(Este capítulo 73. Está basado en San Juan 13:31-38; 14-17).
MIRANDO A SUS
DISCÍPULOS CON AMOR DIVINO Y CON LA MÁS TIERNA SIMPATÍA, Cristo dijo: "Ahora
es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él."
Judas había abandonado el aposento alto, y Cristo estaba solo con los once.
Estaba por hablar de su inminente separación de ellos; pero antes de hacerlo
señaló el gran objeto de su misión, que recordaba siempre. Se gozaba en que
toda su humillación y sufrimiento iban a glorificar el nombre del Padre. A esto
dirigió primero los pensamientos de sus discípulos. Luego dirigiéndose a ellos
con el término cariñoso de "hijitos," dijo: "Aun un poco
estoy con vosotros. Me buscaréis; mas, como dije a los Judíos: Donde yo voy,
vosotros no podéis venir; así digo a vosotros ahora."
Los discípulos no podían regocijarse cuando oyeron esto. El
temor se apoderó de ellos. Se acercaron aún más al Salvador. Su Maestro y
Señor, su amado Instructor y Amigo, les era más caro que la vida. A él pedían
ayuda en todas sus dificultades, consuelo en sus tristezas y desencantos. Ahora
estaba por abandonarlos, a ellos que formaban un grupo solitario y dependiente.
Obscuros eran los presentimientos que les llenaban el corazón. Pero las
palabras que les dirigía el Salvador estaban llenas de esperanza.
ÉL SABÍA QUE IBAN A SER ASALTADOS POR EL
ENEMIGO, Y Que La Astucia De Satanás Tiene Más Éxito Contra Los Que Están
Deprimidos Por Las Dificultades. Por lo tanto, quiso
desviar su atención de "las cosas
que se ven" a "las que no se ven."*(2 Corintios 4:18).
Apartó sus pensamientos del destierro terrenal al hogar celestial. "No
se turbe vuestro corazón dijo: creéis en Dios, creed también en mí. En la casa
de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues,
a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os apartaré lugar, vendré otra
618 vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también
estéis. Y sabéis a dónde yo voy; y sabéis el camino."
POR CAUSA
VUESTRA VINE AL MUNDO. Estoy trabajando en vuestro favor. Cuando me vaya, seguiré
trabajando anhelosamente por vosotros. Vine al mundo a revelarme a vosotros,
para que creyeseis. Voy al Padre para cooperar con él en vuestro favor. El
objeto de la partida de Cristo era lo opuesto de lo que temían los discípulos.
No significaba una separación final. Iba a prepararles lugar, a fin de volver
aquí mismo a buscarlos. Mientras les estuviese edificando mansiones, ellos habían
de edificar un carácter conforme a la semejanza divina.
LOS DISCÍPULOS
ESTABAN PERPLEJOS AÚN. Tomás, siempre acosado por las dudas, dijo: "Señor, no sabemos a
dónde vas: ¿Como, pues, podemos saber el camino? Jesús le dice: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. Si me
conocieseis, también a mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto."
NO HAY MUCHOS
CAMINOS QUE LLEVAN AL CIELO. No puede cada uno escoger el suyo.
Cristo dice: "Yo soy el camino.... Nadie viene al Padre, sino por
mí."
DESDE QUE FUE
PREDICADO EL PRIMER SERMÓN EVANGÉLICO, cuando en el Edén se declaró que la
simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente, Cristo ha sido
enaltecido como el camino, la verdad y la vida. Él era el camino cuando Adán
vivía, cuando Abel ofreció a Dios la sangre del cordero muerto, que
representaba la sangre del Redentor. Cristo fue el camino por el cual los
patriarcas y los profetas fueron salvos. Él es el único camino por el cual
podemos tener acceso a Dios. "Si me conocieseis --dijo Cristo,-- también a
mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le habéis visto."
PERO
LOS DISCÍPULOS NO LE COMPRENDIERON TODAVÍA. "Señor, muéstranos
el Padre -- exclamó Felipe,-- y nos basta." Asombrado por esta dureza de
entendimiento, Cristo preguntó con dolorosa sorpresa: "¿Tanto tiempo ha que estoy
con vosotros, y no me has conocido, Felipe?" ¿Es posible que no
veáis al Padre en las obras que hace por medio de mí? ¿No creéis que he venido
para testificar acerca del Padre? "¿Cómo, pues, dices tú: Muéstranos al
Padre?" "El que me ha visto, ha visto al Padre."
CRISTO
NO HABÍA DEJADO DE SER DIOS CUANDO SE 619 HIZO HOMBRE. Aunque se había humillado hasta asumir la humanidad,
seguía siendo divino. Cristo solo podía representar al Padre ante la humanidad,
y los discípulos habían tenido el privilegio de contemplar esta representación
por más de tres años. "Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mi:
de otra manera, creedme por las mismas obras." Su fe podría haber
descansado segura en la evidencia dada por las obras de Cristo, obras que
ningún hombre habría podido hacer de por sí. Las obras de Cristo atestiguaban
su divinidad. El Padre había sido revelado por él.
