ALTA.
Basado en 1 Carta A Los Corintios.
CON LA ESPERANZA DE HACER COMPRENDER VÍVIDAMENTE a los creyentes corintios
la importancia del firme dominio propio, la estricta temperancia y el celo
incansable en el servicio de Cristo, Pablo hizo en la carta que les escribiera
una impresionante comparación entre la lucha cristiana y las carreras pedestres
que se tenían en determinadas ocasiones cerca de Corinto.
DE TODOS LOS JUEGOS INSTITUÍDOS ENTRE LOS GRIEGOS Y ROMANOS, las
carreras pedestres eran las más antiguas y las más altamente estimadas. Eran
presenciadas por reyes, nobles, y hombres de estado. Jóvenes de alcurnia y
riqueza participaban en ellas, y no escatimaban el esfuerzo y la disciplina
necesarios para obtener el premio.
LOS TORNEOS eran regidos por reglamentos
estrictos, de los cuales no había apelación. Los que deseaban que se incluyeran
sus nombres entre los competidores por el premio, tenían que someterse primero
a un severo entrenamiento preparatorio. Se prohibía estrictamente la
peligrosa complacencia del apetito o cualquier otra satisfacción que redujera
el vigor mental o físico. Para que alguien tuviera alguna esperanza de
éxito en estas pruebas de fuerza y velocidad, los músculos debían ser fuertes y
flexibles, y los nervios debían estar bien dominados. Todo movimiento
debía ser preciso; todo paso, rápido y seguro; las facultades físicas debían
alcanzar su mayor altura.
CUANDO LOS COMPETIDORES De La Carrera Se Presentaban
Ante La Multitud Expectante, se proclamaban sus nombres y se establecían 250 claramente las reglas de la
carrera. Entonces todos partían juntos, y la atención fija de los
espectadores les inspiraba su determinación de ganar. Los jueces se
sentaban cerca de la meta para poder observar la carrera desde el principio
hasta el fin, y dar el premio al verdadero vencedor. Si un hombre llegaba
a la meta primero valiéndose de algún recurso ilícito, no se le adjudicaba el
premio.
EN ESTAS LIDES SE CORRÍAN MUCHOS RIESGOS. Algunos
nunca se reponían del terrible esfuerzo físico. No era raro que los
hombres cayeran en la pista, sangrando por la boca y la nariz, y algunas veces
un contendiente caía muerto cuando estaba a punto de alcanzar el premio. Pero
por amor al honor que se confería al contendiente que triunfaba, no se
consideraba un riesgo demasiado grande la posibilidad de dañarse por toda la
vida o de morir.
Cuando el
ganador llegaba a la meta, los aplausos de la vasta muchedumbre de observadores
hendían el aire y repercutían en las colinas y montañas circundantes. A
plena vista de los espectadores, el juez le otorgaba los emblemas de la
victoria: una corona de laurel, y una palma que había de llevar en la mano
derecha. Se cantaba su alabanza por toda la tierra; sus padres compartían su
honor; y aun la ciudad donde vivía era tenida en alta estima por haber
producido tan grande atleta.
AL REFERIRSE A ESTAS CARRERAS COMO FIGURA DE LA LUCHA CRISTIANA, Pablo
recalcó la preparación necesaria para el éxito de los contendientes en la
carrera: la disciplina preliminar, el régimen alimenticio abstemio, la
necesidad de temperancia. "Y todo
aquel que lucha declaró, de todo se abstiene." Los corredores
renunciaban a toda complacencia que tendería a debilitar las facultades
físicas, y mediante severa y continua disciplina, desarrollaban la fuerza y
resistencia de sus músculos, para que cuando llegase el día del torneo,
pudieran exigir el mayor rendimiento a sus facultades.
¡CUÁNTO MÁS IMPORTANTE es que el
cristiano, cuyos intereses eternos están en juego, sujete sus apetitos y
pasiones a la razón y a la voluntad de Dios! 251
Nunca
debe permitir que su atención sea distraída por las diversiones, los lujos o la
comodidad. Todos sus hábitos y pasiones deben estar bajo la más estricta
disciplina. La razón, iluminada por las enseñanzas de la Palabra de Dios y
guiada por su Espíritu, debe conservar las riendas del dominio.
Y después
de haber hecho esto, el cristiano debe hacer el mayor esfuerzo a fin de obtener
la victoria.
