¿CONFESAREMOS O NEGAREMOS A CRISTO? En nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cualesquiera relaciones que trabemos en la vida, sean ellas limitadas o extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar... Nadie puede confesar verdaderamente a Cristo delante del mundo, a menos que viva en él la mente y el espíritu de Cristo. Es imposible comunicar lo que no poseemos y amamos... 1JT 339
miércoles, marzo 30, 2011
7 "El Equilibrio del Hogar"
“Tenga un Hogar Feliz,
su Familia lo merece”
Lección 07 de 10
La lección anterior nos mostró al hogar como un aula bulliciosa, como un taller de aprendizaje, como una fragua que forja los espíritus, como un faro que orienta y encauza por buenos rumbos las energías de los hijos. En la presente haremos resaltar
en forma más destacada el sublime papel de los empresarios del hogar: los padres, ese hombre y esa mujer.
1. LOS EMPRESARIOS DEL HOGAR
Los padres, al ser los empresarios del hogar, lo son también de la comunidad. Si ellos fracasan en su empresa, la vida de la comunidad se hará insegura, pues crecerá el vicio, la delincuencia y la inmoralidad. El éxito de los padres no consiste tanto en honores y riquezas logrados a lo largo de la vida, sino en formar a sus hijos como hombres y mujeres de bien. Esta es la gran empresa de los padres.
2. LA ADMINISTRACIÓN DOMÉSTICA
Un problema básico que deben resolver los empresarios del hogar es la administración doméstica. Analizaremos sólo dos aspectos de la misma: las finanzas y el tiempo. Si se los atiende adecuadamente, el hogar navegará por aguas tranquilas. Por el contrario, si se descuida la importancia que tienen, pueden llevar al hogar por aguas borrascosas de tensión y desdicha.
LAS FINANZAS
El éxito de cualquier empresa está ligado estrechamente a las finanzas.
El desorden administrativo produce inseguridad, cesación de pagos y finalmente los inevitables conflictos humanos, porque se trata de localizar al culpable.
¿Es el gerente, son los administradores, o los obreros? Lo mismo ocurre en la empresa del hogar. Cuando se acumulan las cuentas y el dinero no alcanza, aumentan las tensiones y comienzan las recriminaciones mutuas.
El esposo enrostra a su esposa que no sabe administrar; ésta a su vez le señala al marido su incapacidad de ganar más dinero, de tener un mejor empleo, etc. Las relaciones mutuas se enfrían y una atmósfera opresiva envuelve a toda la familia. Quizá en el fondo ninguno de los esposos sea culpable. Probablemente él contrajo compromisos financieros por su cuenta, sin el conocimiento de
su esposa, y otro tanto hizo ella. ¡Cuán importante es la administración adecuada del dinero! Es necesario que ambos esposos planeen los gastos y se pregunten: ¿Cuánto podemos gastar en alimentación, ropa, alquiler, viajes, salud, etc.? A medida que las cifras se van colocando en cada rubro, una sensación de realidad y responsabilidad se apodera de ambos. Se ha puesto orden en el caos. El torrente amenazador ha sido controlado y canalizado para estimular la
gozosa cooperación de ambos cónyuges. Nuestro Señor se refirió a esta buena práctica de planear los gastos con estas palabras: “¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (S. Lucas 14:28).
EL TIEMPO
Al hablar de administración casi siempre se piensa en dinero, sin tener en cuenta que el tiempo es también un precioso capital que debe utilizarse
con sabiduría y método. Alguien ha dicho que no debemos desperdiciarlo porque es la trama de la vida. Y tenía mucha razón.
En la administración del tiempo en el hogar se cometen a menudo dos errores.
El primero de ellos es la falta de control. Los hijos gastan el tiempo como quieren,
ya sea durmiendo, jugando, o paseando con amigos, etc. Nada está mal. No hay horarios para las comidas, el baño, o para ir a la cama. El otro no menos pernicioso es el excesivo control. Una orden sigue a la otra; una tarea agrega a la otra su carga de rutina. Pareciera como si un rato de esparcimiento estuviera fuera de lugar. En esto también los esposos debieran detenerse y planear con equilibrio las actividades de la familia. Un programa equilibrado incluirá estudio, trabajo, esparcimiento, cultivo espiritual, horas para comer y dormir, etc. También es necesario planear cuidadosamente las vacaciones.
Un estudio muestra que un hijo hasta los 18 años, descontando un poco más de 8 horas por día de sueño, vive unas 105.000 horas posibles de ser llenadas con actividades. Si calculamos las horas que pasa en escuelas y colegios entre los 6 y 18 años, nos dará unas 13.000 horas aproximadamente. Además dedicará 13.000 horas para comer y 6.000 horas a la higiene personal. Finalmente, se considera que en 18 años puede pasar unas 1.000 horas en la iglesia o en ejercicios espirituales. Sin detenerse a analizar demasiado, muchos padres piensan que sus hijos pasan la mayor parte del tiempo en la escuela, pero los números nos muestran lo contrario. De 105.000 horas, sólo 33.000 pasa el hijo en las actividades mencionadas, y nada menos que las ¡72.000! horas restantes para ser sabiamente administradas. Si no lo ha hecho todavía,
¿ no le parece que debería planear la administración de esas horas?
