domingo, noviembre 29, 2009

La Temperancia APÉNDICE B "TÍPICAS DISERTACIONES SOBRE TEMPERANCIA, DE ELENA G. DE WHITE"


1. EN CRISTIANIA (actual Oslo) Noruega - 1886
El domingo, a pedido del presidente de la sociedad de temperancia, hablé sobre ese tema. La reunión se celebró en el gimnasio militar de los soldados, el local más grande de la ciudad. . . Se reunieron unas mil seiscientas personas. 
 Entre ellas, un obispo de la iglesia oficial con una cantidad de clérigos. Un buen porcentaje eran de la mejor clase social.

La presentación.
Me ocupé del tema desde un punto de vista religioso mostrando que la Biblia está llena de hechos que hablan de temperancia y que Cristo hizo obra de temperancia desde el mismo principio. Debido a la complacencia del apetito, pecaron y cayeron nuestros primeros padres. Cristo reparó el fracaso del hombre. 

 En el desierto de la tentación, soportó la prueba que el hombre no había podido soportar. Mientras sufría los más agudos tormentos del hambre, débil y demacrado por el ayuno, Satanás estaba cerca, con sus múltiples tentaciones, para asaltar al Hijo de Dios, para aprovechar de su debilidad y vencerlo, y así torcer el plan de salvación. 

 Pero Cristo fue firme. Venció en lugar de la raza humana, para que pudiera rescatarla de la degradación de la caída. Demostró que con la fortaleza de él es posible que venzamos nosotros. Jesús simpatiza con las debilidades de los hombres; vino a la tierra para que pudiera proporcionarnos poder moral. No importa cuán fuerte sea la pasión o el apetito, podemos ganar la victoria porque podemos tener fuerza divina que se une con nuestros débiles esfuerzos. Los que se refugian en Cristo tendrán un baluarte en el día de la tentación.

La amonestación de la historia bíblica.
Mostré la importancia de los hábitos mesurados citando amonestaciones 238 y ejemplos del relato bíblico. Nadab y Abiú fueron hombres ocupados en un oficio santo; pero el consumo de vino hizo que su mente se nublara tanto, que no pudieron distinguir entre lo sagrado y las cosas comunes. Al ofrecer "fuego extraño", no hicieron caso de la orden de Dios, y fueron muertos por el juicio divino. 

 Mediante Moisés, el Señor prohibió expresamente el consumo de vino u otras bebidas alcohólicas a los que debían ministrar en las cosas santas, a fin de que pudieran "discernir entre lo santo y lo profano" y pudieran "enseñar . . . todos los estatutos que Jehová les ha dicho". El efecto de las bebidas embriagantes es debilitar el cuerpo, confundir la mente y rebajar la conducta. Todos los que ocupaban puestos de responsabilidad habían de ser hombres estrictamente temperantes a fin de que su mente fuera clara para discriminar entre lo correcto y lo erróneo, para que poseyeran firmeza de principios y sabiduría para administrar justicia y mostrar misericordia.

Esta orden directa y solemne había de extenderse de generación a generación hasta el fin del tiempo. En nuestras asambleas legislativas y tribunales de justicia, no menos que en nuestras escuelas e iglesias, se necesitan hombres de principios; hombres de dominio propio, de aguda percepción y sano juicio. Si la intemperancia ha nublado la mente o rebajado los principios, ¿cómo puede dictaminar el juez una decisión justa? Se ha incapacitado para pesar las evidencias u ocuparse de una investigación crítica; no tiene poder moral para elevarse por encima de los motivos egoístas o de la influencia de la parcialidad o el prejuicio. Y debido a esto, una vida humana puede ser sacrificada, o un inocente despojado de su libertad o de una buena fama que es más apreciada que la vida misma. Dios ha prohibido que aquellos a quienes ha confiado responsabilidades sagradas, como maestros o dirigentes del pueblo, se incapaciten así para los deberes de su alto puesto.

Instrucciones a Manoa y Zacarías.
Hay una lección para los padres en las instrucciones dadas a la esposa de Manoa y a Zacarías, el padre de Juan el Bautista. El ángel del Señor presentó las nuevas de que Manoa se convertiría en el padre de un hijo que había de liberar a Israel; y en respuesta a la ansiosa pregunta: "¿Cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?" el ángel dio instrucciones especiales para la madre: "No beberá vino 239 ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé". El niño será afectado, para bien o para mal por los hábitos de la madre. 

 Ella misma debe ser gobernada por principios, y debe practicar la temperancia, moderación y abnegación, si quiere procurar el bienestar de su hijo. Y los padres, tanto como las madres, están incluidos en esta responsabilidad. Ambos padres transmiten a sus hijos sus características propias, mentales y físicas, sus inclinaciones y apetitos. Como resultado de la intemperancia paternal, con frecuencia les falta a los hijos vigor físico y poder mental y moral. Los que beben licores y son aficionados al tabaco, transmiten su propio apetito insaciable, su sangre enardecida y sus nervios irritados, como un legado para sus descendientes. Y los hijos tienen menos poder para resistir la tentación que el que tuvieron sus padres, cada generación se hunde más que la precedente.

La pregunta de cada padre y madre debiera ser: "¿Qué haremos con el hijo que pronto nos nacerá?" Muchos están inclinados a tratar livianamente este tema; pero el hecho de que un ángel del cielo fuera enviado a esos padres hebreos, con instrucciones dadas dos veces en la forma más explícita y solemne, muestra que Dios lo considera como algo de gran importancia.

Cuando el ángel Gabriel apareció a Zacarías, prediciendo el nacimiento de Juan el bautista, éste fue el mensaje que dio: "Será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo". Dios tenía una obra importante para que hiciera el prometido hijo de Zacarías; una obra que requería pensamiento activo y acción vigorosa. Debía tener una constitución física sana y vigor mental y moral y a fin de lograr para él esas cualidades necesarias, sus hábitos fueron cuidadosamente regulados, aun desde la infancia. 