En los juegos
de Corinto, los últimos pocos tramos de los contendientes de la carrera eran
hechos con agonizante esfuerzo por conservar la velocidad. Así el
cristiano, al acercarse a la meta, avanzará con más celo y determinación que al
principio de su carrera.
PABLO PRESENTA EL CONTRASTE entre la
perecedera guirnalda de laurel recibida por el vencedor de las carreras
pedestres, y la corona de gloria inmortal que recibirá el que corra triunfalmente
la carrera cristiana. "Ellos, a la
verdad declara, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible."
Para obtener una recompensa perecedera, los corredores griegos no escatimaban
esfuerzo ni disciplina.
NOSOTROS ESTAMOS LUCHANDO por una
recompensa infinitamente más valiosa, la corona de la vida eterna. ¡Cuánto más
cuidadoso debería ser nuestro esfuerzo, cuánto más voluntario nuestro
sacrificio y abnegación!
EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS se señala
el propósito absorbente que debería caracterizar la carrera cristiana por la
vida eterna: "Dejando todo el peso
del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es
propuesta, puestos los ojos en el Autor y consumador de la fe, en Jesús."
(Heb. 12:1,2.)
LA ENVIDIA, LA MALICIA, los malos pensamientos, las
malas palabras, la codicia: éstos son pesos que el cristiano debe deponer para
correr con éxito la carrera de la inmortalidad. Todo hábito o práctica que
conduce al pecado o deshonra a Cristo, debe abandonarse, cualquiera que sea el
sacrificio.
LA BENDICIÓN del cielo no puede descender sobre ningún hombre que
viola los eternos principios de la justicia.
UN SOLO PECADO ACARICIADO es
suficiente para degradar el carácter y extraviar a otros. 252 "Y si tu mano te escandalizare dijo el Salvador, córtala:
mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir a la Gehenna, al
fuego que no puede ser apagado. . . Y si tu pie te fuere ocasión de caer,
córtalo: mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en
la Gehenna." (Mar. 9:43-45.)
Si Para Salvar El Cuerpo
De La Muerte Debería Cortarse El Pie O La Mano, O Hasta Sacarse El Ojo, ¡Cuánto
Más Fervientemente Debiera El Cristiano Quitar El Pecado, Que Produce Muerte Al
Alma!
LOS COMPETIDORES DE LOS ANTIGUOS JUEGOS, después de
haberse sometido a la renuncia personal y a rígida disciplina, no estaban
todavía seguros de la victoria. "¿No sabéis que los que corren en el
estadio preguntó Pablo, todos a la verdad corren, más uno lleva el
premio?" Por ansiosa y fervientemente que se esforzaran los corredores, el
premio se adjudicaba a uno solo. Una sola mano podía tomar la codiciada
guirnalda. Alguno podía empeñar el mayor esfuerzo por obtener el premio,
pero cuando estaba por extender la mano para tomarlo, otro, un instante antes
que él, podía llevarse el codiciado tesoro.
TAL NO ES EL CASO EN LA LUCHA CRISTIANA. Ninguno que cumpla con las condiciones se chasqueará al fin de la carrera. Ninguno que sea ferviente y perseverante dejará de tener éxito. La carrera no es del veloz, ni la batalla del fuerte.
El santo más débil, tanto como el más
fuerte, puede llevar la corona de gloria inmortal. Puede ganarla todo el
que, por el poder de la gracia divina, pone su vida en conformidad con la
voluntad de Cristo. Demasiado a menudo se considera como asunto sin
importancia, demasiado trivial para exigir atención, la práctica en los detalles
de la vida, de los principios sentados en la Palabra de Dios.
Pero
en vista del resultado que está en juego, nada de lo que ayude o estorbe es
pequeño. Todo acto pesa en la balanza que determina la victoria o el
fracaso de la vida. La recompensa dada a los que venzan estará en
proporción con la energía y el fervor con que hayan luchado.
EL APÓSTOL SE COMPARÓ A SÍ MISMO con un
hombre que corre 253
una carrera empeñando todo nervio en la obtención del premio. "Así que, yo de esta manera corro
dice, no como a cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el
aire: antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo
predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado." Para no correr en
forma incierta o al azar la carrera cristiana, Pablo se sometía a
severa preparación.
