viernes, noviembre 23, 2018

CONSEJOS SOBRE MAYORDOMÍA CRISTIANA (EGW) SECCIÓN V. MAYORDOMOS DE LA RIQUEZA.


28. LA RIQUEZA ES UN TALENTO CONFIADO.
Los seguidores de Cristo no deben despreciar la riqueza, sino que deben considerarla como un talento que el Señor les ha confiado. Mediante el uso acertado de sus dones, pueden beneficiarse eternamente, pero debemos recordar que Dios no nos ha dado riqueza para que la empleemos a nuestro capricho, para complacer los impulsos, para prodigarla o retenerla como nos plazca.  No debemos usar las riquezas en forma egoísta, dedicándolas simplemente a obtener nuestra felicidad.  Esta conducta no sería justa con respecto a Dios ni a nuestros semejantes, y terminaría por producir tan sólo confusión y dificultad. . .

El mundo favorece a los ricos y los considera de mayor valor que el honrado hombre pobre; pero los ricos están desarrollando su carácter de acuerdo con la forma como utilizan los dones que se les han confiado.  Están poniendo en evidencia si será seguro o no confiarles las riquezas eternas.  Tanto los pobres como los ricos están decidiendo su destino eterno y probando si son súbditos idóneos para la herencia de los santos en luz.  Los que destinan sus riquezas a un uso egoísta en este mundo están revelando atributos de carácter que demuestran lo que harían si tuvieran mayores ventajas, y si poseyeran las riquezas imperecederas del reino de Dios.  Los principios egoístas ejercidos en la tierra no son los principios que prevalecerán en el cielo.  Todos los hombres están en un plano de igualdad en el cielo. . .

¿Por qué se llama a las riquezas un inicuo Mamón? Es porque Satanás utiliza los tesoros mundanales para entrampar, 140 seducir y engañar a las almas, con el fin de llevarlas a la ruina.  Dios ha dado instrucciones acerca de la manera como se deben utilizar sus bienes para aliviar las necesidades de la humanidad sufriente, para promover su causa, para edificar su reino en el mundo, para enviar misioneros a las regiones lejanas y para proclamar el conocimiento de Cristo en todas partes del mundo.  Si los medios que Dios ha confiado no se emplean en esa forma,  ¿no juzgará Dios debido a esas cosas?  Se deja que las almas perezcan en sus pecados mientras los miembros de iglesia que pretenden ser cristianos están utilizando los recursos sagrados de Dios en la gratificación de apetitos impíos y en la complacencia del yo.

COMO SE DESPERDICIAN LOS RECURSOS
¡Qué enorme cantidad del capital confiado por Dios se gasta en la compra de tabaco, cerveza y licor! Dios ha prohibido todas estas complacencias porque destruyen el organismo humano.  La complacencia en estas cosas hace que se sacrifique la salud y que se ofrezca la vida misma sobre el altar de Satanás.  Los apetitos pervertidos debilitan el cerebro, de manera que los hombres no pueden pensar con agudeza y claridad y trazar planes que tengan éxito en los asuntos temporales; y mucho menos pueden dedicar un intelecto cultivado en sus transacciones religiosas.  Son incapaces de discernir las cosas sagradas y eternas que están por encima de las que son comunes y temporales.
Satanás ha inventado muchas formas de dilapidar los medios que Dios ha dado.  Los juegos de naipes, las apuestas, los juegos de azar, las carreras de caballos y las representaciones teatrales son invenciones suyas, y él ha inducido a los hombres a promover estas diversiones con tanto celo como si estuvieran ganándose la preciosa dádiva de la vida eterna.  Los hombres gastan sumas inmensas en estos placeres prohibidos, y como resultado su capacidad, que 141 ha sido comprada con la sangre del Hijo de Dios, es degradada y corrompida.  Las facultades físicas, morales y mentales que se han recibido de Dios y que pertenecen a Cristo, son utilizadas celosamente al servicio de Satanás y para alejar a los seres humanos de la justicia y la santidad.
Se inventa toda clase de cosas para apartar la mente de lo que es noble y puro, y ya casi se ha alcanzado el límite del tiempo cuando los habitantes del mundo llegarán a ser tan corruptos como eran los habitantes de la tierra antes del diluvio. . .

COMO EN LOS DÍAS DE NOÉ
Si contemplamos el panorama de los días anteriores al diluvio, y si luego dirigimos nuestra atención a los hábitos y prácticas de la sociedad de hoy, veremos que nuestro mundo está madurando rápidamente para las plagas de los días finales.  Los hombres han corrompido la tierra por su conducta pecaminosa.  Satanás está jugando el juego de la vida por las almas de los hombres.  Los que ponen en práctica las palabras de Cristo encontrarán que deberán velar y orar continuamente a fin de no caer en tentación.
Al parecer muchos no aprecian el hecho de que el dinero que gastan innecesariamente en diversiones que no hacen más que afligir el alma y colocar el fundamento de la corrupción moral, es dinero que pertenece al Señor.  Los que utilizan el dinero con fines de complacencia egoísta están deleitando y glorificando al enemigo de toda justicia.  Si volvieran sus corazones a Dios emplearían su dinero para bendecir y elevar a sus semejantes, para aliviar la pobreza y el sufrimiento.  En nuestro mundo reinan la inanición, la desnudez, la enfermedad y la muerte;  ¡y sin embargo cuán pocos disminuyen su extravagancia pecaminosa! Satanás está inventando todo lo que puede a fin de mantener a los hombres bien ocupados para que no tengan tiempo de considerar esta pregunta:  "¿Cómo está mi alma?" 142

EL INTERÉS DE CRISTO EN LA HUMANIDAD
El dueño de todos nuestros tesoros terrenales vino al mundo en forma humana.  El Verbo fue hecho carne y moró entre nosotros.  No podemos apreciar cuán profundamente interesado está él en la humanidad.  El conoce el valor de cada alma.  ¡Con cuánta aflicción fue agobiado cuando vio su herencia adquirida hechizada por las invenciones satánicas!
La única satisfacción que Satanás obtiene al jugar el partido de la vida por las almas de los hombres, es la satisfacción que deriva hiriendo el corazón de Cristo.  Aunque él era rico, se hizo pobre por amor a nosotros, para que mediante esa pobreza llegásemos a ser ricos.  Sin embargo en vista de este gran hecho, la mayoría de los habitantes del mundo permite que las posesiones terrenas eclipsen las atracciones celestiales.  Colocan sus afectos en las cosas mundanales y se alejan de Dios.  Cuán lastimoso pecado es que los hombres no despiertan a la realidad y comprendan cuán necio es permitir que los afectos desordenados por las cosas terrenales expulsen el amor de Dios del corazón.  Cuando el amor a Dios es expulsado, el amor al mundo surge rápidamente y llena el vacío. Solamente el Señor puede limpiar el templo del alma de la contaminación moral.
Jesús dio su vida por la vida del mundo, y estima al hombre en un valor infinito.  Desea que el hombre se aprecie a sí mismo y considere su bienestar futuro.  Si los ojos se mantienen puros todo el cuerpo estará lleno de luz.  Si la visión espiritual es clara, se considerará a las realidades eternas en su verdadero valor y la contemplación del mundo eterno añadirá nuevos goces a este mundo.
El cristiano estará lleno de gozo en la medida en que sea un mayordomo fiel de los bienes de su Señor.  Cristo anhela salvar a cada hijo e hija de Adán.  Levanta su voz en advertencia a fin de romper el hechizo que ha unido las almas en cautividad a la esclavitud del pecado.  El ruega 143 a los hombres que se alejen de su infatuación. Les hace contemplar el mundo más noble y les dice: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen" (Mat. 6: 19).

