(Este
capítulo 58. Está basado en San Lucas 10:38-42; San Juan 11:1-44).
ENTRE LOS MÁS
CONSTANTES DISCÍPULOS DE CRISTO SE CONTABA LÁZARO DE BETANIA. Desde la
primera ocasión en que se encontraran, su fe en Cristo había sido fuerte; su
amor por él, profundo, y el Salvador le amaba mucho. En favor de Lázaro se
realizó el mayor de los milagros de Cristo. El Salvador bendecía a todos los
que buscaban su ayuda. Ama a toda la familia humana; pero está ligado con
algunos de sus miembros por lazos peculiarmente tiernos. Su corazón estaba
ligado con fuertes vínculos de afecto con la familia de Betania y para un
miembro de ella realizó su obra más maravillosa.
JESÚS HALLABA
CON FRECUENCIA DESCANSO EN EL HOGAR DE LÁZARO. El Salvador no tenía hogar
propio; dependía de la hospitalidad de sus amigos y discípulos; y con
frecuencia, cuando estaba cansado y sediento de compañía humana, le era grato
refugiarse en ese hogar apacible, lejos de las sospechas y celos de los airados
fariseos. Allí encontraba una sincera bienvenida y amistad pura y santa. Allí
podía hablar con sencillez y perfecta libertad, sabiendo que sus palabras
serían comprendidas y atesoradas.
Nuestro Salvador apreciaba un hogar tranquilo y oyentes que
manifestasen interés. Sentía anhelos de ternura, cortesía y afecto humanos. Los
que recibían la instrucción celestial que él estaba siempre listo para impartir
eran grandemente bendecidos.
MIENTRAS LAS
MULTITUDES SEGUÍAN A CRISTO POR LOS CAMPOS ABIERTOS, les revelaba
las bellezas del mundo natural. Trataba de abrir sus ojos para que las
comprendiesen y pudiesen ver cómo la mano de Dios sostiene el mundo. A fin de
que expresasen aprecio por la bondad y benevolencia de Dios, llamaba la
atención de sus oyentes al rocío que caía suavemente, a las lluvias apacibles y
al resplandeciente sol, otorgados a los buenos tanto como a los malos. Deseaba
que los hombres comprendiesen mejor la consideración que Dios concede a los 483
instrumentos humanos que creó.
PERO LAS
MULTITUDES Eran Duras De Entendimiento, Y En El Hogar De Betania Cristo Hallaba
Descanso Del Pesado Conflicto De La Vida Pública. Allí abría
ante un auditorio que le apreciaba el libro de la Providencia. En esas
entrevistas privadas, revelaba a sus oyentes lo que no intentaba decir a la
multitud mixta. No necesitaba hablar en parábolas a sus amigos.
MIENTRAS CRISTO
DABA SUS LECCIONES MARAVILLOSAS, María
se sentaba a sus pies, escuchándole con reverencia y devoción. En una ocasión,
Marta, perpleja por el afán de preparar la comida, apeló a Cristo diciendo:
"Señor, ¿no tienes cuidado que mi
hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude." Esto sucedió
en ocasión de la primera visita de Cristo a Betania.
EL SALVADOR Y
SUS DISCÍPULOS ACABABAN DE HACER UN VIAJE PENOSO A PIE DESDE JERICÓ. Marta anhelaba
proveer a su comodidad, y en su ansiedad se olvidó de la cortesía debida a su
huésped. Jesús le contestó con palabras llenas de mansedumbre y paciencia: "Marta,
Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: empero una cosa
es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada."
MARÍA ATESORABA En Su Mente Las Preciosas Palabras Que Caían
De Los Labios Del Salvador, palabras que eran más preciosas para ella que las
joyas más costosas de esta tierra.
LA "UNA
COSA" QUE MARTA necesitaba era un espíritu de calma y devoción, una
ansiedad más profunda por el conocimiento referente a la vida futura e
inmortal, y las gracias necesarias para el progreso espiritual.