LAS PALABRAS: "Pongo en servidumbre"
mi cuerpo, significan literalmente someter, mediante severa disciplina, los
deseos, impulsos y pasiones. Pablo temía que, habiendo predicado a otros,
él mismo fuera reprobado. Comprendía que si no cumplía en su vida los
principios que creía y predicaba, sus labores en favor de otros no le valdrían
de nada. Su conversación, su influencia, su negación a entregarse a la
complacencia propia, debían mostrar que su religión no era mera profesión, sino
una comunión diaria y viva con Dios. Mantenía siempre delante de sí un
blanco, y luchaba ardientemente por alcanzarlo: "la justicia que es de
Dios por la fe." (Fil. 3:9.)
PABLO SABÍA QUE SU LUCHA CONTRA EL MAL NO TERMINARÍA MIENTRAS
DURARA LA VIDA. Siempre comprendía la necesidad de
vigilarse severamente, para que los deseos terrenales no se sobrepusieran al
celo espiritual. Con todo su poder continuaba luchando contra las
inclinaciones naturales. Siempre mantenía ante sí el ideal que debía
alcanzarse, y luchaba por alcanzar ese ideal mediante la obediencia voluntaria
a la ley de Dios. Sus palabras, sus prácticas, sus pasiones: todo lo
sometía al dominio del Espíritu de Dios.
ERA ESTE PROPÓSITO ÚNICO de ganar la carrera de la
vida eterna, lo que Pablo anhelaba ver revelado en las vidas de los creyentes
corintios. Sabía que a fin de alcanzar el ideal de Cristo para con ellos,
tenían por delante una lucha de toda la vida, que no tendría tregua. Les
pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de piedad y excelencia
moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo peso y se esforzaran hacia el
blanco de la perfección en Cristo. 254
PABLO SEÑALÓ A LOS CORINTIOS LA EXPERIENCIA DEL ANTIGUO ISRAEL, las
bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus
transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron
guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de
fuego de noche. Así fueron conducidos con seguridad a través del mar Rojo,
mientras los egipcios, intentando cruzar de la misma manera, se ahogaron todos.
Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia.
TODOS ELLOS "comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma
bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la
piedra era Cristo." Los hebreos, en todos sus viajes, tenían a Cristo
como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que había de ser
herido por las transgresiones de los hombres, para que pudiera fluir a todos la
corriente de la salvación.
A PESAR DEL FAVOR QUE DIOS LES MOSTRÓ A LOS HEBREOS, por
causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y
rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a
los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia
de Israel. "Empero estas cosas
fueron en figura de nosotros -declaró,- para que no codiciemos cosas malas,
como ellos codiciaron."
MOSTRÓ CÓMO EL AMOR A LA COMODIDAD y al placer
los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta
venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y
al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido
al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar
a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso relacionado con el
culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en la licencia. Se
despertó la ira de Dios, y a su orden, "veinte y tres mil" fueron
muertos en un día por la plaga.
EL APÓSTOL ADVIERTE A LOS CORINTIOS: "Así que, el que piensa estar firme,
mire no caiga." Si se vanagloriaban y confiaban en sí mismos,
descuidando la vigilancia y la oración, caerían 255 en grave pecado, provocando la ira de Dios
contra ellos. Sin embargo, Pablo no quería que se entregasen al
desaliento. Les aseguró: "Fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar."
PABLO INSTÓ A SUS HERMANOS A PREGUNTAR qué
influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada,
por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u
ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. "Si
pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. Sed
sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la iglesia de Dios."
LAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN del
apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen
especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la
adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la
complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en
Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un
hombre.
Una religión que trata
solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la
complacencia propia, no es la religión de Cristo.
MEDIANTE UNA COMPARACIÓN DE LA IGLESIA CON EL CUERPO HUMANO, el
apóstol ilustra apropiadamente la estrecha y armoniosa relación que debiera
existir entre todos los miembros de la iglesia de Cristo. "Por un Espíritu escribió somos todos bautizados en un cuerpo,
ora Judíos o Griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo
Espíritu. Pues ni tampoco el cuerpo es un miembro, sino muchos. Si dijere el
pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Y si
dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del
cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese
oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada
uno de ellos en el cuerpo, como quiso. Que si todos fueran un 256 miembro, ¿dónde estuviera el
cuerpo? Mas ahora muchos miembros son a la verdad, empero un cuerpo. Ni el ojo
puede decir a la mano: No te he menester: ni asimismo la cabeza a los pies: No
tengo necesidad de vosotros.... Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante
honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que
los miembros todos se interesen los unos por los otros. Por manera que si un
miembro padece, todos los miembros a una se duelen, y si un miembro es honrado,
todos los miembros a una se gozan. Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y
miembros en parte."
