¿CONFESAREMOS O NEGAREMOS A CRISTO? En nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cualesquiera relaciones que trabemos en la vida, sean ellas limitadas o extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar... Nadie puede confesar verdaderamente a Cristo delante del mundo, a menos que viva en él la mente y el espíritu de Cristo. Es imposible comunicar lo que no poseemos y amamos... 1JT 339
domingo, agosto 01, 2010
73. “El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría.”
Prov. 11:9 dice:
“El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría.”
En el proverbio de hoy, Salomón contrasta la libertad de los justos con la destrucción que los impíos provocan. Este contraste no tiene sentido. Porque la libertad no contrasta con la destrucción, sino con la esclavitud. ¿Cuál es, entonces, el mensaje subyacente en la aparente incoherencia de este contraste?
Salomón afirma que "los justos son librados con la sabiduría", es decir, con el conocimiento. El conocimiento nos libra de la ignorancia, de la mediocridad y de la superficialidad. Pero el sabio no está hablando aquí simplemente del conocimiento intelectual, sino del conocimiento de Dios, que nos liberta de los traumas y complejos que destruyen la vida.
El hipócrita, como el impío, desconoce a Dios, y por este hecho es un esclavo de sus propias pasiones y temores. Es una bolsa llena de complejos, y para librarse de ellos, trata de destruir a otras personas. El instrumento que usa es la palabra. Habla mal de los otros para proyectarse él. Cree inconscientemente que denigrando la imagen ajena podrá llamar la atención sobre sí mismo. El impío vive ansioso por ser el centro de las atracciones. Se alimenta de los elogios y aplausos. Se nutre del comentario positivo de su persona, por tanto, necesita estar siempre en primer plano.
El único lugar donde una persona puede conocerse y aceptarse es ir ame los pies del Salvador. Ante el Señor Jesús no hay manera de aparentar, ni fingir, ni disfrazar. Él conoce los pensamientos más íntimos y las intenciones más ocultas. Él te acepta y te quita la culpa, borra el pecado, te perdona y te da una nueva oportunidad. Jesús libra y perdona. Por primera vez tú estás en condiciones de aceptarte y convivir con la realidad, sin aparentar, sin tratar de destruir a los demás.
¿Sientes un extraño dolor en el corazón cuando otros crecen? La victoria de los otros, ¿te deja un sabor amargo en tu boca? ¿Te preguntas muchas veces a ti mismo el porqué de ese sentimiento y no encuentras explicación?
Acude hoya Jesús, entrégale tu corazón, confiésale tus temores, déjalo entrar en la recámara secreta de tu mundo interior y sentirás paz. Solo entonces percibirás que tu vida se torna un manantial de bendiciones para los demás, y recuerda: "El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría".
Alejandro Bullón
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