martes, mayo 31, 2011

SECCIÓN III “La Vida Victoriosa Progresiva”


Nada es aparentemente más impotente, y sin embargo más realmente invencible, que el alma que siente que no es nada y confía totalmente en los méritos del Salvador.  Dios enviaría todos los ángeles del cielo para ayudar a un alma tal, antes de permitir que fuera vencida (Testimonies, tomo 7, pág. 17). 93

24. HACIA ADELANTE Y HACIA ARRIBA

DESEARÍA poder describir la belleza de la vida cristiana.  Empezando en la mañana de la vida, gobernado por las leyes de la naturaleza y de Dios, el cristiano avanza progresivamente hacia adelante y hacia arriba, acercándose cada día más a su hogar celestial, donde lo espera una corona de vida, y un nombre nuevo, "el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe".* Crece constantemente en felicidad, en santidad, en utilidad.  El progresó de cada año excede al del año anterior.

Dios ha dado a los jóvenes una escalera que han de ascender; una escalera que llega de la tierra al cielo.  Dios está por encima de esa escalera, y los rayos de su gloria iluminan cada peldaño.  Observa a los que van subiendo, listo para enviar ayuda cuando la mano afloja y el paso vacila.  Sí, decidlo con palabras llenas de ánimo, que ninguno de los que suben perseverantemente por esa escalera dejará de obtener entrada en la ciudad celestial.

Satanás presenta muchas tentaciones a los jóvenes. Juega el partido de la vida para obtener sus almas, y no dejará de probar un solo medio para engañarles y arruinarlos.  Pero Dios no los deja luchar sin ayuda contra el tentador.  Tienen ellos un Ayudador todopoderoso.

Mucho más fuerte que su enemigo es Aquel que en este mundo, y en forma humana, hizo frente y venció 94 a Satanás, resistiendo toda tentación que hoy día sobreviene a los jóvenes.  El es su Hermano Mayor.  Siente hacia ellos profundo y tierno interés.  Los vigila constantemente, y se regocija cuando tratan de agradarle.  Cuando oran, él mezcla con sus oraciones el incienso de su justicia, y las ofrece a Dios como sacrificio fragante.  En su fuerza pueden los jóvenes soportar la dureza como buenos soldados de la cruz.  Fortalecidos con su poder, son hechos aptos para alcanzar los elevados ideales que tienen delante.  El sacrificio hecho en el Calvario es la prenda de su victoria.

DIOS NO ES IRRAZONABLE

La iglesia de Dios está compuesta de vasos grandes y pequeños.  El Señor no pide nada que sea irrazonable.  No espera que los vasos más pequeños tengan la capacidad de los más grandes.  Espera retribución de acuerdo con lo que el hombre tiene, y no de acuerdo con lo que no tiene.  Haced lo mejor que podáis, y Dios aceptará vuestros esfuerzos.  Emprended el cumplimiento del deber que tengáis más a mano y llevadlo a cabo con fidelidad, y vuestro trabajo será completamente aceptable para el Maestro.  No paséis por alto las tareas más pequeñas que os esperan, en vuestro deseo de hacer algo grande.

Guardaos de descuidar la oración secreta y el estudio de la Palabra de Dios.  Estas son vuestras armas contra aquel que se esfuerza por obstaculizar vuestro progreso hacia el cielo.  El primer descuido de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo.  La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino para la segunda.  De este modo se endurece el corazón y se hace insensible la conciencia.

Por otra parte, cada resistencia a la tentación hace más fácil la resistencia.  Cada negación de sí mismo 95 hace más fácil la abnegación.  Cada victoria ganada prepara el camino para una nueva victoria.  Cada resistencia a la tentación, cada acto de abnegación, cada triunfo sobre el pecado, constituye una semilla sembrada para vida eterna.  Cada acto altruista da nueva fuerza a la espiritualidad.  Nadie puede tratar de parecerse a Cristo sin hacerse noble y fiel.

DESARROLLAD LA CONFIANZA

El Señor reconocerá todo esfuerzo que hagáis para alcanzar el ideal que él tiene para vosotros.  Cuando fracaséis, cuando por traición seáis inducidos a pecar, no os sintáis imposibilitados para orar, no os sintáis indignos de presentaros ante el Señor.  "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo".* El espera con brazos extendidos para dar la bienvenida al hijo pródigo.  Id a él y contadle vuestros errores y fracasos.  Pedidle que os fortifique para un renovado esfuerzo.  Nunca os chasqueará, nunca burlará vuestra confianza.