SI LOS
DISCÍPULOS CREYESEN EN ESTA RELACIÓN VITAL ENTRE EL PADRE Y EL HIJO, su fe no los
abandonaría cuando vieran los sufrimientos y la muerte de Cristo para salvar a
un mundo que perecía. Cristo estaba tratando de conducirlos de su poca fe a la
experiencia que podían recibir si realmente comprendían lo que era: Dios en
carne humana. Deseaba que viesen que su fe debía llevarlos hacia arriba, hacia
Dios, y anclarse allí. ¡Con cuánto fervor y perseverancia procuró nuestro
compasivo Salvador preparar a sus discípulos para la tormenta de tentación que
pronto iba a azotarlos! Él quería que estuviesen ocultos con él en Dios.
MIENTRAS CRISTO
PRONUNCIABA ESTAS PALABRAS, la gloria de Dios resplandecía en su semblante, y todos los
presentes sintieron un sagrado temor al escuchar sus palabras con arrobada
atención. Sus corazones fueron más decididamente atraídos hacia él; y mientras
eran atraídos a Cristo con mayor amor, eran también atraídos los unos hacia los
otros. Sentían que el cielo estaba muy cerca, y que las palabras que escuchaban
eran un mensaje enviado a ellos por su Padre celestial.
"DE
CIERTO, DE CIERTO OS DIGO --CONTINUÓ CRISTO:-- El que en mí
cree, las obras que yo hago también él las hará." El Salvador anhelaba
profundamente que sus discípulos comprendiesen con qué propósito su divinidad
se había unido a la humanidad. Vino al mundo para revelar la gloria de Dios, a
fin de que el hombre pudiese ser elevado por su poder restaurador. Dios se
manifestó en él a fin de que pudiese manifestarse en ellos.
JESÚS NO REVELÓ CUALIDADES NI EJERCIÓ
FACULTADES Que Los Hombres No Pudieran Tener Por La Fe En Él. Su
perfecta 620 humanidad es lo que todos sus seguidores pueden poseer si quieren
vivir sometidos a Dios como él vivió. "Y mayores que éstas hará; porque yo
voy al Padre." Con esto no quiso decir Cristo que la obra de los
discípulos sería de un carácter más elevado que la propia, sino que tendría
mayor extensión. No se refirió meramente a la ejecución de milagros, sino a
todo lo que sucedería bajo la operación del Espíritu Santo.
DESPUÉS DE LA
ASCENSIÓN DEL SEÑOR, los discípulos experimentaron el cumplimiento de su
promesa. Las escenas de la crucifixión, resurrección y ascensión de Cristo
fueron para ellos una realidad viviente. Vieron que las profecías se habían
cumplido literalmente. Escudriñaron las Escrituras y aceptaron sus enseñanzas
con una fe y seguridad que no conocían antes. Sabían que el divino Maestro era
todo lo que había aseverado ser. Y al contar ellos lo que habían experimentado
y al ensalzar el amor de Dios, los corazones humanos se enternecían y
subyugaban, y multitudes creían en Jesús.
LA PROMESA DEL
SALVADOR A SUS DISCÍPULOS Es Una Promesa Hecha A Su Iglesia Hasta El Fin Del
Tiempo.
Dios no quería que su admirable plan para redimir a los hombres lograse
solamente resultados insignificantes.
TODOS LOS QUE QUIERAN IR A TRABAJAR, no confiando en lo que
ellos mismos pueden hacer sino en lo que Dios puede hacer para ellos y por
ellos, experimentarán ciertamente el cumplimiento de su promesa. "Mayores
[obras] que éstas hará --él declara;-- porque yo voy al Padre." Hasta entonces
los discípulos no conocían los recursos y el poder limitado del Salvador. Él
les dijo: "Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre." (San Juan
16:24).
EXPLICÓ
QUE EL SECRETO DE SU ÉXITO CONSISTIRÍA EN PEDIR FUERZA Y GRACIA EN SU NOMBRE. Estaría
delante del Padre para pedir por ellos. La oración del humilde suplicante es
presentada por él como su propio deseo en favor de aquella alma. Cada oración
sincera es oída en el cielo. Tal vez no sea expresada con fluidez; pero si
procede del corazón ascenderá al santuario donde Jesús ministra, y él la
presentará al Padre sin balbuceos, hermosa y fragante con el incienso de su
propia perfección.
LA SENDA DE LA
SINCERIDAD E INTEGRIDAD NO ES UNA SENDA LIBRE 621 DE OBSTRUCCIÓN, pero en toda
dificultad hemos de ver una invitación a orar. Ningún ser viviente tiene poder
que no haya recibido de Dios, y la fuente de donde proviene está abierta para
el ser humano más débil. "Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre
--dijo Jesús,-- esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si
algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré." "En mi nombre," ordenó
Cristo a sus discípulos que orasen. En el nombre de Cristo han de permanecer
siguiéndole delante de Dios.
POR EL VALOR
DEL SACRIFICIO HECHO POR ELLOS, son estimables a los ojos del Señor. A
causa de la imputada justicia de Cristo, son tenidos por preciosos. Por causa
de Cristo, el Señor perdona a los que le temen. No ve en ellos la vileza del
pecador. Reconoce en ellos la semejanza de su Hijo en quien creen.
El Señor Se Chasquea Cuando Su Pueblo Se Tiene
En Estima Demasiado Baja.
Desea que su heredad escogida se estime según el valor que
él le ha atribuido. Dios la quería; de lo contrario no hubiera mandado a su
Hijo a una empresa tan costosa para redimirla. Tiene empleo para ella y le
agrada cuando le dirige las más elevadas demandas a fin de glorificar su
nombre. Puede esperar grandes cosas si tiene fe en sus promesas.
