El Espíritu educador y santo de Dios se halla en su Palabra. Una luz nueva y preciosa brilla de cada una de sus páginas. Allí se devela la verdad, y las palabras y las, frases se hacen claras y apropiadas para la ocasión, como la voz de Dios que habla al alma.
El Espíritu Santo se deleita en dirigirse a los jóvenes y descubrir ante ellos los tesoros y las bellezas de la Palabra de Dios. Las Promesas pronunciadas por el gran Maestro cautivarán los sentidos y animarán al alma con un poder espiritual divino. Se desarrollará en la mente fructífera una familiaridad con las cosas divinas que será como una barricada contra la tentación (Palabras de vida del gran Maestro, pág. 120). 245
77. LA ORACIÓN ES NUESTRA FORTALEZA
EN MEDIO de los peligros de estos últimos días, la única seguridad para la juventud está en la vigilancia y la oración siempre crecientes. El joven que halla su gozo en leer la Palabra de Dios y en la hora de la oración, será constantemente refrescado por los sorbos de la fuente de la vida. Logrará una altura de excelencia moral y una amplitud de pensamiento que otros no pueden concebir. La comunión con Dios estimula los buenos pensamientos, las aspiraciones nobles, la percepción clara de la verdad y los elevados propósitos de acción. Los que así se ponen en comunión con Dios, son reconocidos por él como sus hijos e hijas. Se elevan constantemente obteniendo más claros conceptos de Dios y de la eternidad, hasta que el Señor hace de ellos conductos de luz y de sabiduría para el mundo.
CÓMO ORAR
Pero la oración no es entendida como se debiera. Nuestras oraciones no han de informar a Dios de algo que él no sabe. El Señor está al tanto de los secretos de cada alma. Nuestras oraciones no tienen por qué ser largas ni decirse en voz alta. Dios lee los pensamientos ocultos. Podemos orar en secreto, y el que ve en secreto oirá y nos recompensará en público.
Las oraciones dirigidas a Dios para contarle todas nuestras desgracias cuando en realidad no nos sentimos desgraciados, son oraciones hipócritas. Dios tiene 246 en cuenta el corazón contrito. "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados".*
La oración no tiene por objeto obrar un cambio en Dios; nos pone a nosotros en armonía con Dios. No reemplaza al deber. Dios nunca aceptará en lugar del diezmo la oración hecha con frecuencia y fervor. La oración no pagará nuestras deudas a Dios. . .
LA ORACIÓN DA PODER
La fuerza adquirida por la oración a Dios nos preparará para nuestros deberes cotidianos. Las tentaciones a que estamos diariamente expuestos hacen de la oración una necesidad. A fin de ser mantenidos por el poder de Dios mediante la fe, los deseos de la mente debieran ascender continuamente en oración silenciosa. Cuando estamos rodeados por influencias destinadas a apartarnos de Dios, nuestras peticiones de ayuda y fuerza deben ser incansables. A menos que así sea, nunca tendremos éxito en quebrantar el orgullo y en vencer el poder que nos tienta a cometer excesos pecaminosos que nos apartan del Salvador. La luz de la verdad que santifica la vida, descubrirá al que la recibe las pasiones pecaminosas de su corazón que se esfuerzan por tener el señorío y que hacen necesario tener todo nervio en tensión y ejercitar todas las facultades para resistir a Satanás y vencer por los méritos de Cristo (Youth's Instructor, agosto 18, 1898). 247
78. EL PODER DE LA ORACIÓN
FUE en el monte con Dios donde Moisés contempló el modelo de aquel edificio maravilloso que había de ser morada de la gloria divina. Es en el monte con Dios -el lugar secreto de comunión-, donde hemos de contemplar su glorioso ideal para la humanidad. Así seremos habilitados para dirigir de tal manera la edificación de nuestro carácter que se realice para nosotros la promesa: "Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo".* Mientras atendemos a nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el alma al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante el trono de gracia y los esfuerzos del enemigo quedan frustrados. El cristiano cuyo corazón se apoya así en Dios, no puede ser vencido. No hay malas artes que puedan destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo el poder de la gracia divina, todos los recursos de Jehová están puestos a contribución para asegurar su libramiento. Así fue como anduvo Enoc con Dios. Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo momento de necesidad. . .
