martes, octubre 24, 2017

220. LA INCOHERENCIA


 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad el malo no habitará junto a ti. Sal. 5:4. 

El mejor argumento a favor del cristianismo es la vida del cristiano. Nadie puede refutar el argumento de una vida transformada. Por otro lado, el mayor descrédito del cristianismo es la incoherencia de la persona que aceptó la teoría de la enseñanza evangélica, pero no permitió que el mensaje se hiciera realidad en su experiencia diaria. 

El cristianismo de fachada es tonto y perjudicial, por dos motivos: el primero es que Dios conoce todo y no puede ser engañado. Sus ojos contemplan los rincones más oscuros del corazón. Podemos argumentar y discutir. Podemos repetir nuestras explicaciones al punto de creer en las mentiras que inventamos. Pero hay Alguien que sabe todo y delante del cual hasta los pensamientos más íntimos son expuestos.

 Ese Dios, según el salmista, es un Dios que no se complace con la iniquidad. Por tanto, ¿para qué “aparentar” que eres cristiano? ¿Cuál es la ventaja? ¿El respeto de los demás? ¿La opinión ajena? ¿El reconocimiento público? ¿No ves que todo eso no tiene sentido? El Dios que todo lo ve no “se complace en la maldad”. En el aspecto de aprobación divina: cero. Pero eso no es todo. 

Hay otro motivo por el cual el vivir solamente de las “apariencias” del cristianismo, es tonto y va contra la propia naturaleza humana. 

Explico: la entrada del pecado a este mundo trajo la muerte, acompañada de su séquito de instrumentos nocivos como la envidia, el crimen, el egoísmo, la codicia, la mentira, la hipocresía y otros. Pero el ser humano fue creado con vocación de vida y la vida también trae sus virtudes: honestidad, verdad, sinceridad. Por eso, cada vez que el ser humano practica la hipocresía, la mentira, o vive apenas la fachada de aquello que cree, se violenta a sí mismo, se autodestruye, hiere su mundo interior a punto de sangrar; sangre que no ve, pero cuyas consecuencias siente, en las diferentes áreas de su experiencia. 

Por eso pídele a Dios hoy el poder y la gracia que solo él puede darte, para vivir una vida de coherencia. 
Y recuerda que: “... tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti”. 
Alejandro Bullón

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