PERO
ORAR EN NOMBRE DE CRISTO SIGNIFICA MUCHO. Significa que
hemos de aceptar su carácter, manifestar su espíritu y realizar sus obras. La
promesa del Salvador se nos da bajo cierta condición. "Si me amáis
--dice,-- guardad mis mandamientos." El salva a los hombres no en el
pecado, sino del pecado; y los que le aman mostrarán su amor obedeciéndole.
Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del
corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros
pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en
conformidad con su, voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan sólo
ejecutando nuestros propios impulsos.
LA VOLUNTAD,
Refinada Y Santificada, Hallará Su Más Alto Deleite En Servirle. Cuando
conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una
vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión
con Dios, el pecado llegará a sernos odioso. 622
ASÍ COMO CRISTO VIVIÓ LA LEY EN LA HUMANIDAD, podemos vivirla nosotros si tan sólo nos asimos del Fuerte para obtener fortaleza. Pero no hemos de colocar la responsabilidad de nuestro deber en otros, y esperar que ellos nos digan lo que debemos hacer. No podemos depender de la humanidad para obtener consejos. El Señor nos enseñará nuestro deber tan voluntariamente como a alguna otra persona. Si acudimos a él con fe, nos dirá sus misterios a nosotros personalmente. Nuestro corazón arderá con frecuencia en nosotros mismos cuando él se ponga en comunión con nosotros como lo hizo con Enoc.
Los que decidan no hacer, en
ningún ramo, algo que desagrade a Dios, sabrán, después de presentarle su caso,
exactamente qué conducta seguir. Y recibirán no solamente sabiduría, sino
fuerza. Se les impartirá poder para obedecer, para servir, según lo prometió
Cristo. Cuanto se dio a Cristo --todas las cosas destinadas a suplir la
necesidad de los hombres caídos,-- se le dio como a la cabeza y representante
de la humanidad. "Y cualquier cosa
que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y
hacemos las cosas que son agradables delante de él." (1 Juan 3:22).
ANTES DE OFRECERSE COMO VÍCTIMA PARA EL SACRIFICIO, Cristo buscó el don más esencial y completo que pudiese otorgar a sus seguidores, un don que pusiese a su alcance los ilimitados recursos de la gracia. "Yo rogaré al Padre --dijo,-- y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: más vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros."
Antes De Esto, El Espíritu Había Estado En El
Mundo; Desde El Mismo Principio De La Obra De Redención Había Estado Moviendo
Los Corazones Humanos.
PERO
MIENTRAS CRISTO ESTABA EN LA TIERRA, los discípulos no habían
deseado otro ayudador. Y antes de verse privados de su presencia no sentirían
su necesidad del Espíritu, pero entonces vendría. El Espíritu Santo es el
representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e
independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en
todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que 623 fuese
al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra.
Nadie podría entonces tener ventaja por su
situación o su contacto personal con Cristo. Por el Espíritu, el Salvador sería
accesible a todos. En este sentido, estaría más cerca de ellos que si no
hubiese ascendido a lo alto. "El que me ama, será amado de mi Padre,
y yo le amaré, y me manifestaré a él."
JESÚS LEÍA EL FUTURO DE SUS DISCÍPULOS. Veía a uno llevado al cadalso, otro a la cruz, otro al destierro entre las solitarias rocas del mar, otros a la persecución y la muerte. Los animó con la promesa de que en toda prueba estaría con ellos.
Esta
promesa no ha perdido nada de su fuerza. El Señor sabe todo lo relativo a los
fieles siervos suyos que por su causa están en la cárcel o desterrados en islas
solitarias. El los consuela con su propia presencia.
CUANDO POR
CAUSA DE LA VERDAD, el creyente está frente a tribunales inicuos, Cristo está a
su lado. Todos los oprobios que caen sobre él, caen sobre Cristo. Cristo vuelve
a ser condenado en la persona de su discípulo. Cuando uno está encerrado entre
las paredes de la cárcel, Cristo arroba el corazón con su amor. Cuando uno
sufre la muerte por causa suya, Cristo
dice: "Yo soy... el que vivo, y
he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos.... Y tengo las llaves
del infierno y de la muerte." (Apocalipsis 1:18).
La
Vida Que Es Sacrificada Por Mí Se Conserva Para Llegar A Disfrutar La Gloria
Eterna.
EN
TODA OCASIÓN Y LUGAR, en todas las tristezas y aflicciones, cuando
la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos
impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las
circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna
circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial.
Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra
diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos.
LOS DISCÍPULOS
NO COMPRENDÍAN TODAVÍA LAS PALABRAS DE CRISTO En Su Sentido Espiritual, Y Él
Volvió A Explicarles Su Significado. Por el Espíritu, dijo, se
manifestaría a ellos. "El Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre
enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas." Ya no diréis: No
puedo comprender. Ya no veréis obscuramente como por un espejo. Podréis "comprender con todos los santos cuál
sea la 624 anchura y la longitud y la profundidad y la altura, y conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento."* (Efesios 3:18,19).
LOS DISCÍPULOS
HABÍAN DE DAR TESTIMONIO DE LA VIDA Y OBRA DE CRISTO. Por sus
palabras él había de hablar a todos los pueblos sobre la faz de la tierra. Pero
en la humillación y muerte de Cristo iban a sufrir gran prueba y chasco. A fin
de que después de esto la palabra de ellos fuese exacta, Jesús prometió
respecto al Consolador: "Os
recordará todas las cosas que os he dicho." "Aún tengo muchas cosas que deciros --continuó,-- mas ahora no las
podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará en
toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyese,
y os hará saber las cosas que han de venir. El me glorificará: porque tomará de
lo mío, y os lo hará saber."
