Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1
Timoteo 6:10.
(Éste es uno de los temas, que requiere una
reflexión sincera y humilde, por todo aquel que profesa amar a Dios…)
Vi que el pueblo de Dios está en gran peligro: muchos son moradores de la tierra; sus intereses y afectos están concentrados en este mundo. Su ejemplo no es bueno. El mundo queda engañado por el proceder que siguen muchos que profesan verdades nobles y grandes. Nuestra responsabilidad está de acuerdo con la luz que nos fue dada, con los favores y dones que nos han sido concedidos.
La responsabilidad más pesada descansa sobre los obreros que
poseen los talentos, las oportunidades y las habilidades mayores...
Me fue
presentado el hermano A como el que representa a una clase de personas que
están en una posición similar. Nunca han sido
indiferentes a las ventajas mundanales más pequeñas.
Mediante una
diligente discreción comercial y por medio de inversiones exitosas, por medio de operaciones
bursátiles, no con dólares, sino con centavos y cuartos de peniques, han
acumulado bienes. Pero, al hacer eso, han formado facultades inconsistentes con el
desarrollo del carácter cristiano. Su vida de
ninguna manera representa a Cristo, por cuanto aman el mundo y sus ganancias más de lo que aman
a Dios o la verdad. “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.
1 Juan 2:15.
Todos los talentos que poseen los hombres y las mujeres pertenecen a
Dios. La conformidad y los afectos mundanales están prohibidos enfáticamente
en su Palabra.
Cuando el poder de la gracia
transformadora de Dios opera en el corazón, hará que una persona, que hasta ahora había sido
mundana, camine en las sendas de la
beneficencia.
Los que han determinado en su corazón enriquecerse en el mundo,
“…caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a
los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al
dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores. 1Timoteo 6:9,10...
Jesús ha abierto para todos, un camino por el cual puede obtenerse sabiduría,
gracia y poder. Él es nuestro
ejemplo en todas las cosas y nada debe desviar la mente del objeto principal en la vida, que es tener a Cristo en el alma, ablandando y subyugando el
corazón. Cuando esto sea el
caso, cada miembro de iglesia, cada uno que profesa la
verdad, será semejante a
Cristo en carácter, palabras y acciones. Testimonies for the Church 5:277, 278. [181]
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