 Con frecuencia se dan en la niñez y en la primera juventud los primeros pasos en la intemperancia. Por lo tanto, debe recurriese a los más fervientes esfuerzos para instruir a los padres en cuanto a su responsabilidad. Los que colocan en sus mesas vino y cerveza, están fomentando en sus hijos un apetito por las bebidas fuertes. Instamos a que los principios de temperancia se practiquen en todos los detalles de la vida hogareña; que el ejemplo de los padres sea una lección de temperancia; que se enseñen moderación y dominio propio a los hijos y que se los presente 240 a ellos con convicción, hasta donde sea posible, aun desde la infancia.

La juventud es un indicio de la sociedad futura.
El futuro de la sociedad está indicado por la juventud de hoy. En los jóvenes vemos a los futuros maestros, legisladores y jueces, los dirigentes y el pueblo que determinarán el carácter y el destino de la nación. Por lo tanto, cuán importante es la misión de los que han de formar los hábitos e influir en las vidas de la generación que surge. 

 Tratar con las mentes es la mayor obra jamás confiada a los hombres. El tiempo de los padres es demasiado valioso para gastarlo en la complacencia del apetito o para ir en pos de la riqueza o de la moda. Dios ha colocado en sus manos a la preciosa juventud no sólo para que se la capacite para un lugar de utilidad en esta vida, sino para que sea preparada para las cortes celestiales. Siempre debiéramos tener en cuenta la vida futura y trabajar de tal manera que cuando lleguemos a las puertas del paraíso, podamos decir: "He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová".

Pero en la obra de la temperancia hay deberes que recaen sobre los jóvenes que nadie puede hacer por ellos. Si bien es cierto que los padres son responsables por el sello del carácter tanto como por la educación y la preparación que dan a sus hijos e hijas, sigue siendo verdad que nuestro puesto y utilidad en el mundo dependen, en gran manera, de nuestro propio curso de acción.

El noble ejemplo de Daniel.
En ninguna parte encontraremos una ilustración más abarcante y vigorosa de la verdadera temperancia y sus bendiciones inherentes, que en la historia del joven Daniel y sus compañeros en la corte de Babilonia. Cuando fueron elegidos para que se les enseñara la sabiduría y la lengua de los caldeos, para que pudieran "estar en el palacio del rey", "les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía". 

 Pero "Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía". Esos jóvenes no sólo rehusaron beber del vino del rey, sino que se abstuvieron de los manjares de su mesa. Obedecieron la ley divina, tanto natural como moral. Con sus hábitos de moderación se unían fervor de propósito, diligencia y firmeza. Y el resultado muestra la sabiduría de su proceder. 241

Dios siempre honra lo correcto. Los jóvenes más promisorios de todos los países subyugados por el gran conquistador habían sido reunidos en Babilonia; sin embargo, en medio de todos ellos, los cautivos hebreos no tenían rival. Su forma erecta, su paso firme y elástico, la belleza de su rostro que mostraba que su sangre estaba incontaminada, los sentidos no embotados, el aliento impoluto: todos eran otros tantos certificados de buenos hábitos, insignias de la nobleza con que honra la naturaleza a los que son obedientes a sus leyes. Y cuando su habilidad y conocimientos fueron puestos a prueba por el rey, al terminar los tres años de preparación, ninguno fue hallado "como Daniel, Ananías, Misael y Azarías". Su aguda comprensión, su lenguaje selecto y exacto, su extenso y variado conocimiento, testificaban de un vigor sin deterioro y de la potencia de sus facultades mentales.

La historia de Daniel y sus compañeros ha sido registrada en las páginas de la Palabra inspirada para beneficio de los jóvenes de todos los siglos venideros. Los que quieran preservar sus facultades intactas para el servicio de Dios, deben observar estricta temperancia en el uso de todas las buenas dádivas divinas, así como abstinencia total de toda complacencia dañina o denigrante. Lo que los hombres han hecho, los hombres pueden hacer. 

 Esos fieles hebreos, ¿se mantuvieron firmes en medio de gran tentación y dieron un noble testimonio a favor de la verdadera temperancia? Los jóvenes de hoy pueden dar un testimonio similar, aun bajo circunstancias igualmente desfavorables. Ojalá ellos emularan el ejemplo de aquellos jóvenes hebreos; pues todos los que lo deseen, al igual que ellos, pueden gozar del favor y de la bendición de Dios.

Dinero que podría haber hecho bien.
Hay todavía otro aspecto del tema de la temperancia que debería ser considerado cuidadosamente. No sólo es el uso de estimulantes antinaturales, inútiles y perniciosos, sino es también derroche y despilfarro. Cada año así se disipa una inmensa suma. El dinero que se gasta para tabaco podría sostener todas las misiones del mundo; los medios peor que derrochados en bebidas fuertes educarían a los jóvenes que ahora van a la deriva en una vida de ignorancia y crimen y los prepararían para hacer una noble obra para Dios. 

 Hay millares y más millares de padres que gastan sus ingresos en complacencia 242 propia, robando a sus hijos alimento, vestido y los beneficios de la educación. Y multitudes de profesos cristianos estimulan estas prácticas con su ejemplo. ¿Qué cuenta darán a Dios por el derroche de sus dádivas?

El dinero es uno de los dones confiados a nosotros para alimentar al hambriento, vestir al desnudo, socorrer al afligido y enviar el Evangelio a los pobres. Pero, ¡cómo se descuida esta obra! Cuando venga el Maestro a ajustar cuentas con sus siervos, ¿no dirá a muchos: "En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis"?
 En todo lo que nos rodea hay una obra que hacer para Dios. Se necesitan nuestros medios, tiempo, vigor e influencia. ¿Echaremos mano de esta obra y viviremos para glorificar a Dios y bendecir a nuestros prójimos? ¿Cimentaremos el reino de Dios en la tierra?

