¡UN CASO A CONSIDERAR SERIAMENTE!
*Cuando vemos historias como el caso del joven que nació ciego en Juan capítulo 9. O en Ezequiel 18:20.
Decimos: ¡no existe la maldición generacional! Eso decimos porque solo leímos esa parte de la biblia que nos influenciaron los predicadores de turno. Pero no escarbamos más por iniciativa propia. Y el caso siguiente es uno de las pruebas que a veces los hijos tienen que llevar los pecados de los padres.
LOS TRES AÑOS DE HAMBRE DE LOS GABAONITAS CESAN CUANDO AHORCAN A SIETE HIJOS DE SAÚL.
1 HUBO hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas.
2 Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.)
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?
4 Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré.
5 Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminamos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel,
6 dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
7 Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
8 Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a cinco hijos de Mical hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita,
9 y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada.
BONDAD DE RIZPA MANIFESTADA
HACIA LOS MUERTOS.
10 Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.
11 Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl.
DAVID ENTIERRA LOS HUESOS DE SAÚL
Y JONATÁN EN EL SEPULCRO DE SU PADRE.
12 Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa;
13 e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y recogieron también los huesos de los ahorcados.
14 Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su padre;
e hicieron todo lo que el rey había mandado.
Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
2 Samuel 21.
*1. Hubo hambre.
Literalmente, "y hubo un hambre".
En los días de David.
Esta frase es demasiado vaga para llegar a la conclusión de que esa hambre debe haberse producido inmediatamente después de los acontecimientos del cap. 20. No hay manera de ubicar exactamente dicha hambre. No hay razón alguna para dudar de que fue una de las dificultades que acosaron a David cerca del fin de su reinado, aunque podría haber acontecido en cualquier tiempo después de que David fue bondadoso con Mefi-boset, el hijo de Jonatán (vers. 7). No todos los acontecimientos del reinado de David se registran en un orden estrictamente cronológico.
Y DAVID Consultó a Jehová.
David supuso que debía haber alguna razón para esta hambre. El Señor había dicho a su pueblo que si le era desobediente, él retendría sus bendiciones (Deut. 28: 15, 23, 24), y ahora David inquirió del Señor la razón de esa calamidad.
POR CAUSA DE SAUL QUE MATO A LOS GABAONITAS.
Este es el registro del crimen de Saúl con los gabaonitas. En el tiempo de la conquista de Canaán, mediante un engaño los gabaonitas habían logrado hacer alianza con Josué. Según ese pacto se debía permitir que vivieran con Israel, pero en un estado de servidumbre (Jos. 9: 3-27).
2. Los amorreos.
Según Jos. 9: 7; 11: 19, los habitantes de Gabaón eran heveos, pueblo que en muchas enumeraciones de los habitantes autóctonos de Palestina se consigna como separado de los amorreos (Gén. 10: 16, 17; Jos. 9: 1; 11: 3; 12: 8). Pero el término "amorreo" se usa con frecuencia en un sentido más abarcante, más o menos como un equivalente de "cananeo", aplicándose a cualquiera de los habitantes de Canaán (Gén. 15: 16; Deut. 1: 27). "Amorreos" a veces indica más específicamente a los habitantes de la zona montañosa de Palestina para distinguirlos de los cananeos de la llanura (Núm. 13: 29; Deut. 1: 7, 20). Los heveos estarían, pues, incluidos en esta última acepción de "amorreos", como moradores de la Canaán montañosa.
A los cuales ... habían hecho juramento.
Ver Jos. 9: 15, 19-21. Josué, junto con los príncipes de la congregación, había hecho un solemne juramento de que los gabaonitas no serían muertos sino que se les permitiría habitar en el país. Los dirigentes de Israel se consideraban obligados por ese solemne juramento, y por eso se daban cuenta de que inevitablemente se producirían graves consecuencias si violaban el juramento.
Por los hijos de Israel.
Saúl no participó solo en esta falta. Como rey de Israel, actuaba con el pueblo y en su nombre. Sin duda el pueblo simpatizó con él en su campaña para exterminar a los gabaonitas, y de ese modo la culpabilidad descansó tanto sobre él como sobre el rey.
Esto explicaría por qué permitió el Señor que el castigo del crimen de Saúl cayera sobre David y sobre su pueblo. Toda la nación estuvo implicada en la violación del solemne juramento pronunciado por Josué y los príncipes de la congregación más de 400 años antes. Bajo el manto del celo nacionalista de Saúl se albergaba un espíritu de egoísmo, orgullo y arrogancia que era completamente ajeno a la humildad, el desinterés y la altura de propósitos que Dios requería de sus hijos.
