7. Enfermedades que comienzan en la mente*
Se piensa muy poco en los factores causales.
Poca,
muy poca consideración se da a las causas que determinan la mortalidad,
la enfermedad y la degeneración, que existen hoy aun en los países más
civilizados y favorecidos. La raza humana decae.
MC 294 (1905).
Nueve de cada diez enfermedades se originan en la mente.
Por
doquiera prevalece la enfermedad mental. Los nueve décimos de las
enfermedades que sufren los hombres tienen su fundamento en esto. Puede
ser que alguna aguda dificultad del hogar esté royendo como un cáncer
el alma y debilitando las fuerzas vitales. A veces el remordimiento por
el pecado mina la constitución y desequilibra la mente. Hay también
doctrinas erróneas, como la de un infierno que arde eternamente y el
tormento sin fin de los impíos, que, al presentar ideas exageradas y
distorsionadas del carácter de Dios, han producido el mismo resultado en
las mentes sensibles. . .- 2JT 143 (1885).
La mente afecta al cuerpo.
La
relación que existe entre la mente y el cuerpo es muy íntima. Cuando
uno está afectado, el otro simpatiza. La condición de la mente afecta
la salud del sistema físico. Si la mente es libre y feliz, por una
conciencia de bien hacer y un sentido de satisfacción en hacer felices a
otros, crea una alegría que reaccionará sobre todo el sistema,
produciendo una mejor circulación de la sangre y una tonificación de
todo el cuerpo. La bendición de Dios es un poder sanador, y los que
benefician a otros con generosidad sentirán esa maravillosa bendición
tanto en el corazón como en la vida. -CH 28 (1890); véase también 1JT
179, (1876).
Un cerebro sano y bien alimentado.
El
cerebro es el órgano e instrumento de la mente, y controla todo el
cuerpo. Para que las otras partes del sistema estén sana, el cerebro
debe estar sano. Y para que el cerebro esté sano, la sangre debe ser
pura. Si por los hábitos correctos en el comer y el beber se mantiene
pura la sangre, el cerebro estará adecuadamente alimentado.
MM 291 (1900).
Extensa influencia de la imaginación.
Algunas
veces la imaginación produce la enfermedad, y es frecuente que la
agrave. Muchos hay que llevan vida de inválidos cuando podrían estar
buenos si pensaran que lo están. Muchos se imaginan que la menor
exposición del cuerpo les causará alguna enfermedad, y efectivamente el
mal sobreviene porque se le espera. Muchos mueren de enfermedades cuya
causa es puramente imaginaria. -MC 185 (1905).
La energía eléctrica del cerebro vitaliza el sistema.
Se
debería dar realce a la influencia que tiene la mente sobre el cuerpo y
éste sobre aquélla. La energía eléctrica del cerebro, aumentada por la
actividad mental, vitaliza todo el organismo, y es de ayuda
inapreciable para resistir la enfermedad. 61 Debería explicarse bien
este punto. También se debería presentar el poder de la voluntad y la
importancia del dominio propio, tanto en la conservación de la salud
como en su recuperación, como asimismo el efecto depresivo y hasta
ruinoso de la ira, el descontento, el egoísmo o la impureza y, por otra
parte, el maravilloso poder vivificador que se encuentra en la alegría,
la abnegación y la gratitud. -Ed 197 (1903).
Algunos están enfermos por falta de voluntad.
En
mis viajes he encontrado a muchos que realmente sufrían por causa de su
imaginación. Les faltaba poder de voluntad para elevarse por sobre la
enfermedad del cuerpo y de la mente y combatirla; y, por lo tanto,
estaban sumidos en la esclavitud del sufrimiento... Con frecuencia me
aparto del lecho de esos que hicieron inválidos de sí mismos,
diciéndome: Mueren de a poco, mueren de indolencia, una enfermedad que
nadie sino ellos mismos pueden sanar- .
MM 106,107 (1871).
Importancia de una mente sana en un cuerpo sano.
El
poder mental y moral dependen de la salud física. Se debiera enseñar a
los niños que deberían sacrificar todos los placeres y complacencias
que interfieran con la salud. Si se enseñara a los niños la negación
propia y el autocontrol, serían mucho más felices que si se les permite
complacer sus deseos de placeres y ropas extravagantes... La buena
salud, mentes sanas, y corazones puros no son considerados como de
primera importancia en los hogares. Muchos padres no educan a sus hijos
para ser útiles y para cumplir sus deberes. Se los complace y mima
hasta que la abnegación llega a ser para ellos casi un imposible. No se
les enseña que para tener éxito en la vida cristiana es de la mayor
importancia el desarrollo de mentes y cuerpos sanos.
RH, 31 de oct. de 1871.
Los niños que son presionados demasiado y muy temprano.
En
el aula se ha colocado indudablemente el fundamento de diversas
enfermedades. Pero en especial órgano mas delicados de todos, él
cerebro, con frecuencia ha sido dañado permanente por habérselo sometido
a una ejercitación excesiva... Y en esta forma se ha sacrificado la
vida de muchos niños a causa del proceder de madres ambiciosas. De los
niños que al parecer han tenido una constitución lo suficientemente
fuerte como para sobrevivir a esas condiciones, hay muchísimos que
soportan sus efectos durante toda la vida. La energía nerviosa del
cerebro se debilita tanto, que después de llegara la madurez es
imposible para ellos soportar mucho trabajo mental. Parecería que se
ha agotado la fuerza de algunos de los delicados órganos del cerebro. Y
no sólo se ha dañado la salud física y mental de los niños por
habérselos enviado a la escuela a una edad demasiado tierna, sino que
también han salido perdedores desde el punto de vista moral. -2MS 500,
501 (1865).
El egocentrismo a veces produce enfermedades.