Y ENTONCES, CON PALABRAS que
desde ese día han sido para hombres y mujeres una fuente de inspiración y
aliento, Pablo expone la importancia del amor que deberían abrigar los
seguidores de Cristo: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no
tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese
toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada
soy. Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a pobres, y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me
sirve."
POR MUY NOBLE que sea lo profesado por aquel
cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero
discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar
milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad;
pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para
alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su
celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será
considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita.
"LA CARIDAD ES SUFRIDA, ES BENIGNA: la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se
ensancha." El gozo más puro surge de la más profunda humildad. Los
caracteres más fuertes y nobles están edificados sobre el fundamento de 257 la
paciencia, el amor y la sumisión a la voluntad de Dios. La caridad
"no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el
mal."
El amor de Cristo concibe
de la manera más favorable los motivos y actos de los otros. No expone
innecesariamente sus faltas; no escucha ansiosamente los informes
desfavorables, sino que trata más bien de recordar las buenas cualidades de los
otros.
EL AMOR "no se huelga de la
injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. "Este amor "nunca deja de ser." No
puede perder su valor; es un atributo celestial. Como un tesoro precioso,
será introducido por su poseedor por las puertas de la ciudad de Dios.
"Y Ahora Permanecen La Fe, La Esperanza, Y La
Caridad, Estas Tres: Empero La Mayor De Ellas Es La Caridad."
AL BAJARSE LA NORMA MORAL DE LOS CREYENTES CORINTIOS,
ciertas personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de su
fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la
resurrección. Pablo afrontó esta herejía con un testimonio muy claro en
cuanto a la evidencia inconfundible de la resurrección de Cristo. Declaró
que Cristo, después de su muerte, "resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras," después de lo cual "apareció a Cefas, y después a los
doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales
muchos viven aún; y otros son muertos. Después apareció a Jacobo; después
a todos los apóstoles. Y el postrero de todos, . . . me apareció a mí."
CON PODER CONVINCENTE EL APÓSTOL EXPUSO LA GRAN VERDAD DE LA
RESURRECCIÓN. "Porque si no hay resurrección de muertos arguyó, Cristo
tampoco resucitó: y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe. Y aun somos hallados falsos testigos
de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado a Cristo; al
cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos
no resucitan, tampoco Cristo resucitó: y si Cristo no 258 resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros
pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos. Si en
esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los
hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los
que durmieron es hecho."
PABLO DIRIGIÓ LOS PENSAMIENTOS de los
hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos
los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el
Señor. "He aquí declaró el apóstol, os digo un misterio: Todos
ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en
un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los
muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos
transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de
incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto
corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de
inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón ? ¿dónde, oh
sepulcro, tu victoria ? . . A Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor
nuestro Jesucristo."
GLORIOSO ES EL TRIUNFO QUE AGUARDA AL FIEL. El
apóstol, comprendiendo las posibilidades que estaban por delante de los
creyentes corintios, trató de exponerles algo que los elevara del egoísmo y la
sensualidad y glorificase su vida con la esperanza de la inmortalidad. Fervorosamente
los exhortó a ser leales a su alta vocación en Cristo. "Hermanos míos
amados les suplicó, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano."
ASÍ EL APÓSTOL, DE LA MANERA MÁS DECIDIDA Y EXPRESIVA, se
esforzó por corregir las falsas y peligrosas ideas y prácticas que prevalecían
en la iglesia de Corinto. Habló claramente, pero con amor por sus
almas. Mediante sus amonestaciones y reproches, brilló sobre ellos la luz
del trono de Dios, para revelar 259
los pecados ocultos que estaban manchando sus vidas.
¿CÓMO SERÍA RECIBIDA? Después de
despachar la carta, Pablo temió que lo que había escrito hiriera demasiado
profundamente a aquellos a quienes deseaba beneficiar. Temió agudamente un
alejamiento adicional, y algunas veces deseaba retirar sus palabras. Aquellos
que, como el apóstol, han sentido responsabilidad por sus amadas iglesias o
instituciones, pueden apreciar mejor su depresión de espíritu y su acusación
propia.
