domingo, noviembre 29, 2009

12 La Temperancia SECCIÓN XII "LA EXHORTACIÓN DE LA HORA"


Los defensores de la temperancia no hacen todo su deber a menos que ejerzan su influencia por precepto y ejemplo de viva voz, 
por la pluma y el voto en favor de la prohibición y abstinencia total. (Obreros Evangélicos, pág. 402).


1. La Situación Actual.
Una repetición de los mismos pecados.
Existen en nuestros días los mismos pecados que trajeron los juicios sobre el mundo en los días de Noé. Los hombres y las mujeres se exceden tanto en su comida y bebida que terminan en la glotonería y la embriaguez. Este pecado prevaleciente, la complacencia del apetito pervertido, inflamó las pasiones de los hombres en los días de Noé e hizo que cundiera la corrupción. La violencia y el pecado llegaron al cielo. Esa contaminación moral fue finalmente barrida de la tierra por medio del diluvio. . . .

La comida, la bebida y el vestido se llevan a tales extremos que se convierten en crímenes. están entre los pecados notables de los últimos días y constituyen una señal de la pronta venida de Cristo. El tiempo, el dinero y la fuerza, que pertenecen al Señor pero que él nos ha confiado, se malgastan en lo superfluo y lujoso del vestido y para satisfacer el apetito pervertido que disminuye la vitalidad y acarrea sufrimiento y corrupción
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 11, 12).

Una sucesión de caídas.
Desde los días de Adán hasta los nuestros ha habido una sucesión de caídas, cada una mayor que la anterior, en todo tipo de crímenes. Dios no creó una raza de seres tan desprovista de salud, belleza y poder moral como ahora existe en el mundo. Males de toda clase se han incrementado terriblemente sobre la raza humana. Eso no ha ocurrido por la providencia especial 203 de Dios, sino directamente en contra de su voluntad. Ha sobrevenido por el desprecio del hombre de los mismos medios que Dios ha ordenado para protegerlo de los terribles males existentes. La obediencia a la ley de Dios en todo respecto salvaría a los hombres de la intemperancia, de la disipación y de la enfermedad de cualquier tipo. Nadie puede violar la ley natural sin sufrir el castigo (Review and Herald, 4-3-1875).

Miles venden sus aptitudes mentales.
¿Cuál sería el hombre que vendería deliberadamente, por alguna suma de dinero, sus aptitudes mentales? Si alguno le ofreciera dinero para que enajenara su intelecto, rechazaría disgustado la necia propuesta. Sin embargo son miles los que se desprenden de la salud del cuerpo, del vigor del intelecto y la elevación del alma por causa de la complacencia del apetito. En lugar de ganar sólo experimentan pérdida. No se dan cuenta de esto porque tienen su sensibilidad entorpecida. Han malbaratado las facultades que recibieron de Dios. ¿Y a cambio de qué? He aquí la respuesta: Sensualidad rastrera y vicios degradantes. Se da rienda suelta a la complacencia del gusto a costa de la salud y del intelecto
 (Review and Herald, 4-3-1875).

El insidioso cambio gradual.
El uso de licor embriagante destrona la razón y endurece el corazón contra toda influencia pura y santa. La roca inanimada oirá antes los llamados de la verdad y la justicia que el hombre cuya sensibilidad está paralizada por la intemperancia. 
 Los sentimientos más delicados del corazón no se embotan en seguida. El cambio se opera gradualmente. 
 Los que se aventuran a internarse en la senda prohibida se desmoralizan y corrompen gradualmente. 

 Y aunque en las ciudades abundan los locales donde se expende licor, lo que hace más fácil la complacencia, y aunque los jóvenes están rodeados por incitaciones que tientan el apetito, el mal no siempre comienza con el uso de bebidas embriagantes. El té, el café y el tabaco son estimulantes artificiales y su consumo provoca la demanda de estímulos más fuertes, que se encuentran en las bebidas alcohólicas. Y mientras los cristianos duermen, el gigantesco mal de la intemperancia gana en fuerza y hace nuevas víctimas (Signs of the Times, 6-12-1910). 204

Tentaciones por doquiera.
En salones particulares y en puntos concurridos por la sociedad elegante, se sirve a las señoras bebidas de moda, con nombres agradables, pero que son realmente intoxicantes. Para los enfermos y los exhaustos, hay licores amargos, que reciben mucha publicidad y que consisten mayormente en alcohol.
Para despertar la sed de bebidas en los chiquillos, se introduce alcohol en los confites. Estos dulces se venden en las tiendas. Y mediante el regalo de estos bombones el tabernero halaga a los niños y los atrae a su negocio.

Día tras día, mes tras mes, año tras año, la perniciosa obra sigue adelante. Padres, maridos y hermanos, apoyo, esperanza y orgullo de la nación, entran constantemente en los antros del tabernero, para salir de ellos totalmente arruinados (El Ministerio de Curación, págs. 260, 261).

En la "marcha de la muerte".
A fin de que los hombres no se den tiempo para meditar, Satanás los conduce al torbellino de la búsqueda de placeres y algazara, de comer y beber. Les inculca el deseo de hacer exhibiciones que exalten el yo. Paso a paso, el mundo está llegando a las condiciones que existieron en los días de Noé. Se comete todo crimen concebible. La concupiscencia de la carne, la altivez de los ojos, la ostentación del egoísmo, el abuso del poder, la crueldad, . . . son todas obras de los agentes satánicos. A esa ronda de pecado y locura los hombres le llaman "vida". . . .

El mundo, que actúa como si no hubiera Dios, absorto en propósitos egoístas, experimentará pronto una súbita destrucción, y no escapará. Muchos continúan en una gratificación descuidada del yo hasta que llegan a estar tan disgustados con la vida que terminan con su existencia. Bailando y parrandeando, bebiendo y fumando, gratificando sus pasiones animales, marchan como bueyes al matadero. Satanás está trabajando con todo su arte y encantos para mantener a los hombres marchando a ciegas, hasta que el Señor se levante de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por sus iniquidades, cuando la tierra devolverá su sangre y no cubrirá más sus muertos. El mundo entero parece empeñado en la marcha de la muerte (Evangelismo, págs. 21, 22).

La maldición llevada a las naciones paganas.
De los países denominados cristianos el azote pasa a comarcas 205 paganas. A los pobres e ignorantes salvajes se les enseña a consumir bebidas alcohólicas. Aun entre los paganos, hay hombres inteligentes que reconocen el peligro mortal de la bebida, y protestan contra él; pero en vano intentaron proteger a sus países del estrago del alcohol. Las naciones civilizadas imponen a las naciones paganas el tabaco, el alcohol y el opio. Las pasiones desenfrenadas del salvaje, estimuladas por la bebida, le arrastran a una degradación anteriormente desconocida, y hacen casi imposible e inútil el mandar misioneros a aquellos países.

Mediante el trato con pueblos que debieran haberles dado el conocimiento de Dios, los paganos contraen vicios que van exterminando tribus y razas enteras. Y por esto en las regiones tenebrosas de la tierra se odia a los hombres de los países civilizados.

Aun las iglesias cristianas están paralizadas.
Los traficantes de bebidas constituyen una potencia mundial. Tienen de su parte la fuerza combinada del dinero, de los hábitos y de los apetitos. Su poder se deja sentir aun en la iglesia. Hay hombres que deben su fortuna directa o indirectamente al tráfico de las bebidas, son miembros de la iglesia, y reconocidos como tales. Muchos de ellos hacen donativos liberales para obras de beneficencia. Sus contribuciones ayudan a sostener las instituciones de la iglesia y a sus ministros. Se aquistan el respeto que se suele conceder a los ricos. Las iglesias que aceptan a semejantes hombres como miembros sostienen en realidad el tráfico de las bebidas alcohólicas. Con demasiada frecuencia el pastor no tiene valor para defender la verdad. No declara a su congregación lo que Dios dijo respecto a la obra del expendedor de bebidas. Decir la verdad con franqueza sería ofender a su congregación, comprometer su popularidad y perder su sueldo 
(El Ministerio de Curación, págs. 261, 262).

