domingo, noviembre 29, 2009

La Temperancia APÉNDICE A "ELENA G. DE WHITE, PROPULSORA DE LA TEMPERANCIA"


Comisionada para hablar sobre temperancia.
También debía hablar sobre el tema de la temperancia como la mensajera señalada por el Señor. He sido llamada a muchos lugares para hablar sobre temperancia delante de grandes asambleas. Durante muchos años fui conocida como vocera de la temperancia (Manuscrito 140, 1905).

Me regocijo de haber tenido el privilegio de dar mi testimonio sobre este tema en locales atestados en muchos países. Muchas veces he hablado sobre este tema a grandes congregaciones en nuestros congresos (Carta 78, 1911).

Manera de presentar el tema.
Dejamos la senda trillada del conferenciante popular, y rastreamos el origen de la intemperancia que prevalece en el hogar, la mesa familiar y la complacencia del apetito en los niños. El alimento estimulante crea un deseo de estimulantes todavía más fuertes. El muchacho cuyo gusto se envicia así, y a quien no se le enseña dominio propio, es el borracho o el esclavo del tabaco de años posteriores. El tema fue abordado sobre esta amplia base; y se señaló el deber de los padres de ejercitar a sus hijos en los conceptos correctos de la vida y sus responsabilidades, y en establecer el fundamento de sus rectos caracteres cristianos. La gran obra de la reforma provocada por la temperancia debe comenzar en el hogar para que tenga un completo éxito (Review and Herald, 23-8-1877).


Una gran reunión sobre temperancia en Kokomo, Indiana.
El redactor del Kokomo Dispatch [Mensaje de Kokomo] estuvo el sábado en el congreso. Después hizo imprimir avisos para anunciar que íbamos a disertar sobre el tema de la temperancia cristiana, en el lugar del congreso el domingo de tarde. . . Tres trenes de excursión volcaron su carga viviente en nuestro lugar del congreso. La gente aquí es muy entusiasta por el tema de la temperancia. A las 231 14:30 hablamos a unas ocho mil personas sobre el tema de la temperancia desde un punto de vista moral y cristiano. Recibimos la bendición de una notable claridad y fluidez y el gran auditorio presente nos escuchó con la mejor atención (Review and Herald, 23-8-1877).


Hablando de temperancia en Salem, Oregon.
El domingo 23 de junio [1873], hablé en la iglesia metodista de Salem acerca de la temperancia. La asistencia era extraordinariamente buena, y tuve libertad para tratar éste mi tema favorito. Se me pidió que volviese a hablar en ese mismo lugar el domingo siguiente al congreso. Pero no pude hacerlo por la ronquera. El martes siguiente a la noche, volví, sin embargo, a hablar en esta iglesia. Recibí muchas invitaciones a hablar respecto de la temperancia en diversas ciudades y pueblos de Oregon, pero el estado de mi salud me impidió cumplir con estas peticiones. . . 
(Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 292).

En el viaje de Denver a Walling's Mills, el retiro montañés donde mi esposo estaba pasando los meses de verano, nos detuvimos en Boulder City [a comienzos de agosto de 1878], y contemplamos con gozo nuestro pabellón de lona donde el pastor Cornell estaba dirigiendo una serie de reuniones (Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 296). La carpa había sido prestada para que en ella realizáramos reuniones de temperancia y, por invitación especial, hablé a atentos oyentes que llenaban la carpa. Aunque estaba cansada por el viaje, el Señor me ayudó a presentar con éxito, ante la gente, la necesidad de practicar una estricta temperancia en todas las cosas (Testimonies, tomo 4, pág. 297).

Únicamente la eternidad habrá de revelar lo que ha alcanzado este ministerio, y cuántas almas enfermas de duda y cansadas de la mundanalidad y de agitación, fueron llevadas al gran Médico que anhela salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él. Cristo es un Salvador resucitado, y hay sanidad en sus alas (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 399).

Unidos con otros para ayudar a los prójimos.
Pasado el sábado, por la noche hablé en el Washingtonian Hall *. . . El domingo por la tarde, hablé en el mismo local a una 232 buena congregación sobre el tema de la temperancia. Me escucharon con el más profundo interés. Hablé con soltura y poder presentando a Jesús, quien tomó sobre sí las debilidades de la humanidad, y llevó sus pesares y dolores venciendo por nosotros...

Al terminar la reunión, se me honró presentándome al presidente del Washingtonian Home. Me agradeció en nombre de la familia y amigos por el placer de escuchar las declaraciones que hice. Fui invitada cordialmente a visitarlos cuando pasara otra vez por Chicago, y les aseguré que consideraría un privilegio el hacerlo. Quedé contenta porque tuve esta oportunidad de presentar el tema de la temperancia desde el punto de vista cristiano, delante de las ocupantes de ese hogar para ebrias, donde se les ayudaba para vencer el poderoso hábito que arroja a tantos en una esclavitud casi sin esperanza. 
 Se me informó que entre los que están obligados a buscar su ayuda amistosa hay abogados, médicos y aun ministros 
(Review and Herald, 10-2-1885).

