(Este
capítulo 71. Está basado en San Lucas 22:7-18, 24; San Juan 13:1-17).
EN EL APOSENTO
ALTO DE UNA MORADA DE JERUSALÉN, Cristo estaba sentado a la mesa con
sus discípulos. Se habían reunido para celebrar la Pascua. El Salvador deseaba
observar esta fiesta a solas con los doce. Sabía que había llegado su hora; él
mismo era el verdadero cordero pascual, y en el día en que se comiera la
pascua, iba a ser sacrificado. Estaba por beber la copa de la ira; pronto iba a
recibir el bautismo final de sufrimiento. Pero le quedaban todavía algunas
horas de tranquilidad, y quería emplearlas para beneficio de sus amados
discípulos. Toda la vida de Cristo había sido una vida de servicio abnegado. La
lección de cada uno de sus actos enseñaba que había venido "no. . . Para ser servido, sino para servir."*(Mateo 20:28).
PERO LOS
DISCÍPULOS NO HABÍAN APRENDIDO TODAVÍA LA LECCIÓN. En esta
última cena de Pascua, Jesús repitió su enseñanza mediante una ilustración que
la grabó para siempre en su mente y corazón. Las entrevistas de Jesús con sus
discípulos eran generalmente momentos de gozo sereno, muy apreciados por todos
ellos.
LAS CENAS DE
PASCUA HABÍAN SIDO MOMENTOS DE ESPECIAL INTERÉS, pero en esta
ocasión Jesús estaba afligido. Su corazón estaba apesadumbrado, y una sombra
descansaba sobre su semblante. Al reunirse con los discípulos en el aposento
alto, percibieron que algo le apenaba en gran manera, y aunque no sabían la
causa, simpatizaban con su pesar.
MIENTRAS
ESTABAN REUNIDOS EN DERREDOR DE LA MESA, dijo en tono de conmovedora tristeza:
"En gran manera he deseado comer
con vosotros esta pascua antes que padezca; porque os digo que no comeré más de
ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y tomando el vaso, habiendo dado
gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros; porque os digo, que no
beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga." 599
CRISTO SABÍA
QUE PARA ÉL HABÍA LLEGADO EL TIEMPO DE PARTIR DEL MUNDO E IR A SU PADRE. Y habiendo
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Estaba ahora
en la misma sombra de la cruz, y el dolor torturaba su corazón.
Sabía que sería abandonado en la hora de su entrega.
Sabía que se le daría muerte por el más humillante
procedimiento aplicado a los criminales.
Conocía la ingratitud y crueldad de aquellos a quienes había
venido a salvar.
Sabía cuán grande era el sacrificio que debía hacer, y para
cuántos sería en vano.
Sabiendo todo lo que le esperaba, habría sido
natural que estuviese abrumado por el pensamiento de su propia humillación y
sufrimiento. Pero miraba como suyos a los doce que habían estado con él y que,
pasados el oprobio, el pesar y los malos tratos que iba a soportar, habían de
quedar a luchar en el mundo.
Sus pensamientos acerca de lo que él mismo
debía sufrir estaban siempre relacionados con sus discípulos. No pensaba en sí
mismo. Su cuidado por ellos era lo que predominaba en su ánimo.
EN ESTA ÚLTIMA
NOCHE CON SUS DISCÍPULOS, JESÚS TENÍA MUCHO QUE DECIRLES. Si hubiesen
estado preparados para recibir lo que anhelaba impartirles, se habrían ahorrado
una angustia desgarradora, desaliento e incredulidad. Pero Jesús vio que no
podían soportar lo que él tenía que decirles. Al mirar sus rostros, las
palabras de amonestación y consuelo se detuvieron en sus labios. Transcurrieron
algunos momentos en silencio. Jesús parecía estar aguardando. Los discípulos se
sentían incómodos. La simpatía y ternura despertadas por el pesar de Cristo
parecían haberse desvanecido.