JESÚS HABÍA ABIERTO
DELANTE DE SUS DISCÍPULOS UNA VASTA EXTENSIÓN DE LA VERDAD. Pero les era
muy difícil impedir que en sus mentes se mezclaran sus lecciones con las
tradiciones y máximas de los escribas y fariseos. Habían aprendido a aceptar
las enseñanzas de los rabinos como voz de Dios, y esto dominaba todavía sus
mentes y amoldaba sus sentimientos. Las ideas terrenales y las cosas temporales
ocupaban todavía mucho lugar en sus pensamientos.
NO COMPRENDÍAN
LA NATURALEZA ESPIRITUAL DEL REINO DE CRISTO, aunque él, se la había
explicado tantas veces. Sus mentes se habían confundido.
NO COMPRENDÍAN
EL VALOR DE LAS ESCRITURAS QUE CRISTO PRESENTABA. Muchas de sus
lecciones parecían no hallar cabida en sus mentes.
JESÚS VIO QUE
NO COMPRENDÍAN EL VERDADERO SIGNIFICADO DE SUS PALABRAS. Compasivamente,
les prometió que el Espíritu Santo les recordaría esos dichos. Y había dejado
sin decir muchas cosas que no podían ser comprendidas por los discípulos. Estas
también les serían reveladas por el Espíritu. El Espíritu había de vivificar su
entendimiento, a fin de que pudiesen apreciar las cosas celestiales. "Cuando viniere aquel Espíritu de
verdad --dijo Jesús,-- él os guiará a toda verdad."
EL
CONSOLADOR ES LLAMADO EL "ESPÍRITU DE VERDAD." Su
obra consiste en definir y mantener la verdad. Primero mora en el corazón como
el Espíritu de verdad, y así llega a ser el Consolador. Hay consuelo y paz en
la verdad, pero no se puede hallar verdadera paz ni consuelo en la mentira. Por
medio de 625 falsas teorías y tradiciones es como Satanás obtiene su poder
sobre la mente. Induciendo a los hombres a adoptar normas falsas, tuerce el
carácter.
Por medio de las Escrituras, el Espíritu Santo
habla a la mente y graba la verdad en el corazón. Así expone el error, y lo
expulsa del alma. Por el Espíritu de verdad, obrando por la Palabra de Dios, es
como Cristo subyuga a sí mismo a sus escogidos.
AL DESCRIBIR A SUS DISCÍPULOS LA OBRA Y EL CARGO DEL ESPÍRITU SANTO, Jesús trató de inspirarles el gozo y la esperanza que alentaba su propio corazón. Se regocijaba por la ayuda abundante que había provisto para su iglesia.
El
Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que podía solicitar de su
Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado como agente
regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil.
El poder del mal se había estado fortaleciendo durante
siglos, y la sumisión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa.
El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención
de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía
modificada, sino en la plenitud del poder divino.
EL ESPÍRITU ES
EL QUE HACE EFICAZ LO QUE HA SIDO REALIZADO POR EL REDENTOR DEL MUNDO. Por el
Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente
participe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino
para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y
para grabar su propio carácter en su iglesia.
Acerca del Espíritu dijo Jesús: "El me
glorificará." El Salvador vino para glorificar al Padre demostrando su
amor; así el Espíritu iba a glorificar a Cristo revelando su gracia al mundo. La
misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de Dios, el
honor de Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter de su
pueblo.
"Cuando
Él [El Espíritu De Verdad] Viniere Redargüirá Al Mundo De Pecado, Y De
Justicia, Y De Juicio."
LA
PREDICACIÓN de la palabra sería inútil sin la continua presencia y ayuda
del Espíritu Santo. Este es el único maestro eficaz de la verdad divina.
Únicamente cuando la verdad vaya al corazón acompañada por el Espíritu
vivificará la conciencia o transformará la vida.
UNO
PODRÍA PRESENTAR LA LETRA DE LA PALABRA DE DIOS, 626
estar familiarizado con todos sus mandamientos y promesas; pero a menos que el
Espíritu Santo grabe la verdad, ninguna alma caerá sobre la Roca y será
quebrantada.
NINGÚN GRADO DE EDUCACIÓN ni ventaja alguna, por grande que sea, puede hacer de uno un
conducto de luz sin la cooperación del Espíritu de Dios. La siembra de la
semilla del Evangelio no tendrá éxito a menos que esa semilla sea vivificada
por el rocío del cielo.
ANTES
QUE UN SOLO LIBRO DEL NUEVO TESTAMENTO FUESE ESCRITO, antes
que se hubiese predicado un sermón evangélico después de la ascensión de
Cristo, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles que oraban. Entonces el
testimonio de sus enemigos fue: "Habéis
llenado a Jerusalén de vuestra doctrina."*(Hechos 5:28).
CRISTO
PROMETIÓ EL DON DEL ESPÍRITU SANTO A SU IGLESIA, y
la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero
como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y
profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del
Espíritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma
para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al
Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra
Dios en su pueblo "así el querer
como el hacer, por su buena voluntad."*(Filipenses 2:13).