NECESITABA menos
preocupación por las cosas pasajeras y más por las cosas que perduran para
siempre.
Jesús quiere enseñar a sus hijos a aprovechar
toda oportunidad de obtener el conocimiento que los hará sabios para la
salvación. La causa de Cristo necesita personas que trabajen con cuidado y
energía.
HAY UN AMPLIO
CAMPO PARA LAS MARTAS CON SU CELO POR LA OBRA RELIGIOSA ACTIVA. Pero deben
sentarse primero con María a los pies de Jesús. Sean la diligencia, la presteza
y la energía santificadas por la gracia de Cristo; y entonces la vida será un
irresistible poder para el bien.
EL
PESAR PENETRÓ EN EL APACIBLE HOGAR DONDE JESÚS HABÍA DESCANSADO. Lázaro
fue herido por una enfermedad repentina, 484 y sus hermanas mandaron llamar al
Salvador diciendo: "Señor, he aquí, el que amas está enfermo." Se dieron
cuenta de la violencia de la enfermedad que había abatido a su hermano, pero
sabían que Cristo se había demostrado capaz de sanar toda clase de dolencias.
Creían que él simpatizaría con ellas en su angustia; por lo tanto, no exigieron
urgentemente su presencia inmediata, sino que mandaron tan sólo el confiado
mensaje: "El que amas está
enfermo." Pensaron que él respondería inmediatamente, y estaría con
ellas tan pronto como pudiese llegar a Betania. Ansiosamente esperaron noticias
de Jesús.
MIENTRAS
HABÍA UNA CHISPA DE VIDA EN SU HERMANO, oraron y esperaron la
venida de Jesús. Pero el mensajero volvió sin él. Trajo, sin embargo, este
mensaje: "Esta enfermedad no es
para muerte," y se aferraron a la esperanza de que Lázaro viviría. Con
ternura trataron de dirigir palabras de esperanza y aliento al enfermo casi
inconsciente. Cuando Lázaro murió, se quedaron amargamente desilusionadas; pero
sentían la gracia sostenedora de Cristo, y esto les impidió culpar en forma
alguna al Salvador.
CUANDO
CRISTO OYÓ EL MENSAJE, LOS DISCÍPULOS PENSARON QUE LO HABÍA RECIBIDO FRÍAMENTE. No
manifestó el pesar que ellos esperaban de él. Mirándolos a ellos dijo: "Esta enfermedad no es para muerte,
más por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por
ella." Permaneció dos días en el lugar donde estaba. Esta dilación era
un misterio para los discípulos. De cuánto consuelo sería su presencia para la
familia afligida, pensaban. Era bien conocido por los discípulos su intenso
afecto hacia esa familia de Betania, y ellos se sorprendían al ver que no
respondía a la triste comunicación: "El que amas está enfermo."
DURANTE
AQUELLOS DOS DÍAS CRISTO PARECIÓ HABERSE OLVIDADO DEL CASO; porque
no habló de Lázaro. Los discípulos pensaban en Juan el Bautista, precursor de
Jesús. Se habían preguntado por qué Jesús, que tenía el poder de realizar
milagros admirables, había permitido que Juan languideciera en la cárcel y
muriese en forma violenta. Ya que poseía tal poder, ¿por qué no había salvado
Jesús la vida de Juan? Esta pregunta la habían hecho con frecuencia los
fariseos y la presentaban como 485 un argumento incontestable contra el aserto de
Cristo de ser Hijo de Dios.
El Salvador Había Advertido A Sus Discípulos
Acerca De Las Pruebas, Pérdidas Y Persecuciones. ¿Los Abandonaría En La Prueba?
Algunos se preguntaban si no habían estado
equivocados acerca de su misión. Todos estaban profundamente perturbados.
DESPUÉS DE
AGUARDAR DOS DÍAS, JESÚS DIJO A LOS DISCÍPULOS: "VAMOS A JUDEA OTRA
VEZ."