LAS TENTACIONES SUTILES
Cristo ve el peligro; conoce las tentaciones sutiles y el poder del enemigo, porque ha experimentado las tentaciones de Satanás.  El dio su vida para proporcionar un período de prueba para los hijos y las hijas de Adán.  Teniendo ante ellos el resultado de la desobediencia de Adán y de las transgresiones, con una luz más abundante que brilla sobre ellos, son invitados a acudir a Cristo para hallar descanso para sus almas.  Pero cuanto más grande sea la luz y más clara la señal de peligro, tanto mayor será la condenación para los que se apartan de la luz para ir a las tinieblas. Las palabras de Cristo son demasiado serias en sus implicaciones para ser descartadas.
Los hombres parecen estar movidos por un deseo insano de obtener posesiones terrenas.  Practican toda clase de falta de honradez para acumular riquezas.  Los hombres practican sus negocios con un celo intenso como si el éxito en esta línea constituyera una garantía para ganar el cielo.  Atan el capital que el Señor les ha confiado en bienes mundanos, y no hay recursos para promover el reino de Dios en el mundo aliviando la aflicción mental y física de los habitantes del planeta.  Muchos cristianos profesos no acatan la orden de Cristo cuando dijo: "Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mat. 6: 20, 21).
El Señor no obligará a los hombres a obrar con justicia, a amar la misericordia y andar humildemente delante de Dios; pone el bien y el mal ante los instrumentos humanos, y establece claramente cuál será el resultado de seguir el 144 uno o el otro.  Cristo nos invita diciendo: "Sígueme".  Pero nunca se nos fuerza a seguir en pos de sus pisadas.  Si no andamos en sus pisadas, es porque esto constituye el resultado de una elección deliberada.  A medida que contemplamos la vida y el carácter de Cristo, surgen en nosotros fuertes deseos de ser como él en nuestro carácter; y proseguimos en conocer al Señor, y en saber que como el alba está dispuesta su salida.  Entonces comenzamos a comprender que  "la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov. 4: 18).
RH, marzo 31, 1896.

LA ADQUISICIÓN DE RIQUEZAS NO ES UN PECADO
La Biblia no condena al rico por el hecho de ser rico; tampoco declara que la adquisición de riquezas sea un pecado, ni dice que el dinero es la raíz de todo mal.  Todo lo contrario, las Escrituras declaran que Dios es el que da el poder para conseguir riquezas. Esta habilidad es un talento precioso si se lo consagra a Dios y se lo emplea para promover su causa.  La Biblia no condena el genio ni el arte, porque éstos proceden de la sabiduría que Dios imparte.  No podemos hacer que el corazón sea más puro o más santo cubriendo el cuerpo de cilicio o privando el hogar de todo lo que proporciona comodidad, gusto o conveniencia.
Las Escrituras enseñan que la riqueza es una posesión peligrosa únicamente cuando se la hace competir con el tesoro inmortal.  Se convierte en una trampa cuando lo mundano y lo temporal absorben los pensamientos, los afectos y la devoción que Dios reclama para sí.  Los que cambian el eterno peso de gloria por un poco de brillo del oropel del mundo, las moradas eternas por una casa que puede ser suya en el mejor de los casos tan sólo durante unos pocos años, están realizando una elección insensata.  Tal fue el cambio realizado por Esaú cuando vendió su primogenitura 145 por un plato de comida; por Balaam cuando rechazó el favor de Dios por la recompensa del rey de Madián; por Judas cuando traicionó al Señor de gloria por treinta piezas de plata.
La Palabra de Dios denuncia el amor al dinero como la raíz de todos los males.  El dinero en sí mismo es el don de Dios al hombre, para que éste lo utilice con fidelidad en su servicio.  Dios bendijo a Abrahán y lo enriqueció con ganado, plata y oro.  Y la Biblia declara, como una evidencia del favor divino, que Dios dio a David, Salomón, Josafat y Ezequías muchas riquezas y honor.
Tal como ocurre con otros dones de Dios, la posesión de riquezas produce un aumento de responsabilidad y tiene sus tentaciones peculiares.  Cuántos hay que en la adversidad han permanecido fieles a Dios pero que han caído bajo las deslumbrantes seducciones de la prosperidad.  Con la posesión de riquezas se pone de manifiesto la pasión dominante de una naturaleza egoísta. El mundo está maldecido hoy por la desgracia de la codicia y los vicios de la complacencia de los adoradores de Mamón.-RH, mayo 16, 1882.

HAY NECESIDAD DE TALENTOS FINANCIEROS
Los que pertenecen a las clases sociales más elevadas de la sociedad deben ser buscados con tierno afecto y consideración fraternal.  Esas clases han sido muy descuidadas.  Es la voluntad del Señor que los hombres a quienes él ha confiado oigan la verdad en una forma diferente de como la han oído en lo pasado.  Hombres de negocio que ocupan cargos de responsabilidad, hombres con grandes facultades inventivas y penetración científica y hombres de genio deben encontrarse entre los primeros que han de escuchar el llamamiento del Evangelio.
En el mundo hay hombres que poseen una capacidad de organización dada por Dios, a quienes se necesita en la 146 promoción de la obra para estos tiempos finales.  No todos son predicadores, pero se necesitan hombres que puedan encargarse de la administración de las instituciones que cuentan con industrias, hombres que puedan actuar como dirigentes y educadores en nuestras asociaciones.  Dios necesita a hombres que puedan mirar hacia el futuro y ver lo que debe hacerse, hombres que puedan actuar como financistas fieles, hombres que permanezcan firmes como una roca de parte de los principios en la crisis actual y en los peligros futuros que puedan presentarse. 
RH, mayo 8, 1900. 147

29. MÉTODOS PARA ADQUIRIR RIQUEZAS.
Hay personas, aun entre los adventistas del séptimo día, que están bajo la reprensión de la Palabra de Dios, debido a la forma en que obtuvieron sus propiedades y las usan, actuando como si las poseyeran, como si las hubieran creado, sin tener una consideración por la gloria de Dios, y sin una ferviente plegaria para ser dirigidos en la manera de adquirirlas o usarlas.  Están haciendo una serpiente, que los morderá como víbora.
Dios dice con respecto a su pueblo:  "Mas su negociación y su ganancia será consagrada a Jehová:  no se guardará ni se atesorará".  Pero muchos que profesan creer la verdad no quieren que Dios esté en sus pensamientos, más de lo que los antediluvianos o sodomitas lo querían.  Un pensamiento sensato de Dios, despertado por el Espíritu Santo, destruiría todos sus planes. El yo, el yo, el yo, ha sido su dios, su alfa y su omega.
Los cristianos están seguros tan sólo al adquirir dinero en la forma en que Dios lo indica, y al usarlo en las maneras en que él los puede bendecir.  Dios nos permite usar sus bienes con el único propósito de glorificarlo, a fin de que sean una bendición para nosotros, de manera que seamos una bendición para los demás.  Los que han adoptado la máxima del mundo, y descartado las especificaciones de Dios, los que se posesionan de todo lo que pueden obtener en materia de sueldos o bienes, son pobres, ciertamente pobres, porque la ira de Dios está sobre ellos.  Andan por sendas 148 que ellos mismos han escogido, y deshonran a Dios, la verdad, su bondad, su misericordia, su carácter.
Ahora, en el tiempo de gracia, estamos todos en un período de prueba.  Satanás trabaja con sus encantos y sus cohechos engañosos, y algunos pensarán que por medio de sus planes han hecho una especulación admirable.  Pero he aquí que, cuando pensaban que estaban levantándose con seguridad y se elevaban a sí mismos en el egoísmo, descubrieron que Dios puede desparramar más rápidamente de lo que ellos pueden juntar.- TM 340, 341.