PERO
MUCHOS NO QUIEREN SOMETERSE A ESO. QUIEREN MANEJARSE A SÍ MISMOS. Esta
es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que
esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da
el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta
bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en
su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo
para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla. En su
discurso a los discípulos, Jesús no hizo alusión aflictiva a sus propios
sufrimientos. Su último legado a ellos fue un legado de paz. Dijo: "La paz os
dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo."
ANTES DE SALIR
DEL APOSENTO ALTO, el Salvador entonó con sus discípulos un canto de alabanza.
Su voz fue oída, no en los 627 acordes de alguna endecha triste, sino en las
gozosas notas del cántico pascual: "Alabad
a Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre
nosotros su misericordia; Y la verdad de Jehová es para siempre.
Aleluya."*(Salmos 117:1-2).
DESPUÉS DEL HIMNO, SALIERON. Cruzaron por las calles atestadas, y salieron
por la puerta de la ciudad hacia el monte de las Olivas, avanzando lentamente,
engolfados cada uno de ellos en sus propios pensamientos. Cuando empezaban a descender hacia el monte, Jesús dijo, en un tono de
la más profunda tristeza: "Todos vosotros seréis escandalizados
en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y las ovejas de la
manada serán dispersas." *(Mateo 26:31).
Los discípulos oyeron esto con tristeza y asombro.
Recordaron como, en la sinagoga de Capernaúm, cuando Cristo habló de sí mismo
como del pan de vida, muchos se hablan ofendido y se habían apartado de él.
Pero los doce no se habían mostrado infieles. Pedro, hablando por sus hermanos,
había declarado entonces su lealtad a Cristo. Entonces el Salvador había dicho:
"¿No he escogido yo a vosotros
doce, y uno de vosotros es diablo?"*(Juan 6:70). En el aposento alto,
Jesús había dicho que uno de los doce le traicionaría, y que Pedro le negaría.
Pero ahora sus palabras los incluían a todos.
ESTA VEZ SE OYÓ
LA VOZ DE PEDRO que protestaba vehementemente: "Aunque todos sean escandalizados, mas no yo." (Marcos
14:29). En el aposento alto, había declarado: "Mi alma pondré por
ti." Jesús le habla advertido que esa misma noche negarla a su Salvador.
Ahora Cristo le repite la advertencia: "De cierto te digo que tú, hoy, en
esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres
veces." Pero Pedro "con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negare. También todos decían
lo mismo." *(Marcos 14:31).
EN LA CONFIANZA
QUE TENÍAN EN SÍ MISMOS, LLEGARON LA REPETIDA DECLARACIÓN DE AQUEL QUE SABÍA. No estaban
preparados para la prueba; cuando la tentación les sobreviniese, comprenderían
su propia debilidad.
CUANDO PEDRO
DIJO QUE SEGUIRÍA A SU SEÑOR A LA CÁRCEL Y A LA MUERTE, cada palabra
era sincera; pero no se conocía a sí mismo. Ocultos en su corazón estaban los
malos elementos 628 que las circunstancias iban a hacer brotar a la vida. A
menos que se le hiciese conocer su peligro, esos elementos provocarían su ruina
eterna. El Salvador vela en él un amor propio y una seguridad que superarían
aun su amor por Cristo.
EN SU
EXPERIENCIA SE HABÍAN REVELADO MUCHAS FLAQUEZAS, mucho pecado
que no habla sido amortiguado, mucha negligencia de espíritu, un temperamento
no santificado y temeridad para exponerse a la tentación. La solemne
amonestación de Cristo fue una invitación a escudriñar su corazón. Pedro
necesitaba desconfiar de sí mismos y tener una fe más profunda en Cristo. Si
hubiese recibido con humildad la amonestación, habría suplicado al pastor del
rebaño que guardase su oveja.
CUANDO, EN EL
MAR DE GALILEA, ESTABA POR HUNDIRSE, CLAMÓ: "Señor, sálvame."*(Mateo 14:30). Entonces la mano de
Cristo se extendió para tomar la suya. Así también ahora, si hubiese clamado a
Jesús: Sálvame de mi mismo, habría sido guardado. Pero Pedro sintió que se
desconfiaba de él, y pensó que ello era cruel. Ya se escandalizaba, y se volvió
más persistente en su confianza propia.
JESÚS MIRÓ CON COMPASIÓN A SUS DISCÍPULOS. No podía salvarlos de la prueba, pero no los dejó sin consuelo. Les aseguró que él estaba por romper las cadenas del sepulcro, y que su amor por ellos no faltaría. "Después que haya resucitado --dijo,-- iré delante de vosotros a Galilea." *(Mateo 26:32).
Antes que le negasen, les aseguró el perdón.
DESPUÉS DE SU
MUERTE Y RESURRECCIÓN, SUPIERON QUE ESTABAN PERDONADOS y que el
corazón de Cristo los amaba. Jesús y los discípulos iban hacia Getsemaní, al
pie del monte de las Olivas, lugar apartado que él había visitado con
frecuencia para meditar y orar. El Salvador había estado explicando a sus
discípulos la misión que le había traído al mundo y la relación espiritual que
debían sostener con él. Ahora ilustró la lección.