LOS SIERVOS DE DIOS QUE LLEVAN LA CARGA DE SU OBRA para
este tiempo conocen algo de la misma experiencia de trabajo, conflicto y
ansioso cuidado que cayó en suerte al gran apóstol. Preocupado por las
divisiones de la iglesia, haciendo frente a la ingratitud y traición de algunos
a quienes había mirado en busca de simpatía y sostén, comprendiendo el peligro de
las iglesias que abrigaban la iniquidad, compelido a dar un testimonio directo,
escrutador, de reproche contra el pecado, estaba al mismo tiempo oprimido por
el temor de que pudiera haber tratado a los corintios con severidad
excesiva. Con temblorosa ansiedad esperaba recibir algunas nuevas en
cuanto a la recepción de su mensaje. 260
Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación
Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
CAPÍTULO 29. AMONESTACIÓN Y SÚPLICA.
Basado En 1° Carta A Los Corintios.
LA PRIMERA EPÍSTOLA A LA IGLESIA DE
CORINTO fue
escrita por el apóstol Pablo durante la última parte de su estada en Éfeso. Por
nadie había sentido él más profundo interés o realizado más incansables esfuerzos
que por los creyentes de Corinto. Por un año y medio había trabajado entre
ellos, señalándoles un Salvador crucificado y resucitado como el único medio de
salvación, e instándolos a confiar implícitamente en el poder transformador de
su gracia. Antes de aceptar en la comunión de la iglesia a los que
profesaban el cristianismo, había tenido cuidado de darles instrucción especial
en cuanto a los privilegios y deberes del creyente cristiano; y se había
esforzado fervorosamente por ayudarles a ser fieles a sus votos bautismales.
PABLO tenía un agudo sentido del conflicto que toda alma debía sostener con
los agentes del mal que tratan continuamente de engañar y entrampar; y había
trabajado incansablemente por fortalecer y confirmar a los nuevos en la
fe.
LES HABÍA ROGADO QUE SE ENTREGARAN
COMPLETAMENTE A DIOS; porque
sabía que cuando el alma no hace esta entrega, no abandona el pecado, los
apetitos y pasiones todavía luchan por el dominio, y las tentaciones confunden
la conciencia. La entrega debe ser completa. Toda alma débil que, rodeada
de dudas y luchas, se entrega completamente al Señor, se coloca en contacto
directo con agentes que la capacitan para vencer. El cielo está cerca de
ella, y tiene el sostén y la ayuda de los ángeles misericordiosos en todo tiempo
de prueba y necesidad.
Los miembros de la iglesia de Corinto estaban
rodeados de 242 idolatría y sensualidad en la forma más
seductora.
MIENTRAS EL APÓSTOL ESTABA CON ELLOS, estas influencias no habían tenido sino poco poder
sobre ellos. La firme fe de Pablo, sus fervientes oraciones y ardientes
palabras de instrucción, y, sobre todo, su vida piadosa, les habían ayudado a
negarse a sí mismos por amor a Cristo, antes que gozar los placeres del pecado.
DESPUÉS DE LA PARTIDA DE PABLO, sin
embargo, surgieron condiciones desfavorables; la cizaña que había sido sembrada
por el enemigo apareció entre el trigo, y antes de mucho comenzó a producir su
mal fruto. Ese fue un tiempo de severa prueba para la iglesia de Corinto.
EL APÓSTOL no estaba más con ellos, para avivar su celo y
ayudarles en sus esfuerzos por vivir en armonía con Dios; y poco a poco muchos
llegaron a ser descuidados e indiferentes, y permitieron que los gustos y las
inclinaciones naturales los dominaran. El que tan a menudo los había
instado a alcanzar altos ideales de pureza y justicia, no estaba más con ellos;
y no pocos de los que, al convertirse, habían abandonado sus malos
hábitos, volvieron a los degradantes pecados del paganismo.
PABLO Había Escrito Brevemente A La
Iglesia, y los había amonestado a no asociarse
con los miembros que persistieran en la disolución; pero muchos de los
creyentes pervirtieron el significado de las palabras del apóstol, sutilizaron
respecto a ellas, y se excusaron por desatender su instrucción.