INTEGRIDAD EN LOS NEGOCIOS
Si tratamos a nuestros semejantes con falta de honradez en las cosas pequeñas, o defraudándolos en cosas más abiertas, trataremos con Dios en la misma forma.  Los que persisten en la falta de honradez llevarán a cabo sus principios hasta que engañen a sus propias almas y pierdan el cielo y la vida eterna.  Sacrificarán el honor y la religión por una pequeña ventaja mundana.  Hay tales hombres en nuestras propias filas, y tendrán que experimentar lo que significa nacer de nuevo, o no podrán ver el reino de Dios.  La honradez debe marcar cada acción de nuestra vida.  Los ángeles celestiales examinan el trabajo que ha sido puesto en nuestras manos, y donde nos hemos alejado de los principios de la verdad, estampan en los registros la expresión "hallados faltos".
Jesús dijo: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan" (Mat. 6: 19). Tesoros son aquellas cosas que absorben la mente, y captan la atención excluyendo a Dios y a la verdad.

El amor al dinero, que impulsa a la adquisición de tesoros terrenos, fue la pasión dominante de la época judía.  

Las consideraciones superiores y eternas fueron subordinadas a la adquisición de riquezas e influencia mundanales.  La 149 mundanalidad usurpó el lugar de Dios y de la religión en el alma.  El deseo avaro de riqueza ejerció una influencia tan fascinante y hechizadora sobre la vida, que produjo como resultado la perversión de la nobleza y la corrupción de la humanidad de los hombres, hasta que se ahogaron en la perdición.  Nuestro Salvador dio una advertencia definida contra el amontonamiento de tesoros en la tierra.
Todos los ramos comerciales y la gran diversidad de empleos están bajo la mirada de Dios; y cada cristiano ha recibido la capacidad de hacer algo en la causa del Maestro.  Sea que los hombres trabajen en el campo, en el almacén o en la oficina, serán hechos responsables por Dios del uso sabio y honrado de sus talentos.  Son tan responsables por su trabajo, como lo es el ministro que trabaja con la Palabra y la doctrina.  Si los hombres adquieren bienes en una forma que no es aprobada por la Palabra de Dios, los consiguen sacrificando los principios de la honradez.  Un deseo excesivo por conseguir ganancias inducirá hasta a los seguidores profesos de Cristo a imitar las costumbres del mundo.  Estos serán influenciados hasta el punto de deshonrar su religión al engañar en los negocios, al oprimir a la viuda y al huérfano, y al privar de su derecho al forastero.-RH, sept. 18, 1888.

INTELIGENCIA Y PUREZA EN CADA TRANSACCIÓN
Santidad a Jehová, fue la gran característica de la vida que el Redentor vivió en la tierra, y es su voluntad que esto mismo caracterice las vidas de sus seguidores.  Sus obreros deben trabajar con desprendimiento y fidelidad, y con referencia a la utilidad e influencia de todos los demás obreros.  La inteligencia y la pureza deben señalar toda su obra, y todas sus transacciones comerciales.  Él es la luz del mundo.  En su obra no deben haber rincones oscuros donde se practiquen fraudulencias.  La injusticia es sumamente desagradable para Dios.-RH, junio 24, 1902. 150

LA TENTACIÓN RESISTIDA
Dios es muy escrupuloso en su deseo de que todos los que profesan servirle manifiesten la superioridad de los principios correctos.  Cada verdadero seguidor de Cristo considerará todas sus transacciones comerciales como una parte de su religión, así como la oración constituye una parte de su religión. . .
Satanás está ofreciendo a cada alma los reinos de este mundo como recompensa si es que ellos quieren llevar a cabo su voluntad. Esto constituyó el gran atractivo que le presentó a Cristo en el desierto de la tentación.  Y asimismo dice a muchos seguidores de Cristo: Si quieres seguir mis métodos comerciales te recompensaré con riqueza.  Cada cristiano en algún momento se ve confrontado con la prueba que revelará sus puntos débiles de carácter.  Si resiste la tentación ganará victorias preciosas.  Debe elegir si quiere servir a Dios o convertirse en un seguidor del engañador y en un adorador de él.-ST, feb. 24, 1909.

EL REGISTRO EN EL LIBRO MAYOR
Las costumbres del mundo no constituyen el criterio que debe seguir el cristiano.  Este último no ha de imitar a aquél en sus prácticas injustas, en su codicia ni en sus extorsiones.  Todo acto injusto contra un semejante es una violación de la regla de oro.  Todo perjuicio ocasionado a los hijos de Dios se hace contra Cristo mismo en la persona de sus santos.  Toda tentativa de aprovecharse de la ignorancia, debilidad o desgracia de los demás, se registra como fraude en el libro mayor del cielo.  El que teme verdaderamente a Dios preferirá trabajar noche y día y comer su pan en la pobreza antes que satisfacer un afán de ganancias que oprimiría a la viuda y a los huérfanos, o despojaría al extraño de su derecho.
El menor desvío de la rectitud quebranta las barreras y prepara el corazón para cometer mayores injusticias.  En 151 la medida en que un hombre esté dispuesto a sacar ventajas para sí de las desventajas de otro, se vuelve su alma insensible a la influencia del Espíritu de Dios.  La ganancia obtenida a un costo tal es una terrible pérdida. PR 481, 482.

EL SACRIFICIO DE LOS PRINCIPIOS
Con frecuencia vemos a hombres que ocupan posiciones elevadas, como seguidores de Cristo, pero que han hecho naufragar su fe. Encuentran una tentación y sacrifican los principios y sus ventajas religiosas para obtener un codiciado tesoro mundanal.  Muerden el anzuelo de Satanás.  Cristo venció y con esto hizo posible que el hombre también pudiera vencer; pero el hombre se coloca bajo la dirección del dios de este mundo y se aparta del estandarte de Jesucristo para ir a las filas enemigas.  Dedica todas sus facultades a la obtención de ganancias y adora a otros dioses antes que al Señor.
El hombre mundano no se conforma con tener suficiente para vivir, ni siquiera con la abundancia.  Siempre está tratando de poseer un capital comercial más grande y encamina en esa dirección cada pensamiento y cada facultad.-RH, marzo 1, 1887.

