CAPITULO 24. ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO (249-260)
(Éste Capítulo Está Basado En
San Mateo 22:1-14.
LA PARÁBOLA DEL VESTIDO DE BODAS REPRESENTA UNA LECCIÓN DEL MÁS ALTO SIGNIFICADO. El casamiento representa la unión de la humanidad con la divinidad; el vestido de bodas representa el carácter que todos deben poseer para ser tenidos por dignos convidados a las bodas. En esta parábola como en la de la gran cena, se ilustran la invitación del Evangelio, su rechazamiento por el pueblo judío, y el llamamiento de misericordia dirigido a los gentiles. Pero de parte de los que rechazan la invitación, esta parábola presenta un insulto mayor y un castigo más terrible.
EL LLAMAMIENTO A LA FIESTA ES UNA INVITACIÓN DEL REY. Procede de aquel que está investido de poder
para ordenar. Confiere gran honor. Sin embargo, el honor no es apreciado. La
autoridad del rey es menospreciada. Mientras la invitación del padre de familia
fue recibida con indiferencia, la del rey es recibida con insultos y homicidio.
Trataron a sus siervos con desprecio, afrontándolos y matándolos.
EL PADRE DE FAMILIA, al ver despreciada su invitación, declaró que ninguno de los convidados probaría su cena. Pero en cuanto a los que habían despreciado al rey, se decreta algo más que la exclusión de su presencia y de su mesa, pues "enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad".
EN AMBAS PARÁBOLAS, la fiesta queda provista de convidados, pero la segunda demuestra que todos los que asisten a la fiesta han de hacer cierta preparación. Los que descuidan 250 esta preparación son echados fuera. "Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí un hombre no vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿Cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Más él cerró la boca. Entonces el rey dijo a los que servían: Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera: Allí será el lloro y el crujir de dientes".
LA INVITACIÓN A LA FIESTA HABÍA SIDO DADA POR LOS DISCÍPULOS DE
CRISTO. Nuestro Señor había
mandado a los doce y después a los setenta, para que proclamaran que el reino
de Dios estaba cerca, e invitasen a los hombres a arrepentirse y creer en el
Evangelio. Pero la invitación no fue escuchada. Los que habían sido invitados a
la fiesta no vinieron.
LOS SIERVOS FUERON ENVIADOS MÁS TARDE PARA DECIRLES: "He aquí, mi comida he aparejado; mis
toros y animales engordados son muertos, y todo está prevenido: venid a las
bodas". Tal fue el mensaje dado a la nación judía después de la
crucifixión de Cristo, pero la nación que aseveraba ser el pueblo peculiar de
Dios rechazó el Evangelio que se le traía con el poder del Espíritu Santo.
Muchos hicieron esto de la manera más despectiva. Otros se exasperaron tanto
por el ofrecimiento de la salvación, por la oferta de perdón, por haber
rechazado al Señor de gloria, que se volvieron contra los portadores del
mensaje. Hubo "una grande
persecución". Hechos 8:1. Muchos hombres y mujeres fueron echados en
la cárcel, y fueron muertos algunos de los mensajeros del Señor, como Esteban y
Santiago.
ASÍ SELLÓ EL PUEBLO JUDÍO SU RECHAZAMIENTO DE LA MISERICORDIA DE
DIOS. El resultado fue
predicho por Cristo en la parábola. El rey, "enviando sus ejércitos,
destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad". El juicio
pronunciado vino sobre los judíos en la destrucción de Jerusalén y la
dispersión de la nación.
LA TERCERA INVITACIÓN A LA FIESTA REPRESENTA LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO A LOS GENTILES. El rey dijo: "Las bodas 251 a la verdad están aparejadas; más los que eran llamados no eran dignos. Id pues a las salidas de los caminos y llamad a las bodas a cuantos hallareis". Los siervos del rey que salieron por los caminos "juntaron a todos los que hallaron; juntamente malos y buenos".
Era una compañía heterogénea. Algunos no tenían mayor respeto,
por quien daba la fiesta, que aquellos que habían rechazado la invitación. Los
que fueron primeramente invitados no podían consentir, pensaban ellos, en
sacrificar ninguna ventaja mundanal para asistir al banquete del rey. Y entre
los que aceptaron la invitación, había algunos que sólo pensaban en su propio
beneficio. Vinieron para disfrutar del banquete, pero no por el deseo de honrar
al rey.
