¿CONFESAREMOS O NEGAREMOS A CRISTO? En nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cualesquiera relaciones que trabemos en la vida, sean ellas limitadas o extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar... Nadie puede confesar verdaderamente a Cristo delante del mundo, a menos que viva en él la mente y el espíritu de Cristo. Es imposible comunicar lo que no poseemos y amamos... 1JT 339
martes, junio 26, 2018
viernes, junio 22, 2018
MÁS DE 25 HORAS DE ALABANZA ININTERRUMPIDA AL QUE NOS AMA Y VIVE Y REINA POR LOS SIGLO DE LOS SIGLOS. AMEN
jueves, junio 14, 2018
REFLEXIÓN 99. ¿LOS DIEZ MANDAMIENTOS SIGUE VIGENTE?
REFLEXIÓN 98. ¿HAY CONTRADICCIÓN ENTRE LA JUSTICIA DE LA LEY Y LA DE LA FE?
1 HERMANOS, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
4 Porque el fin de la ley es Cristo,
para justicia a todo aquel que cree.
5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así:
El hombre que haga estas cosas, vivirá por el.
6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas; ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Rom. 10:1-10
1. Hermanos. Pablo usa con frecuencia este vocativo cuando quiere ser particularmente enfático (Rom. 7: 1; 8: 12; 12: 1; 1 Cor. 14: 20; Gál. 3: 15). El tema que trata en este capítulo es el hecho afirmado en Rom. 9: 31-33: que Israel no ha podido obtener la justicia porque había ido tras una justicia basada en los méritos de sus propias obras. Pero antes de ocuparse de la penosa tarea de señalar el fracaso y la culpabilidad de su pueblo, Pablo expresa nuevamente su sincera preocupación por la salvación de ellos (cf. cap. 9: 1-3).
Anhelo. Gr. eudokía, "buena voluntad". "beneplácito", "aprobación". Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 11: 26; Efe. 1: 5, 9; Fil. 1: 15; 2: 13; 2 Tes. 1: 11. Pablo anhelaba sinceramente la salvación de sus compatriotas judíos.
Oración. Gr. dé'sis, "petición", "súplica" (ver Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tim. 2: 1; 5: 5), afín del verbo déomai, "querer", "suplicar", "orar". Dé'sis se diferencia de proseuj', sustantivo que generalmente se traduce "oración" (Rom. 1: 10), en que dé'sis se refiere a un pedido por un beneficio específico.
Por Israel. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la variante "por ellos" (BJ), es decir, por los que ya han sido mencionados (cap. 9: 31-33). El pronombre indica una estrecha relación entre los dos capítulos. En el cap. 10 continúa sin interrupción el tema de Pablo concerniente al rechazo de Israel, que trató en el cap. 9.
Para salvación. Es significativo que inmediatamente después de haberse ocupado del rechazo de Cristo por parte de los judíos, Pablo ora por la salvación de ellos. Esto demuestra que no consideraba el caso de sus compatriotas como desesperado, a pesar de su conducta pecaminosa.
Más aún: si Pablo hubiera considerado ese rechazo como la predeterminada voluntad de Dios para su destrucción - como algunos han entendido la doctrina de la predestinación-, no habría orado para que aún pudieran ser salvos. El Evangelio enseña que "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (vers. 13). El Evangelio es para todos los hombres, incluso los judíos (cap. 1: 16; 3: 29-30; 10: 12).
2. Les doy testimonio. "Testifico en su favor" (BJ). Pablo bien podía hacer esto basado en su propia y triste experiencia, pues una vez había sido "mucho más celoso de las tradiciones de" sus "padres" (Gál. 1: 14), por lo que conocía bien el celo equivocado de ellos.
(ver Hech. 22: 3; Fil. 3: 6).
Celo de Dios. Es decir, celo por Dios. Compárese con la frase "me consumió el celo de tu casa", que significa "el celo por tu casa" (Sal. 69: 9; Juan 2: 17). Los judíos se gloriaban de su celo por Dios y por su ley (Hech. 21: 20; 22: 3; cf. Gál. 1; 14). Pablo ya ha descrito acertadamente el fervor de ellos en asuntos religiosos durante ese período. La triste historia de los judíos es que no 591 alcanzaron la justicia a pesar de su gran celo religioso (Rom. 9: 30-32). Su religión era extremadamente legal y formal. Su despliegue externo de minuciosa obediencia era un manto para cubrir la corrupción interior (cap. 2: 17-29). Sin embargo, Pablo parece estar hablando del celo de ellos por Dios como de algo digno de alabanza y, como en el cap. 1: 8, primero destaca una buena cualidad antes de presentar los fracasos de ellos. Parece encontrar en ese celo equivocado algún motivo de ánimo, alguna esperanza de que si un celo tal pudiera ser dirigido hacia el verdadero camino de justicia, todavía podrían ser salvados.
Ciencia. "Pleno conocimiento" (BJ). Gr. epígnÇsis. Esta palabra denota conocimiento completo y cabal (cf. cap. 1: 28; 3: 20). A los judíos no les faltaba gnÇsis, conocimiento, pero carecían de la verdadera sabiduría que podría haberlos conducido a servir a Dios en la debida forma. Habían sido especialmente favorecidos con el conocimiento de Dios (cap. 3: 1-2), pero su celo por él no había sido bien encaminado. Aunque conocían la letra de la ley y los profetas, no percibían interiormente el verdadero significado de las palabras y de las obras de Dios. Su fervor sin sabiduría se transformó en fanatismo, y manifestaron más celo por la forma y por la letra que por Dios.
3. Porque. Este versículo explica por qué el celo de los judíos no era "conforme a ciencia". Si hubieran estado dispuestos a obedecer la voluntad de Dios habrían llegado a entender la verdad (ver Juan 7: 17). Pero se negaron a someterse.
Ignorando. Pablo posteriormente muestra que esa ignorancia era inexcusable, pues los judíos habían tenido todas las oportunidades necesarias para instruirse (Rom. 10: 14-21; cf. Juan 5: 39-40).
La justicia de Dios. Ver com. cap. 1: 17.
Procurando. Gr. z'téÇ, "buscando", "empeñándose" (BJ). Establecer. Gr. híst'mi, "levantar", "colocar", "establecer". Este verbo sugiere que en el esfuerzo de los judíos había orgullo por establecer su propia justicia; con su falso celo por Dios, en realidad estaban trabajando para su propia glorificación.