EN CONTACTO CON EL INFINITO
La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de gracia, y conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la vida, y fortalece los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio de la oración, u órese espasmódicamente, de vez en cuando, según parezca propio, y se 248 perderá la relación con Dios. Las facultades espirituales perderán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá de salud y vigor. . .
Es algo maravilloso que podamos orar eficazmente; que seres mortales indignos y sujetos a yerro posean la facultad de presentar sus peticiones a Dios. ¿Qué facultad más elevada podría desear el hombre que la de estar unido con el Dios infinito? El hombre débil y pecaminoso tiene el privilegio de hablar a su Hacedor. Podemos pronunciar palabras que alcancen el trono del Monarca del Universo. Podemos hablar con Jesús mientras andamos por el camino, y él dice: Estoy a tu diestra.
TODA ORACIÓN SINCERA ES CONTESTADA
Podemos comulgar con Dios en nuestros corazones; podemos andar en compañerismo con Cristo. Mientras atendemos nuestro trabajo diario, podemos exhalar el deseo de nuestro corazón, sin que lo oiga oído humano alguno; pero aquella palabra no puede perderse en el silencio, ni puede caer en el olvido. Nada puede ahogar el deseo del alma. Se eleva por encima del trajín de la calle, por encima del ruido de la maquinaria. Es a Dios a quien hablamos, y él oye nuestra oración.
Pedid pues; pedid y recibiréis. Pedid humildad, sabiduría, valor, aumento de fe. Cada oración sincera recibirá contestación. Tal vez no llegue ésta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis; pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien (Obreros evangélicos, págs. 267- 279). 249
79. NUESTRA ACTITUD EN LA ORACIÓN
TANTO en el culto en público como en privado, es privilegio nuestro doblegar las rodillas ante el Señor cuando le ofrecemos nuestras peticiones. Jesús, nuestro modelo, "puesto de rodillas oró".* Acerca de sus discípulos está registrado que también oraban "puestos de rodillas" .* Pablo declaró: "Doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo" .* Al confesar ante Dios los pecados de Israel, Esdras estaba de rodillas. Daniel "se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios".*
La verdadera reverencia hacia Dios es inspirada por un sentimiento de su grandeza infinita y de su presencia. Y cada corazón debe quedar profundamente impresionado por este sentimiento de lo invisible. La hora y el lugar de oración son sagrados, porque Dios está allí; y al manifestarse la reverencia en la actitud y la conducta, se ahondará el sentimiento que inspira. "Santo y temible es su nombre",* declara el salmista. Los ángeles se velan el rostro cuando pronuncian su nombre. ¡Con qué reverencia, pues, deberíamos nosotros, que somos caídos y pecaminosos, tomarlo en los labios!
Sería bueno que jóvenes y ancianos meditasen en esas palabras de la Escritura que demuestran cómo debe ser considerado el lugar señalado por la presencia especial de Dios. "Quita tu calzado de tus pies -ordenó Dios a Moisés desde la zarza ardiente-, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es".* Jacob, después de contemplar la visión de los ángeles, exclamó: "Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía".* (Obreros evangélicos, págs. 187, 188). 250
80. LA FE Y LA ORACIÓN
POR la fe en Cristo se puede suplir toda deficiencia de carácter, purificar toda impureza, corregir toda falta y desarrollar toda buena cualidad.
"Vosotros estáis completos en él".*
La oración y la fe están íntimamente ligadas, y necesitan ser estudiadas juntas. En la oración de fe hay una ciencia divina;, es una ciencia que debe comprender todo el que quiera tener éxito en la obra de su vida. Cristo dice: "Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo recibisteis ya, y lo tendréis".* El explica claramente que nuestra petición debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios; debemos pedir cosas que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para hacer su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa es inequívoca.Podemos pedir perdón por el pecado, el don del Espíritu Santo, un temperamento como el de Cristo, sabiduría y fuerza para hacer su obra, cualquier don que él haya prometido; luego tenemos que creer para recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido.