LA IGLESIA LE ENVIÓ A PABLO UNA CARTA, en la que le pedían consejo respecto a varios
asuntos, pero no decía nada de los graves pecados que existían entre ellos. Sin
embargo, el Espíritu Santo impresionó fuertemente al apóstol en el sentido de
que se le ocultaba la verdadera condición de la iglesia, y que con esa carta se
intentaba arrancarle declaraciones que los que la habían escrito pudieran
interpretar de modo que sirvieran a sus propósitos personales.
POR ENTONCES LLEGARON A ÉFESO algunos miembros de la casa de Cloé, familia
cristiana de excelente reputación en Corinto. Pablo les preguntó en cuanto al
estado de las cosas, y ellos le 243
dijeron que la iglesia estaba desgarrada por divisiones. Las disensiones
que habían prevalecido en el tiempo de la visita de Apolos habían aumentado
grandemente.
ALGUNOS FALSOS MAESTROS estaban induciendo a los miembros a despreciar las
instrucciones de Pablo. Las doctrinas y los ritos del Evangelio habían sido
pervertidos. El orgullo, la idolatría, y la sensualidad estaban creciendo constantemente
entre aquellos que habían sido una vez celosos en la vida cristiana.
Cuando se le presentó este cuadro, Pablo vio que
sus peores temores se realizaban con creces. Pero no por eso dio rienda suelta
al pensamiento de que su trabajo había sido un fracaso. Con "angustia del
corazón" y "con muchas lágrimas," pidió consejo a Dios. De buena
gana hubiera visitado en seguida a Corinto, si éste hubiera sido el proceder
más sabio.
PERO SABÍA QUE EN LA CONDICIÓN en que estaban entonces, los creyentes no serían
beneficiados por sus labores, y por lo tanto envió a Tito a fin de que
preparara el terreno para una visita suya ulterior. Entonces, dejando de
lado todo sentimiento personal sobre el proceder de aquellos cuya conducta
revelaba tan extraña perversidad, y conservando su alma apoyada en Dios, el
apóstol escribió a la iglesia de Corinto una de las más ricas, más
instructivas, más poderosas de todas sus cartas.
CON NOTABLE CLARIDAD Procedió A
Contestar Las Diversas Preguntas Que Le Hizo La Iglesia, y a sentar principios generales que, si los
seguían, los conducirían a un plano espiritual más elevado. Ellos estaban
en peligro, y él no podía soportar el pensamiento de que dejara de alcanzar sus
corazones en ese tiempo crítico. Les advirtió fielmente de sus peligros y los
reprendió por sus pecados. Les señaló de nuevo a Cristo, y trató de
despertar nuevamente el fervor de su primera devoción.
EL GRAN AMOR DEL APÓSTOL a los creyentes corintios se reveló en su tierno saludo a la iglesia. Se refirió a lo que habían experimentado al volverse de la idolatría al culto y servicio del Dios verdadero. Les recordó los dones del Espíritu Santo que habían recibido, y les mostró que era privilegio de ellos progresar 244 continuamente en la vida cristiana hasta alcanzar la pureza y la santidad de Cristo.
"En todas las cosas sois enriquecidos en él escribió, en toda lengua y
en toda ciencia; así como el testimonio de Cristo ha sido confirmado en
vosotros: de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación
de nuestro Señor Jesucristo: el cual también os confirmará hasta el fin, para
que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo."
PABLO HABLÓ FRANCAMENTE de las disensiones que se habían levantado en la
iglesia de Corinto, y exhortó a los miembros a dejar las contiendas. "Os
ruego pues, hermanos escribió, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes
seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer."
EL APÓSTOL SE SINTIÓ LIBRE para mencionar cómo y por quiénes había sido
informado de las divisiones de la iglesia. "Me
ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay
entre vosotros contiendas."
PABLO ERA UN APÓSTOL INSPIRADO. Las verdades que enseñara a otros las había
recibido "por revelación;" sin embargo, el Señor no le revelaba
directamente todas las veces la precisa condición de su pueblo. En esta
ocasión, aquellos que tenían interés en la prosperidad de la iglesia de
Corinto, y que habían visto penetrar males en ella, habían presentado el asunto
al apóstol; y en virtud de las revelaciones anteriormente recibidas, él estaba
preparado para juzgar el carácter de esos fenómenos.
