62. LA PREPARACIÓN PARA LA MUERTE.
Hay entre nosotros ancianos cuyo tiempo de gracia se acerca a su fin;
pero por falta de hombres que estén alerta y aseguren para la causa de Dios los
recursos que poseen, éstos pasan a las manos de los que sirven a Satanás. Estos recursos sólo les fueron prestados por
Dios para que se los devolviesen; pero en nueve casos de cada diez, estos
hermanos, cuando están por desaparecer del escenario de acción, disponen de la
propiedad de Dios de una manera que no le puede glorificar, porque ni un solo
peso llegará jamás a la tesorería del Señor.
En algunos casos, estos hermanos aparentemente buenos tuvieron consejeros
que no eran consagrados, quienes los aconsejaron desde su punto de vista, y no
según el parecer de Dios.
Con frecuencia se legan propiedades a hijos y nietos para perjuicio
suyo solamente. Ellos no sienten amor
hacia Dios ni hacia la verdad, y por lo tanto estos recursos, que son todos del
Señor, pasan a las filas de Satanás para ser manejados por él. Este es mucho más vigilante, avizor y hábil
que nuestros hermanos en lo que se refiere a idear medios para asegurarse los
recursos del Señor para su causa.
Algunos testamentos se hacen de manera tan precaria que no resisten la
prueba de la ley, y así se han perdido para la causa miles de pesos. Nuestros hermanos deben considerar que sobre
ellos, como fieles siervos en la causa de Dios, descansa la responsabilidad de
ejercitar su intelecto, respecto de este asunto, y asegurar para el Señor lo
que le pertenece. 338
Muchos manifiestan una delicadeza innecesaria al respecto. Creen que están pisando en terreno prohibido
cuando introducen el tema de la propiedad al conversar con ancianos e inválidos,
a fin de saber cómo piensan disponer de ella.
Pero este deber es tan sagrado como el de predicar la Palabra para
salvar almas. He aquí, por ejemplo, un
hombre que tiene dinero o propiedades de Dios en sus manos. Está por cambiar su mayordomía. Los recursos que Dios le prestó para que
fueran usados en su causa, ¿los colocará en las manos de hombres perversos,
sólo porque son parientes suyos? ¿No
sentirán interés y ansiedad los cristianos por el bienestar futuro de este
hombre tanto como por el interés de la causa de Dios, para que disponga
debidamente del dinero de su Señor, de los talentos que le fueron prestados
para que los aprovechase sabiamente?
¿Permanecerán impasibles sus hermanos, y le verán perder su asidero en
esta vida, robando al mismo tiempo a la tesorería de Dios? Esto sería una terrible pérdida para él y
para la causa, porque, al colocar sus recursos en las manos de aquellos que no
tienen consideración por la verdad de Dios, estaría, por así decirlo,
envolviendo ese talento en un pañuelo para enterrarlo.
UN MÉTODO MEJOR
El Señor quiere que los que le siguen dispongan de sus recursos
mientras pueden hacerlo ellos mismos.
Algunos preguntarán:
"¿Debemos despojarnos realmente a nosotros mismos de todo lo que
llamamos nuestro?" Tal vez no se
nos exija esto ahora; pero debemos estar dispuestos a hacerlo por amor a
Cristo. Debemos reconocer que nuestras
posesiones son absolutamente suyas, y hemos de usarlas generosamente
cuandoquiera que se necesiten recursos para adelantar su causa.
Algunos cierran sus oídos cuando se pide dinero que se ha de emplear en
enviar misioneros a países extranjeros, y 339 en publicar la verdad y
diseminarla por todo el mundo como caen las hojas de los árboles en el
otoño. Los tales disculpan su codicia
informándonos de que han hecho arreglos para hacer obras de caridad después de
su muerte. Han considerado la causa de
Dios en sus testamentos. Por tanto,
viven una vida de avaricia, robando a Dios en los diezmos y las ofrendas, y en
sus testamentos devuelven a Dios tan sólo una pequeña porción de lo que él les
ha prestado, mientras asignan una gran parte a parientes que no tienen interés
alguno en la verdad. Esta es la peor
clase de robo. Roban a Dios lo que le
deben, no sólo durante toda su vida, sino también al morir.
UN TREMENDO RIESGO
Es completa insensatez diferir la preparación para la vida futura hasta
llegar casi a la última hora de la actual.
Es también un grave error diferir la respuesta a las exigencias de Dios
en cuanto a la generosidad debida a su causa hasta el tiempo de transferir la
mayordomía a otros. Aquellos a quienes
confiáis vuestros recursos pueden no manejarlos tan bien como vosotros. ¿Cómo se atreven los ricos a correr tan
grandes riesgos? Los que aguardan hasta
el momento de morir para disponer de su propiedad, la entregan a la muerte más
bien que a Dios. Al hacerlo así, muchos
están obrando en forma directamente contraria al plan de Dios bosquejado
claramente en su Palabra. Si ellos
quieren hacer bien, deben aprovechar los áureos momentos actuales y trabajar
con toda su fuerza, temiendo perder la oportunidad favorable.
Los que descuidan un deber conocido, no contestando a los
requerimientos que Dios les hace en esta vida, y calman su conciencia
calculando hacer sus testamentos cuando estén por morir, no oirán palabras de
elogio del Maestro ni tampoco recibirán recompensa. No practicaron la abnegación, sino que
retuvieron egoístamente sus recursos tanto como pudieron, entregándolos
únicamente cuando la muerte los 340 requirió.
Aquello que muchos se proponen postergar hasta que estén por morir, si
fuesen verdaderos cristianos lo harían mientras están gozando plenamente de la
vida. Se consagrarían ellos mismos y su
propiedad a Dios, y mientras actuasen como mayordomos suyos tendrían la
satisfacción de cumplir su deber.
Haciéndose sus propios ejecutores, satisfarían los requerimientos de
Dios ellos mismos antes de pasar la responsabilidad a otros.
Debemos considerarnos administradores de la propiedad del Señor, y
tener a Dios como el propietario supremo, a quien debemos devolver lo suyo
cuando lo requiere. Cuando venga para
recibir lo suyo con interés, los codiciosos verán que en vez de multiplicar los
talentos que se les confiaron, atrajeron sobre sí mismos la maldición
pronunciada sobre el siervo inútil.
¿GENEROSIDAD ESTANDO VIVO O LEGADOS DEJADOS AL MORIR?
El Señor quiere que la muerte de sus siervos sea considerada como una
pérdida, por causa de la influencia benéfica que ejercieron y las muchas
ofrendas voluntarias que dieron para alimentar la tesorería de Dios. Los legados que se dejan al morir son un
mísero substituto de la benevolencia que uno podría hacer mientras vive. En verdad, los siervos de Dios deben hacer
sus testamentos cada día en buenas obras y ofrendas generosas a Dios. No deben permitir que la cantidad dada a Dios
sea desproporcionalmente pequeña cuando se la compara con la cantidad dedicada
a su propio uso. Al hacer así su
testamento diariamente, recordarán aquellos objetos y amigos que ocupan el
mayor lugar en sus afectos.
Su mejor amigo es Jesús. Él no
les privó de su propia vida, sino que por amor de ellos se hizo pobre, a fin de
que por su pobreza fuesen enriquecidos.
Merece todo el corazón, toda la propiedad, todo lo que ellos tienen y
son. Pero muchos de los que profesan ser
cristianos postergan los requerimientos 341 de Jesús en la vida, y le insultan
dejándole una mínima donación al morir.
Recuerden todos los que pertenecen a esta clase que este robo a Dios no
es una acción impulsiva sino un plan bien considerado, en cuyo prefacio
dicen: "En pleno goce de mis
facultades". Después de haber
defraudado a la causa de Dios en vida, perpetúan el fraude después de muertos,
y esto con el pleno consentimiento de sus facultades mentales. Un testamento tal es lo que muchos se
conforman con tener por almohada mortuoria.
Su testamento es parte de su preparación para la muerte, y está
preparado de manera que sus posesiones no perturben sus horas finales. ¿Pueden
los tales pensar con placer en lo que se requerirá de ellos cuando hayan de dar
cuenta de su mayordomía?
Debemos todos ser ricos en buenas obras en esta vida, si queremos
obtener la vida futura, inmortal. Cuando
el juicio sesione, y los libros se abran, cada uno será recompensado según sus
obras. Hay, matriculados en el registro
de la iglesia, muchos nombres al frente de los cuales está anotado el robo en
el libro mayor del cielo. Y a menos que
esas personas se arrepientan y obren por el Maestro con generosidad
desinteresada, participarán ciertamente de la condenación del mayordomo infiel.
PERDIDAS DEBIDAS A FALTA DE TESTAMENTO
Sucede con frecuencia que un activo negociante muere repentinamente, y
al examinar sus negocios se los encuentra muy enredados. Cuando se procura poner sus cosas en orden,
los honorarios de los abogados consumen gran parte de la propiedad, si no toda,
mientras que su esposa e hijos y la causa de Cristo quedan despojados. Los que son fieles mayordomos de los recursos
del Señor, conocerán exactamente la situación de sus negocios, y como hombres
prudentes estarán preparados para cualquier emergencia. Si hubiese de terminar repentinamente su
tiempo de gracia, no 342 dejarían en una perplejidad tan grande a aquellos que
se viesen en la necesidad de ordenar sus bienes.
Muchos no se preocupan de hacer su testamento mientras gozan
aparentemente de salud. Pero nuestros
hermanos debieran tomar esa precaución; debieran conocer su situación
financiera y no dejar que sus negocios se enreden. Deben ordenar su propiedad de manera que
puedan dejarla en cualquier momento.
Los testamentos deben hacerse de una manera que resista la prueba de la
ley. Después de haber sido formulados,
pueden permanecer durante años, y no causar ningún perjuicio, aunque se
continúe haciendo donativos de vez en cuando, según la causa los necesite. La muerte no llegará un día más temprano,
hermanos, porque hayáis hecho vuestro testamento. Al legar vuestra propiedad por testamento a
vuestros parientes, cuidad de no olvidar la causa de Dios. Sois sus agentes, conservadores de su
propiedad; y debéis considerar primero sus requerimientos. Vuestra esposa y vuestros hijos no han de ser
dejados en la indigencia; debéis proveer para ellos, si lo necesitan. Pero no introduzcáis en vuestro testamento,
simplemente porque es costumbre hacerlo, una larga lista de parientes que no
sufren necesidad.
UN LLAMAMIENTO A LA REFORMA
Téngase siempre presente que el egoísta sistema actual de disponer de
la propiedad no es plan ideado por Dios, sino por el hombre. Los cristianos deben ser reformadores y
romper el sistema actual, dando un aspecto completamente nuevo a la confección
de los testamentos. Téngase también
presente la idea de que es la propiedad del Señor la que estamos manejando. La voluntad del Señor en este asunto es ley.
Si un hombre os hubiese hecho albaceas suyos, ¿no estudiaríais
detenidamente la voluntad del testador, para que ni siquiera la más pequeña
cantidad recibiese mala aplicación? 343 Vuestro Amigo celestial os ha confiado
una propiedad, y os ha indicado su voluntad acerca de cómo debe usarse. Si se estudia esta voluntad con corazón
abnegado, lo que pertenece a Dios no se empleará para malos fines. La causa del Señor ha sido vergonzosamente
descuidada, cuando él ha otorgado a ciertos hombres recursos suficientes para
satisfacer toda emergencia si tan sólo ellos tuviesen corazones agradecidos y
obedientes.
Los que hacen su testamento no deben pensar que habiendo hecho esto no
tienen ya ningún deber; sino que, por lo contrario, deben estar trabajando
constantemente, usando los talentos que se les han confiado para fortalecer la
causa de Dios. Él ha ideado planes para
que todos puedan trabajar inteligentemente en la distribución de sus recursos. No se propone sostener su obra mediante
milagros. Tiene unos pocos mayordomos
fieles que economizan y usan sus recursos para adelantar su causa. En vez de ser la abnegación y la generosidad
una excepción, debieran ser la regla.
Las crecientes necesidades de la causa de Dios requieren recursos. Constantemente llegan pedidos de hombres de
nuestro país y del extranjero para solicitar que vayan mensajeros con la luz y
la verdad. Esto requerirá más obreros y recursos para sostenerlos. -JT 1,
557-563.
CÓMO ASEGURAR VUESTRA PROPIEDAD
¿Queréis asegurar vuestra propiedad? Colocadla en la mano que lleva la marca de la
crucifixión. Si la retenéis en vuestra
posesión será para vuestra pérdida eterna.
Dadla a Dios, y a partir de ese momento llevará su inscripción. Quedará sellada con su inmutabilidad. ¿Queréis disfrutar de vuestros bienes? Entonces utilizadlos para bendecir a los que
sufren.-9 T 51. 344
63. LA MAYORDOMÍA ES UNA
RESPONSABILIDAD PERSONAL.
Los padres deberían ejercer el derecho que Dios les ha dado. Él les confió los talentos que desea que
utilicen para su gloria. Los hijos no debían hacerse responsables de los talentos del
padre.
Cuando los padres aún gozan de sus facultades mentales y de un
buen juicio, con oración y consideración y con la ayuda de los consejeros
debidos con experiencia en la verdad y un conocimiento de la voluntad divina,
deberían disponer de sus bienes.
Si tienen hijos afligidos o que luchan en la pobreza, y que harán un
uso juicioso de los recursos, éstos deberían ser tomados en cuenta. Pero si tienen hijos que no son creyentes y
que poseen abundancia de las cosas de este mundo, y que sirven al mundo,
cometen un pecado contra el Maestro que los ha hecho mayordomos suyos si
colocan recursos en las manos de éstos nada más porque son sus hijos. Los derechos de Dios no deben considerarse
livianamente.
