La verdadera educación significa más que el seguir cierto curso de estudios. Es amplia. Incluye el desarrollo armonioso de todas las potencias físicas y facultades mentales. Enseña a amar y temer a Dios, y es una preparación para el fiel cumplimiento de los deberes de la vida (Consejos para los maestros, pág. 53). La verdadera educación es la preparación de las facultades físicas, mentales y morales para la ejecución de todo deber; es el adiestramiento del cuerpo, la mente y el alma para el servicio divino. Esta es la educación que perdurará en la vida eterna (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 309, 310). 167
47. LA EDUCACIÓN CRISTIANA
LA MENTE humana es susceptible del más elevado cultivo. La vida dedicada a Dios no debería ser una vida de ignorancia. Muchos hablan contra la educación porque Cristo escogió pescadores incultos para que predicaran su Evangelio. Aseveran que Jesús mostró preferencia por los incultos. Muchos hombres instruidos y honorables creyeron en su enseñanza. Si hubiesen obedecido osadamente las convicciones de su conciencia, le habrían seguido. Sus aptitudes habrían sido aceptadas y empleadas en el servicio de Cristo si las hubiesen ofrecido. Pero frente a los ceñudos sacerdotes y celosos gobernantes, carecían de fuerza moral para confesar a Cristo y arriesgar su reputación en relación con el humilde Galileo.
Aquel que conocía los corazones de todos, comprendió esto. Si los educados y los nobles no querían hacer la obra para la cual tenían condiciones, Cristo elegiría hombres que fuesen obedientes y fieles en hacer su voluntad. Eligió hombres humildes, y los puso en contacto consigo, a fin de educarlos para que llevasen a cabo la gran obra en la tierra cuando él partiese.
CRISTO, EL GRAN EDUCADOR
Cristo era la luz del mundo. Era la fuente de todo conocimiento. Era capaz de hacer idóneos a los incultos pescadores para recibir el elevado cometido que quería darles. Las lecciones de verdad impartidas a estos hombres humildes fueron de poderoso significado. 168 Habían de conmover al mundo. Parecía cosa sencilla para Jesús relacionar a estas humildes personas consigo, pero fue un acontecimiento que produjo formidables resultados. Sus palabras y obras habían de revolucionar al mundo.
Jesús no despreciaba la educación. La cultura superior de la mente, si está santificada por el amor y el temor de Dios, recibe su completa aprobación. Los hombres humildes escogidos por Cristo estuvieron tres años con él, sujetos a la refinadora influencia de la majestad del cielo. Cristo fue el mayor educador que jamás haya conocido el mundo.
Dios aceptará a los jóvenes con sus talentos y su caudal de afecto si quieren consagrarse a él. Pueden alcanzar el más elevado punto de grandeza intelectual, y si están equilibrados por el principio religioso, pueden llevar a cabo la obra que Cristo vino del cielo a realizar, y ser así colaboradores con el Maestro.
Los estudiantes de nuestros colegios tienen valiosos privilegios, no sólo para obtener el conocimiento de las ciencias, sino también para aprender a cultivar y practicar virtudes que les darán caracteres simétricos. Son los responsables agentes morales de Dios. Dios confía al hombre los talentos de la riqueza, la posición social y el intelecto, para que los aproveche sabiamente. Ha distribuido estos diversos dones proporcionalmente a la capacidad y las facultades conocidas de sus siervos, encomendando a cada uno su obra (Review and Herald, junio 21, 1887). 169
48. LA VERDADERA EDUCACIÓN
LA VERDADERA educación consiste en vincular aquellas ideas que han de impresionar la mente y el corazón con el conocimiento de Dios el Creador y de Jesucristo el Redentor. Tal educación renovará la mente y transformará el carácter. Dará vigor a la mente y la fortalecerá para oponerse a las engañosas sugestiones del adversario de las almas, y nos hará capaces de comprender la voz de Dios. Habilitará al entendido para llegar a ser colaborador de Cristo.
Si nuestros jóvenes adquieren este conocimiento, podrán obtener todo lo restante que sea esencial; pero si no, todo el conocimiento que puedan adquirir del mundo no los colocará en las filas del Señor. Pueden reunir todo el saber que conceden los libros y, no obstante, ser ignorantes de los principios elementales de la justicia que les podría dar un carácter aprobado por Dios.
Los que están tratando de adquirir conocimiento en las escuelas de la tierra debieran recordar que otra escuela los reclama igualmente como alumnos: la escuela de Cristo. En ella no se gradúan jamás los estudiantes. Entre sus alumnos se cuentan viejos y jóvenes. Los que dan oído a las instrucciones del Maestro divino obtienen constantemente más sabiduría y nobleza de alma; y de ese modo están preparados para ingresar en la escuela superior, donde los progresos continuarán por toda la eternidad.