3. Qué satisfacción os daré.
"Cómo puedo aplacaros" (BJ). David debiera haber dirigido esta pregunta a Dios así como lo había hecho en cuanto a la causa del hambre. El registro no dice que David llevó el asunto al Señor ni afirma que lo que demandaban los gabaonitas y lo que David llevó a cabo en respuesta estuviera en armonía con lo que Dios había requerido, a fin de rectificar la situación.
La falta de Saúl había sido una grave tergiversación de la religión de Jehová. Su proceder quizá reflejaba el modo de pensar de la mayoría de los israelitas, quienes aún después de la muerte de Saúl continuaron mostrando hostilidad a esos extranjeros que estaban en medio de ellos y a quienes habían prometido proteger. Era importantísimo que se vindicara la religión de Dios. No se revela con exactitud lo que Dios habría demandado para lograr este fin.
Uno de los principales propósitos al confesar las faltas a los que han sido perjudicados es anular hasta donde sea posible la mala influencia del delito. Hay quienes se han desanimado completamente y sus almas se han perdido como resultado de los errores de sus prójimos. El deber de los que han sido una piedra de tropiezo es tratar de eliminar la causa de la falta hasta donde les sea posible.
Bendigáis la heredad.
A menos que se eliminara la falta cometida contra los gabaonitas, Israel no podría esperar la bendición del Señor. Por lo tanto, si se expiaba la falta contra los gabaonitas, ese pueblo sería el medio para que retornaran las bendiciones a la nación israelita.
4. Sobre plata ni sobre oro con Saúl.
El asolamiento de los gabaonitas quizá implicó la confiscación de sus propiedades. Correspondía que se les devolviera lo que se les había quitado, en un esfuerzo sincero para efectuar una verdadera restitución. Sin embargo, los gabaonitas insistieron en que no les importaban los bienes materiales, y que estaban dispuestos a renunciar a su restitución.
Que muera hombre de Israel.
Como nación, Israel era responsable por la matanza de los gabaonitas a manos de Saúl. Pero en su conjunto no se iba a pedir que el pueblo pagara el precio de la sangre que había sido derramada. Los gabaonitas opinaban que la culpa debía recaer principalmente sobre la casa de Saúl, y que en ella debía hacerse la expiación.
5. Nos destruyó.
Saúl debe haber provocado un gran asolamiento entre los gabaonitas. Tal vez casi todos fueron destruidos, y sólo quedó un residuo quizá esparcido aquí y allá en todo el país. Puesto que Saúl era el principal responsable de este crimen, los gabaonitas pedían que su casa sufriera el castigo.
6. Los ahorquemos.
Los gabaonitas pueden haber tenido en cuenta el hecho registrado en Núm. 25: 4, cuando las cabezas de los culpables del delito de Baal-peor fueron colgadas "ante Jehová" para que "el ardor de la ira de Jehová" se apartara "de Israel". Sin embargo, el caso ahora era diferente, porque en vez de castigar a los culpables mismos se castigaba a sus descendientes que no tenían la culpa.
Gabaa.
En la LXX se lee "Gabaón", que algunos consideran lo correcto. Sin embargo, hay buenas razones para aceptar el texto hebreo, pues Saúl provenía de Gabaa (1 Sam. 10: 26; 11: 4). Parecería adecuado que la expiación del crimen de Saúl se hiciera en el hogar de sus antepasados. Es cierto que en ese tiempo había un santuario nacional en Gabaón, el lugar donde entonces estaba el tabernáculo y donde ofrecían sus sacrificios los israelitas (1 Rey. 3: 4; 1 Crón. 16: 39, 40; 2 Crón. 1: 3); pero no hay razón para suponer que la ejecución de estos descendientes de Saúl fuera considerada como un sacrificio humano propiciatorio y que, por lo tanto, debía realizarse en Gabaón, como si hubiera sido más aceptable allí.
7. Por el juramento de Jehová.
Ver 1 Sam. 18: 3; 20: 12-27. El juramento solemne que David había formulado ante Jonatán requería que se exceptuase al hijo de éste de la venganza exigida por Gabaón. Puesto que la violación del juramento solemne que los caudillos de Israel hicieron con los gabaonitas (Jos. 9: 15, 19-21) había provocado esa gran calamidad que sobrevino sobre Israel, David debe haber sido particularmente cuidadoso de que no hubiera una violación de lo que había prometido a Jonatán bajo juramento.