CUANDO EL REY VINO A VER A LOS CONVIDADOS, SE REVELÓ EL VERDADERO CARÁCTER DE TODOS. Para cada uno de los convidados a la fiesta se había provisto un vestido de boda. Este vestido era un regalo del rey. Al usarlo, los convidados mostraban su respeto por el dador de la fiesta. Pero un hombre estaba aún vestido con sus ropas comunes. Había rehusado hacer la preparación requerida por el rey.
Desdeñó usar el manto provisto para él a gran costo. De esta manera insultó a su señor.
A la
pregunta del rey: "¿Cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda?"
no pudo contestar nada. Se condenó a sí
mismo. Entonces el rey dijo: "Atado de pies y de manos tomadle, y echadle
en las tinieblas de afuera".
EL EXAMEN QUE DE LOS CONVIDADOS A LA FIESTA HACE EL REY, REPRESENTA UNA OBRA DE JUICIO. Los convidados a la fiesta del Evangelio son aquellos que profesan servir a Dios, aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Pero no todos los que profesan ser cristianos son verdaderos discípulos. Antes que se dé la recompensa final, debe decidirse quiénes son idóneos para compartir la herencia de los justos.
Esta decisión debe hacerse antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo; porque cuando él 252 venga, traerá su galardón consigo, "para recompensar a cada uno según fuere su obra". Apoc. 22:12.
ANTES DE SU VENIDA, PUES, HABRÁ SIDO DETERMINADO EL CARÁCTER DE LA OBRA DE TODO HOMBRE, y a cada uno de los seguidores de Cristo le habrá sido fijada su recompensa de acuerdo con sus obras. Mientras los hombres moran todavía en la tierra se verifica la obra del juicio investigador en los atrios del cielo. Delante de Dios pasa el registro de la vida de todos sus profesos seguidores. Todos son examinados según lo registrado en los libros del cielo, y según sus hechos queda para siempre fijado el destino de cada uno.
EL VESTIDO DE BODA
DE LA PARÁBOLA REPRESENTA EL CARÁCTER PURO Y SIN MANCHA que poseerán los
verdaderos seguidores de Cristo. A la iglesia "le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante",
"que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante". El lino
fino, dice la Escritura, "son las justificaciones
de los santos". Apoc. 19:8; Efesios 5:27. Es la justicia de Cristo, su
propio carácter sin mancha, que por la fe se imparte a todos los que lo reciben
como Salvador personal.
LA ROPA BLANCA DE LA INOCENCIA era llevada por nuestros primeros padres cuando
fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta
conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a
su Padre celestial. Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la
santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales
de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría
continuado envolviéndolos. Pero cuando
entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había
circuido se apartó. Desnudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los
mantos celestiales cosiendo hojas de higuera para cubrirse.
ESTO ES LO QUE LOS TRANSGRESORES DE LA LEY DE DIOS HAN HECHO DESDE
EL DÍA EN QUE ADÁN Y EVA DESOBEDECIERON. Han cosido hojas de higuera para cubrir la desnudez
causada 253 por la transgresión. Han usado los mantos de su propia invención;
mediante sus propias obras han tratado de cubrir sus pecados y hacerse
aceptables a Dios. Pero esto no pueden lograrlo jamás. El hombre no puede idear
nada que pueda ocupar el lugar de su perdido manto de inocencia.
NINGÚN MANTO HECHO DE HOJAS DE HIGUERA, ningún vestido común a la usanza mundana, podrán
emplear aquellos que se sienten con Cristo y los ángeles en la cena de las
bodas del Cordero.
ÚNICAMENTE EL MANTO QUE CRISTO MISMO HA PROVISTO PUEDE HACERNOS
DIGNOS DE APARECER ANTE LA PRESENCIA DE DIOS. Cristo colocará este manto, esta ropa de su propia
justicia sobre cada alma arrepentida y creyente. "Yo te amonesto -dice él- que de mí compres... vestiduras blancas,
para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez". Apoc. 3:18. Este
manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana.
Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos
a nosotros este carácter. "Como
trapos asquerosos son todas nuestras justicias". Isa. 64:6. VM. Todo
cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el pecado. Pero el
Hijo de Dios "apareció para quitar
nuestros pecados, y no hay pecado en él". Se define el pecado como "la transgresión de la ley". 1Juan
3:5,4.
PERO CRISTO FUE OBEDIENTE A TODO REQUERIMIENTO DE LA LEY. Él dijo de sí mismo: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón". Salmos 40:8. Cuando estaba en la tierra dijo a sus discípulos: "He guardado los mandamientos de mi Padre".*Juan 15:10.
Por su perfecta obediencia ha hecho posible
que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios.
Cuando nos
sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona
con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se
sujetan a él; vivimos su vida. Esto es
lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando
el Señor nos contempla, 254 él ve no el vestido de hojas de higuera, no la
desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la
perfecta obediencia a la ley de Jehová.
LOS CONVIDADOS A LA FIESTA DE BODAS FUERON INSPECCIONADOS POR EL
REY, y se aceptó solamente a
aquellos que habían obedecido sus requerimientos y se habían puesto el vestido
de bodas. Así ocurre con los convidados a la fiesta del Evangelio. Todos deben
ser sometidos al escrutinio del gran Rey, y son recibidos solamente aquellos
que se han puesto el manto de la justicia de Cristo.
La justicia es la práctica
del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros
caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es
genuina o no.
NO ES SUFICIENTE QUE CREAMOS QUE JESÚS NO ES UN IMPOSTOR, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal.
No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. "El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado". "Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos".*1Juan 3:24; 2:3. Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia.
LA VERDAD HA DE IMPLANTARSE EN EL CORAZÓN. Ha de dominar la mente y
los afectos. Todo el carácter debe ser amoldado por las declaraciones divinas.
Cada jota y tilde de la Palabra de Dios ha de ser puesto en práctica en la vida
diaria.
El que llegue a ser participante de la naturaleza divina 255 estará
en armonía con la gran norma de justicia de Dios, su santa ley. Esta es la
regla por la cual Dios mide las acciones de los hombres. Esta será la prueba
del carácter en el juicio.
HAY MUCHOS QUE ASEVERAN QUE POR LA MUERTE DE CRISTO FUE ABROGADA
LA LEY; pero en esto
contradicen las propias palabras de Cristo:
"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas... Hasta que
perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la
ley".*Mateo 5:17,18. Cristo depuso su vida para expiar la transgresión
que el hombre hiciera de la ley. Si la ley pudiera haber sido cambiada a puesta
a un lado, entonces Cristo no habría necesitado ser muerto. Por su vida sobre
la tierra, él honró la ley de Dios. Por su muerte, la estableció. El dio su
vida como sacrificio, no para destruir la ley de Dios, no para crear una norma
inferior, sino para que la justicia pudiera ser mantenida, para demostrar la
inmutabilidad de la ley, para que permaneciera para siempre. Satanás había
aseverado que era imposible para el hombre obedecer los mandamientos de Dios; y
es cierto que con nuestra propia fuerza no podemos obedecerlos. Pero Cristo
vino en forma humana, y por su perfecta obediencia probó que la humanidad y la
divinidad combinadas pueden obedecer cada uno de los preceptos de Dios. "A todos los que le recibieron, dióles
potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre". Juan
1:12.
ESTE PODER NO SE HALLA EN EL AGENTE HUMANO. ES EL PODER DE DIOS. Cuando un alma recibe a Cristo, recibe poder
para vivir la vida de Cristo. Dios exige que sus hijos sean perfectos.
SU LEY ES UNA COPIA DE SU PROPIO CARÁCTER, Y ES LA NORMA DE TODO
CARÁCTER.
Esta norma infinita es presentada a todos a fin de que no haya equivocación
respecto a la clase de personas con las cuales Dios ha de formar su reino. La
vida de Cristo sobre la tierra fue una perfecta expresión de la ley de Dios, y
256 cuando los que pretenden ser hijos de Dios llegan a ser semejantes a Cristo
en carácter, serán obedientes a los mandamientos de Dios. Entonces el Señor
puede con confianza contarlos entre el número que compondrá la familia del
cielo. Vestidos con el glorioso manto de la justicia de Cristo, poseen un lugar
en el banquete del Rey. Tienen derecho a unirse a la multitud que ha sido
lavada con sangre.
