Basado en Hechos 9:19-30.
DESPUÉS DE SU BAUTISMO, PABLO DEJÓ DE AYUNAR Y PERMANECIÓ "por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Y luego en las sinagogas predicaba a Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios."
Osadamente declaraba que
Jesús de Nazaret era el Mesías por mucho tiempo esperado, que "fue muerto
por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; . . . fue sepultado, y . . .
resucitó al tercer día," después de lo cual fue visto por los doce, y por
otros. "Y el postrero de todos," añadió Pablo, "como a un
abortivo, me apareció a mí." (1 Cor. 15:3,4,8.) Sus argumentos de las
profecías eran tan concluyentes, y sus esfuerzos estaban tan manifiestamente
asistidos por el poder de Dios, que los judíos se confundían y eran incapaces
de contestarle.
LAS
NOTICIAS DE LA CONVERSIÓN DE PABLO LLEGARON A LOS JUDÍOS PRODUCIENDO UNA GRAN
SORPRESA.
El que había ido a Damasco "con potestad y comisión de los príncipes de
los sacerdotes" (Hech. 26:12), para aprehender y perseguir a los
creyentes, estaba ahora predicando el Evangelio de un Salvador crucificado y
resucitado, fortaleciendo las manos de los que eran ya sus discípulos, y
trayendo continuamente nuevos conversos a la fe que una vez combatió
acerbamente.
PABLO
HABÍA SIDO CONOCIDO ANTERIORMENTE COMO UN CELOSO DEFENSOR DE LA RELIGIÓN JUDÍA, y un
incansable perseguidor de los seguidores de Jesús. Era valeroso, independiente,
perseverante, y sus talentos y preparación le capacitaban para prestar casi
cualquier servicio. Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su
aplastador sarcasmo podía colocar a un oponente 102 en situación nada envidiable. Y ahora los judíos veían a ese
joven de posibilidades extraordinarias unido a los que anteriormente había
perseguido, y predicando sin temor en el nombre de Jesús.
Un general muerto en la batalla es una
pérdida para su ejército, pero su muerte no da fuerza adicional al enemigo. Más cuando un
hombre eminente se une al adversario, no solamente se pierden sus servicios,
sino que aquellos a quienes él se une obtienen una decidida ventaja. Saulo de
Tarso, en el camino a Damasco, podría fácilmente haber sido muerto por el
Señor, y se hubiera restado mucha fuerza al poder perseguidor. Pero Dios en su
providencia no sólo le perdonó la vida, sino que lo convirtió, transfiriendo
así un campeón del bando del enemigo al bando de Cristo. Como elocuente orador
y crítico severo, Pablo, con su firme propósito y denodado valor, poseía
precisamente las cualidades que se necesitaban en la iglesia primitiva.
MIENTRAS
PABLO PREDICABA A CRISTO EN DAMASCO, todos los que lo oían se asombraban, y
decían: "¿No es éste el que asolaba
en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos
presos a los príncipes de los sacerdotes?" Pablo declaraba que su cambio
de fe no había sido provocado por impulso o fanatismo, sino por una evidencia
abrumadora. Al presentar el Evangelio, trataba de exponer con claridad las
profecías relativas al primer advenimiento de Cristo.
MOSTRABA
CONCLUYENTEMENTE Que Esas Profecías Se Habían Cumplido Literalmente En Jesús De
Nazaret.
El fundamento de su fe era la segura palabra profética. A medida que Pablo
continuaba instando a sus asombrados oyentes a "que se arrepintiesen y se
convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento" (Hech. 26:20),
"mucho más se esforzaba, y confundía a los Judíos que moraban en Damasco,
afirmando que éste es el Cristo." Pero muchos endurecieron sus corazones y
rehusaron responder a su mensaje; y pronto su asombro por la conversión de
Saulo se trocó 103 en intenso odio,
como el que habían manifestado para con Jesús.