Los ministros han arriado la bandera.
El Señor tiene una controversia con los habitantes de la tierra que viven en este tiempo de peligro y corrupción. 
 Los ministros del Evangelio se han apartado del Señor y los que profesan el nombre de Cristo son culpables de no mantener en alto la bandera de la verdad. Los ministros temen manifestarse como prohibicionistas declarados, y se quedan tranquilos en lo que atañe a la maldición de la bebida, no sea que 206 les rebajen el sueldo o la congregación se ofenda. 
Si presentaran la verdad de la Biblia con poder y claridad, mostrando la línea de separación entre lo sagrado y lo común, temerían la pérdida de su popularidad personal, porque un gran número de los que figuran como miembros de iglesia perciben ingresos, directos o indirectos, del tráfico de bebidas.

Esa gente no ignora el pecado que está cometiendo. Nadie necesita que se le informe que el tráfico de bebidas ocasiona a sus víctimas miseria, vergüenza, degradación y muerte, con la ruina eterna de sus almas. Los que perciben ingresos directos o indirectos de ese comercio, guardan dinero que proviene de la pérdida de almas humanas. Las iglesias que mantienen como miembros a los que están relacionados con la venta de bebidas, se hacen responsables de las operaciones que se efectúan en el tráfico de bebidas. . . .

Dinero manchado con la sangre de las almas.
Dinero manchado con la sangre de las almas. El mundo y la iglesia pueden unirse en rendir alabanzas al hombre que instigó al apetito, y obedeció al deseo vehemente del apetito que él ayudó a crear; pueden contemplar con una sonrisa a quien contribuyó a envilecer al hombre que fue formado a la imagen de Dios, hasta que esa imagen queda prácticamente borrada; pero Dios lo mira con desaprobación y escribe su condenación en el libro mayor de la muerte. . . .

Ese mismo hombre tal vez haga cuantiosas donaciones a la iglesia, pero, ¿aceptará Dios el dinero arrancado a la familia del ebrio? Está manchado con sangre de almas y tiene encima la maldición de Dios. El Señor dice: "Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto". La iglesia puede elogiar la generosidad de quien da tales ofrendas, pero si los ojos de los miembros de la iglesia fuesen ungidos con el colirio celestial, no llamarían bien al mal ni justicia a la iniquidad. 

 Dice el Señor: "¿Para qué me sirve . . . la multitud de vuestros sacrificios? . . . ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaras delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación". Isa. 1:11,12. "Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. 
 Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, 207 y en los tales se complace; o si no, ¿Dónde está el Dios de justicia?" Mal. 2:17 (Review and Herald, 15-5- 1894).

Condiciones que exigen los juicios de Dios.
Condiciones que exigen los juicios de Dios. Debido a la gran maldad resultante del uso de bebidas alcohólicas, los juicios de Dios están cayendo ahora sobre la tierra. ¿No tenemos la solemne responsabilidad de realizar decididos esfuerzos en contra de este gran mal? (Counsels on Health, pág. 432).

La debida reforma.
Es necesario que haya una gran reforma en el asunto de la temperancia. El mundo está lleno de toda clase de complacencia propia. A causa de la influencia entorpecedora de los estimulantes y narcóticos la mente de muchos es incapaz de discernir entre lo sagrado y lo común (Counsels on Health, pág. 432).

Dios pide que se ayude al ebrio.
Vuestro vecino puede estar cediendo a la tentación de destruirse por consumir bebidas alcohólicas y usar tabaco. Puede estar quemando sus órganos vitales con los ardientes estimulantes. Va por el camino de la ruina propia, de su esposa y sus hijos, quienes no tienen éxito en sus intentos de detener los pies que transitan por el camino a la perdición. Dios os llama a trabajar en su viña y a hacer todo lo que podáis para salvar a vuestros prójimos (Manuscrito 87, 1898).

Al hacer frente a esas cosas, y ver las terribles consecuencias de beber alcohol, ¿no haremos todo lo que está de nuestra parte para alistar a tantos como podamos a fin de que ayuden a Dios en la lucha contra este gran mal?
 (Evangelismo, pág. 197).


2. Llamado A La Batalla. 
Nuestro lugar es en primera fila.
Entre todos los que se llaman amigos de la temperancia, los adventistas deben hallarse en primera fila
 (Obreros Evangélicos, pág. 398).

En materia de temperancia debieran hallarse más adelantados que cualquier otra gente (Medical Ministry, pág. 273).

Al paso que la intemperancia tiene sus partidarios declarados y confesos, ¿no saldremos al frente nosotros que decimos honrar la temperancia y nos pondremos firmes a su lado, luchando por la corona de vida inmortal y no concediéndole el mínimo de influencia a este terrible mal que es la intemperancia? (Review and Herald, 19-4-1887). 208

Me siento apenada cuando considero a nuestro pueblo y compruebo que no se interesa como debiera en la cuestión de la temperancia. . . . Debiéramos estar a la cabeza en la reforma pro temperancia (Review and Herald, 21-10-1884).

No es asunto de broma.
Muchos hacen de la temperancia un asunto de broma. Afirman que el Señor no se interesa en cosas minúsculas como nuestra comida y bebida. Pero si al Señor no le importaran estas cosas, no se le habría revelado a la esposa de Manoa, dándole instrucciones definidas y ordenándole dos veces que cuidara de cumplirlas. ¿No es ésta evidencia suficiente de que él se preocupa por estas cosas? (Signs of the Times, 13-9-1910).

Parte del mensaje del tercer ángel.
Toda verdadera reforma tiene su lugar en la obra del mensaje del tercer ángel. Especialmente la reforma pro temperancia exige nuestra atención y apoyo (joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 398).

¿No habrá entre nosotros como pueblo un reavivamiento en la obra de la temperancia? ¿Por qué no estamos realizando muchos más esfuerzos decididos para oponernos al comercio de bebidas alcohólicas, que arruina las almas de los hombres y provoca violencia y crímenes de todo tipo? Con la gran luz que Dios nos ha confiado debiéramos estar al frente de toda verdadera reforma (Counsels on Health, pág. 432).

Esfuerzos continuos y fervientes.
La intemperancia aún continúa con sus estragos. La iniquidad en todas sus formas se yergue como potente barrera para impedir el progreso de la verdad y la justicia. Males sociales generados por la ignorancia y el vicio están aún causando miseria indecible y arrojando su sombra funesta sobre la iglesia y el mundo. La depravación entre los jóvenes aumenta en lugar de disminuir. El esfuerzo ferviente y constante será lo único que servirá para eliminar esta maldición desoladora. 
 El conflicto con los intereses y el apetito, con los malos hábitos y las pasiones no santificadas será violento y mortal; únicamente los que obren por principios podrán ganar la victoria en esta guerra (Review and Herald, 6-11-1883).

Dios obra por medio de su iglesia.
Si tanto los hombres como las mujeres han de ser así engañados, ¿no obrará el Señor mediante su iglesia, impulsando a su pueblo a cumplir 209 su deber con esas víctimas seducidas? Muchos consideran la bebida como el único consuelo en sus penas. Eso no ocurriría si el pueblo de Dios aprovechara las oportunidades que se le ofrecen. Si no tuvieran los ojos obstruidos por el egoísmo podrían ver la obra que aguarda ser hecha. Serían enviados por Dios a realizar la obra que él esperaba que hicieran al comienzo de su experiencia, cuando sus almas estaban llenas de gozo y alegría porque sus pecados habían sido perdonados (Manuscrito 87, 1898).