EL
HOMBRE QUE VINO A LA FIESTA SIN VESTIDO DE BODAS REPRESENTA LA CONDICIÓN DE
MUCHOS DE LOS HABITANTES DE NUESTRO MUNDO ACTUAL. Profesan ser cristianos, y reclaman las bendiciones y
privilegios del Evangelio; no obstante no sienten la necesidad de una
transformación del carácter. Jamás han sentido verdadero arrepentimiento por el
pecado. No se dan cuenta de su necesidad de Cristo y de ejercer fe en él. No
han vencido sus tendencias heredadas o sus malos hábitos cultivados. Piensan,
sin embargo, que son bastante buenos por sí mismos, y confían en sus propios
méritos en lugar de esperar en Cristo. Habiendo oído la palabra, vinieron al
banquete, pero sin haberse puesto el manto de la justicia de Cristo.
Muchos de los que se llaman cristianos, son meros moralistas
humanos. Han rechazado el don que podía haberlos capacitado para honrar a
Cristo representándolo ante el mundo. La obra del Espíritu Santo es para ellos
una obra extraña. No son hacedores de la Palabra. Los principios celestiales
que distinguen a los que son uno con el mundo, ya casi no se pueden distinguir.
Los profesos seguidores de Cristo no son
más un pueblo separado y peculiar.
La línea de demarcación es borrosa.
El pueblo se está subordinando al mundo,
a sus prácticas, a sus costumbres, a su egoísmo.
LA IGLESIA HA VUELTO AL MUNDO EN LA TRANSGRESIÓN DE LA LEY, cuando el mundo debiera haber vuelto a la iglesia por la obediencia al Decálogo.
DIARIAMENTE,
la iglesia se está convirtiendo al mundo. Todos éstos esperan ser salvos por la
muerte de Cristo, 257 mientras rehúsan vivir una vida de sacrificio propio.
Ensalzan las riquezas de la abundante gracia, y pretenden cubrirse con una
apariencia de justicia, esperando ocultar sus defectos de carácter; pero sus
esfuerzos serán vanos en el gran día de Dios.
LA
JUSTICIA DE CRISTO NO CUBRIRÁ NINGÚN PECADO ACARICIADO. Puede ser que un hombre
sea transgresor de la ley en su corazón; no obstante, si no comete un acto
exterior de transgresión, puede ser considerado por el mundo como un hombre de
gran integridad. Pero la ley de Dios mira los secretos del corazón. Cada acción
es juzgada por los motivos que lo impulsaron. Únicamente lo que está de acuerdo
con los principios de la ley de Dios soportará la prueba del juicio.
Dios es amor. El mostró ese amor en el don de Cristo. Cuando él dio "a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna",*Juan 3:16. no le negó nada a su posesión adquirida. Dio todo el cielo, del cual podemos obtener fuerza y eficiencia, para que no seamos rechazados o vencidos por nuestro gran adversario.
Pero el amor de Dios no lo induce a disculpar el
pecado. No lo disculpó en Satanás; no lo disculpó en Adán o en Caín; ni lo
disculpará en ningún otro de los hijos de los hombres. El no tolerará nuestros
pecados ni pasará por alto nuestros defectos de carácter. Espera que los
venzamos en su nombre.
LOS QUE
RECHAZAN EL DON DE LA JUSTICIA DE CRISTO están rechazando los atributos del
carácter que harían de ellos hijos e hijas de Dios. Están rechazando lo único
que podría capacitarlos para ocupar un lugar en la fiesta de bodas.
EN LA PARÁBOLA, CUANDO EL REY PREGUNTÓ: "¿Cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda?" el hombre quedó mudo. Así ocurrirá en el gran día del juicio.
Los hombres pueden disculpar ahora sus defectos de carácter, pero en
aquel día no tendrán excusas que presentar.
258
LAS IGLESIAS PROFESAS DE CRISTO DE ESTA GENERACIÓN disfrutan de los más
altos privilegios. El Señor nos ha sido revelado con una luz cada vez mayor.
