domingo, diciembre 13, 2009

SECCIÓN XVII. PSICOLOGÍA PRACTICA


84. Cómo tratar con las emociones
No podemos adivinar los motivos.
Recordad que no podéis leer los corazones. No podéis conocer los motivos que impulsan las acciones que os parecen erróneas. Hay muchos que no han recibido la debida educación; sus caracteres son tortuosos, duros y retorcidos, y parecen sinuosos en todas formas. Pero la gracia de Cristo puede transformarlos. Nunca los echéis a un lado, nunca los induzcáis al desánimo o a la desesperación diciéndoles: "Usted me ha chasqueado, y no trataré de ayudarlo". Unas pocas palabras habladas apresuradamente bajo la provocación ­precisamente lo que nosotros pensamos que merecen­ pueden cortar las cuerdas de la influencia que habría atado sus corazones al nuestro.
La vida consecuente, la paciente tolerancia, el espíritu sereno bajo la provocación, es siempre el argumento más concluyente y el más solemne llamamiento. Si habéis tenido oportunidades y ventajas que no les hayan tocado en suerte a los demás, considerad este hecho y sed siempre maestros sabios, cuidadosos y amables.
A fin de que la cera reciba una impresión fuerte y clara del sello, no la golpeáis con el sello en forma apresurada 786 y violenta; colocáis el sello cuidadosamente sobre la plástica cera y en forma tranquila y firme lo apretáis hasta que se haya endurecido en el molde. De la misma manera tratad con las almas humanas. La continuidad de la influencia cristiana es el secreto de su poder, y esto depende de que vosotros perseveréis en la manifestación del carácter de Cristo. Ayudad a los que hayan errado, contándoles lo que os ha ocurrido a vosotros. Mostradles cómo, cuando cometisteis graves errores, la paciencia, la bondad y la disposición a ayudaros manifestada por vuestros colaboradores os dieron valor y esperanza.­ COES 111-113 (1900).

Contendemos con una fuerza que cautiva 
cuerpo, mente y alma.
Se está apoderando del mundo un afán nunca visto. En las diversiones, en la acumulación de dinero, en la lucha por el poder, hasta en la lucha por la existencia hay una fuerza terrible que embarga el cuerpo, la mente y el alma. En medio de esta precipitación enloquecedora, Dios habla. Nos invita a apartarnos y tener comunión con él. "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Sal. 46: 10).­ Ed 260 (1903). 

Curación de las perturbaciones espirituales.
Este mundo es un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. El era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder. ¿Por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?­ DTG 763 (1898). 787

Los seres humanos son las manos de los ángeles.
Los agentes humanos son las manos de los seres celestiales, quienes emplean las manos humanas en el ministerio práctico. Los agentes humanos, como manos ayudadoras, deben contribuir a la sabiduría y la operatividad de los seres celestiales. Al unirnos con estos poderes omnipotentes, recibimos el beneficio de su más elevada educación y experiencia. De este modo, al llegar a ser participantes de la naturaleza divina y eliminar el egoísmo de nuestras vidas, se nos conceden talentos especiales para que nos ayudemos mutuamente. Esta es la modalidad divina para la administración del poder salvador.­ 6T 456, 457 (1900).

Humanidad y divinidad en momentos de conflicto.
El Señor siempre asigna una tarea a cada ser humano. Esta es la cooperación divino-humana. Aquí conocemos al hombre que obedece la luz que se le ha dado. Si Saúl hubiera dicho: "Señor, no me siento inclinado en lo más mínimo a seguir tus indicaciones para obrar mi propia salvación", todo habría sido inútil, aunque Dios le hubiera dado diez veces más luz.
La obra del hombre es colaborar con Dios. Y el conflicto más duro y más severo se produce cuando llega la hora de la gran resolución del ser humano de someter su voluntad y sus caminos a la voluntad y los caminos de Dios, y confiar en las influencias de la gracia que lo han acompañado durante toda su vida. El hombre debe llevar a cabo esta obra de sometimiento, "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2: 13). El carácter determinará la naturaleza de la resolución y la acción. La acción no estará de acuerdo con los sentimientos y la inclinación, sino con el conocimiento de la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. Sigan y obedezcan la dirección del Espíritu Santo.­Carta 135, 1898.

Hablen acerca del poder de Dios.
Cuando se os pregunte 788 cómo os sentís, no os pongáis a pensar en cosas tristes que podáis decir para captar simpatía. No mencionéis vuestra falta de fe ni vuestros pesares y padecimientos. El tentador se deleita al oír tales cosas. Cuando habláis de temas lóbregos, glorificáis al maligno. No debemos espaciarnos en el gran poder que tiene Satanás para vencernos. Muchas veces nos entregamos en sus manos con sólo referirnos a su poder. Más bien conversemos del gran poder de Dios para unir todos nuestros intereses con los suyos. Contemos lo relativo al incomparable poder de Cristo, y hablemos de su gloria. El cielo entero se interesa por nuestra salvación. Los ángeles de Dios, que son millares de millares y millones de millones, tienen la misión de atender a los que han de ser herederos de la salvación. Nos guardan del mal y repelen las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos. ¿No tenemos motivos de continuo agradecimiento, aun cuando haya aparentes dificultades en nuestro camino?­MC 195, 196 (1905).

No hablen de los sentimientos negativos.
Si no os sentís de buen ánimo y alegres, no habléis de ello. No arrojéis sombra sobre la vida de los demás. Una religión fría y desolada no atrae nunca almas a Cristo. Las aparta de él para empujarlas a las redes que Satanás tendió ante los pies de los descarriados. En vez de pensar en vuestros desalientos, pensad en el poder a que podéis aspirar en el nombre de Cristo. Aférrese vuestra imaginación a las cosas invisibles. Dirigid vuestros pensamientos hacia las manifestaciones evidentes del gran amor de Dios por vosotros. La fe puede sobrellevar la prueba, resistir la tentación y mantenerse firme ante los desengaños. Jesús vive y es nuestro abogado. Todo lo que su mediación nos asegura es nuestro.­ MC 388, 389 (1905).

Sonrisas y palabras animadoras.
Si observamos el lado luminoso de las cosas, encontraremos energía suficiente para 789 estar alegres y felices. Si sonreímos, recibiremos sonrisas en cambio; si pronunciamos palabras agradables y animadoras, nos serán retribuidas.
Cuando los cristianos parecen sombríos y deprimidos, como si creyeran que no tienen ni un solo amigo, dan una impresión falsa acerca de la religión. En algunos casos se ha albergado la idea de que la alegría es incompatible con la dignidad del carácter cristiano; pero esto no es verdad. El cielo es pura alegría.­ ST, 12 de febrero de 1885.

La alegría alumbra la senda.
Todos tenemos el deber de cultivar la alegría en vez de espaciarnos en nuestras tristezas y problemas. Muchos no sólo se vuelven desdichados por esto, sino que sacrifican la salud y la felicidad en aras de su imaginación enfermiza. Suceden cosas desagradables a su alrededor, y su semblante muestra el ceño constantemente arrugado, lo cual revela su descontento más claramente que las palabras.
Esos sentimientos de depresión son muy dañinos para la salud, porque perturban la función de la digestión y traban el proceso de la nutrición. La ansiedad y la aflicción no pueden remediar un solo mal, pero sí pueden causar mucho daño; en cambio, la alegría y la esperanza, mientras iluminan la senda de los demás, "son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne".­ MeM 157 (1885).

La comida y las emociones.
Aprended de vosotros mismos lo que debéis comer y qué clase de alimentos nutren mejor el cuerpo, y luego seguid los dictados de la razón y de la conciencia. A la hora de comer, desechad la congoja y las preocupaciones. No estéis apresurados, sino comed lentamente y con alegría, con el corazón lleno de gratitud hacia Dios por todas sus bendiciones. Y no os dediquéis a la labor cerebral inmediatamente después de una comida. Haced una moderada cantidad de ejercicio, y dad un poco de tiempo al estómago para empezar su trabajo.­ 
OE 256 (1892).790

El error impide el desarrollo mental.
Una vez que el error ha tomado posesión de la inteligencia, ésta nunca podrá desarrollarse libremente en la verdad, aun después de investigar el tema. Las antiguas teorías exigirán reconocimiento. La comprensión de lo verdadero, elevado y santificador será confusa. La superstición invadirá la mente para mezclarse con la verdad, y estas ideas siempre tienen una influencia degradante.
El conocimiento cristiano siempre lleva la marca de una inconmensurable superioridad en todo lo que concierne a la preparación para una futura vida inmortal. Distingue al lector creyente en la Biblia, que ha estado recibiendo los preciosos tesoros de la verdad, del escéptico y el creyente en la filosofía pagana.
Aférrense a la declaración: "Escrito está". Expulsen de la mente las teorías peligrosas y confusas que, si se las alberga, someterán la mente a la esclavitud, de manera que el hombre no llegue a ser una nueva criatura en Cristo. Hay que controlar y proteger la mente en forma constante. Sólo hay que darle como alimento lo que fortalezca la experiencia religiosa.­ Ms 42, 1904; (MM 89).