No necesitamos buscar una evidencia exterior de la bendición. El don está en la promesa y podemos emprender nuestro trabajo seguros de que Dios es capaz de cumplir lo que ha prometido y que el don, que ya poseemos, se hará efectivo cuando más lo necesitemos (La educación, págs. 251, 252). 251
81. EL VALOR DEL ESTUDIO DE LA BIBLIA
EL ESTUDIO de la Biblia es superior a cualquier otro para fortalecer el intelecto. ¡Qué campos de pensamiento puede explorar la juventud en la Palabra de Dios! La mente puede ir cada vez más hondo en sus investigaciones, acumulando fuerza en cada esfuerzo que hace por comprender la verdad, y no obstante le espera más allá una infinidad.
Los que profesan amar a Dios y reverenciar las cosas sagradas y sin embargo dejan descender la mente a cosas superficiales e irreales, se colocan en el terreno de Satanás y hacen su obra. Si los jóvenes estudiasen las gloriosas obras de Dios en la naturaleza y su majestad y poder como se hallan revelados en su Palabra, avivarían y elevarían sus facultades con esa práctica. Recibirían un vigor que nada tendría que ver con la arrogancia. Por la contemplación de las maravillas del poder divino la mente aprenderá la más dura y a la vez más útil de todas las lecciones: que la sabiduría humana, si no está ligada al Infinito y santificada por la gracia de Cristo, es necedad.
LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO
La obra del amado Hijo de Dios al emprender en su propia persona la unión de lo creado con lo no creado, lo finito con lo Infinito, es un tema que bien podría ocupar nuestros pensamientos durante toda la vida. Esta obra de Cristo debía confirmar en su inocencia 252 y lealtad a los seres de otros mundos, así como salvar a los perdidos y perecientes de este mundo. Esto abrió un camino para que los desobedientes volviesen a su lealtad a Dios, mientras por el mismo acto colocó una salvaguardia alrededor de los que ya eran puros, a fin de que no se contaminaran.
Mientras nosotros nos regocijamos de que haya muchos que nunca han caído, estos mundos tributan alabanza y honor y gloria a Jesucristo por el plan de la redención para salvar a los hijos caídos de Adán así como para confirmarlos a ellos mismos en su posición y en su carácter de pureza. El brazo que ha levantado a la familia humana de la ruina a que Satanás arrastró a la especie con sus tentaciones, es el mismo que ha preservado del pecado a los habitantes de otros mundos. Cada mundo de la inmensidad es objeto del cuidado y sostén del Padre y el Hijo; y este cuidado es ejercido constantemente a favor de la humanidad caída. Cristo intercede en favor del hombre, y esa misma obra mediadora conserva también el orden de los mundos invisibles. ¿No son estos temas de magnitud e importancia suficientes para ocupar nuestros pensamientos y provocar nuestra gratitud y adoración a Dios?
EL DESARROLLO INTELECTUAL
Abrid la Biblia ante los jóvenes, dirigid su atención a los tesoros ocultos que ella encierra, enseñadles a buscar sus joyas de verdad, y obtendrán ellos una fuerza intelectual que no podrá impartirles el estudio de todo lo que abarca la filosofía. Los grandes temas que la Biblia trata, la digna sencillez de sus declaraciones inspiradas, los temas elevados que presenta a la mente, la luz penetrante y clara que fluye del trono de Dios y alumbra el entendimiento, desarrollarán las facultades de la mente hasta un punto que difícilmente 253 puede ser comprendido y que nunca será plenamente explicado.