LA
LUNA RESPLANDECÍA Y LE REVELABA UNA FLORECIENTE VID. Llamando la atención de los discípulos a ella, la empleó
como símbolo. "Yo soy la Vid verdadera," dijo. En vez de elegir la
graciosa palmera, el sublime cedro o el fuerte roble, Jesús tomó la vid con sus
zarcillos prensiles para representarse. La palmera, el cedro y el roble se
sostienen solos. No necesitan apoyo. Pero la vid se aferra al enrejado, y así
sube hacia el cielo. Así 629 también Cristo en su humanidad dependía del poder
divino. "No puedo yo de mí mismo
hacer nada,"*(Juan 5:30).
DECLARÓ.
"YO SOY LA VID VERDADERA." Los judíos hablan considerado siempre
la vid como la más noble de las plantas, y una figura de todo lo poderoso,
excelente y fructífero. Israel había sido representado como una vid que Dios
había plantado en la tierra prometida. Los judíos fundaban su esperanza de
salvación en el hecho de estar relacionados con Israel. Pero Jesús dice: Yo soy
la Vid verdadera. No penséis que por estar relacionados con Israel podéis
llegar a participar de la vida de Dios y heredar su promesa. Por mi solamente
se recibe la vida espiritual. "Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el
labrador." En las colinas de Palestina, nuestro Padre celestial había
plantado su buena Vid, y él mismo era el que la cultivaba.
MUCHOS ERAN
ATRAÍDOS POR LA HERMOSURA DE ESTA VID, y declaraban su origen celestial. Pero
para los dirigentes de Israel parecía como una raíz en tierra seca. Tomaron la
planta, la maltrataron y pisotearon bajo sus profanos pies. Querían destruirla
para siempre. Pero el celestial Viñador no la perdió nunca de vista. Después
que los hombres pensaron que la habían matado, la tomó y la volvió a plantar al
otro lado de la muralla. Ya no se vería el tronco.
Quedaría oculto de los rudos asaltos de los hombres. Pero
los sarmientos de la Vid colgaban por encima de la muralla. Hablan de
representarla. Por su medio, se podrían unir todavía injertos a la Vid. De ella
se ha ido obteniendo fruto. Ha habido una cosecha que los transeúntes han
arrancado. "Yo soy la Vid, vosotros
los pámpanos," dijo Cristo a sus discípulos.
AUNQUE ÉL
ESTABA POR SER ARREBATADO DE ENTRE ELLOS, su unión espiritual con él no
había de cambiar. La unión del sarmiento con la vid, dijo, representa la
relación que habéis de sostener conmigo. El pámpano está injertado en la vid
viviente, y fibra tras fibra, vena tras vena, va creciendo en el tronco. La
vida de la vid llega a ser la vida del pámpano.
ASÍ TAMBIÉN EL
ALMA MUERTA EN DELITOS Y PECADOS RECIBE VIDA POR SU UNIÓN CON CRISTO. Por la fe en
él como Salvador personal, se forma esa unión. El pecador une su debilidad a la
fuerza de Cristo, su vacuidad a la plenitud de Cristo, su fragilidad a la
perdurable potencia de Cristo. Entonces tiene el sentir de Cristo.
La 630 humanidad de Cristo ha tocado nuestra
humanidad, y nuestra humanidad ha tocado la divinidad. Así, por la intervención
del Espíritu Santo, el hombre viene a ser participante de la naturaleza divina.
Es acepto en el Amado.
ESTA UNIÓN CON
CRISTO, UNA VEZ FORMADA, DEBE SER MANTENIDA. Cristo dijo: "Estad en mí, y
yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de si mismo, si no
estuviera en la vid; así ni vosotros, si no estuvierais en mí."
Este no es un contacto casual, ninguna unión que se realiza y se corta luego.
El sarmiento llega a ser parte de la vid viviente. La comunicación de la vida,
la fuerza y el carácter fructífero de la raíz a las ramas se verifica en forma
constante y sin obstrucción. Separado de la vid, el sarmiento no puede vivir.
Así tampoco, dijo Jesús, podéis vivir separados de mí. La vida que habéis
recibido de mí puede conservarse únicamente por la comunión continua. Sin mí,
no podéis vencer un solo pecado, ni resistir una sola tentación.
"Estad en mí, y yo en vosotros." El estar en
Cristo significa recibir constantemente de su Espíritu, una vida de entrega sin
reservas a su servicio. El conducto de comunicación debe mantenerse
continuamente abierto entre el hombre y su Dios. Como el sarmiento de la vid
recibe constantemente de la savia de la vid viviente, así hemos de aferrarnos a
Jesús y recibir de él por la fe la fuerza y la perfección de su propio
carácter. La raíz envía su nutrición por el sarmiento a la ramificación más
lejana. Así comunica Cristo la corriente de su fuerza vital a todo creyente.
Mientras el alma esté unida con Cristo, no hay peligro de que se marchite o
decaiga. La vida de la vid se manifestará en el fragante fruto de los
sarmientos.
"EL QUE
ESTÁ EN MÍ --DIJO JESÚS,-- Y YO EN ÉL, Éste Lleva Mucho Fruto; Porque Sin Mí
Nada Podéis Hacer." Cuando vivamos por la fe en el Hijo de Dios, los frutos del
Espíritu se verán en nuestra vida; no faltará uno solo.
"MI PADRE ES EL LABRADOR. Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, le quitará." Aunque el injerto esté unido
exteriormente con la vid, puede faltar la conexión vital. Entonces no habrá
crecimiento ni frutos. Puede haber una relación aparente con Cristo, sin
verdadera unión con él por la fe.