Tendréis pruebas.  De ese modo pule el Señor la tosquedad de vuestro carácter.  No murmuréis.  Con vuestras quejas hacéis más dura la prueba.  Honrad a Dios con una sumisión alegre.  Soportad pacientemente la presión.  Aunque seáis perjudicados, mantened el amor de Dios en el corazón.  "Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.  Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.  Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos  sus oídos al clamor de ellos".*

"Guardaos de dar pasos desesperados; el día más oscuro habrá pasado si esperáis hasta mañana".  "En quietud y en confianza será vuestra fortaleza".* Cristo conoce la fuerza de vuestras tentaciones y de vuestro poder para resistir.  Su mano está siempre tendida 96 con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre.  Dice a los tentados y desanimados: Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener confianza en mí? "Como tus días serán tus fuerzas".*

"Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará".* El será para vosotros como la sombra de una gran roca en una región desierta.  Dice: "Venid a mí... que yo os haré descansar",* con el descanso que el mundo no puede dar ni quitar.

No se puede describir con palabras el gozo y la paz de aquel que acepta al pie de la letra lo que Dios dice.  Las pruebas no lo perturban, los desaires no le afectan.  Ha crucificado el yo.  Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad (Youth's Instructor, junio 26, 1902).

EL COSTO DE LA VICTORIA

Cristo sacrificó todo por el hombre, a fin de hacerle posible conquistar el cielo.  Ahora le toca al hombre caído mostrar lo que sacrificará de su parte, por causa de Cristo, para alcanzar la gloria inmortal.  Los que tienen exacta noción de la magnitud de la salvación y de su costo, jamás murmurarán porque tengan que sembrar con lágrimas, y porque el conflicto y la abnegación sean la suerte del cristiano en esta vida (Signs of the Times, marzo 4, 1880). 97

25. EL PERFECCIONAMIENTO DEL CARÁCTER

CRISTO no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter.  Un carácter noble, completo, no se hereda.  No lo recibimos accidentalmente.  Un carácter noble se obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo.  Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter.  Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo.  Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias hereditarias.  Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.

Nadie diga: No puedo remediar mis defectos de carácter.  Si llegáis a esta conclusión, dejaréis ciertamente de obtener la vida eterna.  La imposibilidad reside en vuestra propia voluntad.  Si no queréis, no podéis vencer.  La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.

PROPONEOS UN BLANCO ELEVADO

Muchos a quienes Dios ha calificado para hacer un excelente trabajo, realizan muy poco porque intentan poco.  Miles pasan por la vida como si no tuvieran objeto definido por el cual vivir, ni norma que alcanzar.  Los tales recibirán una recompensa proporcionada a sus obras. 98

Recordad que nunca alcanzaréis una norma más elevada que la que vosotros mismos os fijéis.  Fijaos, pues, un blanco alto y ascended todo el largo de la escalera del progreso paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio.  Que nada os estorbe.  El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente y en la incertidumbre.  Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas.  El quebrantar una barrera dará mayor habilidad y valor para seguir adelante.  Avanzad con determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán vuestros ayudadores, no vuestros obstáculos.

CULTIVAD TODAS LAS GRACIAS DEL CARÁCTER

Para gloria del Maestro, ambicionad cultivar toda las gracias del carácter.  Debéis agradar a Dios en todos los aspectos de la formación de vuestro carácter.  Podéis hacerlo, pues Enoc agradó al Señor aunque vivía en una época degenerada.  Y en nuestros día también hay Enocs.

Permaneced firmes como Daniel, el fiel hombre de estado a quien ninguna tentación pudo corromper. No chasqueéis a Aquel que os amó de tal manera que dio su propia vida para expiar vuestros pecados.  "Separados de mí nada podéis hacer",* díce.  Recordad esto.  Si habéis cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los consideráis señales de advertencia.  De ese modo transformáis la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando a vuestro Redentor.

Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero.  Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las 99 mansiones celestiales toda adquisición divina.  Y en el cielo mejoraremos continuamente.  Cuán importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.