SUS
ENTRISTECIDAS PALABRAS, Que Señalaban Su Propio Sufrimiento, Habían Hecho Poca
Impresión. Las Miradas Que Se Dirigían Unos A Otros Hablaban De Celos Y
Rencillas.
"HUBO
ENTRE ELLOS UNA CONTIENDA, QUIÉN DE ELLOS PARECÍA SER EL MAYOR." Esta
contienda, continuada en presencia de Cristo, le apenaba y hería. Los
discípulos se aferraban a su idea favorita de que Cristo iba a hacer valer su
poder y ocupar su puesto en el trono de David. Y en su corazón, cada uno
anhelaba tener el más alto puesto en el reino. Se habían avalorado a sí mismos
y unos a otros, y en vez de considerar más dignos a sus hermanos, cada uno se
había puesto en primer lugar.
La petición 600 de Juan y Santiago de sentarse a la derecha
y a la izquierda del trono de Cristo, había excitado la indignación de los
demás. El que los dos hermanos se atreviesen a pedir el puesto más alto, airaba
tanto a los diez que el enajenamiento amenazaba penetrar entre ellos.
Consideraban que se los había juzgado mal, y que su fidelidad y talentos no
eran apreciados.
JUDAS era el más severo
con Santiago y Juan. Cuando los discípulos entraron en el aposento alto, sus
corazones estaban llenos de resentimiento. Judas se mantenía al lado de Cristo,
a la izquierda; Juan estaba a la derecha. Si había un puesto más alto que los
otros, Judas estaba resuelto a obtenerlo, y se pensaba que este puesto era al
lado de Cristo. Y Judas era traidor.
SE
HABÍA LEVANTADO Otra Causa De Disensión. Era
Costumbre, En Ocasión De Una Fiesta, Que Un Criado Lavase Los Pies De Los
Huéspedes, Y En Esa Ocasión Se Habían Hecho Preparativos Para Este Servicio.
La jarra, el lebrillo y la toalla estaban allí, listos para
el lavamiento de los pies; pero no había siervo presente, y les tocaba a los
discípulos cumplirlo. Pero cada uno de los discípulos, cediendo al orgullo herido,
resolvió no desempeñar el papel de siervo. Todos manifestaban una
despreocupación estoica, al parecer inconscientes de que les tocaba hacer algo.
Por
Su Silencio, Se Negaban A Humillarse.
¿Cómo
Iba Cristo A Llevar A Estas Pobres Almas Adonde Satanás No Pudiese Ganar Sobre
Ellas Una Victoria Decisiva? ¿Cómo Podría Mostrarles Que El Mero Profesar Ser
Discípulos No Los Hacía Discípulos, Ni Les Aseguraba Un Lugar En Su Reino? ¿Cómo
Podría Mostrarles Que Es El Servicio Amante Y La Verdadera Humildad Lo Que Constituye
La Verdadera Grandeza? ¿Cómo Habría De Encender El Amor En Su Corazón Y
Habilitarlos Para Entender Lo Que Anhelaba Explicarles?
Los
Discípulos No Hacían Ningún Ademán De Servirse Unos A Otros.
Jesús
Aguardó Un Rato Para Ver Lo Que Iban A Hacer.
LUEGO ÉL, EL
MAESTRO DIVINO, SE LEVANTÓ DE LA MESA. Poniendo a un lado el manto exterior
que habría impedido sus movimientos, tomó una toalla y se ciñó. Con sorprendido
interés, los discípulos miraban, y en silencio esperaban para ver lo que iba a
seguir. "Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que 601 estaba ceñido."
Esta Acción Abrió Los Ojos De Los Discípulos. Amarga
Vergüenza Y Humillación Llenaron Su Corazón.
Comprendieron
El Mudo Reproche, Y Se Vieron Desde Un Punto De Vista Completamente Nuevo.
ASÍ EXPRESÓ
CRISTO SU AMOR POR SUS DISCÍPULOS. El espíritu egoísta de ellos le llenó
de tristeza, pero no entró en controversia con ellos acerca de la dificultad.