LA
OPOSICIÓN SE TORNÓ TAN FIERA QUE NO SE LE PERMITIÓ A PABLO CONTINUAR SUS
LABORES EN DAMASCO. Un mensajero del cielo le ordenó que dejara el lugar por
un tiempo; y fue "a la Arabia" (Gál. 1:17), donde halló un refugio
seguro.
Allí, en la soledad del
desierto, Pablo tenía amplia oportunidad para estudiar y meditar con quietud. Repasó
serenamente su experiencia pasada, y se arrepintió cabalmente. Buscó a Dios con
todo su corazón, sin descansar hasta saber con certeza que su arrepentimiento
fue aceptado y sus pecados perdonados. Anhelaba tener la seguridad de que Jesús
estaría con él en su ministerio futuro. Vació su alma de los prejuicios y
tradiciones que hasta entonces habían amoldado su vida, y recibió instrucción
de la Fuente de la verdad. Jesús se comunicó con él, y lo estableció en la fe
concediéndole una rica medida de sabiduría y gracia.
CUANDO LA MENTE DEL HOMBRE
se pone en comunión con la mente de Dios, el ser finito con el Infinito, el
efecto sobre el cuerpo, la mente y el alma es superior a todo cálculo. En esa
comunión se halla la más elevada educación. Es el método de Dios para
desarrollar a los hombres. "Amístate ahora con él" (Job 22:21), es su
mensaje a la humanidad.
EL
SOLEMNE COMETIDO QUE SE DIO A PABLO en ocasión de su entrevista con Ananías
pesaba de modo creciente sobre su corazón.
Cuando, en respuesta a las palabras: "Hermano Saulo, recibe la
vista," Pablo había mirado por primera vez el rostro de este hombre
devoto, Ananías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, le dijo: "El Dios
de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses
a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. Porque has de ser testigo suyo a
todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora pues, ¿por qué te
detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su
nombre." (Hech. 22:14-16.)
ESTAS
PALABRAS ESTABAN EN ARMONÍA CON LAS DE JESÚS MISMO, 104 quien, cuando detuvo a Saulo en el camino a Damasco, declaró:
"Para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las
cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti: librándote del pueblo
y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío, para que abras sus ojos, para
que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a
Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte
entre los santificados." (Hech. 26:16-18.)
MIENTRAS CONSIDERABA ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN, Pablo entendía más y más claramente el significado de su llamamiento "a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios." (1 Cor. 1:1.) Su llamamiento había provenido, "no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre." (Gál. 1:1.)
La magnitud de la obra que le aguardaba le
indujo a estudiar mucho las Sagradas Escrituras, a fin de poder predicar el Evangelio
"no en sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la cruz de
Cristo," "mas con demostración del Espíritu y de poder," para
que la fe de todos los que lo oyeran "no esté fundada en sabiduría de
hombres, mas en poder de Dios." (1 Cor. 1:17; 2:4,5.)
MIENTRAS
PABLO ESCUDRIÑABA LAS ESCRITURAS, descubrió que a través de los siglos,
"no . . . muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos
nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y
lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo
y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: para
que ninguna carne se jacte en su presencia." (1 Cor. 1:26-29.) Y así,
viendo la sabiduría del mundo a la luz de la cruz, Pablo se propuso "no
conocer nada, . . . sino a Jesucristo, y a éste crucificado." (1 Cor. 2:2.
V.M.)
EN
EL CURSO DE SU MINISTERIO ULTERIOR, Pablo Nunca Perdió De Vista La Fuente De Su
Sabiduría Y Fuerza. Oídlo años más tarde declarar todavía: "Para mí el
vivir es Cristo." (Fil. 1:21.) Y otra vez: "Y ciertamente, aun reputo
todas las cosas pérdida 105 por el
eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, . . . para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi
justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y
la participación de sus padecimientos." (Fil. 3:8-10.)