SUS MANDATOS SON HABILITACIONES

Los seres celestiales obrarán con el agente humano que con determinada fe busque esa perfección de carácter que alcanzará la perfección en la acción.  Cristo dice a cada uno de los que se ocupan en su obra: Estoy a tu mano derecha para ayudarte.

Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente.  Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza.  Todos sus mandatos son habilitaciones (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 310-312) .

NUESTRA CONSTANTE DEPENDENCIA

Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación.  Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca seremos conmovidos.  Podemos decir con confianza: "Yo sé a quién he creído; nada quebrantará mi fe en Dios y su Palabra".  Pero Satanás está proyectando aprovecharse de nuestras características heredadas y cultivadas, y cegar nuestros ojos acerca de nuestras propias necesidades y defectos.  Únicamente comprendiendo nuestra propia debilidad, y mirando fijamente a Jesús, podemos estar seguros (El Deseado de todas las gentes, pág. 333). 100

26. LA BATALLA DE LA FE

MUCHOS de los jóvenes no tienen un principio fijo para servir a Dios.  Se rinden bajo cada nube, y no tienen poder de resistencia.  No crecen en gracia.  Aparentan guardar los mandamientos de Dios, pero no están sometidos a la ley de Dios, y ciertamente no pueden estarlo.  Sus corazones carnales deben cambiar. Deben ver belleza en la santidad: entonces suspirarán por ella como el cervatillo suspira por los manantiales de agua; entonces amarán a Dios y su ley; entonces será liviano el yugo de Cristo y ligera su carga.

Si el Señor ha ordenado vuestros pasos, queridos jóvenes, no debéis esperar que vuestro camino sea siempre de paz y prosperidad exteriores.  El camino que lleva al día eterno no es el más fácil de recorrer, y a veces parecerá oscuro y espinoso.  Pero tenéis la seguridad de que los brazos eternos de Dios os rodearán para protegeros del mal.  El quiere que tengáis ferviente fe en él, y que aprendáis a confiar en él tanto en la sombra como a la luz del sol.

FE VIVIENTE

La fe debe morar en el seguidor de Cristo, porque sin esto es imposible agradar a Dios.  La fe es la mano que se ase de la ayuda infinita; es el medio por el cual el corazón renovado late al unísono con el corazón de Cristo.  Con frecuencia, el águila que se esfuerza por llegar a su nido es arrojada por la tempestad a los estrechos desfiladeros de las montañas.  Las nubes, en masas oscuras, airadas, se interponen entre ella y las 101 soleadas alturas donde ha fijado su nido.  Por un momento parece aturdida, y se precipita de aquí para allá batiendo sus fuertes alas como si quisiese hacer retroceder las densas nubes.  Con su grito salvaje, en sus vanos esfuerzos por encontrar la salida de la prisión, despierta las palomas de las montañas.  Por fin se lanza hacia arriba para atravesar la oscuridad, y da tan chillido agudo de triunfo al surgir de ella un momento después y ver la serena luz del sol.  Han quedado por debajo de ella la tempestad y la oscuridad, y la luz del cielo brilla a su alrededor.  Llega a su amado hogar en el alto despeñadero, y se siente satisfecha.  Atravesando la oscuridad, llegó a la luz.  Le costó un esfuerzo hacerlo, pero ha sido recompensado logrando el objeto que buscaba.

Es éste el único proceder que podemos seguir como cristianos.  Debemos ejercer esa fe viva que penetra en las nubes que, como espeso muro, nos separan de la luz del cielo.  Tenemos que alcanzar las alturas de la fe donde todo es paz y gozo en el Espíritu Santo.

UN CONFLICTO QUE DURA TODA LA VIDA

¿Habéis observado alguna vez un halcón que persigue a una tímida paloma?  El instinto ha enseñado a la paloma que, para que el halcón agarre su presa, debe volar por encima de su víctima.  Por eso se eleva cada vez más en la bóveda celeste, perseguida siempre por el halcón, que quiere sacarle ventaja.  Pero en vano.  La paloma está segura mientras no permite que nada la detenga en su vuelo, o la haga ir hacia la tierra; pero si vacila una vez y vuela más bajo, su vigilante enemigo se arrojará sobre ella y la agarrará.  Repetidas veces hemos observado esta escena con interés palpitante, simpatizando con la palomita. ¡Qué tristeza habríamos sentido al verla caer víctima del cruel halcón! 102