En vez de eso, les dio un ejemplo que nunca olvidarían.
Su
amor hacia ellos no se perturbaba ni se apagaba fácilmente.
Sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus
manos, y que él provenía de Dios e iba a Dios. Tenía plena conciencia de su
divinidad; pero había puesto a un lado su corona y vestiduras reales, y había
tomado forma de siervo. Uno de los últimos actos de su vida en la tierra
consistió en ceñirse como siervo y cumplir la tarea de un siervo.
ANTES DE LA
PASCUA, JUDAS se había encontrado por segunda vez con los sacerdotes y
escribas, y había cerrado el contrato de entregar a Jesús en sus manos. Sin
embargo, más tarde se mezcló con los discípulos como si fuese inocente de todo
mal, y se interesó en la ejecución de los preparativos para la fiesta.
Los
discípulos no sabían nada del propósito de Judas.
SÓLO JESÚS
PODÍA LEER SU SECRETO. Sin embargo, no le desenmascaró, Jesús sentía anhelo por su
alma. Sentía por él tanta preocupación como por Jerusalén cuando lloró sobre la
ciudad condenada. Su corazón clamaba: "¿Cómo tengo de dejarte?"
El poder constrictivo de aquel amor fue
sentido por Judas. Mientras las manos del Salvador estaban bañando aquellos
pies contaminados y secándolos con la toalla, el impulso de confesar entonces y
allí mismo su pecado conmovió intensamente el corazón de Judas. Pero no quiso
humillarse. Endureció su corazón contra el arrepentimiento; y los antiguos
impulsos, puestos a un lado por el momento, volvieron a dominarle.
Judas se ofendió entonces por el acto de
Cristo de lavar los pies de sus discípulos.
Si Jesús podía humillarse de tal manera,
pensaba, no podía ser el rey de Israel.
Eso destruía toda esperanza de honores
mundanales en un reino temporal.
Judas quedó convencido de que no había nada
que ganar siguiendo a Cristo.
DESPUÉS DE
VERLE DEGRADARSE A SÍ MISMO, COMO PENSABA, se confirmó en su propósito de
negarle y de confesarse 602 engañado. Fue poseído por un demonio, y resolvió
completar la obra que había convenido hacer: entregar a su Señor. Judas, al
elegir su puesto en la mesa, había tratado de colocarse en primer lugar, y
Cristo, como siervo, le sirvió a él primero.
JUAN, hacia quien
Judas había tenido tan amargos sentimientos, fue dejado hasta lo último. Pero
Juan no lo consideró como una reprensión o desprecio.
Mientras
los discípulos observaban la acción de Cristo, se sentían muy conmovidos.
CUANDO
LLEGÓ EL TURNO DE PEDRO, éste exclamó con asombro: "¿Señor, tú me
lavas los pies?" La condescendencia de Cristo quebrantó su corazón. Se
sintió lleno de vergüenza al pensar que ninguno de los discípulos cumplía este
servicio. "Lo que yo hago --dijo Cristo,-- tú no entiendes ahora; mas lo
entenderás después."
Pedro no podía soportar el ver a su Señor, a quien creía ser
Hijo de Dios, desempeñar un papel de siervo. Toda su alma se rebelaba contra
esta humillación. No comprendía que para esto había venido Cristo al mundo. Con
gran énfasis, exclamó: "¡No me lavarás los pies jamás!" Solemnemente,
Cristo dijo a Pedro: "Si no te lavare, no tendrás parte conmigo."
EL SERVICIO QUE
PEDRO RECHAZABA era figura de una purificación superior. Cristo había
venido para lavar el corazón de la mancha del pecado. Al negarse a permitir a
Cristo que le lavase los pies, Pedro rehusaba la purificación superior incluida
en la inferior. Estaba realmente rechazando a su Señor.
No es humillante para el Maestro que le dejemos obrar
nuestra purificación. La verdadera humildad consiste en recibir con corazón
agradecido cualquier provisión hecha en nuestro favor, y en prestar servicio
para Cristo con fervor.
