jueves, marzo 07, 2019

CONSEJOS SOBRE MAYORDOMÍA CRISTIANA (EGW). SECCIÓN XII. AHORRANDO PARA DAR.


56. DEJADO AL HONOR DE LOS HOMBRES.
El único plan que el Evangelio ha establecido para sostener la obra de Dios es el que deja el sostén de su causa librado al honor de los hombres.  Estos, teniendo en cuenta la gloria de Dios, deben darle la proporción que él ha requerido.  Contemplando la cruz del Calvario, mirando al Redentor del mundo, quien se empobreció por amor a nosotros para que por su pobreza fuésemos hechos ricos, debemos pensar que no hemos de hacernos tesoros en la tierra, sino que debemos acumular nuestras riquezas en el banco del cielo, el que nunca suspenderá ningún pago ni fallará.  Dios ha dado a Jesús a nuestro mundo, y la pregunta que debemos formularnos es:  ¿Qué podemos devolverle a Dios en términos de donativos y ofrendas para demostrarle nuestro aprecio por su amor?

 "DE GRACIA RECIBISTEIS, DAD DE GRACIA".
Cada mayordomo fiel debería estar mucho más ansioso por aumentar la proporción de sus donaciones que entrega a la tesorería del Señor, antes que por disminuir sus ofrendas en una jota o una tilde.  ¿A quién le sirve?  ¿Para quién está preparando una ofrenda?  Para Aquel de quien depende para recibir todas las buenas cosas de que disfruta. Entonces, que ninguno de los que recibimos la gracia de Cristo demos ocasión para que los ángeles se avergüencen de nosotros, y para que Jesús se avergüence de llamarnos hermanos.
¿Cultivaremos la ingratitud y la manifestaremos mediante nuestras prácticas mezquinas al dar a la causa de Dios? 302 ¡No, no!  Entreguémonos como un sacrificio vivo y demos nuestro todo a Jesús.  Le pertenece, porque somos su posesión adquirida.  
Los que reciben su gracia, los que contemplan la luz del Calvario, no discutirán la proporción que deben dar, sino que pensarán que hasta la ofrenda más abundante es demasiado pequeña y desproporcionada en comparación con el gran don del Hijo unigénito del Dios infinito. Mediante la práctica de la abnegación, hasta los más pobres encontrarán el modo de obtener algo para devolverlo a Dios.

MAYORDOMOS DEL TIEMPO
El tiempo es dinero, y muchos están perdiendo un tiempo precioso que podrían utilizar en trabajo útil, haciendo con sus manos cosas beneficiosas.  El Señor nunca dirá:  "Bien hecho, buen siervo y fiel" a quien no haya utilizado las habilidades físicas que Dios le prestó como talentos preciosos para juntar recursos con los cuales socorrer a los necesitados y presentar ofrendas a Dios.
Los ricos no deben pensar que pueden conformarse únicamente con dar de su dinero.  Poseen habilidades, y deben estudiar la forma de obrar para ser aprobados por Dios, de ser instrumentos espirituales fervorosos en la educación y preparación de sus hijos para que éstos sean útiles.  Los padres y los hijos no deben considerarse dueños de sí mismos y pensar que pueden disponer de su tiempo y propiedades en la forma como les plazca.  Son la posesión adquirida por Dios, y el Señor pide los intereses de sus habilidades físicas, las que deben ser utilizadas para llevar un aporte a la tesorería del Señor.