La sabiduría infinita expone ante nosotros las grandes lecciones de la vida: las lecciones del deber y la felicidad. Son con frecuencia difíciles de aprender; 170 pero sin ellas no podemos realizar verdaderos progresos. Pueden costarnos esfuerzo, lágrimas y hasta agonía, pero no hemos de vacilar ni desfallecer. Es en este mundo, en medio de sus pruebas y tentaciones, donde tenemos que obtener la idoneidad para estar en compañía de los ángeles puros y santos. Los que llegan a preocuparse tanto con estudios de menor importancia que acaban por dejar de aprender en la escuela de Cristo, están sufriendo una pérdida infinita.
Toda facultad, todo atributo con que el Creador ha dotado a los hijos de los hombres, ha de ser empleado para su gloria, y es en dicho empleo donde se halla su ejercicio más puro, noble y dichoso. Los principios del cielo debieran hacerse los principios supremos de la vida, y todo paso que se dé en la adquisición de saber o en la cultura de la inteligencia debiera ser un paso hacia la asimilación de lo humano a lo divino (La educación cristiana, págs. 83, 84).
LO ESENCIAL EN LA EDUCACIÓN
La educación más esencial para nuestros jóvenes hoy día, la que los preparará para los grados más elevados de la escuela celestial, es una educación que les enseñe cómo revelar la voluntad de Dios al mundo (Review and Herald, octubre 24, 1907).
LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Los que se dedican a aprender el camino de la voluntad de Dios, están recibiendo la más alta educación que los mortales pueden recibir. Edifican su experiencia, no sobre los sofismas del mundo, sino sobre los principios eternos (Consejos para los maestros, pág. 32). 171
49. LA NECESIDAD DE UNA EDUCACIÓN CRISTIANA
DIOS requiere el adiestramiento de las facultades mentales. El se propone que sus siervos posean más inteligencia y más claro discernimiento que el mundano, y le desagradan aquellos que son demasiado descuidados o insolentes para llegar a ser obreros eficientes, bien informados. El Señor nos manda que lo amemos con todo el corazón, y con toda el alma, y con toda la fuerza, y con toda la mente. Esto nos impone la obligación de desarrollar el intelecto hasta su máxima capacidad, para que podamos conocer y amar a nuestro Creador con todo el entendimiento.
Si el intelecto es colocado bajo el dominio del Espíritu de Dios, cuanto más se lo cultiva, más eficazmente puede ser usado en el servicio de Dios. El hombre sin instrucción, que es consagrado a Dios y anhela beneficiar a otros, puede ser usado por el Señor en su servicio, y lo es. Pero los que, con el mismo espíritu de consagración, han tenido el beneficio de una educación cabal, pueden realizar una obra mucho más extensa para Cristo. Se hallan colocados en una posición ventajosa.
LA PREPARACIÓN PARA UN SERVICIO SUPERIOR
El Señor desea que obtengamos toda la educación posible, con el objeto de impartir nuestro conocimiento a otros. Nadie puede saber dónde o cómo ha de ser llamado a trabajar o hablar en favor de Dios. 172
Sólo nuestro Padre celestial ve lo que puede hacer de los hombres. Hay ante nosotros posibilidades que nuestra débil fe no discierne. Nuestra mente debiera ser enseñada en forma tal que, si fuere necesario, podamos presentar las verdades de la Palabra de Dios ante las más altas autoridades terrenales y de un modo que glorifique su nombre. No deberíamos descuidar ni una sola oportunidad de prepararnos intelectualmente para trabajar por Dios.
UNA EDUCACIÓN COMPLETA
Pónganse a trabajar los jóvenes que necesitan una educación, con la determinación de lograrla. No esperéis una oportunidad; hacedla. Aprovechad cualquier pequeña ocasión que se presente. Practicad la economía. No gastéis vuestros medios en la satisfacción de vuestro apetito o en buscar placeres. Decidíos a ser útiles y eficientes como Dios os pide que seáis. Sed cabales y fieles en todo lo que emprendáis. Aprovechad todas las ventajas que haya a vuestro alcance para fortalecer el intelecto. Combinad el estudio de los libros con el trabajo manual útil, y mediante el esfuerzo fiel, la vigilancia y la oración, obtened la sabiduría de origen celestial. Esto os dará una educación equilibrada. Así se elevará vuestro carácter, y tendréis influencia sobre otras mentes, haciéndoos capaces de dirigirlas por el sendero de la justicia y la santidad.
Si comprendiésemos plenamente nuestras oportunidades y privilegios se podría llevar a cabo mucho más en la obra de la autoeducación. La verdadera educación significa más de lo que los colegios pueden dar. Aunque no se debe descuidar el estudio de las ciencias, existe una preparación más elevada que ha de obtenerse mediante la comunión vital con Dios. Tome cada estudiante su Biblia y póngase en comunión 173 con el gran Maestro. Edúquese y disciplínese la mente para luchar con problemas arduos en la búsqueda de la verdad divina.