El profesar la religión coloca a los hombres
en la iglesia, pero el carácter y la 631 conducta demuestran
si están unidos con Cristo. Si no llevan fruto, son pámpanos falsos. Su
separación de Cristo entraña una ruina tan completa como la representada por el
sarmiento muerto.
"EL QUE EN MÍ NO ESTUVIERE --DIJO CRISTO,-- será echado
fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden." "Todo pámpano ... que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto." De los doce escogidos que habían
seguido a Jesús, uno estaba por ser sacado como rama seca, el resto iba a pasar
bajo la podadera de la amarga prueba. Con solemne ternura, Jesús explicó el
propósito del labrador. La poda causará dolor, pero es el Padre quien la
realiza. Él no trabaja con mano despiadada y corazón indiferente. Hay ramas que
se arrastran por el suelo; y tienen que ser separadas de los apoyos terrenales
en que sus zarcillos se han enredado. Han de dirigirse hacia el cielo y hallar
su apoyo en Dios. El follaje excesivo que desvía de la fruta la corriente
vital, debe ser suprimido. El exceso de crecimiento debe ser cortado, para que
puedan penetrar los senadores rayos del Sol de justicia. El labrador poda lo
que perjudica, a fin de que la fruta pueda ser más rica y abundante.
"EN ESTO
ES GLORIFICADO MI PADRE --DIJO JESÚS,-- EN QUE LLEVÉIS MUCHO FRUTO." Dios desea manifestar por
vosotros la santidad, la benevolencia, la compasión de su propio carácter. Sin
embargo, el Salvador no invita a los discípulos a trabajar para llevar fruto.
Les dice que permanezcan en él.
"SI ESTUVIERAIS EN MÍ --dice El,-- y mis palabras
estuvieron en vosotros, pedid todo lo que quisierais, y os será hecho." Por la Palabra
es como Cristo mora en sus seguidores. Es la misma unión vital representada por
comer su carne y beber su sangre. Las palabras de Cristo son espíritu y vida. Al
recibirlas, recibís la vida de la vid. Vivís "con toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4).
LA VIDA DE
CRISTO EN VOSOTROS PRODUCE LOS MISMOS FRUTOS QUE EN ÉL. Viviendo en
Cristo, adhiriéndoos a Cristo, sostenidos por Cristo, recibiendo alimento de
Cristo, lleváis fruto según la semejanza de Cristo.
EN ESTA ÚLTIMA
REUNIÓN CON SUS DISCÍPULOS, el gran deseo que Cristo expresó por ellos era que se
amasen unos a otros como él los había amado. En varias ocasiones habló de esto.
"Esto
os 632 mando --dijo repetidas veces:-- Que os améis los unos a los
otros."
SU PRIMER MANDATO, cuando estuvo a solas con
ellos en el aposento alto, fue: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros: como os he amado, que también os améis los unos a los
otros."
Para
Los Discípulos, Este Mandamiento Era Nuevo; porque no se
habían amado unos a otros como Cristo los había amado. El veía que nuevas ideas
e impulsos debían gobernarlos; que debían practicar nuevos principios; por su
vida y su muerte iban a recibir un nuevo concepto del amor. El mandato de
amarse unos a otros tenía nuevo significado a la luz de su abnegación. Toda la
obra de la gracia es un continuo servicio de amor, de esfuerzo desinteresado y
abnegado. Durante toda hora de la estada de Cristo en la tierra, el amor de
Dios fluía de él en raudales incontenibles.
Todos Los Que
Sean Dotados De Su Espíritu Amarán Como Él Amó. El mismo
principio que animó a Cristo los animará en todo su trato mutuo. Este amor es
la evidencia de su discipulado.
"EN ESTO
CONOCERÁN TODOS QUE SOIS MIS DISCÍPULOS --DIJO JESÚS,-- SI TUVIEREIS AMOR LOS
UNOS CON LOS OTROS." Cuando los hombres no están vinculados por la
fuerza o los intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una
influencia que está por encima de toda influencia humana. Donde existe esta
unidad, constituye una evidencia de que la imagen de Dios se está restaurando
en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de vida.
Muestra que hay poder en la naturaleza divina para resistir
a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gracia de Dios subyuga el
egoísmo inherente en el corazón natural. Este amor, manifestado en la iglesia,
despertará seguramente la ira de Satanás.
CRISTO
NO TRAZÓ A SUS DISCÍPULOS UNA SENDA FÁCIL. "Si
el mundo os aborrece --dijo,-- sabed que a mí me aborreció antes que a
vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amarla lo suyo; más porque no sois del
mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de
la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su Señor. Si a mí me
han perseguido, también a vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra,
también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre,
porque no conocen al que me ha enviado."
El Evangelio a 633 de ser proclamado mediante una guerra
agresiva, en medio de oposición, peligros, pérdidas y sufrimientos. Pero los
que hacen esta obra están tan sólo siguiendo los pasos de su Maestro. Como
Redentor del mundo, Cristo arrostraba constantemente lo que parecía ser el
fracaso. El, el mensajero de misericordia en nuestro mundo, parecía realizar
sólo una pequeña parte de la obra elevadora y salvadora que anhelaba hacer. Las
influencias satánicas estaban obrando constantemente para oponerse a su avance.
Pero no quiso desanimarse.
Por la profecía de Isaías declara: "Por demás he trabajado, en vano y sin
provecho he consumido mi fortaleza; mas mi juicio está delante de Jehová, y mi
recompensa con mi Dios.... Bien que
Israel no se juntará, con todo, estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios
mío será mi fortaleza."