LA ABNEGACIÓN Y LA CRUZ
Si se suprimieran los mil canales del egoísmo que ahora existen, y si se dirigieran los recursos hacia el conducto debido, una gran cantidad de dinero fluiría hacia la 303 tesorería.  Muchas personas compran ídolos con el dinero que debería ir a la casa de Dios. Nadie puede practicar la verdadera generosidad sin practicar antes la abnegación genuina.  La abnegación y la cruz están directamente en el camino de cada cristiano que es un verdadero seguidor de Cristo.  Jesús dijo:  "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat. 16: 24).  ¿Quiere cada alma considerar el hecho de que el discipulado cristiano incluye la abnegación, el sacrificio de sí mismo, hasta el punto de entregar la propia vida, si esto fuera necesario, por amor al que dio su vida por la vida del mundo?
Los cristianos que contemplan a Cristo en la cruz están comprometidos por su obligación hacia Dios, a causa del don infinito que él hizo en la persona de su Hijo, de no retener nada de lo que posean por muy precioso que esto sea para ellos.  Si poseen cualquier cosa que pueda emplearse para atraer a cualquier alma, no importa cuán rica o cuán pobre ésta pueda ser, hacia el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, deben utilizar libremente tal cosa para realizar este propósito.  
El Señor emplea a los agentes humanos para que éstos sean colaboradores con él en la salvación de los pecadores.
Todo el cielo está empeñado activamente en proporcionar facilidades mediante las cuales extender el conocimiento de la verdad a todos los pueblos, naciones y lenguas.  Si los que profesan haber sido verdaderamente convertidos no dejan brillar su luz para otros, están descuidando el cumplimiento de las palabras de Cristo.
No necesitamos preocuparnos en pensar cuánto se ha dado a la causa de Dios, sino más bien debemos considerar cuánto se ha retenido de su tesorería para dedicarse a la complacencia del yo en la búsqueda del placer y la gratificación de sí mismo.  No necesitamos contar cuántos obreros han sido enviados, sino más bien cuántos han cerrado 304 sus ojos del entendimiento para no ver cuál es su deber y para no ministrar a otros según sus diversas habilidades.
¡Cuántos podrían estar empleados ahora si en la tesorería hubiese recursos para sostenerlos en la obra!  ¡Cuántas facilidades podrían utilizarse para extender la obra de Dios a medida que su providencia abre el camino!  Cientos de obreros podrían estar empleados en el campo haciendo bien en diversos ramos, pero no están allí.  ¿Por qué?  El egoísmo los mantiene en sus hogares; aman la comodidad y por lo tanto permanecen alejados de la viña del Señor.  Algunos irían a regiones alejadas, pero no tienen los recursos para trasladarse allá, porque otros han dejado sin hacer lo que deberían haber hecho.  Estas son algunas razones por las que unos pocos obreros tienen que estar recargados como un carro bajo el peso de las gavillas, mientras hay otros que no llevan carga alguna.-RH, julio 14, 1896.

EL PESO QUE PODRÍA SALVAR UN ALMA
El Señor ha hecho provisión para que todos puedan ser alcanzados mediante el mensaje de la verdad, pero los recursos colocados en las manos de sus mayordomos para ese mismo propósito, han sido dedicados egoístamente a la gratificación de sí mismos.
¡Cuánto ha sido desperdiciado descuidadamente por nuestra juventud, gastado para la complacencia propia y la ostentación, en cosas sin las cuales habrían podido ser igualmente felices!  Cada peso que poseemos es del Señor.  En lugar de gastar dinero en cosas innecesarias, deberíamos invertirlo para responder a los llamamientos de la obra misionera.
A medida que se abren nuevos campos, aumentan constantemente los pedidos de más recursos.  Si alguna vez hemos necesitado ejercer economía, es ahora.  Todos los que trabajan en la causa deberían comprender la importancia que tiene el seguir de cerca el ejemplo del Salvador dado 305 en la abnegación y economía. Deberían ver en los medios que manejan un depósito que Dios les ha encomendado, y deberían sentirse obligados a ejercer tacto y habilidad financiera en el uso del dinero de su Señor.  Cada centavo debería atesorarse cuidadosamente.  Un centavo parece una suma ínfima, pero cien centavos son un peso, y éste correctamente gastado puede constituir el medio de salvar a un alma de la muerte.   Si todos los recursos que nuestro propio pueblo ha malgastado en la gratificación de sí mismo se hubiesen dedicado a la causa de Dios, no habría tesorerías vacías, y podrían establecerse misiones en todas partes del mundo.
Que los miembros de la iglesia ahora abandonen su orgullo y sus adornos.  Cada uno debería mantener a mano una caja misionera, y colocar en ella cada centavo que se sienta tentado a gastar en la gratificación de sí mismo.  Pero hay que hacer algo más fuera de suprimir las cosas superfluas.  Hay que practicar la abnegación.   Algunas de nuestras cosas confortables y deseables deben ser sacrificadas.  Los predicadores deben aguzar sus mensajes, no sólo combatiendo la gratificación de sí mismo y el orgullo en el vestir, sino también presentando a Jesús, su vida de abnegación y sacrificio.  Que el amor, la piedad y la fe sean atesorados en el corazón, y entonces frutos preciosos aparecerán en la vida.-Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh-day Adventists, pág. 293. 306