Nuestros Privilegios son mucho más grandes que los del antiguo pueblo de Dios. No sólo poseemos la gran luz confiada a
Israel, sino que tenemos la creciente evidencia de la gran salvación que nos ha
sido traída por Jesucristo. Aquello que era tipo y símbolo para los judíos es
una realidad para nosotros.
ELLOS TENÍAN LA HISTORIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO; nosotros tenemos eso y también el Nuevo Testamento. Tenemos la seguridad de un Salvador que ha venido, que ha sido crucificado, que ha resucitado y que junto al sepulcro de José proclamó: "Yo soy la resurrección y la vida". En virtud del conocimiento que poseemos de Cristo y su amor, el reino de Dios es puesto en medio de nosotros.
Cristo nos es revelado en sermones y nos es cantado en himnos.
El banquete espiritual nos es presentado con rica abundancia.
El vestido de bodas, provisto a un precio infinito, es ofrecido
gratuitamente a cada alma. Mediante los mensajeros de Dios nos son presentadas
la justicia de Cristo, la justificación por la fe, y las preciosas y
grandísimas promesas de la Palabra de Dios, el libre acceso al padre por medio
de Cristo, la consolación del Espíritu y la bien fundada seguridad de la vida
eterna en el reino de Dios. ¿Qué otra cosa podía hacer Dios que no haya hecho
al proveer la gran cena, el banquete celestial?
LOS ÁNGELES MINISTRADORES DEL CIELO DICEN: La obra que se nos comisionó realizar ya ha sido cumplida. Hemos hecho retroceder el ejército de los ángeles malos. Hemos enviado claridad y luz a las almas de los hombres, despertando el recuerdo del amor de Dios expresado en Jesús. Hemos atraído sus miradas a la cruz de Cristo.
Sus corazones fueron profundamente conmovidos por una conciencia del pecado que crucificó al Hijo de Dios.
Fueron convencidos de pecado. Comprendieron los pasos que han de 259 de tomarse en la conversión; sintieron el poder del Evangelio; sus corazones fueron enternecidos al considerar la dulzura del amor de Dios. Contemplaron la hermosura del carácter de Cristo.
Pero para la mayoría todo esto fue en vano.
No quisieron abandonar sus propios hábitos y su carácter. No se quitaron los
vestidos terrenales a fin de ser cubiertos con el manto celestial. Sus corazones
fueron dados a la codicia. Amaron la asociación del mundo más que a su Dios.
SOLEMNE SERÁ EL DÍA DE LA DECISIÓN FINAL. En visión profética, el apóstol Juan lo describe así: "Vi
un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyó
la tierra y el cielo; y no fue hallado el lugar de ellos. Y vi los muertos,
grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos:
y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos
por las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras". Apoc.
20:11,12.
Triste será la visión retrospectiva en aquel día
cuando los hombres se hallen cara a cara con la eternidad. La vida entera se
presentará tal cual ha sido. Los placeres mundanos, las riquezas y los honores
no parecerán entonces tan importantes. Los hombres verán que únicamente la
justicia que despreciaron es de valor. Verán que han modelado su carácter bajo
las seducciones engañosas de Satanás. Las ropas que han escogido son la
insignia de su alianza con el primer gran apóstata. Entonces verán los resultados de su elección.
Conocerán lo que significa violar los mandamientos de Dios.
NO HABRÁ UN TIEMPO DE GRACIA FUTURO EN EL CUAL
PREPARARSE PARA LA ETERNIDAD.
En esta vida hemos de vestirnos con el manto de la justicia de Cristo. Esta es
nuestra única oportunidad de formar caracteres para el hogar que Cristo ha
preparado para los que obedecen sus mandamientos.
LOS DÍAS DE GRACIA QUE TENEMOS ESTÁN TERMINANDO RÁPIDAMENTE. El fin está cerca. A nosotros se nos hace la advertencia: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean 260 cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". Lucas 21:34.
Estad apercibidos, no sea que el banquete del Rey os sorprenda sin vestido de bodas. "Porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis".
"Bienaventurado el que vela, y guarda sus vestiduras, para que no
ande desnudo, y vean su vergüenza". Mateo 24:44; Apoc.16:15. 261
(Palabras de Vida del Gran Maestro de E.G de White)
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