TRANSACCIONES MEZQUINAS Y EGOÍSTAS
Me dirijo a mis hermanos en la fe y los insto a cultivar la ternura de corazón.  Cualquiera sea vuestra profesión o cargo, si abrigáis el egoísmo y la codicia, recibiréis el desagrado del Señor.  No convirtáis la obra y la causa de Dios en una excusa para tratar mezquinamente y con egoísmo a la gente, ni en las transacciones comerciales que tienen que ver con su obra.  Dios no aceptará ninguna suma que sea llevada a su tesorería ganada mediante transacciones egoístas.  Cada acto que se relaciona con su obra debe soportar la inspección divina.  Cada transacción astuta, cada 152 intento de obtener ventaja de una persona que se encuentra sometida a la presión de las circunstancias, cada plan para comprar su tierra o propiedad por una suma inferior a su valor, no serán aceptables a Dios, aunque el dinero ganado sea presentado como ofrenda para su causa.  El precio de la sangre del Hijo unigénito de Dios se ha pagado por cada hombre, y es necesario que se trate honrada y equitativamente con cada persona a fin de cumplir los principios de la ley de Dios. . .
Si un hermano que ha trabajado en forma desinteresada por la causa de Dios se debilita y no puede cumplir con su tarea no se lo despida ni se lo obligue a componérselas lo mejor que pueda. Désele un salario adecuado para sostenerse, porque recordad que pertenece a la familia de Dios y que vosotros sois sus hermanos.-RH, dic. 18, 1894. 153

30. EL PELIGRO DE LA PROSPERIDAD.
En todos los siglos las riquezas y el honor han llevado aparejado mucho peligro para la humildad y la espiritualidad.  Cuando un hombre prospera y todos hablan bien de él es cuando corre especialmente peligro.  El hombre es humano.  La prosperidad espiritual continúa tan sólo mientras el hombre depende plenamente de Dios para obtener sabiduría y perfección de carácter.  Y los que sienten más su necesidad de dependencia de Dios son generalmente los que tienen menos tesoros terrenales y honores mundanales de los cuales depender.

LA ALABANZA DE LOS HOMBRES
Es peligroso conceder dádivas cuantiosas y palabras de alabanza a los seres humanos.  Los que son favorecidos por el Señor necesitan estar en guardia constantemente, para que no surja el orgullo y obtenga la supremacía.  El que ha hecho una carrera inusitada, el que ha recibido muchas alabanzas de los mensajeros del Señor, necesita las oraciones especiales de los fieles centinelas de Dios, a fin de ser protegido del peligro de alentar pensamientos de amor propio y orgullo espiritual.
Esa persona nunca debe manifestar engreimiento ni intentar actuar como dictador o soberano.  Debe velar y orar y preocuparse de que Dios reciba la gloria.  A medida que su imaginación se apodere de las cosas invisibles y contemple el gozo de la esperanza que se le ofrece, la dádiva preciosa de la vida eterna, las alabanzas humanas no llenarán su mente con pensamientos de orgullo.  Y cuando el enemigo realice esfuerzos especiales por corromperlo mediante 154 la adulación y el honor mundano, sus hermanos deberían advertirlo fielmente de los peligros que corre, porque si se lo deja abandonado a sí mismo estará inclinado a cometer errores y a manifestar las flaquezas humanas. . .

EN EL VALLE DE LA HUMILLACIÓN
No es la copa vacía la que nos causa dificultades para llevarla; es la copa llena hasta el borde la que debe equilibrarse cuidadosamente. La aflicción y la adversidad pueden causar muchos inconvenientes y pueden provocar una gran depresión, pero es la prosperidad la que es peligrosa para la vida espiritual.  A menos que la persona se someta constantemente a la voluntad de Dios, a menos que sea santificada por la verdad y que tenga una fe que obre por amor y purifique el alma, la prosperidad con seguridad despertará la inclinación natural a la presunción.
Existe una gran necesidad de que oremos por los hombres que ocupan posiciones elevadas.  Ellos necesitan las oraciones de toda la iglesia porque han recibido prosperidad e influencia.
En el valle de la humillación, donde los hombres dependen de Dios para que les enseñe y los guíe en cada paso, existe una relativa seguridad.  Pero todos los que estén en una relación viva con Dios oren por los hombres que ocupan cargos de responsabilidad, porque los que se encuentran sobre una elevada cumbre, debido a su posición destacada, son considerados como poseedores de mucha sabiduría.  A menos que esos hombres sientan necesidad de un Brazo más fuerte que el brazo de carne sobre el cual apoyarse, a menos que dependan de Dios, su visión de las cosas se distorsionará y caerán.- H, dic. 14, 1905.

UNA APTITUD ORIGINAL QUE FUE PERVERTIDA
El deseo de acumular riquezas es una propensión original de nuestra naturaleza que fue implantada allí por 155 nuestro Padre celestial para que sirviera a fines nobles.  Si preguntamos al capitalista que ha dedicado todas sus energías al sólo objeto de acumular riqueza y que trabaja con perseverancia y laboriosidad para acrecentar sus bienes, cuál es el propósito que lo anima en sus esfuerzos, no podría darnos una razón de él ni podría presentar una finalidad que justifique sus esfuerzos por ganar dinero y por acumular riqueza.  No podría definir ningún gran blanco o propósito que tuviera en vista, o ninguna fuente de felicidad que esperara alcanzar.  Sigue acumulando bienes porque ha aplicado todas sus habilidades y capacidades en esa dirección.
El hombre mundano siente un deseo vehemente por algo que no posee.  La fuerza del hábito lo ha inducido a orientar cada pensamiento y propósito hacia la tarea de hacer provisión para el futuro, y a medida que envejece se pone más ansioso que nunca por adquirir todo lo que sea posible.  Es tan sólo natural que el codicioso se torne cada vez más codicioso a medida que se aproxima al tiempo cuando ha de perder su dominio sobre todas las cosas terrenales.
Toda esta energía, perseverancia, determinación y laboriosidad aplicada a la obtención de poder mundano es el resultado de la perversión de sus facultades aplicadas a un objetivo equivocado. Habría podido cultivar mediante el ejercicio cada facultad hasta su grado más elevado en su preparación para la vida celestial e inmortal, y para un sobremanera grande y eterno peso de gloria.  Las costumbres y las prácticas del hombre mundano, su perseverancia y su energía, y su aprovechamiento de cada oportunidad de añadir a lo que ya tiene, deberían constituir una lección para los que pretenden ser hijos de Dios, que buscan gloria, honra e inmortalidad.  Los hijos del mundo son más sabios en esta generación que los hijos de la luz, y en esto se ve su sabiduría.  Su objetivo consiste en la ganancia de cosas terrenales y aplican todas sus energías para conseguir esta 156 finalidad.  ¡Ojalá que este celo caracterizase a los que trabajan por las riquezas celestiales!
RH, marzo 1, 1887.

DESVENTAJAS DE LAS RIQUEZAS
Son muy pocos los que comprenden el poder de su amor por el dinero hasta que se los pone a prueba.  Entonces es cuando muchos que profesan ser seguidores de Cristo muestran que no están preparados para el cielo.  Sus obras testifican que aman más el dinero que a su prójimo o a Dios.  Tal como el joven rico, preguntan por el camino de la vida, pero cuando éste les es señalado y cuando calculan el costo, y ven que se exige de ellos el sacrificio de las riquezas mundanales, deciden que el cielo cuesta demasiado. Cuanto mayores son los tesoros hechos en la tierra, tanto más difícil resulta para sus poseedores comprender que éstos no les pertenecen sino que les han sido prestados para que los utilizasen para gloria de Dios.
Jesús aprovechó la oportunidad de dar a sus discípulos una lección impresionante:  "Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.  Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios"  (Mat. 19: 23, 24).