Muchos
están enfermos física, mental y moralmente porque su atención está
dirigida casi exclusivamente hacia sí mismos. Se podrían salvar de la
paralización por la vitalidad saludable de mentes más jóvenes y
variadas, y por la incansable energía de los niños. Muy pocos se dan
cuenta de los beneficios del cuidado, la responsabilidad y la
experiencia que los niños traen consigo a la familia. . . Un hogar sin
niños es un lugar desolado. Los corazones de sus habitantes está en
peligro de transformarse en egoístas, de acariciar el amor por su propia
comodidad, y de consultar propios deseos y comodidades. Buscan
simpatía para sí mismos pero tienen poca que dar a otros. El cuidado y
el afecto de niños que dependen de uno elimina la aspereza de nuestra
naturaleza, nos hace tiernos y llenos de simpatía, y tiene una
influencia en el desarrollo de los elementos más nobles de nuestro
carácter. 2T 647 (1871).
Las emociones depresivas perjudican la salud.
Es
el deber de cada uno cultivar la alegría en lugar de rumiar las
angustias y los problemas. De esta manera, muchos no sólo se vuelven
miserables ellos mismos, sino que también sacrifican su salud y
felicidad a una imaginación mórbida. A su alrededor hay cosas que no
son agradables, y sus rostros muestran un ceño fruncido constante que
expresa mejor que las palabras su descontento. Estas emociones
depresivas son un grave daño a su salud, porque al estorbar el proceso
de la digestión interfieren con la nutrición. Mientras que los lamentos
y la ansiedad no pueden remediar un solo mal, pueden hacer mucho daño;
pero la alegría y la esperanza, mientras iluminan el sendero de otros,
son "vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo" (Prov. 4:
22).
ST, 12 de feb. de 1885.
Al tratar a los enfermos, estudie las mentes.*
En
el tratamiento de los enfermos no debe pasarse por alto el efecto de la
influencia ejercida por la mente. Aprovechada debidamente, esta
influencia resulta uno de los agentes más eficaces para combatir la
enfermedad. -MC 185 (1905).
La enfermedad se origina en la mente.
Una
gran parte de las enfermedades que afligen a la humanidad tienen su
origen en la mente y sólo pueden ser sanadas por la restauración de la
salud de la mente. Hay mucho más enfermos de la mente de lo que
imaginamos. La enfermedad del corazón produce muchas personas
dispépticas, porque los problemas de la mente tienen un efecto
paralizador sobre los órganos digestivos. 3T 184 (1872).
Cristo sana.
Hay
una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna
medicina curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. -MB 75
(1898).
La atmósfera proporciona salud y vigor.
Sobre
todas las cosas, los padres deben rodear a sus hijos de una atmósfera
de alegría, cortesía y amor. Los ángeles se deleitan en morar en un
hogar donde vive el amor y éste se expresa tanto en las miradas y las
palabras como en los actos. Padres, permitid que el sol del amor, la
alegría y un feliz contentamiento penetre en vuestro corazón, y dejad
que su dulce influencia impregne el hogar. Manifestad un espíritu
bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando todas
las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así creada
será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo vegetal, y
favorecerá la salud y el vigor de la mente y del cuerpo.
CM 109, 110 (ed. PP) 88,89 (ed. ACES)(1913).
8. La religión y la mente*
El amor de Cristo vitaliza el ser entero.
El
amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da
salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los
nervios. Por su medio las energías más potentes de nuestro ser
despiertan y entran en actividad. Libra al alma de culpa y tristeza, de
la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la vida. Con él vienen
la serenidad y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la
tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que
da salud y vida.- MC 78 (1905).
La obra de Cristo es sanar a los quebrantados de corazón.
El
poder sanador de Dios se hace sentir en toda la naturaleza. Si se corta
un árbol, si un ser humano se lastima o se rompe un hueso, la
naturaleza empieza inmediatamente a reparar el daño. Aun antes de que
exista la necesidad, están listos los elementos sanadores, y tan pronto
como se lastima una parte, todas las energías se dedican a la obra de
restauración. Lo mismo ocurre en el reino espiritual. Antes que el
pecado creara la necesidad, Dios había provisto el remedio. Toda alma
que cede a la tentación, es herida por el adversario, pero dondequiera
que haya pecado, está el Salvador. Es obra de Cristo "sanar a los
quebrantados de corazón;. . . pregonar libertad a los cautivos. . .
poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4: 18).- Ed 113 (1903).
La receta del Salvador para los males mentales y espirituales.
Las
palabras de nuestro Salvador: "venid a mí,. . . que yo os haré
descansar" (S. Mateo 11: 28), son una receta para curar las enfermedades
físicas, mentales y espirituales. A pesar de que por su mal proceder
los hombres han atraído el dolor sobre sí mismos, Cristo se compadece de
ellos. En él pueden encontrar ayuda. Hará cosas grandes en beneficio de
quienes en él confíen.- MC 78, 79 (1905).
El evangelio versus la ciencia y la literatura.
La
ciencia y la literatura no pueden llevar a la mente oscurecida de los
hombres la luz que puede dar el glorioso evangelio del Hijo de Dios.
Sólo él puede hacer la gran obra de iluminar el alma. No es extraño que
Pablo exclamara: "porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder
de Dios para salvación para todo aquel que cree" (Rom. 1: 16). El
evangelio de Cristo llega a ser personalidad en los que creen, y los
hace epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. De
esta manera, la levadura de la piedad pasa a la multitud. Las
inteligencias celestiales pueden discernir los verdaderos elementos de
grandeza del carácter, pues sólo la bondad es estimada como eficiencia
por Dios.
RH, 15 de dic. de 1891. (FE 199, 200).
RH, 15 de dic. de 1891. (FE 199, 200).
Sólo el Evangelio puede curar los males que maldicen a la sociedad.
El
único remedio para los pecados y dolores de los hombres es Cristo.
Únicamente el Evangelio de su gracia puede curar los males que azotan a
la sociedad. La injusticia del rico hacia el pobre, el odio del pobre
hacia el rico, tienen igualmente su raíz en el egoísmo, el cual puede
extirparse únicamente por la sumisión a Cristo. Solamente él da un
nuevo corazón de amor en lugar del corazón egoísta de pecado. Prediquen
los siervos de Cristo el Evangelio con el Espíritu enviado desde el
cielo, y trabajen como él lo hizo por el beneficio de los hombres.