Un arma más efectiva que el hacha.
Dios desea que estemos donde podamos amonestar a la gente. Desea que nos dediquemos al problema de la temperancia. Por los hábitos errados en el comer y el beber los hombres destruyen el poder que tienen para el pensamiento y la inteligencia. No es necesario que tomemos un hacha e irrumpamos en sus tabernas. Disponemos de un arma más potente: la Palabra del Dios vivo. Esta Palabra se abrirá paso a través de las sombras infernales que Satanás intenta arrojar en el camino de los hombres. Dios es fuerte y todopoderoso. Hablará a sus corazones. Lo hemos visto haciéndolo (General Conference Bulletin, 23-4-1901).

Que la juventud se una para detener el mal.
Nadie puede lograr tanto en la lucha contra la intemperancia como la juventud temerosa de Dios. Los jóvenes de nuestras ciudades debieran en este tiempo unirse como un ejército, resueltos a oponerse firme y decididamente a toda forma de complacencia egoísta y destructora de la salud. ¡Qué fuerza representarían para el bien! ¡Cuántos podrían salvar de la degradación en los locales y jardines donde hay música y otros atractivos que seducen a la juventud! . . .

Los hombres y mujeres jóvenes que dicen creer en la verdad para este tiempo pueden agradar a Jesús sólo si se unen en un esfuerzo para hacer frente a los males que, con influencia seductora, se han introducido en la sociedad. Debieran hacer todo lo posible por detener la marea de intemperancia que se expande con poder desmoralizador por sobre la tierra. Sabiendo que la intemperancia tiene sus partidarios declarados y confesos, tomen los que honran a Dios una firme posición contra esta marea de mal que arrastra rápidamente a la perdición tanto a hombres como a mujeres
(The Youth's Instructor, 16-7-1903). 210

Llamados a la guerra santa contra el apetito y la concupiscencia.
¿Están nuestros jóvenes preparados para alzar sus voces por la causa de la temperancia y mostrar a la cristiandad que la sostienen? ¿Se entregarán a la guerra santa contra el apetito y la concupiscencia? Nuestra civilización artificial fomenta males que destruyen los principios sólidos. Y el Señor está a las puertas. ¿Dónde están los hombres que saldrán a la obra, confiando plenamente en Dios, listos para trabajar y hacer frente? Dios invita: "Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña" (Manuscrito 134, 1898).

Sigamos la instrucción de Dios.
Debemos comenzar a trabajar en el asunto de la temperancia. Hemos de encararlo en la forma en que el Señor a menudo me lo ha presentado que debiera hacerse (Carta 334, 1905).

Llamados a unirnos en nuestras sociedades de temperancia.
Se han formado sociedades y clubes de temperancia entre aquellos que no hacen profesión de la verdad, mientras que nuestro pueblo, aunque muy adelantado a toda otra denominación del país en principios y práctica de temperancia, ha sido lento en organizarse en sociedades de temperancia y ha fracasado así en ejercer una influencia que de otro modo podría haber hecho sentir (Carta 1, 1882).

Por la luz que Dios me ha dado, todo miembro de entre nosotros debiera firmar el voto y unirse a la asociación de temperancia (Review and Herald 21-10-1884).

Todo miembro de iglesia al trabajo.
Que los que tienen sus Biblias y creen en la Palabra de Dios se transformen en obreros activos en pro de la temperancia. ¿Quién se esforzará ahora en adelantar la obra de nuestro Redentor? Que cada miembro de la iglesia trabaje en la dirección correcta (Carta 18a, 1906).

Anhelamos que cada uno sea un obrero de la temperancia (Manuscrito 18, 1894).

El poder del ejemplo.
Por nuestro ejemplo y esfuerzo personales podemos ser los medios de salvar a muchas almas de la degradación de la intemperancia, el crimen y la muerte (Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 212).

Necesidad de hombres que sean como Daniel.
Se necesitan hoy hombres que sean como Daniel, hombres que posean la abnegación y el valor de ser reformadores radicales en favor de la temperancia. Que todo cristiano comprenda que su ejemplo y su influencia deben estar del lado 211 de la reforma. Sean los ministros del Evangelio fieles en instruir y amonestar al pueblo. Y recordemos todos que nuestra felicidad en los dos mundos depende del progreso que hayamos hecho en uno (Signs of the Times, 6-12-1910).


3. Mediante la Voz -Una Parte de Nuestro Mensaje Evangélico.
 Presentad la temperancia junto con las verdades espirituales.
Debiéramos también presentar lo que la Palabra de Dios dice sobre cuestiones como la salud y la temperancia en relación con la exposición de verdades espirituales. En toda forma posible debemos tratar de poner a las almas bajo el poder convencedor y convertidor de Dios (Carta 148, 1909).

He oído que algunos dicen, cuando hablan de la temperancia: "No tengo tiempo. Tengo tanto que hacer predicando aquí y allá sobre el mensaje del tercer ángel y las razones de nuestra fe, que no puedo dedicar tiempo para ocuparme en la obra de la salud y la temperancia". Si estos hombres redujeran sus sermones un tercio, la gente recibiría de ellos más beneficio y entonces dispondrían de tiempo para hablar de este asunto (Review and Herald, 14-2-1888).

Temperancia y salvación.
Como pueblo se nos ha confiado la obra de hacer conocer los principios de la reforma pro salud. Hay quienes piensan que la cuestión del régimen alimentarlo no es de suficiente importancia como para ser incluido en su obra evangélica. Pero los tales cometen un gran error. La Palabra de Dios dice: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10:31). El tema de la temperancia, en todos sus aspectos, tiene un lugar importante en la obra de la salvación (Testimonies, tomo 9, pág. 112).

Una parte del mensaje del tercer ángel.
Hermanos y hermanas, deseamos que veáis la importancia de esta obra de temperancia, y deseamos que nuestros obreros se interesen en la misma y comprendan que está tan unida al mensaje del tercer ángel como lo está el brazo derecho al cuerpo. Debemos progresar en esta obra (Review and Herald, 14-2-1888).

Hacer clara la ley natural e instar a que se la obedezca es la obra que acompaña al mensaje del tercer ángel, con el 212 propósito de preparar un pueblo para la venida del Señor (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 320).

Conmoved la opinión pública.
Los que han de preparar el camino para la segunda venida de Cristo están representados por el fiel Elías, así como Juan vino en el espíritu de Elías a preparar el camino para el primer advenimiento de Cristo. Se ha de presentar con ahínco el gran tema de la reforma, y se debe conmover a la opinión pública. La temperancia en todas las cosas se ha de relacionar con el mensaje, para apartar al pueblo de Dios de su idolatría, su gula y su extravagancia en el vestir y otras cosas (Testimonies, tomo 3, pág. 62).

Levantemos nuestras voces contra el azote de la embriaguez. Esforcémonos por advertir al mundo contra su influencia seductora. Pintemos ante jóvenes y viejos los terribles resultados de la complacencia del apetito (Manuscrito 80, 1903).

Muchos sentirán su necesidad de reforma cuando la temperancia sea presentada como parte del Evangelio. Ellos verán lo pernicioso de las bebidas embriagantes y que la abstinencia total es la única posición en la cual el pueblo de Dios puede situarse concienzudamente (Testimonies, tomo 7, pág. 75).