Respuestas animadoras.
Hablo con toda decisión sobre este tema [la temperancia], y tiene una notable influencia sobre otras mentes. 
 Con frecuencia, el testimonio que dan es: "No he usado tabaco, vino, o estimulante alguno ni estupefacientes desde ese discurso que Ud. dio sobre temperancia". Luego añaden: "Debo conocer principios iluminadores para la acción; pues deseo que otros conozcan los beneficios que he recibido. Esta reforma implica grandes consecuencias para mí y todos aquellos con quienes me relaciono. Escogeré la mejor parte, trabajar con Cristo, con principios y propósitos establecidos para ganar una corona de vida como vencedor" (Carta 96, 1899).

En nuestras reuniones públicas, en Australia, nos esforzamos especialmente para presentar con claridad los principios fundamentales de la reforma pro temperancia. Generalmente, cuando hablaba a la gente en domingo, mi tema era salud y temperancia. Durante algunos de los congresos, se daba instrucción diaria sobre este tema. En varios lugares, nuestra posición en cuanto al uso de estimulantes y narcóticos indujo a los amigos de la temperancia a asistir a nuestras reuniones y aprender más de las varias doctrinas de nuestra fe (Manuscrito 79, 1907). 233


Relaciones con la Unión de Mujeres Cristianas de Melbourne.
El Dr. M. G. Kellogg vino a mi carpa para ver si quería entrevistarme con la presidenta y la secretaria de la Unión de Mujeres Cristianas [una asociación de temperancia]. Las invitamos a nuestra carpa y la visita fue muy agradable. 
 La presidenta es una vegetariana estricta que no ha probado la carne durante cuatro años. Su rostro límpido es un crédito de sus hábitos de sobriedad. La secretaria es joven, Ambas son inteligentes. Manifiestan profundo interés en todo lo que han oído. Me han pedido que hable en el bello local donde celebran sus reuniones, y pidieron al Hno. Starr que escriba para su revista de temperancia.

La presidenta expresó un ferviente deseo de que confraternicemos en la obra de temperancia. "Tenga la seguridad -dijeron- de que entraremos en cada puerta abierta ante nosotros a fin de hacer brillar nuestra luz a otros". Parecían muy complacidas al ver, oír y estar convencidas que los frutos del Espíritu son poseídos y revelados por este pueblo [los adventistas]. A cada una de ellas di un ejemplar de Christian Temperance [Temperancia cristiana], a una The Great Controversy [El Conflicto de los Siglos], a la otra Patriarchs and Prophets [Patriarcas y Profetas] (Manuscrito 2, 1894).

Continuando con educación sobre salud.
El capitán Press y su esposa, la presidenta de la Unión de Mujeres Cristianas de Victoria [Australia], estuvieron presentes. La Sra. Press me visitó en mi carpa en los terrenos del congreso, y me instó para que hablara a su sociedad. Después del discurso del domingo, vino a mí y tomándome la mano, dijo: "Le agradezco por este discurso. Veo muchos puntos nuevos que han hecho una impresión perdurable en mi mente. Nunca perderé su fuerza".

Me presentaron a su esposo; hombre de apariencia nobilísima. Es piloto y ocupa un puesto muy importante. El Hno. Starr y su esposa almorzaron con ellos y los trataron en forma muy agradable. La Sra. Press, en representación de la Unión de Mujeres Cristianas, ha hecho un pedido muy ferviente de instrucción en dietética higiénica. 

 Hemos hecho arreglos para un curso de arte culinario, a celebrarse en Melbourne, en el local vecino al de la Unión de Mujeres Cristianas. Se darán cuatro lecciones, una por semana, comenzando 234 el jueves próximo. En cada lección se enseñará la forma de preparar ocho platos diferentes. Se ha provocado gran entusiasmo con el tema. La Sra. Press es vegetariana y no ha probado carne durante cuatro años.

Bien, de la mejor clase de gente asiste a nuestras reuniones en Williamstown. El Sr. Press y su esposa asistieron a algunas de las reuniones del congreso, y dijeron que la Biblia ahora es un libro nuevo para ellos. Ven que está lleno de verdad preciosa que es un regalo para el alma (Manuscrito 6, 1894).

Manteniendo las relaciones.
La Sra. Press, presidenta de la Unión de Mujeres Cristianas de Victoria, y la Sra. Kirk la secretaria, su hermana y dos señoras de edad, con la sobrina de la Sra. Press, han almorzado con nosotros. Nos relacionamos con la Sra. Press y la Sra. Kirk en Melbourne; acaban de haber asistido a una convención de temperancia en Sidney. Nuestra entrevista fue agradable, y ahora han salido en nuestro carruaje a ver el campo, mientras yo continúo escribiendo. Espero que estas hermanas sean llevadas a un conocimiento de la verdad. Anhelamos ver a aquellos que son inteligentes, convertidos y de pie en la vindicación de la verdad (Manuscrito 30, 1893).