Los discípulos se preguntaban por qué, si Jesús iba a ir a Judea, había
esperado dos días. Pero lo que más los embargaba era su ansiedad por Cristo y
por sí mismos. No podían ver sino peligro en lo que estaba por hacer. "Rabbí
--dijeron,-- ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas?" Estoy bajo la
dirección de mi Padre; mientras hago su voluntad, mi vida está segura. Mis doce
horas del día no han terminado todavía. Ha empezado el último resto de mi día;
pero mientras queda algo, estoy seguro. "El que anduviere de día --continuó--
no tropieza, porque ve la luz de este mundo." El que hace la voluntad
de Dios, que anda en la senda que Dios le ha trazado, no puede tropezar ni
caer. La luz del Espíritu guiador de Dios le da una clara percepción de su
deber, y le conduce hasta el final de su obra. "Más el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en
él." El que anda en la senda que se eligió, donde Dios no le ha
llamado, tropezará. Para él, el día se trueca en noche, y dondequiera que esté,
no está seguro.
"DICHO
ESTO, DÍCELES DESPUÉS: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a
despertarle del sueño." "Lázaro
nuestro amigo duerme." ¡Cuán conmovedoras son estas palabras ! ¡Cuán
llenas de simpatía!
MIENTRAS PENSABAN EN EL
PELIGRO Que Su Maestro Estaba Por Arrostrar Yendo A Jerusalén, los discípulos
casi se habían olvidado de la familia enlutada de Betania. Pero no así
Cristo. Los discípulos se sintieron reprendidos. Les había sorprendido que
Cristo no respondiera más prontamente al mensaje. Habían estado tentados a
pensar que él no tenía por Lázaro y sus hermanas el tierno amor que ellos le
atribuían y que debiera haberse vuelto rápidamente con el mensajero.
PERO LAS
PALABRAS: "Lázaro nuestro amigo duerme," despertaron en
ellos los debidos sentimientos. 486 Quedaron convencidos de que Cristo no se
había olvidado de sus amigos que sufrían. "Dijeron
entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. Mas esto decía Jesús
de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño."
CRISTO presenta a sus hijos creyentes la muerte
como un sueño. Su vida está oculta con Cristo en Dios, y hasta que suene la
última trompeta los que mueren dormirán en él.
"ENTONCES, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro es
muerto; y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis:
más vamos a él." Tomás no podía ver para su Maestro otra cosa que la muerte
si iba a Judea; pero fortaleció su ánimo y dijo a los otros discípulos: "Vamos también nosotros, para que
muramos con él." Conocía el odio que los judíos le tenían a Jesús.
Querían lograr su muerte, pero este propósito no había tenido éxito, porque le
quedaba todavía una parte del tiempo que se le había concedido. Durante ese
tiempo, Jesús gozaba de la custodia de los ángeles celestiales; y aun en las
regiones de Judea, donde los rabinos maquinaban cómo apresarle y darle muerte,
no podía sucederle mal alguno.
LOS DISCÍPULOS
SE ASOMBRARON DE LAS PALABRAS DE CRISTO CUANDO DIJO: "Lázaro es muerto; y huélgome. . . que
yo no haya estado allí." ¿Habíase mantenido el Salvador alejado por su
propia voluntad del hogar de sus amigos que sufrían? Aparentemente había dejado
solas a Marta y María, así como al moribundo Lázaro. Pero No Estaban Solos.
CRISTO
CONTEMPLABA TODA LA ESCENA, y después de la muerte de Lázaro las
enlutadas hermanas fueron sostenidas por su gracia. Jesús presenció el pesar de
sus corazones desgarrados, mientras su hermano luchaba con su poderoso enemigo
la muerte. Sintió los trances de su angustia, y dijo a sus discípulos:
"Lázaro es muerto."