Entonces se manifestarán, en la bendición y la elevación de la
humanidad, resultados que sería totalmente imposible alcanzar por el
poder humano.
PVGM 200 (ed. PP); 175 (ed. ACES) (1900).
Sólo mediante el desarrollo armonioso puede alcanzarse la perfección.
El
mejoramiento del espíritu es un deber que tenemos para con nosotros
mismos, para con la sociedad y para con Dios. Pero nunca debemos idear
medios de cultivar el intelecto a expensas de lo moral y lo espiritual.
Y es únicamente por el desarrollo armonioso de las facultades mentales y
morales como puede alcanzarse la más alta perfección de ambas-. CM 527
(ed. PP); 418 (ed. ACES) (1913).
La levadura divina cambia la mente.
En
la parábola la mujer puso la levadura en la harina. Era necesaria para
suplir una necesidad. . . Así obra la levadura divina... La mente es
transformada; las facultades son puestas al trabajo. El hombre no
recibe nuevas facultades, pero las que tiene son santificadas. La
conciencia, muerta hasta entonces, se despierta. Pero el hombre no
puede hacer este cambio por sí mismo. Sólo puede hacerlo el Espíritu
Santo...
Cuando
nuestras mentes son controladas por el Espíritu de Dios, entenderemos
la lección que enseña la parábola de la levadura. Los que abren sus
corazones para recibir la verdad percibirán que la Palabra de Dios es el
gran instrumento en la transformación del carácter.
RH, 25 de julio de 1899.
La verdad del evangelio proporciona un propósito firme.
Cada
uno de nosotros necesita tener una profunda percepción de las
enseñanzas de la Palabra de Dios. Nuestras mentes deben estar
preparadas para soportar toda prueba, y para resistir cada tentación,
venga ésta de afuera o de adentro. Debemos saber por qué creemos como
lo hacemos, y por qué estamos del lado del Señor. La verdad debe
mantenerse despierta en nuestros corazones, lista para hacer sonar la
alarma, y llamarnos a la acción contra todo enemigo. Los poderes de las
tinieblas apuntarán sus baterías contra nosotros; y todo el que sea
indiferente y descuidado, que haya puesto sus afectos en su tesoro
terrenal, y que no se haya preocupado por comprender el trato de Dios
con su pueblo, pronto Regará a ser una víctima. Ningún poder fuera del
conocimiento de la verdad como es en Jesús, podrá mantenernos firmes;
pero teniendo esto, uno hará huir a mil, y dos pondrán en fuga a diez
mil.- RH, 29 de abril de 1884; NEV 334.
Consagrarnos a Cristo produce paz.
Todo
nuestro futuro depende de nuestra acción individual en abrir nuestro
corazón para recibir al Príncipe de paz. Nuestras mentes pueden
encontrar reposo y quietud al dedicarnos a Cristo, en quien está la
eficiencia del poder. Habiendo obtenido esa paz, ese consuelo, esa
esperanza, que El ofrece a tu alma, tu corazón se regocijará en Dios
nuestro Salvador por la grande y maravillosa esperanza que te ofrece
como persona que reconoce el gran Don. Entonces estarás tan agradecido
que alabarás a Dios por el gran amor y gracia que te otorgó. Contempla a
tu Ayudador, Jesucristo. Dale la bienvenida e invita a su amorosa
presencia. Tu mente puede ser renovada día tras día, y es tu privilegio
aceptar la paz y el descanso, elevarte por sobre las preocupaciones, y
alabar a Dios por tus bendiciones. No levantes barreras con cosas
objetables para mantener a Jesús lejos de tu alma. Cambia tu voz; no te
quejes; expresa tu gratitud por el gran amor de Cristo que se te ha
mostrado y se te sigue ofreciendo.- Carta 294, 1906.
Espaciarse en Cristo provee estímulo.
Si
permitiéramos que nuestras mentes se espacian más en Cristo y el mundo
celestial, encontraríamos un poderoso estímulo y apoyo al pelear las
batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder
cuando contemplamos las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será
nuestro hogar. Comparadas con la hermosura de Cristo todas las
atracciones terrenales parecerán de poco valor. -RH, 15 de nov. de 1887.
El conocimiento fortalece la mente y el alma.
Necesitamos
conocimientos que robustezcan la mente y el alma, y nos hagan mejores
hombres y mujeres. La educación del corazón es mucho más importante que
lo aprendido de los libros. Es bueno, hasta esencial, poseer cierto
conocimiento del mundo en que vivimos; pero si no tenemos en cuenta la
eternidad, experimentaremos un fracaso del cual jamás nos repondremos.
MC 356 (1905).
La mente y la lucha espiritual.
Nuestro
progreso en pureza moral depende de la correcta manera de pensar y de
actuar. "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que
sale de la boca, esto contamina al hombre". "Porque del corazón salen
los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios las blasfemias. Estas
cosas son las que contaminan al hombre" (Mat. 15: 11, 19, 20). Los
malos pensamientos destruyen el alma. El poder convertidor de Dios
cambia el corazón, refina y purifica los pensamientos. A menos que se
haga un esfuerzo decidido para mantener los pensamientos centrados en
Cristo, la gracia no se puede revelar en la vida. La mente tiene que
entrar en la lucha espiritual. Cada pensamiento debe ser llevado en
cautiverio a la obediencia de Cristo. Todos los hábitos deben ser
puestos bajo el control de Dios. Carta 123, 1904.
La ocupación de la mente es una salvaguardia contra el mal.
Como
salvaguardia contra el mal, la mente ocupadaen cosas buenas es de mucho
más valor que un sinnúmero de barreras, de leyes y disciplina. -Ed 213
(1903),
Una imaginación pervertida produce oscuridad.