Se necesitan ahora hombres como Daniel -hombres que tengan la moderación y el valor para ser reformadores totales en cuanto a temperancia. Procure cada cristiano que su ejemplo e influencia estén de parte de la reforma. Sean fieles los ministros del Evangelio en hacer sonar la amonestación a la gente. Recuerden todos que nuestra felicidad en dos mundos depende del correcto empleo de uno de ellos (Historical Sketches of S. D. A. Foreign Missions [bosquejos históricos de las misiones adventistas extranjeras], págs. 207-211).


2. UN DISCURSO SOBRE TEMPERANCIA (1891) 
Satanás fue el primer rebelde del universo, y desde su expulsión del cielo, siempre ha estado procurando que cada miembro de la familia humana apostate de Dios, así como él lo hizo. Trazó sus planes para arruinar al hombre, y mediante la indebida complacencia del apetito, lo indujo a transgredir los mandamientos de Dios. Tentó a Adán y a Eva para que comieran del fruto prohibido y así consiguió su caída y expulsión del Edén. 

 Cuántos dicen: "Si yo hubiera estado en el lugar de Adán, nunca habría transgredido en una prueba tan simple". Pero tú, que te jactas así, tienes una gran oportunidad de mostrar tu fortaleza de propósito, tu fidelidad a los principios en la prueba. ¿Obedeces cada orden de Dios? ¿No ve Dios pecado en tu vida?

Ojalá la caída de Adán y Eva hubiera sido la única caída. Pero desde la pérdida del Edén hasta ahora, ha habido 243 una sucesión de caídas. Satanás se ha propuesto arruinar al hombre apartándolo de la lealtad a los mandamientos de Dios, y uno de sus métodos más efectivos es el de tentarlo a la complacencia del apetito pervertido. Por doquiera vemos las señales de la intemperancia humana. En nuestras ciudades y aldeas hay tabernas en cada rincón, y en los rostros de sus clientes vemos la terrible obra de ruina y destrucción. 

 Por doquiera, Satanás procura atraer a los jóvenes al camino de la perdición, y si puede colocar una vez los pies de ellos en el camino, los apresura en su curso descendente guiándolos de un libertinaje a otro, hasta que sus víctimas pierden la sensibilidad de la conciencia y no tienen más temor de Dios delante de sus ojos. Cada vez tienen menos dominio propio. Se entregan al vino y al alcohol, al tabaco y al opio, y van de un grado de disipación a otro. Son esclavos del apetito. Aprenden a despreciar consejos que una vez respetaron. Se revisten de fanfarronería y se jactan de ser libres, cuando son los esclavos de la corrupción. Por libertad quieren decir que son esclavos del egoísmo, del apetito depravado y del libertinaje.

Prosigue la controversia.
En el mundo prosigue una gran controversia. Satanás está determinado a que los seres humanos sean sus súbditos, pero Cristo ha pagado un precio infinito para que el hombre pueda ser redimido del enemigo y para que la imagen moral de Dios sea restaurada en la raza caída. Al instituir el plan de salvación, Dios ha hecho resaltar que da al hombre un precio infinito; pero Satanás procura anular este plan haciendo que el hombre no cumpla las condiciones bajo las cuales se proporciona la salvación.

Cuando Cristo comenzó su ministerio, se arrodilló a la orilla del Jordán y ofreció una petición al Cielo a favor de la raza humana. Había recibido el bautismo de manos de Juan y los cielos se abrieron, el Espíritu de Dios, en la forma de una paloma, lo rodeó, y del cielo se oyó una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia". Fue oída la oración de Cristo por un mundo perdido y todos los que creen en él son aceptados en el Amado. Mediante Cristo, los hombres caídos pueden hallar acceso al Padre, pueden tener gracia que los capacite para ser vencedores por los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. 244

El significado de la victoria de Cristo.
Después de su bautismo, Cristo fue guiado por el Espíritu al desierto. Había tomado la humanidad sobre sí, y Satanás se jactaba de que lo vencería como había vencido a hombres fuertes de los siglos pasados, y lo asaltó con las tentaciones que habían causado la caída del hombre. Había de decidirse en este mundo el gran conflicto entre Cristo y Satanás. Si el tentador podía tener éxito venciendo a Cristo aun en un solo punto, el mundo sería dejado a la perdición. Satanás quería tener poder para herir la cabeza del Hijo de Dios; pero la simiente de la mujer había de herir la cabeza de la serpiente; Cristo había de desbaratar al príncipe de la potestad de las tinieblas. 

 Cristo ayunó en el desierto durante cuarenta días. ¿Para qué lo hizo? ¿Había algo en el carácter del Hijo de Dios que requería una humillación y sufrimiento tan grandes? No, era sin pecado. Soportó toda esa humillación y aguda angustia por causa del hombre caído, y nunca podemos comprender el carácter oprobioso del pecado de la complacencia del apetito pervertido, excepto cuando comprendemos el significado espiritual del largo ayuno del Hijo de Dios. 

 Nunca podemos comprender la fuerza y poder cautivador del apetito, hasta que discernimos el carácter del conflicto del Salvador al vencer a Satanás, colocando así al hombre en terreno ventajoso, donde, por los méritos de la sangre de Cristo, puede resistir a los poderes de las tinieblas y vencer por sí mismo.

Después de ese largo ayuno, Cristo estaba hambriento, y en su debilidad Satanás lo asaltó con las fieras tentaciones. 
 El diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". Satanás pretendió ser el mensajero de Dios, aduciendo que Dios había visto la disposición del Salvador para colocar sus pies en el sendero de la abnegación, y que no se requería que sufriera más humillaciones y dolor sino que podía ser liberado del terrible conflicto que estaba delante de él como Redentor del mundo. 

 Trató de persuadirlo que Dios tan sólo quería probar su fidelidad, que ahora su lealtad se había manifestado plenamente, y que estaba en libertad de usar su poder divino para aliviar sus propias necesidades. Pero Cristo advirtió la tentación y declaró: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". 245

Cuando seáis tentados a una ilícita complacencia del apetito, debéis recordar el ejemplo de Cristo y debéis manteneros firmes venciendo como venció Cristo. Debéis responder diciendo: "Así dice Jehová", y en esa forma definir la cuestión para siempre con el príncipe de las tinieblas.