PERO CRISTO no sólo tenía
que pensar en aquellos a quienes amaba en Betania; tenía que considerar la
educación de sus discípulos. Ellos habían de ser sus representantes ante el
mundo, para que la bendición del Padre pudiese abarcar a todos. Por su causa,
permitió que Lázaro muriese. Si le hubiese devuelto la salud cuando estaba
enfermo, el milagro que llegó a ser la evidencia más positiva de su carácter
divino, no se habría realizado. 487
SI CRISTO
HUBIESE ESTADO EN LA PIEZA DEL ENFERMO, LÁZARO NO HABRÍA MUERTO; porque Satanás
no hubiera tenido poder sobre él. La muerte no podría haber lanzado su dardo
contra Lázaro en presencia del Dador de la vida. Por lo tanto, Cristo
permaneció lejos. Dejó que el enemigo ejerciese su poder, para luego hacerlo
retroceder como enemigo vencido.
PERMITIÓ QUE
LÁZARO PASASE BAJO EL DOMINIO DE LA MUERTE; y las hermanas apenadas vieron
a su hermano puesto en la tumba. Cristo sabía que mientras mirasen el rostro
muerto de su hermano, su fe en el Redentor sería probada severamente. Pero
sabía que a causa de la lucha por la cual estaban pasando ahora, su fe
resplandecería con fuerza mucho mayor.
PERMITIÓ TODOS
LOS DOLORES Y PENAS QUE SOPORTARON. Su tardanza no indicaba que las amase
menos, pero sabía que para ellas, para Lázaro, para él mismo y para sus
discípulos, había de ganarse una victoria. "Por vosotros," "para
que creáis." A todos los que tantean para sentir la mano guiadora de Dios,
el momento de mayor desaliento es cuando más cerca está la ayuda divina.
Mirarán atrás con agradecimiento, a la parte más obscura del camino.
"SABE el
Señor librar de tentación a los píos."*(2 Pedro 2:9). Salen de toda
tentación y prueba con una fe más firme y una experiencia más rica.
AL DEMORAR EN
VENIR A LÁZARO, Jesús tenía un propósito de misericordia para con los que
no le habían recibido. Tardó, a fin de que al resucitar a Lázaro pudiese dar a
su pueblo obstinado e incrédulo, otra evidencia de que él era de veras "la resurrección y la vida."
Le costaba renunciar a toda esperanza con respecto a su pueblo, las pobres y
extraviadas ovejas de la casa de Israel. Su impenitencia le partía el corazón.
EN SU MISERICORDIA, Se Propuso Darles Una
Evidencia Más De Que Era El Restaurador, el único que podía sacar a luz la vida
y la inmortalidad. Había de ser una evidencia que los sacerdotes no podrían
interpretar mal. Tal fue la razón de su demora en ir a Betania. Este milagro
culminante, la resurrección de Lázaro, había de poner el sello de Dios sobre su
obra y su pretensión a la divinidad.
En su viaje a Betania, Jesús, de acuerdo con su costumbre,
atendió a los enfermos y menesterosos.
AL LLEGAR A LA
ALDEA,
mandó un mensajero a las hermanas para avisarlas de su 488 llegada. Cristo no
entró en seguida en la casa, sino que permaneció en un lugar tranquilo al lado
del camino. La gran ostentación externa manifestada por los judíos en ocasión
de la muerte de un deudo no estaba en armonía con el espíritu de Cristo. Oía
los lamentos de los plañidores, y no quería encontrarse con las hermanas en
medio de la confusión. Entre los que lloraban estaban los parientes de la
familia, algunos de los cuales ocupaban altos puestos de responsabilidad en
Jerusalén. Entre ellos se contaban algunos de los más acerbos enemigos de
Cristo. El conocía su propósito y por lo tanto no se hizo conocer en seguida.
EL MENSAJE FUE
DADO A MARTA CON TANTA RESERVA QUE LAS OTRAS PERSONAS QUE ESTABAN EN LA PIEZA
NO LO OYERON. Absorta en su pesar, María no oyó las palabras.