Poder divino: única esperanza de reforma.
Sin el poder divino, no puede llevarse a cabo ninguna reforma verdadera. Las vallas humanas levantadas contra las tendencias naturales y fomentadas no son más que bancos de arena contra un torrente. Sólo cuando la vida de Cristo es en nuestra vida un poder vivificador podemos resistir las tentaciones que nos acometen de dentro y de fuera.­ 
MC 92 (1905).

El poder de los agentes celestiales debe combinarse con el ser humano. Sólo de esta manera podemos tener éxito.­ Carta 34, 1891.

No consideremos demasiado nuestras emociones.
No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y estudiemos nuestras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen 791 el valor. El fijarnos por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús.­ MC 193 (1905).

El Espíritu de Dios transforma las emociones negativas.
Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Se desechan los pensamientos pecaminosos, se renuncia a las malas acciones. El amor, la humildad y la paz ocupan el lugar de la ira, la envidia y las rencillas. La tristeza es desplazada por la alegría y el semblante refleja el gozo del cielo. Nadie ve la mano que levanta la carga ni cómo desciende la luz de los atrios celestiales. La bendición llega cuando el alma se entrega a Dios por fe. Entonces ese poder, que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.­ MeM 47 (1908).

Se necesita mucha sabiduría.
Se necesita mucha sabiduría para tratar las enfermedades causadas por la mente. Un corazón dolorido y enfermo, un espíritu desalentado, necesitan un tratamiento benigno. A veces una honda pena doméstica roe, como un cáncer, hasta el alma y debilita la fuerza vital. En otros casos el remordimiento por el pecado mina la constitución y desequilibra la mente.
La tierna simpatía puede aliviar a esta clase de enfermos. El médico debe ganarse primero su confianza, y después inducirlos a mirar hacia el gran Médico. Si se puede encauzar la fe de estos enfermos hacia el verdadero Médico, y ellos pueden confiar en que él se encargó de su caso, esto les aliviará la mente, y muchas veces dará salud al cuerpo.­ MC 187, 188 (1905).

La ternura de Cristo al tratar con las mentes.
Cristo identifica su interés con el de la humanidad. La obra que lleva las credenciales divinas es aquella que manifiesta el espíritu de Jesús, que revela su amor, su cuidado, su ternura al 792 tratar con las mentes de los hombres. ¡Qué revelaciones recibiría el hombre si se descorriera el velo y pudiéramos ver los resultados de nuestra labor al relacionarnos con los descarriados que necesita un trato más juicioso para no ser desviados de la senda! "Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, porque el cojo no se salga del camino, sino que sea sanado" (Heb. 12: 12-13).­ 
TM 184, 185 (1894).

Corriente de energía vitalizadora.
El poder del amor estaba en todas las obras de curación de Cristo, y únicamente participando de este amor por la fe podemos ser instrumentos apropiados para su obra. Si dejamos de ponernos en relación divina con Cristo, la corriente de energía vivificante no puede fluir en ricos raudales de nosotros a la gente.­ DTG 764 (1898).

Unica fuente de permanente paz.
La paz permanente, el verdadero descanso del espíritu, no tiene más que una Fuente. De ella hablaba Cristo cuando decía: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar" (Mateo 11: 28). "La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy" (Juan 14: 27). Esta paz no es algo que él dé aparte de su persona. Está en Cristo y no la podemos recibir sino recibiéndolo a él.­ 
MC 190 (1905).

Su experiencia debe ser la nuestra.
En Cristo, el clamor de la humanidad llegaba al Padre de compasión infinita. Como hombre, suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba de una corriente celestial que conectaba a la humanidad con la divinidad. Por medio de la comunión continua, recibía vida de Dios a fin de impartirla al mundo. Su experiencia ha de ser la nuestra.­DTG 330 (1898). 793

85. Cómo Aconsejar
Se necesitan consejeros.
Ojalá que haya hombres sabios y considerados, hombres bien equilibrados, que sean consejeros seguros, que comprendan la naturaleza humana, y que sepan cómo dirigir y aconsejar en el temor de Dios.­ 2MS 416 (1893).

Un oído que puede escuchar con simpatía.
Se necesitan pastores que, bajo la dirección del Príncipe de los pastores, busquen a los perdidos y extraviados. Esto significa soportar molestias físicas y sacrificar la comodidad. Significa tierna solicitud, compasión y tolerancia divinas para con los que yerran. Significa tener un oído que pueda escuchar con simpatía lamentables relatos de yerros, degradación, desesperación y miseria.­ OE 192 (1915).

Importancia de la obra del pastor consejero.
Como el médico trata con la enfermedad física, así también el pastor atiende al alma enferma de pecado. Y su obra es tanto más importante que la del médico cuanto es la vida eterna más valiosa que la existencia temporal. El pastor tiene que vérselas con una interminable variedad de temperamentos; y 794 es deber suyo llegar a conocer a los miembros de las familias que escuchan sus enseñanzas, a fin de determinar qué medios ejercerán sobre ellos la mejor influencia para llevarlos en la debida dirección.­ OE 353 (1915).

Busquemos a la gente donde se encuentra.
Buscar a la gente donde está, no importa cuál sea su condición o posición, para ayudarla de todas las maneras posibles; esto es el ministerio evangélico. Puede ser necesario que los ministros vayan a los hogares de los enfermos y les digan: "Estoy listo para ayudarlo y quiero hacer lo mejor que pueda. No soy médico, pero soy pastor, y me gusta servir a los enfermos y afligidos". Los enfermos del cuerpo casi siempre están también enfermos del alma, y cuando el alma está enferma, el cuerpo lo está.­ Ms 62, 1900; (MM 238).

Anticipémonos a los pesares.
Los obreros del Señor necesitan el amor de Jesús que ablanda los corazones. Viva todo pastor como hombre entre los hombres. Siguiendo métodos bien regulados, vaya de casa en casa, llevando siempre el incensario de la fragante atmósfera de amor del cielo. Anticipaos a los pesares, las dificultades y los problemas de los demás. Entrad en el gozo y en los cuidados, tanto de los encumbrados como de los humildes, de los ricos como de los pobres.­Ev 256 (1897).

Se necesita consejo.
Los que carecen de experiencia necesitan ser conducidos por el sabio consejo cuando pasan por tribulaciones o los asalta la tentación; pero se les debe enseñar que el logro de las cosas espirituales les costará un esfuerzo constante y bien orientado. Debemos repetir a menudo a los que acaban de aceptar la fe: "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le será dada" (Sant. 1: 5). Estas palabras deben ser presentadas con el espíritu del Maestro, que fue quien las dio, porque son de más valor que el oro, la plata o las piedras preciosas. 795
Enséñeseles a los jóvenes discípulos que pongan sus manos en las de Cristo diciendo: "Condúceme, guíame". Qué consuelo, esperanza y bendición recibirán las almas necesitadas y perplejas si quieren buscar humildemente a Dios.

La condición es que en el día de la perplejidad acudan con fe, no dudando, en procura de dirección. A todo sincero buscador de la bendición se le hace esta promesa: "Tendrán respuestas llenas de gracia. Recibirán".
Debe darse a menudo la instrucción de que lo que Dios ha dicho nunca deja de cumplirse. Es mejor confiar en el Señor que en los príncipes. Hay que enseñar a cada alma que presente en oración sus peticiones ante el trono de Dios. Quien lo haga ciertamente recibirá fortaleza y gracia, porque el Señor lo ha prometido. Y sin embargo muchos se ven debilitados porque no creen que Dios hará las cosas exactamente como lo ha dicho.­ Ms 19, 1894.