EL CONOCIMIENTO Y LA DISCIPLINA PROPIA
Los que desean ardientemente obtener conocimiento para ser una bendición a sus semejantes, recibirán ellos mismos la bendición de Dios. Mediante el estudio de su Palabra, sus facultades mentales serán despertadas a una actividad fervorosa. Se producirá una expansión y un desarrollo de las facultades, y la mente adquirirá poder y eficiencia.
Todo el que quiere ser un obrero para Dios debe practicar la disciplina propia. Esto logrará más que la elocuencia o los talentos más destacados (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 312, 314).
RESPONDED A LA EXPECTATIVA DE VUESTROS PADRES
Lo mejor y más seguro es siempre hacer lo recto porque es recto. ¿No queréis pensar ahora seriamente? A la base de una acción recta se halla un pensamiento recto. Resolved que responderéis a lo que vuestros padres esperan de vosotros, que haréis fieles esfuerzos para sobresalir, que os preocuparéis para que no haya sido mal aplicado y usado el dinero gastado en vosotros. Tened el determinado propósito de cooperar con los esfuerzos hechos por los padres y maestros, y alcanzad una elevada norma de conocimiento y carácter. Resolved no chasquear a aquellos que os aman lo bastante como para confiar en vosotros. Es varonil hacer lo recto, y Jesús os ayudará si tratáis de hacerlo porque es recto (Fundamentals of Christian Education, pág. 248). 174
50. LA EDUCACIÓN PARA LA ETERNIDAD
JUAN escribe: "os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno".* Y Pablo manda a Tito que exhorte a los jóvenes a que sean "prudentes".* Elevad vuestra alma con el fin de ser como Daniel, un servidor leal e invariable del Señor de los ejércitos. Considerad bien la senda de vuestros pies; pues os halláis sobre tierra santa, y los ángeles de Dios están a vuestro alrededor.
Es justo que sintáis que debéis subir hasta el peldaño más alto de la escalera del saber. La filosofía y la historia son estudios importantes; con todo, vuestro sacrificio de tiempo y dinero no aprovechará nada si no usáis lo que alcancéis para honra de Dios y el bien de la humanidad. A menos que el conocimiento de la ciencia sea un peldaño para alcanzar los más elevados propósitos, carece de valor.
La educación que no suministre conocimiento tan duradero como la eternidad, no tiene objeto. A menos que tengáis presente el cielo y la vida inmortal futura, lo que alcancéis no tiene valor permanente. Pero si Jesús es vuestro maestro, no simplemente un día de la semana, sino cada día, cada hora, podréis tener su favor en la adquisición de conocimientos literarios (La educación cristiana, págs. 377, 378). 175
51. UNA PREPARACIÓN PRACTICA
EL TRABAJO manual útil es parte del plan del Evangelio. El gran Maestro, envuelto en la columna de nube, dio a Israel directivas para que a todo joven se le enseñase algún trabajo útil. Por lo tanto, era costumbre de los judíos, tanto de las clases más ricas como de las más pobres, enseñar a sus hijos e hijas algún oficio útil, para que si se presentaban circunstancias adversas, no tuviesen que depender de otros, sino que pudieran proveer a sus propias necesidades. Podían ser instruidos en los ramos literarios, pero debían también adiestrarse en algún oficio. Esto era considerado como parte indispensable de su educación.
LA EDUCACIÓN SIMÉTRICA
Ahora, como en los días de Israel, todo joven debe ser instruido en los deberes de la vida práctica. Cada uno debe adquirir cierto conocimiento de algún ramo manual por medio del cual, si fuera necesario, pudiera ganarse la vida. Esto es esencial, no sólo como una salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino por su influencia sobre el desarrollo físico, mental y moral. Aun cuando fuese seguro que uno no habría de necesitar recurrir al trabajo manual para su sustento, se le debiera enseñar a trabajar. Sin ejercicio físico, nadie puede tener una constitución sana y salud vigorosa; y la disciplina del trabajo bien regulado, no es menos esencial para obtener un espíritu fuerte y activo que para adquirir un carácter noble. 176
Los alumnos que han obtenido conocimiento de los libros sin adquirir un conocimiento del trabajo práctico no pueden aseverar que tienen una educación simétrica. Las energías que debieran haberse consagrado a los quehaceres de diversos ramos, han sido descuidadas. La educación no consiste en usar solamente el cerebro. El trabajo físico es parte también de la educación esencial para todo joven. Falta una fase importante de la educación si no se enseña al alumno a dedicarse a un trabajo útil.
El ejercicio saludable de todo el ser dará una educación amplia y abarcante. Todo estudiante debe dedicar una parte de cada día al trabajo activo. Así adquirirá hábitos de laboriosidad y se fomentará en él un espíritu de confianza propia, y al mismo tiempo estará a salvo de muchas prácticas malas y degradantes que son a menudo resultado de la ociosidad. Y todo esto está de acuerdo con el objeto primordial de la educación, porque al estimular la actividad, la diligencia y la pureza, nos ponemos en armonía con el Creador.