Levantándose en seguida, Marta salió al encuentro de su Señor, pero pensando
que ella había ido al sepulcro donde estaba Lázaro, María permaneció sumida
silenciosamente en su pesar. Marta se apresuró a ir al encuentro de Jesús, con
el corazón agitado por encontradas emociones.
EN EL ROSTRO
EXPRESIVO DE ÉL, leyó ella la misma ternura y amor que siempre había habido
allí. Su confianza en él no había variado, pero recordaba a su amado hermano a
quien Jesús también amaba. Con el pesar que brotaba de su corazón porque Cristo
no había venido antes y, sin embargo, con la esperanza de que aun ahora podría
hacer algo para consolarlas, dijo: "Señor, si hubieses estado aquí, mi
hermano no fuera muerto." Vez tras vez, en medio del tumulto creado
por los plañidores, las hermanas habían repetido estas palabras.
CON COMPASIÓN
HUMANA Y DIVINA, JESÚS MIRÓ EL ROSTRO ENTRISTECIDO Y ACONGOJADO DE MARTA. Esta no tenía
deseo de relatar lo sucedido; todo estaba expresado por las palabras patéticas:
"Señor, si hubieses estado aquí, mi
hermano no fuera muerto." Pero mirando aquel rostro lleno de amor,
añadió: "Mas también sé ahora, que
todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios."
JESÚS ANIMÓ SU
FE DICIENDO: "Resucitará Tu Hermano." Su respuesta
no estaba destinada a inspirar esperanza en un cambio inmediato. Dirigía el
Señor los pensamientos de Marta más allá de la restauración actual de su
hermano, y los fijaba en la 489 resurrección de los justos. Lo hizo para que
pudiese ver en la resurrección de Lázaro una garantía de la resurrección de
todos los justos y la seguridad de que sucedería por el poder del Salvador.
Marta contestó: "Yo sé que
resucitará en la resurrección en el día postrero." Tratando todavía de
dar la verdadera dirección a su fe, Jesús declaró: "Yo soy la resurrección y la vida."
EN CRISTO Hay Vida Original, Que No Proviene Ni Deriva De
Otra. "El que
tiene al Hijo, tiene la vida." (1 Juan 5:12). La divinidad de
Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna. "El que
cree en mí --dijo Jesús,-- aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y
cree en mí, no morirá eternamente.
¿CREES
ESO?"
Cristo miraba hacia adelante, a su segunda venida. Entonces los justos muertos
serán resucitados incorruptibles, y los justos vivos serán trasladados al cielo
sin ver la muerte.
EL MILAGRO QUE
CRISTO ESTABA POR REALIZAR, AL RESUCITAR A LÁZARO DE LOS MUERTOS, representaría
la resurrección de todos los justos muertos. Por sus palabras y por sus obras,
se declaró el Autor de la resurrección. El que iba a morir pronto en la cruz,
estaba allí con las llaves de la muerte, vencedor del sepulcro, y aseveraba su
derecho y poder para dar vida eterna.
A LAS PALABRAS
DEL SALVADOR: "¿Crees Esto?" Marta respondió: "Sí, Señor; yo
he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al
mundo." No comprendía en todo su significado las palabras dichas por
Cristo, pero confesó su fe en su divinidad y su confianza de que él podía hacer
cuanto le agradase.
"Y ESTO
DICHO, FUESE, Y LLAMÓ EN SECRETO A MARÍA SU HERMANA, diciendo: El
Maestro está aquí y te llama." Dio su mensaje en forma tan queda como le
fue posible; porque los sacerdotes y príncipes estaban listos para arrestar a
Jesús en cuanto se les ofreciese la oportunidad. Los clamores de las plañideras
impidieron que las palabras de Marta fuesen oídas. Al recibir el mensaje, María
se levantó apresuradamente y con mirada y rostro anhelantes salió de la pieza.
Pensando que iba al sepulcro a llorar, las plañideras la siguieron.