Si
el ojo de la mente contempla la excelencia del misterio de la piedad,
la ventaja de las riquezas espirituales sobre las mundanales, el cuerpo
entero estará lleno de luz. Si la imaginación está pervertida por la
fascinación de la pompa y el esplendor terrenales hasta que la ganancia
parezca piedad, el cuerpo entero estará lleno de oscuridad. Cuando los
poderes de la mente están concentrados sobre los tesoros de la tierra,
se rebajan y degradan. -RH, 18 de sept. de 1888.
La mente dirigida al Creador, y no a la exaltación propia.
Si
se concediera a este principio [trabajar para gloria de Dios] la
atención que merece por su importancia, se efectuaría un cambio radical
en algunos de los métodos corrientes de enseñanza. En vez de despertar
el orgullo, la ambición egoísta y un espíritu de rivalidad, los maestros
procurarían evocar un sentimiento de amor a la bondad, a la verdad y a
la belleza; harían desear lo excelente... En vez de ser encauzado hacia
las meras normas terrestres o movido por el deseo de exaltación propia
que de por sí empequeñece y rebaja, el espíritu sería dirigido hacia el
Creador, para conocerle y llegar a serle semejante. -PP 646 (1890).
Aguas vivas versus cisternas rotas.
Jesús
conocía las necesidades del alma. La pompa, las riquezas y los honores
no pueden satisfacer el corazón. "Si alguno tiene sed, venga a mi y
beba." Los ricos, los pobres, los encumbrados y los humildes son
igualmente bienvenidos. El promete aliviar el ánimo cargado, consolar a
los tristes, dar esperanza a los abatidos. Muchos de los que oyeron a
Jesús lloraban esperanzas frustradas; muchos alimentaban un agravio
secreto; muchos estaban tratando de satisfacer su inquieto anhelo con
las cosas del mundo y la alabanza de los hombres; pero cuando habían
ganado todo encontraban que habían trabajado tan sólo para llegar a una
cisterna rota en la cual no podían aplacar su sed. Allí estaban en
medio del resplandor de la gozosa escena, descontentos y tristes. Este
clamor repentino: "Si alguno tiene sed," los arrancó de su pesarosa
meditación, y mientras escuchaban las palabras que siguieron, su mente
se reanimó con una nueva esperanza. El Espíritu Santo presentó delante
de ellos el símbolo hasta que vieron en él el inestimable don de la
salvación. -DTG 417, 418 (1898).
Se necesita la unión de lo divino con la iniciativa humana.
El
Espíritu proporciona la fortaleza que sustenta al alma que lucha y se
esfuerza en toda emergencia, en medio de la hostilidad de los parientes,
del odio del mundo, de la comprensión de sus propias imperfecciones y
errores. La unión del esfuerzo divino y humano, la estrecha conexión,
primero, último y siempre con Dios, la fuente de toda fortaleza -esto es
absolutamente necesario. -RH, 19 de mayo de 1904; NEV 153.
9. La mente, la ciudadela
La capital del cuerpo.
Cada
órgano del cuerpo ha sido hecho para estar subordinado a la mente. Es
ella la capital del cuerpo. -EC 14 (1872). La mente controla al hombre
entero. Todos nuestros actos, buenos o malos, tienen su origen en la
mente. Es la mente la que adora a Dios y nos une con los seres
celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin llegar a ser
inteligentes con respecto al alhajero que contiene este tesoro.
FE 426 (1896).
El cerebro controla al cuerpo.
Hay
muchos inválidos hoy que permanecerán así porque no se los puede
convencer de que su experiencia no es confiable. El cerebro es la
capital del cuerpo, el asiento de todas las fuerzas nerviosas y de la
acción mental. Los nervios que salen del cerebro controlan el cuerpo.
Por medio de los nervios del cerebro, las impresiones mentales se
transmiten a todos los nervios del cuerpo como por hilos telegráficos, y
ellos controlan la acción vital de cada parte del sistema. Todos los
órganos del movimiento son gobernados por las comunicaciones que reciben
del cerebro.-3T 69 (1872). Los nervios del cerebro que relacionan todo
el organismo entre sí son el único medio por el cual el cielo puede
comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima. -1JT 254
(1870).
Satanás ataca las facultades de percepción.*
Satanás
se presenta al hombre con sus tentaciones en la forma en que se
presentó a Cristo: como ángel de luz. Ha estado trabajando para
debilitar física y moralmente al hombre a fin de vencerlo con sus
tentaciones, y luego triunfar sobre su ruina. Y ha tenido acceso a
aquellos que están esclavizados por los apetitos, sin tener en cuenta
los resultados. Bien sabe él que es imposible al hombre desempeñar sus
obligaciones para con Dios y sus semejantes mientras malogra las
facultades que Dios le ha dado. El cerebro es la capital del cuerpo. Si
las facultades perceptivas son entorpecidas por cualquier clase de
intemperancia, no se disciernen las cosas eternas.
RH, 8 de sept. de 1874; MJ 234.
RH, 8 de sept. de 1874; MJ 234.
La tiranía de la costumbre.
La
fuerza o la debilidad de la mente tienen mucho que ver con nuestra
utilidad en este mundo y con nuestra salvación final. Es deplorable la
ignorancia que ha prevalecido con respecto a la ley de Dios y nuestra
naturaleza física. La intemperancia de cualquier clase es una violación
de las leyes de nuestro ser. La imbecilidad prevalece en un grado
terrible. El pecado se hace atrayente bajo el manto de luz con que
Satanás lo cubre, y él se complace en retener el mundo cristiano en sus
hábitos diarios bajo la tiranía de las costumbres, como los paganos, y
gobernado por el apetito. -RH, 8 de sept. de 1874; MJ 235.
Vigilemos la ciudadela.
Todos
deberían sentir la necesidad de mantener la naturaleza moral
fortalecida por una vigilancia constante. Como centinelas fieles,
deberían guardar la ciudadela del alma, y nunca sentir que pueden
aflojar su vigilancia ni por un momento. -CH 411 (1879).
La mente bien educada no vacila.
