(Es Un MISTERIO para el raciocinio humano.
De como de padres y abuelos corruptos; puede surgir personas diametralmente
opuestos, o de padres piadosos; hijos impíos y corruptos. El caso de Asa es una de ellas).
Durante la mayor parte de este tiempo de apostasía en Israel, Asa gobernaba en el reino de Judá. Durante muchos años "hizo Asa lo bueno y lo recto en los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto ajeno, y los altos; quebró las imágenes, y taló los bosques; y mandó a Judá que buscasen a Jehová el Dios de sus padres, y pusiesen por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades 81 de Judá los altos y las imágenes, y estuvo el reino quieto delante de él." (2 Crón. 14: 2-5.)
La fe de Asa se vio
muy probada cuando "Zera Etíope con un ejército de mil millares, y
trescientos carros" (2 Crón. 14: 9) invadió su reino. En esa crisis, Asa
no confió en las "ciudades fuertes" que había construido en Judá, con
muros dotados de "torres, puertas, y barras," ni en los "hombres
diestros."(Vers. 6-8.) El rey confiaba en Jehová de los ejércitos, en cuyo
nombre Israel había obtenido en tiempos pasados maravillosas liberaciones.
Mientras disponía a sus fuerzas en orden de batalla, solicitó la ayuda de Dios.
Los ejércitos
oponentes se hallaban frente a frente. Era un momento de prueba para los que
servían al Señor. ¿Habían confesado todo pecado? ¿Tenían los hombres de Judá
plena confianza en que el poder de Dios podía librarlos? En esto pensaban los
caudillos. Desde todo punto de vista humano, el gran ejército de Egipto habría
de arrasar cuanto se le opusiera. Pero en tiempo de paz, Asa no se había
dedicado a las diversiones y al placer, sino que se había preparado para
cualquier emergencia. Tenía un ejército adiestrado para el conflicto. Se había
esforzado por inducir a su pueblo a hacer la paz con Dios, y llegado el
momento, su fe en Aquel en quien confiaba no vaciló, aun cuando tenía menos
soldados que el enemigo.
Habiendo buscado al
Señor en los días de prosperidad, el rey podía confiar en él en el día de la
adversidad. Sus peticiones demostraron que no desconocía el poder admirable de
Dios. Dijo en su oración: "Jehová, no tienes tú más con el grande que con
el que ninguna fuerza tiene, para dar ayuda. Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro,
porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh
Jehová, tú eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre." (Vers.
11.)
La
de Asa es una oración que bien
puede elevar
todo creyente cristiano.
Estamos empeñados en una guerra, no
contra carne ni sangre,
sino contra principados y potestades, y contra malicias espirituales en lo alto.
En el conflicto de la vida, debemos hacer
frente a los agentes malos que se han desplegado contra la justicia. Nuestra
esperanza no se concentra en el hombre, sino en el Dios vivo. Con la plena
seguridad de la fe, podemos contar con que él unirá su omnipotencia a los
esfuerzos de los instrumentos humanos, para gloria de su nombre. Revestidos de
la armadura de su justicia, podemos obtener la victoria contra todo enemigo.
La fe del rey Asa
quedó señaladamente recompensada. "Y Jehová deshizo los Etíopes delante de
Asa y delante de Judá; y huyeron los Etíopes. Y Asa, y el pueblo que con él
estaba, los siguió hasta Gerar: y cayeron los Etíopes hasta no quedar en ellos
aliento; porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército."
(Vers. 12, 13.)
Mientras los
victoriosos ejércitos de Judá y Benjamín regresaban a Jerusalén, "fue el
espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed; y salió al encuentro a Asa, y
díjole: Oídme, Asa, y todo Judá y Benjamín: Jehová es con vosotros, si vosotros
fuereis con él: y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le
dejareis, él también os dejará." "Esforzaos empero vosotros, y no
desfallezcan vuestras manos; que salario hay para vuestra obra." (2 Crón.
15:1, 2, 7.) Muy alentado por
estas palabras, Asa no tardó en iniciar una segunda reforma en Judá. "Quitó las abominaciones de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las
ciudades que él había tomado en el monte de Ephraim; y reparó el altar de
Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová.
"Después hizo
juntar a todo Judá y Benjamín, y con ellos los extranjeros de Ephraim, y de
Manasés, y de Simeón: porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que
Jehová su Dios era con él. Juntáronse
pues en Jerusalem en el mes tercero del año décimoquinto del reinado de
Asa. Y en aquel mismo día sacrificaron a
Jehová, de los despojos que habían traído, setecientos bueyes y siete mil
ovejas. Y entraron en concierto de que
buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de 83 todo su corazón y de toda su
alma . . . . Y fue hallado de ellos; y
dióles Jehová reposo de todas partes." (Vers. 8-12, 15.)
LOS
LARGOS ANALES DE UN SERVICIO FIEL PRESTADO POR ASA quedaron manchados por algunos errores cometidos en ocasiones
en que no puso toda su confianza en Dios. Cuando, en cierta ocasión, el rey de
Israel invadió el reino de Judá y se apoderó de Rama, ciudad fortificada
situada a tan sólo ocho kilómetros de Jerusalén, Asa procuró su liberación
mediante una alianza con Ben - adad, rey de Siria. Esta falta de confianza en
Dios solo en un momento de necesidad fue reprendida severamente por el profeta
Hanani, quien se presentó delante de Asa con este mensaje:
"Por cuanto te
has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el
ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los Etíopes y los Libios, ¿no eran un
ejército numerosísimo, con carros y muy mucha gente de a caballo? con todo, porque te apoyaste en Jehová él los
entregó en tus manos. Porque los ojos de
Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón
perfecto para con él. Locamente has
hecho en esto; porque de aquí adelante habrá guerra contra ti." (2 Crón.
16: 7-9.)
En vez de humillarse
delante de Dios por haber cometido este error, "enojado Asa contra el
vidente, echólo en la casa de la cárcel, porque fue en extremo conmovido a
causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo algunos del pueblo." (Vers.
10.)
"El año treinta
y nueve de su reinado enfermó Asa de los pies para arriba, y en su enfermedad
no buscó a Jehová, sino a los médicos." (Vers. 12.) El rey murió el
cuadragésimo primer año de su reinado y le sucedió Josafat, su hijo. PR EGW
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