Dios ha dado reglas.
El padre es el legislador de su familia y, a semejanza de Abrahán, debe hacer de la ley de Dios la regla de su hogar. Dios dijo de Abrahán: "Yo lo he conocido, sé que mandará a sus hijos y a su casa" (Gén. 18: 19). En la casa del patriarca no habría descuido culpable en cuanto a reprimir el mal; no se verían favoritismos débiles, imprudentes e indulgentes, ni se sacrificarían las convicciones respecto al deber en atención a afectos equivocados. No sólo Abrahán daría buenas instrucciones, sino que conservaría la autoridad de las leyes justas y rectas.
Dios ha dado reglas para nuestro gobierno. No se debe permitir que los niños se aparten de la senda segura trazada en la Palabra de Dios, para ir por los caminos peligrosos que existen por doquiera. Hay que refrenar los malos deseos y reprimir sus malas inclinaciones bondadosamente, pero con firmeza, perseverancia y oración.­ MC 303 (1905).

Escuchemos el consejo de la experiencia (palabras a un perturbado esposo y padre).
Ud. ha estado a la deriva en el mundo, pero la verdad eterna será su ancla. Necesita 796 proteger su fe. No obre por impulso ni albergue teorías vagas. Una fe experimental en Cristo y la sumisión a la ley de Dios son de la mayor importancia para Ud. Esté dispuesto a aceptar la opinión y el consejo de los que tienen más experiencia. No se demore en emprender la tarea de vencer. Sea leal consigo mismo, con sus hijos y con Dios. Su afligido hijo necesita que se lo trate con ternura. Como padre, Ud. debe recordar que los nervios que pueden vibrar de placer, también pueden vibrar como consecuencia del más agudo dolor. El Señor identifica sus intereses con los de la sufriente humanidad.­ 
4T 368 (1879).

El consejo podría haber salvado a jóvenes díscolos de un matrimonio inconveniente.
[Algunos jóvenes] descubren demasiado tarde que han cometido un error, y que han puesto en peligro su felicidad en esta vida y la salvación de sus almas. No quisieron admitir que alguien, fuera de ellos, pudiese saber algo en cuanto al asunto, cuando si hubiesen aceptado los consejos, se habrían ahorrado años de ansiedad y penas. Pero son inútiles los consejos dados a aquellos que están resueltos a hacer su voluntad. A tales individuos, la pasión los hace pasar por encima de todas las barreras que puedan oponer la razón y el criterio.­ 
MJ 456 (1888).

Cualidades de un consejero.
Es de la mayor importancia que la persona elegida para atender los intereses espirituales de los pacientes y sus colaboradores, sea un hombre de sano juicio y de principios inconmovibles; que tenga influencia moral y que sepa tratar con las mentes. Debe ser una persona sabia, culta, afectuosa e inteligente. Puede ser que al principio no sea cabalmente eficiente en todos los sentidos; pero debería prepararse, como consecuencia de la meditación ferviente y el ejercicio de sus habilidades, para esta importante tarea. Se necesita la mayor sabiduría y amabilidad para desempeñar este cargo. A la vez, su integridad debe 797 ser inconmovible, porque será necesario hacer frente a toda clase de prejuicios, fanatismo y errores.­ 4T 546, 547 (1880).

El consejo privado puede ser una trampa 
(consejo a un pastor).
Anoche se me llamó la atención sobre su caso, y yo hablé con Ud. como una madre habla con su hijo. Le dije: "Hno.---------, no debería creer que es su deber conversar con damas jóvenes acerca de ciertos temas, incluso si su esposa está presente. Ud. les está sugiriendo la idea de que es perfectamente correcto informar a los pastores acerca de los secretos y las dificultades de la familia, secretos que deberían ser llevados ante Dios, quien comprende el corazón, nunca comete errores, y juzga justamente. No escuche ninguna información acerca de asuntos privados, sean familiares o individuales. Si alguien se siente animado a acudir a un hombre para confiarle sus problemas, creerá que es correcto continuar con esa costumbre, y esto será una trampa, no sólo para la persona que informa, sino también para la persona a quien se le hacen estas confidencias".­ Carta 7, 1889.

Hay límites para los pastores que aconsejen 
a las mujeres.
Las mujeres se han sentido atraídas por Ud. y se han visto inclinadas a comunicarle sus problemas privados y sus frustraciones familiares. No debería prestarles oído; en cambio, debería decirles que Ud. es sólo un mortal sujeto a error; que Dios es su ayudador. Jesús conoce los secretos de todo corazón, y las puede bendecir y consolar. Dígales que Ud. puede equivocarse, y que puede fomentar el mal en vez de reprobarlo. Señáleles al "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". No obstante, si Ud. desea ayudar a sus hermanos, aunque resulte difícil, puede cumplir su labor donde es más necesaria, es a saber en favor de los que están cerrando la puerta a la luz del cielo como consecuencia de su egoísmo y su codicia. Puede ser que no llegue a tener tantos amigos, pero salvará almas.­ Carta 48, 1888. 798

El pastor no es un confesor (consejo a un ministro).
No deje que las mujeres se sientan atraídas por Ud. Conserve la rectitud de su alma y dígales que no es su confesor. Jesús es el único que debe enterarse de los secretos del corazón. Ud. es sólo un ser humano, y desde un punto de visita humano puede tomar decisiones equivocadas y dar consejos erróneos.­ Ms 59, 1900.
No veo nada provechoso, mi hermano, en que Ud. celebre reuniones sólo para damas jóvenes. Que haya mujeres experimentadas para que eduquen y adiestren a las jóvenes respecto de la mejor manera de conducirse y cómo ofrecer una influencia apropiada. Que ninguna de ellas comparta con ningún hombre la historia de su vida privada. Esta no es la voluntad de Dios, y Ud. no debería fomentar nada que se le parezca.­ Carta 9, 1889.

Factores que condicionan el aconsejamiento eficaz.
Cuando tratemos de aconsejar o amonestar a cualquier alma en cuya experiencia haya sobrevenido una crisis, nuestras palabras tendrán únicamente el peso de la influencia que hayamos ganado con nuestro propio ejemplo y espíritu. Debemos ser buenos antes que podamos obrar el bien. No podemos ejercer una influencia transformadora sobre otros hasta que nuestro propio corazón haya sido humillado, refinado y enternecido por la gracia de Cristo. Cuando se efectúe ese cambio en nosotros, nos resultará natural vivir para beneficiar a otros, así como es natural para el rosal producir sus flores fragantes o para la vid sus racimos morados.­ DMJ 108, 109 (1896).

El adiestramiento y la experiencia prepararon a Moisés para que fuera un consejero compasivo.
El ser humano se habría evitado ese largo período de trabajo y oscuridad, por considerarlo como una gran pérdida de tiempo. Pero la Sabiduría infinita determinó que el que había de ser el caudillo de su pueblo pasara cuarenta años haciendo el humilde trabajo de pastor. Así desarrolló hábitos de atento 799 cuidado, olvido de sí mismo y tierna solicitud por su rebaño, que lo prepararon para ser el compasivo y paciente pastor de Israel. Ninguna ventaja que la educación o la cultura humanas pudiesen otorgar, podría haber sustituido a esta experiencia.­ PP 254 (1890). 

Algunos no están en condiciones de tratar con las mentes (consejo a un pastor).
Ud. tiene algunos rasgos de carácter que lo descalifican para tratar prudentemente con las mentes humanas. No obra de manera que esas mentes consigan los mejores resultados.­ Carta 205, 1904.

Tratar con las mentes es la obra más hermosa a la que puedan dedicarse los seres humanos. No todos están en condiciones de corregir a los que yerran. No tienen la sabiduría necesaria para tratar con justicia, mientras siguen amando la misericordia. No se sienten inclinados a ver la necesidad de mezclar el amor y la tierna compasión con las fieles reprensiones. Algunos son innecesariamente severos y no ven la necesidad de poner en práctica el consejo del apóstol: "A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego" 
(Jud. 22, 23).­ 3T 269, 270 (1873).

El intelecto humano no es omnipotente.
Un claro concepto de lo que es Dios y de lo que quiere que seamos, hará que tengamos una humilde opinión de nosotros mismos. Los que estudien rectamente la Sagrada Palabra descubrirán que el intelecto humano no es omnipotente; que sin la ayuda que sólo Dios puede dar, la fortaleza y la sabiduría humanas no son sino debilidad e ignorancia.­ 
5T 24 (1882).