Compárese con la descripción de Oseas: "Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí . mismo" (Ose. 10: l). En vez de buscar la justicia de Dios en la forma indicada por Dios, dependían de sus obras llenas de justicia propia (cf. Fil. 3: 9). Llegaron a considerar el simple cumplimiento de los sacrificios y de los ritos como algo que tenía justicia en sí mismo, en vez de depender de la justicia de Aquel a quien señalaban esos sacrificios y ritos. Por lo tanto, la religión degeneró convirtiéndose en suficiencia propia y formalismo para glorificar el yo. Y a medida que los judíos perdían de vista la justicia de Dios, se tornaban rigurosos en la observancia de esos ritos para establecer su propia justicia.
Sujetado. Gr. hupotássÇ, verbo que significa ponerse bajo órdenes, "obedecer" (cf. Sant. 4: 7; 1 Ped. 2: 13; 5: 5). Esta flexión verbal del griego se traduce mejor "no se sometieron" (BJ).
Los judíos se enorgullecían de su conocimiento de Dios y de la ley divina (Rom. 2: 17-20), pero en realidad se negaban a conformarse a la voluntad de Dios. Confiaban en su propia justicia; no querían someter su corazón a un plan que les exigía confesar que su justicia propia no era aceptable (Isa. 64: 6) y que su salvación no dependía de sus méritos.
No hay obstáculo mayor para la salvación por medio de la gracia que la justicia propia del pecador. Como los judíos no estuvieron dispuestos a someterse a la orden de Dios de que "creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo" (1 Juan 3: 23), manifestaron que su aparente fe en Dios no era sino un servicio vacío, de labios, pues la esencia de la fe es completa obediencia. Esa renuencia para someterse fue la causa no sólo de su ignorancia sino también de su rechazo como pueblo escogido.
4. El fin de la ley es Cristo. La palabra griega télos, "fin", está aquí en una posición que realza su importancia. Esta afirmación ha sido interpretada de diversas maneras: que Cristo es la terminación de la ley; que Cristo es la meta o propósito de la ley (cf. Gál. 3: 24); que Cristo es el cumplimiento de la ley (cf. Mat. 5: 17); que Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación (cf. Rom. 6: 14).
La primera interpretación, llamada antinomismo o antinomianismo* es una perversión de las Escrituras.
(ver com. cap. 3: 31).
Las otras tres interpretaciones son 592 verdaderas, pero la última parece concordar mejor con el contexto de este versículo, pues Pablo está contrastando la forma como Dios justifica por la fe, con los intentos humanos de justificarse por medio de la obediencia a la ley. El mensaje del Evangelio es que Cristo "es el fin de la ley" como medio de buscar la justicia, para todo aquel que ejerce fe.
Quizá sea significativo que en el griego no hay artículo (ver com. cap. 2: 12), lo que indica que Pablo se refiere al principio de ley en general y no a una ley en particular. Además, la tendencia de todo el razonamiento muestra que el apóstol Pablo está hablando de ley en sentido general. Este versículo no implica que se podía lograr la justicia mediante la observancia de la ley en el tiempo del AT, y que con la venida de Cristo la fe sustituyó a la ley como un medio de alcanzar la justicia. Desde la caída de Adán, Dios había revelado sólo un camino por el cual los hombres pueden ser salvos: la fe en el Mesías venidero.
(Gén. 3:15; 4:3-5; Heb. 11: 4; cf. Rom. 4).
*Tampoco debe entenderse este pasaje en el sentido de que Cristo es la terminación de la ley de Dios, y que, por lo tanto, los hombres no están más bajo la obligación de obedecerla. Cristo es la solución de la ley porque es la solución final del problema del pecado, hecho patente por la ley. El propósito de Dios al proclamar sus leyes a Israel fue mostrarle su pecaminosidad (Rom. 3: 20) y su necesidad de un Salvador (Gál. 3: 24).
Pero los judíos habían pervertido el propósito de Dios y usado sus leyes -la moral y la ceremonial- como medio para establecer su propia justicia mediante sus esfuerzos de obediencia legalista.
Cristo vino para poner fin a este abuso de la ley y para restablecer el sendero de la fe. Esta fe no abroga la ley sino que la establece (ver com. Rom. 3: 31) y hace posible que los hombres cumplan con sus requerimientos (ver com. cap. 8: 4).
5. Porque. . . Moisés. Ahora Pablo describe el contraste entre la justicia mediante la ley y la justicia mediante la fe, con un lenguaje tomado del AT; y al hacerlo demuestra al mismo tiempo que en este tema no hay contradicción entre el AT y el NT.
Escribe. La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por el texto: "Porque Moisés escribe la justicia de la ley que el que los haga, vivirá en (o por) ellos". Por lo tanto la traducción de la RVR es acertada. La cita proviene de Lev. 18: 5, que dice: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos" (cf. Gál. 3: 12).
Pablo cita estas palabras y deduce, basado en los conceptos judíos, que la justicia por la ley demanda el perfecto cumplimiento de la ley, la cual debe guardarse estrictamente de acuerdo con las especificaciones de la letra, pues en la ley no hay ni gracia ni misericordia. Todo lo que pide la ley, o se cumple o no hay salvación (ver Gál. 3: 10-13).
Pero ésta es una condición que nunca ha podido cumplir el hombre caído, como Pablo ya lo ha mostrado claramente en Rom. 1: 3, y que nunca podrá cumplir a menos que sea regenerado (cap. 8: 5-8). Por lo tanto, sólo puede haber condenación para los que dependen de su propio cumplimiento de la ley para su justificación ante Dios (cap. 3: 20).
Es significativo que en el contexto de Lev. 18: 5 se describe la ley de Dios como que consistiera en estatutos y ordenanzas que realmente se podían guardar, y que si el pueblo los guardaba podía entrar en la vida. Las referencias a este mismo pasaje que hacen Ezequiel (cap. 20: 11, 13, 21) y Nehemías (cap. 9: 13, 29), también demuestran que se podía cumplir con las condiciones y ganar lo prometido.
Por medio de la revelación más amplia del plan de Dios presentado en el NT, comprendemos que estos pasajes del AT enseñan implícitamente que el cristiano debe depositar su fe en el Redentor venidero para obtener el perdón de los pecados y la gracia que lo capacita para la obediencia (ver com. Eze. 16: 60; 20: 11; 36: 26).
No se debe entender que estos pasajes implican que se puede alcanzar justicia guardando la ley sin necesidad de ejercer fe.