 Si parlamentáis con la tentación y usáis vuestras propias palabras, sintiendo suficiencia propia, estando llenos de arrogancia, seréis vencidos. Las armas que usó Cristo fueron las palabras de Dios: "Escrito está"; y si esgrimís la espada del Espíritu, también podréis salir victoriosos por los méritos de vuestro Redentor.

Satanás tiene más éxito con el hombre.
Las tres principales tentaciones con las cuales es acosado el hombre fueron soportadas por el Hijo de Dios. Rehusó rendirse al enemigo en cuanto al apetito, la ambición y el amor del mundo. Pero Satanás tiene más éxito cuando asalta el corazón humano. Induciendo a los hombres a rendirse a sus tentaciones, puede dominarlos. Y no hay otra clase de tentaciones en las que tenga mayor éxito que mediante las que se refieren al apetito. Si puede controlar el apetito, puede controlar a todo el hombre.

No hay sino dos poderes que dominan la mente de los hombres: el poder de Dios y el poder de Satanás. Cristo es el Creador y Redentor del hombre; Satanás es el enemigo y destructor del hombre. El que se ha entregado a Dios, se vigorizará para la gloria de Dios, en cuerpo, alma y espíritu. 

 El que se ha entregado al control de Satanás, se destruye a sí mismo. Más de un hombre vende su razón por un vaso de licor y se convierte en una amenaza para su familia, su vecindario y su país. Sus hijos se ocultan cuando viene a casa y su desanimada esposa teme encontrarse con él porque la saluda con golpes crueles. Gasta su dinero en bebidas fuertes mientras su esposa e hijos sufren por falta de las cosas indispensables para la vida.

Satanás dirige a las víctimas del apetito a hechos de violencia. El bebedor de licor es un hombre de pasiones fieras y fácilmente excitables y presenta cualquier excusa trivial para pelear; y cuando está bajo la influencia de la pasión, el ebrio no perdonará ni a su mejor amigo. Con frecuencia oímos de asesinatos y hechos de violencia y encontramos que la principal causa es el hábito de beber licores. 246

Bebedores moderados.
Hay quienes se llaman a sí mismos defensores de la temperancia y, sin embargo, se complacen en el consumo de vino y sidra, pretendiendo que esos estimulantes no son dañinos y son aun saludables. Así muchos dan el primer paso en el sendero descendente. Se produce la ebriedad tan ciertamente con vino y sidra como con bebidas más fuertes, y es la peor clase de ebriedad. 

 Las pasiones son más perversas; la transformación del carácter es mayor, más determinada y obstinada. Unos pocos vasos de sidra o vino pueden despertar el apetito por bebidas más fuertes, y en muchos casos los que han llegado a ser bebedores consumados han colocado así el fundamento del hábito de la bebida.

Para las personas que han heredado una predisposición por los estimulantes, es muy peligroso que tengan a su alcance vino y sidra en su casa; pues Satanás continuamente los insta a dar rienda suelta a su deseo. Si se rinden a la tentación, no saben dónde detenerse; el apetito demanda más y más, y es complacido para ruina de ellos. Se nubla el cerebro la razón no domina más las riendas, sino que las coloca sobre el cuello de la concupiscencia. 

 Abunda el libertinaje y se practican vicios de toda clase como resultado de la complacencia del apetito por vino y sidra. 
 Es imposible que un adicto a esos estimulantes y acostumbrado a su uso, luego crezca en la gracia. Se vuelve vulgar y sensual; las pasiones animales controlan las facultades superiores de la mente y no se fomenta la virtud.

Beber moderadamente es una escuela en la cual los hombres se educan para la carrera de los ebrios. Tan gradualmente los aparta Satanás de los baluartes de la temperancia, tan insidiosamente el vino y la sidra ejercen su influencia sobre el gusto, que se entra en la senda de la ebriedad sin advertirlo. 

 Se cultiva el gusto por los estimulantes; se desajusta el sistema nervioso; Satanás mantiene la mente en una inquietud febril; y la pobre víctima imaginándose perfectamente segura, prosigue más y más, hasta que se derriba toda barrera y se sacrifica todo principio. 

 Se minan las resoluciones más fuertes y los intereses eternos son demasiado débiles para mantener el apetito pervertido bajo el dominio de la razón. Algunos a la verdad nunca están ebrios pero siempre están bajo la influencia de bebidas suaves. Su mente es febril e inestable, no caen en un 247 verdadero delirio, pero son realmente desequilibrados pues están pervertidas las facultades más nobles de la mente.

También el tabaco.
También los que usan tabaco están debilitando sus facultades físicas y mentales. El uso de tabaco no se funda en la naturaleza. La naturaleza se rebela contra él y cuando el fumador trata primero de forzar ese hábito antinatural sobre su organismo, se riñe una dura batalla. El estómago y, ciertamente, todo el cuerpo se rebelan contra la práctica abominable, pero el culpable persevera hasta que la naturaleza renuncia a la lucha y el hombre se convierte en un esclavo del tabaco.

Si la salvación se le ofreciera al hombre en condiciones tan difíciles de soportar, Dios sería considerado como un amo duro. Satanás es un amo duro y requiere que sus súbditos pasen por pruebas difíciles, y los convierte en esclavos de la pasión y del apetito; pero Dios es consecuente en todos sus requerimientos y pide de sus hijos sólo lo que redundará en su felicidad presente y eterna. "Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás". Esta es la orden de Dios y sin embargo, cuántos, aun de los que profesan ser siervos de Dios, son adictos al tabaco y lo convierten en su ídolo. Los hombres debieran disfrutar de aire puro, debieran tener buen aliento y debieran alabar a Dios por sus beneficios, sin embargo están corrompiendo la atmósfera con el humo de pipas y cigarrillos. Deben pasar por el suplicio de fumar a fin de estimular los pobres nervios relajados como una preparación para los deberes del día; pues si no fumaran, serían irritables e incapaces de controlar sus pensamientos.