No presentemos un mensaje insípido.
Debe mantenerse con todo vigor el conflicto contra este mal que destruye la imagen de Dios en el hombre. La lucha está ante nosotros. Ningún mensaje insípido podrá hacer sentir su influencia en la actualidad. Dios considera rebelde y corrupto a nuestro mundo, pero enviará sus santos ángeles para que ayuden a los que se han de empeñar en destruir el culto de esos ídolos (Carta 102a, 1897).

El mal [de la intemperancia] debe ser enfrentado con más valentía de lo que ha sido en lo pasado
 (The Youth's Instructor, 9-3-1909).

Sermones sobre temperancia en toda campaña ciudadana. Hemos de multiplicar nuestros esfuerzos en defensa de la causa de la temperancia. El tema de la temperancia cristiana debiera hallar cabida en nuestros sermones en toda ciudad donde trabajemos. Se ha de presentar ante la gente la reforma pro salud en todos sus aspectos, y se han de realizar esfuerzos especiales para instruir a los jóvenes, los adultos y a los ancianos en los principios de la vida cristiana. 213 Reavivemos este aspecto del mensaje y hagamos avanzar la verdad como una lámpara que arde (Manuscrito 61, 1909).

Con argumentos convincentes y llamamientos enérgicos.
En todas nuestras reuniones muy concurridas debemos presentar a nuestros oyentes el tema de la temperancia con enérgicos llamamientos y mediante los argumentos más convincentes. El Señor nos ha confiado la obra de enseñar la temperancia cristiana desde el punto de vista bíblico (Manuscrito 82, 1900).

Escuelas de salud que complementen las reuniones públicas.
Hay una gran obra que debe ser hecha en llevar a conocimiento de la gente los principios de la reforma pro salud. Deberían realizarse reuniones públicas para introducir el tema y mantener escuelas en las que a los que manifiesten interés se les pueda explicar más particularmente acerca de nuestros alimentos saludables y de cómo se puede disfrutar de un régimen alimentarlo sano, nutritivo y agradable, sin el uso de carne, té o café. . . .

Atacad a fondo el tema de la temperancia con toda la fuerza de la unción del Espíritu Santo. Mostrad la necesidad de una total abstinencia de toda bebida embriagante, Mostrad el daño terrible que produce en el cuerpo humano el uso del tabaco y del alcohol (Evangelism, pág. 534).

Mostrad por qué hemos cambiado nuestros hábitos alimentarios.
Debieran pronunciarse conferencias que expliquen por qué son esenciales las reformas en el régimen alimentario, que muestren que el uso de alimentos muy sazonados provoca inflamación en el delicado revestimiento de los órganos digestivos. Que se exponga por qué como pueblo hemos cambiado nuestros hábitos en la comida y la bebida. 

Mostrad por qué desechamos el tabaco y todas las bebidas embriagantes. Formulad de un modo claro y sencillo los principios de la reforma pro salud, y juntamente con esto, poned sobre la mesa alimento saludable en abundancia, preparado apetitosamente; y el Señor os ayudará para que la urgencia de la reforma cause impresión y hará ver a la gente que esta reforma es para su completo bienestar (Medical Ministry, pág. 286).

Impulsadla al máximo.
Cuando le hayamos mostrado a la gente que tenemos principios correctos concernientes a la reforma pro salud, debiéramos entonces dedicarnos al 214 asunto de la temperancia en todos sus aspectos, e impulsarla al máximo 
(Carta 63, 1905).

Presentémosla en forma atrayente.
Presentad los principios de la temperancia en su forma más atrayente. Haced circular los libros que instruyen respecto a la vida sana (Testimonies, tomo 7, pág. 136).

La alta norma de las reuniones de temperancia.
Se ha de cuidar que las reuniones de temperancia resulten tan elevadoras y ennoblecedoras como sea posible. Evitad la obra superficial y todo lo que tenga carácter teatral. Los que comprendan el carácter solemne de esta obra mantendrán alta la norma. Pero existe una clase de personas que no tiene respeto verdadero por la causa de la temperancia; lo único que les interesa es mostrar su ingenio en el escenario. Los puros, los considerados y los que comprenden el propósito de la obra debieran ser animados a trabajar en estas grandes ramas de la reforma. Tal vez no sean intelectualmente brillantes, pero si son puros y humildes, temerosos de Dios y leales, el Señor aceptará sus labores (Testimonies, tomo 5, pág. 127).

No trabajemos solos.
No debe tratar de hacer esta obra un solo hombre. Únanse varios en un esfuerzo tal. Preséntense con un mensaje del Cielo, imbuidos con el poder del Espíritu Santo. . . . Muéstreseles a los hombres y mujeres lo calamitoso de gastar dinero en complacencias que destruyen la salud de la mente, del alma y del cuerpo (Evangelism, pág. 531).

Presentad el camino señalado por Dios.
La abnegación, la humildad y la templanza que se requiere de los justos, a quienes Dios especialmente guía y bendice, han de ser presentadas a la gente en contraste con los hábitos extravagantes y destructores de la salud de los que viven en esta época degenerada. Dios ha mostrado que la reforma pro salud está tan íntimamente relacionada con el mensaje del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. En ninguna parte se ha de encontrar una causa mayor de degeneración física y moral como resultado del descuido de este importante asunto. Los que satisfacen el apetito y la pasión y cierran sus ojos a la luz para no ver las complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar, son culpables delante de Dios. 215

El riesgo de apartarse de la luz.
Cualquiera que se aparta de la luz en algo, endurece su corazón para no prestar consideración a la luz sobre otros asuntos. Quien viola las obligaciones morales en la cuestión de la comida y el vestido, prepara el camino para violar las demandas de Dios en lo que se refiere a los intereses eternos. . . .

El pueblo al que Dios está conduciendo debe ser peculiar. Sus integrantes no han de asemejarse al mundo. Pero si obedecen las directivas de Dios, cumplirán con los propósitos de él y le rendirán su voluntad. Cristo morará en el corazón. El templo de Dios será santo. Vuestro cuerpo, dice el apóstol, es el templo del Espíritu Santo.

Llamados a obedecer las leyes naturales.
Dios no exige que sus hijos se nieguen a sí mismos en perjuicio de su fortaleza física. Les pide que obedezcan las leyes naturales para que preserven la salud física. Señala el camino de la naturaleza, que tiene cabida para todo cristiano. 
 Con mano generosa Dios ha provisto para nosotros una variedad de ricas gracias para nuestro sustento y regocijo. 

 Pero a fin de que disfrutemos del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, lo restringe
 El Señor dice: Cuidado; refrenadlo y negaos al apetito antinatural. Si fomentamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser y asumimos la responsabilidad por el abuso de nuestros cuerpos y por las enfermedades que nos sobrevengan (Testimonies, tomo 3, págs. 62, 63).

Una cuña efectiva para entrar.
He sido informada por parte de mi guía que aquellos que creen la verdad, no solamente deben practicar la reforma pro salud, sino que deben enseñarla diligentemente a otros; porque será un agente por cuyo intermedio la verdad puede ser presentada a la atención de los no creyentes. Ellos razonarán que si tenemos ideas tan seguras con respecto a la salud y la temperancia, debe haber algo en nuestra creencia religiosa que vale la pena ser investigado. Si nos apartamos de la reforma pro salud, perderemos mucho de nuestra influencia sobre el mundo exterior (Evangelismo, pág. 339).