CUANDO LLEGÓ AL
LUGAR DONDE JESÚS ESTABA, se postró a sus pies y dijo con labios temblorosos: "Señor, si
hubieras estado aquí, no 490 fuera muerto mi hermano." Los
clamores de las plañideras eran dolorosos; y ella anhelaba poder cambiar
algunas palabras tranquilas a solas con Jesús. Pero conocía la envidia y los
celos que albergaban contra Cristo en su corazón algunos de los presentes, y se
limitó a expresar su pesar. "Jesús
entonces, como la vio llorando, y a los judíos que habían venido juntamente con
ella llorando, se conmovió en espíritu, y turbóse."
LEYÓ EL CORAZÓN
DE TODOS LOS PRESENTES. Veía que, en muchos, lo que pasaba como demostración de
pesar era tan sólo fingimiento. Sabía que algunos de los del grupo, que manifestaban
ahora un pesar hipócrita, estarían antes de mucho maquinando la muerte, no sólo
del poderoso taumaturgo, sino del que iba a ser resucitado de los muertos.
Cristo podría haberlos despojado de su falso pesar. Pero dominó su justa
indignación. No pronunció las palabras que podría haber pronunciado con toda
verdad, porque amaba a la que, arrodillada a sus pies con tristeza, creía
verdaderamente en él.
"¿DÓNDE
LE PUSISTEIS? --Preguntó.--
Dícenle: Señor, Ven Y Ve." Juntos se dirigieron a la tumba. Era
una escena triste. Lázaro había sido muy querido, y sus hermanas le lloraban
con corazones quebrantados, mientras que los que habían sido sus amigos
mezclaban sus lágrimas con las de las hermanas enlutadas.
A
LA VISTA DE ESTA ANGUSTIA HUMANA, y por el hecho de que los amigos
afligidos pudiesen llorar a sus muertos mientras el Salvador del mundo estaba
al lado, "lloró Jesús." Aunque era Hijo de Dios, había tomado
sobre sí la naturaleza humana y le conmovía el pesar humano. Su corazón
compasivo y tierno se conmueve siempre de simpatía hacia los dolientes. Llora
con los que lloran y se regocija con los que se regocijan. No era sólo por su
simpatía humana hacia María y Marta por lo que Jesús lloró. En sus lágrimas
había un pesar que superaba tanto al pesar humano como los cielos superan a la
tierra. Cristo no lloraba por Lázaro, pues iba a sacarle de la tumba.
Lloró
Porque Muchos De Los Que Estaban Ahora Llorando Por Lázaro Maquinarían Pronto
La Muerte Del Que Era La Resurrección Y La Vida.
PERO ¡cuán
incapaces eran los judíos de interpretar debidamente sus lágrimas! Algunos que
no podían ver como causa de su pesar sino las circunstancias 491 externas de la
escena que estaba delante de él, dijeron suavemente: "Mirad cómo le
amaba."
OTROS, TRATANDO
DE SEMBRAR INCREDULIDAD EN EL CORAZÓN DE LOS PRESENTES, decían con
irrisión: "¿No Podía Éste Que Abrió
Los Ojos Al Ciego, Hacer Que Éste No Muriera?" Si Jesús Era Capaz De
Salvar A Lázaro, ¿Por Qué Le Dejó Morir?
CON OJO
PROFÉTICO, CRISTO VIO LA ENEMISTAD DE LOS FARISEOS Y SADUCEOS. Sabía que
estaban premeditando su muerte. Sabía que algunos de los que ahora manifestaban
aparentemente tanta simpatía, no tardarían en cerrarse la puerta de la
esperanza y los portales de la ciudad de Dios. Estaba por producirse, en su
humillación y crucifixión, una escena que traería como resultado la destrucción
de Jerusalén, y en esa ocasión nadie lloraría los muertos. La retribución que
iba a caer sobre Jerusalén quedó plenamente retratada delante de él.
Vio A Jerusalén
Rodeada Por Las Legiones Romanas. Sabía que muchos de los que estaban
llorando a Lázaro morirían en el sitio de la ciudad, y sin esperanza.