La
mente debe ser adiestrada por medio de pruebas diarias hasta lograr
hábitos de fidelidad, hasta obtener un sentido de las exigencias de lo
recto y del deber por sobre las inclinaciones y los placeres. Las
mentes así educadas no vacilarán entre lo correcto y lo equivocado, como
si fuera una caña mecida por el viento; pero tan pronto como el
problema se presenta ante ellas, descubren de inmediato el principio que
está involucrado, e instintivamente eligen lo correcto sin debatir
largamente el asunto. Son leales porque se han adiestrado por medio de
hábitos de fidelidad y de verdad. -3T 22,(1872).
La ciudadela no protegida.
Por
la contemplación somos transformados. Aunque formado a la imagen de su
Hacedor, el hombre puede educar de tal modo su mente que el pecado que
una vez despreciaba llegue a ser un placer para él. Al dejar de velar y
orar, deja de proteger la ciudadela, el corazón, y se compromete con el
pecado y el crimen. La mente se envilece, y es imposible elevarla de la
corrupción mientras se adiestra para esclavizar los poderes morales e
intelectuales y ponerlos bajo la sujeción de pasiones groseras. Ha de
mantenerse una guerra constante contra la mente carnal; y necesitamos
ser auxiliados por la influencia refinadora de la gracia de Dios, la
cual atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar sobre cosas
puras y santas. -2T 479 (1870).
Manantial de vida o muerte.
"Poned
la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col. 3: 1, 2).
El corazón es la ciudadela del hombre. De él manan la vida o la
muerte. Mientras su corazón no esté purificado, una persona queda
descalificada para tener parte alguna en la comunión de los santos. ¿No
sabe el que escudriña el corazón quiénes están permaneciendo en pecado,
sin consideración por sus almas? ¿No hubo acaso un testigo que vio las
cosas más secretas de la vida de cada uno? Fui obligada a oír las
palabras dichas por algunos hombres a mujeres y niñas: palabras de
adulación, palabras que querían engañar e infatuar. Satanás emplea
todos estos medios para destruir almas. Algunos de vosotros podéis
haber sido así sus agentes; y en tal caso, tendréis que afrontar estas
cosas en el juicio. El ángel dijo acerca de esta clase: "Su corazón no
ha sido nunca entregado a Dios. Cristo no está en ellos. La verdad no
está allí. Su lugar está ocupado por el pecado, el engaño y la mentira.
No creen la Palabra de Dios ni actúan de acuerdo con ella".
2JT 208, 209 (1889).
El ocio, la complacencia propia y la seguridad: traidores dentro de los muros.
Los
israelitas fueron inducidos al pecado, precisamente cuando se hallaban
en una condición de ocio y seguridad aparente. Se olvidaron de Dios,
descuidaron la oración, y fomentaron un espíritu de seguridad y
confianza en sí mismos. El ocio y la complacencia propia dejaron la
ciudadela del alma sin resguardo alguno, y entraron pensamientos viles y
degradados. Los traidores que moraban dentro de los muros fueron
quienes destruyeron las fortalezas de los sanos principios y entregaron a
Israel en manos de Satanás. Así precisamente es cómo Satanás procura
aún la ruina del alma. Antes que el cristiano peque abiertamente, se
verifica en su corazón un largo proceso de preparación que el mundo
ignora. La mente no desciende inmediatamente de la pureza y la santidad
a la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para
que los que fueron formados en semejanza de Dios se degraden hasta
llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación nos transformamos.
Al nutrir pensamientos impuros en su mente, el hombre puede educarla de
tal manera que el pecado que antes odiaba se le vuelva agradable. -PP
490 (1890).
El tabaco adormece la sensibilidad.
De
cualquier manera que se use el tabaco, afecta la constitución del ser.
Es un veneno lento. Afecta el cerebro y adormece la sensibilidad de
modo que la mente no pueda discernir claramente las cosas espirituales,
especialmente aquellas verdades que podrían tener una tendencia a
corregir su sucia complacencia. Los que usan el tabaco en cualquier
forma no están limpios delante de Dios. En esta sucia práctica es
imposible que puedan glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, que
son de El. Y mientras usan venenos lentos y seguros, que arruinan su
salud y rebajan las facultades de la mente, Dios no los puede aprobar.
El puede ser misericordioso con ellos mientras se complacen en este
pernicioso hábito por ignorar el daño que les está produciendo, pero
cuando se les presenta el problema en su verdadera luz, son culpables
ante Dios si continúan complaciendo este grosero apetito.
4SG 126 (1864).
Esclavos del alcohol y de las drogas.
Por
doquiera, Satanás procura atraer a los jóvenes al camino de la
perdición, y si puede colocar una vez los pies de ellos en el camino,
los apresura en su curso descendente guiándolos de un libertinaje a
otro, hasta que sus víctimas pierden la sensibilidad de la conciencia y
no tienen mas temor de Dios delante de sus ojos. Cada vez tienen menos
dominio propio. Se entregan al vino y al alcohol, al tabaco y al opio, y
van de un grado de disipación a otro. Son esclavos del apetito.
Aprenden a despreciar consejos que una vez respetaron. Se revisten de
fanfarronería y se jactan de ser libres, cuando son los esclavos de la
corrupción. Por libertad quieren decir que son esclavos del egoísmo,
del apetito depravado y del libertinaje. -ST, 22 de junio de 1891; Te
243.
Las armas de Satanás.
La
complacencia de los apetitos carnales batalla contra el alma. El
apóstol, de la manera más impresionante, se dirige a los cristianos:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios"
(Rom. 12: 1). Si el cuerpo está saturado de licor y la contaminación
del tabaco, no es santo ni aceptable a Dios. Satanás sabe que no lo
puede ser, y por esta razón presiona con sus tentaciones a los hombres
en cuanto al apetito, para poder llevarlos a la esclavitud de sus
propensiones y, de esa manera, obrar su ruina. -RH, 8 de sept. de 1874.
El factor decisivo de la pasión y el apetito.