Las disertaciones sobre temperancia llegarán a muchos. Se ha de prestar cuidadosa atención para ayudar a los que están esclavizados por los malos hábitos. Deben oír disertaciones de la Palabra de Dios en lo que concierne a la temperancia. Debemos conducirlos a la cruz de Cristo. Personas 216 que hacía casi veinte años que no entraban en una iglesia han asistido a tales reuniones y se han convertido. El resultado fue que desecharon el té y el café, el tabaco, la cerveza y las bebidas embriagantes. En su carácter se produjeron cambios extraordinarios. Muchos reciben así la luz, al paso que otros la rechazan, para su propia pérdida eterna. Esta obra cuesta tiempo y esfuerzo agotador, y causa mucha angustia de alma el ver a tantos oír y entender, pero, por causa de la cruz, negarse a aceptar a Jesucristo (Manuscrito 52, 1900).

Trabajo personal por los intemperantes.
Trabajad por el intemperante y el adicto al tabaco, diciéndoles que ningún beodo heredará el reino de Dios, y que "no entrará en ella ninguna cosa inmunda". Mostradles el bien que podrían hacer con el dinero que ahora gastan en lo que no les hace más que daño (Medical Ministry, pág. 268).

Trabajad, orad, levantad.
Las infelices víctimas de la intemperancia tal vez rehúsen aprovecharse de la oportunidad de recuperar su virilidad rompiendo su relación con Satanás. ¿Es menor vuestro deber de luchar para despertar el alma muerta en transgresiones y pecados, haciendo todo lo que el esfuerzo humano pueda hacer? Jesús obrará milagros maravillosos si los hombres hacen la parte que Dios les ha confiado.
 
 Con su propia fuerza el hombre nunca puede rescatar almas de las garras de Satanás. Esa restauración solamente puede cumplirse mediante la unión con Cristo. El hombre debe obrar, debe orar, debe levantar con su esfuerzo humano al desanimado y desesperanzado, mientras se aferra del brazo del Todopoderoso y lucha, como Jacob, por la victoria. 
 Su clamor debe ser: No te dejaré, si no me bendices (Manuscrito 87, 1898).

Por qué es vital el mensaje de temperancia.
El cristiano será temperante en todas las cosas -en la comida, en la bebida, en el vestido y en todo aspecto de la vida. "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible". No tenemos derecho a la complacencia en nada que lleve a una condición mental que impida al Espíritu de Dios impresionarnos con el sentido de nuestro deber. Una de las obras maestras de la habilidad satánica es colocar a los hombres donde con dificultad puedan ser alcanzados por el Evangelio (Review and Herald, 29-8-1907). 217

Los laicos llamados a la obra pública de la temperancia.
Una iglesia que trabaja es una iglesia viva. Miembros de la iglesia, haced que la luz brille. Que se oigan vuestras voces en humilde oración, en testimonios contra la intemperancia, la necedad y las diversiones de este mundo, y en la proclamación de la verdad para este tiempo. Vuestra voz, vuestra influencia, vuestro tiempo, todos son dones de Dios y se han de emplear en la ganancia de almas para Cristo. Visitad a vuestros vecinos y mostrad interés en la salvación de sus almas (Medical Ministry, pág. 332).

Obra de temperancia en domingo.
El domingo puede dedicarse a diversas actividades que lograrán mucho resultado para Dios. . . Hablad de la temperancia y la vida religiosa genuina. Aprenderéis así el arte de trabajar y alcanzaréis a muchas almas 
(Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 396).

En los congresos.
En nuestras tareas de los congresos se debe dar más atención a la obra de la enseñanza de los principios de la reforma pro salud y temperancia; estos asuntos deben ocupar un lugar importante en nuestros esfuerzos para este tiempo. 
 Mi mensaje es: Educad, educad en el tema de la temperancia (Manuscrito 65, 1908).

En nuestras iglesias.
Toda iglesia necesita un testimonio claro y penetrante, que dé a la trompeta un sonido cierto. Si podemos despertar la sensibilidad moral con el tema de la práctica de la temperancia en todas las cosas, se ganará una muy grande victoria (Manuscrito 59, 1900).

Preparaos para enseñar a otros.
Me pregunto por qué algunos de nuestros hermanos en el ministerio están tan alejados de la proclamación del excelso tema de la temperancia. ¿Por qué no se manifiesta un interés mayor en la reforma pro salud? (Carta 42, 1898).

No sólo debemos educarnos para vivir en armonía con las leyes de la salud, sino para enseñarles a otros el camino mejor. Hay muchos, aun de entre los que profesan creer las verdades especiales para este tiempo, que ignoran lamentablemente lo que atañe a la salud y la temperancia. Necesitan ser instruidos, línea sobre línea, precepto sobre precepto. Se les ha de presentar el tema con claridad. Este asunto no debe ser pasado por alto como si no tuviera importancia, porque casi cada familia necesita ser sacudida en este punto. Se debe despertar la conciencia al deber de 218 practicar los principios de la verdadera reforma. Dios quiere que su pueblo sea temperante en todas las cosas. . .

Sin acobardarse por el ridículo.
Nuestros ministros debieran llegar a considerar con inteligencia este asunto. No debieran ignorarlo, ni ser apartados por los que los llaman extremistas. Averigüen ellos lo que constituye la verdadera reforma pro salud, y enseñen sus principios, tanto por precepto como por un ejemplo sereno y consecuente. Debiera darse instrucción sobre la salud y la temperancia en nuestras grandes reuniones. Buscad despertar el intelecto y la conciencia. Poned en servicio todo talento disponible y continuad la obra con publicaciones sobre el tema. "Educad, educad, educad", es el mensaje con el cual se me ha impresionado (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 117).


4. La instrucción sobre temperancia: 
"uno de los objetivos de nuestra obra médica"
Establecidos para predicar la verdadera temperancia.
Es con este propósito con el cual nuestros sanatorios están establecidos, 
para predicar la verdadera temperancia (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 191).

Presentadla desde el punto de vista moral.
En nuestros sanatorios nuestros ministros que se ocupan de la palabra y la doctrina, debieran presentar charlas breves sobre los principios de la temperancia, mostrando que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo y recordándole a la gente la responsabilidad que tiene sobre sí, como posesión comprada de Dios, de hacer del cuerpo un templo santo, apto para que more el Espíritu Santo. Cuando se le presente esta instrucción, la gente llegará a interesarse en la doctrina de la Biblia.

También debe presentarse la pestilencia moral que está asemejando a los habitantes del mundo actual a los del mundo antes del diluvio: audaces, blasfemos, intemperantes, corrompidos. Los pecados que se practican están convirtiendo a esta tierra en un lazareto de corrupción. Estos pecados deben ser severamente reprochados. Los que predican deben levantar la norma de la temperancia desde el punto de vista cristiano. Cuando la temperancia sea presentada como parte del Evangelio, muchos verán su necesidad de reforma (Manuscrito 14, 1901). 219

Los médicos han de instruir en asuntos de temperancia.
Deben dar instrucción a la gente acerca de los peligros de la intemperancia. En lo futuro este mal deberá combatiese más audazmente que en lo pasado. Los ministros y los médicos deben presentar los males de la intemperancia. Ambas clases deben trabajar en el Evangelio con poder para condenar el pecado y ensalzar la justicia. Los ministros o médicos que no dirigen llamamientos personales a la gente son remisos en su deber. No cumplen la obra que Dios les ha asignado 
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 398).

Hay que enseñar temperancia estricta.
Cuando el médico ve sufrir al paciente de una enfermedad derivada de alimentos o brebajes impropios o de otros hábitos erróneos, y no se lo dice, le perjudica. Los beodos, los dementes, los disolutos, todos imponen al médico la declaración terminante de que los padecimientos son resultado del pecado. Los que entienden los principios de la vida deberían esforzarse por contrarrestar las causas de las enfermedades. Al ver el continuo conflicto con el dolor y tener que luchar constantemente por aliviar a los que padecen, ¿cómo puede el médico guardar silencio? ¿Puede decirse que es benévolo y compasivo si deja de enseñar la estricta templanza como remedio contra la enfermedad?
 (El Ministerio de Curación, pág. 77).