La Biblia presenta a la imaginación un campo ilimitado, tanto más elevado y noble que las creaciones superficiales del intelecto no santificado como los cielos son más altos que la tierra. La historia inspirada de nuestra especie es colocada en las manos de todo individuo. Todos pueden ahora empezar su investigación. Pueden familiarizarse con nuestros primeros padres cuando estaban en el Edén, en estado de santa inocencia, gozando de la comunión con Dios y los ángeles inmaculados. Pueden investigar la introducción del pecado, y sus resultados sobre la especie, y seguir paso a paso el curso de la historia sagrada que registra la desobediencia, e impenitencia del hombre y la justa retribución por el pecado.
UNA CULTURA SUPERIOR
El lector puede tener trato con los patriarcas y profetas; puede moverse a través de las escenas más inspiradoras; puede contemplar a Cristo, el Monarca del cielo, igual a Dios, que tomó la forma humana y realizó el plan de redención, quebrantando las cadenas con que Satanás había atado al hombre y haciendo posible para éste recobrar su condición de hombre hecho a la imagen de Dios.
El hecho de que Cristo adoptara la naturaleza humana, y se mantuviera al nivel del hombre durante treinta años, y entonces ofrendara su alma en propiciación por el pecado para que el hombre no pereciese, constituye un tema digno del más profundo pensamiento y del más concentrado estudio. . .
Una vez que la mente haya abarcado las estupendas verdades de la revelación no hallará más satisfacción en emplear sus facultades en los temas frívolos; se apartará con disgusto de la literatura despreciable y de los entretenimientos ociosos que desmoralizan a la 254 juventud de hoy. Los que han tenido comunión con los poetas y sabios de la Biblia, y cuyas almas han sido conmovidas por los hechos gloriosos de los héroes de la fe, saldrán de los ricos campos del pensamiento mucho más puros de corazón y elevados de mente que si se hubiesen ocupado en estudiar los más célebres autores seculares o en contemplar y glorificar las hazañas de los Faraones y Herodes y Césares del mundo.
Las facultades de los jóvenes están mayormente adormecidas porque ellos no hacen del temor de Dios el principio de la sabiduría. El Señor dio a Daniel sabiduría y conocimiento porque él no quiso ser influido por ningún poder que se interpusiese entre él y sus principios religiosos. La razón porque tenemos tan pocos hombres intelectuales, de estabilidad y verdadero valor, es que ellos creen hallar grandeza desligándose del cielo.
Los hijos de los hombres no temen, ni aman, ni honran a Dios. No se hace de la religión tanto una práctica como una profesión. El Señor puede hacer poco por el hombre porque éste se exalta fácilmente y está muy dispuesto a considerarse importante. Dios quisiera que mejoráramos nuestras aptitudes, y nos valiéramos de cada privilegio para desplegar, cultivar y fortalecer el entendimiento. El hombre nació para vivir una vida más elevada y noble que la que vive. El período de nuestra existencia mortal es preparatorio para la vida comparable a la vida de Dios.
LA BIBLIA ES EL MAYOR MAESTRO
¡Qué temas de meditación presentan las Sagradas Escrituras a la mente! ¿Dónde pueden hallarse temas de contemplación más elevados? ¿Dónde hay temas tan intensamente interesantes? ¿En qué sentido son todas las investigaciones de la ciencia humana comparables 255 en sublimidad y misterio con la ciencia de la Biblia? ¿Dónde hay algo que así mueva la fuerza del intelecto a un pensamiento profundo y serio?
Si permitimos que la Biblia nos hable, nos enseñará lo que ninguna otra cosa puede enseñarnos. Pero ¡ay! se espacia la mente en cualquier otra cosa, excepto la Palabra de Dios. La literatura sin valor, las historias ficticias son vorazmente devoradas, mientras la Biblia, con todos sus tesoros de verdad sagrada, permanece descuidada sobre nuestras mesas. Si se hiciera de la Palabra Sagrada la regla de la vida, refinará, elevará y santificará. Es la voz de Dios al hombre. ¿Le prestaremos atención?
"La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples".* Los ángeles están junto al que escudriña las Escrituras para impresionar e iluminar la mente. El mandato de Cristo dirigido a los discípulos hace mil ochocientos años: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí",* tiene hoy para nosotros igual fuerza que entonces (Review and Herald, enero 11, 1881). 256
82. INVESTIGAD LAS ESCRITURAS POR VOSOTROS MISMOS
LOS jóvenes deben investigar las Escrituras por sí mismos. No deben pensar que es suficiente que los de más experiencia busquen la verdad; que los más jóvenes pueden aceptarla cuando proviene de ellos. Los judíos perecieron como nación porque fueron apartados de la verdad de la Biblia por sus gobernantes, príncipes y ancianos. Si hubieran escuchado las lecciones de Jesús, e investigado las Escrituras por sí mismos, no habrían perecido. . .
Es imposible que una mente, cualquiera que sea, comprenda toda la riqueza y grandeza de una sola promesa de Dios. Una capta la gloria desde un punto de vista; otra la hermosura y la gracia desde otro punto de vista, y el alma se llena de la luz del cielo. Si viéramos toda la gloria, el espíritu desmayaría. Pero podemos tener revelaciones de las abundantes promesas de Dios mucho mayores que las que ahora gozamos. Me entristece el corazón pensar cómo perdemos de vista la plenitud de la bendición destinada a nosotros. Nos contentamos con fulgores momentáneos de iluminación espiritual, cuando podríamos andar día tras día a la luz de su presencia (Testimonios para los ministros, págs. 106, 108). 257
83. EL ESFUERZO PERSEVERANTE EN EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
"ESCUDRIÑAD las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna".* Escudriñar significa buscar diligentemente algo que se ha perdido. Investigad los tesoros escondidos en la Palabra de Dios. No podéis pasar sin ellos. Estudiad los pasajes difíciles, comparando versículo con versículo, y hallaréis que la Escritura es la llave que abre la Escritura.
Los que estudian la Biblia con oración, salen de cada investigación más sabios que antes. Algunas de sus dificultades han sido resueltas porque el Espíritu Santo ha hecho la obra de la cual se habla en el capítulo catorce de Juan: "El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho".* Sin esfuerzo ferviente, perseverante, no se obtiene nada que valga la pena. En asuntos de negocios, sólo aquellos que tienen voluntad de hacer una cosa, tienen buen éxito. No podemos esperar obtener un conocimiento de las cosas espirituales sin trabajo afanoso y ferviente. Los que obtienen las joyas de la verdad tienen que cavar por ellas como el minero cava para sacar él oro precioso oculto en la tierra.
Nunca tendrán éxito los que trabajan indiferentemente y sin entusiasmo. Tanto los jóvenes como los ancianos debieran leer la Palabra de Dios, y no sólo debieran leerla sino estudiarla con diligente fervor, orando, creyendo e investigando. De este modo hallarán 258 el tesoro escondido, pues el Señor avivará su entendimiento.
LA AMPLITUD DE ESPÍRITU
En el estudio de la Palabra, dejad en la puerta de la investigación vuestras opiniones preconcebidas y vuestras ideas heredadas del ambiente y cultivadas individualmente. Nunca descubriréis la verdad si estudiáis las Escrituras para vindicar vuestras propias ideas, Dejad estas ideas a la puerta y acercaos con el corazón compungido para oír lo que el Señor tiene que deciros. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice a los que son demasiado sabios en su propio concepto para estudiar la Biblia: Si queréis haceros sabios para la salvación, debéis haceros mansos y humildes de corazón.
No leáis la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investigadla, en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de prejuicios. Si al leerla, se produce la convicción y veis que las opiniones que habíais acariciado no están en armonía con la Palabra, no tratéis de hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Haced concordar vuestras opiniones con la Palabra. No permitáis que lo que habéis creído o practicado en lo pasado gobierne vuestro entendimiento. Abrid los ojos de vuestra mente para contemplar maravillas en la ley. Descubrid lo que está escrito y afirmad después vuestros pies en la Roca eterna.
EL CONOCIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Nuestra salvación depende del conocimiento de la voluntad de Dios, tal cual ésta se halla contenida en su Palabra. No ceséis de indagar y escudriñar la verdad. Necesitáis conocer vuestro deber. Necesitáis saber qué tenéis que hacer para ser salvos. Y la voluntad 259 de Dios es ésta: que sepáis lo que él os ha dicho. Pero debéis ejercer la fe. Al escudriñar las Escrituras debéis creer que Dios existe y que recompensa a los que diligentemente lo buscan,
¡Oh, escudriñad la Biblia con un corazón hambriento de alimento espiritual! Cavad en la Palabra como el minero cava la tierra para encontrar las vetas de oro. No abandonéis vuestra búsqueda hasta que hayáis conocido cuál es vuestra relación con Dios y su voluntad con respecto a vosotros (Youth's Instructor, julio 24, 1902).
LA REVERENCIA EN EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación y ferviente oración. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe solicitar la iluminación del Espíritu Santo; y la promesa segura es que será dado.
El espíritu con el cual os aboquéis a la investigación de las Escrituras determinará el carácter de los que os asistan. Ángeles del mundo de la luz estará con los que con humildad de corazón, buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia, con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de prejuicio, Satanás está a vuestro lado, y él colocará las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida (Testimonios para los ministros, pág. 105). 260
84. LA RECOMPENSA DEL ESTUDIO DILIGENTE DE LA BIBLIA
LA BÚSQUEDA de la verdad recompensará al investigador a cada paso, y cada descubrimiento abrirá campos más ricos para su investigación. Los hombres cambian de acuerdo con lo que contemplan. Si la atención está ocupada por pensamientos y asuntos vulgares, el hombre será vulgar. Si es demasiado negligente para obtener otra cosa que un entendimiento superficial de la verdad de Dios, no recibirá las ricas bendiciones que Dios se complacería en otorgarle.
Es una ley de la mente que ésta se estreche ó amplíe según las dimensiones de las cosas con que llega a familiarizarse.
Las facultades mentales se contraerán, ciertamente, y perderán su habilidad para abarcar los profundos significados de la Palabra de Dios, a menos que emprendan vigorosa y persistentemente la tarea de escudriñar la verdad. La mente se agrandará si fuere empleada en descubrir la relación de los temas de la Biblia, comparando escritura con escritura y las cosas espirituales con lo espiritual. Id más abajo de la superficie; los más ricos tesoros del pensamiento están a la espera del estudiante hábil y diligente (Review and Herald, Julio 17, 1888).
LA BIBLIA ES UNA GUÍA
Tome el estudiante la Biblia por su guía, permanezca firme en los principios, y entonces podrá aspirar a alcanzar cualquier altura (El ministerio de curación, pág. 370). 261
85. LA BIBLIA COMO AGENTE EDUCADOR
COMO agente educador, las Sagradas Escrituras no tienen rival. La Biblia es la historia más antigua y más abarcante que los hombres poseen. Vino directamente de la fuente de verdad eterna; y una mano divina ha conservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el lejano pasado, donde en vano procura penetrar la investigación humana. Únicamente en la Palabra de Dios contemplamos el poder que echó los fundamentos de la tierra, y extendió los cielos. Sólo en ella hallamos un relato auténtico del origen de las naciones. Únicamente en ella se nos da una historia de la familia humana, no mancillada por el orgullo o el prejuicio del hombre.
LA VOZ DEL ETERNO
En la Palabra de Dios halla la mente temas de la más profunda meditación, las más sublimes aspiraciones. Allí podemos estar en comunión con los patriarcas y los profetas, y escuchar la voz del Eterno mientras habla con los hombres. Allí contemplamos la Majestad de los cielos tal como se humilló para hacerse nuestro sustituto y garante, para luchar a solas con las potestades de las tinieblas y obtener la victoria en nuestro favor. Una reverente contemplación de estos temas no puede menos que suavizar, purificar y ennoblecer el corazón, y al mismo tiempo inspirar a la mente nueva fortaleza y vigor.
Los que consideran como valiente y viril el tratar los requerimientos de Dios con indiferencia y desprecio 262 revelan con esto su propia insensatez e ignorancia. Mientras que se jactan de su libertad e independencia, están realmente en la servidumbre del pecado y de Satanás.
LA VERDADERA FILOSOFÍA DE LA VIDA
Un claro concepto de lo que es Dios y de lo que él requiere que seamos, producirá en nosotros una sana humildad. El que estudia correctamente la Sagrada Palabra aprenderá que el intelecto humano no es omnipotente. Aprenderá que, sin la ayuda que nadie sino Dios puede dar, la fuerza y la sabiduría humanas no son sino debilidad e ignorancia.
El que sigue la dirección divina, ha hallado la única fuente verdadera de gracia salvadora y felicidad real, y ha obtenido el poder de impartir felicidad a todos los que lo rodean. Nadie, sin religión, puede disfrutar realmente de la vida. El amor a Dios purifica y ennoblece todo gusto y deseo, intensifica todo afecto y da realce a todo placer digno. Habilita a los hombres para apreciar y disfrutar de todo lo que es verdadero, bueno y hermoso.
Pero lo que sobre todas las demás consideraciones debiera inducirnos a apreciar la Biblia, es que en ella se revela a los hombres la voluntad de Dios. En ella aprendemos el propósito de nuestra creación y los medios por los cuales se lo puede alcanzar. Aprendemos a aprovechar sabiamente la vida presente y a asegurarnos la futura. Ningún otro libro puede satisfacer los anhelos del corazón o contestar las preguntas que se suscitan en la mente. Si obtienen un conocimiento de la Palabra de Dios y le prestan atención, los hombres pueden elevarse de las más bajas profundidades de la degradación hasta llegar a ser hijos de Dios, compañeros de los ángeles sin pecado (Consejos para los maestros, págs. 42, 43). 263
86. LA REVERENCIA
ES VUESTRO privilegio, queridos jóvenes amigos, glorificar a Dios en la tierra. Para hacerlo, debéis desviar la mente de las cosas superficiales, frívolas y sin importancia, hacia las que son de valor eterno.
Vivimos en una época en que todos deberían prestar especial atención al mandato del Salvador: "Velad y orad, para que no entréis en tentación".* Una de nuestras más fuertes tentaciones es la de la irreverencia. Dios es superior y santo; y para el alma humilde y creyente su casa en la tierra, el lugar donde su pueblo se reúne para adorarle, es como la puerta del cielo. Los himnos de alabanza, las palabras habladas por los ministros de Cristo, son los instrumentos designados por Dios para preparar un pueblo para la iglesia de lo Alto, para ese culto superior en el que no puede penetrar nada que sea impuro o profano. . .
LA CONDUCTA EN LA CASA DE DIOS
La reverencia es muy necesaria en la juventud de hoy en día. Me alarma ver niños y jóvenes de padres religiosos, tan descuidados con el orden y la corrección que deberían observarse en la casa de Dios. Mientras los siervos de Dios presentan las palabras de vida a la gente, algunos están leyendo, otros cuchicheando y riendo. Pecan con los ojos al desviar la atención de los que los rodean. Este hábito, si no es reprimido, crecerá e influirá en otros.
Tanto los niños como los jóvenes nunca deben sentir que es motivo de orgullo ser indiferentes y descuidados 264 en las reuniones donde se adora a Dios. Dios ve todo pensamiento o acto irreverente, y es registrado en los libros del cielo. "Yo conozco tus obras",* dice. Nada escapa a su mirada escrutadora. Si habéis formado en cualquier grado el hábito de la desatención e indiferencia en la casa de Dios, esforzaos por corregirlo y mostrad que tenéis respeto propio. Practicad la reverencia hasta que llegue a ser una parte de vosotros mismos.