No había fumado.
Como ilustración de la incapacidad del fumador de dominar sus sentidos cuando le falta el estimulante, relataré algo que supe. Un hombre de edad que fue una vez mi vecino inmediato era gran fumador; pero una mañana no había fumado como lo hacía habitualmente, cuando entré para que me diera un libro que le había prestado. En vez de entregarme el libro que le pedía, me dio una brida. En vano me esforcé para hacerle entender lo que quería; tuve que retirarme sin el libro. Al día siguiente, fui otra vez y le hice el mismo pedido, y él inmediatamente me dio el libro. Entonces le pregunté por qué no me lo había dado el día anterior. Dijo: "¡Cómo! ¿Estuvo Ud. aquí ayer? No me acuerdo. Oh, ya sé lo que pasó. 248 ¡No había fumado!" Tal era el efecto sobre su mente cuando no usaba el estimulante. 

 Su médico le dijo que debía abandonar esa práctica, o no viviría. Ciertamente la abandonó, pero de allí en adelante siempre sufrió por la falta de su estimulante acostumbrado; tuvo que luchar una batalla continua. A los noventa años de edad, un día estaba buscando algo. Cuando se le preguntó qué quería, contestó: "Estaba buscando mi tabaco". Sufría sin él, y sin embargo continuar su uso significaba muerte para él.

Un camino de liberación.
Dios requiere que sus hijos se abstengan siempre de tales hábitos antinaturales y desastrosos. Pero, cuando los hombres están atados por esas cadenas, ¿no hay camino de liberación? Sí, el Señor Jesús ha muerto para que, por los méritos de su vida y muerte, puedan vencer los hombres. Puede también salvar hasta lo sumo a los que se allegan a Dios por su intermedio. Vino a la tierra para que pudiera combinar el poder divino con el esfuerzo humano y, cooperando con Cristo, colocando la voluntad del lado de Dios, el esclavo puede llegar a ser libre, heredero de Dios y coheredero con Cristo.

La sensibilidad moral se nubla con el vino.
En los días de Israel, cuando fue instituido el servicio del santuario, el Señor ordenó que sólo se debía usar fuego sagrado cuando se quemara incienso. El fuego sagrado fue encendido por Dios mismo, y el humo fragante representaba las oraciones del pueblo que ascendían delante de Dios. 

 Nadab y Abiú fueron sacerdotes del santuario, y aunque no era legítimo usar fuego común, cuando esos sacerdotes fueron delante de Dios, se atrevieron a encender sus incensarios con fuego sin consagrar. Los sacerdotes se habían estado complaciendo en el consumo de vino y estaba nublada su sensibilidad moral; no discernieron el carácter de sus acciones ni comprendieron cuál sería la terrible consecuencia de su pecado. Un fuego salió llameante del lugar santísimo y los consumió.

Después de la destrucción de Nadab y Abiú, el Señor habló a Aarón y le dijo: "Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les 249 ha dicho por medio de Moisés". Los sacerdotes y jueces de Israel habían de ser hombres estrictamente temperantes a fin de que sus mentes fueran claras para discriminar entre los recto y lo erróneo, para que poseyeran firmeza de principios y sabiduría para administrar justicia y mostrar misericordia.

Si los hombres fueran estrictamente temperantes.
Cómo mejoraría nuestro país si se realizaran todos estos requerimientos, si los hombres que están en puestos sagrados y judiciales vivieran con cada palabra que procede de la boca de Dios. Dios, que hizo al hombre, ¿acaso no sabe lo que es mejor para él, qué es más conducente para sus intereses espirituales y eternos? Dios está obrando para el mayor bien de sus criaturas. 

 Si los hombres fueran estrictamente temperantes, no habría ni la décima parte de las muertes que hay ahora y disminuirían grandemente los sufrimientos físicos y mentales. Habría muchos menos accidentes en tierra y mar. Debido a que el hombre procede como le place, en vez de someterse a los requerimientos de Dios, hay tanto mal en el mundo.

Dios nos ha dado leyes para que vivamos por ellas, pero ahora, como en los días de Noé, la imaginación del corazón de los hombres es de continuo solamente el mal; los hombres caminan conforme a las inclinaciones y maquinaciones de su propio corazón y así se acarrearán su propia ruina. Dios quiere que los hombres se mantengan en su virilidad de origen divino, libres de la esclavitud del apetito.

¿Cómo pueden confiar los hombres en las decisiones de jurados que son adictos al licor y al tabaco? Si son llamados a decidir en casos importantes, cuando están privados de sus estimulantes de costumbre, no pueden usar la mente en forma correcta, no están en condiciones de pronunciar un juicio inteligente; ¿y cuánto valdrán sus decisiones?

Los que están en puestos de responsabilidad debieran ser temperantes e íntegros, y especialmente a los que se ha confiado funciones judiciales debieran ser hombres sobrios que pudieran pronunciar justicia y no ser desviados por soborno o prejuicio. Pero cuán vastamente diferente es la condición de nuestros asuntos judiciales y gubernamentales de la que sería posible por la obediencia a las 250 órdenes de Dios. El licor, el tabaco, una conducta relajada, inducen a los hombres a tratar alevosamente con sus prójimos.

Tentaciones por doquiera.
Por doquiera hay tentaciones para nuestros jóvenes, tanto como para los de edad madura. Así en América como en Europa, los lugares de vicio y destrucción son atrayentes mediante la ejecución de música, de modo que los pies incautos son entrampados. Se hace todo lo posible para atraer a los jóvenes a la taberna. 

¿Qué se hará para salvar a nuestra juventud? Cristo realizó un sacrificio infinito, se hizo pobre para que por su pobreza pudiéramos enriquecernos y tuviéramos una vida que se mide con la de Dios, ¿y no haremos ningún sacrificio para salvar a los que van a la ruina en torno de nosotros? ¿Qué estamos haciendo por la causa de la temperancia para salvar a la juventud de hoy día? ¿Quién se pone del lado de Cristo como colaborador con Dios?