3. EL PAPEL DE LA MADRE
A la madre podemos describirla pero es muy difícil definirla. Algunas de las páginas más hermosas de la literatura universal lo han intentado. Y siempre
pareciera que falta mucho por decir: Quedan tantos sentimientos de gratitud, de amor, de admiración que no alcanzan a expresar las palabras.
El más alto honor concedido por Dios a la mujer es el privilegio de ser madre. Pobre o rica, ilustrada o ignorante, es capaz de heroísmos increíbles y hasta de dar su vida por los hijos. Domingo Faustino Sarmiento dijo que el corazón del hombre se adhiere al de su madre como las raíces al suelo. El gran educador hablaba por experiencia, pues su madre había sido un dechado de amor, abnegación y virtud. Cuando la madre cumple con su sagrado cometido, llega a formar con su hijo una unidad sellada no sólo por los lazos de la sangre sino también por el afecto.
Con mucha razón apuntaba Pablo Geraldy:
“Los hombres cambian de mujer, la mujer cambia de marido, pero el hijo nunca cambia de madre”. Siendo así, una de las metas más importantes de toda madre será la de ser digna del respeto y la admiración de sus hijos. Estimada madre, ¿se ha detenido a pensar en esta gran verdad?
Dichosa la familia cuya madre descubre en la formación de sus hijos la vocación de su vida. El niño es un ser hambriento de amor, dirección y seguridad, y cuando la madre se da entera a su hijo en esta triple dimensión, le hace la mejor y más grande contribución. Una madre tal gozará de las más estimulantes satisfacciones a medida que avance por la existencia en compañía de sus hijos.
4. EL PAPEL DEL PADRE
Al igual que a la madre, muchas veces no se valora al padre hasta que se lo pierde. Lleno de abnegación y fortaleza, se constituye por propia gravitación en el eje y motor de la familia. Lo da todo sin reclamar reconocimiento, porque considera que no podría hacer menos por los suyos.
Una filosofía popular apunta lo siguiente en cuanto a cómo considera a veces el hijo a su padre:
Entre los 4 y 6 años: “Papá es un sabio. ¡Sabe todo lo que le pregunto!”
Entre los 7 y 10 años: “Papá lo puede todo. ¡Qué fuerza tiene!”
Entre los 10 y 14 años: " ¡Hum! Me parece que papá se equivoca en algunas cosas”.
Entre los 14 y 18 años: “¿Papá?” ¡Es un hombre chapado a la antigua!”
Entre los 18 y 25 años: “¡Pobre viejo! Está completamente pasado de moda”.
A los 30 años, cuando las preocupaciones han dejado ya algunas arrugas en su frente, el hijo dice: “¡Qué problema! ¡Tal vez debiera consultar con papá!”
A los 40 años, el padre ya ha muerto. Las canas comienzan a platear la cabellera del hijo. Este exclama lleno de nostalgia y admiración: “¡Mi padre fue un sabio, lástima que no supe apreciarlo!”
¿Por qué ha de ser así? ¿Por qué no aprender a valorar las virtudes del padre y escuchar sus consejos respaldados por su larga experiencia?
La autoridad del padre no emana tanto de sus prerrogativas, sino de la fuerza que le otorga el ascendiente de una conducta ejemplar.
Así podrá infundir seguridad y confianza en los suyos. Será un piloto en la tormenta, un amigo y compañero en la bonanza.
En la familia del célebre compositor ruso Nicolás R. Korsakov se tenía este
lema para un padre:
“El padre debe ser un soberano para el hijo hasta los 10 años;
“Un padre hasta los 20; un amigo hasta la muerte”.
La principal tarea del padre no es mandar, sino conducir, guiar y orientar a su familia. Si el niño ama y respeta a su padre, éste también desarrollará en el hijo
el amor a la justicia y el respeto por la autoridad constituida. De esta manera, cumplirá su deber para con la sociedad y recibirá la bendición divina. Y cuando
un padre revela su afecto abnegado hacia su hijo, no hace más que ilustrar el amor infinito del Padre Celestial. “Dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpretan al niño el amor, la justicia y la longanimidad de Dios”
(El Hogar y la Salud, pág. 29).
Amigos padres: ustedes desean ser padres de éxito. Para ello les sugerimos pedir la bendición del Cielo. Dios estará junto a ustedes en el papel más importante que se les haya confiado en la vida. Como empresarios del hogar, actuando en estrecha colaboración mutua –tanto en la hora de la alegría como del dolor–, les asiste la divina promesa que dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10)
5. HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE
Digamos también dos palabras sobre los hijos. A ellos fue dado el único mandamiento que contiene una promesa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”
(Éxodo 20:12).
Honrar a aquellos que nos trajeron a la existencia es el privilegio de todo hijo.
Y, ¿qué es el honrar, sino amar, , respetar, y demostrar el espíritu de gratitud?
Estimado alumno: Como hijos debemos honrar a nuestros padres y dignificarlos. Y si usted ya no tiene el gozo de su presencia, todavía puede honrarlos viviendo una vida honesta, como ellos desearían si viviesen.
Así honrará su memoria.
La voz.org
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