(Este capítulo 54. Está basado en San
Lucas 10:25-37).
EN
LA HISTORIA DEL BUEN SAMARITANO, Cristo ilustra la naturaleza de
la verdadera religión. Muestra que ésta no consiste en sistemas, credos, o
ritos, sino en la realización de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros,
en la bondad genuina.
MIENTRAS CRISTO
ESTABA ENSEÑANDO A LA GENTE, "he aquí, un doctor de la ley se
levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida
eterna?" Con expectante atención, la muchedumbre congregada esperó
la respuesta. Los sacerdotes y rabinos habían pensado enredar a Cristo
induciendo al doctor de la ley a dirigirle esta pregunta. Pero el Salvador no
entró en controversia. Exigió la respuesta al mismo interrogador. "¿Qué está escrito en la ley? --
dijo él-- ¿cómo lees?"
LOS JUDÍOS SEGUÍAN ACUSANDO A JESÚS de tratar con liviandad la ley dada desde el Sinaí; PERO Él encausó el problema de la salvación hacia la observancia de los mandamientos de Dios.
El Doctor de la ley dijo: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo."
JESÚS
DIJO: "Bien has
respondido: haz esto, y vivirás."
El Doctor De La
Ley
no estaba satisfecho con la opinión y las obras de los fariseos. Había estado
estudiando las escrituras con el deseo de conocer el significado real. Tenía
vital interés en el asunto, y había preguntado con sinceridad: "¿Haciendo
qué cosa poseeré la vida eterna?"
En Su Respuesta tocante a los
requerimientos de la ley, pasó por alto el cúmulo de preceptos ceremoniales y
rituales. No les atribuyó ningún valor, sino que presentó los dos grandes
principios de los cuales dependen la ley y los profetas.
Esta respuesta, al ser elogiada por Cristo, colocó al
Salvador en un terreno ventajoso frente a los rabinos. No podrían condenarle
por haber sancionado lo declarado por un expositor de la ley. 461
"HAZ ESTO, Y VIVIRÁS," dijo Jesús. Presentó la ley como una
unidad divina, enseñando así que es imposible guardar un precepto y quebrantar
otro; porque el mismo principio corre por todos ellos. El destino del hombre
será determinado por su obediencia a toda la ley. El amor supremo
a Dios y el amor imparcial al hombre son los principios que deben practicarse
en la vida.
EL LEGISTA SE
RECONOCIÓ TRANSGRESOR DE LA LEY. Bajo las palabras escrutadoras de
Cristo, se vio culpable. No practicaba la justicia de la ley que pretendía
conocer. No había manifestado amor hacia su prójimo. Necesitaba arrepentirse;
pero en vez de hacerlo, trató de justificarse. En lugar de reconocer la verdad,
trató de mostrar cuán difícil es la observancia de los mandamientos. Así
esperaba mantener a raya la convicción de su culpabilidad y vindicarse ante el
pueblo.
LAS
PALABRAS DEL SALVADOR habían demostrado que su pregunta era
innecesaria, puesto que él mismo había podido contestarla.
Con Todo, Hizo Otra, Diciendo: "¿Quién Es Mi Prójimo?" Esta cuestión provocaba entre los judíos interminables disputas. No tenían dudas en cuanto a los paganos y los samaritanos; éstos eran extranjeros y enemigos.
Pero ¿Dónde debía hacerse la distinción entre la gente de su propia nación, y entre las diferentes clases de la sociedad? ¿A quiénes debían considerar como prójimos el sacerdote, el rabino, el anciano?
Se pasaban la vida en un sin fin de ceremonias para purificarse. Enseñaban que el trato con la multitud ignorante y descuidada causaba una contaminación cuya supresión requería tedioso esfuerzo.
¿Debían
considerar a los "inmundos" como prójimos?
DE NUEVO JESÚS
REHUSÓ SER ARRASTRADO A UNA CONTROVERSIA. No denunció el fanatismo de aquellos
que le estaban vigilando para condenarle. Pero relatando una sencilla historia
expuso a sus oyentes un cuadro tal del superabundante amor celestial, que tocó
todos los corazones, y arrancó del doctor de la ley una confesión de la verdad.