No obstante el hecho de que el Señor no le dio una nueva revelación para
esa ocasión especial, los que estaban buscando realmente la luz aceptaron su
mensaje como expresión del pensamiento de Cristo. El Señor le había
mostrado las dificultades y peligros que se levantarían en las iglesias, y cuando
estos males se desarrollaron, el apóstol reconoció su significado. Había
sido puesto para defender a la iglesia. Había de velar por las almas como
quien debía dar cuenta a Dios; ¿y no era 245
consecuente y correcto que hiciera caso de los informes concernientes a la
anarquía y las divisiones entre ellas? Con toda seguridad; y la reprensión que
envió fue tan ciertamente escrita bajo la inspiración del Espíritu de Dios como
cualquiera de sus otras epístolas.
EL APÓSTOL NO MENCIONÓ A LOS FALSOS
MAESTROS que estaban tratando de destruir el
fruto de su labor. Por causa de la obscuridad y división que había en la
iglesia, se abstuvo prudentemente de irritar a los corintios con tales
referencias, por temor de apartar a algunos enteramente de la verdad. Llamó
la atención a su propio trabajo entre ellos como al de un "perito
arquitecto," que había puesto el fundamento sobre el cual otros habían edificado.
PERO NO SE ENSALZÓ POR ESO; porque declaró: "Nosotros, coadjutores somos
de Dios." No presumía de tener sabiduría propia, sino que reconocía que
sólo el poder divino lo había capacitado para presentar la verdad de una manera
agradable a Dios. Unido con Cristo, el más grande de todos los maestros,
Pablo había sido capacitado para impartir lecciones de sabiduría divina, que
satisfacían las necesidades de todas las clases, y que habían de aplicarse a
todos los tiempos, en todos los lugares, y bajo todas las condiciones.
ENTRE LOS PEORES MALES QUE SE HABÍAN DESARROLLADO ENTRE LOS CREYENTES
CORINTIOS, figuraba el retorno a muchas de las degradantes costumbres del
paganismo. Un ex converso había vuelto tanto a sus andadas que su conducta
licenciosa era una violación aun de la baja norma de moralidad mantenida por el
mundo gentil. El apóstol rogó a la iglesia que quitara de su seno "a ese
malo." "¿No sabéis advirtió que un poco de levadura leuda toda la
masa? Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin
levadura."
OTRO GRAVE MAL QUE SE HABÍA LEVANTADO EN LA IGLESIA era que los hermanos recurrían a la ley unos contra otros. Se había hecho abundante provisión para el arreglo de las dificultades entre creyentes. Cristo mismo había dado instrucción clara en cuanto a cómo debían ser resueltos esos asuntos.
"Si tu hermano 246 pecare
contra ti había aconsejado el Salvador, ve, y redargúyele entre ti y él
solo: si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aun
contigo uno o dos, para que en boca de dos o de tres testigos conste toda
palabra. Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia: y si no oyere a la iglesia,
tenle por étnico y publicano. De cierto os digo que todo lo que ligareis en la
tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado
en el cielo." (Mat. 18:15-18.)
A LOS CREYENTES CORINTIOS que habían perdido de vista este claro consejo,
Pablo les escribió en términos precisos de amonestación y reproche. "¿Osa
alguno de vosotros preguntó, teniendo algo con otro, ir a juicio delante de
los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de
juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos
de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?
¿cuánto más las cosas de este siglo? Por tanto, si hubiereis de tener juicios de
cosas de este siglo, poned para juzgar a los que son de menor estima en la
iglesia. Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros
sabio, ni aun uno que pueda juzgar entre sus hermanos; sino que el hermano con
el hermano pleitea en juicio, y esto ante los infieles? Así que, por cierto es
ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por
qué no sufrís antes la injuria? . . . Empero vosotros hacéis la injuria, y
defraudáis, y esto a los hermanos. ¿No sabéis que los injustos no poseerán el
reino de Dios?"
SATANÁS Está Tratando Constantemente De Provocar
Desconfianza, desunión, malicia entre el pueblo de Dios. Seremos a menudo
tentados a sentir que se pisotean nuestros derechos, aun cuando no haya causa
real para tales sentimientos.
AQUELLOS cuyo amor propio sea más fuerte que su amor por
Cristo y su causa, darán la primacía a sus propios intereses y recurrirán a
casi cualquier medio para protegerlos y conservarlos.