Un guardián de la salud física y moral.
El verdadero médico es educador. Reconoce su responsabilidad, no sólo para con los enfermos que están bajo su cuidado personal, sino también para con la población en que vive. Es guardián de la salud física y moral. Su tarea no sólo consiste en enseñar métodos acertados para el tratamiento de los enfermos, sino también en fomentar buenos hábitos de vida y esparcir el conocimiento de sanos principios.

Nunca fue tan necesario como hoy dar educación en los principios que rigen la salud. A pesar de los maravillosos adelantos relacionados con las comodidades y el bienestar de la vida, y aun con la higiene y el tratamiento de las enfermedades, resulta alarmante el decaimiento del vigor y de la resistencia física. Esto requiere la atención de cuantos toman muy a pecho el bienestar del prójimo.

Nuestra civilización artificial fomenta males que anulan los sanos principios. Las costumbres y modas están en pugna con la naturaleza. Las prácticas que imponen, y los apetitos 220 que alientan, aminoran la fuerza física y mental y echan sobre la humanidad una carga insoportable. Por doquiera se ven intemperancia y crímenes, enfermedad y miseria.

Muchos violan las leyes de la salud por ignorancia, y necesitan instrucción. Pero la mayoría sabe cosas mejores que las que practica. Debe comprender cuán importante es que rija su vida por sus conocimientos. El médico tiene muchas oportunidades para hacer conocer los principios que rigen la salud y para enseñar cuán importante es que se los ponga en práctica. Mediante acertadas instrucciones puede hacer mucho para corregir males que causan perjuicios indecibles 
(El Ministerio de Curación, págs. 87, 88).

El sanatorio, una fuerza educadora.
Que los asuntos que conciernen a la reforma pro salud ocupen un lugar sobresaliente en la obra de todos nuestros sanatorios y escuelas. El Señor desea hacer de nuestros sanatorios una fuerza educadora en todo lugar. Sea que se trate de grandes o pequeñas instituciones, la responsabilidad es la misma. 

 La comisión del Salvador para nosotros es: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Manuscrito 65, 1908).

Los pacientes dejarán de sentir necesidad de estimulantes y narcóticos.
En nuestras instituciones médicas debiera darse instrucción clara en cuanto a la temperancia. Se les debiera mostrar a los pacientes lo nocivo de las bebidas embriagantes, y la bendición que hay en la total abstinencia. Se les debiera pedir que abandonen las cosas que han arruinado su salud, y en su lugar se les debiera proveer de fruta en abundancia. . . Y cuando a los enfermos se los haga realizar esfuerzo físico, el cerebro y los nervios agotados hallarán alivio, y el agua pura y el alimento saludable y apetitoso los restaurarán y fortalecerán. No sentirán necesidad de drogas o de bebidas embriagantes destructoras de la salud (Carta 145, 1904).

En relación con los restaurantes higiénicos.
Se han de establecer restaurantes higiénicos en las ciudades, y por su medio proclamar el mensaje de temperancia. Debieran hacerse arreglos para realizar reuniones en relación con nuestros Restaurantes. Toda vez que sea posible, téngase una habitación donde se pueda invitar a los parroquianos a 221 conferencias sobre la ciencia de la salud y la temperancia cristiana, en las que puedan recibir instrucción sobre la preparación de alimento saludable y otros temas importantes. En esas reuniones debiera haber oración, canto y disertación, no sólo sobre los temas de la salud y la temperancia, sino también sobre otros asuntos bíblicos apropiados. Cuando se enseñe a la gente cómo preservar la salud física, aparecerán muchas oportunidades de sembrar las semillas del Evangelio del reino (Testimonies, tomo 7, pág. 115).


5. La influencia de la pluma.
Publicaciones sobre temperancia.
Tenemos que hacer una obra en los ramos de la temperancia además de hablar en público. 
 Debemos presentar nuestros principios en folletos, libritos y periódicos 
(Obreros Evangélicos, pág. 399).

Todo adventista debe propagarla.
El asunto de la temperancia ha de recibir decidido apoyo del pueblo de Dios. La intemperancia lucha por la supremacía; aumenta la complacencia propia y se necesitan con urgencia publicaciones que traten de la reforma pro salud. 
 Las publicaciones que hablen de este asunto son la mano ayudadora del Evangelio, que conduce a las almas a escudriñar la Biblia para una mejor comprensión de la verdad. Ha de proclamarse la nota de advertencia contra el gran mal de la intemperancia; y para que esto pueda hacerse, todo observador del sábado debiera estudiar y practicar la instrucción contenida en nuestros periódicos y libros sobre salud. Y debieran hacer más que eso: debieran realizar fervientes esfuerzos para propagar esas publicaciones entre sus vecinos (Counsels on Health, pág. 462).

Alcanzad a la gente donde está.
La propagación de nuestras publicaciones sobre salud es una obra de la mayor importancia. Es una obra en la que debieran mostrar vivo interés todos los que creen las verdades especiales para este tiempo. Dios desea que ahora, como nunca antes, se sacuda la mente de la gente para que investigue el gran tema de la temperancia y los principios que fundamentan la verdadera reforma pro salud. 

 La vida física ha de ser cuidadosamente educada, cultivada y desarrollada, para que mediante los hombres y las mujeres, la naturaleza divina pueda revelarse en su plenitud. Tanto las facultades físicas como las mentales, con los sentimientos, han de ser adiestradas para que 222 puedan alcanzar el mayor grado de eficiencia. Debe mantenerse ante el pueblo la reforma, la continua reforma. . .

La luz que Dios ha dado sobre la reforma pro salud es para nuestra salvación y la salvación del mundo. Debiera informarse a los hombres y mujeres respecto a la morada humana compuesta por nuestro Creador como su habitación, y de la cual desea que seamos fieles mayordomos. Deben darse al mundo estas grandes verdades. Hemos de alcanzar a la gente donde está, y por ejemplo y precepto llevarla a ver las bellezas del camino mejor. . . . Nadie piense que la circulación de nuestros periódicos sobre salud es algo de poca monta. Todos debieran ocuparse en esta obra con más interés y realizar esfuerzos mayores en ese sentido. Dios bendecirá grandemente a quienes la apoyen con fervor, porque es una obra que debiera recibir atención en este tiempo.

Los ministros pueden y debieran hacer mucho para impulsar la circulación de nuestros periódicos sobre salud
 Todo miembro de la iglesia debiera trabajar con tanto fervor por éstos como por nuestros otros periódicos. . . . 
La circulación de las revistas sobre salud será un medio poderoso en la preparación de la gente para que acepte aquellas verdades especiales que la han de hacer idónea para la pronta venida del Hijo del hombre 
(Counsels on Health, págs. 445-447).

Nuestro pueblo debiera ocuparse en todas partes.
Dondequiera estéis, haced brillar vuestra luz. Poned nuestras revistas y folletos en manos de aquellos con quienes os relacionáis cuando vais viajando en vehículos, estáis haciendo visitas o cuando conversáis con vuestros vecinos; aprovechad toda oportunidad para hablar una palabra en sazón. El Espíritu Santo hará germinar la semilla en algunos corazones. . . .