Manifestemos la gracia de Cristo.
Dios quiere que todo individuo mire menos a lo finito, que dependa menos de los hombres. Tenemos consejeros que dan evidencia de que no conocen la gracia de Cristo y no entienden la verdad como 
es en Jesús.
Los colaboradores de Dios tienen una opinión humilde 800 de sí mismos. No son jactanciosos, no tienen suficiencia propia, no se ensalzan a sí mismos. Son longánimes, bondadosos, llenos de misericordia y buenos frutos. La ambición humana ocupa una posición subordinada en ellos. La justicia de Cristo los precede, y la gloria del Señor es su retaguardia.­ 
TM 215, 216 (1895). 

Preguntas para los consejeros.
Cuando hemos procurado presentar la reforma pro salud a nuestros hermanos, y les hemos hablado de la importancia de comer, beber y hacer para gloria de Dios todo lo que hacen, muchos han justificado sus acciones diciendo: "A nadie le importa si comemos esto o aquello; nosotros mismos hemos de soportar las consecuencias 
de lo que hacemos".
Estimados amigos, estáis muy equivocados. No sois los únicos que habéis de sufrir como consecuencia de una conducta errónea. En cierta medida, la sociedad a la cual pertenecéis sufre por causa de vuestros errores tanto como vosotros mismos. Si sufrís como resultado de vuestra intemperancia al comer o beber, los que estamos a vuestro alrededor o nos relacionamos con vosotros, también quedamos afectados por vuestra flaqueza. Hemos de sufrir por causa de vuestra conducta errónea.
Si ella contribuye a disminuir vuestras facultades mentales o físicas, y lo advertimos cuando estamos en vuestra compañía, quedamos afectados por ello. Si en vez de tener espíritu animoso, sois presa de la lobreguez, ensombrecéis el ánimo de todos los que os rodean. Si estamos tristes, deprimidos y angustiados, y vosotros gozáis de salud, podríais tener una mente clara que nos mostrase la salida y dirigiese una palabra consoladora. Pero si vuestro cerebro está nublado como resultado de vuestra errónea manera de vivir, a tal punto que no podéis darnos el consejo correcto, ¿no sufrimos acaso una pérdida? ¿No nos afecta seriamente vuestra influencia?
Tal vez tengamos mucha confianza en vuestro juicio y deseemos vuestro consejo, porque 801"en la multitud de consejeros hay salud" (Prov.11: 14). Deseamos que nuestra conducta sea consecuente ante los que amamos y anhelamos buscar el consejo que ellos nos puedan dar con mente clara. Pero ¿qué interés tenemos en su juicio si su energía mental ha sido recargada hasta lo sumo y la vitalidad se ha retirado del cerebro a causa del alimento impropio que han puesto en su estómago, o de una enorme cantidad de alimento, aunque sea sano? ¿Qué interés tenemos en el juicio de tales personas? Ellas lo ven todo a través de una masa de alimentos indigestos. Por lo tanto, vuestra manera de vivir nos afecta. Resulta imposible seguir una conducta errónea sin hacer sufrir a otros.­ 1JT 182, 183 (1870).

Hay que tener cuidado al tratar con la gente.
Si llegaran a entrar en el ministerio quienes. . . son descuidados y bruscos al tratar con las personas, manifestarían los mismos defectos de carácter, la misma falta de tacto y habilidad, al tratar con las mentes.­ 
5T 399 (1885).

Cómo decir las cosas "con claridad".
Se me ha capacitado para decir con toda claridad las cosas a los que se hallaban confundidos. No me atreví a hacer otra cosa que decirles la verdad, porque se me había dado un mensaje para ellos.­ 
Carta 271, 1903.

Tratemos con las mentes como lo hizo Cristo.
Aprended a tratar con las mentes así como Cristo lo hizo. A veces hay que hablar en forma dura, pero aseguraos que el Espíritu Santo de Dios mora en vuestro corazón antes de pronunciar la verdad cortante; después de eso dejad que se abra paso cortando. No sois vosotros los que debéis cortar.­ 2MS 425 (1894).

Necesidades emocionales de los enfermos.
La simpatía y el tacto serán muchas veces de mayor beneficio para el enfermo que el tratamiento más hábil administrado con frialdad e indiferencia. Positivo daño hace el médico al enfermo 802 cuando se le acerca con indiferencia y lo mira con poco interés, manifestando con palabras u obras que el caso no requiere mucha atención, y después lo deja entregado a sus cavilaciones. La duda y el desaliento ocasionados por su indiferencia contrarrestarán muchas veces el buen efecto de las medicinas que haya recetado.­ MC 188 (1905).

Una mano amable, no reproches.
Si vemos a alguien cuyas palabras y actitudes ponen de manifiesto que se ha separado de Dios, no lo acusemos. Nuestra obra no consiste en condenarlo sino en acercarnos a él para ayudarlo. La parábola de la oveja perdida debería ser un lema en cada casa. El divino Pastor deja a las noventa y nueve, y se va al desierto a buscar a la que se ha perdido.
Hay espinas, pantanos y peligrosas hendeduras en las rocas, y el Pastor sabe que si la oveja ha caído en alguno de esos lugares, una mano amiga tiene que sacarla de allí. Cuando encuentra a la perdida, no la cubre de reproches. Se alegra de haberla encontrado viva. Cuando escucha a la distancia sus balidos, hace frente a cualquier dificultad para poder salvar a su oveja del pantano; con ternura la pone en sus hombros y la lleva de vuelta al redil. El Redentor, puro y sin pecado, lleva en sus brazos al pecador, al impuro.­ Ms 17, 1895.

Consejos sabios.
La simpatía es buena, si se la imparte con sabiduría, pero debe dársela juiciosamente, con el conocimiento de que el objeto de ella la merece. ¿Qué diremos de recibir consejo? "Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro. No sea que te deshonre el que lo oyere. . . Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil".
Cuando podemos relacionarnos para ayudarnos a ir al cielo, cuando la conversación se explaya en las cosas divinas y celestiales, entonces vale la pena conversar; pero cuando se concentra en el yo y en las cosas terrenales y sin 803 importancia, el silencio es oro. El oído obediente recibirá la reprensión con un espíritu susceptible de recibir enseñanza. Sólo entonces nuestra relación con los demás resultará beneficiosa, y cumplirá el propósito que Dios desea que lleve a cabo. Cuando se cumplen aspectos de la instrucción divina, el sabio reprensor cumple su deber, y el oído obediente escucha con un propósito definido y resulta beneficiado.­ HHD 168 (1893).

Tranquilos y amables, no importa qué ocurra.
Siempre habrá cosas que molesten, que causen perplejidad y pongan a prueba la paciencia. . . Debemos estar preparados para esto y no ponernos nerviosos ni perder el equilibrio. Debemos mantenernos tranquilos y amables, no importa qué ocurra. . . Siempre debemos tener en cuenta que estamos tratando con hombres y mujeres cuyas mentes están enfermas, y con frecuencia ven las cosas desde un ángulo torcido y, sin embargo, creen que entienden todo perfectamente.­ 3T 182 (1872).

No esperen demasiado.
Los ministros deberían tener cuidado de no esperar demasiado de gente que todavía está andando a tientas en las tinieblas del error. . . Deberían ser pacientes y sabios al tratar con las mentes, recordando cuán diversas son las circunstancias que han contribuido a desarrollar esos diferentes rasgos en los individuos.­ 4T 262 (1876).

Atmósfera de paz.
La primerísima obra que tienen que hacer, mis hermanos, es asegurarse de que la bendición de Dios está en sus corazones. Entonces lleven esa bendición a sus hogares, dejen a un lado la crítica, venzan sus modales exigentes, y dejen que prevalezca una actitud de alegría y amabilidad. Así, llevarán a la oficina la atmósfera del hogar, y la paz del cielo envolverá sus almas. Doquiera reina el amor de Jesús, hay piadosa ternura y consideración por los demás. La más preciosa tarea a la que pueden dedicarse mis 804 hermanos es la de cultivar un carácter semejante al de Cristo.­ 5T 558, 559 (1889).

Conduzcámoslos a la fuente de agua viva.
El que trate de aplacar su sed en las fuentes de este mundo, bebe tan sólo para tener sed otra vez. Por todas partes, hay hombres que no están satisfechos. Anhelan algo que supla la necesidad del alma. Un solo Ser puede satisfacer esta necesidad y dar al mundo lo que necesita: "el Deseado de todas las gentes", Cristo. La gracia divina, que él solo puede impartir, es como agua viva que purifica, refrigera y vigoriza al alma.­ DTG 157 (1898).

Comprendamos el punto de vista del mundo.
Un juicio iluminado nos obliga a reconocer que las cosas celestiales son superiores a las de la tierra, y sin embargo el depravado corazón del hombre lo induce a darle prioridad a las cosas de este mundo. A las verdades de la Sagrada Escritura les son mezcladas las opiniones de los grandes hombres y las teorías de la falsamente llamada ciencia.­ 
RH, 24 de noviembre de 1891.

El gran Consejero.
Acudan a Dios con todas sus necesidades. No vayan a otro con sus pruebas y tentaciones; sólo Dios puede ayudarlos. Si cumplen las condiciones implícitas en las promesas del Señor, éstas se cumplirán en ustedes. Si sus mentes están fijas en el Altísimo, no pasarán del éxtasis al valle del desaliento cuando sobrevengan las pruebas y tentaciones. No hablarán con los demás acerca de dudas y sombras. No dirán: "No sé nada de esto ni de aquello. No me siento feliz. No estoy seguro de que tengamos la verdad". No lo harán, porque tendrán un ancla segura y firme para el alma.
Cuando hablamos acerca de desánimo y tinieblas, Satanás escucha con regocijo infernal, porque le agrada saber que nos ha sometido a su servidumbre. No puede leer nuestros pensamientos, pero puede ver nuestras acciones y oír 805 nuestras palabras; y gracias a su amplio conocimiento de la familia humana, puede adaptar sus tentaciones para sacar provecho de las debilidades de nuestros caracteres. Y cuán a menudo le permitimos que descubra el secreto de cómo lograr la victoria sobre nosotros. ¡Oh, si pudiéramos controlar nuestras palabras y nuestros actos! Cuán fuertes llegaríamos a ser si nuestras palabras fueran de tal naturaleza que no nos avergonzáramos de ellas cuando veamos su registro en el día del juicio. Cuán diferente serán en el día de Dios de lo que nos parecían cuando las pronunciamos.­ 
RH, 19 de mayo de 1891.

Se encuentra entre nosotros el gran Consejero de los siglos, invitándonos a poner su confianza en él. ¿Nos apartaremos de él para buscar a vacilantes seres humanos que dependen totalmente de Dios, igual que nosotros? ¿Tan por debajo de nuestros privilegios hemos caído? ¿No hemos sido culpables de esperar demasiado poco, al punto de no pedir lo que Dios anhela darnos?­ RH, 9 de junio de 1910. 806

86. Compartiendo Confidencias
La confianza produce paz mental.
Cristo pregunta a cada uno de los que profesan su nombre: "¿Me amas tú?" Si amamos a Jesús, amaremos las almas por las cuales murió. Puede ser que alguien no tenga una apariencia muy agradable, tal vez sea deficiente en muchos aspectos; pero si tiene fama de honrado e íntegro, conquistará la confianza de los demás. El amor a la verdad y la confianza que los hombres pueden depositar en él superarán los rasgos objetables de su carácter. El ser dignos de confianza en nuestro puesto y vocación, el estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos para beneficio de los demás, impartirá paz al espíritu y nos brindará el favor de Dios.­ 1JT 514 (1879).

Reacción ante la confianza traicionada.
Hasta el día del juicio no conoceréis la influencia de un trato bondadoso y respetuoso para con el débil, el falto de corazón y el indigno. Cuando tropezamos con la ingratitud y la traición de los cometidos sagrados, nos sentimos impulsados a manifestar desprecio e indignación. Esto es lo que espera el culpable, y se prepara para ello. Pero la prudencia bondadosa lo sorprende, y suele despertar sus mejores impulsos y el deseo de llevar una vida más noble.­ MC 395 (1905). 807

Nuestro confidente es Jesús.
Son pocos los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarle nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos llevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbarnos o angustiarnos. Cuando sintamos que necesitamos la presencia de Cristo a cada paso, Satanás tendrá poca oportunidad de introducir sus tentaciones. Su estudiado esfuerzo consiste en apartarnos de nuestro mejor Amigo, el que más simpatiza con nosotros. A nadie, fuera de Jesús, debiéramos hacer nuestro confidente. Podemos comunicarle con seguridad todo lo que está en nuestro corazón.­ 
2JT 60 (1882).

Precaución acerca de las confesiones.
Nunca estimuléis a los hombres a ir a vosotros en busca de sabiduría. Cuando los hombres acudan a vosotros en procura de consejo, señaladles a Aquel que lee los motivos de cada corazón. Un espíritu diferente debe compenetrar nuestra obra ministerial. Ninguna persona debe actuar como confesor, ni ningún hombre debe ser exaltado como supremo. Nuestra obra consiste en humillar el yo y exaltar a Cristo ante la gente. Después de su resurrección, el Salvador prometió que su poder acompañaría a todos los que salieran en su nombre. Exáltense este poder y este nombre. Necesitamos recordar continuamente la oración de Cristo para que el yo fuese santificado por la verdad y la justicia.­ 
2MS 193, 194 (1907).

No confiesen pecados secretos a otros seres humanos a menos que sean inducidos a ello por el Espíritu Santo (consejo a la congregación).
Preséntenles estos pensamientos a las personas que les piden que oren por ellas: "Somos seres humanos; no podemos leer el corazón ni conocer los secretos de su vida. Sólo Ud. y Dios los conocen".
Si Uds. se arrepienten ahora de sus pecados, si ven que en alguna circunstancia no han andado de acuerdo con la 808 luz que Dios les dio, y no han honrado su cuerpo, templo del Señor, sino que debido a malos hábitos lo han degradado, sin recordar que es propiedad de Cristo, confiesen esas cosas a Dios. A menos que el Espíritu Santo los induzca de una manera especial a confesar sus pecados privados a alguien, ni siquiera los susurren a nadie.­ Our Camp Meetings [Nuestros congresos], pp. 44, 45, 1892; (CH 373, 374).

Hagan de Dios su confesor.
Cada uno necesita una experiencia práctica respecto de confiar en Dios por sí mismo. Que ningún hombre llegue a ser vuestro confesor; abrid vuestro corazón a Dios; contadle todo secreto de vuestra alma. Presentadle vuestras dificultades, grandes y pequeñas, y él os mostrará cómo salir de todas. Sólo él puede saber cómo daros precisamente la ayuda que necesitáis.­ OE 432, 433 (1915).

Confesé mis pecados a Dios y él me los perdonó.
No es digno de alabanza hablar de nuestras debilidades y desalientos. Que cada cual diga: "Siento mucho haber cedido a la tentación; mis oraciones son muy débiles y mi fe muy frágil. No tengo excusa que explique por qué mi vida religiosa está tan atrofiada. Pero estoy tratando de lograr un carácter perfecto en Cristo. He pecado, y sin embargo amo a Jesús. He caído muchas veces, no obstante lo cual él ha extendido su mano para salvarme. He hablado con él acerca de todas mis equivocaciones. He confesado con vergüenza y pesar lo que he deshonrado. Miré a la cruz y dije: él sufrió todo esto por mi. El Espíritu Santo me ha mostrado mi ingratitud, mi pecado de exponer a Cristo a la vergüenza. El que no conoció pecado ha perdonado mi pecado. Me invita a participar de una vida más elevada, más noble, y yo prosigo hacia lo que está delante de mi".­ Ms 161, 1897.

No hay virtud especial en confesarse ante un hombre.
Espero que nadie llegue a la conclusión de que se gana el favor de Dios mediante la confesión de los pecados, o que 809 hay alguna virtud especial en confesarse ante otros seres humanos. Debe manifestarse en la experiencia esa fe que obra por el amor y purifica el alma. El amor de Cristo subyugará las inclinaciones carnales. La verdad no sólo lleva en si misma la evidencia de su origen celestial, sino que prueba que por medio de la gracia del Espíritu de Dios es eficaz para la purificación del alma. El Señor quiere que acudamos a él diariamente con todas nuestras dificultades y que le confesemos nuestros pecados, y nos dará descanso si llevamos su yugo y su carga. Su Santo Espíritu, mediante su influencia llena de gracia, invadirá el alma, y todo pensamiento será sometido a la obediencia de Cristo.­ 5T 648 (1889).