AUN MUCHOS que parecen ser
cristianos concienzudos son impedidos por el orgullo y la estima propia de ir
privadamente a aquellos 247 a quienes consideran en
error, para hablar con ellos con el espíritu de Cristo y orar juntos el uno por
el otro. Al creerse perjudicados por sus hermanos, algunos recurrirán hasta
a un juicio en lugar de seguir la regla del Salvador.
LOS CRISTIANOS NO DEBERÍAN RECURRIR A
LOS TRIBUNALES CIVILES para
arreglar las diferencias que puedan levantarse entre los miembros de la
iglesia. Tales diferencias deberían arreglarse entre ellos mismos, o por
la iglesia, de acuerdo con la instrucción de Cristo. Aunque pueda haberse
cometido una injusticia, el seguidor del manso y humilde Jesús sufrirá que se
le defraude antes que exponer al mundo los pecados de sus hermanos de la
iglesia.
LOS PLEITOS ENTRE HERMANOS son un oprobio para la causa de la verdad. Los
cristianos que recurren a la ley unos contra otros exponen a la iglesia al
ridículo de sus enemigos, y provocan el triunfo de las potestades de las
tinieblas. Hieren de nuevo a Cristo, y le exponen al vituperio. Al
pasar por alto la autoridad de la iglesia, manifiestan menosprecio por Dios,
quien dio autoridad a la iglesia.
EN ESTA CARTA A LOS CORINTIOS, PABLO
SE ESFORZÓ por mostrarles el poder de Cristo
para guardarlos del mal. Sabía que si cumplieran con las condiciones
expuestas serían revestidos de la fuerza del Poderoso. Como medio para
ayudarles a librarse de la esclavitud del pecado y perfeccionar la santidad con
el temor del Señor, Pablo les presentó con vehemencia los requerimientos de
Aquel a quien habían dedicado sus vidas cuando se convirtieron. "Sois de Cristo" (V.M.),
declaró. "No sois vuestros. . . Comprados
sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios."
EL APÓSTOL BOSQUEJÓ FRANCAMENTE el resultado de
volver de la vida de pureza y santidad a las prácticas corruptas del paganismo.
"No erréis escribió, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los robadores, heredarán el reino de Dios."
LES SUPLICÓ que dominaran las bajas pasiones 248 y apetitos. "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo -les preguntó, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios?" 1 Cor. 6:9,10,19.
AUNQUE PABLO POSEÍA ELEVADAS FACULTADES
INTELECTUALES, su vida revelaba el
poder de una sabiduría aún menos común, que le daba rapidez de discernimiento y
simpatía de corazón, y le ponía en estrecha comunión con otros, capacitándolo
para despertar su mejor naturaleza e inspirarlos a luchar por una vida más
elevada. Su corazón estaba lleno de ardiente amor por los creyentes corintios.
Anhelaba verlos revelar una piedad interior que los fortaleciera contra la
tentación. Sabía que a cada paso del camino cristiano se les opondría la
sinagoga de Satanás, y que tendrían que empeñarse diariamente en conflictos. Tendrían
que guardarse contra el acercamiento furtivo del enemigo, rechazar los viejos
hábitos e inclinaciones naturales, y velar siempre en oración.
PABLO SABÍA QUE LAS MÁS VALIOSAS
CONQUISTAS CRISTIANAS pueden
obtenerse solamente mediante mucha oración y constante vigilancia, y trató de
inculcar esto en sus mentes. Pero sabía también que en Cristo crucificado
se les ofrecía un poder suficiente para convertir el alma y divinamente
adaptado para permitirles resistir todas las tentaciones al mal. Con la fe en
Dios como su armadura, y con su Palabra como su arma de guerra, serían
provistos de un poder interior que los capacitaría para desviar los ataques del
enemigo.
LOS CREYENTES CORINTIOS necesitaban una experiencia más profunda en las
cosas de Dios. No sabían plenamente lo que significaba contemplar su
gloria y ser cambiados de carácter en carácter. No habían visto sino los
primeros rayos de la aurora de esa gloria.
EL DESEO DE PABLO para
con ellos era que pudieran ser henchidos con toda la plenitud de Dios, que
prosiguieran conociendo a Aquel cuya salida se prepara como la mañana, y
continuaran aprendiendo de él hasta que llegaran a la plenitud del
mediodía de una perfecta fe evangélica. 249
Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación
Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP