miércoles, octubre 06, 2010

90. “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.”


“No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.”Sal. 37:1.
Tú y Mario ingresaron en la empresa el mismo año. Tu currículo es mejor y viene acompañado de años de experiencia calificada. El tiempo pasa y tú percibes que Mario hace cosas que tú no tendrías el coraje de hacer. Si lo hicieras, no podrías vivir en paz contigo mismo. Pero tu colega sin escrúpulos, asciende con rapidez, mientras que tú comienzas a quedar atrás. Lo peor de todo es que a nadie parece importarle la falta de ética de Mario. ¿Qué hacer?

El consejo divino para ti hoy es: "No te impacientes", no te indignes. En otras palabras, mantén la calma, que eso no te perturbe ni te quite el sueño. ¿Sabes por qué? El versículo siguiente da la respuesta: "Porque como hierba serán pronto cortados".
Es una ley de esta vida. El éxito que viene rápido, rápido desaparece y aun así, es un éxito que no trae satisfacción. El fin de la historia solo es vacío y angustia.

A veces Dios permite que los inescrupulosos alcancen victorias terrenas y esas aparentes victorias pueden ser rotuladas como éxito, pero no lo son. La riqueza, el poder, la fama y todo aquello detrás de lo cual el ser humano de nuestros días corre desesperadamente, no es necesariamente prosperidad. Tú puedes encontrar una persona rica y desdichada. Puedes encontrar en los caminos de la vida, gente famosa desesperada. No es difícil ver a un intelectual, lleno de títulos universitarios y lamentándose.

El poeta Rubén Darío lo describe, en su poema titulado "Lo fatal": Dichoso el árbol que es apenas sensitivo y más la piedra dura porque esa ya no siente pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente ¿Vale la pena vivir si tú te sientes muerto? ¿Cuál es la ventaja de tener cosas, y alcanzar metas, si todo aquello por lo cual trabajaste la vida toda, no trae satisfacción a tu desesperado corazón?

Piensa en dos hombres del pasado: Hitler y Mussolini. ¿No alcanzaron lo que querían? ¿No hubo tiempo en que parecían victoriosos? Y, sin embargo, ¿dónde están hoy? ¿Cuál fue el triste fin de ambos?
Por eso, continúa en la búsqueda de tus objetivos, transitando la senda agreste de los principios y valores espirituales y hoy, en las diferentes circunstancias de la vida, recuerda: "No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad".

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