Si
los hombres y las mujeres inteligentes tienen sus facultades morales
entorpecidas por cualquier clase de intemperancia son poco superiores a
los paganos en muchos de sus hábitos. Satanás desvía constantemente a
la gente de la luz salvadora a las costumbres y la moda, sin tener en
cuenta su salud física, moral y mental. El gran enemigo sabe que si
predominan el apetito y la pasión, se sacrifican la salud del cuerpo y
la fuerza del intelecto en el altar de la satisfacción de los apetitos y
el hombre es llevado a una rápida ruina. Si el intelecto iluminado
lleva las riendas, dominando las propensiones animales y manteniéndolas
sujetas a las facultades morales, Satanás sabe que es pequeño su poder
para vencer con sus tentaciones. -RH, 8 de sept. de 1874; MJ 235.
Lo que podría haber sido.
Si
los padres, miembros de las generaciones pasadas, hubiesen mantenido
con firmeza el cuerpo como siervo de la mente y si no hubiesen permitido
que el intelecto fuera esclavizado por las pasiones animales, en esta
época habría una clase diferente de seres viviendo sobre la tierra. -2MS
496 (1865).
Elección del control de la mente o del cuerpo.
Todo
estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida
sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir
individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por
el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe hacer la decisión que amoldará
su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerle comprender las
fuerzas con las cuales tendrá que contender y las influencias 78 que
modelan el carácter y determinan el destino. -Ed 202 (1903).
Enseñar a la gente.
Presenten
delante de la gente la necesidad de resistir la tentación de complacer
el apetito. Aquí muchos fracasan. Expliquen cuán estrechamente se
relacionan la mente y el cuerpo, y muestren la necesidad de mantener a
ambos en las mejores condiciones.
Carta circular a los médicos y evangelistas, 1910; CH 543.
10. Comprensión
Una obra que exige discernimiento y discriminación.
Tratar
con las mentes es la obra más delicada y más difícil alguna vez
encomendada a los mortales. Los que se ocupan en esta obra debieran
tener un claro discernimiento y un buen poder de discriminación.
La
verdadera independencia de la mente es un elemento enteramente
diferente de la imprudencia. Esa cualidad de independencia que conduce a
una opinión cautelosa, deliberada y con oración no debería ser cedida
fácilmente, no hasta que la evidencia es lo suficientemente fuerte como
para asegurarnos que estamos equivocados. Esta independencia mantendrá
la mente en calma e inmutable en medio de los múltiples errores que
prevalecen, y conducirá, a los que ocupan puestos de responsabilidad, a
considerar cuidadosamente todos los aspectos de la evidencia y a no ser
desviados por la influencia de otros, o por el ambiente, o a formular a
conclusiones sin un conocimiento inteligente y completo de todas las
circunstancias. -3T 104, 105 (1872).
Una tarea agotadora.
Ya
que el hombre costó tanto al cielo, el precio del amado Hijo de Dios,
cuán cuidadosos 80 deberían ser los ministros, los maestros y los padres
al tratar con las almas de quienes están bajo su influencia. Tratar
con las mentes es una obra delicada, y se la debería realizar con temor y
temblor.
Los
educadores de la juventud deberían mantener un perfecto autocontrol.
Destruir la influencia de uno sobre un alma humana por la impaciencia, o
a fin de mantener una dignidad y supremacía indebidas, es un error
terrible, pues puede ser el medio de perder esa alma para Cristo. Las
mentes de los jóvenes puede llegar a estar tan deformada por una
administración no juiciosa que el daño hecho nunca pueda ser totalmente
reparado. La religión de Cristo debiera tener una influencia
controladora sobre la educación y el adiestramiento de los jóvenes. El
ejemplo de abnegación, bondad universal y paciente amor del Salvador es
una reprensión para los ministros y maestros impacientes. El pregunta a
estos instructores impetuosos: ¿esta la forma en que tratas a las almas
de aquellos por quienes di mi vida? ¿No aprecias más que este el precio
infinito que pagué por su redención?" 4T419 (1880).
El médico encuentra toda clase de mentes.
El
Dr.______ debería procurar añadir algo diariamente a su bagaje de
conocimientos y cultivar la cortesía y el refinamiento de sus modales...
Debería recordar que está asociado con toda clase de mentes y que las
impresiones que produzca se extenderán a otros estados y perjudicarán al
Instituto [el Sanatorio de Battle Creek]. -3T 183, 184 (1872).
Se necesitan paciencia y sabiduría.
Los
predicadores deben tener cuidado de no esperar demasiado de los que
están andando a tientas en las tinieblas del error. Deben hacer bien su
obra, confiando en que Dios impartirá a las mentes indagadoras la
influencia misteriosa y vivificadora de su Espíritu Santo, sabiendo que
sin esto sus labores no tendrán éxito. Deben ser pacientes y sabios
para tratar con las mentes, recordando cuán múltiples son las
circunstancias que 81 han desarrollado tales rasgos diferentes en los
individuos. Deben vigilarse constantemente para que el yo no obtenga la
supremacía, y Jesús sea dejado afuera. OE 395 (1915).
El amor de Cristo se abre paso.
Sólo
Aquel que lee en el corazón sabe llevar a los hombres al
arrepentimiento, Sólo su sabiduría nos proporcionará éxito en alcanzar a
los perdidos. Podéis erguiros, imaginándoos ser más santos que ellos, y
por acertado que sea vuestro razonamiento o veraz vuestra palabra, no
conmoverán los corazones. El amor de Cristo, manifestado en palabras y
obras, se abrirá camino hasta el alma, cuando de nada valdría la
reiteración de preceptos y argumentos. -MC 121 (1905).
Con compasión y amor.
No
todos están preparados para corregir a los que yerran. No tienen
sabiduría para tratar con justicia a la vez que con amante misericordia.
No se inclinan a ver la necesidad de mezclar el amor y la tierna
compasión con las reprensiones justas. Algunos son siempre
innecesariamente severos y no sienten la necesidad de escuchar el
mandato del apóstol: "Tengan compasión de los que dudan. A unos
sálvenlos sacándolos del fuego" (Judas 22, 23, versión Dios habla
hoy).-3T 269, 270 (1873).
Un hombre apasionado no debe tratar con las mentes.