NO LLORÓ CRISTO SÓLO POR LA ESCENA QUE TENÍA
DELANTE DE SÍ. Descansaba sobre él el peso de la tristeza de los siglos. Vio
los terribles efectos de la transgresión de la ley de Dios. Vio que en la
historia del mundo, empezando con la muerte de Abel, había existido sin cesar
el conflicto entre lo bueno y lo malo. Mirando a través de los años venideros,
vio los sufrimientos y el pesar, las lágrimas y la muerte que habían de ser la
suerte de los hombres. Su corazón fue traspasado por el dolor de la familia
humana de todos los siglos y de todos los países. Los ayes de la raza
pecaminosa pesaban sobre su alma, y la fuente de sus lágrimas estalló mientras
anhelaba aliviar toda su angustia.
"Y JESÚS,
CONMOVIÉNDOSE OTRA VEZ EN SÍ MISMO, VINO AL SEPULCRO." Lázaro había
sido puesto en una cueva rocosa, y una piedra maciza había sido puesta frente a
la entrada. "Quitad la piedra," dijo Cristo. Pensando que él deseaba
tan sólo mirar al muerto, Marta objetó diciendo que el cuerpo había estado
sepultado cuatro días y que la corrupción había empezado ya su obra. Esta
declaración, hecha antes de la resurrección de Lázaro, no dejó a los enemigos
de Cristo lugar para decir que había subterfugio.
EN
LO PASADO, Los Fariseos Habían 492 Hecho Circular Falsas Declaraciones Acerca
De Las Más Maravillosas Manifestaciones Del Poder De Dios. Cuando Cristo Devolvió
La Vida A La Hija De Jairo, Había Dicho: "La Muchacha No Es Muerta, Más
Duerme." (Marcos 5:39). Como ella
había estado enferma tan sólo un corto tiempo y fue resucitada inmediatamente
después de su muerte, los fariseos declararon que la niña no había muerto; que
Cristo mismo había dicho que estaba tan sólo dormida. Habían tratado de dar la
impresión de que Cristo no podía sanar a los enfermos, que había engaños en sus
milagros.
PERO EN ESTE CASO, nadie podía negar que
Lázaro había muerto. Cuando
el Señor está por hacer una obra, Satanás induce a alguno a objetar.
"QUITAD LA
PIEDRA," dijo Cristo. En cuanto sea posible, preparad el camino para mi obra.
PERO LA
NATURALEZA POSITIVA Y AMBICIOSA DE MARTA SE MANIFESTÓ. Ella no quería
que el cuerpo ya en descomposición fuese expuesto a las miradas. El corazón
humano es tardo para comprender las palabras de Cristo, y la fe de Marta no
había asimilado el verdadero significado de su promesa.
CRISTO
REPRENDIÓ A MARTA, pero sus palabras fueron pronunciadas con la mayor
amabilidad. "¿No te he dicho que,
si creyeres, verás la gloria de Dios?" ¿Por qué habríais de dudar de mi poder? ¿Por qué razonar contrariamente
a mis requerimientos?
TENÉIS MI
PALABRA.
Si queréis creer, veréis la gloria de Dios. Las imposibilidades naturales no
pueden impedir la obra del Omnipotente. El escepticismo y la incredulidad no
son humildad. La creencia implícita en la palabra de Cristo es verdadera
humildad, verdadera entrega propia.
"QUITAD LA
PIEDRA." Cristo podría haber ordenado a la piedra que se apartase, y
habría obedecido a su voz. Podría haber ordenado a los ángeles que estaban a su
lado que la sacasen. A su orden, manos invisibles habrían removido la piedra.
Pero había de ser sacada por manos humanas. Así Cristo quería mostrar que la
humanidad ha de cooperar con la divinidad. No se pide al poder divino que haga
lo que el poder humano puede hacer. Dios no hace a un lado la ayuda del hombre.
Le fortalece y coopera con él mientras emplea las facultades y capacidades que
se le dan.