RICOS POBRES Y POBRES RICOS
Aquí puede apreciarse el poder de la riqueza.  La influencia del amor al dinero sobre la mente humana es casi paralizadora.  Las riquezas infatúan y hacen que muchos que las poseen obren como si estuviesen privados de razón.  Cuanto más tienen de este mundo, tanto más desean.  Sus temores de llegar a padecer necesidad aumentan con sus riquezas.  Se sienten inclinados a amontonar recursos para el futuro.  Son mezquinos y egoístas, y temen que Dios no provea para ellos.  Esta clase de gente es en realidad pobre delante de Dios.  A medida que han acumulado riquezas 157 han ido poniendo su conciencia en ellas y han perdido la fe en Dios y sus promesas.
Los pobres fieles y confiados se hacen ricos delante de Dios utilizando juiciosamente lo poco que poseen para bendecir a otros. Sienten que tienen obligaciones hacia su prójimo que no pueden descartar si quieren obedecer el mandamiento de Dios: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".  Consideran la salvación de sus semejantes de más importancia que todo el oro y la plata contenidos en el mundo.
Cristo señala la forma como los que poseen riquezas y sin embargo no son ricos delante de Dios pueden obtener las riquezas verdaderas.  Él ha dicho:  "Vended lo que poseéis y dad limosna" (Luc. 12: 33), y haceos tesoros en el cielo.  El remedio que él propone es una transferencia de sus afectos a la herencia eterna.  Al invertir sus recursos en la causa de Dios para ayudar en la salvación de las almas y aliviar a los necesitados, se enriquecen en buenas obras y atesoran  "para sí buen fundamento para lo por venir" para "que echen mano de la vida eterna"  (1 Tim. 6: 19).  Esto resultará una inversión segura.
Pero muchos muestran mediante sus obras que no se atreven a confiar en el banco del cielo.  Prefieren confiar sus recursos financieros al mundo antes que enviarlos delante de ellos al cielo. Estos tienen que realizar una gran obra para vencer la codicia y el amor al mundo.  Los ricos pobres, que profesan servir a Dios, son dignos de compasión.  Mientras profesan conocer a Dios sus obras lo niegan.  ¡Cuán grandes son las tinieblas que rodean a los tales! Profesan fe en la verdad, pero sus obras no corresponden con su profesión.  El amor a las riquezas hace a los hombres egoístas, exigentes y despóticos. 
RH, enero 15, 1880.

EL PROBLEMA DE SEGUIR A JESÚS
Jesús sólo requirió de él [el joven rico] que siguiese el camino que él señalaba. El espinoso camino del deber se 158 hace más fácil de seguir cuando vemos delante de nosotros sus pasos divinos que hollan los abrojos.  Cristo habría aceptado a este talentoso y noble dirigente si él se hubiera sometido a sus requerimientos, con la misma prontitud con que aceptó a los pobres pescadores a quienes pidió que le siguiesen.
La habilidad del joven para adquirir bienes no se imputaba contra él, siempre que amara a su prójimo como a sí mismo y no perjudicara a otros en la adquisición de sus riquezas.  Si esa misma habilidad hubiese sido empleada al servicio de Dios para salvar a las almas de la ruina, el Maestro divino la habría aceptado y su poseedor habría sido un diligente y exitoso obrero para Cristo.  Pero éste rehusó el elevado privilegio de colaborar con Cristo en la salvación de las almas; se apartó del glorioso tesoro prometido en el reino de Dios y se aferró a la efímera riqueza terrenal. . .
El joven rico representa a una numerosa clase de personas que serían cristianos excelentes si no tuvieran una cruz que llevar, si no tuvieran que soportar cargas humillantes, si no tuvieran que renunciar a ventajas terrenales, si no tuvieran que sacrificar bienes materiales o sentimientos.  Cristo les ha confiado un capital en términos de aptitudes y recursos financieros, y por lo tanto espera los intereses correspondientes.  Lo que poseemos no nos pertenece, sino que debemos emplearlo en el servicio de Aquel de quien hemos recibido todo lo que poseemos. 
RH, marzo 21, 1878.

LA FE NO ES MUY COMÚN ENTRE LOS RICOS
La fe consecuente es poco frecuente entre los ricos.  La fe genuina manifestada en las obras, es rara.  Pero todos los que posean esta fe serán hombres que no carecerán de influencia.  Copiarán a Cristo su benevolencia desinteresada y su interés en la obra de salvar a las almas.  Los seguidores de Cristo deberían valorar las almas así como él los valoró 159 a ellos.  Deberían simpatizar con la obra de su amado Redentor y esforzarse por salvar a cualquier precio lo que fue comprado con su sangre.  ¿Qué son el dinero, las casas y las tierras en comparación con una sola alma?-RH, feb. 23, 1886.

LAS RIQUEZAS NO SON UN RESCATE POR EL TRANSGRESOR
Todas las riquezas, aun las de los más opuestos, no bastan para ocultar el pecado más pequeño ante la vista de Dios.  Ni la riqueza ni el intelecto serán aceptados como rescate por el transgresor.  El arrepentimiento, la verdadera humildad, un corazón contrito y un espíritu quebrantado, es lo único que será aceptable a Dios.
En nuestras iglesias hay muchos que deberían dar cuantiosas ofrendas, y no contentarse con presentar una porción escasa a Aquel que ha hecho tanto por ellos.  Están recibiendo bendiciones ilimitadas, ¡pero cuán poco devuelven al Dador! Que los que son peregrinos y extranjeros en esta tierra, envíen sus tesoros delante de ellos a la patria celestial en forma de donativos tan necesarios que deben ir a la tesorería del Señor.-RH, dic. 18, 1888.

EL MAYOR PELIGRO
Se me mostró que los adventistas no carecían de recursos.  El peligro mayor que corren en este momento está en su acumulación de recursos materiales.  Algunos aumentan de continuo sus preocupaciones y labores; están sobrecargados.  El resultado es que casi olvidan a Dios y las necesidades de su causa; están muertos espiritualmente.  Se requiere de ellos que hagan un sacrificio a Dios, una ofrenda.  Un sacrificio no aumenta, sino que disminuye y consume. . .  Una gran parte de los bienes materiales poseídos por nuestro pueblo tan sólo representa un perjuicio para los que se aferran a ellos.-1 T 492. 160

31. TRAMPAS DE SATANÁS.
A medida que el pueblo de Dios se acerca a los peligros de los últimos días, Satanás sostiene fervientes consultas con sus ángeles en cuanto al plan de mayor éxito para derribar su fe.  El ve que las iglesias populares están ya arrulladas para dormir gracias a su poder engañador.  Mediante una sofistería agradable y milagros engañosos puede continuar teniéndolas bajo su dominio.  Por lo tanto dirige a sus ángeles para que coloquen trampas especialmente destinadas a los que esperan la segunda venida de Cristo y se esfuerzan por guardar todos los mandamientos de Dios.
Dice el gran engañador:  'Debemos vigilar a los que están llamando la atención del pueblo al sábado de Jehová; ellos inducirán a muchos a ver las exigencias de la ley de Dios; y la misma luz que revela el verdadero sábado revela también la ministración de Cristo en el santuario celestial, y muestra que la última obra por la salvación del hombre se está realizando ahora.  Mantened la mente de la gente en tinieblas hasta que esa obra termine, y aseguraremos el mundo y también la iglesia. . .
"Id, haced que los poseedores de tierras y de dinero se embriaguen con los cuidados de esta vida.  Presentad el mundo delante de los hombres en su luz más atractiva, para que depongan su tesoro aquí y fijen sus afectos en las cosas terrenales.  Debemos hacer todo lo que podamos para impedir que los que trabajan en la causa de Dios obtengan medios para usar contra nosotros.  Mantened el dinero en nuestras filas.  Cuanto más medios obtengan ellos, más perjudicarán nuestro reino arrebatándonos nuestros súbditos. 161 Preocupadlos más por el dinero que por la edificación del reino de Cristo y la difusión de las verdades que nosotros odiamos, y no necesitamos temer su influencia; porque sabemos que toda persona egoísta y codiciosa caerá bajo nuestro poder, y finalmente será separada del pueblo de Dios".- TM, 480, 482.