El hombre no debe confesar sus pecados 
a otro hombre caído.
El hombre no se degrada cuando se inclina ante su Hacedor, confiesa sus pecados y suplica perdón por medio de los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Es noble que reconozcamos nuestros errores delante de Aquel a quien herimos mediante nuestra transgresión y rebelión. Esto nos eleva delante de los hombres y de los ángeles; porque "el que se humilla será ensalzado".
Pero quien se arrodilla delante de un hombre caído y expone en confesión los pensamientos y las imaginaciones secretas del corazón, se deshonra a sí mismo al rebajar su humanidad y degradar toda noble tendencia del alma. . . Esta degradante confesión de un hombre ante otro hombre caído es responsable de mucho de la creciente marea de mal que está contaminando el mundo y preparándolo para la destrucción final.­ 5T 638, 639 (1889).

La abierta confesión de los pecados secretos 
siembra semillas de mal.
Se me ha mostrado que muchísimas confesiones nunca deberían haber sido pronunciadas ante oídos mortales; porque el resultado no lo puede anticipar el juicio limitado de los seres finitos. Las semillas del mal se siembran en las mentes y los corazones de los que oyen, y cuando 810 se encuentran frente a la tentación, esas semillas germinan y llevan fruto, y se repiten las mismas penosas experiencias. Porque, piensan los tentados, estos pecados no deben de ser tan graves. ¿Acaso los que se confesaron antes, cristianos de larga data, no han hecho estas mismas cosas? De este modo la confesión abierta de estos secretos en la iglesia será un sabor para muerte en lugar de serlo para vida.­ 5T 645 (1889).

La ventilación de secretos separa al alma de Dios.
Vi que cuando se reúnen esas hermanas a las que les gusta hablar, Satanás está generalmente presente; porque allí encuentra qué hacer. Está allí para excitar la mente y sacar el máximo de provecho de lo que ha logrado. Sabe que toda esa habladuría, maledicencia, revelación de secretos ajenos y disección del carácter, separa al alma de Dios. Es la muerte de la espiritualidad y la atenuación de la influencia religiosa.
La Hna.-------- peca mucho con su lengua. Sus palabras deberían ejercer una influencia para el bien, pero con frecuencia habla sin ton ni son. A veces sus palabras le dan una interpretación diferente a las cosas. Otras veces exagera. Por ahí hace una declaración falsa. No ha tenido la intención de mentir, pero ha albergado por tanto tiempo el hábito de hablar y hablar acerca de cosas insustanciales, que se ha vuelto descuidada y temeraria en sus palabras. Con frecuencia no sabe lo que está diciendo. Esto destruye cualquier influencia en favor del bien que podría tener. Su amistad no ha sido apreciada como podría haberlo sido si ella no se hubiera entregado a esta habladuría pecaminosa.­ 
2T 185, 186 (1868).

No confiemos problemas a oídos humanos.
Algunas veces derramamos nuestras dificultades en oídos humanos; les contamos nuestras aflicciones a aquellos que no pueden ayudarnos, y nos olvidamos de confiárselo todo a Jesús, quien puede cambiar nuestra pena en gozo.­ NEV 99 (1887). 811

Cuidado con los hombres que no conocen a Dios.
Continuando sus instrucciones a sus discípulos, Jesús dijo: "Guardaos de los hombres". No debían poner confianza implícita en aquellos que no conocían a Dios, ni hacerlos sus confidentes; porque esto daría una ventaja a los agentes de Satanás. Las invenciones humanas contrarrestan con frecuencia los planes de Dios. Los que edifican el templo del Señor deben construir de acuerdo con el dechado mostrado en el monte: la semejanza divina. Dios queda deshonrado, y traicionado el Evangelio, cuando sus siervos dependen de los consejos de hombres que no están bajo la dirección del Espíritu Santo. La sabiduría humana es locura para Dios. Los que en ella confían, errarán ciertamente.­ 
DTG 320 (1898).

No traicionemos confidencias ni cometidos sagrados.
Se producirán crisis en cada una de nuestras instituciones. Se ejercerán influencias contra ellas tanto de parte de creyentes como de incrédulos. No debemos traicionar las confidencias ni los cometidos sagrados con el propósito de favorecer el yo o exaltarlo. Debemos vigilar siempre nuestra vida con cuidado minucioso, no sea que causemos una impresión equivocada ante el mundo. Digan esto y practíquelo: "Soy cristiano. No puedo actuar de acuerdo con el proceder del mundo. No puedo participar de ninguna connivencia, arreglo, ni confabulación que interfiera en lo más mínimo mi utilidad, o que destruya la confianza en cualesquiera de los instrumentos de Dios.­ 5T 479 (1889). 812

87. Psicología y Teología
La Biblia: fuente de la verdadera psicología.
Los verdaderos principios de la psicología se encuentran en las Sagradas Escrituras. El hombre no está al tanto de su propio valor. Actúa de acuerdo con el temperamento de su carácter inconverso, porque no mira a Jesús, el autor y consumador de su fe. Quien acude a Jesús, cree en él y hace de él su ejemplo, se da cuenta del significado de sus palabras "Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 12).
Pero cuando ocupa su lugar a los pies de Jesús, puede ver reflejada en su propia vida malvada y pecaminosa las horrendas profundidades de depravación en las cuales puede caer el corazón humano inconverso. Capta una vislumbre de la pureza del carácter del Inmaculado, de la perfección que se le otorga al pecador arrepentido y convertido. Revestido de la túnica resplandeciente del carácter de su Redentor, se sienta en lugares celestiales junto a Jesús.­ Ms 121, 1902.

Dios conoce cómo funciona la mente humana.
Jehová Dios es exacto e infalible en su comprensión. Entiende el funcionamiento de la mente humana, conoce los principios 813 activos que impulsan a los seres humanos que ha creado; sabe exactamente cómo reaccionarán frente a lo que se les presenta, y de qué manera actuarán frente a cada tentación que los somete a prueba y en toda circunstancia en la cual se encuentren.
"Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas" (Prov. 5: 21). "Por que él mira hasta los fines de la tierra, y ve cuánto hay bajo los cielos" (Job 28: 24). "Porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos" (1 Crón. 28: 9). Conoce todas las cosas que acuden a nuestra mente. "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4: 13).­ 
Carta 18, 1895.

Dios conoce los misteriosos procesos de la mente humana.
¿Querrán tomar en cuenta los hombres y las mujeres cómo considera Dios a las criaturas que ha creado? El formó la mente del hombre. No producimos un solo pensamiento noble que no derive de él. El conoce todos los procesos misteriosos de la mente humana, porque ¿acaso no la hizo? Dios comprende que el pecado ha rebajado y degradado al hombre, pero lo contempla con misericordia y compasión, porque ve que Satanás lo tiene en su poder.­ 6CBA 1105 (1899).

La religión brinda paz y felicidad.
La impresión que se ha causado en las mentes es que la religión es perjudicial para la salud. Esto no es verdad y no debería aceptarse. La religión pura produce paz, felicidad y contentamiento. La piedad es provechosa para esta vida y para la venidera.­ Carta lb. 1873.

¿Sentarse a los pies de Jesús o confiar en la comprensión humana?.
Cristo debe ser mezclado con todos nuestros pensamientos, sentimientos y afectos. Debe manifestarse en 814 los menores detalles de nuestro servicio diario, en la obra que él nos ha dado para hacer. Cuando, en lugar de confiar en la comprensión humana, o conformarnos a las máximas del mundo, nos sentemos a los pies de Jesús, bebiendo ansiosamente sus palabras, aprendiendo de él, y diciendo "Señor, ¿qué quieres que haga?", nuestra independencia natural, nuestra confianza propia, nuestra obcecada fuerza de voluntad, serán cambiadas por un espíritu infantil, sumiso y educable. . . Reconoceremos la autoridad que Cristo tiene para dirigirnos, y su derecho a nuestra obediencia sin reparos.­ NEV 101 (1902).