Tengo que hablar palabras de aliento acerca del número especial [sobre temperancia] del Watchman [Our Times], que publicará en breve la Southern Publishing House. Me regocijaré al ver a nuestras asociaciones ayudar en esta obra haciéndose cargo de un gran número de ejemplares para hacerlos circular. Que no se pongan impedimentos en este esfuerzo, sino que todos se ocupen de dar a este número sobre temperancia una amplia difusión. 223

No podría presentarse un momento mejor que el actual para un movimiento de esta clase, en que la cuestión de la temperancia ha despertado un interés tan amplio. Que nuestro pueblo se ocupe decididamente en todas partes de presentar nuestra posición sobre la temperancia. Que se haga todo lo posible por difundir llamamientos enérgicos y conmovedores para el cierre de las tabernas. Que se haga de ese período un poder para el bien. Que nuestra obra por la temperancia sea más animosa, más decidida (Review and Herald, 18-6-1908).

Nuestra responsabilidad en esta hora solemne.
Sobre nosotros, a quienes Dios ha concedido gran luz, descansa la solemne responsabilidad de llamar la atención de hombres y mujeres juiciosos al significado de la prevalencia de la embriaguez y el crimen con que están tan familiarizados. Debiéramos poner ante sus mentes los pasajes que retratan claramente las condiciones que existirían precisamente antes de la segunda venida de Cristo. . . .

En estos tiempos en que los diarios rebosan de horribles detalles de borracheras repugnantes y crímenes terribles, hay una tendencia a familiarizarse tanto con las condiciones existentes, que perdemos de vista el significado de esas condiciones. La violencia está en la tierra. Se consumen más bebidas embriagantes que las que hasta aquí se han consumido alguna vez. Los periódicos están llenos del relato del crimen resultante. Y sin embargo, a pesar de las muchas evidencias de la impiedad creciente, los hombres rara vez se detienen a considerar con seriedad el significado de estas cosas. Casi sin excepción, los hombres se ufanan de la ilustración y del progreso de la era presente.. ..

¡Cuán importante es que los mensajeros de Dios llamen la atención de los estadistas, de los directores de periódicos, de los hombres juiciosos de todas partes al profundo significado de la embriaguez y de la violencia que actualmente llenan la tierra de desolación y muerte! Como fieles colaboradores de Dios, debemos presentar un testimonio claro y decidido en favor de la cuestión de la temperancia. . . . Ahora se nos presenta la oportunidad dorada para cooperar con las inteligencias celestiales en iluminar el entendimiento de aquellos que están estudiando el significado del rápido aumento del crimen y el de desastre. Cuando hagamos 224 fielmente nuestra parte, el Señor bendecirá nuestros esfuerzos para la salvación de muchas preciosas almas (Review and Herald, 25-10-1906).

Salid con las manos llenas de material de lectura
Las publicaciones sobre la reforma pro salud llegarán a muchos que no mirarán ni leerán nada acerca de importantes temas bíblicos. La complacencia de todo apetito pervertido está haciendo su obra de muerte. Se debe hacer frente a la intemperancia. Mediante esfuerzo unido e inteligente haced conocer los males de anublar, por el vino y las bebidas fuertes, las facultades concedidas por Dios. La verdad debe llegarle a la gente mediante la reforma pro salud. Esto es esencial a fin de atraer la atención respecto a la verdad de la Biblia.

Dios requiere que su pueblo sea temperante en todas las cosas. A menos que practiquen la temperancia, no serán, no podrán ser santificados por la verdad. Sus mismos pensamientos y mentes se tornarán depravados. Muchos de aquellos a quienes se considera desesperadamente corrompidos podrían, si se los instruyera adecuadamente tocante a sus prácticas malsanas, ser atraídos por la verdad. Entonces podrían ser vasos elevados, ennoblecidos, santificados y aptos para el uso del Maestro. Salid con vuestras manos llenas de material de lectura apropiada, y con vuestro corazón lleno del amor de Cristo por sus almas, alcanzándolos donde se encuentren (Manuscrito 1, 1875).

Organización y preparación para un trabajo efectivo
Necesitamos trabajar por los intereses de la reforma pro temperancia, y hacer de esto un asunto de vital interés. Esa es una de las formas en que llegaremos a ser pescadores de hombres. Se está realizando una buena obra en la difusión de nuestras publicaciones. Juntaos en grupos para la prosecución de una obra vigilante. Aprended a hablar de tal modo que no ofendáis. Cultivad la delicadeza en el habla. Permitid que la gracia de Cristo more copiosamente en vosotros, hablándoos palabras alentadoras. Dirijo un ferviente llamamiento a nuestro pueblo: Venid a las filas, venid a las filas (Manuscrito 99, 1908).

Pregonad la advertencia.
Los hijos de Dios han de ser de mente pronta, rápidos para discernir y aprovecharse de toda oportunidad para el avance de la causa del Señor. Tienen un mensaje que llevar. Mediante la pluma y la voz 225 han de pregonar la nota de advertencia. Oirán sólo unos pocos; sólo unos pocos tendrán oídos para oír. Satanás ha inventado astutamente muchas formas de mantener a los hombres y mujeres bajo su influencia. Les hace debilitar sus órganos mediante la complacencia del apetito pervertido y por la indulgencia en los placeres del mundo. Las bebidas embriagantes, el tabaco, el teatro y las carreras de caballos éstos y muchos otros males están entorpeciendo las sensibilidades del hombre y llevando a multitudes a prestar oídos sordos a las misericordiosas súplicas de Dios (Review and Herald, 23-6-1903).


6. El poder del voto.
Nuestra responsabilidad como ciudadanos.
Al paso que de ningún modo debemos vernos envueltos en cuestiones políticas, no obstante es nuestro privilegio asumir nuestra posición decididamente en todo lo relacionado con la reforma pro temperancia. En cuanto a esto a menudo he presentado un claro testimonio. En un artículo publicado en la Review del 8 de noviembre de 1881, escribí: . . .
La parálisis moral que domina a la sociedad tiene una causa. Las leyes sostienen un mal que mina sus mismos fundamentos. Muchos deploran los males que saben existen ahora, pero se consideran libres de toda responsabilidad en el asunto. Esto no puede ser. Cada persona ejerce una influencia en la sociedad.

Cada votante tiene voz.
En nuestro favorecido país, cada votante tiene voz para determinar qué leyes regirán la nación. 
¿No deben esa influencia y ese voto ser echados de lado de la temperancia y de la virtud? . . .

Podemos invitar a los amigos de la causa de la temperancia a unirse para el conflicto, y tratar de rechazar la marea del mal que desmoraliza al mundo; pero ¿de qué valdrán todos nuestros esfuerzos mientras la venta de las bebidas embriagantes tenga el apoyo de la ley? ¿Deberá permanecer la maldición de la intemperancia para siempre como azote de nuestro país? ¿Habrá de pasar como fuego devorador sobre miles de hogares felices cada año?

Mediante la voz, la pluma y el voto.
Hablamos de los resultados, temblamos ante los resultados y nos preguntamos qué podemos hacer con los terribles resultados, mientras demasiado a menudo toleramos y aun sancionamos la causa. 226 Los defensores de la temperancia no hacen todo su deber a menos que ejerzan su influencia por precepto y ejemplo -de viva voz, por la pluma y el voto- en favor de la prohibición y abstinencia total. No necesitamos esperar que Dios haga un milagro para producir esta reforma, y así suprima la necesidad de nuestros esfuerzos. Nosotros mismos debemos trabarnos en lucha con este gigantesco enemigo, haciendo nuestro lema: No transigiremos ni cejaremos en nuestros esfuerzos antes de obtener la victoria. . . . (Obreros Evangélicos, págs. 401, 402).

La elección de hombres rectos.
Los hombres intemperantes no deben ser colocados
en puestos de confianza por el voto del pueblo 
(Signs of the Times, 8-7-1880).