EL BENEFICIO DEL TRABAJO ÚTIL
El mayor beneficio no es el que se obtiene del ejercicio tomado como juego o simplemente como ejercicio. Se obtienen ciertos beneficios por estar al aire puro, y también por ejercitar los músculos; pero si la misma cantidad de energía se dedica a ejecutar un trabajo útil, el beneficio será mayor. Habrá contentamiento, porque ese ejercicio entraña un sentido de utilidad y la aprobación de la conciencia por un deber bien cumplido.
Los alumnos deben salir de nuestras escuelas dotados de eficiencia cabal, a fin de que cuando dependan de sus propios recursos, tengan conocimientos que puedan usar, útiles para tener éxito en la vida. 177 Es esencial el estudio diligente, pero también lo es el trabajo arduo y laborioso. El juego no es esencial. El dedicar las facultades físicas a la diversión no es muy favorable para tener una mente bien equilibrada. Si el tiempo empleado en el ejercicio físico que paso a paso conduce al exceso, fuese dedicado a trabajar de acuerdo con los métodos de Cristo, la bendición de Dios descansaría sobre el obrero.
La disciplina que para la vida práctica se obtiene del trabajo físico combinado con el esfuerzo mental, queda endulzada al reflexionar en que ella hace a la mente y al cuerpo más idóneos para cumplir la obra que Dios requiere que los hombres hagan. Cuanto más perfectamente sepan los jóvenes cumplir los deberes de la vida práctica, tanto mayor será el gozo que tendrán día tras día por ser útiles a otros. La mente educada para disfrutar del trabajo provechoso se amplía; por la preparación y la disciplina se hace idónea para ser útil; porque adquiere el conocimiento esencial que permite a su poseedor beneficiar a otros.
No puedo hallar en la vida de Cristo ejemplo de que dedicase tiempo al juego y a la diversión. El fue el gran educador para la vida presente y la futura; sin embargo, no he podido hallar un caso en que enseñara a sus discípulos a buscar diversiones para obtener ejercicio físico. . .
Tanto a los jóvenes como a las señoritas se les debe enseñar a cocinar económicamente, prescindiendo de toda clase de carne. No se estimule de ninguna manera la preparación de platos que contengan cualquier cantidad de carne; porque esto es regresar a la oscuridad y a la ignorancia de Egipto, más bien que dirigirse a la pureza de la reforma pro salud.
Especialmente las mujeres deben aprender a cocinar. ¿Qué parte de la educación de una niña es tan 178 importante como ésta? Cualesquiera que sean sus circunstancias en la vida, éste es un conocimiento que ella puede practicar . . .
EN EL CAMPO MISIONERO
La cultura en todos los puntos de la vida práctica hará a nuestros jóvenes útiles después que salgan de la escuela para ir a países extranjeros. No tendrán entonces que depender de las gentes a quienes vayan para que cocinen o cosan para ellos o les edifiquen casas. Ejercerán mayor influencia si demuestran que pueden enseñar a los ignorantes a trabajar de acuerdo con los mejores métodos y producir los mejores resultados. Se requerirán menos fondos para sostener a tales misioneros, debido a que el trabajo útil y práctico, combinado con sus estudios, les permite dedicar un mejor uso posible sus facultades físicas. Esto será apreciado en los lugares donde sea difícil obtener recursos. Revelará que los misioneros pueden ser educadores y enseñar a trabajar. Y dondequiera que vayan, todo lo que hayan ganado en este sentido les abrirá las puertas (Consejos para los maestros, págs. 235-240). 179
52. LA LEALTAD DE LOS ESTUDIANTES
Los estudiantes que profesan amar a Dios y obedecer la verdad deben poseer un grado de dominio propio y fortaleza en los principios religiosos que los habilite para permanecer inconmovibles en medio de las tentaciones y para permanecer firmes en favor de Jesús en el colegio, en sus casas de pensión o dondequiera que estén. La religión no está destinada a ser llevada simplemente como un manto en la casa de Dios; los principios religiosos deben caracterizar toda la vida.
EL CARÁCTER Y LA CONDUCTA
Los que están bebiendo de la fuente de la vida no manifestarán, como los mundanos, un deseo vehemente de cambio y de placer. En su comportamiento y carácter se verán el reposo, la paz y la felicidad que han hallado en Jesús, echando diariamente sus perplejidades y cargas a sus pies. Demostrarán que en la senda de la obediencia y el deber hay contentamiento y gozo. Ejercerán sobre sus condiscípulos una influencia que sentirá toda la escuela. . .