Nos espera un conflicto, conflicto de toda la vida, con Satanás y sus seductoras tentaciones.  El enemigo usará todo argumento, todo engaño para enredar al alma; y debemos hacer esfuerzos fervientes, perseverantes, para ganar la corona de la vida.  No debemos deponer la armadura ni dejar el campo de batalla hasta que hayamos ganado la victoria y podamos triunfar en nuestro Redentor.  Mientras tengamos la mirada fija en el Autor y Consumador de nuestra fe, estaremos seguros.  Pero debemos colocar nuestros afectos en las cosas de arriba, no en las de la tierra.  Por medio de la fe debemos elevarnos cada vez más en la adquisición de las gracias de Cristo.  Contemplando diariamente sus incomparables encantos, debemos crecer más y más a la semejanza de su imagen gloriosa.  Mientras vivamos así en comunión con el cielo, Satanás nos tenderá en vano sus redes (Youth's Instructor, mayo 12, 1898). 103

27. APROPIAOS DE LA VICTORIA

ESCASA idea tenemos de la fuerza que adquiriríamos si nos pusiéramos en contacto con la fuente de toda fuerza.  Caemos repetidamente en el pecado, y creemos que deberá ser siempre así.  Nos aferramos a nuestras debilidades como si fueran algo de lo cual debemos estar orgullosos.  Cristo nos dice que debemos poner nuestro rostro como pedernal si queremos vencer.  El llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en un madero; y por el poder que nos ha dado, podemos resistir al mundo, a la carne y al demonio.  No hablemos, pues, de nuestra debilidad y falta de eficiencia, sino de Cristo y de su fuerza.  Cuando hablamos de la fuerza de Satanás, el enemigo consolida más su poder sobre nosotros.  Cuando hablamos del poder del Poderoso, hacemos retirar al enemigo.  Al acercarnos a Dios, Dios se acerca a nosotros . . .

Muchos de nosotros dejamos de aprovechar nuestros privilegios.  Hacemos unos pocos débiles esfuerzos para practicar el bien, y luego volvemos a nuestra vieja vida de pecado.  Si alguna vez hemos de entrar en el reino de Dios, será con carácter perfecto, sin mancha, arruga, ni cosa semejante.  Satanás trabaja con mayor actividad al acercarse el fin del tiempo.  Tiende sus trampas, sin ser advertido por nosotros, a fin de posesionarse de nuestras mentes.  Trata de todas maneras de eclipsar del alma la gloria de Dios.  A nosotros nos toca decidir si gobernará él nuestros corazones y mentes, o si tendremos un lugar en la tierra nueva, un derecho a la heredad de Abrahán. 104

El poder de Dios, combinado con el esfuerzo humano, ha obrado una gloriosa victoria en favor nuestro. ¿No la apreciaremos?  En Jesús nos fueron dadas todas las riquezas del cielo.  Dios no quería que la confederación del mal dijese que él podía hacer más de lo que ha hecho.  Los mundos que creó, los ángeles del cielo, podrían dar testimonio de que él no podía hacer más.  Dios tiene recursos de poder de los cuales todavía nada sabemos, y de éstos nos suplirá en nuestro tiempo de necesidad.  Pero nuestro esfuerzo se ha de combinar siempre con el divino.  Debemos poner en actividad nuestro intelecto, nuestras facultades perceptivas, toda la fuerza de nuestro ser . . .  Si queremos hacer frente a la emergencia y armarnos como hombres que esperan a su Señor; si queremos trabajar para vencer todo defecto de nuestro carácter, Dios nos dará más luz, fuerza y ayuda (Youth's Instructor, enero 4, 1900).

LA FE Y EL DEBER

La fe no es sentimiento.  La fe es la sustancia de  las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.  Hay una forma de religión que no es más que egoísmo.  Se deleita en los goces mundanos.  Se satisface en contemplar la religión de Cristo, y nada sabe de su poder salvador.  Los que poseen esta religión consideran livianamente el pecado porque no conocen a Jesús.  Mientras están en esta condición, estiman el deber muy livianamente.  Pero el cumplimiento fiel del deber va mano a mano con el debido aprecio del carácter de Dios (Review and Herald, febrero 28, 1907). 105

28. COMO SER FUERTES

CRISTO ha hecho toda provisión para que seamos fuertes.  Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón.  Si tan sólo mantenemos los ojos fijos en el Salvador y confiamos en su poder, seremos llenados de una sensación de seguridad, pues la justicia de Cristo llegará a ser nuestra justicia . . .