Y debería comprenderse claramente que no porque los padres hayan hecho
su testamento esto debe privarlos de dar recursos a la causa de Dios mientras
viven. Deberían hacerlo. Deberían tener la satisfacción aquí, y la
recompensa en el más allá, de disponer mientras viven de los recursos que
tienen en exceso. Deberían hacer su
parte para promover la causa de Dios.
Deberían utilizar los recursos que su Maestro les ha prestado para
llevar a cabo la obra que necesita hacerse en su viña. El amor al dinero está a la raíz 345 de casi
todos los delitos cometidos en el mundo.
Los padres que retienen egoístamente sus recursos para enriquecer a sus
hijos, y que no ven las necesidades de la causa de Dios ni las alivian, cometen
un terrible error. Los hijos a quienes
piensan bendecir con sus recursos son maldecidos con ellos.
LAS RIQUEZAS HEREDADAS CON FRECUENCIA SON UNA TRAMPA
El dinero dejado a los hijos suele convertirse en una raíz de
amargura. Estos con frecuencia se
querellan a causa de los bienes que se les han dejado, y en el caso de que haya
un testamento, difícilmente quedan satisfechos con las disposiciones del
padre. Y esos bienes, en vez de
despertar gratitud y reverencia por su memoria, crean insatisfacción,
murmuraciones, envidia y falta de respeto.
Los hermanos y las hermanas que vivían en paz unos con otros, algunas
veces se malquistan y las disensiones familiares son a menudo el resultado de
los recursos heredados. Las riquezas son
deseables nada más que como medios para satisfacer las necesidades presentes, y
para hacer bien a otros. Pero las
riquezas heredadas con frecuencia se convierten en una trampa para el que las
posee en vez de constituir una bendición para él. los padres no deberían tratar de exponer a
sus hijos a las tentaciones que les esperan cuando les dejan recursos
financieros que éstos no han realizado ningún esfuerzo para ganar.
LA TRANSFERENCIA DE BIENES A LOS HIJOS
Se me mostró que algunos hijos que profesan creer la verdad en forma
indirecta ejercerían influencia sobre el padre para que éste deje sus recursos
financieros a sus hijos, en vez de destinarlos a la causa de Dios mientras
vive. Los que han influido en su padre
para que éste traslade esta mayordomía sobre ellos, no saben lo que están
haciendo. Están echándose encima una
doble responsabilidad: la de 346 pesar sobre la mente de su padre para que éste
no cumpla el propósito de Dios en la disposición de los recursos que él le
prestó para que los utilizara para su gloria, y la responsabilidad adicional de
convertirse en mayordomos de bienes que el padre debió haber entregado a los
cambiadores para que el Maestro recibiese lo que le pertenece con los intereses
correspondientes.
Muchos padres cometen un gran error al transferir sus propiedades a las
manos de sus hijos mientras ellos mismos son los responsables por el uso o
abuso de los talentos que Dios les ha prestado.
Ni los padres ni los hijos son hechos más felices por estas
transferencias de bienes. Y aun cuando
los padres vivan unos pocos años más después de esto, generalmente tienen que
lamentar esta decisión realizada por ellos.
Este procedimiento no aumenta el amor de los padres por sus hijos. Los hijos no sienten mayor gratitud y
obligación hacia sus padres a causa de su liberalidad. En la raíz de este asunto hay una maldición
que produce únicamente egoísmo de parte de los hijos e infelicidad y
desdichados sentimientos de una estrecha dependencia de parte de los padres.
Si los padres, mientras viven, ayudan a sus hijos a ayudarse a sí
mismos sería mejor que si les dejasen una gran cantidad a su muerte. Los hijos que aprenden a confiar en sus
propios méritos llegan a ser mejores hombres y mujeres, y están mejor
capacitados para la vida práctica, que los hijos que han dependido de los
bienes de su padre. Los hijos a quienes
se ha enseñado a depender de sus propios recursos, generalmente aprecian sus
habilidades, aprovechan sus privilegios y cultivan y dirigen sus facultades
para realizar un propósito en la vida.
Con frecuencia desarrollan hábitos de laboriosidad, frugalidad y
dignidad moral, que están a la base del éxito en la vida cristiana. Los hijos por quienes los padres hacen más,
es frecuente que se sientan muy poco obligados hacia ellos.-3 T 121-123. 347
64. DESPLAZANDO LA RESPONSABILIDAD
SOBRE OTROS.
Los hermanos observadores del sábado que desplazan la responsabilidad
de su mayordomía hacia las manos de sus esposas, mientras ellos mismos son
capaces de administrar la misma, son imprudentes, y esta transferencia
desagrada a Dios. La mayordomía del
esposo no puede transferirse a la esposa.
Sin embargo esto se intenta en algunos casos, para gran perjuicio de
ambos.
Un esposo creyente algunas veces transfiere sus bienes a su compañera
incrédula esperando complacerla por este medio, desarmar su oposición y
finalmente inducirla a creer en la verdad.
Pero esto no es ni más ni menos que un intento de comprar la paz, o de
sobornar a la esposa para que crea en la verdad. Los recursos que Dios ha prestado para
promover su causa, el esposo los transfiere a una que no tiene simpatía por la
verdad. ¿Qué cuentas rendirá tal
mayordomo cuando el gran Señor requiera lo que es suyo con los intereses?
Los padres creyentes con frecuencia han transferido sus bienes a sus
hijos incrédulos, y en esta forma han puesto fuera de su alcance la posibilidad
de devolver a Dios las cosas que son suyas.
Al obrar de este modo, deponen esa responsabilidad que Dios les ha dado,
y colocan en las filas del enemigo los recursos que Dios les ha confiado para
que se los devuelvan invirtiéndolos en su causa cuando él así lo requiera de
ellos. 348
No obran de acuerdo con la voluntad de Dios los padres que son capaces
de administrar sus propios negocios y que abandonan el control de sus
propiedades para entregarlo aun a hijos que son de la misma fe. Estos pocas veces poseen tanta devoción hacia
la causa como deberían, y no han sido enseñados en la adversidad y la aflicción
como para atribuir un gran valor al tesoro eterno y menos valor al tesoro
terreno. Los recursos colocados en las
manos de éstos constituyen el más grande de los males. Es una tentación para ellos colocar sus
afectos sobre lo terrenal, confiar en los bienes, y pensar que necesitan muy
poco más aparte de esto. Cuando entran
en posesión de recursos que no han obtenido por sus propios esfuerzos, raras
veces los utilizan sabiamente.
El esposo que transfiere su propiedad a su esposa, abre para ella una
amplia puerta a la tentación, sea ella creyente o incrédula. Si es creyente, y si es naturalmente tacaña,
inclinada al egoísmo y tiene tendencia a adquirir, la lucha será mucho más
difícil para ella con la mayordomía de su esposo y la suya propia. A fin de salvarse, debe vencer todos estos
rasgos peculiares y malignos, e imitar el carácter del Señor divino, buscando
la oportunidad de hacer bien al prójimo y de amar a otros tal como Cristo nos
amó. Debería cultivar el precioso don
del amor que nuestro Salvador poseía en tanta abundancia. Su vida se caracterizó por una dadivosidad
noble y desinteresada. Toda su vida no
fue manchada ni siquiera por un sólo acto egoísta.
Cualesquiera sean los motivos del esposo, éste ha colocado una terrible
piedra de tropiezo en el camino de su esposa, lo cual la estorbará en la lucha
para vencer. Y si la transferencia se
hace a los hijos, se producirán estos mismos males. Dios lee sus motivos. Si él es egoísta y ha hecho la transferencia
para ocultar su codicia y excusarse por no hacer nada para promover la causa,
la maldición del cielo seguramente seguirá a esta acción.
Dios lee los propósitos y las intenciones del corazón, y 349 prueba los
motivos de los hijos de los hombres.
Puede ser que no se manifieste su desagrado en forma visible como en el
caso de Ananías y Safira, y sin embargo en el fin el castigo no será en ningún
caso más liviano que el que se les infligió a ellos. Al tratar de engañar a los hombres, estaban
mintiendo a Dios. "El alma que
pecare, esa morirá"(Eze. 18: 20). . .
Los que se hacen la ilusión de que pueden transferir su responsabilidad
sobre la esposa o los hijos, están siendo engañados por el enemigo. Una transferencia de bienes no disminuirá su
responsabilidad. Son responsables por
los recursos que el cielo ha confiado a su cuidado y de ningún modo podrán
excusarse de esta responsabilidad, hasta que sean exonerados al devolver a Dios
lo que él les había confiado.-1 T 528-530.
PARA UN ESTUDIO
ADICIONAL
Los testamentos como motivos de rencillas, JT 1, 563.
Procúrese consejo legal al preparar un testamento, 3 T 117.
Transferencia de la mayordomía sobre los hijos mediante legados,
3 T
118-120.
La transferencia de los bienes a los hijos no aumenta su afecto, 3 T
129.
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