Pero los fariseos y la gran mayoría del pueblo judío, debido a la influencia de aquéllos, albergaban este concepto erróneo. Pedían justicia y vida como recompensa por su propia estricta observancia de la ley. Su relación con Dios era enteramente legalista. Su pacto con el Señor era un pacto de obras, no de fe ni de gracia. Dios procuraba conducirlos a una vida más elevada, pero rehusaban aceptar ese progreso (ver com. Eze. 16: 60).
*Para desenmascarar el error de este punto de vista, Pablo cita Lev. 18: 5. Usa las palabras de Moisés para recordar a los judíos legalistas que la justicia sólo la adquieren los que obedecen, pero que el hombre sin ayuda no puede llegar a esa obediencia.
Compárese esto con la respuesta que dio Jesús al "intérprete de la ley" que buscaba "la justicia que es por la ley": "haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 28).
6. Que es por la fe. Pablo personifica a la justicia que es por la fe como si ella misma hablara. Compárese con la personificación de la sabiduría (Prov. 1: 20; Luc. 11: 49) y de la exhortación (Heb. 12: 5). El apóstol podría haber dicho: "Moisés habla así acerca de la justicia que es por la fe", De modo que ambas partes de Rom. 10: 4 son confirmadas por el testimonio de Moisés, a saber, la imposibilidad de alcanzar la justicia por la ley (vers. 5) y la seguridad de que se puede alcanzar por medio de la fe (vers. 6-8).
Para muchos comentadores ha significado un problema el hecho de que Pablo usara palabras de Moisés, que parecen referirse únicamente a la ley, para describir la justicia que es por la fe. Pero la dificultad radica en la falsa suposición -tan difundida- de que la ley y el Evangelio se oponen o contradicen.
"El problema se resuelve reconociendo que la justicia que es por la fe siempre ha sido el método de Dios para salvar al hombre, y que la promulgación de la ley por medio de Moisés era una parte integral de ese plan".
Además, Dios usó especialmente a Moisés para presentar el gran sistema de símbolos y ceremonias que prefiguraban todo el plan de justificación por la fe en Cristo. Por lo tanto, es completamente irrazonable suponer que Moisés ignoraba la debida relación entre la ley y el Evangelio, y que cada vez que hablaba tan decididamente de la obediencia a los mandamientos de Dios estaba ensalzando la justicia por la ley antes que por la fe.
Dice así. La cita proviene de Deut. 30: 11-14. Moisés enumera en este capítulo las bendiciones que recibiría Israel si obedecía la ley de Dios. Es importante observar que Moisés está hablando a aquellos a quienes previamente ha dicho: "Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,. . . para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas" (Deut. 30:6).
Moisés está describiendo la experiencia de los israelitas verdaderamente arrepentidos y fieles. Habla de la ley desde el punto de vista de los israelitas circuncidados de corazón. No es necesario suponer -como lo han hecho muchos comentadores- que Pablo sólo está tomando las palabras de Moisés en cuanto a la ley, y las está aplicando a algo que Moisés no había tenido en cuenta.
Así como Pablo encontró que Abrahán había sido justificado por la fe porque creyó y obedeció a Dios, así también encuentra la esencia de la justificación por la fe en el caso de aquellos que se arrepienten delante de Dios, y lo aman y le obedecen con todo su corazón y con toda su alma.
Las palabras de Moisés, si se entienden en su verdadero sentido espiritual, describen la verdadera justificación porque es por la fe.
No digas en tu corazón. Esta expresión se encuentra en Deut. 9: 4, y Pablo la usa para comenzar su cita de Deut. 30: 12-14. "Decir en el corazón" es un modismo hebreo que significa "pensar" generalmente en algo malo (cf. Deut. 15: 9; 18: 21; Sal. 14:1; Mat. 3:9; 24:48; Apoc. 18:7; 1 Cor. 7:37).
¿Quién subirá?
Moisés pronunció estas palabras para destacar que la palabra de Dios no está lejana ni más allá del alcance del hombre, sino que ya le ha sido revelada y explicada. Pablo usa las mismas palabras acerca del Evangelio: la revelación aun más clara de la palabra de Dios que ha sido dada por medio de Cristo. Para traer abajo a Cristo. Como si aún no hubiera venido.
La justificación por la fe dice: "No dudes de que Cristo ya ha venido. El Hijo de Dios ya se ha hecho hombre y vivió entre nosotros. La fe no es algo tan difícil, pues Cristo ha venido".
7. ¿Quién descenderá?
En vez de "¿quién pasará por nosotros el mar?" (Deut. 30: 13), Pablo dice: "¿Quién descenderá al abismo?" No era necesario que los israelitas escudriñaran más allá del mar para traer de vuelta los mandamientos de Dios, y tampoco hay necesidad de que alguien baje al abismo para hacer subir a Cristo. El ya ha resucitado.
Abismo. Ver com. Mar. 5: 10. Evidentemente Pablo aplica este término al lugar de los muertos, al cual Cristo había "descendido".
8. ¿Qué dice? Es decir, ¿qué dice la justicia que es por la fe? Pablo continúa personificando a la justicia por la fe (ver com. vers. 6).
Cerca de ti está la palabra.
El propósito de este pasaje del AT era asegurar a Israel que Dios había establecido el medio por el cual podrían cumplirse las exigencias de la ley. El pacto eterno hecho con Adán en el Edén proporciona perdón por la transgresión y gracia que capacita para la obediencia mediante la fe en el Mesías venidero.
Los hombres revelaban su fe en el Redentor ofreciendo sus sacrificios de animales y observando los otros requisitos de la ley ritual.
Los israelitas 594 fueron lentos en aceptar este pacto dado a Adán y renovado con Abrahán (ver com. Eze. 16: 60); en cambio, prefirieron buscar justicia mediante sus propios esfuerzos para obedecer.
Los profetas del AT trataron repetidas veces de inducir al pueblo a que aceptara las estipulaciones del plan eterno de Dios, pero no lo consiguieron. El Señor les ofreció por medio de Jeremías el nuevo pacto (ver com. Jer. 31: 33-34),
y Ezequiel destacó la necesidad de un "corazón nuevo" y un "espíritu nuevo" (ver com. Eze. 36: 26). Por lo tanto les fue ofrecida la justificación por la fe, "pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (Heb. 4: 2; cf. Gál. 3: 8).
La palabra estuvo "cerca" de ellos. Todo lo que se les pedía era que creyeran con el corazón y confesaran con la boca. Pablo contrasta en esta forma la sencillez de la justificación por la fe con la penosa y desesperada tarea de tratar de establecer en forma legalista nuestra propia justicia (Rom. 10: 2-3, 5).