Lo deshonramos hablando de nuestra ineficiencia.  En vez de mirarnos a nosotros mismos, contemplemos constantemente a Jesús, haciéndonos de día en día más y más parecidos a él, más y más aptos para hablar acerca de él, mejor preparados para valernos de su bondad y espíritu servicial, y para recibir las bendiciones que se nos ofrecen.

Al vivir así en comunión con él, nos fortalecemos en su fuerza, nos hacemos una ayuda y bendición para los que nos rodean.

Si tan sólo hiciéramos lo que el Señor desea que hagamos, nuestros corazones llegarían a ser como arpas sagradas cada una de cuyas cuerdas cantaría alabanza y gratitud al Redentor enviado por Dios para quitar el pecado del mundo . . .

CONTEMPLAD SU GLORIA

Cuando las tentaciones os asalten, como ciertamente ocurrirá, cuando la preocupación y la perplejidad os rodeen, cuando, desanimados y angustiados, estéis a punto de entregaros a la desesperación, mirad, 106 oh mirad hacia donde visteis con el ojo de la fe por última vez la luz, y la oscuridad que os rodee se disipará a causa del brillo de su gloria.

Cuando el pecado luche por enseñorearse de vuestra alma y abrume la conciencia, cuando la incredulidad nuble la mente, acudid al Salvador.  Su gracia es suficiente para dominar el pecado.  El nos perdonará y nos hará gozosos en Dios . . .

No hablemos más de nuestra falta de eficiencia y de poder.  Olvidando las cosas que están atrás avancemos por el camino que lleva al cielo.  No descuidemos ninguna oportunidad que, aprovechada, nos haga más útiles en el servicio de Dios.  Entonces correrá por nuestra vida la santidad, como hilos de oro, y los ángeles, al contemplar nuestra consagración, repetirán la promesa: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre".* Todo el cielo se regocija cuando los débiles y defectuosos seres humanos se entregan a Jesús, para vivir su vida (Review and Herald, octubre 1, 1908).

GOZO MEDIANTE EL ARREPENTIMIENTO

Las condiciones para la salvación del hombre han sido ordenadas por Dios.  La humillación de sí mismo y el llevar la cruz son los medios por los cuales el pecador arrepentido encuentra paz y consuelo.  El pensamiento de que Jesús se sometió a una humillación y un sacrificio que el hombre nunca será llamado a soportar, debería acallar toda voz murmuradora.  Al arrepentirse el pecador sinceramente ante Dios por la transgresión de su ley, y al ejercer fe en Jesucristo como Redentor y Abogado, experimenta el más dulce gozo (Signs of the Times, marzo 4, 1880). 107

29. LA VIDA VICTORIOSA

LA PAZ viene con la dependencia del poder divino.  Tan pronto como el alma resuelve obrar de acuerdo con la luz que ha recibido, el Espíritu Santo da más luz y fuerza.  La gracia del Espíritu es proporcionada para cooperar con la resolución del alma, pero no es un sustituto para el ejercicio individual de la fe.  El éxito en la vida cristiana depende de que uno se apropie de la luz que Dios ha dado.  No es la abundancia de la luz y la evidencia lo que hace al alma libre en Cristo; es el surgimiento de las facultades y de la voluntad y las energías del alma para clamar con sinceridad: "Creo; ayuda mi incredulidad".*

Me regocijo en la brillante perspectiva del futuro, y así debe hacer Ud.  Sea alegre, y alabe al Señor por su amorosa bondad.  Lo que no pueda entender, confíelo a él.  El lo ama, y se compadece de cada una de sus debilidades.  El  "nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo".*  No satisface el corazón del infinito dar a aquellos a quienes ama su Hijo una bendición menor que la que da a su propio Hijo.

Satanás trata de distraer nuestras mentes del poderoso Ayudador, para inducirlas a pensar en la degeneración de nuestra alma.  Pero aun cuando Jesús ve la culpa del pasado, habla de perdón; y no debemos deshonrarlo dudando de su amor.  El sentimiento de culpa debe dejarse al pie de la cruz, o de otra suerte emponzoñará las fuentes de la vida.  Cuando Satanás golpea con sus amenazas sobre Ud., vuélvale la espalda 108 y consuele su alma con la promesa de Dios.  La nube puede ser oscura en sí misma, pero cuando está llena de la luz del cielo, refulge con el brillo del oro; pues la gloria descansa sobre ella.