Un joven ferviente, concienzudo y fiel en una escuela es un tesoro inestimable. Los ángeles del cielo lo miran con amor, y en el libro mayor del cielo se registra toda obra de justicia, cada tentación resistida, cada mal vencido. Ese joven está echando un buen fundamento para el futuro, a fin de poder obtener la vida eterna. 180
De los jóvenes cristianos depende en gran medida la conservación y perpetuación de las instituciones que Dios dispuso como medio de hacer progresar su obra. Nunca hubo un período en el cual de una generación de hombres dependieran resultados tan importantes. Por lo tanto, ¡cuán importante es que los jóvenes estén calificados para esta gran obra, a fin de que Dios pueda usarlos como instrumentos suyos! Su Hacedor tiene sobre ellos derechos que superan a todos los demás. . .
EL VALOR DE LA DISCIPLINA ESCOLAR
El carácter desenfrenado y temerario de muchos jóvenes de esta época del mundo causa pena. Si los jóvenes pudiesen ver que, al cumplir con las leyes y reglamentos de nuestras instituciones, no están haciendo sino algo que mejorará su posición en la sociedad, elevará su carácter, ennoblecerá su mente y acrecentará su felicidad, no se rebelarían contra las reglas justas y los requisitos sanos, ni se dedicarían a crear sospechas y prejuicios contra estas instituciones.
Con energía y fidelidad los jóvenes deben arrostrar las exigencias que se les hace; y eso será una garantía de éxito. Los jóvenes que nunca hayan triunfado en los deberes temporales de la vida estarán igualmente sin preparación para dedicarse a los deberes superiores. La experiencia religiosa se obtiene solamente por el conflicto, por los chascos, por severa disciplina propia y por la oración ferviente. Los pasos que llevan hacia el cielo deben darse uno a la vez; y cada paso nos da fuerza para el siguiente (Consejos para los Maestros, pág. 78, 79). 181
53. OPORTUNIDADES PARA EL ESTUDIANTE
ESTUDIANTES, cooperad con vuestros maestros. Al hacerlo, les dais esperanza y ánimo. Les ayudáis y al mismo tiempo os ayudáis a progresar. Recordad que de vosotros depende en extenso grado que vuestros maestros estén en terreno ventajoso, que su trabajo sea un reconocido éxito. Debéis ser estudiantes en el más elevado sentido, viendo a Dios detrás del maestro, y al maestro cooperando con él.
Pasan rápidamente vuestras oportunidades para trabajar. No tenéis tiempo para complacer al yo. Únicamente al esforzaros seriamente por tener éxito, lograréis la verdadera felicidad. Son preciosas las oportunidades que se os ofrecen durante el tiempo que pasáis en la escuela. Haced tan perfecta como sea posible vuestra vida estudiantil. Recorreréis ese camino una sola vez. Y de vosotros mismos depende que vuestra tarea sea un éxito o un fracaso. A medida que tengáis éxito en adquirir el conocimiento de la Biblia, estaréis acumulando tesoros para impartir.
AYUDAD A OTROS
Si tenéis un condiscípulo atrasado, explicadle la lección que no comprenda. Esto será una ayuda para vuestro propio entendimiento. Usad palabras sencillas; exponed vuestras ideas con un lenguaje claro y fácil de entenderse.
Al ayudar a vuestro condiscípulo, ayudáis a vuestros maestros. Y con frecuencia, un alumno de mente 182 aparentemente lerda, asimilará más rápidamente las ideas explicadas por un condiscípulo que por un maestro. Esta es la cooperación que Cristo elogia. El gran Maestro está a vuestro lado para ayudaros a ayudar al atrasado.
Durante la vida escolar podéis tener oportunidades de hablar a pobres e ignorantes de las verdades de la Palabra de Dios. Aprovechad toda oportunidad tal. El Señor bendecirá todo momento pasado en esta forma (Testimonies, tomo 7, págs. 275, 276).
EL DOMINIO COMPLETO DE LO FUNDAMENTAL
Quiero decir a todo estudiante: Nunca os quedéis satisfechos con una norma inferior. Al asistir a la escuela, cuidad de tener en vista un objeto noble y santo. Id porque deseáis prepararos para servir en alguna parte de la viña del Señor. Haced cuanto podáis para alcanzar este objeto. Podéis hacer más por vosotros mismos de lo que lograría cualquier otro. Y si hacéis para vosotros mismos todo lo que podéis, ¡qué carga quitaréis al director y a los maestros!
Antes de intentar el estudio de los ramos superiores del conocimiento literario, aseguraos de que comprendéis cabalmente las reglas sencillas de la gramática, y que habéis aprendido a leer, escribir y deletrear correctamente. Ascended por los peldaños inferiores de la escalera antes de alcanzar los superiores.