PEOR QUE UNA PÉRDIDA TERRENAL
Satanás es el archiengañador.  Los resultados de nuestra aceptación de sus tentaciones son peores que cualquier pérdida terrenal que podamos imaginar; sí, peores que la muerte misma. Los que compran el éxito al terrible costo de la sumisión a la voluntad y los planes de Satanás, descubrirán que han realizado una mala adquisición.  En el negocio de Satanás todo se consigue a un precio elevado.  Las ventajas que presenta son un espejismo.  Las brillantes perspectivas que ofrece se consiguen con la pérdida de cosas que son buenas, santas y puras.  Que Satanás siempre sea confundido por estas palabras:  "Escrito está".  "Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien"  (Sal. 128: 1, 2). . .
La senda trazada para los rescatados del Señor está muy por encima de todo programa y prácticas mundanales.  Los que andan por ella deben mostrar mediante sus obras la pureza de sus principios. 
ST, feb. 24, 1909.

UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA ENANA
Los ricos se sienten tentados a emplear sus recursos en la complacencia de sí mismos, en la gratificación del apetito, en el adorno personal o en el embellecimiento de sus hogares.  Los cristianos profesos no vacilan en gastar su dinero libremente, y aun con extravagancia, para conseguir estos objetivos.  Pero cuando se les pide que den para la tesorería del Señor, para edificar su causa, y para promover 162 su obra en el mundo, muchos presentan objeciones.  El rostro que brillaba de interés al hacer planes para la gratificación de sí mismo, no se enciende de gozo cuando la causa de Dios recurre a su generosidad.  Tal vez, sintiendo que no pueden hacer de otro modo, dan de limosna una suma limitada, muy inferior a lo que gastan liberalmente en la complacencia en cosas innecesarias.  Pero no manifiestan ningún amor real por Cristo, ningún interés fervoroso en la salvación de las almas preciosas.  ¡No es extraño que la vida cristiana de esta clase de gente sea, en el mejor de los casos, tan sólo una existencia enana y enfermiza! A menos que tales personas cambien su conducta, su luz se convertirá en tinieblas. 
RH, mayo 16, 1882. 163

32. EL MAL USO DE LA RIQUEZA.
La riqueza acumulada no sólo es inútil, sino que también es una maldición.  En esta vida es una trampa para el alma porque aleja los afectos del tesoro celestial.  En el gran día de Dios, su testimonio contra las aptitudes que no se utilizaron y las oportunidades que se descuidaron condenará a su poseedor.
Hay muchas personas que en sus corazones acusan a Dios de ser un amo duro porque reclama sus posesiones y su servicio.  Pero no podemos llevar a Dios nada que ya no le pertenezca.  El rey David dijo:  "Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos"  (1 Crón. 29: 14).  Todas las cosas son de Dios, no sólo por derecho de creación, sino también de redención.  Todas las bendiciones de esta vida y de la vida venidera se nos entregan estampadas con la cruz del Calvario. 
RH, dic. 23, 1902.

TRANSFORMADOS POR EL AMOR
La verdad, implantada en el corazón por el Espíritu de Dios, desplazará el amor a las riquezas.  El amor a Jesús y el amor al dinero no pueden morar en el mismo corazón.  El amor a Dios sobrepasa de tal modo al amor al dinero, que su poseedor se aparta de sus riquezas y transfiere sus afectos a Dios.  Luego, mediante el amor es inducido a satisfacer las necesidades de los menesterosos y a ayudar a la causa de Dios.  Encuentra su satisfacción más intensa en disponer acertadamente de los bienes de su Señor. 
 No considera como suyo todo lo que tiene, de modo que cumple fielmente su deber como mayordomo de Dios.  Así 164 puede observar los dos grandes mandamientos de la ley:  "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas"  (Deut. 6:5);  "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lev. 19:18).
En esta forma es como un rico puede entrar en el reino de Dios.  "Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna" (Mat. 19: 29).  Esta es la recompensa para los que se sacrifican por Dios. Reciben cien veces tanto en esta vida y heredarán la vida eterna.-RH, sept. 16, 1884.
Si los mayordomos de Dios cumplen su deber, no hay peligro de que la riqueza aumente con tanta rapidez como para convertirse en una trampa, porque será empleada con sabiduría práctica y liberalidad cristiana. 
RH, mayo 16, 1882 .

HAY QUE APRECIAR LOS BIENES MATERIALES PERO NO AMONTONARLOS
El que busca las riquezas eternas debería esforzarse por obtener el tesoro celestial con mucho más fervor y perseverancia, y con una intensidad que sea proporcional al valor del objeto que persigue. Los mundanos trabajan para obtener cosas terrenales y temporales. Colocan su tesoro en la tierra y hacen justamente lo que Jesús les dijo que no debían hacer.
Los cristianos sinceros aprecian la advertencia dada por Jesús y ponen en práctica su Palabra, y en esta forma se hacen tesoros en el cielo, tal como el Redentor del mundo les ha ordenado. Contemplan una eternidad de gloria que bien vale una vida de esfuerzos perseverantes e incansables.  No se están empeñando en una dirección equivocada.  Están colocando sus afectos en las cosas de arriba, donde Cristo se sienta a la diestra de Dios.  Son transformados por la gracia y su vida se oculta con Cristo en Dios. 165
No han perdido en manera alguna el poder de acumulación; pero emplean sus energías activas en la búsqueda de adquisiciones espirituales; consideran que todos sus talentos constituyen dones de Dios que han de emplearse para gloria suya.  Estos aprecian los recursos materiales pero no los acumulan, y los evalúan únicamente en la medida en que pueden utilizarse para promover la verdad, para trabajar como Cristo trabajó cuando vivió en el mundo, para bendecir a la humanidad.  Utilizan sus facultades para conseguir este propósito y no para agradarse o glorificarse a sí mismos, sino para fortalecer cada don que les ha sido confiado a fin de rendir el servicio más elevado a Dios.  De ellos puede decirse:  "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor"  (Rom. 12: 11).
Dios no condena la prudencia y la previsión en el uso de las cosas de esta vida, pero la preocupación febril y la ansiedad indebida con respecto a las cosas mundanas no están de acuerdo con su voluntad. 
RH, marzo 1, 1887. 166

33. LA SIMPATÍA POR LOS POBRES.
En vista de lo que el cielo está haciendo para salvar a los perdidos, ¿cómo pueden los que participan de las riquezas de la gracia de Cristo retirar su interés y su simpatía a sus semejantes?  ¿Cómo pueden complacerse en el orgullo de jerarquía o clase social, y despreciar a los infortunados y los pobres?
Sin embargo, es muy cierto que el orgullo de clase y la opresión de los pobres que prevalecen en el mundo, también existen entre los seguidores profesos de Cristo.  En el caso de muchos, parecería que se han congelado los afectos que deberían manifestarse plenamente hacia la humanidad.  Los hombres se apoderan de los dones confiados a ellos para que beneficien a otros.  Los ricos abusan de los pobres y emplean los recursos así ganados para complacer su orgullo y su amor a la ostentación aun en la casa de Dios.  Los pobres llegan a sentir que resulta demasiado costoso para ellos asistir a los servicios de adoración a Dios.  Muchos piensan que sólo los ricos pueden dedicarse a la adoración pública de Dios en una forma adecuada como para causar una buena impresión en el mundo.  Si no fuera porque el Señor manifestó su amor a los pobres y humildes que experimentan contrición de espíritu, este mundo sería un lugar muy triste para los pobres. . .