8. Dos hijos de Rizpa.
Rizpa era una de las concubinas de Saúl, con quien fue acusado Abner de haber cometido adulterio (cap. 3: 7).
Los cuales ella había tenido.
El problema aquí estriba en que Adriel fue el esposo de Merab y no de Mical (1 Sam. 18: 19). La solución más sencilla parece ser la aceptación del texto de dos manuscritos hebreos: una de las revisiones críticas de la LXX y la versión Siriaca, donde se lee "Merob", en vez de "Mical". Merab fue la que primero debió ser dada a David, pero en cambio fue dada a Adriel, y David recibió a Mical (1 Sam. 18: 20-27). A menos que Mical hubiera tenido hijos de su esposo Palti (1 Sam. 25: 44), murió sin hijos.
(2 Sam. 6: 23).
9. Al comenzar la siega de la cebada.
Esto venía inmediatamente después de la pascua (Lev. 23: 10, 11, 14), a mediados o fines de abril.
10. Tomó una tela de cilicio.
Quizá el cilicio fue desplegado como una tienda para formar un rústico albergue para Rizpa durante su larga vigilia.
Hasta que llovió.
La estación seca habitual 696 de Palestina duraba desde la primavera hasta el otoño. En condiciones normales no llovía durante ese período (ver pág. 113). No se nos dice si entonces cayó una lluvia a destiempo para poner fin a la sequía que había sido la causa de los tres años de hambre. La cosecha de trigo seguía a la de cebada (Exo. 9: 31, 32; Rut 1: 22; 2: 23), y la lluvia era rarísima durante esa estación (1 Sam. 12: 17, 18; Prov. 26: 1). El registro de este hecho indica que Rizpa veló celosamente durante largo tiempo.
Ninguna ave del cielo.
Los cuerpos de los muertos quedaron expuestos a las inclemencias del tiempo. Por regla general, los cadáveres de los que eran así ejecutados debían ser sepultados el día en que se los ahorcaba (Deut. 21: 22, 23), pero en este caso es evidente que los cuerpos quedaron a la intemperie, tal vez hasta que una lluvia pusiera de manifiesto que Dios no retenía más sus bendiciones. En el Oriente, un cuerpo abandonado a la intemperie casi inmediatamente se convertía en presa de bestias feroces o de bandadas de buitres (ver 1 Sam. 17: 44, 46; 1 Rey. 14: 1 1; 16: 4; 21: 23, 24; Mat. 24: 28). A través de toda esa larga prueba, día y noche, Rizpa veló con todo celo por los cuerpos de sus hijos.
12. Huesos de Saúl.
El tierno celo de Rizpa movió a David a mostrar respeto por los descendientes de Saúl (ver vers. 13). Deseando mostrar que no albergaba enemistad alguna contra el rey anterior, David trajo los huesos de Saúl y de Jonatán de Jabes de Galaad y les dio una honrosa sepultura en el antiguo sepulcro familiar.
La plaza.
Literalmente, "el amplio lugar abierto". Según 1 Sam. 31: 10-12, los filisteos colgaron los cuerpos de Saúl y de sus hijos "en el muro de Bet-sán", sin duda en la sección de la muralla que daba frente a la plaza pública. De ese lugar fueron rescatados, durante la noche, por los hombres de Jabes de Galaad (1 Sam. 31: 11-13).
14. Zela.
Población de Benjamín (Jos. 18: 28). Todavía no se ha identificado, pero tal vez estaba cerca de Gabaa, morada ancestral de Saúl.
Dios fue propicio.
Hay expresiones similares en 2 Sam. 24: 25; Gén. 25: 21; Isa. 19: 22. Por el hecho de que el texto declara que "Dios fue propicio", no es necesario llegar a la conclusión de que David siguió el plan de Dios para expiar la iniquidad de Saúl. El Señor podía justipreciar un acto teniendo en cuenta la sinceridad del corazón que lo impulsó, aunque condenara el acto en sí mismo. 2 CBA.
*Entonces, es importante analizar cómo estamos viviendo hoy. Porque pueden llevar las consecuencias nuestros hijos en el futuro.
Que Dios, nos dé su gracia para vivir sin hacer daño
a nadie, y vivamos solo haciendo
y procurando el bien. amen.
Ministerio Hno. Pio
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