57. PALABRAS PARA LA JUVENTUD.
Mucho podría decirse a los jóvenes acerca de su privilegio de ayudar a la causa de Dios aprendiendo lecciones de economía y abnegación.  Muchos piensan que deben complacerse en todo lo que les plazca, y a fin de hacerlo, se acostumbran a vivir gastando todo lo que reciben.  Dios desea que hagamos mejor en este sentido.  Pecamos contra nosotros mismos cuando nos satisfacemos nada más que con lo suficiente para comer, beber y vestir.  Dios tiene algo más elevado que esto para nosotros.   Cuando estamos dispuestos a dejar de lado nuestros deseos egoístas y a dedicar las facultades del corazón y la mente a la obra de la causa de Dios, los instrumentos celestiales colaborarán con nosotros y nos convertirán en una bendición para la humanidad.
Aunque pueda ser pobre, el joven que es industrioso y económico debe ahorrar un poquito para la causa de Dios.  Cuando yo tenía sólo doce años de edad, ya sabía lo que significaba economizar.   Con mi hermana aprendimos un oficio, y aunque ganábamos solamente veinticinco centavos por día, de esa suma podíamos ahorrar un poquito para dar a las misiones.  Ahorramos poco a poco hasta que tuvimos treinta dólares.  Luego, cuando recibimos el mensaje de la pronta venida del Señor, juntamente con un llamamiento de hombres y recursos, sentimos que era nuestro privilegio entregar esos treinta dólares a nuestro padre y pedirle que los invirtiera en revistas y folletos para enviarlos a los que estaban en tinieblas.
Es el deber de todos los que participan en la obra de 307 Dios aprender la economía en el empleo del tiempo y del dinero.  Los que se complacen en el ocio revelan que atribuyen poca importancia a las verdades gloriosas que nos han sido encomendadas.  Estos necesitan aprender hábitos de laboriosidad y aprender a trabajar teniendo en cuenta la gloria de Dios.

HAY QUE NEGAR EL YO Y UTILIZAR LOS TALENTOS
Los que no ejercen buen juicio en el empleo del tiempo y el dinero, deberían pedir consejos a los que tienen experiencia.  Con el dinero que ganamos en nuestro oficio, mi hermana y yo nos comprábamos ropa.  Entregábamos el dinero a nuestra madre y le decíamos:   "Compra de tal manera que cuando hayamos pagado nuestra ropa todavía quede algo para dar a la obra misionera".  Ella lo hacía así, y con esto estimulaba en nosotras un espíritu misionero.
La acción de dar como fruto de la abnegación constituye una ayuda maravillosa para el dador.  Imparte una educación que nos capacita plenamente para comprender la obra de Aquel que anduvo haciendo bienes, que alivió el sufrimiento y satisfizo las necesidades de los pobres.  El Salvador no vivió para agradarse a sí mismo.  En su vida no había ningún rastro de egoísmo.-YI, sept. 10, 1907.

LOS HIJOS PUEDEN APRENDER LA ABNEGACIÓN
Mientras los padres realizan sacrificios por amor al adelanto de la causa de Dios, deberían enseñar a sus hijos también a participar en esta obra.  Los hijos pueden aprender a manifestar su amor hacia Cristo negándose las cosas innecesarias en cuya adquisición mucho dinero se desliza entre sus dedos.  Esta obra debería realizarse en cada familia.  Requiere tacto y método, pero será la mejor educación que puedan recibir los hijos.  Y si todos los niñitos presentan sus ofrendas, al Señor, sus donativos serán como arroyitos que, cuando unan sus caudales, llegarán a formar un río. 308
El Señor contempla con placer a los niñitos que se niegan a sí mismos a fin de presentarle una ofrenda.  Él se sintió complacido con la viuda cuando ésta puso sus dos blancas en la tesorería, porque ella dio con un corazón bien dispuesto.  El Salvador considero su sacrificio realizado al dar todo lo que tenía, de más valor que los donativos cuantiosos de los ricos, quienes no hacían ningún sacrificio a fin de dar.  Y él se alegra cuando los pequeños están dispuestos a negarse a sí mismos a fin de convertirse en colaboradores juntamente con él quien los amó, los tomó en sus brazos y los bendijo.-RH, dic. 25, 1900.

ANÓTENSE LAS ENTRADAS Y LAS SALIDAS
En el estudio de las cifras, el trabajo debería ser práctico.  Se debería enseñar a todo joven y niño no solamente a resolver problemas imaginarios, sino a llevar cuenta exacta de sus propios ingresos y gastos.  Aprenda el debido uso del dinero usándolo.   Enséñese a los niños y a las niñas a elegir y comprar su ropa, sus libros, y otras cosas, ya sean costeados por sus padres o por sus propias ganancias; y si llevan cuenta de sus gastos conocerán, como no lo lograrían de otro modo, el valor y el uso del dinero.
Esta educación les enseñará a distinguir la verdadera economía de la mezquindad por un lado, y de la prodigalidad por el otro.   Debidamente dirigida, fomentará hábitos de generosidad.  Ayudará a los jóvenes a aprender a dar, no por mero impulso del momento en que conmueven sus sentimientos, sino regular y sistemáticamente.-Ed. 234.

SIGUIENDO LAS SUGERENCIAS DE SATANÁS
¡Cuánto ha trabajado el enemigo para colocar las cosas temporales por encima de las espirituales!  Muchas familias que tienen sólo poco para ahorrar para la causa de Dios, sin embargo gastan dinero libremente para comprar 309 muebles lujosos o ropa a la moda.  ¡Cuánto se gasta en comida, y a menudo en cosas que tan sólo constituyen una complacencia perjudicial!  ¡Cuánto se gasta en regalos que no benefician a nadie!
Muchos gastan sumas considerables en fotografías para dar a sus amigos.  La afición por las fotografías se convierte en una ocupación extravagante y estimula una especie de idolatría.  Cuánto más agradable para Dios sería si todos estos recursos se invirtiesen en publicaciones que servirían para dirigir a las almas a Cristo y las preciosas verdades para este tiempo.  El dinero desperdiciado en cosas innecesarias proporcionaría a más de alguno material de lectura acerca de la verdad presente, el que tendría un sabor de vida para vida.
Las sugerencias de Satanás se llevan a cabo en muchísimas cosas. Nuestros cumpleaños, nuestra Navidad y las fiestas del Día de Acción de Gracias con demasiada frecuencia se dedican a la gratificación egoísta, cuando en cambio la mente debería dirigirse hacia las misericordias y la amante bondad de Dios.  A Dios le desagrada que su bondad, su cuidado constante y su amor incesante no sean recordados en estas ocasiones.
Si todo el dinero que se usa en forma extravagante para comprar cosas innecesarias, fuese colocado en la tesorería de Dios, veríamos a hombres, mujeres y jóvenes entregándose a Jesús, y haciendo su parte para colaborar con Cristo y los ángeles.  Las bendiciones más abundantes de Dios se recibirían en nuestras iglesias y muchas almas se convertirían a la verdad.-RH, dic. 23, 1890.

LOS CUMPLEAÑOS Y LOS FERIADOS
Los padres deben criar, educar y preparar a sus hijos en hábitos de autocontrol y abnegación.  Siempre deben mantener ante ellos sus obligaciones de obedecer la Palabra de Dios y de vivir con el propósito de servir a Jesús.  Deben 310 enseñar a sus hijos que es necesario vivir de acuerdo con hábitos sencillos en la vida diaria y evitar vestidos costosos, un régimen de alimentación caro, casas costosas y muebles caros.
Los términos según los cuales la vida eterna será nuestra, se establecen en estas palabras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. . .  y a tu prójimo como a ti mismo".
Los padres no han enseñado a sus hijos los preceptos de la ley tal como Dios les ha ordenado.  Los han educado en hábitos egoístas. Les han enseñado a considerar sus cumpleaños y días feriados como ocasiones cuando deben esperar recibir regalos y seguir los hábitos y las costumbres del mundo. Esas ocasiones que deberían servir para aumentar el conocimiento de Dios y para despertar agradecimiento en el corazón por su misericordia y amor manifestados en la preservación de sus vidas durante otro año, se convierten en ocasiones para agradarse a sí mismos, para la gratificación y la glorificación de sus hijos.  Han sido guardados por el poder de Dios en cada momento de su vida, y sin embargo los padres no enseñan a sus hijos a pensar en esto, y a expresar agradecimiento por su misericordia hacia ellos.
Si los niños y los jóvenes hubiesen sido debidamente instruidos en esta época del mundo, ¡qué honor, alabanza y agradecimiento fluiría de sus labios hacia Dios!  ¡Qué cantidad de pequeños donativos llevarían las manos de los pequeños a la tesorería como ofrendas de agradecimiento!  Dios sería recordado en vez de ser olvidado.
No sólo en los cumpleaños deberían los padres y los hijos recordar las misericordias del Señor en una forma especial, sino también los días de Navidad y Año Nuevo deberían ser ocasiones cuando cada hogar debiera recordar a su Creador y Redentor.  En lugar de ofrecer regalos y donativos abundantes a los seres humanos, la reverencia, el honor y la gratitud deberían ofrecerse a Dios, y los regalos y las ofrendas debieran fluir por el conducto divino.  
¿No 311 le agradaría al Señor que se lo recuerde en esta forma? ¡Oh, cómo ha sido olvidado Dios en estas ocasiones!. . .
Cuando tengáis un día feriado, convertidlo en un día agradable y feliz para vuestros hijos, y haced que también sea un día agradable para los pobres y los afligidos.  No permitáis que transcurra el día sin llevar ofrendas de agradecimiento y gratitud a Jesús.  Que los padres y los hijos realicen ahora un esfuerzo ferviente para redimir el tiempo y para remediar su pasado descuido.  Que manifiesten una conducta diferente de la que tiene el mundo.

Hay muchas cosas que pueden prepararse con buen gusto y que cuestan mucho menos que los regalos innecesarios que con tanta frecuencia se dan con abundancia a nuestros hijos y parientes, y en esa forma también puede manifestarse cortesía y llevarse felicidad al hogar.  Podéis enseñar una lección a vuestros hijos mientras les explicáis la razón por la que habéis realizado un cambio en el valor de sus regalos, diciéndoles que estáis convencidos que hasta ahora habíais considerado más su placer que la gloria de Dios.  Decidles que en lugar de considerar el adelantamiento de la causa de Dios, habíais tomado en cuenta más vuestro propio placer y la gratificación de ellos, y que habíais procurado manteneros en armonía con las costumbres y tradiciones del mundo al ofrecer regalos a quienes no lo necesitaban.
Tal como los sabios de la antigüedad, podéis ofrecer a Dios vuestros mejores donativos y manifestarle mediante vuestras ofrendas que apreciáis su Don hecho a un mundo pecador.  Haced que los pensamientos de vuestros hijos corran por un nuevo canal, sin egoísmo, incitándolos a presentar ofrendas a Dios por el don de su Hijo unigénito.-RH, nov. 13, 1894. 312

58. UNA EXHORTACIÓN A LA ECONOMÍA.
No debería manifestarse extravagancia en la construcción de hogares lujosos, en la adquisición de muebles costosos, en la compra complaciente de vestidos mundanos, o en el consumo de alimentos exquisitos; en cambio al hacer todas nuestras cosas pensemos en las almas por quienes Cristo ha muerto.  Hagamos morir el egoísmo y el orgullo.  Que nadie continúe gastando recursos en multiplicar fotografías para enviar a los amigos.  Ahorremos cada peso que podamos ahorrar, para que los encantos incomparables de Cristo puedan presentarse a las almas que perecen.
Satanás sugerirá muchas formas como podéis gastar el dinero.   Pero si éste es gastado en la complacencia de sí mismo -y en cosas innecesarias, no importa cuán bajo sea su costo-, no es gastado para la gloria de Dios.  Consideremos bien este asunto y veamos si estamos negándonos a nosotros mismos en la forma como deberíamos hacerlo.  ¿Estamos realizando sacrificios a fin de enviar la luz de la verdad a los perdidos?. . .
En la iglesia debiera haber un solo interés; un solo deseo debería controlar a todos:  el deseo de conformarse a la imagen de Cristo.   Cada uno debería esforzarse para hacer por Jesús todo lo que le sea posible, mediante el esfuerzo personal, los donativos y el sacrificio.  Debiera haber alimento en la casa del Señor, y esto significa una tesorería llena a fin de contestar los llamados macedónicos que se reciben de todas partes.  Cuán lamentable es que nos veamos obligados 313 a decir a los que claman pidiendo ayuda:  "No podemos enviarles hombres o dinero.  Tenemos una tesorería vacía".
Que todas las monedas de cinco centavos, de diez centavos y los pesos que se pierden para la causa debido al amor egoísta del placer, a causa del deseo de alcanzar las normas dadas por el mundo, mediante el amor al ocio, sean dirigidos hacia el conducto que fluye hacia la tesorería de Dios.  Son los pequeños arroyos que se unen los que finalmente constituyen un río.  Seamos cristianos concienzudos y obreros juntamente con Dios...
Hay que abrir nuevos campos de trabajo, hay que añadir almas a la fe, nuevos nombres deben aparecer en los registros de la iglesia -nombres que también aparecerán en los registros inmortales del cielo.  ¡Ojalá que comprendiésemos lo que podría hacerse con el dinero gastado en la gratificación del yo!-RH, enero 27, 1891.

UN SOCIO EN LA FIRMA DE DIOS
La causa de Dios mantiene una exigencia continua.  Por lo tanto, la laboriosidad se requiere de parte de todos, encumbrados y humildes, ricos y pobres, a fin de devolver a Dios los réditos debidos, para que haya "alimento" en su casa, y puedan ser sostenidos los siervos a quienes él ha llamado a la obra de comunicar la verdad a un mundo que perece.
Dios no sólo requiere el diezmo, sino también pide que todo lo que poseemos sea usado para su gloria.  No debemos ser derrochadores, porque los bienes que poseemos son propiedad de Dios.  Ni un peso, ni un centavo, son nuestros.  El malgastar el dinero en lujos priva a los pobres de los recursos necesarios con los que podría proporcionárseles alimento y ropa.  Lo que se gasta en la gratificación del orgullo en el vestir, en casas, en muebles y en decoraciones, aliviaría las aflicciones de muchas familias necesitadas y 314 afligidas.  Los mayordomos de Dios deben ministrar a los necesitados.  Esto es el fruto de la religión pura e incontaminada.  El Señor condena a los hombres por la satisfacción de su complacencia egoísta mientras sus semejantes sufren por falta de alimento y ropa. . .
El Señor pide a cada uno de sus hijos que haga brillar la luz del cielo -la luz del amor sin egoísmo del Señor- en medio de las tinieblas de esta época degenerada.  Si él ve que lo reconocéis como el dueño de vosotros mismos y de todas vuestras posesiones, si él ve que utilizáis los medios que os ha confiado como mayordomos fieles, registrará vuestros nombres en los libros del cielo como obreros juntamente con él, como socios en su gran firma, para trabajar en bien de vuestros semejantes.  Y en el día final experimentaréis gozo al ver que los recursos utilizados sabiamente para ayudar a otros han hecho que mediante vosotros el nombre de Dios sea alabado. -RH, dic. 8, 1896.

EL CUIDADO DE LOS CENTAVOS
Quisiera impresionar a cada mente para que comprenda la tremenda pecaminosidad de gastar el dinero del Señor en necesidades imaginarias.  El gasto de sumas que parecen pequeñas puede desencadenar una serie de circunstancias que se proyectarán hasta la eternidad.  Cuando se realice el juicio y se abran los libros, se os presentará el lado desventajoso:  el bien que habríais podido hacer con los centavos acumulados y las sumas mayores que fueron empleadas únicamente con propósitos egoístas. . .
Jesús no requiere del hombre ningún verdadero sacrificio, porque lo único que se nos pide que abandonemos son las cosas que nos harían mejor si no las tuviésemos.  Debemos abandonar sólo lo más pequeño, lo que tiene menos valor, para tener lo que es más grande y más valioso.  Toda consideración terrena y temporal debe subordinarse a lo que es más elevado.-RH, agosto 11, 1891. 315