A merced de hombres intemperantes.
Se vota para cargos públicos por muchos hombres cuyas mentes están privadas de su vigor pleno por la complacencia en las bebidas espirituosas, o continuamente anubladas por el uso del soporífero tabaco. . . . La paz de las familias felices, la reputación, la propiedad, la libertad y hasta la vida misma están a merced de hombres intemperantes en todas nuestras cámaras legislativas y en nuestras cortes de justicia. Por haber cedido a la complacencia del apetito, muchos que una vez fueron rectos, fueron caritativos, perdieron su integridad y su amor por sus semejantes y se unieron a los deshonestos y libertinos, abrazaron su causa y compartieron su culpa.

Pérdida de la sagrada prerrogativa de ciudadano.
Cuántos pierden su prerrogativa como ciudadanos de una república, sobornados por un vaso de whisky para depositar su voto por algún candidato ruin. Como clase, los intemperantes no vacilarán en emplear el engaño, el cohecho y aun la violencia contra los que rechazan la licencia sin límites para el apetito pervertido (Review and Herald, 8-11-1881).

Responsabilidad de los ciudadanos pasivos.
Muchos le prestan su influencia al gran destructor, ayudándole mediante la voz y el voto a destruir la imagen moral de Dios en el hombre, sin pensar en las familias que son degradadas por el apetito pervertido por la bebida (Manuscrito 87, 1898).
Y los que con sus votos aprueban el tráfico de bebidas serán tenidos por responsables de las iniquidades cometidas por quienes están bajo la influencia de bebidas fuertes (Carta 243a, 1905). 227

Nuestros pioneros tomaron una importante decisión.*
[Página del diario de Elena G. de White, de 1859.] "Asistí a la reunión en la víspera. Fue una reunión bastante franca e interesante. Después de que hubo concluido, se trató y consideró el asunto del voto. Primero habló Jaime y luego lo hizo el hermano Andrews, y pensaron que lo mejor era prestar su influencia en favor de lo recto y en contra de lo incorrecto. Piensan votar por hombres temperantes para los cargos en nuestra ciudad en lugar de que por su silencio corran el riesgo de que en los cargos sean puestos hombres intemperantes. 

 El hermano Hewett habla de su experiencia reciente y está persuadido de que es correcto que emita su voto. 
 El hermano Hart habla a favor. El hermano Lyon se opone. Nadie más pone reparos al asunto del voto, pero el hermano Kellogg empieza a sentir que es correcto. Entre los hermanos hay sentimientos gratos. Ojalá todos puedan proceder en el temor de Dios.

"Hombres intemperantes han estado hoy en la oficina expresando adulonamente su aprobación a la negativa de votar de los observadores del sábado, como también su esperanza de que se han de mantener firmes en su posición y al igual que los cuáqueros, no emitirán su voto. Satanás y sus ángeles malignos están ocupados en este tiempo, y él tiene obreros sobre la tierra. Ojalá Satanás sea chasqueado, es mi oración" (Diario de E. G. de White, domingo 6 de marzo de 1859).

La lección de antiguos reinos.
La prosperidad de una nación depende de la virtud e inteligencia de sus ciudadanos. Para conseguir estas bendiciones, son indispensables hábitos de estricta temperancia. La historia de los reinos antiguos está llena de lecciones amonestadoras para nosotros. El lujo, 228 la complacencia de los sentidos y la disipación prepararon su caída. Resta ver si nuestra república recibirá la advertencia de su ejemplo, y evitará su suerte. -Review and Herald, noviembre 8 de 1881. (Obreros Evangélicos, págs. 402, 403).


7. El llamado a la cosecha.
Es tiempo de que trabajemos.
Hermanos y hermanas, ¿no es tiempo de que trabajemos? ¿No es tiempo de que despertemos los dones que Dios nos ha dado, de que nos llenemos de un celo que no hemos tenido todavía? ¿Y no es tiempo de que nos plantemos como Caleb, pasemos al frente, levantemos nuestras voces y clamemos contra los rumores que circulan en nuestro derredor? ¿No somos capaces de poseer la tierra? 
Con Dios podemos realizar una potente obra en el ramo de la temperancia (Manuscrito 3, 1888).

¿Quién ayudará?
Todos en derredor de nosotros son víctimas del apetito depravado, ¿y qué estáis haciendo por ellos? ¿No podéis ayudarles, mediante vuestro ejemplo, a poner sus pies en el camino de la temperancia? ¿Podéis percataros de las tentaciones que les sobrevienen a los jóvenes que crecen junto a nosotros, y no tratar de advertirlos para salvarlos? ¿Quién permanecerá del lado del Señor? ¿Quién ayudará a contener esta marea de inmoralidad, dolor y miseria, que está llenando el mundo? (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 40).

Nuestro día de oportunidad.
La intemperancia de todo tipo está tomando cautivo al mundo, y los que en este tiempo son verdaderos educadores, los que instruyen en la abnegación y el sacrificio propios, tendrán su recompensa. Ahora es nuestro tiempo, ahora es nuestra oportunidad para realizar una obra bendecida (Medical Ministry, pág. 25).

Somos responsables.
Somos responsables de los males que podríamos haber refrenado en otros mediante la reprensión, mediante la advertencia, mediante el ejercicio de la autoridad paternal o pastoral, como si nosotros fuésemos culpables de los actos (Testimonies, tomo 4, pág. 516).

Avivad la obra de la temperancia.
La causa de la temperancia necesita ser reavivada como nunca lo ha sido aún (Review and Herald, 14-1-1909).
Años ha, considerábamos la difusión de los principios de temperancia como uno de nuestros deberes más importantes. 229 Debiera serlo también ahora (Obreros Evangélicos,. pág. 398).
Si llevásemos adelante la obra pro temperancia como se inició hace treinta años *; si en nuestros congresos presentáramos a la gente los males de la intemperancia en el comer y beber, especialmente los males de la bebida;
 si estas cosas fuesen presentadas en relación con las evidencias de la pronta venida de Cristo, la gente se conmovería. 
 Si manifestáramos un celo proporcional a la importancia de las verdades que presentamos, podríamos contribuir a rescatar de la ruina a centenares, sí, a millares (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 399).

Si nuestro pueblo pudiera comprender cuánto está en juego, y buscara redimir el tiempo que se ha perdido, poniendo ahora el corazón y el alma y la fuerza en la causa de la temperancia, se vería un gran bien como resultado
 (Carta 78, 1911).

Con Dios somos mayoría.
Vosotros decís: somos una minoría. ¿No es Dios mayoría? Si estamos del lado del Dios que hizo el cielo y la tierra, ¿no estamos del lado de la mayoría? Tenemos de nuestra parte a los ángeles que son superiores en fortaleza 
(Manuscrito 27, 1893).
Con nuestras débiles manos humanas podemos hacer poco, pero tenemos un Ayudador infalible. No debemos olvidar que el brazo de Cristo puede llegar hasta lo más profundo del dolor y la degradación humanos. El puede ayudarnos a vencer aun a este terrible demonio de la intemperancia (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 21).

Los campos listos para la cosecha.
En todo lugar se le ha de dar más importancia al asunto de la temperancia. La embriaguez, y el crimen que siempre la siguen, claman por que se levante una voz que combata ese mal. Cristo ve una abundante cosecha que espera ser recogida. Las almas están hambrientas de la verdad, sedientas del agua de la vida. Muchos están en el umbral mismo del reino, esperando sólo ser introducidos en él. ¿No puede ver el pueblo que conoce la verdad? ¿No oirán la voz de Cristo que dice: "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega"? (Carta 10, 1899). 230 La Temperancia Con Elena G, de White

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