La
carencia de una fe firme y de discernimiento en las cosas sagradas
debieran ser causas suficientes para separar a cualquier hombre de la
obra de Dios. De la misma manera, el ceder al mal genio, el espíritu
rudo y dominador, ponen de manifiesto que quien los posee no debe ser
puesto donde tenga que decidir asuntos importantes que afectan la
heredad de Dios. Un hombre apasionado no debiera tener trato alguno con
las mentes humanas. No se le puede confiar la atención de asuntos que
se relacionan con los que Cristo compró a un precio infinito. Si se
pone a dirigir hombres, herirá y magullará sus almas; porque carece del
toque refinado y la delicada sensibilidad que imparte la gracia de 82
Cristo. Su propio corazón necesita ser enternecido, subyugado por el
Espíritu de Dios; el corazón de piedra no se ha transformado en corazón
de carne. -TM 261 (1896).
Cualidades necesarias para comprender las mentes (consejos a un colportor).
Hay
más dificultades en esta obra que en algunos otros ramos comerciales;
pero las lecciones aprendidas, el tacto y la disciplina, os capacitarán
para otros campos de utilidad, donde podréis ministrar en favor de las
almas. Los que aprenden en forma muy pobre las lecciones y son
descuidados y bruscos al acercarse a las personas, manifestarán la misma
falta de tacto y habilidad al tratar con las mentes, si entraran en el
ministerio. .. -CE 52 (1902).
Afrontar los impulsos, la impaciencia, el orgullo y la estima propia.
El
tratar con las mentes humanas es la obra más delicada que se haya
confiado alguna vez a los mortales, y los maestros necesitan
constantemente la ayuda del Espíritu de Dios para poder hacer
correctamente su trabajo. Entre los jóvenes que asisten a la escuela se
encontrará una gran diversidad de caracteres y educación. El maestro
hará frente a los impulsos, la impaciencia, el orgullo, el egoísmo, y la
estima propia desmedida. Algunos de los jóvenes han vivido en un
ambiente de restricción arbitraria y dureza, que ha desarrollado en
ellos un espíritu de obstinación y desafío. Otros han sido mimados, y
sus padres, excediéndose en sus afectos, les han permitido seguir sus
propias inclinaciones. Han disculpado sus defectos hasta deformarles el
carácter. -CM 251 (ed PP); 203 (ed ACES) (1913).
Se necesitan paciencia, tacto y sabiduría.
Para
tratar con éxito con estas diversas mentes, el maestro necesita
ejercitar mucho tacto y delicadeza en su dirección, al mismo tiempo que
firmeza en el gobierno. Con frecuencia, se manifestará desagrado y
hasta desprecio por los reglamentos debidos. Algunos ejercitarán su
ingenio para evitar las penalidades mientras que otros ostentarán una
temeraria indiferencia para con las consecuencias de la transgresión.
Todo esto exigirá paciencia, tolerancia y sabiduría de parte de aquellos
a quienes se ha confiado la educación de estos jóvenes.
CM 251 (ed PP); 203 (ed ACES) (1913).
Una conducta que puede dejar cicatrices y heridas irreparables.
Un
maestro puede tener suficiente educación y conocimiento en las ciencias
para instruir, pero ¿se ha averiguado si tiene tacto y sabiduría para
tratar con las mentes humanas? Si los instructores no tienen el amor de
Cristo en su corazón, no son idóneos para llevar las graves
responsabilidades confiadas a quienes educan a los jóvenes. Careciendo
ellos mismos de la educación superior, no saben tratar con las mentes
humanas. Su propio corazón insubordinado procura dominar; el sujetar a
una disciplina tal el carácter y la mente plástica de los niños es dejar
sobre ésta cicatrices y magulladuras que nunca se eliminarán.
CM 185 (ed PP); 149 (ed ACES) (1913).
Se requiere el discernimiento más sutil.
El
Señor me ha mostrado, de muchas maneras y en diversas ocasiones, cuán
cuidadosamente debemos obrar con los jóvenes, -que se requiere el
discernimiento más sutil para tratar con las mentes. Todo aquel que
tenga algo que ver con la educación y preparación de los jóvenes,
necesita vivir muy cerca del gran Maestro, para participar de su
Espíritu y manera de trabajar. Tiene que dar lecciones que afecten el
carácter y la obra de toda la vida de aquellos a quienes instruye. -OE
348, (1915).
El elemento personal es esencial.
En
toda enseñanza verdadera, es esencial la relación personal. Al
enseñar, Cristo trató individualmente con los hombres. Educó a los doce
por medio del trato y la asociación personales. Sus más preciosas
instrucciones fueron dadas en privado, y con frecuencia a un solo
oyente. Reveló sus más ricos tesoros al honorable rabino en la
entrevista nocturna celebrada en el Monte de los Olivos, y a la mujer
despreciada, junto al pozo de Sicar, porque en esos oyentes percibió un
corazón sensible, una mente abierta, un espíritu receptivo. Ni siquiera
la muchedumbre que con tanta frecuencia seguía sus pasos era para
Cristo una masa confusa de seres humanos. Hablaba y exhortaba en forma
directa a cada mente y se dirigía a cada corazón. Observaba los rostros
de sus oyentes, veía cuando se iluminaban, notaba la mirada rápida y de
comprensión que revelaba el hecho de que la verdad había llegado al
alma, y su corazón vibraba en respuesta con gozosa simpatía.
Ed 231 (1903).
El exceso de trabajo incapacita para tratar con otros.
Los
maestros mismos deberían prestar atención a las leyes de la salud, a
fin de conservar sus propios poderes en las mejores condiciones
posibles, y por ejemplo así como por precepto puedan ejercer una
influencia correcta sobre sus alumnos. El maestro cuya capacidad física
ya está debilitada por la enfermedad o el exceso de trabajo debería
prestar especial atención a las leyes de la vida. Debería tomarse
tiempo para la recreación. No debería cargar sobre sí mismo
responsabilidades adicionales a su trabajo escolar, las cuales lo
abrumarán física o mentalmente tanto su sistema nervioso que se
desequilibra; porque en este caso se incapacita para tratar con las
mentes y no puede hacer justicia a sí mismo o a sus alumnos. -FE 147
(1890).