Ciencia de la verdadera piedad versus ciencia de la filosofía mental.
Dios no ha dado ninguna luz adicional para que ocupe el lugar de su Palabra. Esta luz debe guiar las mentes confundidas a la Palabra, y cuando éstas la coman y la digieran, será sangre vital para el alma. Las buenas obras se manifestarán como una luz que 
resplandece en las ti nieblas.
Si mientras Ud. estudiaba la ciencia de la filosofía mental hubiera examinado diligentemente la ciencia de la verdadera piedad, su experiencia cristiana habría sido muy diferente de lo que es ahora. ¿Por qué se ha apartado Ud. de las puras corrientes del Líbano para beber las aguas turbias de la llanura: el engaño de los inventos humanos? El corazón necesita un poder que se encuentra sólo en la Palabra de Dios. Este poder es el Pan de vida que, si el hombre lo come, vivirá para siempre. No sólo debe probar de vez en cuando este pan que desciende del cielo, sino vivir de las palabras que son espíritu y vida para quien las recibe. El aferrarse fervientemente de la verdad y apropiarse personalmente de las palabras de Cristo, obra una transformación en el carácter.­ Carta 130, 1901.

El Espíritu Santo llena la mente purificada.
Necesitáis llenar constantemente vuestra mente con Cristo, y vaciarla de egoísmo y pecado. . . justamente en el momento cuando 815 vaciéis vuestra mente de vanidad y frivolidad, ese vacío será llenado con lo que Dios desea daros: su Espíritu Santo. Entonces, del buen tesoro del corazón sacaréis buenos frutos, ricas gemas del pensamiento, y otros recibirán las palabras, y comenzarán a glorificar a Dios. . . Vuestros pensamientos y afectos deben morar en Cristo, y debéis reflejar sobre otros aquello que ha brillado sobre vosotros, procedente del Sol de Justicia.­ NEV 117 (1892).

Los principios se aplican a toda circunstancia.
El Señor ha hecho oír su voz por medio de su Santa Palabra. Estas benditas páginas están llenas de instrucción y de vida, y son armoniosas en la exposición de la verdad. Constituyen una perfecta regla de conducta. En ella se dan instrucciones, se exponen principios aplicables a toda circunstancia de la vida, aunque no se especifique ningún caso particular. No se deja nada sin revelar que sea esencial para un completo sistema de fe y una correcta orientación práctica. Todo deber que el Señor requiere de nosotros aparece allí con claridad; y si alguien no alcanza la vida eterna, se deberá a que fue autosuficiente, lleno de confianza propia, de vana arrogancia, y no confió únicamente en los méritos de la sangre de Cristo para su salvación. Nadie se desviará de la senda recta si con humildad y honestidad toma la Biblia como su guía, y hace de ella su consejera.­ Carta 34, 1891.

La verdad es un principio dinámico.
La verdad es un principio activo que impulsa a la acción, moldeando el corazón y la vida para que haya un constante movimiento hacia arriba. . . En cada paso ascendente, la voluntad recibe un nuevo impulso para la acción. El tono moral se hace cada vez más semejante a la mente y al carácter de Cristo. El cristiano que progresa tiene gracia y amor en un grado que sobrepasa el conocimiento, porque la contemplación del carácter de Cristo transforma profundamente sus efectos. La gloria de Dios, revelada por encima de la escalera, puede ser apreciada únicamente por quien progresa en la ascención y es 816 conducido cada vez más alto, hacia los blancos más nobles que Cristo revela. Todas las facultades de la mente y el cuerpo deben ser comprometidas en la perfección.­ NEV 70 (1884).

Una aproximación positiva.
El cielo toma nota de aquel que lleva consigo una atmósfera de paz y amor. Tal persona recibirá su recompensa. Permanecerá en el gran día del Señor.­ NEV 236 (1886).

La relación con Dios debe ser personal 
a pesar del consejo y la educación.
Si bien la educación, el adiestramiento y el consejo de gente de experiencia son esenciales, debería enseñarse a los obreros que no confíen plenamente en el juicio humano. Como libres instrumentos de Dios que son, todos deberían pedirle sabiduría. Cuando el alumno depende totalmente de los pensamientos de otro, y no va más allá de la aceptación de sus planes, ve solamente por medio de los ojos de ese hombre, y en ese sentido es sólo un eco del otro. Dios trata con los hombres como seres responsables. Obrará por medio de su Espíritu en la mente que ha puesto en el hombre, si éste está dispuesto a darle la oportunidad de hacerlo y lo reconoce en sus actividades. Ha establecido que cada cual emplee por sí mismo su mente y su conciencia. No es su intención que alguien se convierta en la sombra de otro, para expresar únicamente los sentimientos de ese otro.­ 5T 724, 725 (1889).

Dios aprueba el más elevado desarrollo de la mente.
Si la mente está santificada por el amor y el temor de Dios, su más elevado desarrollo recibe la plena aprobación divina. Los hombres humildes que eligió Cristo estuvieron tres años con él, sujetos a la influencia refinadora de la Majestad del cielo. Cristo fue el más grande educador que el mundo haya conocido.­ 
RH, 21 de junio de 1887; (FE 47, 48). 817

La mente es el origen de todas las acciones, buenas o malas.
El [Dios] preparó esta habitación viva que es la mente; fue maravillosamente "entretejida"; es un templo que el Señor mismo creó para que fuera la morada de su Santo Espíritu. La mente controla al hombre en su totalidad. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en ella. Es la mente la que adora a Dios y se alía con los seres celestiales. No obstante, muchos se pasan la vida sin llegar a conocer el. . . [estuche] que contiene este tesoro.­ 
SpTEd 33, 11 de mayo de 1896; (FE 426).

Dirigido por el Cielo, o Por El Intelecto Pervertido.
El intelecto, ennoblecido, purificado, dirigido por el cielo, es el poder universal que edifica el reino de Dios. El intelecto pervertido tiene exactamente la influencia opuesta; es una corrupción de ese poder humano que se nos confió para multiplicarlo mediante labor fervorosa en favor del bien. Engaña y destruye.
Dios ha proporcionado suficientes dones para que los hombres sean capaces y sabios a fin de mostrar las maravillosas obras del Señor a todos los que lo aman y guardan sus mandamientos, y para que lo representen con gracia. El quisiera que los hombres guardaran sus mandatos, porque es para la salud y la vida de todos los seres humanos.

Los talentos que se nos han confiado son una sagrada responsabilidad. Nadie debería codiciar los de otros. Por medio de ferviente oración y súplica por sabiduría de lo alto ­que le asegurará la correcta recepción de todas las capacidades dadas por Dios­ cada uno debe honrar y glorificar al Señor mediante los talentos que le ha concedido. Recibir la sagrada luz que Dios ha dado, creer en ella, e impartirla a los que están en las tinieblas del error, es algo maravilloso. Si esto se hace en forma abnegada y desinteresada para ayudar y bendecir a las almas que perecen, se le aseguran al fiel obrero tesoros celestiales que lo hacen más que millonario en el cielo. Es heredero de Dios y coheredero de Jesucristo para un excelente y eterno peso de gloria.­ Ms 63, 1900. 818

El hombre fue creado para que cumpliera nobles propósitos.
La verdadera elevación de la mente, no la apariencia de superioridad, es lo que le da carácter al hombre. El adecuado cultivo de las facultades mentales hace del hombre todo lo que él es. Se le dan esas facultades ennoblecedoras a fin de ayudarlo a formar un carácter para la futura vida inmortal. El hombre fue creado para un gozo más elevado y santo que el que este mundo puede proporcionar. Fue hecho a imagen de Dios con propósitos elevados y nobles, capaces de atraer la atención de los ángeles.­ 4T 438 (1880).

La corriente de los pensamientos debe cambiar.
Las mentes de algunos descienden a un nivel tan bajo, que Dios no puede obrar en favor de ellos ni con ellos. La corriente de los pensamientos debe cambiar, las sensibilidades morales deben ser despertadas para que puedan percibir los requerimientos de Dios. La suma y la sustancia de la verdadera religión consiste en poseer y reconocer constantemente nuestra relación con Dios por medio de las palabras, la vestimenta y la apariencia. La humildad debería ocupar el lugar del orgullo; la sobriedad el de la liviandad; y la devoción el de la irregularidad y la descuidada indiferencia.­ 4T 582 (1881).

La mente motiva para el servicio.
Vi que durante el verano pasado la tendencia que prevaleció fue conseguir tantas cosas de este mundo como fuera posible. No se guardaron los Mandamientos de Dios. Con la mente servimos a la Ley de Dios; pero las mentes de muchos han estado sirviendo al mundo. Y mientras sus mentes estaban plenamente ocupadas en las cosas de esta tierra y en el servicio de sí mismos, no podían servir a la Ley de Dios.­ 
1T 150 (1857).