Reuniones sobre temperancia, al aire libre, en Nueva Zelandia.
Algunos de los oyente quedaron muy entusiasmados con el tema. El alcalde, el policía y varios otros dijeron que era, con mucho, el mejor discurso sobre temperancia evangélica que habían oído. Lo declaramos todo un éxito, y decidimos que celebraríamos una reunión similar el siguiente domingo por la tarde. Aunque el cielo estaba nublado y amenazaba llover, tuvimos éxito y hubo más público que el domingo anterior. Hubo un gran número de jóvenes que escucharon embelesados.

 Algunos de ellos estuvieron tan serios como una tumba. Fue una ocasión especial. Había habido una carrera de caballos de dos días y una exposición de ganado. Esto había interesado a la gente hasta tal punto, que temí que no tuviéramos tan buen auditorio. Se había hablado de la exposición de agricultura y ganadería durante semanas y se habían hecho preparativos para ella. Bien, esa fue mi oportunidad de hablar a aquellos a quienes no habría tenido la ocasión de hablar si no hubiera sido por esta circunstancia especial. 235

Un jovencito, de unos 17 años de edad, lloró como una criatura cuando leí un artículo de cómo un jovencito de 17 años fue inducido a entrar en una cantina, bebió su primer vaso de licor, y eso hizo lo que siempre hará: lo enloqueció momentáneamente. Después de tomar ese licor, el jovencito no recordaba nada de lo que había sucedido. Había habido una pelea en la cantina, y en la mano del muchacho se encontró un cuchillo que había quitado la vida de un ser humano, y fue culpado del homicidio y fue condenado a cinco años de cárcel. Era un artículo conmovedor que hizo asomar lágrimas a muchos ojos, tanto de adultos como de jóvenes (Carta 68, 1893).

Atención lograda por un enfoque muy especial.
Mi tema era la temperancia, tratada desde el punto de vista cristiano, la caída de Adán, la promesa del Edén, la venida de Cristo a nuestro mundo, su bautismo, su tentación en el desierto y su victoria. Y todo esto para dar al hombre otra oportunidad, haciendo posible que el hombre venciera de parte de sí mismo, por su propia cuenta mediante los méritos de Jesucristo. Cristo vino para proporcionar al hombre poder moral a fin de que pudiera ser victorioso venciendo la tentación sobre el apetito, y rompiendo la cadena de la esclavitud de hábitos y complacencia del apetito pervertido y para que avanzara en poder moral como un verdadero hombre. Así el registro del cielo lo consigna en sus libros como un verdadero hombre a la vista de Dios. Era algo tan diferente de cualquier cosa que hubieran oído sobre temperancia, que quedaban como embelesados (Manuscrito 55, 1893).

Uso efectivo de las Escrituras y de cantos.
Hablé por la tarde sobre el tema de la temperancia, tomando como mi texto el primer capítulo de Daniel. Todos escucharon atentamente, pareciendo sorprendidos de oír la temperancia presentada de la Biblia. Después de ocuparme de la integridad y firmeza de los cautivos hebreos, pedí al coro que cantara: "¡Atrévete a ser un Daniel, atrévete a mantenerte solo! ¡Atrévete a tener un propósito firme! ¡Atrévete a proclamarlo!" Las notas inspiradoras de este himno resonaron de los cantores en la plataforma y se les unió la congregación. Entonces proseguí con mi discurso, y sé que antes de que terminara, muchos de los presentes tenían una mejor comprensión del significado de la temperancia 236 cristiana. El Señor me dio fluidez y su bendición, y una impresión solemnísima quedó sobre muchas mentes (Carta 42, 1900).

Un pedido de la Unión de Mujeres Cristianas.
Durante una serie de reuniones celebradas en la última parte del año 1899, en Maitland, Nueva Gales del Sur [Australia], la presidenta de la filial de Maitland de la Unión de Mujeres Cristianas me pidió que les hablara una noche. Dijo que estarían muy contentas de oírme aun cuando sólo hablara diez minutos. Le pregunté si los diez minutos que me proponía que hablara era todo el tiempo que se me concedía, porque a veces el Espíritu del Señor venía sobre mí, y mi discurso era de más de diez minutos. "¡Oh! -dijo ella- los suyos me dijeron que Ud. no hablaba en la noche, y yo determiné diez minutos pensando que no la conseguiría si le asignaba más tiempo. Mientras más nos hable, más agradecidas estaremos".
Le pedí a la Sra. Winter, la presidenta, si era su costumbre leer un pasaje de las Escrituras al comenzar la reunión. 
 Dijo que así era. Entonces le pedí el privilegio de orar, que me concedió con gusto. Les hablé con desenvoltura durante una hora. Algunas de las mujeres que estuvieron presentes esa noche asistieron después a las reuniones en la carpa (Manuscrito 79, 1907). 237   La Temperancia


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