Comprender las diferentes necesidades.
Se
me mostró que los médicos en nuestro Instituto deberían ser hombres y
mujeres de fe y espiritualidad. Deberían poner en Dios su confianza.
Hay muchos que vienen al Instituto que se provocaron enfermedades de
casi todo tipo por su complacencia pecaminosa. Esta clase de personas no
merece la simpatía que con frecuencia requieren. Y resulta penoso que
los médicos dediquen tiempo y esfuerzos a estas personas, degradadas
física, mental y moralmente. Pero hay un grupo de personas que vivieron
en violación de las leyes naturales por ignorancia. Trabajaron y
comieron en forma intemperante porque tal era la costumbre. Algunos
sufrieron mucho a mano de muchos médicos pero no mejoraron sino que
indudablemente empeoraron. Al fin son arrancados de sus tareas, y de la
sociedad, de sus familiares; y como último recurso vienen al Instituto
con una débil esperanza de que puedan encontrar alivio. Estas personas
necesitan simpatía. Deberían ser tratadas con la mayor ternura, y
debiera cuidarse de que comprendan con claridad las leyes de su ser,
para que puedan, al cesar de violarlas y al dominarse evitar el
sufrimiento y la enfermedad -el castigo por violar las leyes de la
naturaleza.- 3T 178 (1872).
No debe decirse la verdad en todo momento.
Pero
pocos de los que actúan en la sociedad del mundo, y que consideran las
cosas desde el punto de vista del mundano, están preparados para
escuchar una presentación de la realidad con respecto a sí mismos. Aun
la verdad no debe ser presentada en todo momento. Hay un tiempo y una
oportunidad apropiados para hablar cuando las palabras no ofenderán.
Los médicos no deberían estar con exceso de trabajo y con sus sistemas
nerviosos debilitados, pues esta condición del cuerpo no favorece una
mente calmada, nervios serenos y un espíritu alegre y jovial. -3T 182
(1872).
Cristo comprende.
El
que se humanó sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad.
No sólo conoce Cristo a cada alma, así como sus necesidades y pruebas
particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el
espíritu y lo dejan perplejo. Tiende su mano con tierna compasión a
todo hijo de Dios que sufre. Los que más padecen reciben mayor medida
de su simpatía y compasión. Le conmueven nuestros achaques y desea que
depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que allí
los dejemos.
MC 192, 193 (1905).
La comprensión produce una relación más estrecha con Cristo.
Las
buenas obras son el fruto que Cristo requiere que llevemos palabras
bondadosas; actos de bondad, de tierna compasión por los pobres, los
necesitados, los afligidos. Cuando los corazones simpatizan con los
corazones cargados de desánimo y angustia, cuando la mano reparte a los
necesitados, cuando se viste a los desnudos, cuando se invita a un
extraño a descansar en la sala y se le da un lugar en su corazón, los
ángeles llegan a estar muy cerca, y un acorde responde en el cielo. Cada
acto de justicia, misericordia y bondad produce melodías en el cielo.
El Padre desde su trono contempla a quienes realizan estos actos de
misericordia y los cuenta entre sus joyas más preciosas, "Y serán para
mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que
yo actúe" (Mal. 3: 17). Cada acto de misericordia hacia los necesitados
y los sufrientes se considera como si fuera hecho a Jesús. Cuando
usted socorre al pobre, simpatiza con el afligido y el oprimido y se
hace amigo del huérfano, usted mismo se pone en una relación más
estrecha con Jesús. -2T 25 (1868).
Cristo pide ternura y compasión.
La
verdadera simpatía entre el hombre y sus semejantes ha de ser la señal
que distingue a los que aman y temen a Dios de los que desconocen su
ley. ¡Cuán grande es la simpatía que expresó Cristo al venir a este
mundo para dar su vida como un sacrificio por un mundo agonizante! Su
religión condujo a la realización de la auténtica obra médico misionera.
El fue un poder senador. "Misericordia quiero, y no sacrificio" (Ose.
6: 6), dijo. Esta es la prueba que el gran Autor de la verdad usó para
distinguir entre la verdadera religión y la falsa. Dios quiere que sus
misioneros médicos actúen con la ternura y compasión que Cristo
mostraría si estuviera en nuestro mundo. -MM 251, 1893.
La suma de la felicidad de la vida.
Un
intelecto cultivado es un gran tesoro; pero sin la influencia
suavizadora de la simpatía y el amor santificado no es del máximo valor.
Deberíamos tener palabras y hechos de tierna consideración por los
demás. Podemos manifestar mil pequeñas atenciones con palabras amables y
miradas agradables, las cuales se reflejarán sobre nosotros. Por su
descuido de los demás los cristianos desconsiderados manifiestan que no
están en unión con Cristo. Es imposible estar en unión con Cristo y sin
embargo mostrar falta de bondad hacia otros y olvidar sus derechos.
Muchos desean ardientemente una simpatía amistosa. Dios nos ha dado a
cada uno una identidad propia, que no puede fundirse en la de otro; pero
nuestras características individuales serán mucho menos prominentes si
realmente somos de Cristo y su voluntad es la nuestra. Nuestras vidas
deberían estar consagradas al bien y la felicidad de otros, como fue la
del Salvador. Deberíamos olvidarnos de nosotros mismos, siempre
buscando oportunidades aun en cosas pequeñas para mostrar gratitud por
los favores que hemos recibido de otros y buscar oportunidades de
alegrar a otros y aliviar sus tristezas y cargas con actos de tierna
bondad y pequeños hechos de amor. Estas cortesías atentas que,
comenzando con nuestras familias se extienden fuera de ese círculo,
ayudan a producir la suma de la felicidad de la vida; y el descuido de
estas cosas pequeñas produce la suma de la amargura y la tristeza de la
vida. -3T 539, 540 (1875).
(Mente, Carácter y Personalidad 1 de E.G. de White)
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