DE
ARABIA VOLVIÓ PABLO "DE NUEVO A DAMASCO" (Gál. 1: 17)," y
hablaba confiadamente en el nombre de Jesús." Incapaces los judíos de
rebatir la sabiduría de sus argumentos, "hicieron entre sí consejo de
matarle." Día y noche guardaron diligentemente las puertas de la ciudad
para que no escapara. Esta crisis movió a los discípulos a buscar a Dios
ardientemente, y al fin, "tomándole de noche, le bajaron por el muro en
una espuerta."
DESPUÉS
DE HABER HUÍDO DE DAMASCO, FUE PABLO A JERUSALÉN a los tres años de su
conversión, con el principal objeto de "ver a Pedro," según él mismo
declaró después. Al llegar a la ciudad donde tan conocido fuera un tiempo como
Saulo el perseguidor, "tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos
tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo." Era difícil para ellos
creer que ese fanático fariseo, que tanto había hecho para destruir la iglesia,
pudiese llegar a ser un sincero seguidor de Jesús.
"Entonces Bernabé,
tomándole, lo trajo a los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el
camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente
en el nombre de Jesús."
AL
OÍR ESTO, LOS DISCÍPULOS LO ADMITIERON EN SU MEDIO, y muy luego tuvieron
abundantes pruebas de la sinceridad de su experiencia cristiana. El futuro
apóstol de los gentiles estaba a la sazón en la ciudad donde residían muchos de
sus antiguos colegas, y anhelaba explicar a estos dirigentes judíos las
profecías referentes al Mesías, que se habían cumplido con el advenimiento del
Salvador.
TENÍA
PABLO LA SEGURIDAD de que los doctores de Israel con quienes tan bien
relacionado estuvo, eran igualmente sinceros y honrados como había sido él;
pero no tuvo Pablo en cuenta el ánimo de sus colegas judíos, y se trocaron 106 en amargo desengaño las esperanzas
que había puesto en su rápida conversión.
Aunque "hablaba confiadamente en el nombre del Señor: y disputaba
con los Griegos," los dignatarios de la iglesia judaica no quisieron
creer, y "procuraban matarle."
Entristecióse el corazón de Pablo. De bonísima gana hubiera dado su
vida, si con ello trajera a alguien al conocimiento de la verdad.
AVERGONZADO, pensaba en la
activa parte que había tomado en el martirio de Esteban; y en su ansiedad de
lavar la mancha arrojada sobre el calumniado mártir, quería vindicar la verdad
por la cual había entregado Esteban su vida. Afligido por la ceguera de los
incrédulos, estaba Pablo orando en el templo, según él mismo atestiguó después,
cuando cayó en éxtasis, y apareciósele un mensajero celestial que le dijo:
"Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalén; porque no recibirán tu
testimonio de mí." (Hech. 22: 18.)
PABLO
ESTABA INCLINADO A QUEDARSE EN JERUSALÉN, donde podría arrostrar
la oposición. Le parecía un acto cobarde la huida, si quedándose podía
convencer a algunos de los obstinados judíos de la verdad del mensaje
evangélico, aunque el quedarse le costara la vida. Así que respondió: "Señor,
ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas a los que
creían en ti; y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también
estaba presente, y consentía a su muerte y guardaba las ropas de los que lo
mataban." Pero no estaba de acuerdo con los designios de Dios que su
siervo expusiera inútilmente su vida; y el mensajero celestial replicó:
"Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles." (Vers.
19-21.)
AL
ENTERARSE DE ESTA VISIÓN, los hermanos se apresuraron a facilitar a
Pablo la fuga, en secreto, de Jerusalén, por temor de que lo asesinaran, y
"le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso." La partida de
Pablo suspendió por algún tiempo la violenta oposición de los judíos, y la
iglesia disfrutó de un período de sosiego, durante el cual se multiplicó el
número de creyentes. 107
Los
Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
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