ENTONCES EL MENSAJE IRÁ CON MÁS PODER
El pueblo de Dios debería practicar una estricta economía en sus gastos, a fin de tener algo para llevar a Dios, diciendo: "De lo recibido de tu mano te damos" (1 Crón. 29:14). 
En esta forma su pueblo debe expresarle su agradecimiento por las bendiciones recibidas de él.  Así es también como pueden hacerse tesoros junto al trono de Dios.
Los mundanos gastan en ropa cuantiosas sumas de dinero que deberían utilizarse para alimentar y vestir a los que pasan hambre y sienten frío. 
Muchos por quienes Cristo dio su vida apenas tienen lo suficiente de lo que es más barato, la ropa más ordinaria, mientras otros gastan miles de dólares en sus esfuerzos por satisfacer las interminables exigencias de la moda.
El Señor ha ordenado a su pueblo que salga del mundo y viva separado de él.  La ropa llamativa o cara no sienta bien a los que creen que estamos viviendo en los últimos días del tiempo de gracia.  El apóstol Pablo ha escrito:  "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.   Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" 
(1 Tim. 2: 8-10).

Aun entre los que profesan ser hijos de Dios hay quienes gastan en ropa más de lo que es necesario.  Deberíamos vestirnos pulcramente y con buen gusto, pero, hermanas mías, cuando compráis y confeccionáis vuestra propia ropa y la de vuestros hijos, pensad en la obra que todavía espera ser hecha en la viña del Señor.  Es correcto comprar buenos materiales y confeccionarlos bien.  Pero los adornos exuberantes son innecesarios, y usarlos es gastar en la gratificación de sí mismo el dinero que debería colocarse en la causa de Dios.
No es vuestro vestido el que os da valor ante la vista 316 del Señor.   Dios valora el adorno interior, las gracias del Espíritu, la palabra bondadosa, la consideración hacia los demás.  Privaos de los adornos superfluos y apartad el dinero así ahorrado para el adelantamiento de la causa de Dios.  Aprended la lección de la abnegación y enseñadla a vuestros hijos.  Todo lo que pueda ahorrarse practicando la abnegación se necesita ahora en la obra que debe realizarse.  Hay que aliviar a los que sufren, hay que vestir a los desnudos, hay que alimentar a los hambrientos; la verdad para este tiempo debe ser proclamada a los que no la conocen.   Negándonos lo que no necesitamos, podemos participar en la gran obra de Dios.

Somos testigos de Cristo y no debemos permitir que los intereses mundanos absorban nuestro tiempo y atención a tal punto que no tomemos en cuenta las cosas que Dios ha dicho que deben ocupar el primer lugar.  Hay en juego intereses superiores. "Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mat. 6: 33).  Cristo se dio por entero a la obra que había venido a realizar, y él nos ha dicho:  "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat. 16: 24).  "Y seáis así mis discípulos"  (Juan 15: 8).
Cristo se entregó voluntaria y gozosamente a la realización de la voluntad de Dios.  Fue obediente hasta la muerte, y hasta la muerte en la cruz.  ¿Deberíamos encontrar difícil negarnos a nosotros mismos?  ¿Deberíamos apartarnos para no participar de sus sufrimientos?  Su muerte debería conmover cada fibra de nuestro ser y disponernos a consagrar a su obra todo lo que poseemos y lo que somos.  Al pensar en lo que él ha hecho por nosotros nuestros corazones deberían llenarse de amor.
Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación ordenada en la Palabra de Dios, el mensaje se proclamará con poder.  El Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las almas.  El pueblo de Dios 317 dejará brillar su luz y los incrédulos al ver sus buenas obras, glorificarán a nuestro Padre celestial.  Relacionémonos con Dios en términos de una obediencia manifestada con abnegación.
-RH, dic. 1, 1910.