A CRISTO SE DIRIGE LA PROMESA: "Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las gentes. ... Así dijo Jehová: ... guardarte he, y te daré por alianza del pueblo, para que levantes la tierra, para que heredes asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos. . . No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manaderos de aguas."*(Isaías 49:4,5, 7-10).
Jesús confió en esta palabra, y no dio a Satanás ventaja
alguna. Cuando iba a dar los últimos pasos en su humillación, cuando estaba por
rodear su alma la tristeza más profunda, dijo a sus discípulos: "Viene el príncipe de este mundo; mas
no tiene nada en mí." "El príncipe de este mundo es juzgado."
Ahora será echado. (Juan 14:30; 16:11; 12:31).
CON OJO
PROFÉTICO, CRISTO VIO LAS ESCENAS QUE IBAN A DESARROLLARSE EN SU ÚLTIMO GRAN
CONFLICTO.
Sabía que cuando exclamase: "Consumado es," todo el cielo triunfaría.
Su oído percibió la lejana música y los gritos de victoria en los atrios
celestiales. Él sabía que el toque de muerte del imperio de Satanás resonaría
entonces, y que el nombre de Cristo sería pregonado de un mundo al otro por
todo el universo. Cristo se regocijó de que podía hacer más en favor de sus
discípulos de lo que ellos podían pedir o pensar.
HABLÓ
CON SEGURIDAD Sabiendo Que Se Había Promulgado Un Decreto Todopoderoso Antes
Que El Mundo Fuese Creado. Sabía que la verdad, armada con la omnipotencia
del Espíritu Santo, vencería 634 en la contienda con el mal; y que el
estandarte manchado de sangre ondearía triunfantemente sobre sus seguidores.
Sabía que la vida de los discípulos que confiasen en él sería como la suya, una
serie de victorias sin interrupción, no vistas como tales aquí, pero
reconocidas así en el gran más allá.
"ESTAS COSAS OS HE HABLADO --DIJO,-- para que
en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: más confiad, yo he vencido
al mundo." Cristo no desmayó ni se desalentó, y sus
seguidores han de manifestar una fe de la misma naturaleza perdurable. Han de
vivir como él vivió y obrar como él obró, porque dependen de él como el gran
artífice y Maestro. Deben poseer valor, energía y perseverancia. Aunque
obstruyan su camino imposibilidades aparentes, por su gracia han de seguir
adelante.
En Vez De Deplorar Las Dificultades, Son Llamados
A Superarlas. No Han De Desesperar De Nada, Sino Esperarlo Todo.
CON LA ÁUREA CADENA
DE SU AMOR INCOMPARABLE, Cristo los ha vinculado al trono de Dios. Quiere que sea
suya la más alta influencia del universo, que mana de la fuente de todo poder.
Han de tener poder para resistir el mal, un poder que ni la tierra, ni la
muerte ni el infierno pueden dominar, un poder que los habilitará para vencer
como Cristo venció. Cristo quiere que estén representados en su iglesia en la
tierra el orden celestial, el plan de gobierno celestial, la armonía divina del
cielo. Así queda glorificado en los suyos.
MEDIANTE ELLOS
RESPLANDECERÁ ANTE EL MUNDO EL SOL DE JUSTICIA Con Un Brillo Que No Se
Empañará.
Cristo dio a su iglesia amplias facilidades, a fin de recibir ingente rédito de
gloria de su posesión comprado y redimida. Ha otorgado a los suyos capacidades
y bendiciones para que representen su propia suficiencia.
LA IGLESIA
DOTADA DE LA JUSTICIA DE CRISTO ES SU DEPOSITARIA, en la cual las
riquezas de su misericordia y su gracia y su amor han de aparecer en plena y
final manifestación. Cristo mira a su pueblo en su pureza y perfección como la
recompensa de su humillación y el suplemento de su gloria, siendo él mismo el
gran Centro, del cual irradia toda gloria.
CON
PALABRAS ENÉRGICAS Y LLENAS DE ESPERANZA, EL SALVADOR TERMINÓ SUS
INSTRUCCIONES. Luego volcó la cara de su alma en una
oración por sus discípulos Elevando los ojos al cielo, dijo: "Padre la
hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que también 635 tu Hijo te
glorifique a ti; como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida
eterna a todos los que le diste. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan
el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado."
Cristo había concluido la obra que se le había
confiado. Había glorificado a Dios en la tierra. Había manifestado el nombre
del Padre. Había reunido a aquellos que habían de continuar su obra entre los
hombres. Y dijo: "Yo soy
glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo, más éstos están en el mundo, y
yo voy a ti. ¡Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para
que ellos sean uno, así como nosotros lo somos!"*(San Juan 17: 10,11).
ASÍ, CON EL
LENGUAJE
de quien tenía autoridad divina, Cristo entregó a su electa iglesia en los
brazos del Padre.
COMO CONSAGRADO sumo
sacerdote, intercedió por los suyos.
COMO FIEL
PASTOR,
reunió a su rebaño bajo la sombra del Todopoderoso, en el fuerte y seguro
refugio.
A ÉL Le Aguardaba La
Última Batalla con Satanás, y salió para hacerle frente. 636 DTG/EGW
(Este
capítulo 73. Está basado en San Juan 13:31-38; 14-17).
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