No dediquéis tiempo a aprender lo que os será de poca utilidad en la vida ulterior. En vez de buscar el conocimiento de los clásicos, aprended primero a hablar correctamente vuestro idioma. Aprended a llevar cuentas. Adquirid un conocimiento de los ramos de estudio que os ayudarán a ser útiles dondequiera que estéis (Consejos para los maestros, pág. 169). 183
54. ADIESTRAMIENTO PARA EL SERVICIO
TENIENDO en cuenta la luz que Dios ha dado, es maravilloso que no haya veintenas de hombres y mujeres jóvenes que pregunten: "Señor, ¿qué quieres que haga?".* Es un error peligroso imaginar que a menos que un joven haya decidido dedicarse al ministerio, no se requiere de él esfuerzo especial para prepararse para la obra de Dios. Cualquiera sea vuestra vocación, es esencial que mejoréis vuestras aptitudes mediante el estudio diligente.
Se debería instar a los jóvenes de ambos sexos a apreciar las bendiciones celestiales de las oportunidades, para llegar a ser bien disciplinados e inteligentes. Deberían sacar ventaja de las escuelas que han sido establecidas con el propósito de impartir lo mejor del conocimiento. Es un pecado ser indolente y negligente en la adquisición de una educación. El tiempo es corto, y por lo tanto, como el Señor ha de venir pronto a finalizar las escenas de la historia de la tierra, hay tanto mayor necesidad de aprovechar los privilegios y las oportunidades actuales.
CONSAGRAD VUESTRA CAPACIDAD A DIOS
Los jóvenes de ambos sexos deberían asistir a nuestras escuelas, el lugar en el cual pueden obtener conocimiento y disciplina. Deberían consagrar su capacidad a Dios, y llegar a ser estudiantes diligentes de la Biblia, a fin de fortalecerse contra las doctrinas erróneas 184 y no ser apartados por el error de los impíos; pues es por la investigación diligente de la Biblia como obtenemos un conocimiento de la verdad. Por la práctica de la verdad que ya conocemos, una luz mayor brillará sobre nosotros desde las Santas Escrituras. . .
Los que son verdaderamente consagrados a Dios no entrarán en la obra impulsados por el mismo motivo que induce a los hombres a empeñarse en negocios mundanos, esto es, meramente por la subsistencia; sino que entrarán en la obra sin permitir que ninguna consideración mundana los domine, porque se dan cuenta que la causa de Dios es sagrada.
PREPARACION PARA CONTINGENCIAS FUTURAS
El mundo debe ser amonestado, y ningún alma debiera descansar satisfecha con un conocimiento superficial de la verdad. No sabéis qué responsabilidad se os llamará a llevar. No sabéis adónde se os llamará a dar testimonio de la verdad. Muchos tendrán que comparecer en las cortes legislativas; algunos han de comparecer ante reyes y ante los eruditos de la tierra para responder por su fe.
Los que sólo tienen una comprensión superficial de la verdad, no podrán exponer claramente las Escrituras ni dar razones definidas de su fe. Se confundirán y no serán obreros que no necesiten avergonzarse. Nadie se imagine que no tiene necesidad de estudiar porque no ha de predicar desde el púlpito sagrado. No sabéis lo que Dios puede requerir de vosotros.
Es un hecho lamentable que el progreso de la causa sea obstaculizado por la escasez de obreros preparados que se hayan capacitado para ocupar puestos de confianza. El Señor aceptará a miles para trabajar en su gran campo de cosecha, pero muchos han fracasado en la preparación para la obra. Mas todo el que ha 185 abrazado la causa de Cristo, que se ha ofrecido como soldado en el ejército del Señor, debiera colocarse donde pueda ejercitarse fielmente. La religión ha significado demasiado poco para los profesos seguidores de Cristo; porque no es la voluntad de Dios que nadie permanezca ignorante, cuando han sido puestos a su alcance la sabiduría y el conocimiento (Fundamentals of Christian Education, págs. 216, 217).
EQUILIBRADOS POR LOS PRINCIPIOS DEBIDOS
No es cierto que los jóvenes brillantes alcanzan siempre el mayor éxito. ¡Con cuánta frecuencia se ha colocado en puestos de confianza a hombres de talento y educación y han resultado un fracaso! Su brillo tenía la apariencia del oro; pero cuando se lo probó, no resultó ser más que oropel y escoria. Fracasaron en su trabajo a causa de su infidelidad. No fueron industriosos y perseverantes y tampoco fueron hasta el fondo de las cosas. No estuvieron dispuestos a comenzar desde la parte inferior de la escalera y con trabajo paciente ascender peldaño tras peldaño hasta alcanzar la cumbre. Anduvieron al resplandor de las chispas (sus vivos resplandores de pensamiento) producidas por ellos mismos. No dependieron de la sabiduría que solamente Dios puede dar. Su fracaso no se debió a su falta de oportunidad, sino a su carencia de seriedad. No percibieron que sus ventajas educacionales les eran valiosas, y así no avanzaron, como podrían haberlo hecho, en el conocimiento de la religión y la ciencia. Su mente y carácter no fueron equilibrados por los altos principios de la rectitud (La educación cristiana, pág. 379). 186
55. LA ASPIRACIÓN DE MEJORAR
SI CADA uno comprendiese que tiene que rendir cuenta ante Dios por su influencia personal, en ningún caso estaría ocioso, sino que cultivaría sus aptitudes y adiestraría todas sus facultades para servir a Aquel que lo ha comprado con su propia sangre.