AL OÍR LAS
PALABRAS, "SI NO TE LAVARE, NO TENDRÁS PARTE CONMIGO," Pedro renunció
a su orgullo y voluntad propia. No podía soportar el pensamiento de estar
separado de Cristo; habría significado la muerte para él. "No sólo mis
pies --dijo,-- más aun las manos y la cabeza.
DÍCELE JESÚS: El que está
lavado, no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio." Estas
palabras significaban más que la limpieza corporal. Cristo estaba hablando
todavía de la purificación superior ilustrada por la inferior.
El que salía del baño, estaba limpio, pero los pies calzados
de sandalias se cubrían pronto de polvo, 603 y volvían a necesitar que se los
lavase. Así también Pedro y sus hermanos habían sido lavados en la gran fuente
abierta para el pecado y la impureza. Cristo los reconocía como suyos. Pero la
tentación los había inducido al mal, y necesitaban todavía su gracia
purificadora.
CUANDO JESÚS SE
CIÑÓ CON UNA TOALLA PARA LAVAR EL POLVO DE SUS PIES, deseó por este
mismo acto lavar el enajenamiento, los celos el orgullo de sus corazones. Esto
era mucho más importante que lavar sus polvorientos pies. Con el espíritu que
entonces manifestaban, ninguno de ellos estaba preparado para tener comunión
con Cristo. Hasta que fuesen puestos en un estado de humildad y amor, no
estaban preparados para participar en la cena pascual, o del servicio
recordativo que Cristo estaba por instituir. Sus corazones debían ser
limpiados.
El
Orgullo Y El Egoísmo Crean Disensión Y Odio, Pero Jesús Se Los Quitó Al
Lavarles Los Pies. Se Realizó Un Cambio En Sus Sentimientos. Mirándolos, Jesús Pudo
Decir: "Vosotros Limpios Estáis." Ahora sus corazones estaban unidos por el amor
mutuo. Habían llegado a ser humildes y a estar dispuestos a ser enseñados.
Excepto Judas, cada uno estaba listo para conceder a otro el lugar más elevado.
Ahora, con corazones subyugados y agradecidos, podían recibir las palabras de
Cristo.
Como Pedro Y Sus Hermanos, Nosotros También
Hemos Sido Lavados En La Sangre De Cristo, Y Sin Embargo La Pureza Del Corazón
Queda Con Frecuencia Contaminada Por El Contacto Con El Mal. Debemos Ir A Cristo
Para Obtener Su Gracia Purificadora.
Pedro Rehuía El Poner Sus Pies Contaminados En
Contacto Con Las Manos De Su Señor Y Maestro; Pero ¡Con Cuánta Frecuencia
Ponemos En Contacto Con El Corazón De Cristo Nuestros Corazones Pecaminosos Y
Contaminados!
¡Cuán Penosos Le Resultan Nuestro Mal Genio,
Nuestra Vanidad Y Nuestro Orgullo!
Sin Embargo, Debemos Llevarle Todas Nuestras Flaquezas Y Contaminación.
Él Es El Único Que Puede Lavarnos. No Estamos
Preparados Para La Comunión Con Él A Menos Que Seamos Limpiados Por Su
Eficacia.
JESÚS DIJO A
LOS DISCÍPULOS: "VOSOTROS LIMPIOS ESTÁIS, AUNQUE NO TODOS." Él había
lavado los pies de Judas, pero éste no le había entregado su corazón. Este no
fue purificado. Judas no se había sometido a Cristo.604
DESPUÉS QUE CRISTO hubo lavado los pies de los
discípulos, se puso la ropa que se había sacado, se sentó de nuevo y les dijo: "¿Sabéis
Lo Que Os He Hecho? Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien;
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies,
vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os
he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de
cierto os digo: El siervo no es mayor que su Señor, ni el apóstol es mayor que
el que le envió."
CRISTO QUERÍA que sus discípulos comprendiesen
que aunque les había lavado los pies, esto no le restaba dignidad.