El Redentor del mundo fue hijo de padres pobres, y cuando en su infancia fue presentado en el templo, su madre pudo llevar tan sólo la ofrenda establecida para los pobres: un par de tórtolas o dos palominos.  El constituyó el don más precioso hecho por el cielo a nuestro mundo, 167 un don que escapa a todo cálculo, y sin embargo se dio testimonio de él sólo mediante la ofrenda más pequeña.  Nuestro Salvador, durante su estada en el mundo, compartió la suerte de los pobres y humildes.  
La abnegación y el sacrificio caracterizaron su vida.
Todos los favores y las bendiciones de que disfrutamos proceden solamente de él; somos mayordomos de su gracia y de sus dones temporales; el talento más pequeño y el servicio más humilde pueden ofrecerse a Jesús como dones consagrados, y él los presentará al Padre con la fragancia de sus propios méritos.  Si presentamos lo mejor que tenemos con toda sinceridad y con amor a Dios, con el anhelo ferviente de servir a Jesús, el don será aceptado plenamente.  Cada uno puede hacerse tesoros en los cielos.  Todos pueden ser  "ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna"  (1 Tim. 6: 18, 19).

UNIDOS POR VÍNCULOS DE SIMPATÍA   
Dios se propone que los ricos y los pobres se unan estrechamente con vínculos de simpatía y utilidad.  Él tiene un plan para cada uno de nosotros en forma individual.  Ha señalado una obra para todos los que quieran servirle.  Nos pide que nos interesemos en cada caso de sufrimiento o de necesidad que encontremos a nuestro paso.
Nuestro Señor Jesucristo fue rico, y sin embargo por amor a nosotros se empobreció, para que mediante su pobreza pudiésemos ser ricos.  El pide a quienes ha confiado bendiciones temporales que sigan su ejemplo.  Les dice:  "Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis, les podréis hacer bien"  (Mar. 14: 7).  La necesidad y miseria del mundo estimulan constantemente nuestra compasión y simpatía, y el Salvador declara que el ministerio de los afligidos y dolientes constituye el servicio más agradable para él.  Él dice:  "¿No es que partas tu pan con el 168 hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?"  (Isa. 58: 7).  
Debemos servir a los enfermos, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos e instruir a los ignorantes.
Hay muchos que murmuran contra Dios porque el mundo está tan lleno de necesidad y sufrimiento.  Pero el Señor es un Dios benevolente, y por esto desea que por medio de sus representantes a quienes ha confiado sus bienes, se satisfagan todas las necesidades de sus criaturas.  Ha hecho provisión abundante para las necesidades de todos, y si los hombres no abusaran de sus dones reteniéndolos egoístamente de sus semejantes, nadie necesitaría padecer necesidad.-RH, junio 20, 1893.

ANTE LOS OJOS DE DIOS NO EXISTEN LOS RANGOS
Nunca deberíamos actuar con indiferencia y falta de simpatía, especialmente cuando tratamos con los pobres.  A todos debemos tratar con cortesía, simpatía y compasión.  La parcialidad manifestada hacia los ricos desagrada a Dios.  Jesús es menospreciado cuando se desprecia a sus hijos necesitados.  Estos no son ricos en bienes de este mundo, pero ellos son caros a su corazón amante.  Dios no reconoce distinción de rango.  Él no toma en cuenta las clases sociales.  Ante su vista los hombres no son más que hombres, buenos o malos.  En el día final del ajuste de cuentas, la posición, las clases sociales o la riqueza no alterarán ni en el espesor de un cabello el caso de ninguna persona.  El Dios que todo lo ve juzgará a los hombres por lo que éstos son en pureza, nobleza y amor a Cristo. . .
Cristo declaró que el Evangelio debía predicarse a los pobres.  La verdad de Dios nunca se reviste más de un aspecto de mayor belleza que cuando es llevada a los necesitados y desposeídos. Entonces es cuando la luz del Evangelio brilla con su claridad más radiante e ilumina la choza 169 de los campesinos y la rústica cabaña del labrador.  Los ángeles de Dios están allí y su presencia convierte en un banquete el pedazo de pan duro y el vaso de agua. Los que han sido descuidados y abandonados por el mundo son ensalzados para llegar a ser hijos e hijas del Altísimo.  Elevados por encima de cualquier posición social que la tierra pueda conceder, se sientan en los lugares celestiales en Cristo Jesús.  Puede ser que no posean tesoros terrenales, pero han encontrado la perla de gran precio.-RH, julio 21, 1910.

LOS DERECHOS DE LA VIUDA Y EL HUÉRFANO
No es prudente dar en forma indiscriminada a cualquiera que solicite nuestra ayuda, porque así podríamos estimular el ocio, la intemperancia y la extravagancia.  Pero si alguien acude a vuestra puerta y dice que tiene hambre, no lo despachéis con las manos vacías.  Dadle algo de comer de vuestras provisiones.  No conocéis sus circunstancias, y podría ocurrir que su pobreza sea el resultado del infortunio.
Pero entre todas las personas cuyas necesidades exigen nuestro interés, la viuda y el huérfano tienen derecho en forma más definida a nuestra tierna consideración y cuidado.  "La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo" (Sant. 1: 27).

El padre que ha muerto en la fe confiado en la promesa eterna de Dios, ha dejado a sus seres amados confiando plenamente en que el Señor cuidaría de ellos.  ¿Y cómo provee el Señor para satisfacer las necesidades de estas personas enlutadas? No obra un milagro enviándoles maná del cielo, ni les envía los cuervos para que les lleven alimento; sino que obra un milagro en los corazones humanos, expulsando el egoísmo del alma y abriendo las fuentes de la generosidad.  Pone a prueba el amor de sus seguidores profesos encomendando a su tierna compasión a los afligidos 170 y enlutados, a los pobres y los huérfanos.  Estos son en un sentido especial los pequeñitos de quienes Cristo se preocupa, y se lo ofende a él cuando se los descuida.  Los que se desentienden de ellos están descuidando a Cristo en la persona de sus hijos afligidos.
Cada acto bondadoso realizado para ellos en el nombre de Jesús es aceptado por él como si hubiese sido hecho para él mismo, porque identifica su interés con el de la humanidad doliente; por eso ha confiado a su iglesia la grandiosa tarea de servir a Jesús ayudando y bendiciendo a los necesitados y a los afligidos.  La bendición del Señor descansará sobre todos los que los socorran con buena voluntad.
Hasta el momento cuando la muerte haya sido sorbida en victoria siempre habrá huérfanos a quienes cuidar, y quienes sufrirán en más de una manera si la tierna compasión y bondad de los miembros de nuestra iglesia no se ponen en acción en favor de ellos.  El Señor nos dice:  "¿No es que. . .  a los pobres errantes albergues en casa?"  (Isa. 58: 7).  La cristiandad debe proporcionar padres y madres a quienes carecen de hogar.  La compasión por la viuda y el huérfano manifestada en las oraciones y las obras será recordada por Dios para ser recompensada pronto. . .

