lunes, octubre 16, 2017

212. DIOS NO DUERME


Levántate, Oh Jehová, en tu ira; álzate en contra de la furia de mis angustiadores, y despierta en favor mío el juicio que mandaste.
 Salmos 7:6. 

 Hay momentos en los que literalmente tú no sabes adónde ir. Nada sale bien. Parece que todos están en tu contra. En realidad, vivimos en un mundo enemigo. Esta no es una visión pesimista de la vida, sino una descripción que la misma Biblia hace de este planeta. La Tierra, que antes de la caída de Adán y Eva era generosa y productiva, se hizo árida. El mismo Creador les dijo: "Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo".* 

 Esta enemistad no quedó limitada a la naturaleza. 
Afectó también las relaciones humanas. 
Caín se levantó contra Abel y lo asesinó.
¿Cuál fue la razón? Ninguna. Envidia, tal vez. Celos enfermos, deseo gratuito de ver al hermano derrotado, no sé. Una cosa sé, a partir de entonces, los enemigos existen y acechan a la víctima. Tú no puedes identificarlos, aunque están cerca tuyo. En el vecindario, en el trabajo, en el colegio, y hasta dentro de la misma familia.

 Evidentemente, Dios no soporta la injusticia, 
mucho menos cuando es practicada contra un hijo suyo.

 ¿Por qué, entonces, da la impresión de que el Señor, a veces, no se preocupa por tu dolor? 
¿Por qué pasan días, semanas, meses y hasta años y Dios permanece, aparentemente impasible?
 ¿Por qué permitió que Job descendiera a las profundidades del sufrimiento, acusado por el mismo Satanás? 
¿Por qué dejó que un hijo rebelde e ingrato, como Absalón, o un ser diabólico y malvado, como Saúl, persiguiera a su ungido David? 

 En el texto de hoy tú puedes oír el clamor del salmista: ¿Dónde estás, Señor? Levántate en tu indignación. No puedes permitir que mis enemigos se rían de mí. Muestra tu grandeza, ¡despiértate!

 ¿Acaso Dios dormía? 
La Biblia dice que Dios no duerme. Está siempre vigilante. Te ama, se preocupa por ti y está listo para correr en tu auxilio. Espera, espera un poco. Recuerda el final de la historia de Job y de David. Finales gloriosos, de júbilo y de victoria. Mientras ese momento no llega, continúa clamando: "Levántate, oh Jehová, en tu ira; álzate en contra de la furia de mis angustiadores, y despierta en favor mío el juicio que mandaste".  Alejandro Bullón  

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