La palabra de fe. Es decir, el mensaje del Evangelio acerca de la fe. Esta es la única vez que aparece esta expresión en el NT. La palabra que Moisés describe como "muy cerca de ti. . . en tu boca y en tu corazón para que la cumplas" (Deut. 30: 14) esencialmente es la misma que "la palabra de fe" predicada por Pablo: el Evangelio que anuncia la fe como el principio de justificación.
Que predicamos. Pablo añade estas palabras para destacar que la verdad de la justificación por la fe no es desconocida, sino que puede ser entendida por todos los que estén dispuestos a escuchar. Que los judíos no pueden tener excusa alegando ignorancia, se declara más plenamente en los vers. 14-21.
9. Que. O "porque". Si se retiene la traducción "que", significa que Pablo está presentando el contenido del mensaje en cuanto a la fe; si se prefiere "porque", quiere decir que está probando que la palabra de fe está cerca. Sea como fuere, se muestra que el contenido del mensaje de la fe corresponde con la enseñanza mosaica de Deuteronomio.
Confesares. Gr. homologéÇ. Este mismo verbo se traduce frecuentemente "profesar", y como sustantivo, "profesión" (Tito 1: 16; Heb. 3: 1); también se ha traducido como "declarar" (Mat. 7: 23). Literalmente significa "convenir con", "decir lo mismo que otros".
Por eso la confesión de un creyente es la expresión de su acuerdo con todo lo que Dios ha declarado que es verdadero, Esto incluye todo lo que él ha revelado en cuanto a su ley, el pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Incluye todo lo que Dios ha declarado en cuanto al único camino de salvación: fe en su Hijo Jesucristo. Que Jesús es el Señor. Cf. 1 Cor 12: 3; Fil. 2: 11.
Los judíos atribuían el señorío sólo a Dios el Padre. Los gentiles adoraban al emperador como a su señor; pero los cristianos reconocían a Cristo como "el Señor. . . del cielo" (1 Cor. 15: 47), el único Hijo de Dios (Juan 3: 16), que es la suprema cabeza de la iglesia (Efe. 5: 23) y el Señor de todos (Hech. 10: 36).
La confesión del señorío de Cristo implica la disposición para seguir su conducción y obedecer sus mandamientos.
(Juan 14: 21; 1 Juan 2: 3-4).
Creyeres. Una creencia normalmente precede a una confesión, pero Pablo está siguiendo el orden del vers. 8, donde se menciona la boca antes que el corazón. En el vers. 10 Pablo presenta el orden normal: primero la fe, luego la confesión.
Dios le levantó. Ver com. vers. 7. La resurrección fue la confirmación de las afirmaciones de Cristo en cuanto a sí mismo, el sello divino sobre su sacrificio (ver com. cap. 1: 4). Si el cristiano cree que Dios levantó a Jesús de entre los muertos, reconoce el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, y su poder para justificar y salvar a los pecadores (ver com. cap. 4: 25).
La JUSTICIA mediante la FE, en contraste con la JUSTICIA mediante la LEY (cap. 10: 5), depende de lo que Cristo ha hecho y puede hacer, y no de lo que nosotros podemos hacer.
10. El corazón. Ver com. cap. 1: 21. Los judíos consideraban que el corazón era el asiento de la vida íntima, de los pensamientos y los sentimientos. Para ellos, el corazón no representaba las emociones como diferentes, separadas de los razonamientos.
Cuando Pablo se refiere a creer "con el corazón", quiere decir que la fe incluye una transformación interior completa. Y este cambio da como resultado la justificación y la rectitud (cap. 3: 22; 5: 1).
Se confiesa. La evidencia externa del cambio interior es la confesión "con la boca", el estar decididamente en armonía con lo que se cree que es verdadero. Una buena disposición para confesar a Cristo con palabras y hechos ha sido siempre la prueba para el verdadero discípulo (Mat. 10: 32; Luc. 12: 8; cf. Apoc. 3: 5). 595 Un testimonio bueno y constante delante del mundo revelará el fruto de la salvación (cf. Apoc. 2: 10). CBA EGW
*En el AT. La salvación o justificación siempre fue por la fe en el Mesías que vendría, y la obediencia a sus mandamientos.
La justicia de Dios no era desconocido en el AT. “En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra”. Jer. 23:6.
Y en el NT. Es por la fe en el Mesías Jesús que ya vino y se fue al cielo, pagando la deuda del hombre con su vida inmaculada y sacrificio vicario y aceptado por Dios Padre. Y la obediencia a sus mandamientos.
Rom. 3:26; Mt. 19:16,17; Apoc. 14:12.
¡Creer en Jesús y sus mandamientos,
es la verdadera Justicia de la ley y la Fe!
Rom. 2:13; 9:30-33; 3:26,30,31. Ministerio Hno. Pio
sábado, junio 02, 2018
REFLEXIÓN 97. ¿QUÉ SIGNIFICA LA JUSTICIA DE LA LEY, EN ROMANOS 8?
“Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no
“ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO” https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/ante-el-tribunal-supremo.html
EN LA segunda carta de Pedro a los que
habían alcanzado la "fe igualmente preciosa" con él, el apóstol
expone el plan divino para el desarrollo del carácter cristiano. Escribe: "Gracia y paz os sea multiplicada en
el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el
conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: por las cuales
nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis
hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción
que está en el mundo por concupiscencia”.
"Vosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud,
y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia,
y en la paciencia temor de Dios; y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el
amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os
dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo."
Estas palabras están llenas de
instrucción, y dan la nota tónica de la victoria. El apóstol presenta a los
creyentes la escalera del progreso cristiano, en la cual cada peldaño
representa un avance en el conocimiento de Dios, y en cuya ascensión no debe
haber detenciones. Fe, virtud, ciencia, temperancia, paciencia, piedad,
fraternidad y amor representan los peldaños de la escalera. Somos salvados
subiendo escalón tras escalón, ascendiendo paso tras paso hasta el más alto
ideal que Cristo tiene para nosotros. De esta manera, él es hecho para nosotros
423 sabiduría y justificación, santificación y redención.
Dios ha llamado a su pueblo para que
alcancen gloria y virtud, y éstas se manifestarán en la vida de cuantos estén
verdaderamente relacionados con él. Habiéndoseles permitido participar del don
celestial, deben seguir dirigiéndose hacia la perfección, siendo
"guardados en la virtud de Dios por fe." (1 Ped. 1:5.) La gloria de
Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres alcanzar
la más alta norma: y serán hechos perfectos en él cuando por fe echen mano del
poder de Cristo, cuando recurran a sus infalibles promesas reclamando su
cumplimiento, cuando con una importunidad que no admita rechazamiento, busquen
el poder del Espíritu Santo.
Habiendo recibido la fe del Evangelio,
la siguiente obra del creyente es añadir virtud a su carácter y así limpiar el
corazón y preparar la mente para la recepción del conocimiento de Dios. Este
conocimiento es el fundamento de toda verdadera educación y de todo verdadero
servicio. Es la única real salvaguardia contra la tentación; y solamente eso
puede hacerle a uno semejante a Dios en carácter. Por medio del conocimiento de
Dios y de su Hijo Jesucristo, se imparten a los creyentes "todas las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad." Ningún buen don se niega al que
sinceramente desea obtener la justicia de Dios.
"Esta empero es la vida eterna
-dijo Cristo,- que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual
has enviado." (Juan 17:3.) Y el profeta Jeremías declaró: "No se
alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico
se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar; en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová." (Jer.
9:23,24.) Difícilmente puede la mente humana entender la anchura, profundidad y
altura de las realizaciones espirituales del que obtiene este conocimiento. HAp 422-423
viernes, junio 01, 2018
REFLEXIÓN 96. ¿SE PUEDE ALCANZAR LA VERDADERA LIBERTAD? ¿CÓMO ENTENDER CORRECTAMENTE ROMANOS CAPITULO 7?
*En el capitulo 6.
4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera 542 la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. 13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Rom.7
*El Apóstol Resume el capitulo 7,
*CONOCEN LA LEY. Literalmente "conocen ley". La ausencia del artículo delante de "ley" sugiere que Pablo se está refiriendo al principio de ley en general (ver com. cap. 2: 12). Dice sencillamente que la ley no puede acusar o castigar a un hombre después que ha muerto; sin embargo, en el contexto de este capítulo después resulta evidente que Pablo piensa especialmente en la ley del AT (ver cap. 7: 7).
SE ENSEÑOREA. Anteriormente Pablo ha personificado a la "muerte" y al "pecado" como si hubieran "tenido dominio" o "reinado" sobre el pecador (cap. 5: 14-17; 6: 12).
*ENTRE TANTO QUE ÉSTE VIVE. En griego dice: "tanto tiempo como viva", permitiendo que se entienda de dos formas; el tiempo que dura la ley y el tiempo que vive el hombre. La segunda interpretación es más natural y está más de acuerdo con el contexto, porque Pablo se está preparando para aplicar a la ley el principio de que la ley puede presentar sus demandas contra un hombre sólo mientras éste vive.
2. *LA MUJER CASADA. Gr. húpandros, literalmente, "bajo marido", es decir sujeta a un marido. Esta palabra sólo aparece aquí en el NT Se encuentra en la LXX en Núm. 5: 20, 29; Prov. 6: 24, 29.
*ESTÁ SUJETA POR LA LEY. Literalmente "ha sido sujeta por ley".
3. LLAMADA. Gr. jer'matízÇ, que puede sugerir que la mujer formalmente es llamada o considerada adúltera, y en este caso estaría sometida a los más severos castigos bajo la ley del AT (ver Lev. 20:10).
4. ASÍ TAMBIÉN. Pablo ahora aplica la ilustración de la ley del matrimonio a la vida del cristiano. Su mayor argumento es que la muerte disuelve la obligación legal. Por lo tanto, así como la muerte libera a la esposa de las obligaciones que impone la ley del casamiento, o sea que pueda casarse legalmente con otro, así también la crucifixión (o muerte) del cristiano con Cristo lo libera del dominio del pecado y de la ley. Entonces puede comenzar una nueva unión espiritual con el Salvador resucitado.
*HABÉIS MUERTO. O "fuisteis muertos", que se refiere a la crucifixión del "viejo hombre" con Cristo (cap. 6: 6). En la ilustración, la muerte del marido fue la que liberó a la esposa de la ley; en la aplicación, la muerte de la vieja naturaleza pecaminosa es la que libera al creyente de la condenación y del dominio de la ley, para que se una a Cristo. *Aquí, como en el cap. 6, Pablo ve al cristiano como si tuviera una vida doble: la antigua vida condenada por el pecado, de la que se despoja con Cristo, y la nueva vida de aceptación y santidad a la cual resucita con Cristo (ver com. vers. 11).
A LA LEY. La muerte del viejo hombre resulta en la liberación del yugo impuesto por uno mismo, el de tratar de ganar la salvación por las obras de la ley (ver com. cap. 6: 14).
MEDIANTE EL CUERPO DE CRISTO. Es decir, mediante la muerte expiatorio de Cristo (ver Efe. 2: 15; Col. 1: 22; 1 Ped. 2: 24). El creyente es bautizado en esa muerte (Rom. 6: 4), y al participar así de la muerte de Cristo al pecado y a la ley, como se explica en el cap. 6, el creyente puede considerar que su vieja naturaleza está muerta a las cosas que una vez la cautivaban. El que acepta a Cristo ocupa su lugar con él en la cruz y allí hace que sea crucificada su vieja naturaleza.
PARA QUE SEÁIS DE OTRO. Pablo acostumbra en sus escritos comparar a la unión de Cristo y los creyentes con un matrimonio. (2 Cor. 11: 2; Efe. 5: 25, 28-29; cf. Jer. 3: 14).
DE OTRO. Es decir, de Cristo.
5. EN LA CARNE. Es decir, la unión con la vieja naturaleza, en el cuerpo de pecado (cap. 6: 6), la obediencia a los impulsos más viles. Esta frase describe una vida que no ha sido regenerada, cuyo principal propósito es la complacencia de los apetitos y de los sentidos. Debe contrastar con la vida "según el Espíritu" (cap. 8: 9).
Pablo no disminuye en nada la necesidad o la importancia de la ley moral; por el contrario, su evangelio en realidad sirve para ensalzar la ley. Una de sus principales preocupaciones es que los hombres comprendan la relación correcta que existe entre la ley y el Evangelio, y su gran mensaje es que los pecadores no deben depender de ley, ni siquiera de la ley de Dios (ver com. cap. 2: 12; 6: 14), para que haga por ellos lo que sólo puede alcanzarse mediante la gracia de Dios que justifica y santifica por medio de Jesucristo. La comprensión de esta verdad fundamental para la salvación no disminuye el respeto por la ley de Dios; por el contrario, produce un efecto precisamente opuesto en los que tienen fe.
OBRABAN. O "estaban activas". Ve el contraste con su inactividad en el cristiano que ha renacido (cap. 6: 6).
EN NUESTROS MIEMBROS. Es decir, en los órganos y facultades de nuestros cuerpos (ver com. cap. 6: 13). Llevando fruto. Cf. Sant. 1: 15.
6. *LIBRES. Gr. katargéÇ (ver com. cap. 3: 3); "emancipados" (BJ), "desligados" (NG). La palabra se usa en cap. 7: 2 para describir que la esposa queda liberada de la "ley del marido". "Libres de la ley" es el equivalente a no estar "bajo la ley". Para su significado, ver com. cap. 6: 14. Por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos. O: "Por haber muerto a aquello que nos tenía aprisionados" (BJ). Es decir, una vez que hemos muerto a la ley, que nos tenía sujetos. Pablo se refiere aquí al medio por el cual quedamos liberados de la ley: la muerte del viejo hombre pecaminoso (vers. 4). Esa muerte nos da libertad, así como la muerte del marido dejaba libre a la mujer (vers. 2). Cuando nuestro viejo hombre es crucificado con Cristo (cap. 6: 6), nosotros, como la mujer en la ilustración, morimos a la ley (cap. 7: 4) que anteriormente había ejercido sobre nosotros el dominio opresivo, por causa de nuestra desventurada unión con la vieja naturaleza pecaminosa ver com. cap. 6: 14).
DE MODO QUE SIRVAMOS. O "de modo que servimos". La frase puede entenderse como una expresión de propósito (cf. vers. 4) o de resultado (cf. cap. 6: 22).
BAJO EL RÉGIMEN NUEVO DEL ESPÍRITU. Los creyentes que han muerto al pecado y resucitado a la vida nueva (cap. 6: 2, 4), ahora prestan un servicio que es nuevo y espiritual. Su obediencia a la ley de Dios ya no es legalista y mecánica, como si la justificación consistiera simplemente en cumplir con un código de reglamentos externos de conducta que no tiene nada que ver con la condición del corazón. Mediante su unión con el Salvador resucitado, los creyentes han aprendido un camino nuevo de verdadera obediencia cordial y espiritual. Tal servicio y tal culto sólo son posibles para los que han renacido del Espíritu Santo y viven bajo su influencia. Pablo amplía su explicación en el cap. 8.
BAJO EL RÉGIMEN VIEJO DE LA LETRA.
*SERVIR "en antigüedad de letra" sólo puede conducir al pecado y a la muerte (Rom. 7: 5); pero el Evangelio es portador del ofrecimiento de Dios de capacitar al hombre para el servicio espiritual que emana del corazón.
*HABER RENACIDO DEL ESPÍRITU SANTO. significa la creación de un corazón limpio y la renovación de un espíritu recto (cf. Sal. 51: 10), de modo que desde allí en adelante el creyente ya no sirve a Dios movido por el sentimiento de un yugo legal y por temor, sino en un nuevo espíritu de libertad y de amor (ver Juan 4: 23; 6: 63; 2 Cor. 3: 6).
7. ¿QUÉ DIREMOS, PUES? Una frase típica de Pablo (ver com. cap. 4: 1). El apóstol se prepara ahora para hacer frente a otra posible comprensión equivocada de lo que ha dicho en cuanto a la relación entre la ley y el pecado.
¿LA LEY ES PECADO?
PERO. Gr. allá, que generalmente se traduce "Pero", aunque puede significar "por el contrario" (ver 1 Cor 12: 22); es decir, por el contrario, lejos de que la ley sea pecado, pone de manifiesto el pecado. Allá también puede entenderse como "no obstante", "sin embargo" (ver Rom. 5: 14). Es decir, aunque se niegue enfáticamente que la ley es pecado, a pesar de todo si no fuera por la ley yo no tendría conocimiento del pecado. Cualquiera de estas interpretaciones corresponde con el argumento de Pablo.
YO NO CONOCÍ EL PECADO. Puesto que el pecado es "impiedad" o "infracción de la ley" (ver com. 1 Juan 3: 4), es lógico que el efecto de la ley en la vida de un hombre es revelarle el pecado en su verdadera naturaleza. El proceder lógico frente a la ley es considerarla como un enemigo por haber pronunciado este veredicto justo. El espejo no es enemigo de una persona fea porque le revela su fealdad, ni tampoco un médico es enemigo de un enfermo porque le dice que está enfermo. Ni el médico es el causante de la enfermedad, ni el espejo de la fealdad. Tampoco Dios es la causa de la enfermedad y de la fealdad de nuestro pecado porque nos lo muestra en el espejo de su santa ley. Por el contrario, Dios es el autor del plan divino mediante el cual Jesús vino al mundo a curar nuestra enfermedad.
POR LA LEY. Literalmente "por medio de ley" (ver com. cap. 2: 12).
*EL USO que hace Pablo de este mandamiento en un contexto tal revela un significado más profundo que el que expresan literalmente estas palabras. En la prohibición no sólo vio el deseo de ciertas cosas específicamente mencionadas en el mandamiento, sino también el deseo de cualquier cosa prohibida por Dios. En otras palabras, la ley prohibe cualquier clase de deseo egoísta y pecaminoso, y esto es lo que Pablo no hubiera sabido "si la ley no" lo "dijera". Descubrió que la verdadera obediencia a los mandamientos de Dios no era una simple conformidad externa con la letra de la ley, sino que tiene que ver con la mente, el corazón y el espíritu (vers. 14; cf. cap. 2: 29).
El pecado no es simplemente una brecha externa abierta en la letra de la ley, sino una condición interior y profunda de la mente, la disposición, los hábitos y el carácter, de donde proceden todos los actos pecaminosos (Mat. 5: 28; 1 Juan 3: 15). Sin embargo, el efecto inicial que tuvo este profundo descubrimiento en el corazón de Pablo cuando aún no estaba regenerado, fue despertar su naturaleza corrupta provocando una oposición pecaminosa (Rom. 7: 8).
8. PECADO. Pablo personifica al pecado como el principio y poder antagónico a la ley de Dios (ver com. cap. 5: 12). El pecado es representado en el NT como un enemigo que siempre está procurando causar nuestra ruina, y que aprovecha cada ocasión para lograrlo. Se lo describe como rodeándonos y asediándonos (Heb. 12: 1), sometiéndonos a servidumbre (Rom. 6: 12), seduciéndonos, y así causando nuestra muerte (Sant. 1: 14-15). En otras palabras, se presenta al pecado como haciendo todo lo que Satanás -el máximo enemigo de la humanidad- está tratando de lograr al tentarnos a pecar. En cuanto a la forma en que Satanás usa la ley como una ocasión para tentar y atraer a la humanidad a la desobediencia, de modo que los seres humanos queden sometidos a la condenación y a la muerte, ver com. Rom. 7: 11.