Los hijos de Dios no han de estar sujetos a sus sentimientos y emociones.  Cuando fluctúan entre la esperanza y el temor, el corazón de Cristo es herido; porque él les ha dado evidencias inconfundibles de su amor.  Desea que sean establecidos, fortalecidos y cimentados . . .  Quiere que hagan la obra que les ha confiado; entonces sus corazones serán en las manos divinas como arpas sagradas, cada una de cuyas cuerdas exhalará alabanza y acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar el pecado del mundo.

El amor de Cristo por sus hijos es tan tierno como su fortaleza.  Y es más fuerte que la muerte; porque él murió para comprar nuestra salvación, y para hacernos uno con él, mística y eternamente uno.  Tan fuerte es su amor que controla todos sus poderes, y emplea los vastos recursos del cielo para servir a su pueblo.  Es inalterable, sin sombra de variación; el mismo ayer, el hoy y por los siglos.  Aun cuando el pecado haya existido durante siglos, tratando de contraponerse a este amor y de obstruir su influencia hacia la tierra, todavía sigue fluyendo en ricas corrientes hacia aquellos por los cuales Cristo murió (Testimonios para los ministros, págs. 527, 528).

LA INFLUENCIA DOMINANTE

Recordad que en vuestra vida la religión no es simplemente una influencia entre otras; ha de ser la influencia que domine todas las demás (Consejos para los maestros, pág. 374). 109

30. FE VIVIENTE

MUCHOS de los que buscan sinceramente la santidad de corazón y la pureza de vida, parecen perplejos y desanimados.  Están constantemente observándose y lamentando su falta de fe; y como no tienen fe, creen que no pueden reclamar la bendición de Dios.  Estas personas confunden el sentimiento con la fe.  Miran por encima de la sencillez de la verdadera fe y así acarrean gran oscuridad a sus almas.  Deberían apartar la mente de sí mismos, espaciarse en la misericordia y la bondad de Dios y hacer un recuento de sus promesas, y luego creer simplemente que él cumplirá su palabra.

No hemos de confiar en nuestra fe, sino en las promesas de Dios.  Cuando nos arrepentimos de nuestras pasadas transgresiones de su ley y resolvemos obedecer en lo futuro, deberíamos creer que Dios nos acepta por la causa de Cristo, y perdona nuestros pecados.

Algunas veces sobrevendrán al alma la oscuridad y el desaliento, y amenazarán abrumarnos; pero no deberíamos desechar nuestra confianza.  Debemos mantener la vista fija en Jesús, haya o no sentimiento.  Deberíamos tratar de cumplir fielmente cada deber conocido, y descansar luego tranquilamente en las promesas de Dios.

NO DEPENDÁIS DE LOS SENTIMIENTOS

A veces, una profunda sensación de nuestra indignidad hará estremecer de terror al alma, pero esto no es evidencia de que Dios haya cambiado para con nosotros o nosotros para con Dios.  No se debería hacer 110 ningún esfuerzo para ajustar la mente a cierta intensidad de emoción.  No podemos sentir hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer; pero deberíamos asirnos por la fe de la mano de Cristo y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.

Quizá Satanás susurre: "Eres demasiado pecador para que Cristo te salve".  Al par de reconocer que sois ciertamente pecadores e indignos, podéis hacer frente al tentador exclamando: "Por la virtud de la expiación reclamo a Cristo mi Salvador.  No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia.  En este momento hago depender mi alma impotente de Cristo".  La vida cristiana debe ser una vida de fe constante y viva.  Una confianza inflexible, una firme dependencia de Cristo, proporcionarán paz y seguridad al alma.

NO OS DESANIMÉIS

No os desaniméis porque vuestro corazón parezca duro.  Cada obstáculo y cada enemigo interior, sólo aumentan vuestra necesidad de Cristo.  El vino para quitar el corazón de piedra y daros un corazón de carne.  Acudid a él para obtener gracia especial para vencer vuestras faltas peculiares.  Cuando os asalte la tentación, resistid persistentemente las incitaciones del mal; decid a vuestra alma: "¿Cómo puedo deshonrar a mi Redentor?  Me he entregado a Cristo; no puedo hacer las obras de Satanás".  Clamad al amado Salvador para que os ayude a sacrificar todo ídolo y abandonar todo pecado acariciado.  Contemple el ojo de la fe a Jesús de pie ante el trono del Padre, presentando sus manos heridas para suplicar por vosotros.  Creed que recibís fuerza mediante vuestro precioso Salvador.