Padres, ¿estáis enseñando a vuestros hijos para que venzan ? ¿Estáis procurando dominar la marea de mal que amenaza hundir nuestra nación? Madres, ¿estáis haciendo vuestra obra como educadoras? En su niñez, ¿estáis enseñando a vuestros hijos hábitos de dominio propio y temperancia? No esperéis hasta que la pasión los retenga con sus lazos de hierro, sino ahora llevadlos a Dios, enseñadles que Jesús los ama, que el Cielo tiene derecho sobre ellos. 

 En su juventud, poned sus manos en las manos de Cristo para que él pueda conducirlos. Madres, despertaos a vuestra responsabilidad moral, y trabajad por vuestros hijos como quienes deben dar cuenta. Debemos hacer algo para detener la marea de mal, para que los niños y jóvenes no sean arrastrados a la perdición. Debemos ser vencedores y enseñar a nuestros hijos a serlo.

Cristo venció en nuestro lugar.
En el desierto de la tentación, Cristo pasó por el terreno donde cayó Adán. Comenzó la obra donde comenzó la ruina, y en lugar de nosotros venció el poder del maligno en el punto del apetito. 

 Satanás abandonó el campo como un enemigo vencido y nadie está eximido de entrar en la batalla del lado del Señor, pues no hay razón para que no podamos ser vencedores si confiamos en Cristo. "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono". 251 

Mediante los méritos de Cristo, hemos de ser purificados, refinados, redimidos y se nos dará un lugar con Cristo en su trono. ¿Se podría conferir al hombre un honor mayor que éste? ¿Podríamos aspirar a algo mayor? Si somos vencedores, Cristo declara: "No borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles" (Signs of the Times, 22, 29-6 y 6-7-1891).


3. En Sydney, Australia - 1893 
"Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos.

 Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste"(Luc. 17: 26-30). Ahora bien sabemos que la intemperancia está por doquiera en nuestro mundo. No es pecado comer y beber para sostenernos físicamente y en hacer lo que es para nuestro bien espiritual. 

 Pero cuando dejamos la eternidad fuera de nuestro cómputo y llevamos al exceso esas cosas necesarias, entonces es cuando surge el pecado. Vemos por doquiera tal crimen tal iniquidad. ¿No es tiempo de que comencemos a estudiar por nosotros mismos? Tenemos almas que ganar o que perder. Dios creó a nuestros primeros padres y los colocó en el paraíso. Dios formuló una sola restricción: "Del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis". Perderían su derecho a la vida si no obedecían la restricción.

Satanás es representado por la serpiente. El tentador está por doquiera, en todos lados, y cuando Dios prohibe algo ¿cuál es el resultado? En muchos casos, en lugar de obedecer la voz de admonición, escuchan al tentador. Y en lugar de todas las atracciones que presenta Satanás, cosechan dolores y desgracia. A Adán y a Eva se les dio todo lo que requerían sus necesidades, pero escucharon al tentador y desobedecieron a Dios.

Cuando Dios vino a preguntarle a Adán, él echó toda la culpa a Eva. Dios dijo: "Pondré enemistad entre ti y 252 la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar". El enemigo no puede tocaros, a menos que se lo permitáis. Pero aquí está la enemistad que Dios pone contra la serpiente. No hay enemistad entre los hombres malos y los ángeles, sino que hay enemistad entre los que sirven al Señor y las huestes de las tinieblas.

Una cuestión tremendamente importante.
La cuestión de la temperancia es de tremenda importancia para cada uno de nosotros. Es muy abarcante. He hablado 21 veces seguidas sobre este tema y tan sólo lo he tocado. Pero aquí debemos incluir sólo unas pocas ideas. Cuando este primer sermón evangélico fue presentado en el Edén por Dios mismo, fue una estrella de esperanza que iluminó el oscuro y triste futuro. La pareja del Edén no iba a quedar abandonada a una ruina sin esperanza.

Cuando Cristo vino a nuestro mundo como un nene en Belén, los ángeles cantaron: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" "El ángel les dijo: No temáis porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor".

Satanás con toda su sinagoga -pues Satanás pretende ser religioso- determinó que Cristo no llevaría a cabo los consejos del cielo. Después de que Cristo fue bautizado, se arrodilló en la ribera del Jordán; y nunca antes el cielo había escuchado una oración tal como la que salió de sus divinos labios. Cristo tomó nuestra naturaleza sobre sí. 

 La gloria de Dios, en la forma de una paloma de oro bruñido, descansó sobre él, y de la gloria infinita se oyeron estas palabras: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia". La raza humana está ceñida por el brazo humano de Cristo, mientras con su brazo divino se aferra del trono del Infinito. La oración de Cristo se abrió paso por la oscuridad y penetró donde está Dios. Eso significa que el cielo está abierto delante de cada uno de nosotros. Significa que las puertas están de par en par, que se imparte la gloria al Hijo de Dios y a todos los que creen en su nombre. Nuestra petición será oída en el cielo, así como Dios respondió la oración de nuestro Sustituto y Garantía, el Hijo del Dios infinito. 253

Cristo probado en las tres tentaciones resaltantes.
Cristo entró en el desierto, con el Espíritu de Dios sobre él, para ser tentado por el diablo. El enemigo había de tentar al Hijo de Dios. Cristo fue tentado en las tres tentaciones principales con las cuales es acosado el hombre.

"Jesús lleno del Espíritu Santo volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios". Aquí estaba el Hijo del Dios infinito, y Satanás vino a él como un ángel de luz. Aquí lo tentó en el punto del apetito. Cristo estaba hambriento y necesitaba alimento. ¿Por qué no realizó ese milagro? No entraba en el plan de Dios, pues Cristo no debía obrar ningún milagro para su propio bien. ¿Cuál fue su posición? Estaba pasando por el terreno donde cayó Adán. Adán disponía de todo lo que requerían sus necesidades. Pero un hambre terrible oprimía a Cristo, y lo que necesitaba era alimento.