OCASIÓN. Gr. aform', "oportunidad", "ocasión". Sólo Pablo usa esta palabra en el NT (Rom. 7: 11; 2 Cor. 5: 12; 11: 12; Gál. 5: 13; 1Tim. 5:14).
PRODUJO. Gr. katergázomai, "llevar a cabo", "completar", "conseguir" (cf. Rom. 2: 9; 1 Cor 5: 3; 2 Cor. 7: 10). Se usa para referirse a lograr algo ya bueno o malo (Rom. 7: 15, 17-18, 20).
CODICIA. "Concupiscencias" (BJ), "deseos desordenados" (VM). Gr. epithumía (ver com. vers. 7). Pablo está diciendo que el mandamiento que ordena no codiciar hizo que codiciara más. El corazón no regenerado reacciona así ante la expresa voluntad de Dios. Algo que ha sido prohibido con frecuencia parece ser más deseable, y excita los malos deseos del corazón rebelde (cf. Prov. 9: 17).
*UN PECADOR PUEDE PARECER COMO SOSEGADO Y TRANQUILO, EN PAZ CONSIGO MISMO Y CON EL MUNDO, PERO CUANDO LA LEY DE DIOS LLEGA HASTA SU CONCIENCIA NO ES RARO QUE SE IRRITE Y SE ENOJE. Desprecia la autoridad de la ley, y sin embargo su conciencia le dice que la ley tiene razón. Trata de ponerla a un lado, pero tiembla ante su poder. Y para mostrar su independencia y determinación de pecar, se sumerge en la iniquidad y se convierte en un pecador más impío y obstinado. Esta situación se convierte en lucha, y en el conflicto con Dios el pecador resuelve no dejarse vencer.
*Compárese esta conducta con el caso de Pablo que se oponía a la voluntad de Dios que le era revelada. Pablo se sentía disgustado después del martirio de Esteban porque tenía la íntima convicción de que el mártir estaba en lo correcto, y para aplacar esa creciente convicción se sumió con celo frenético en una campaña de persecución, terror y muerte (ver HAp 92-93).
*Procuraba "dar coces contra el aguijón" de la convicción y de una conciencia esclarecida (Hech. 26: 14). Su prejuicio y su ambición de popularidad hicieron que se rebelara contra Dios, hasta que se convirtió en un instrumento en las manos de Satanás (HAp 83-84).
De ese modo la revelación de la voluntad de Dios excitó la naturaleza pecaminosa de Pablo hacia un pecado todavía mayor, hasta que al fin llegó a estar dispuesto a reconocer su pecaminosidad y su necesidad de un Salvador (Hech. 9: 6; ver HAp 97).
*El caso de Pablo es una clara ilustración de que la ley no puede desarraigar la rebeldía y el pecado. Su efecto puede ser precisamente el contrario. Pablo halló libertad del poder del pecado y de la condenación únicamente cuando se encontró frente a frente con Cristo.
*SIN LA LEY. Literalmente "sin ley" (BJ, BC); o "aparte de ley"
EL PECADO ESTÁ MUERTO. Pablo ya ha presentado tácitamente la idea de que el pecado está "muerto" sin ley (cap. 4:15; 5:13). Es evidente que con "muerto" no quiere decir que no existe, sino que está inerte. Compárese con "la fe sin obras está muerta" (Sant. 2: 26). El pecado ha reinado siempre desde la transgresión de Adán (Rom. 5: 12, 21), pero su pleno poder y virulencia sólo se manifestaron cuando apareció la ley con sus restricciones y prohibiciones. Entonces el pecado se presenta como rebelión contra la voluntad de Dios, y la naturaleza humana no regenerada es instigada a la oposición y al pecado.
9. YO. . . VIVÍA. Pablo se refiere a su vida pasada, pero con su experiencia simboliza a todos los que no están convertidos y dependen de su propia justicia. Sin la ley. . . en un tiempo. El período de su vida pasada al cual aquí se refiere Pablo, ha sido objeto de muchos debates; sin embargo, por el contexto parece evidente que está hablando del tiempo anterior al momento cuando comprendió la verdadera naturaleza, espiritualidad y alcances de la ley divina. Fue un período durante el cual creía que era justo y que, en lo que se refería a su conducta externa, parecía que estaba cumpliendo la ley. Pero era una justicia legalista, como aquella de la que se jactaba el joven rico cuando fue puesto frente a frente con los mandamientos: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?" (Mat. 19: 20). Pablo también podía pretender que "en cuanto a la justicia que es en la ley" él era "irreprensible" (Fil. 3: 6; cf. Hech. 26: 5). Compárese con la jactancioso oración del fariseo, llena de justicia propia (Luc. 18: 11-12). 547
*Pero cuando Pablo discernió el carácter espiritual de la ley, el pecado apareció en su verdadero carácter repulsivo. Se vio a sí mismo como transgresor, y su engreimiento se desvaneció (ver CC 27-28).
VENIDO EL MANDAMIENTO. Es decir, cuando Pablo comprendió en su mente y en su conciencia el significado espiritual del mandamiento "no codiciarás" (vers. 7), vio el espíritu de la ley en esta prohibición de todos los deseos pecaminosos, y cuando penetró en él como la palabra de Dios, viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos (Heb. 4: 12), la complacencia en su justicia propia quedó súbitamente destruida.
EL PECADO REVIVIÓ. Es decir, "volvió a vivir". Pablo no quiere decir que antes de que viniera "el mandamiento", el pecado -aquí personificado como un ser aborrecible- había estado inactivo en su vida, sino que él no se había dado cuenta ni de su verdadera naturaleza ni de sus consecuencias fatales (vers. 13). En realidad, el pecado había actuado sin restricciones en su vida (vers. 5). Pero la venida del "mandamiento" desafió a la presencia del pecado y a su derecho de dominar la vida de Pablo. El pecado entonces se levantó para mantener su disputada autoridad. Apareció en toda su malignidad y fuerza, en su verdadero carácter: el de un engañador, un enemigo y un asesino.