LA CONTEMPLACIÓN DE CRISTO

Contemplad por la fe las coronas atesoradas para los que vencerán; escuchad el canto de triunfo de los 111 redimidos: ¡Digno, digno es el Cordero que fue muerto y nos ha redimido para Dios!  Esforzaos por considerar estas escenas como reales.  Esteban, el primer mártir cristiano, en su terrible conflicto con los principados y las potestades y las malicias espirituales en lugares encumbrados, exclamó: "He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios".* Le fue revelado el Salvador del mundo como si estuviese contemplándolo desde el cielo con el más profundo interés, y la luz gloriosa del rostro de Cristo brilló sobre Esteban con tal fulgor, que hasta sus enemigos vieron que su rostro resplandecía como el rostro de un ángel.

Si permitiésemos que nuestras mentes meditasen más en Cristo y en el mundo celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las batallas del Señor.  El orgullo y el amor al mundo perderán su poder al contemplar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar junto a la belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor.

EL CAMBIO DE LAS MANERAS HABITUALES DE PENSAR

Nadie imagine que sin un ferviente esfuerzo de su parte podrá obtener la seguridad del amor de Dios.  Cuando se ha permitido por mucho tiempo a la mente espaciarse en cosas terrenales, es difícil cambiar las maneras habituales de pensar.  Con demasiada frecuencia atrae la atención y absorbe el interés aquello que el ojo ve y el oído oye.

Pero si queremos entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos a contemplarlo aquí con el ojo de la fe.  Las palabras y el carácter de Cristo deberían ser con frecuencia el tema de nuestros pensamientos y nuestra conversación, y se debería dedicar diariamente algún tiempo a la 112 meditación, acompañada de oración, de estos temas sagrados.

LA SANTIFICACIÓN ES UNA TAREA DIARIA

La santificación es una tarea diaria.  Nadie se engañe creyendo que Dios lo va a perdonar y bendecir mientras pisotee uno de sus requerimientos.  La comisión voluntaria de un pecado conocido acalla la voz testificadora del Espíritu, y separa al alma de Dios.  Sea cual fuere el éxtasis del sentimiento religioso, Jesús no puede morar en el corazón que no hace caso de la ley divina.  Dios honrará solamente a los que lo honran.

"Si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis".* Si nos dejamos dominar por la ira, la concupiscencia, la codicia, el odio, el egoísmo o cualquier otro pecado, nos hacemos siervos del pecado.  "Ninguno puede servir a dos señores".* Si servimos al pecado, no podemos servir a Cristo.  El cristiano sentirá la incitación al pecado, pues la carne desea vivamente la concupiscencia, oponiéndose al Espíritu; pero el Espíritu lucha contra la carne, manteniendo una continua batalla.  Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo.  La debilidad humana se une a la fuerza divina, y la fe exclama: "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo".*

Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa.  La oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia y aun para la misma vida espiritual, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico.  Deberíamos acostumbrarnos a elevar con frecuencia los pensamientos a Dios en oración.  Si la mente se desvía, debemos hacerla volver; por el esfuerzo perseverante, el hábito lo hará fácil al final. 113

No hay seguridad separándonos un solo momento de Cristo.  Podemos contar con su presencia para ayudarnos a cada paso, pero sólo si observamos las condiciones que él mismo ha dictado.

HACED DE LA RELIGIÓN UNA TAREA

La religión debe convertirse en la gran tarea de la vida.  Todas las demás cosas deberían subordinarse a ésta.  Todas nuestras facultades mentales, físicas y espirituales deben ser empleadas en la lucha cristiana.  Debemos mirar a Cristo para recibir fuerza y gracia, y ganaremos la victoria tan ciertamente como que Jesús murió por nosotros . . .