El diablo fue frustrado en esa tentación.
"Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". ¿Para qué eliminó la otra parte que dice: "Que te guarden en todos tus caminos"? Mientras Cristo se mantuviera en los caminos de Dios, ningún mal podría sobrevenirle. Jesús dijo de Satanás: "Nada tiene en mí". 
 Esta tentación de Satanás a Cristo era un desafío. Satanás dijo: "Si" eres Hijo de Dios. ¿Qué se hubiera ganado si Cristo hubiese hecho como Satanás le pedía? Nada. Cristo hizo frente con un "escrito está". Satanás vio que no podía hacer nada allí.

Entonces lo tentó en otro punto. Hizo que todo el mundo, con su esplendor, pasara delante de Cristo y Satanás quiso que Cristo se prosternara delante de él. Satanás tenía poder sobre la familia humana. "Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares". La divinidad brilló a través de la 254 humanidad, y Cristo dijo: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás".

Satanás abandonó el campo de batalla como un enemigo vencido. Nuestro Salvador pasó sobre el terreno y fue vencedor. Estuvo desfalleciente sobre el campo de batalla. No hubo ningún regazo para acunar su cabeza, y ninguna mano para acariciar sus sienes. Ángeles vinieron para servirle. Una ayuda tal podemos pedir. Cristo vio que era imposible que el hombre venciera con sus propias fuerzas. Vino para traer poder moral al hombre. Esa es nuestra única esperanza.

Victoria mediante Cristo.
Vemos la importancia de vencer el apetito. Cristo venció, y podemos obtener la victoria como Cristo. Pasó por el campo de batalla, y hay victoria para el hombre. ¿Qué ha hecho para la familia humana? Ha elevado al hombre en la escala de valores morales. Podemos ser vencedores mediante nuestra Suficiencia [Cristo]. En Cristo, hay esperanza para el más desamparado. "¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". Allí tenernos las ricas promesas de Dios. ¿Para qué vino Cristo? Para representar al Padre. ¡Qué corazón de amor y simpatía! Vino para traer vida eterna, para quebrantar todo yugo. Cuando Dios dio a su Hijo, dio todo el cielo. No podía dar más.

El valor de un alma.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos". El es el único que tenía poder para hacerlo. Aquí se ha pagado el gran precio por las almas hundidas en el pecado. El hombre debe ser de valor. Cristo lo pesa. El que Cristo tome la naturaleza humana sobre sí, muestra que coloca un valor sobre cada alma. "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". Este es el valor que 255 Dios coloca sobre el hombre, y otra vez dice: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre". Pero Dios no hará nada sin la cooperación del agente humano.

Anublados por la intemperancia.
"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló. . . Y Jehová habló a Aarón, diciendo: Tú y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio". Las mentes de Nadab y Abiú estaban anubladas debido a la intemperancia, y en lugar de tomar el fuego que Dios les había ordenado, tomaron fuego común, y Dios los destruyó. Si se hubieran abstenido de vino, hubieran distinguido la diferencia entre lo sagrado y lo común. Pero fueron directamente en contra de los requisitos de Dios.

Una causa de accidentes.
Leemos de desastres en barcos, y accidentes en ferrocarriles, ¿y qué pasa? En muchísimos casos, alguien ha tenido nublada su mente con bebidas embriagantes. No sintió el peso de la responsabilidad que descansaba sobre él. Se han perdido muchísimas vidas debido a que alguien se embriagó. El hombre que puso la botella en los labios de su prójimo será culpable de algunas muertes.

En los días de la antigüedad, cuando un hombre tenía un animal malo, tenía que pagar por él. "Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne mas el dueño del buey será absuelto. Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer el buey será apedreado, y también morirá su dueño" (Exo. 21: 28, 29).

Queremos aplicar este principio a los que preparan el mortífero veneno. Aquí está la ley que el Dios del cielo dio para que rigiera en el caso de los animales malos. Cristo 256 está procurando salvar, y Satanás destruir. Os pido a los que tenéis facultades de razonamiento, que penséis en esto. El embriagado está privado de su razón. Se presenta Satanás y se posesiona de él y lo imbuye con su espíritu; y su primer deseo es golpear o matar a alguno de sus amados. Sin embargo, los hombres permiten que prosiga esta maldición que hace que el hombre sea inferior que las bestias. ¿Qué ha ganado el ebrio? Nada sino el cerebro de un loco. Y aquí [en Estados Unidos] las leyes son de tal naturaleza [sin restricciones contra el alcoholismo] que las tentaciones están continuamente delante de ellos.

Ese vendedor de bebidas tiene que responder por todos los pecados del ebrio y el borracho tendrá que dar cuenta por sus hechos. La única esperanza de ambos es colocar su alma sobre el Salvador crucificado y resucitado. "Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". ¿Qué dice Cristo? Sois "colaboradores de Dios". Cristo vino para restituir en el hombre el poder moral. Aquí vemos cómo las pasiones humanas destruyen a los seres humanos. Aquí son tentados nuestros jóvenes. Las mentes de muchos están cautivadas por los juegos de azar y las carreras de caballos. Dios nos ayude a despertar.

Los que están en los consejos legislativos no debieran beber vino ni licores fuertes. Necesitan mentes claras para que su razonamiento sea agudo y bien definido. En su poder está el destino de vidas humanas, si éste o aquel hombre será castigado con la pena de muerte, o recibirá otra condena. Hemos sabido de una orgía de embriaguez en los tribunales de justicia. ¿Han tenido un cerebro claro y ojos puros para la gloria de Dios? Se degrada la naturaleza del hombre. Cristo vino para elevar. "Ni gustes, ni aun toques", debiera ser nuestro lema. Debierais ser temperantes en el comer. Pero abandonad completamente el licor. No lo toquéis. No puede haber temperancia en su uso. Satanás arrebataría para sí la familia humana. Cristo vino para redimir, para elevar al hombre pues tomó sobre sí la naturaleza humana.