*Pablo no dice cuándo ni cómo comenzó a sentir por primera vez el poder condenatorio de la ley; sin embargo, sabemos lo suficiente en cuanto a sus años anteriores como para tener algún conocimiento de su experiencia con la ley antes de su conversión. Como fariseo bien versado, que vivía de acuerdo con la secta más estricta de su religión, con intensos, aunque inútiles esfuerzos, y mediante una observancia externa, había tratado de cumplir con las exigencias de una ley santa que escudriña el corazón. Pero la serenidad y el amor perdonador que manifestó Esteban durante su martirio conmovieron hasta lo profundo la mente de Pablo, e hicieron que su conciencia comprendiera que la obediencia a la ley era algo que iba más allá de la letra (com. vers. 8).
*MORÍ. Cuando Pablo llegó a comprender la naturaleza espiritual de la ley, el nuevo conocimiento sólo sirvió para acusarlo como transgresor y despertar en él toda clase de malos deseos (vers. 8). Pablo se convirtió entonces en un pecador plenamente consciente, y descubrió que no tenía esperanza de vida (cf. cap. 6: 21, 23).
10. HALLÉ. Literalmente "fue hallado en mí o por mí", es decir, el mandamiento. Al fin Pablo supo que el mismo mandamiento de cuya observancia hacía depender su salvación, sólo podía condenarlo a muerte. Este es un versículo clave en el razonamiento de Pablo de que los pecadores no deben depender de la ley para su salvación. Pablo ha explicado claramente, y ahora lo ilustra con su propio caso, que el depender de la ley mediante la justicia propia es una grave tergiversación de la ley, y que sólo puede conducir al sorprendente descubrimiento expresado en este versículo.
La ley de Dios presenta una elevada norma espiritual que ningún mortal pecador puede alcanzar mediante sus propios esfuerzos, sin ayuda. Delante de ella sólo aparece como culpable y condenado; pero bienaventurado aquel que al comprender su impotencia y necesidad acude al Salvador, el único en quien puede encontrar justificación y salvación
“El gran error de muchos judíos consistía en su concepto falso de la función de la ley en un mundo pecaminoso. Orgullosos con su justicia propia, no estaban dispuestos a reconocer su culpabilidad ante la ley ni su incapacidad para vivir a la altura de sus preceptos; por lo tanto, no comprendían su necesidad de un Salvador”. Se dedicaban a un diligente estudio de las Escrituras creyendo que en la ley encontrarían vida y no condenación. No querían ir a Cristo para que pudieran hallar justificación y vida (Juan 5: 39-40). Ver com. Eze. 16: 60.
*EL MISMO MANDAMIENTO. Este versículo dice literalmente: "El mandamiento, el para vida, éste fue hallado por mí para muerte". La expresión griega es enfática.
*QUE ERA PARA VIDA. La promesa de vida acompañó a la entrega de la ley de Dios a Israel en 18: 5; Deut. 5: 33; Eze. 18: 9, 21; 20: 11, 13, 21; cf. Mat. 19: 17). No hay ninguna arbitrariedad en esto. Todas las leyes de Dios para nuestro bien físico, mental y espiritual son dadas para nuestro máximo bien. La vida y la prosperidad, tanto en este mundo como en el venidero, están íntimamente asociadas a la perfecta obediencia a las leyes inmutables de Dios.
11. PORQUE EL PECADO. La conjunción causal "porque" da comienzo a una explicación del vers. 10.
*POR EL MANDAMIENTO. Estas palabras pueden relacionarse con "tomando ocasión" o con "me engañó" (cf. com. vers. 8). La conclusión "y por él me mató" podría indicar que debe preferirse la segunda relación. El pasaje entonces diría: "Porque el pecado, tomando ocasión, me engañó por el mandamiento". La barrera que la ley erige contra el pecado se convierte en la ocasión para sugerir que se cometa el pecado.
*ME ENGAÑÓ. Gr. exapatáÇ, que básicamente significa "hacer que uno se extravíe". Pablo es el único que usa esta palabra en el NT (Rom. 16: 18; 1 Cor. 3: 18; 2 Cor. 11: 3; 2 Tes. 2: 3). En el huerto del Edén el pecado se aprovechó del mandamiento: "No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis" (Gén. 3: 3), con lo cual inspiró un mal deseo (ver com. "por la ley" y "codicia", vers. 5 y 8 respectivamente). Cuando Eva estuvo frente al árbol prohibido comenzó a dudar de la orden de Dios que le había prohibido que tocara ese fruto (PP 36-37).
Esa fue la oportunidad de Satanás, el cual usó la prohibición divina para engañar a Eva y hacerla pecar. El engaño del pecado consiste en presentar como algo bueno el objeto del deseo pecaminoso, pero cuando dicho objeto se alcanza posteriormente resulta malo (Sant. 1: 14-15; cf. Heb. 3: 13, 17). Satanás incitó a Eva a que participara del fruto prohibido, para que así, llegara hasta un mundo de existencia más elevada y obtuviera un conocimiento más amplio (PP 36-37).
Satanás usó el mandamiento en esta forma engañosa para incitar al pecado; y una vez que logró su mal propósito utilizó el mismo mandamiento como un medio de condenación. Satanás es, a no dudarlo, no sólo el tentador del hombre sino también su acusador (Apoc. 12: 10; cf. Job 1: 9-11; 2: 4-5). De esa manera Eva comprobó, para su gran dolor, que lo que una vez deseó como algo deleitoso sólo le produjo condenación y muerte. Ningún ser del universo cae en peor engaño que el pecador que se complace en un deseo prohibido (ver Prov. 7: 21-23). POR ÉL. Es decir, por el mandamiento.
ME MATÓ. Compárese con "yo morí" (vers. 9). El mandamiento, aunque en sí mismo es santo y tiene el propósito de proporcionar vida, no sólo se convirtió en ocasión de pecado sino también, como su consecuencia, en ocasión de muerte. Y todo esto se produjo mediante el engaño. Lo deseado en realidad no era bueno, pero la concupiscencia y la codicia inspiradas por el tentador hicieron que pareciera que era así. Uno de los grandes propósitos de la gracia transformadora de Dios es eliminar ese engaño destructor y hacer que el hombre vuelva a ver las cosas en su verdadera realidad, y de ese modo regrese a la vida y a la paz con Dios.
12. DE MANERA QUE. Este es el comienzo de una conclusión basada en lo tratado en los vers. 7-11, y una respuesta a la pregunta del vers. 7: "¿la ley es pecado?"
(cf. Rom. 7: 20; 1 Cor. 14: 6).
(Rom. 7: 25).