El modo de disipar las tinieblas consiste en
dar entrada a la luz. La mejor manera de tratar con el error consiste en
presentar la verdad. Es la revelación del amor de Dios lo que pone de
manifiesto la deformidad y el pecado de la egolatría. 462
"UN
HOMBRE --DIJO JESÚS-- descendía
de Jerusalem a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e
hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Y aconteció,
que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. Y
asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un
lado."
Esta
no era una escena imaginaria, sino un suceso reciente, conocido
exactamente como fue presentado. El sacerdote y el levita que habían pasado de
un lado estaban en la multitud que escuchaba las palabras de Cristo.
Al
ir de Jerusalén a Jericó, el viajero tenía que pasar por una región del desierto de
Judea. El camino atravesaba una hondonada despoblada y peñascosa, que estaba
infestada de ladrones, y era a menudo teatro de violencias. Era allí donde el
viajero fue atacado, despojado de todo lo que tenía valor, herido y magullado,
y dejado medio muerto junto al camino.
Mientras
yacía en esta condición vino el sacerdote por ese camino; pero dirigió
tan sólo una mirada de soslayo al herido. Luego apareció el levita. Curioso por
saber lo que había acontecido, se detuvo y miró al doliente. Estaba convencido
de lo que debía hacer; pero no era un deber agradable. Deseaba no haber venido
por ese camino, para no haber necesitado ver al herido. Se persuadió de que el
caso no le concernía.
Estos
dos hombres pertenecían al oficio sagrado y profesaban exponer las Escrituras. Pertenecían
a la clase especialmente elegida para representar a Dios ante el pueblo. Se
debían “compadecer de los ignorantes y
extraviados” (Hebreos 5:2). A fin de guiar a los hombres al conocimiento
del gran amor de Dios hacia la humanidad.
LA
OBRA que estaban llamados a hacer era la misma que Jesús había
descrito como suya cuando dijo: "El
Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para
pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad
a los quebrantados."* (Lucas 4:18).
LOS ÁNGELES DEL
CIELO MIRAN LA ANGUSTIA DE LA FAMILIA DE DIOS EN LA TIERRA, y están
dispuestos a cooperar con los hombres para aliviar la opresión y el
sufrimiento.
EN SU
PROVIDENCIA,
Dios había guiado al sacerdote y al levita a lo largo del camino en 463 el cual
yacía el herido doliente, a fin de que pudieran ver que necesitaba misericordia
y ayuda. Todo el cielo observaba para ver si el corazón de esos hombres sería
movido por la piedad hacia el infortunio humano.
El Salvador era el que había instruido a los
hebreos en el desierto; desde la columna de nube y de fuego había enseñado una
lección muy diferente de la que el pueblo estaba recibiendo ahora de sus
sacerdotes y maestros.
LAS PROVISIONES Misericordiosas
De La Ley Se Extendían Aun A Los Animales Inferiores, que no pueden expresar
con palabras sus necesidades y sufrimientos. Por medio de Moisés se habían dado
instrucciones a los hijos de Israel al respecto: "Si encontrares el buey
de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del
que te aborrece caído debajo de su carga, ¿Le dejarás entonces desamparado? Sin
falta ayudarás con él a levantarlo." (Éxodo 23:4,5).
Pero
Mediante El Hombre Herido Por Los Ladrones, Jesús presentó el caso de un
hermano que sufría. ¡Cuánto más debieran haberse conmovido de piedad hacia él
que hacia una bestia de carga! Por medio de Moisés se les había advertido que
el Señor su Dios, era "Dios grande,
poderoso, y terrible," "que hace justicia al huérfano y a la viuda;
que ama también al extranjero." Por lo cual él ordenó: "Amaréis pues
al extranjero." "Ámalo como a ti mismo."* (Deuteronomio
10:17-19; Levítico 19:34).