PROGRESO A PESAR DE LA POBREZA
Al comienzo éramos sólo unos pocos los que debíamos llevar adelante la obra, y era muy necesario que tuviésemos unidad de pensamiento a fin de promover la obra con orden y uniformidad.   Cuando comprendimos la importancia de estar en unidad de fe, nuestras oraciones fueron contestadas, y también fue contestada la oración de Cristo en la que pidió que fuésemos uno así como él era uno con el Padre.  Estábamos tan privados de recursos así como lo estáis vosotros aquí en estos reinos,* y con frecuencia pasamos hambre y sufrimos de frío por falta de ropa abrigada.  Pero comprendimos que la verdad debía avanzar y que debíamos tener recursos para promoverla.  Luego buscamos al Señor fervorosamente para que él abriera el camino a fin de que pudiésemos alcanzar a la gente en las diferentes ciudades y pueblos.  Mi esposo y yo tuvimos que trabajar con nuestras manos para obtener dinero a fin de trasladarnos de un lugar a otro con el propósito de abrir los tesoros de la fe a los demás.  Pudimos ver que el Señor del cielo estaba preparando el camino delante de nosotros en la obra.
Mi esposo trabajó acarreando piedras hasta que se estropeó la piel de sus dedos y emanó sangre de las heridas a fin de obtener recursos para trasladarnos de un lugar a otro con el propósito de hablar a la gente acerca de la verdad.  Así fue como la obra se llevó a cabo en un comienzo y ahora nuestras peticiones deben ascender hacia el Dios del cielo tal como lo hicieron entonces, para que él abra el camino, y la verdad llegue a los corazones.  El oro y la plata 318 son del Señor.  El ganado que pasta en mil colinas le pertenece; pero él quiere que avancemos por fe tan lejos y con tanta rapidez como podamos.  El Señor bendecirá a los que hagan lo mejor posible de acuerdo con sus habilidades. . .
Cuando se abrieron las Escrituras en los valles del Piamonte, la verdad fue llevada por los que eran muy pobres en bienes de este mundo.  Los que poseían la verdad bíblica no tenían libertad para enseñarla a la gente; no podían llevar la Biblia a los hogares; de manera que fueron como mercaderes vendiendo productos, y llevando porciones de la Biblia con ellos, y cuando veían que era conveniente leían de las Escrituras; y en esta forma recibían luz los que sentían hambre por la verdad.  Con sus pies desnudos y sangrantes, esos hombres viajaron sobre las rocas duras de las montañas a fin de alcanzar a las almas y abrirles las palabras de vida.  Quisiera que ese mismo espíritu que animó a esos misioneros estuviese en el corazón de cada uno que profesa la verdad en este tiempo.
Todos podemos hacer algo si ocupamos la posición que Dios desea que ocupemos.  Cada esfuerzo realizado por iluminar a otros nos pone más en armonía con el Dios del cielo.  Si os sentáis a lamentaros diciendo:  "A duras penas puedo sostener a mi familia", nunca haréis nada; pero si decís:  "Haré algo por la verdad; la veré progresar; haré lo que pueda", entonces Dios abrirá el camino para que podáis hacer algo.  Deberíais invertir en la causa de la verdad a fin de sentir que formáis parte de ella.
Dios no requiere de la persona a quien ha dado un talento que le devuelva los intereses equivalentes a diez talentos.  Recordad que fue el poseedor de un talento el que lo envolvió y lo ocultó en la tierra.  Deberíais usar el talento, la influencia y los recursos que Dios os ha dado para que desempeñéis una parte en su obra.
-RH, julio 8, 1890. 319

PARA UN ESTUDIO ADICIONAL
Cultivando un espíritu de abnegación, JT 3, 349.
Un ruego a causa del dinero gastado innecesariamente, 9 T 54, 55.
Joyas y vestidos dispendiosos, MC 219, 220.
Nunca se nos exige un verdadero sacrificio, MC 376.
Economía y no tacañería ni mezquindad, MC 157.
"Recoged los pedazos", MC 159.
El ejemplo de los pioneros, 7 T 216, 217.
Cuando se viaja, 5 T 400.
Enviaron sus tesoros adelante de ellos, 1 T 191, 192.
Ahorrando mediante actos de sacrificios, JT 3, 358.
Los obreros deben disminuir los gastos, 4 T 299.
Si la conciencia estuviera despierta, testificaría contra los gastos inútiles, JT 1, 381.
Enseñando la economía en el hogar, JT 3, 73, 74.
Enseñando a los jóvenes el uso del dinero, JT 2, 472.
Preguntando: "¿Servirá un artículo menos caro?", 4 T 511.
Un espíritu de servicio voluntario y gozosa abnegación, PR 46, 47.
¿El dar es un privilegio o una carga? 1 T 170.
Los que son económicos por principio, 4 T 453. 323

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