"VOSOTROS ME LLAMÁIS, MAESTRO, Y, SEÑOR;
Y DECÍS BIEN; PORQUE LO SOY." Y siendo tan infinitamente superior,
impartió gracia y significado al servicio. Nadie ocupaba un puesto tan exaltado
como el de Cristo, y sin embargo él se rebajó a cumplir el más humilde deber. A
fin de que los suyos no fuesen engañados por el egoísmo que habita en el corazón
natural y se fortalece por el servicio propio, Cristo les dio su ejemplo de
humildad. No quería dejar a cargo del hombre este gran asunto.
DE TANTA IMPORTANCIA LO CONSIDERÓ, que él
mismo que era igual a Dios, actuó como siervo de sus discípulos. Mientras
estaban contendiendo por el puesto más elevado, Aquel ante quien toda rodilla
ha de doblarse, Aquel a quien los ángeles de gloria se honran en servir, se
inclinó para lavar los pies de quienes le llamaban Señor. Lavó los pies de su
traidor.
EN
SU VIDA Y SUS LECCIONES, Cristo Dio Un Ejemplo Perfecto Del Ministerio Abnegado
Que Tiene Su Origen En Dios.
DIOS NO VIVE PARA SÍ. Al crear el mundo y al
sostener todas las cosas, está sirviendo constantemente a otros. El "hace
que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos."
*(Mateo 5:45).
Este Ideal De Ministerio Fue Confiado Por Dios
A Su Hijo.
JESÚS
FUE DADO PARA QUE ESTUVIESE A LA CABEZA DE LA HUMANIDAD, a
fin de que por su ejemplo pudiese enseñar lo que significa servir. Toda su vida
fue regida por una ley de servicio.
SIRVIÓ
Y MINISTRÓ A TODOS. Así vivió la ley de Dios, y por su ejemplo
nos mostró cómo debemos obedecerla nosotros.
VEZ
TRAS VEZ, Jesús Había Tratado De Establecer Este Principio Entre Sus Discípulos. Cuando
Santiago y Juan hicieron su pedido de preeminencia, él dijo: "El que
quisiere entre vosotros 605 hacerse grande, será vuestro servidor."*(Mateo
20:26). En mi reino, el
principio de preferencia y supremacía no tiene cabida. La única grandeza es la
grandeza de la humildad. La única distinción se halla en la devoción al servicio
de los demás.
AHORA, HABIENDO
LAVADO LOS PIES DE LOS DISCÍPULOS, DIJO: "Ejemplo os he dado, para que
como yo os he hecho, vosotros también hagáis." En estas palabras Cristo no
sólo ordenaba la práctica de la hospitalidad. Quería enseñar algo más que el
lavamiento de los pies de los huéspedes para quitar el polvo del viaje.
CRISTO
INSTITUÍA UN SERVICIO RELIGIOSO. Por el acto de nuestro Señor, esta ceremonia
humillante fue transformada en rito consagrado, que debía ser observado por los
discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones de humildad y
servicio.
Este rito es la preparación indicada por
Cristo para el servicio sacramental.
MIENTRAS se alberga orgullo y divergencia y se contiende por la
supremacía, el corazón no puede entrar en comunión con Cristo. No estamos
preparados para recibir la comunión de su cuerpo y su sangre. Por esto, Jesús
indicó que se observase primeramente la ceremonia conmemorativa de su
humillación.
AL
LLEGAR A ESTE RITO, los hijos de Dios deben recordar las palabras
del Señor de vida y gloria: "¿Sabéis
lo que os he hecho? Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien;
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies,
vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os
he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de
cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que
el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las
hiciereis."
HAY EN EL
HOMBRE UNA DISPOSICIÓN A ESTIMARSE MÁS QUE A SU HERMANO, a trabajar
para sí, a buscar el puesto más alto; y con frecuencia esto produce malas
sospechas y amargura de espíritu. El rito que precede a la cena del Señor, está
destinado a aclarar estos malentendidos, a sacar al hombre de su egoísmo, a
bajarle de sus zancos de exaltación propia y darle la humildad de corazón que
le inducirá a servir a su hermano.