JOB
HABÍA DICHO: "El extranjero no
tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante." Y cuando dos
ángeles en forma de hombres fueron a Sodoma, Lot, inclinándose con su rostro a
tierra, dijo: "Ahora, pues, mis
señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis." (Job
31:32; Génesis 19:2).
CON
TODAS ESTAS LECCIONES EL SACERDOTE Y EL LEVITA ESTABAN FAMILIARIZADOS, Pero No Las Ponían En Práctica. Educados
En La Escuela Del Fanatismo Nacional, Habían Llegado A Ser Egoístas, De Ideas
Estrechas, Y Exclusivistas.
Cuando miraron al hombre herido, no podían afirmar si
pertenecía a su nación o no. Pensaron que podía ser uno de los samaritanos, y
se alejaron. El doctor de la ley no vio en la conducta de ellos, tal como
Cristo la había descrito, nada contrario a lo que se le había enseñado
concerniente a los requerimientos de la ley.
PERO
LUEGO SE LE PRESENTÓ UNA NUEVA ESCENA: Un Samaritano, de viaje, vino a donde estaba el doliente, y 464 al verlo se compadeció
de él. No preguntó si el extraño era judío o gentil. Si fuera judío, bien sabía
el samaritano que, de haber sido los casos de ambos a la inversa, el hombre le
habría escupido en la cara y pasado de largo con desprecio. Pero no vaciló por
esto.
No
consideró que él mismo se exponía a la violencia al detenerse en ese
lugar. Le bastaba el hecho de que había delante de él un ser humano víctima de
la necesidad y el sufrimiento. Se quitó
sus propias vestiduras para cubrirlo. Usó para curar y refrescar al hombre herido
la provisión de aceite y vino que llevaba para el viaje.
Lo
alzó sobre su propia bestia y lo condujo lentamente a paso uniforme,
de modo que el extraño no fuera sacudido y sus dolores no aumentaran.
Lo
llevó a un mesón y lo cuidó durante la noche, vigilándolo con
ternura. Por la mañana, cuando el
enfermo había mejorado, el samaritano se propuso seguir su camino. Pero antes
de hacerlo, lo encomendó al huésped, pagó
los gastos y dejó un depósito en su favor; y no contento aún con esto, hizo
provisión para cualquier necesidad adicional, diciendo al mesonero:
"Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo
pagaré."
DESPUÉS
DE TERMINAR LA HISTORIA, JESÚS FIJÓ SUS OJOS EN EL DOCTOR DE LA LEY, con
una mirada que parecía leer su alma, y dijo: "¿Quién, pues, de estos tres
te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en manos de los ladrones?"
El doctor de la ley no quiso tomar, ni aun ahora, el nombre del samaritano en
sus labios, y contestó: "El que usó
con él de misericordia." Jesús dijo:
"Ve, y haz tú lo mismo."
ASÍ LA PREGUNTA: "¿Quién es mi prójimo?" está para
siempre contestada.
Cristo demostró que nuestro prójimo no es meramente quien
pertenece a la misma iglesia o fe que nosotros. No tiene que ver con distinción
de raza, color o clase.
Nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda.
Nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por
el adversario.
Nuestro prójimo es todo aquel que pertenece a Dios.
MEDIANTE
LA HISTORIA DEL BUEN SAMARITANO, Jesús pintó un cuadro
de sí mismo y de su misión.
El
hombre había sido engañado, estropeado, robado y arruinado por
Satanás, y abandonado para que pereciese; pero el Salvador se compadeció de 465
nuestra condición desesperada.
Dejó
su gloria, para venir a redimirnos. Nos halló a punto de morir, y se hizo
cargo de nuestro caso. Sanó nuestras heridas. Nos cubrió con su manto de
justicia.
Nos
proveyó un refugio seguro e hizo completa provisión para nosotros a sus
propias expensas.
Murió
para redimirnos. Señalando su propio ejemplo, dice a sus
seguidores: "Esto os mando: Que os
améis los unos a los otros." "Como os he amado, que también os améis
los unos a los otros."* (Juan 15:17; 13:34).