Los jóvenes, especialmente, deben sentir la necesidad de educar su mente y aprovechar toda oportunidad de adquirir conocimientos, para prestar un servicio aceptable a Aquel que ha dado su preciosa vida por ellos. Y nadie cometa el error de considerarse tan bien educado que no necesite estudiar más los libros o la naturaleza. Aproveche cada uno toda oportunidad con la cual ha sido favorecido por la providencia de Dios, para adquirir todo lo que sea posible en la revelación o la ciencia.
Deberíamos aprender a apreciar debidamente las facultades que Dios nos ha dado. Si un joven tiene que empezar por el peldaño más bajo de una escalera, no se debiera desanimar, sino resolverse a subir escalón tras escalón hasta oír la voz de Cristo, diciendo: "Hijo, ven más arriba. Bien hecho, siervo bueno y fiel; has sido fiel en unas pocas cosas: yo te haré señor sobre muchas; entra en el gozo de tu Señor" (Fundamentals of Christian Education, pág. 213). 187
56. LA VERDADERA SABIDURÍA
Los jóvenes de ambos sexos pueden obtener una educación terrenal superior, y sin embargo ignorar los principios excelentes que harían de ellos súbditos del reino de Dios. El saber humano no puede calificar a nadie para el reino celestial. Los súbditos del reino de Cristo no se constituyen tales por medio de formas y ceremonias, o por el largo estudio de los libros. "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado".*
LA BIBLIA Y LA CIENCIA
Las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento necesitan ser estudiadas diariamente. El estudiante que aprende constantemente los caminos y las obras de Dios recibe la sabiduría y el conocimiento de Dios. La Biblia ha de ser nuestra luz, nuestro educador. Cuando los jóvenes aprendan a creer que Dios envía el rocío, la lluvia y la luz del sol desde el cielo, haciendo prosperar la vegetación; cuando se den cuenta de que todas las bendiciones vienen de él y que se le debe agradecimiento y alabanza, serán inducidos a reconocer a Dios en todos sus caminos y a desempeñar con fidelidad sus deberes día tras día; Dios estará en todos sus pensamientos. . .
Muchos jóvenes, al hablar de la ciencia son sabios más allá de lo que está escrito; tratan de explicar los caminos y las obras de Dios con algo que responde a su comprensión finita; pero es todo un miserable fracaso. La verdadera ciencia y la inspiración están en 188 perfecta armonía. La falsa ciencia es algo independiente de Dios. Es ignorancia presuntuosa.
Uno de los mayores males que ha acompañado a la búsqueda del conocimiento, a la investigación de la ciencia, es que aquellos que se ocupan en estas investigaciones pierden de vista con demasiada frecuencia el carácter divino de la religión pura y sin adulterar. Los sabios según el mundo han tratado de explicar, de acuerdo con principios científicos, la influencia del Espíritu de Dios sobre el corazón. El menor paso dado en esta dirección lleva a la mente a los laberintos del escepticismo. La religión de la Biblia es simplemente el misterio de la piedad; ninguna mente humana puede entenderlo plenamente, y es del todo incomprensible para el corazón no regenerado.
ENSEÑADOS POR DIOS
Los jóvenes no se debilitarán mentalmente ni perderán eficiencia al consagrarse al servicio de Dios. Para muchos, la educación significa un conocimiento de los libros; pero "el temor de Jehová es el principio de la sabiduría".* El niño más joven que ama y teme a Dios es mayor a su vista que el hombre más talentoso e instruido que descuida el asunto de la salvación personal. Los jóvenes que consagran su corazón y vida a Dios se ponen en contacto con la Fuente de toda sabiduría y excelencia.
Si los jóvenes quisieran tan sólo aprender del Maestro celestial, como hizo Daniel, sabrán por sí mismos que el temor del Señor es ciertamente el principio de la sabiduría. Habiendo puesto así su cimiento seguro, pueden, como Daniel, aprovechar hasta lo sumo todo privilegio y oportunidad y elevarse a cualquier altura intelectual. Consagrados a Dios y teniendo la protección de su gracia y la influencia vivificante de su Santo 189 Espíritu, manifestarán un poder intelectual más profundo que los simples mundanos.
Aprender la ciencia a través de la interpretación que los hombres le dan, es obtener una falsa educación. Aprender de Dios y de Jesucristo, a quien él ha enviado, es aprender la ciencia de la Biblia. Los puros de corazón ven a Dios en toda providencia, en toda fase de la verdadera educación. Reconocen la primera entrada de la luz que irradia del trono de Dios. Los que disciernen los primeros rayos del conocimiento espiritual, reciben comunicaciones del cielo.