El Santo Vigilante del cielo está
presente en estos momentos para hacer de ellos momentos de escrutinio del alma,
de convicción 606 del pecado y de bienaventurada seguridad de que los pecados
están perdonados.
Cristo, en la plenitud
de su gracia, está allí para cambiar la corriente de los pensamientos que han
estado dirigidos por cauces egoístas.
El Espíritu
Santo
despierta las sensibilidades de aquellos que siguen el ejemplo de su Señor.
Al Ser
Recordada Así La Humillación Del Salvador Por Nosotros, los
pensamientos se vinculan con los pensamientos; se evoca una cadena de recuerdos
de la gran bondad de Dios y del favor y ternura de los amigos terrenales.
Se Recuerdan
Las Bendiciones Olvidadas, las mercedes de las cuales se abusó, las bondades
despreciadas. Quedan puestas de manifiesto las raíces de amargura que habían
ahogado la preciosa planta del amor.
Los Defectos
Del Carácter,
el descuido de los deberes, la ingratitud hacia Dios, la frialdad hacia
nuestros hermanos, son tenidos en cuenta.
Se ve el pecado
como Dios lo ve.
Nuestros Pensamientos no son
pensamientos de complacencia propia, sino de severa censura propia y
humillación. La mente queda vivificada para quebrantar toda barrera que causó
enajenamiento. Se ponen a un lado las palabras y los pensamientos malos.
Se Confiesan Y
Perdonan Los Pecados. La subyugadora gracia de Cristo entra en el alma, y el amor
de Cristo acerca los corazones unos a otros en bienaventurada unidad.
A MEDIDA QUE SE APRENDE ASÍ LA LECCIÓN DEL SERVICIO PREPARATORIO, se enciende el deseo de vivir una vida espiritual más elevada. El divino Testigo responderá a este deseo. El alma será elevada.
Podemos participar de la comunión con el sentimiento consciente de que nuestros pecados están perdonados. El sol de la justicia de Cristo llenará las cámaras de la mente y el templo del alma. Contemplaremos al "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo."*(Juan 1:29).
Para los que reciben el espíritu de este
servicio, no puede nunca llegar a ser una mera ceremonia. Su constante lección
será: "Servíos por amor los unos a los otros."*(Gálatas 5:13).
AL LAVAR LOS
PIES A SUS DISCÍPULOS, Cristo dio evidencia de que haría, por humilde que fuera,
cualquier servicio que los hiciese herederos con él de la eterna riqueza del
tesoro del cielo.
SUS DISCÍPULOS,
AL CUMPLIR EL MISMO RITO, se comprometen asimismo a servir a sus hermanos.
Dondequiera que este rito
se celebra debidamente, los hijos de Dios se ponen en santa relación, para
ayudarse y 607 bendecirse unos a otros. Se comprometen a entregar su vida a un
ministerio abnegado. Y esto no sólo unos por otros.
Su Campo De Labor Es Tan Vasto Como Lo Era El De Su Maestro.
El Mundo está lleno de
personas que necesitan nuestro ministerio. Por todos lados, hay pobres
desamparados e ignorantes. Los que hayan tenido comunión con Cristo en el
aposento alto, saldrán a servir como él sirvió.
JESÚS, QUE ERA
SERVIDO POR TODOS, vino a ser siervo de todos. Y porque ministró a todos,
volverá a ser servido y honrado por todos. Y los que quieren participar de sus
atributos, y con él compartir el gozo de ver almas redimidas, deben seguir su
ejemplo de ministerio abnegado. Todo esto abarcaban las palabras de Cristo:
"Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis." Tal era el propósito del rito que él estableció. Y dice: "Si
sabéis estas cosas," si conocéis el propósito de sus lecciones, "bienaventurados
seréis, si las hiciereis." 608
(Este
capítulo 71. Está basado en San Lucas 22:7-18, 24; San Juan 13:1-17).
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