LA MISERICORDIA EVIDENCIA NUESTRA UNIÓN CON DIOS
Dios nos imparte su bendición para que podamos compartir lo que tenemos con otros.  Y mientras permitamos ser usados como los conductos a través de los cuales pueda fluir su amor, él mantendrá provistos esos conductos.  Cuando pedís al Señor vuestro pan cotidiano, él mira directamente vuestro corazón para ver si lo compartiréis con otros que tienen más necesidad que vosotros mismos.  Cuando oráis:  "Dios, sé propicio a mí, pecador", él observa para ver si manifestaréis compasión con vuestros asociados.  La evidencia de nuestra conexión con Dios se manifiesta en 171 que somos misericordiosos así como nuestro Padre que está en el cielo es misericordioso.  Si le pertenecemos, haremos gozosamente lo que él nos ordena, aunque esto implique inconvenientes y aunque contraríe nuestros sentimientos. . .
Desarrollaremos nuestro carácter cristiano al hacer las obras de Cristo y al satisfacer tal como él lo hizo las necesidades de los sufrientes y afligidos.  Dios nos ha pedido para nuestro bien que practiquemos la abnegación por amor a Cristo, que llevemos la cruz, que trabajemos y nos sacrifiquemos mientras procuramos salvar a los que están perdidos.  Este es el proceso del Señor para refinar y extraer el material inferior a fin de que los preciosos rasgos de carácter que estaban en Jesús aparezcan en el creyente.  Toda escoria debe ser barrida del alma mediante la santificación de la verdad. . .
Por medio de la gracia de Cristo, nuestros esfuerzos por bendecir a otros no sólo son los medios destinados a hacernos crecer en la gracia, sino que también acrecentarán nuestra felicidad futura y eterna.  A todos los que han sido colaboradores con Cristo se les dirá:  "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor"  (Mat. 25: 21).-RH, junio 27, 1893.

NO HAY QUE SOSTENERLOS EN EL OCIO
La costumbre de sostener a hombres y mujeres en el ocio mediante dones privados o el dinero de la iglesia estimula en ellos malos hábitos.  Hay que evitar concienzudamente este proceder.  Cada hombre, mujer y niño deberían ser educados para desempeñar un trabajo práctico y útil.  Todos deberían aprender algún oficio.  Podría ser la fabricación de tiendas u otro oficio, pero todos deberían ser enseñados a emplear sus facultades con algún propósito.  Y Dios está listo para aumentar las capacidades de todos los que quieran educarse a sí mismos para adquirir hábitos de laboriosidad.  En lo que requiere diligencia debemos 172 ser "no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor" (Rom. 12: 11).  Dios bendecirá a todos los que cuiden su influencia en este sentido.-RH, marzo 13, 1900.

DESVIANDO RECURSOS DE LA TESORERÍA DE LA MISIÓN
En muchos casos los recursos que deberían dedicarse a la obra misionera se desvían hacia otros canales a causa de ideas erradas acerca de la generosidad.  Podemos equivocarnos al ofrecer a los pobres donativos que no constituyen una bendición para ellos y que en cambio los induzcan a pensar que no necesitan realizar un esfuerzo y practicar la economía, porque habrá quienes no permitirán que ellos padezcan necesidad.  No debemos aprobar la indolencia ni estimular los hábitos de complacencia propia proporcionando los medios que satisfarán los deseos de gratificación.  Si bien es cierto que no hay que descuidar a los pobres que son dignos, a todos hay que enseñar, hasta donde sea posible, a ayudarse a sí mismos.
La salvación de las almas constituye la carga de nuestra obra.  Con este fin Cristo realizó el gran sacrificio y es esto lo que exige especialmente nuestra liberalidad.-Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh-day Adventists, pág. 293.

LA ABNEGACIÓN Y EL SACRIFICIO DE SÍ MISMO
Los hijos de Dios acuden a él cuando están en necesidad y aflicción.  Muchos mueren por falta de las cosas necesarias para sustentar la vida.  Sus ruegos han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos, y él pedirá estricta cuenta a los que han descuidado a los necesitados.  ¿Qué harán esos ricos egoístas cuando el Señor les pregunte:  "¿Qué hicisteis con el dinero que os di para que lo empleaseis para mí?"  "E irán éstos al castigo eterno" (Mat. 25: 46). El Señor les dirá: "Apartaos de mí, malditos. . .  Porque tuve 173 hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis" (Mat. 25:41-43).
Los lamentos de un mundo afligido se oyen en todas partes a nuestro alrededor.  El pecado está arrojando sus sombras sobre nosotros.  Dispongámonos a colaborar con el Señor.  El placer y el poder de este mundo desaparecerán.  Nadie podrá llevar sus riquezas terrenales al mundo eterno.  Pero la vida pasada haciendo la voluntad de Dios permanecerá para siempre.  El resultado de lo que ha sido dado para promover la obra de Dios se verá en el reino de Dios. 
RH, enero 31, 1907.

PARA UN ESTUDIO ADICIONAL
*La adquisición de riqueza es una habilidad dada por Dios, 4 T 452, 453.
La riqueza constituye una bendición potencial, MC 162, 164.
El valor del dinero está representado por el bien que éste pueda hacer, PVGM 330, 331.
El cristiano ideal distribuye con una mano y gana con la otra, 2 T 240.
El peligro de la prosperidad, PR 42, 43.
Dios no quiere el dinero conseguido con falta de honradez, JT 1, 510, 511.
La opresión de los asalariados, 1 T 175, 176, 480.
Falta de honradez en los negocios, 4 T 494.
Proceder mezquino de los comerciantes, 2 T 238, 239.
Hay que poner límite a la astucia, 4 T 540.
Trabajo excesivo para adquirir riquezas, 2 T 654-656.
Los hombres obran como si estuvieran privados de razón, 2 T 662, 663.
Responsabilidades del negociante cristiano, JT 1, 548, 549.
Se necesita una habilidad comercial consagrada, 5 T 276.
Pablo inculpa a los ricos, JT 540-542. 174
Satanás procura retener los recursos en sus filas, 2 T 675, 676; PE 265-269.
Cómo estorbar los designios de Satanás, JT 1, 42.
Cómo asegurar los bienes materiales, 9 T 51.
Hay sólo dos lugares como depósitos, 6 T 447, 448.
Probados por la invitación a la fiesta evangélica, JT 1, 36, 362.
La riqueza y el ocio no son una bendición, 2 T 259; 6 T 452.
La vida malgastada del rico necio, 3 T 546; PVGM 236-238, 5 T 260, 261.
La invitación de Cristo al joven rico, DTG 477-481.
Muchos observadores del sábado son como el joven rico, 1 T 170-172.
Conversión providencial de hombres acaudalados, 9 T 114, 115; 1T 174, 175; JT 2, 496.
Dios prueba a los hombres, a algunos concediéndoles riquezas y a otros quitándoselas, 5 T 261. 177


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