LA ORDEN SE
CUMPLIÓ.
LA PIEDRA FUE PUESTA A UN LADO. Todo
fue hecho abierta y deliberadamente. 493 Se dio a todos oportunidad de ver que
no había engaño. Allí estaba el cuerpo de Lázaro en su tumba rocosa, frío y
silencioso en la muerte. Los clamores de los plañidores se acallan. Sorprendida
y expectante, la congregación está alrededor del sepulcro, esperando lo que ha
de seguir.
SERENO, CRISTO
ESTÁ DE PIE DELANTE DE LA TUMBA. Una solemnidad sagrada descansa sobre
todos los presentes. CRISTO SE ACERCA
AÚN MÁS AL SEPULCRO Y, ALZANDO LOS OJOS AL CIELO, DICE: "Padre, gracias te doy que me has
oído." No mucho tiempo antes de esto, los enemigos de Cristo le habían
acusado de blasfemia y habían recogido piedras para arrojárselas porque
aseveraba ser Hijo de Dios. Le acusaron de realizar milagros por el poder de
Satanás. Pero aquí Cristo llama a Dios su Padre y con perfecta confianza
declara que es Hijo de Dios.
En Todo Lo Que Hacía, Cristo Cooperaba Con Su Padre. Siempre
Se Esmeraba Por Hacer Evidente Que No Realizaba Su Obra Independientemente; Era
Por La Fe Y La Oración Cómo Hacía Sus Milagros.
CRISTO DESEABA
QUE TODOS CONOCIESEN SU RELACIÓN CON SU PADRE. "Padre --dijo,-- gracias
te doy que me has oído. Que yo sabía que siempre me oyes; mas por causa de la
compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has
enviado." En esta ocasión, los discípulos y la gente iban a recibir la
evidencia más convincente de la relación que existía entre Cristo y Dios. Se
les había de demostrar que el aserto de Cristo no era una mentira.
"Y
HABIENDO DICHO ESTAS COSAS, Clamó A Gran Voz: Lázaro,
Ven Fuera." Su voz, clara y penetrante, entra en los oídos del muerto.
La divinidad fulgura a través de la humanidad. En su rostro, iluminado por la
gloria de Dios, la gente ve la seguridad de su poder. Cada ojo está fijo en la
entrada de la cueva. Cada oído está atento al menor sonido. Con interés intenso
y doloroso, aguardan todos la prueba de la divinidad de Cristo, la evidencia
que ha de comprobar su aserto de que es Hijo de Dios, o extinguir esa esperanza
para siempre.
HAY AGITACIÓN
EN LA TUMBA SILENCIOSA, y el que estaba muerto se pone de pie a la puerta del
sepulcro. Sus movimientos son trabados por el sudario en que fuera puesto, y
Cristo dice a los espectadores asombrados: "Desatadle,
y dejadle ir." Vuelve a serles demostrado que el obrero humano ha de
cooperar con Dios. La 494 humanidad ha de trabajar por la humanidad.
LÁZARO QUEDA
LIBRE,
y está de pie ante la congregación, no demacrado por la enfermedad, ni con
miembros débiles y temblorosos, sino como un hombre en la flor de la vida,
provisto de una noble virilidad. Sus ojos brillan de inteligencia y de amor por
su Salvador.
SE ARROJA A LOS
PIES DE JESÚS PARA ADORARLE. Los espectadores quedan al principio
mudos de asombro. Luego sigue una inefable escena de regocijo y agradecimiento.
Las hermanas reciben a su hermano vuelto a la vida como el don de Dios, y con
lágrimas de gozo expresan en forma entrecortada su agradecimiento al Salvador.
Y mientras el hermano, las hermanas y los amigos se regocijan en esta reunión,
Jesús se retira de la escena. Cuando buscan al Dador de la vida, no le pueden
hallar. 495
(Este
capítulo 58. Está basado en San Lucas 10:38-42; San Juan 11:1-44).
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