LA PREGUNTA Del Doctor De La Ley A Jesús Había Sido:
"¿Haciendo Qué Cosa Poseeré La Vida Eterna?"
Y JESÚS, reconociendo el amor a Dios y al hombre como la
esencia de la justicia, le había dicho: "Haz esto, y vivirás."
El Samaritano Había Obedecido Los Dictados De Un Corazón
Bondadoso Y Amante, Y Con Esto Había Dado Pruebas De Ser Observador De La Ley. Cristo
Le Ordenó Al Doctor De La Ley: "Ve, Y Haz Tú Lo Mismo."
Se espera que
los hijos de Dios hagan, y no meramente digan. "El que dice que está en él, debe
andar como él anduvo." (1 Juan 2:6).
La
Lección No Se Necesita Menos Hoy En El Mundo Que Cuando Salió De Los Labios De Jesús.
El
egoísmo y la fría formalidad casi han extinguido el fuego del amor y
disipado las gracias que podrían hacer fragante el carácter.
Muchos
de los que profesan su nombre han perdido de vista el hecho de que los
cristianos deben representar a Cristo.
A
menos que practiquemos el sacrificio personal para bien de otros,
en el círculo familiar, en el vecindario, en la iglesia, y en dondequiera que
podamos, cualquiera sea nuestra profesión, no somos cristianos.
Cristo
unió sus intereses con los de la humanidad, y nos pide que
nos identifiquemos con él para la salvación de la humanidad. "De gracia recibisteis --dice él,--
dad de gracia." (Mateo 10:8).
EL PECADO Es El
Mayor De Todos Los Males, Y Debemos Apiadarnos Del Pecador Y Ayudarle.
Son Muchos los que yerran
y sienten su vergüenza y desatino. Tienen hambre de palabras de aliento.
Miran Sus
Equivocaciones y errores hasta que casi son arrojados a la desesperación.
No debemos descuidar estas almas.
Si Somos
Cristianos,
no pasaremos de un lado, manteniéndonos tan lejos como nos sea posible de
aquellos que más necesitan nuestra ayuda.
Cuando veamos
un ser humano en 466 angustia, sea
por la aflicción o por el pecado, nunca diremos: Esto no me incumbe. "Vosotros que sois espirituales,
restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre." (Gálatas 6:1).
POR LA FE Y LA
ORACIÓN,
haced retroceder el poder del enemigo. Hablad palabras de fe y valor que serán
como bálsamo sanador para el golpeado y herido.
MUCHOS SON LOS QUE HAN DESMAYADO y están
desanimados en la gran lucha de la vida, cuando una palabra de bondadoso
estímulo los hubiera fortalecido para vencer.
NUNCA DEBEMOS PASAR JUNTO A UN ALMA que sufre sin tratar de impartirle el consuelo con el cual somos nosotros consolados por Dios.
TODO
ESTO NO ES SINO EL CUMPLIMIENTO DEL PRINCIPIO DE LA LEY --el principio
ilustrado en la historia del buen samaritano y manifestado en la vida de Jesús.
SU CARÁCTER
REVELA
el verdadero significado de la ley, y muestra qué es amar al prójimo como a
nosotros mismos. Y cuando los hijos de Dios manifiestan misericordia, bondad y
amor hacia todos los hombres, también atestiguan el carácter de los estatutos
del cielo. Dan testimonio de que "la
ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.'* (Salmos 19:7).
Y
CUALQUIERA Que Deja De Manifestar Este Amor Viola La Ley Que Profesa Reverenciar.
POR EL SENTIMIENTO que manifestamos hacia
nuestros hermanos, declaramos cuál es nuestro sentimiento hacia Dios.
EL
AMOR DE DIOS en el corazón es la única fuente de amor al prójimo.
"Si alguno
dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no
ama a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?"
Amados, "si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros, y su amor es
perfecto en nosotros." (1 Juan 4:20,12). 467
(Este capítulo 54. Está basado en San Lucas 10:25-37).
No hay comentarios:
Publicar un comentario