No tengáis tan poca reverencia hacia la casa y el culto de Dios que converséis con otros durante el sermón. Si los que cometen esta falta pudiesen ver a los ángeles de Dios que los mirán y toman en cuenta su acción se llenarían de vergüenza y de aborrecimiento propio. Dios quiere oidores atentos. El enemigo sembró la cizaña mientras el hombre dormía.
No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra de vida, deberíais recordar que estáis escuchando la voz de Dios a través de su siervo delegado. No perdáis esas palabras por falta de atención; si las atendéis, impedirán que vuestros pies se extravíen por senderos equivocados.
LA LIVIANDAD CON LAS COSAS RELIGIOSAS
Me duele ver que muchos jóvenes que profesan la religión no saben lo que es un cambio de corazón. No experimentan una transformación del carácter. No se dan cuenta de que es una cosa solemne profesar ser cristianos. Su vida es enteramente inconsecuente con una actitud mental religiosa. Si pertenecieran al número de los que son realmente hijos: e hijas de Dios, no estarían llenos de necedad, de broma y frivolidad; ni hallarían eco en ellos las observaciones y la conducta necias de otros. La mente que está resuelta a obtener 265 el premio, a lograr el cielo, rechazará con propósito firme y determinado toda tentativa de bromear con las cosas religiosas.
La indiferencia respecto a este asunto encierra gran peligro; ninguna insensatez es tan sutil como la ligereza y la liviandad. Por todos lados vemos jóvenes de carácter frívolo. Deberían esquivarse los jóvenes de tal clase, pues son peligrosos. Si profesan ser cristianos, deben ser aún más temidos. Sus mentes han sido formadas en un molde inferior y será mucho más fácil para ellos haceros descender a su nivel, que para vosotros conducirlos a pensamientos elevados y ennoblecedores y a una conducta correcta. Elegid como compañeros a aquellos que observan el decoro en sus palabras y en su comportamiento.
Si queréis esforzaros en alto grado para manifestar las alabanzas de Dios, vuestros compañeros deben ser personas que os ayuden a tener presente la distinción entre lo sagrado y lo común. Si queréis tener puntos de vista amplios, aspiraciones y pensamientos nobles, escoged compañeros que fortalezcan los principios rectos. Tienda todo pensamiento y todo propósito a obtener la vida futura, que va acompañada de eterna felicidad (Youth's Instructor, octubre 8, 1896). 266
87. UNA ESPERANZA BIEN FUNDADA
¿CÓMO habéis de saber que sois aceptos a Dios? Estudiad su Palabra con oración. No la pongáis a un lado por ningún otro libro. Ella os convence de pecado. Revela claramente el camino de la salvación. Saca a luz una recompensa brillante y gloriosa. Os revela un Salvador completo y os enseña que únicamente por su misericordia ilimitada podéis esperar salvación.
No descuidéis la oración secreta, porque es el alma de la religión. Con oración ferviente y sincera, solicitad pureza para vuestra alma. Interceded tan ferviente y ardorosamente como lo haríais por vuestra vida mortal, si estuviese en juego. Permaneced delante de Dios hasta que se enciendan en vosotros anhelos indecibles de salvación, y obtengáis la dulce evidencia de que vuestro pecado está perdonado.
La esperanza de la vida eterna no se ha de recibir por motivos frágiles. Es un asunto que se ha de decidir entre Dios y vuestra propia alma, y por la eternidad. Una esperanza que sea tan sólo supuesta, provocará vuestra ruina. Puesto que subsistís o caéis por la Palabra de Dios, en esta Palabra debéis buscar el testimonio de vuestro caso. Allí podréis ver lo que se requiere de vosotros para llegar a ser cristianos. No depongáis vuestra armadura, ni abandonéis el campo de batalla hasta haber obtenido la victoria y triunfado en vuestro Redentor (Joyas de los testimonios, tomo 1, págs. 56, 57). 268
(Mensaje para los Jóvenes de E. G. de White)
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