Comenzad con los niños.
Padres, debéis despertar al deber que Dios os ha dado. Enseñad obediencia a vuestros niños. Muchos han perdido el respeto por el padre y la madre. Tendrán tan poco respeto por su Padre celestial como por sus propios padres. Enseñad a vuestras hijos. Dadles 257 lecciones cuando son nenes de brazos. Los ángeles os rodearán cuando hagáis esto. 

 Cuando aquellas madres cansadas no sabían qué hacer con sus hijos, pensaron que podían llevarlos a Jesús. Y cuando una madre comenzó y le dijo a otra: "Quiero que Jesús bendiga a mis niños", entonces otra se unió al grupo y después otra, y así hasta que un buen grupo vino a Jesús con sus niños. Y cuando llegaron donde estaba Jesús, él captó el ruido. Sabía cuando se pusieron en marcha. Jesucristo simpatizó con esas madres. Cuando presentaron sus hijitos a Jesús, él dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos". Padres, comprended esto; las puertas están abiertas de par en par. 

El tono de la voz que usáis es un medio de educar a vuestros hijos. Nadie sabrá nunca todas las molestias que dan las manecitas. Madres hay Uno que sabe todo es el Dios del cielo. Madres, cada día que cumplís vuestros deberes, las palabras: "Vencedora por medio de Cristo" se escriben frente a vuestros nombres. ¿Qué barreras vais a levantar contra sus almas [de los niños]? Si hacen algo malo, no los amenacéis con la ira de Dios, sino presentadlos a Cristo en vuestras oraciones. Sea vuestro hogar tan atrayente como podáis. Descorred las cortinas y permitid que entre el médico del cielo, que es la luz del sol. Queréis paz y quietud en vuestros hogares. Queréis que vuestros hijos tengan bellos caracteres. Haced que vuestros hogares sean tan atractivos como para que ellos no deseen ir a la taberna. Mostradles las flores y las hojas de los árboles. Decidles que Dios hizo cada brizna de hierba y dio sus bellos matices a cada flor. Decidles que aquí está la expresión del amor de Dios para ellos, que ésa es la voz de Dios que les dice que él los ama.

Hogares como el de Abrahán.
Queréis que vuestros hogares sean como el de Abrahán. El condujo su casa tras sí. Les enseñó a obedecer las órdenes de Dios. Madres, esas son las lecciones que debéis enseñar pacientemente a vuestros hijos. No podéis permitiros pasar tiempo estudiando las modas del día. Enseñadles que son propiedad de Cristo. Hoy estamos haciendo nuestros caracteres. Jóvenes, señoritas, hoy estáis determinando vuestro destino futuro. Dejad que penetre Cristo. El os preservará de la tentación. 258

El tabaco está minando el organismo de muchos. Está entrando en los fluidos y las partes sólidas del cuerpo. Hemos conocido adictos del tabaco que fueron curados de ese hábito vil. Mi esposo y yo fundamos una institución de salud en Norteamérica. Era alarmante el testimonio de los que trataban a los pacientes de tabaquismo. Contaban de las alarmantes emanaciones en los baños y en las sábanas de los tratamientos. Pero se los colocó sobre una sólida roca. Hemos visto salir con seguridad a muchos que decían que no podían vencer.

Una mayoría con Dios.
Ningún borracho puede tener su nombre escrito en los libros del cielo. Resistid la tentación con valor. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, podéis aferraros del poder divino. Cristo obrará en favor de cada uno de vosotros. La afición al tabaco que se crea no tiene base en la naturaleza. Sin embargo, podéis ganar la victoria.

 La maldición de Dios está sobre el que pasa la botella a los labios de su prójimo. Decís que estamos en minoría. ¿No es mayoría Dios? Si estamos del lado de Dios que hizo los cielos y la tierra, ¿no estamos del lado de la mayoría? Tenemos a nuestro lado los ángeles que sobrepujan en fortaleza. Apartaos de las prácticas de este siglo degenerado.

 Hermanas y madres, estáis abusando de los cuerpos que Dios os ha dado. Señoritas, ¿qué significa esa forma de ceñir vuestra cintura que no da a vuestros pulmones, hígado y órganos vitales su espacio apropiado? Vuestra posteridad futura testificará contra vosotras.

 ¿Cómo podría haber hablado como lo he hecho si me hubiera ceñido como una de vosotras? Como veis, nada está oprimiendo esos órganos vitales. A veces vemos a mujeres que tienen que leer algo en público y no pueden leerlo en voz alta. Parece que no tuvieran voz. Se aprietan hasta hacer diminuta su cintura, como si Dios no hubiera sabido cómo hacerlas.

El Señor ordenó que la esposa de Manos siguiera estrictos hábitos de temperancia. "A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas ni vino ni sidra, ni comas cosa inmunda". 

 El ángel que apareció a Zacarías y a Elisabet dijo: "Tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque 259 será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo". Aquí se toma en cuenta al niño antes de su nacimiento y después. Vosotras, madres, debéis dar valor a estas cosas. 

 Los apetitos de la madre se transmiten a los hijos. Muchas de vosotras que os complacéis en algunas cosas para satisfacer el apetito, estáis retirando el apuntalamiento de la base de vuestra casa. Hay hombres que podrían haber tenido un registro tan limpio como el de Daniel. Satanás está jugando sus cartas en procura de vuestra alma. 

 Necesitamos quedar libres y puros de las degradaciones de este mundo. "El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles". Cristo venció en nuestro lugar. Podemos vencer por el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Cuando los redimidos entren por las puertas de la ciudad, Jesucristo les dará la bienvenida a todos, y tendrán arpas de oro y cantarán las glorias de Jesucristo, y vestirán mantos tejidos en los telares del cielo que no tienen hebra alguna de procedencia humana en ellos. Queremos ir al cielo, y Jesucristo tiene el propósito de que lo logremos si cooperamos con él (Manuscrito 27, 1893).  EGW

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