Los alumnos de nuestras escuelas han de considerar que el conocimiento de Dios está por encima de todas las cosas. Solamente se puede obtener este conocimiento escudriñando las Escrituras. "La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. . . Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. . . Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención: para que, como está escrito: el que se gloría, gloríese en el Señor".* (Youth's Instructor, noviembre 24, 1903). 190
57. FIJAD UNA NORMA ELEVADA
DIOS desea que aprovechemos toda oportunidad para prepararnos debidamente para su obra. Espera que empeñemos todas nuestras energías en su realización, y que conservemos nuestro corazón sensible a la santidad de esa obra y a sus graves responsabilidades.
Muchos que son aptos para hacer una obra excelente, logran poco porque intentan poco. Miles de cristianos pasan la vida como si no tuvieran ningún gran fin que perseguir, ni ningún ideal elevado que alcanzar. Una razón de esto es la baja estima en que se tienen a sí mismos. Cristo pagó un precio infinito por nosotros, y quiere que estimemos nuestro propio valor en conformidad con dicho precio.
No os deis por satisfechos con alcanzar un bajo nivel. No somos lo que podríamos ser, ni lo que Dios quiere que seamos. Dios no nos ha dado las facultades racionales para que permanezcan ociosas, ni para que las pervirtamos en la persecución de fines terrenales y rastreros, sino para que puedan ser desarrolladas hasta lo sumo, refinadas, santificadas, ennoblecidas y empleadas en el fomento de los intereses de su reino.
MANTENED LA PERSONALIDAD
Nadie debe consentir en ser mera máquina, accionada por la mente de otro hombre. Dios nos ha dado capacidad para pensar y obrar, y obrando con cuidado, buscando en Dios nuestra sabiduría, seremos capaces de hacer honor a nuestras responsabilidades. 191 Conservad la personalidad que Dios os ha dado. No seáis la sombra de otra persona. Esperad que el Señor obre en vosotros y por medio de vosotros.
No penséis nunca que ya habéis aprendido bastante, y que podéis cejar en vuestros esfuerzos. La mente cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debe proseguir durante toda la vida; cada día debéis aprender algo y poner en práctica el conocimiento adquirido.
Recordad que en cualquier puesto que sirváis reveláis qué móvil os inspira, y desarrolláis vuestro carácter. Cuanto hagáis, hacedlo con exactitud y diligencia; dominad la inclinación a buscar tareas fáciles.
UN SERVICIO DE TODO CORAZÓN
El mismo espíritu y los mismos principios en que uno se inspira en el trabajo diario compenetrarán toda la vida. Los que buscan una tarea fija y un salario determinado, y desean dar pruebas de aptitud sin tomarse la molestia de adaptarse o de prepararse, no son los hombres a quienes Dios llama para trabajar en su causa. Los que procuran dar lo menos posible de sus facultades físicas, mentales y morales, no son los obreros a quienes Dios puede bendecir abundantemente. Su ejemplo es contagioso. Los mueve el interés personal. Los que necesitan que se los vigile, y sólo trabajan cuando se les señala una tarea bien definida, no serán considerados buenos y fieles obreros. Se necesitan hombres de energía, integridad y diligencia; que estén dispuestos a hacer cuanto deba hacerse.
Muchos se inutilizan porque, temiendo fracasar, huyen de las responsabilidades. Dejan así de adquirir la educación que es fruto de la experiencia, y que no les pueden dar la lectura y el estudio ni todas las demás ventajas adquiridas de otros modos. 192
El hombre puede modelar las circunstancias, pero nunca debe permitirse que ellas lo amolden a él. Debemos valernos de las circunstancias como de instrumentos para obrar. Debemos dominarlas, y no consentir en que nos dominen.
Los hombres fuertes son los que han sufrido oposición y contradicción. Por el hecho de que ponen en juego sus energías, los obstáculos con que tropiezan les resultan bendiciones positivas. Llegan a valerse por sí mismos. Los conflictos y las perplejidades invitan a confiar en Dios, y determinan la firmeza que desarrolla el poder (El ministerio de curación, págs. 397-400) .
COMO APROVECHAR MEJOR LA VIDA
Al paso que una buena educación es un gran beneficio cuando el que la posee la combina con la consagración, los que no tienen el privilegio de alcanzar grandes conquistas literarias no tienen por qué creer que no les es posible avanzar en la vida intelectual y espiritual. Si quieren sacar el mejor partido del conocimiento que poseen, si quieren tratar de juntar diariamente algo para sus almacenes, y vencer todas las perversidades de su temperamento mediante el diligente cultivo de los rasgos del carácter propio de Cristo, Dios les abrirá conductos de sabiduría, y podrá decirse de ellos, como antiguamente se dijo de los jóvenes hebreos, que Dios les da sabiduría y entendimiento (La educación cristiana, págs. 405, 406). 194
(Mensaje para los Jóvenes de E. G. de White)
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