sábado, marzo 09, 2019

CONSEJOS SOBRE MAYORDOMÍA CRISTIANA (EGW). SECCIÓN XIV. TESTAMENTOS Y LEGADOS.


62. LA PREPARACIÓN PARA LA MUERTE.
Hay entre nosotros ancianos cuyo tiempo de gracia se acerca a su fin; pero por falta de hombres que estén alerta y aseguren para la causa de Dios los recursos que poseen, éstos pasan a las manos de los que sirven a Satanás.  Estos recursos sólo les fueron prestados por Dios para que se los devolviesen; pero en nueve casos de cada diez, estos hermanos, cuando están por desaparecer del escenario de acción, disponen de la propiedad de Dios de una manera que no le puede glorificar, porque ni un solo peso llegará jamás a la tesorería del Señor.  En algunos casos, estos hermanos aparentemente buenos tuvieron consejeros que no eran consagrados, quienes los aconsejaron desde su punto de vista, y no según el parecer de Dios.
Con frecuencia se legan propiedades a hijos y nietos para perjuicio suyo solamente.  Ellos no sienten amor hacia Dios ni hacia la verdad, y por lo tanto estos recursos, que son todos del Señor, pasan a las filas de Satanás para ser manejados por él.  Este es mucho más vigilante, avizor y hábil que nuestros hermanos en lo que se refiere a idear medios para asegurarse los recursos del Señor para su causa.
Algunos testamentos se hacen de manera tan precaria que no resisten la prueba de la ley, y así se han perdido para la causa miles de pesos.  Nuestros hermanos deben considerar que sobre ellos, como fieles siervos en la causa de Dios, descansa la responsabilidad de ejercitar su intelecto, respecto de este asunto, y asegurar para el Señor lo que le pertenece. 338
Muchos manifiestan una delicadeza innecesaria al respecto.  Creen que están pisando en terreno prohibido cuando introducen el tema de la propiedad al conversar con ancianos e inválidos, a fin de saber cómo piensan disponer de ella.  Pero este deber es tan sagrado como el de predicar la Palabra para salvar almas.  He aquí, por ejemplo, un hombre que tiene dinero o propiedades de Dios en sus manos.  Está por cambiar su mayordomía.  Los recursos que Dios le prestó para que fueran usados en su causa, ¿los colocará en las manos de hombres perversos, sólo porque son parientes suyos?  ¿No sentirán interés y ansiedad los cristianos por el bienestar futuro de este hombre tanto como por el interés de la causa de Dios, para que disponga debidamente del dinero de su Señor, de los talentos que le fueron prestados para que los aprovechase sabiamente?  ¿Permanecerán impasibles sus hermanos, y le verán perder su asidero en esta vida, robando al mismo tiempo a la tesorería de Dios?  Esto sería una terrible pérdida para él y para la causa, porque, al colocar sus recursos en las manos de aquellos que no tienen consideración por la verdad de Dios, estaría, por así decirlo, envolviendo ese talento en un pañuelo para enterrarlo.

UN MÉTODO MEJOR
El Señor quiere que los que le siguen dispongan de sus recursos mientras pueden hacerlo ellos mismos.  Algunos preguntarán:   "¿Debemos despojarnos realmente a nosotros mismos de todo lo que llamamos nuestro?"  Tal vez no se nos exija esto ahora; pero debemos estar dispuestos a hacerlo por amor a Cristo.  Debemos reconocer que nuestras posesiones son absolutamente suyas, y hemos de usarlas generosamente cuandoquiera que se necesiten recursos para adelantar su causa.
Algunos cierran sus oídos cuando se pide dinero que se ha de emplear en enviar misioneros a países extranjeros, y 339 en publicar la verdad y diseminarla por todo el mundo como caen las hojas de los árboles en el otoño.  Los tales disculpan su codicia informándonos de que han hecho arreglos para hacer obras de caridad después de su muerte.  Han considerado la causa de Dios en sus testamentos.  Por tanto, viven una vida de avaricia, robando a Dios en los diezmos y las ofrendas, y en sus testamentos devuelven a Dios tan sólo una pequeña porción de lo que él les ha prestado, mientras asignan una gran parte a parientes que no tienen interés alguno en la verdad.  Esta es la peor clase de robo.  Roban a Dios lo que le deben, no sólo durante toda su vida, sino también al morir.

UN TREMENDO RIESGO
Es completa insensatez diferir la preparación para la vida futura hasta llegar casi a la última hora de la actual.  Es también un grave error diferir la respuesta a las exigencias de Dios en cuanto a la generosidad debida a su causa hasta el tiempo de transferir la mayordomía a otros.  Aquellos a quienes confiáis vuestros recursos pueden no manejarlos tan bien como vosotros.  ¿Cómo se atreven los ricos a correr tan grandes riesgos?  Los que aguardan hasta el momento de morir para disponer de su propiedad, la entregan a la muerte más bien que a Dios.  Al hacerlo así, muchos están obrando en forma directamente contraria al plan de Dios bosquejado claramente en su Palabra.  Si ellos quieren hacer bien, deben aprovechar los áureos momentos actuales y trabajar con toda su fuerza, temiendo perder la oportunidad favorable.
Los que descuidan un deber conocido, no contestando a los requerimientos que Dios les hace en esta vida, y calman su conciencia calculando hacer sus testamentos cuando estén por morir, no oirán palabras de elogio del Maestro ni tampoco recibirán recompensa.  No practicaron la abnegación, sino que retuvieron egoístamente sus recursos tanto como pudieron, entregándolos únicamente cuando la muerte los 340 requirió.  Aquello que muchos se proponen postergar hasta que estén por morir, si fuesen verdaderos cristianos lo harían mientras están gozando plenamente de la vida.  Se consagrarían ellos mismos y su propiedad a Dios, y mientras actuasen como mayordomos suyos tendrían la satisfacción de cumplir su deber.  Haciéndose sus propios ejecutores, satisfarían los requerimientos de Dios ellos mismos antes de pasar la responsabilidad a otros.
Debemos considerarnos administradores de la propiedad del Señor, y tener a Dios como el propietario supremo, a quien debemos devolver lo suyo cuando lo requiere.  Cuando venga para recibir lo suyo con interés, los codiciosos verán que en vez de multiplicar los talentos que se les confiaron, atrajeron sobre sí mismos la maldición pronunciada sobre el siervo inútil.

¿GENEROSIDAD ESTANDO VIVO O LEGADOS DEJADOS AL MORIR?
El Señor quiere que la muerte de sus siervos sea considerada como una pérdida, por causa de la influencia benéfica que ejercieron y las muchas ofrendas voluntarias que dieron para alimentar la tesorería de Dios.  Los legados que se dejan al morir son un mísero substituto de la benevolencia que uno podría hacer mientras vive.  En verdad, los siervos de Dios deben hacer sus testamentos cada día en buenas obras y ofrendas generosas a Dios.  No deben permitir que la cantidad dada a Dios sea desproporcionalmente pequeña cuando se la compara con la cantidad dedicada a su propio uso.  Al hacer así su testamento diariamente, recordarán aquellos objetos y amigos que ocupan el mayor lugar en sus afectos.
Su mejor amigo es Jesús.  Él no les privó de su propia vida, sino que por amor de ellos se hizo pobre, a fin de que por su pobreza fuesen enriquecidos.  Merece todo el corazón, toda la propiedad, todo lo que ellos tienen y son.  Pero muchos de los que profesan ser cristianos postergan los requerimientos 341 de Jesús en la vida, y le insultan dejándole una mínima donación al morir.  Recuerden todos los que pertenecen a esta clase que este robo a Dios no es una acción impulsiva sino un plan bien considerado, en cuyo prefacio dicen:  "En pleno goce de mis facultades".  Después de haber defraudado a la causa de Dios en vida, perpetúan el fraude después de muertos, y esto con el pleno consentimiento de sus facultades mentales.  Un testamento tal es lo que muchos se conforman con tener por almohada mortuoria.  Su testamento es parte de su preparación para la muerte, y está preparado de manera que sus posesiones no perturben sus horas finales. ¿Pueden los tales pensar con placer en lo que se requerirá de ellos cuando hayan de dar cuenta de su mayordomía?
Debemos todos ser ricos en buenas obras en esta vida, si queremos obtener la vida futura, inmortal.  Cuando el juicio sesione, y los libros se abran, cada uno será recompensado según sus obras.  Hay, matriculados en el registro de la iglesia, muchos nombres al frente de los cuales está anotado el robo en el libro mayor del cielo.  Y a menos que esas personas se arrepientan y obren por el Maestro con generosidad desinteresada, participarán ciertamente de la condenación del mayordomo infiel.

PERDIDAS DEBIDAS A FALTA DE TESTAMENTO
Sucede con frecuencia que un activo negociante muere repentinamente, y al examinar sus negocios se los encuentra muy enredados.  Cuando se procura poner sus cosas en orden, los honorarios de los abogados consumen gran parte de la propiedad, si no toda, mientras que su esposa e hijos y la causa de Cristo quedan despojados.  Los que son fieles mayordomos de los recursos del Señor, conocerán exactamente la situación de sus negocios, y como hombres prudentes estarán preparados para cualquier emergencia.  Si hubiese de terminar repentinamente su tiempo de gracia, no 342 dejarían en una perplejidad tan grande a aquellos que se viesen en la necesidad de ordenar sus bienes.
Muchos no se preocupan de hacer su testamento mientras gozan aparentemente de salud.  Pero nuestros hermanos debieran tomar esa precaución; debieran conocer su situación financiera y no dejar que sus negocios se enreden.  Deben ordenar su propiedad de manera que puedan dejarla en cualquier momento.
Los testamentos deben hacerse de una manera que resista la prueba de la ley.  Después de haber sido formulados, pueden permanecer durante años, y no causar ningún perjuicio, aunque se continúe haciendo donativos de vez en cuando, según la causa los necesite.  La muerte no llegará un día más temprano, hermanos, porque hayáis hecho vuestro testamento.  Al legar vuestra propiedad por testamento a vuestros parientes, cuidad de no olvidar la causa de Dios.  Sois sus agentes, conservadores de su propiedad; y debéis considerar primero sus requerimientos.  Vuestra esposa y vuestros hijos no han de ser dejados en la indigencia; debéis proveer para ellos, si lo necesitan.  Pero no introduzcáis en vuestro testamento, simplemente porque es costumbre hacerlo, una larga lista de parientes que no sufren necesidad.

UN LLAMAMIENTO A LA REFORMA
Téngase siempre presente que el egoísta sistema actual de disponer de la propiedad no es plan ideado por Dios, sino por el hombre.  Los cristianos deben ser reformadores y romper el sistema actual, dando un aspecto completamente nuevo a la confección de los testamentos.  Téngase también presente la idea de que es la propiedad del Señor la que estamos manejando.  La voluntad del Señor en este asunto es ley.
Si un hombre os hubiese hecho albaceas suyos, ¿no estudiaríais detenidamente la voluntad del testador, para que ni siquiera la más pequeña cantidad recibiese mala aplicación? 343 Vuestro Amigo celestial os ha confiado una propiedad, y os ha indicado su voluntad acerca de cómo debe usarse.  Si se estudia esta voluntad con corazón abnegado, lo que pertenece a Dios no se empleará para malos fines.  La causa del Señor ha sido vergonzosamente descuidada, cuando él ha otorgado a ciertos hombres recursos suficientes para satisfacer toda emergencia si tan sólo ellos tuviesen corazones agradecidos y obedientes.
Los que hacen su testamento no deben pensar que habiendo hecho esto no tienen ya ningún deber; sino que, por lo contrario, deben estar trabajando constantemente, usando los talentos que se les han confiado para fortalecer la causa de Dios.  Él ha ideado planes para que todos puedan trabajar inteligentemente en la distribución de sus recursos.  No se propone sostener su obra mediante milagros.   Tiene unos pocos mayordomos fieles que economizan y usan sus recursos para adelantar su causa.  En vez de ser la abnegación y la generosidad una excepción, debieran ser la regla.  Las crecientes necesidades de la causa de Dios requieren recursos.   Constantemente llegan pedidos de hombres de nuestro país y del extranjero para solicitar que vayan mensajeros con la luz y la verdad. Esto requerirá más obreros y recursos para sostenerlos. -JT 1, 557-563.

CÓMO ASEGURAR VUESTRA PROPIEDAD
¿Queréis asegurar vuestra propiedad?  Colocadla en la mano que lleva la marca de la crucifixión.  Si la retenéis en vuestra posesión será para vuestra pérdida eterna.  Dadla a Dios, y a partir de ese momento llevará su inscripción.  Quedará sellada con su inmutabilidad.  ¿Queréis disfrutar de vuestros bienes?  Entonces utilizadlos para bendecir a los que sufren.-9 T 51. 344

63. LA MAYORDOMÍA ES UNA RESPONSABILIDAD PERSONAL.
Los padres deberían ejercer el derecho que Dios les ha dado.  Él les confió los talentos que desea que utilicen para su gloria.  Los hijos no debían hacerse responsables de los talentos del padre.   Cuando los padres aún gozan de sus facultades mentales y de un buen juicio, con oración y consideración y con la ayuda de los consejeros debidos con experiencia en la verdad y un conocimiento de la voluntad divina, deberían disponer de sus bienes.
Si tienen hijos afligidos o que luchan en la pobreza, y que harán un uso juicioso de los recursos, éstos deberían ser tomados en cuenta.   Pero si tienen hijos que no son creyentes y que poseen abundancia de las cosas de este mundo, y que sirven al mundo, cometen un pecado contra el Maestro que los ha hecho mayordomos suyos si colocan recursos en las manos de éstos nada más porque son sus hijos.  Los derechos de Dios no deben considerarse livianamente.
Y debería comprenderse claramente que no porque los padres hayan hecho su testamento esto debe privarlos de dar recursos a la causa de Dios mientras viven.  Deberían hacerlo.  Deberían tener la satisfacción aquí, y la recompensa en el más allá, de disponer mientras viven de los recursos que tienen en exceso.  Deberían hacer su parte para promover la causa de Dios.  Deberían utilizar los recursos que su Maestro les ha prestado para llevar a cabo la obra que necesita hacerse en su viña.  El amor al dinero está a la raíz 345 de casi todos los delitos cometidos en el mundo.  Los padres que retienen egoístamente sus recursos para enriquecer a sus hijos, y que no ven las necesidades de la causa de Dios ni las alivian, cometen un terrible error.  Los hijos a quienes piensan bendecir con sus recursos son maldecidos con ellos.

LAS RIQUEZAS HEREDADAS CON FRECUENCIA SON UNA TRAMPA
El dinero dejado a los hijos suele convertirse en una raíz de amargura.  Estos con frecuencia se querellan a causa de los bienes que se les han dejado, y en el caso de que haya un testamento, difícilmente quedan satisfechos con las disposiciones del padre.  Y esos bienes, en vez de despertar gratitud y reverencia por su memoria, crean insatisfacción, murmuraciones, envidia y falta de respeto.  Los hermanos y las hermanas que vivían en paz unos con otros, algunas veces se malquistan y las disensiones familiares son a menudo el resultado de los recursos heredados.  Las riquezas son deseables nada más que como medios para satisfacer las necesidades presentes, y para hacer bien a otros.  Pero las riquezas heredadas con frecuencia se convierten en una trampa para el que las posee en vez de constituir una bendición para él.  los padres no deberían tratar de exponer a sus hijos a las tentaciones que les esperan cuando les dejan recursos financieros que éstos no han realizado ningún esfuerzo para ganar.

LA TRANSFERENCIA DE BIENES A LOS HIJOS
Se me mostró que algunos hijos que profesan creer la verdad en forma indirecta ejercerían influencia sobre el padre para que éste deje sus recursos financieros a sus hijos, en vez de destinarlos a la causa de Dios mientras vive.  Los que han influido en su padre para que éste traslade esta mayordomía sobre ellos, no saben lo que están haciendo.  Están echándose encima una doble responsabilidad: la de 346 pesar sobre la mente de su padre para que éste no cumpla el propósito de Dios en la disposición de los recursos que él le prestó para que los utilizara para su gloria, y la responsabilidad adicional de convertirse en mayordomos de bienes que el padre debió haber entregado a los cambiadores para que el Maestro recibiese lo que le pertenece con los intereses correspondientes.
Muchos padres cometen un gran error al transferir sus propiedades a las manos de sus hijos mientras ellos mismos son los responsables por el uso o abuso de los talentos que Dios les ha prestado.  Ni los padres ni los hijos son hechos más felices por estas transferencias de bienes.  Y aun cuando los padres vivan unos pocos años más después de esto, generalmente tienen que lamentar esta decisión realizada por ellos.  Este procedimiento no aumenta el amor de los padres por sus hijos.  Los hijos no sienten mayor gratitud y obligación hacia sus padres a causa de su liberalidad.  En la raíz de este asunto hay una maldición que produce únicamente egoísmo de parte de los hijos e infelicidad y desdichados sentimientos de una estrecha dependencia de parte de los padres.
Si los padres, mientras viven, ayudan a sus hijos a ayudarse a sí mismos sería mejor que si les dejasen una gran cantidad a su muerte.  Los hijos que aprenden a confiar en sus propios méritos llegan a ser mejores hombres y mujeres, y están mejor capacitados para la vida práctica, que los hijos que han dependido de los bienes de su padre.  Los hijos a quienes se ha enseñado a depender de sus propios recursos, generalmente aprecian sus habilidades, aprovechan sus privilegios y cultivan y dirigen sus facultades para realizar un propósito en la vida.  Con frecuencia desarrollan hábitos de laboriosidad, frugalidad y dignidad moral, que están a la base del éxito en la vida cristiana.  Los hijos por quienes los padres hacen más, es frecuente que se sientan muy poco obligados hacia ellos.-3 T 121-123. 347

64. DESPLAZANDO LA RESPONSABILIDAD SOBRE OTROS.
Los hermanos observadores del sábado que desplazan la responsabilidad de su mayordomía hacia las manos de sus esposas, mientras ellos mismos son capaces de administrar la misma, son imprudentes, y esta transferencia desagrada a Dios.  La mayordomía del esposo no puede transferirse a la esposa.  Sin embargo esto se intenta en algunos casos, para gran perjuicio de ambos.
Un esposo creyente algunas veces transfiere sus bienes a su compañera incrédula esperando complacerla por este medio, desarmar su oposición y finalmente inducirla a creer en la verdad.   Pero esto no es ni más ni menos que un intento de comprar la paz, o de sobornar a la esposa para que crea en la verdad.  Los recursos que Dios ha prestado para promover su causa, el esposo los transfiere a una que no tiene simpatía por la verdad.  ¿Qué cuentas rendirá tal mayordomo cuando el gran Señor requiera lo que es suyo con los intereses?

Los padres creyentes con frecuencia han transferido sus bienes a sus hijos incrédulos, y en esta forma han puesto fuera de su alcance la posibilidad de devolver a Dios las cosas que son suyas.  Al obrar de este modo, deponen esa responsabilidad que Dios les ha dado, y colocan en las filas del enemigo los recursos que Dios les ha confiado para que se los devuelvan invirtiéndolos en su causa cuando él así lo requiera de ellos. 348
No obran de acuerdo con la voluntad de Dios los padres que son capaces de administrar sus propios negocios y que abandonan el control de sus propiedades para entregarlo aun a hijos que son de la misma fe.  Estos pocas veces poseen tanta devoción hacia la causa como deberían, y no han sido enseñados en la adversidad y la aflicción como para atribuir un gran valor al tesoro eterno y menos valor al tesoro terreno.  Los recursos colocados en las manos de éstos constituyen el más grande de los males.  Es una tentación para ellos colocar sus afectos sobre lo terrenal, confiar en los bienes, y pensar que necesitan muy poco más aparte de esto.   Cuando entran en posesión de recursos que no han obtenido por sus propios esfuerzos, raras veces los utilizan sabiamente.

El esposo que transfiere su propiedad a su esposa, abre para ella una amplia puerta a la tentación, sea ella creyente o incrédula.  Si es creyente, y si es naturalmente tacaña, inclinada al egoísmo y tiene tendencia a adquirir, la lucha será mucho más difícil para ella con la mayordomía de su esposo y la suya propia.  A fin de salvarse, debe vencer todos estos rasgos peculiares y malignos, e imitar el carácter del Señor divino, buscando la oportunidad de hacer bien al prójimo y de amar a otros tal como Cristo nos amó.  Debería cultivar el precioso don del amor que nuestro Salvador poseía en tanta abundancia.  Su vida se caracterizó por una dadivosidad noble y desinteresada.  Toda su vida no fue manchada ni siquiera por un sólo acto egoísta.
Cualesquiera sean los motivos del esposo, éste ha colocado una terrible piedra de tropiezo en el camino de su esposa, lo cual la estorbará en la lucha para vencer.  Y si la transferencia se hace a los hijos, se producirán estos mismos males. Dios lee sus motivos.  Si él es egoísta y ha hecho la transferencia para ocultar su codicia y excusarse por no hacer nada para promover la causa, la maldición del cielo seguramente seguirá a esta acción.
Dios lee los propósitos y las intenciones del corazón, y 349 prueba los motivos de los hijos de los hombres.  Puede ser que no se manifieste su desagrado en forma visible como en el caso de Ananías y Safira, y sin embargo en el fin el castigo no será en ningún caso más liviano que el que se les infligió a ellos.  Al tratar de engañar a los hombres, estaban mintiendo a Dios.  "El alma que pecare, esa morirá"(Eze. 18: 20). . .
Los que se hacen la ilusión de que pueden transferir su responsabilidad sobre la esposa o los hijos, están siendo engañados por el enemigo.  Una transferencia de bienes no disminuirá su responsabilidad.  Son responsables por los recursos que el cielo ha confiado a su cuidado y de ningún modo podrán excusarse de esta responsabilidad, hasta que sean exonerados al devolver a Dios lo que él les había confiado.-1 T 528-530.

PARA UN ESTUDIO ADICIONAL
Los testamentos como motivos de rencillas, JT 1, 563.
Procúrese consejo legal al preparar un testamento, 3 T 117.
Transferencia de la mayordomía sobre los hijos mediante legados, 
3 T 118-120.
La transferencia de los bienes a los hijos no aumenta su afecto, 3 T 129. 


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