Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Lucas 4:16.
¿Cómo
podemos explicar la observancia del primer día de la
semana por parte de la mayoría de los profesos cristianos, cuando la Biblia no
ofrece autoridad para este cambio ni en los mandamientos ni en el ejemplo de
Cristo o de sus seguidores?
Podemos
explicarlo por el hecho de que el mundo ha seguido las
tradiciones de los seres humanos en vez de un “Así dice el Señor”.
Esta ha sido la obra que Satanás trató de realizar: apartar a la gente de los mandamientos de Dios y llevarla a venerar y obedecer las tradiciones del mundo. Por medio de instrumentos humanos ha arrojado desprecio sobre el sábado de Jehová y lo ha estigmatizado como “el viejo sábado judío”.
Miles han repetido inconscientemente esta
crítica como si fuera un argumento que tuviera
mucho peso; pero han perdido de vista el hecho de que el
pueblo judío fue elegido especialmente por Dios para ser los
guardianes de su verdad, los observadores de su ley, los depositarios de sus
oráculos sagrados.
Recibieron los oráculos vivientes para dárnoslos. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, ambos, nos llegaron por
medio de los judíos. Cada promesa de la Biblia, cada rayo de luz que ha brillado sobre nosotros de la Palabra de Dios, ha venido por medio de la nación judía.
Cristo fue el dirigente de los
hebreos cuando salieron de Egipto a Canaán. En unión con el Padre, Cristo proclamó la ley a los
judíos en medio de los truenos del Sinaí, y cuando apareció en la tierra como hombre, vino como un descendiente de Abraham.
¿Usaremos el
mismo razonamiento en cuanto a la Biblia y Cristo, y los rechazaremos porque
son judíos, como se hace al rechazar el sábado del Señor?
La institución del sábado está identificada
íntimamente con los judíos como lo está la Biblia, y existe la misma razón para rechazar uno como para rechazar el otro. Pero el sábado no es judío en su origen.
Fue
instituido en el Edén antes de que hubiera un pueblo conocido como los judíos.
El sábado fue
hecho para toda la humanidad, y fue instituido
en el Edén antes de la caída de Adán y Eva. El Creador lo llamó “mi día santo”.
Cristo se
proclamó a sí mismo como “el Señor del sábado”. Comenzando con la
creación, es tan antiguo como la raza humana, y habiendo sido hecho para los
seres humanos, existirá por tanto tiempo como ellos existan. —The Signs of the Times, 12/11/1894 [158]
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