Debemos acercarnos más a la cruz de Cristo.  La contrición al pie de la cruz es la primera lección de paz que tenemos que aprender.  El amor de Jesús, quién lo puede comprender?  Es infinitamente más tierno y abnegado que el amor de una madre.  Si queremos conocer el valor de un alma humana debemos mirar con fe viviente hacia la cruz y empezar así el estudio que será la ciencia y el canto de los redimidos por toda la eternidad.  Sólo se puede calcular el valor de nuestro tiempo y de nuestros talentos, por la grandeza del rescate pagado por nuestra redención. ¡Cuánta ingratitud mostramos hacia Dios cuando le robamos lo suyo al privarlo de nuestros afectos y nuestro servicio! ¿Es demasiado el entregarnos a Aquel que lo ha todo por nosotros? ¿Podemos escoger la amistad del mundo antes que los honores inmortales que Cristo brinda: "Que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono"?*

LA SANTIFICACIÓN ES UNA EXPERIENCIA PROGRESIVA

La santificación es una obra progresiva.  Las palabras de Pedro nos presentan los pasos sucesivos: "Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, 114  añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.  Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo".*  "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.  Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".*

Es éste un proceder mediante el cual podemos estar seguros de no caer jamás.  Aquellos que están así obrando de acuerdo con el plan de adición en la obtención de las gracias cristianas, tienen la seguridad de que Dios obrará según el plan de multiplicación al otorgarles 'los dones de su Espíritu.

Pedro habla a los que han obtenido una fe tal: "Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús".* Por la gracia divina, todos los que quieran podrán ascender por los escalones luminosos que van de la tierra al cielo, y al fin, "con alegría y gozo perpetuo" * entrarán por las puertas en la ciudad de Dios (Review and Herald, noviembre 15, 1887).

EL VALOR DE LAS PRUEBAS

Las pruebas de la vida son los Instrumentos de Dios para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad.  Los procesos de nivelar con escuadra, hacha y escoplo, la acción de pulir y bruñir, todo es un procedimiento penoso; es difícil someterse a la rueda de esmeril.  Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial.  El Señor no 115 gasta en materias inútiles trabajo tan consumado y cuidadoso.  Únicamente sus piedras preciosas se labran a manera de las de un palacio (El discurso maestro de Jesucristo, pág. 17).

EL LUGAR SECRETO DEL PODER

Los hombres acuden de vez en cuando al lugar secreto del Altísimo, bajo la sombra del Omnipotente; permanecen allí un tiempo, y el resultado se manifiesta en acciones nobles; luego falla su fe, se interrumpe la comunión con Dios, y se echa a perder la obra de la vida.  Pero la vida de Jesús era una vida de confianza constante, sostenida por una comunión continua; y su servicio para el cielo y la tierra fue sin fracaso ni vacilación.

Como hombre suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba de una corriente celestial que unía la humanidad con la divinidad.  Recibía vida de Dios, y la impartía a los hombres (La educación, pág. 76). 116

31. LA UNIÓN CON CRISTO

LA UNIÓN con Cristo por la fe viviente es duradera; cualquier otra unión debe perecer.  Cristo nos escogió primero, pagando un precio infinito por nuestra redención, y el verdadero creyente escoge a Cristo como lo primero, lo último y lo mejor en todo.  Pero esta unión nos cuesta algo.  Es una unión de completa dependencia, de la cual ha de entrar a formar parte un ser orgulloso.  Todos los que forman esta unión deben sentir la necesidad de la sangre expiatorio de Cristo.  Necesitan un cambio de corazón.  Deben someter su propia voluntad a la de Dios.  Habrá una lucha con obstáculos internos y externos.  Debe haber una obra dolorosa de separación así como de unión.  Deben ser vencidos el orgullo, la vanidad, la mundanalidad, el pecado en todas sus formas, si queremos unirnos con Cristo.  La razón por la cual muchos encuentran la vida cristiana tan deplorablemente dura, la razón porque son tan inconstantes, tan variables, es que tratan de unirse a Cristo sin haberse separado primero de estos ídolos acariciados.

Una vez formada la unión con Cristo, sólo puede ser conservada mediante la oración ferviente y un esfuerzo incansable.  Debemos resistir, debemos negarnos a nosotros mismos, debemos vencer el yo.  Mediante la gracia de Cristo, por el valor, la fe y la vigilancia, podemos ganar la victoria (Testimonies, tomo 5, pág. 231). 118


(Mensaje para los Jóvenes de E. G. de White)

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