El servicio que Dios acepta.
Muchos creen que sus fallas de carácter no les permiten alcanzar la norma que Cristo estableció, pero todo lo que los tales tienen que hacer es 819 humillarse a cada paso bajo la poderosa mano de Dios. Cristo no estima al hombre por la cantidad de trabajo que hace, 
sino por el espíritu con que lo hace.
Cuando Cristo ve que los hombres llevan las cargas con humildad de mente, desconfiando de sí mismos y confiando en él, añade a la obra de ellos su perfección y suficiencia, y entonces el Padre la acepta. Se nos acepta en el Amado. Los defectos del pecador quedan cubiertos por la perfección y la plenitud del Señor, nuestra justicia. A los que con sincero deseo, con corazón contrito, están haciendo humildes esfuerzos para vivir a la altura de los requerimientos de Dios, el Padre los considera con el más tierno amor; los considera hijos obedientes, y les imputa la justicia de Cristo.­ Carta 4, 1889.

El conocimiento de Cristo da vigor a la mente.
Cristo es el manantial de la vida. Lo que muchos necesitan es un conocimiento más claro de él; necesitan que se les enseñe con paciencia y bondad, pero también con fervor, a abrir de par en par todo su ser a las influencias curativas del Cielo. Cuando el sol del amor de Dios ilumina los oscuros rincones del alma, el cansancio y el descontento pasan, y satisfacciones gratas vigorizan la mente, a la par que dan salud y energía al cuerpo.­ MC 191 (1905).

Con Cristo no hay nada que se parezca al fracaso.
El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. El Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso, pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece.­ DTG 455 (1898). 820

88. Influencias Negativas Sobre La Mente
Dejemos la costumbre de buscar faltas.
Deberíamos extirpar de nuestros pensamientos toda queja y toda crítica. No sigamos mirando los defectos que podamos ver. . . Si podemos mantenernos al lado de Dios, debemos continuar contemplando las grandes y preciosas cosas ­pureza, gloria, poder, bondad, amor­ que Dios derrama sobre nosotros.
Y en esta contemplación, nuestras mentes se fijarán tanto en estas cosas que implican intereses eternos, que no tendremos deseos de encontrar los errores de los demás.­ NEV 234 (1907).

La tendencia a recordar lo negativo.
Debemos aprender a interpretar de la mejor manera posible la conducta dudosa de los otros. . . Si siempre estamos sospechando el mal, corremos el peligro de crear lo que nos induzca a sospechar. . . No podemos vivir sin que algunas veces nuestros sentimientos sean heridos y nuestro temperamento probado. Pero como cristianos debemos ser tan pacientes, indulgentes, humildes y mansos como 
queremos que otros sean.
Oh, ¡cuántos miles de buenos actos y obras de bondad recibimos. . . se van como rocío ante el sol, mientras los 821 daños imaginarios o reales dejan una impresión que casi es imposible borrar! El mejor ejemplo que podemos dar a los demás consiste en ser rectos nosotros, y luego dejarnos a nosotros y a nuestra reputación con Dios, y no manifestar demasiada ansiedad por corregir toda mala impresión y presentar nuestro caso en una luz favorable.­ NEV 239 (1870). 

La imagen que estudiamos cambia nuestras vidas.
Todo lo que nos induzca a ver la debilidad de la humanidad, según el propósito de Dios debe servir para ayudarnos a contemplarlo a él, y en ningún caso confiar en el hombre, o hacer de la carne nuestro brazo. . . Nosotros estamos formados a la imagen de aquellos a quienes contemplamos. Entonces, ¡cuán importante es abrir nuestros corazones a las cosas que son verdaderas, amables y de buen nombre!­ 
NEV 250 (1893).

Recordemos la fragilidad humana.
En nuestro trato con el prójimo debemos considerar que ellos tienen las mismas pasiones que nosotros, que sienten idénticas debilidades y sufren de iguales tentaciones. Ellos, como nosotros, tienen que luchar con la vida para mantener su integridad. . . La verdadera cortesía cristiana une y perfecciona; la justicia y la cortesía, la misericordia y el amor forman los sentimientos, dándole al carácter los toques más delicados y los encantos más agraciados.­ NEV 238 (1870).

No levantemos barreras.
El Señor quiere que su pueblo siga métodos diferentes del de condenar lo malo, aun cuando la condenación sea justa. El quiere que hagamos algo más que lanzar contra nuestros adversarios acusaciones que no hacen sino alejarlos más de la verdad. La obra que Cristo vino a hacer en nuestro mundo no consistía en erigir vallas y echar constantemente en cara a la gente el hecho de que estaba equivocada. El que quiere llevar la luz a un pueblo engañado debe acercársele y trabajar por él con amor. Debe llegar a ser un centro de influencia santa.­ 
OE 386 (1915). 822

Venzamos la hipersensibilidad.
Muchas personas tienen una sensibilidad aguda y no santificada que las mantiene constantemente alerta en busca de alguna palabra, mirada, o acción que puedan considerar como una falta de respeto y aprecio. Todo esto debe vencerse. Cada uno debe proseguir adelante en el temor de Dios, haciendo lo mejor que pueda sin ser perturbado por la alabanza ni ofendido por la censura, sirviendo a Dios fervientemente, y aprendiendo a interpretar en la forma más favorable todo lo que en los demás parezca ofensivo.­ NEV 242 (1887).

No busquemos ofensas.
Juzgar a nuestros hermanos, permitirnos abrigar sentimientos contra ellos, aun cuando pensemos que no nos han hecho un bien, no traerá bendición a nuestros corazones y no ayudará en ningún caso. No me atrevo a permitir que mis sentimientos se alimenten con todas mis aflicciones, que las repitan una y otra vez, y que se espacien en la atmósfera de la desconfianza, la enemistad y la disensión.­
 NEV 241 (1888).

Pérdida de la integridad consciente.
Cuando perdéis vuestra integridad consciente, vuestra alma se convierte en un campo de batalla para Satanás; abrigáis dudas y temores, suficientes para paralizar vuestras energías y conduciros al desánimo.­ NEV 96 (1885).

La obra especial de Satanás consiste en causar disensión.
El descuido por cultivar tierna consideración y paciencia unos para con otros ha producido disensión, crítica, y desunión en general. Dios. . . nos llama. . . para esforzarnos por responder a la oración de Cristo para que sus discípulos estuvieron en unidad así como él está en unidad con el Padre. . . La obra especial de Satanás es ocasionar disensión. . . para que el mundo sea privado del testimonio más poderoso que los cristianos puedan dar: que Dios ha enviado a su Hijo para poner en armonía las mentes turbulentas, egoístas, envidiosas, celosas e intolerantes.­ 
NEV 239 (1870). 823

Las fuerzas emocionales negativas causan desorden 
en todo el ser.
La envidia y los celos son enfermedades que alteran todas las facultades del ser. Se originaron con Satanás en el paraíso. . . Aquellos que escuchan su voz, rebajarán a otros, y los desfigurarán y falsificarán a fin de hacerse publicidad a si mismos. Pero ninguna cosa que contamina puede entrar en el cielo; a menos que quienes fomenten este espíritu sean cambiados, nunca podrán entrar allí, porque criticarían a los mismos ángeles. Envidiarían la corona de otro. No sabrían de qué hablar, a menos que pudieran traer a consideración los errores y las imperfecciones de los demás.­ NEV 236 (1897).

Un temperamento no santificado pone en peligro la mente y la vida del evangelista.
La demostración de un temperamento no santificado, aunque sea en las reuniones del pueblo de Dios, pone en peligro su mente y su vida. Pregúntese a Ud. mismo: ¿Vale la pena que siga como hasta ahora, en medio de luchas y contiendas?­ Carta 21, 1901.

Cuando se pierde el poder de Dios.
Los hombres y las mujeres han sido comprados por precio ­y ¡qué precio!­: la vida misma del Hijo de Dios. Qué cosa terrible es que se ubiquen en un lugar donde sus facultades físicas, mentales y morales se corrompen, donde pierden su vigor y su pureza. Tales hombres y mujeres no pueden ofrecer a Dios un sacrificio aceptable.
Como consecuencia de la perversión de los apetitos y las pasiones, el hombre ha perdido el poder de Dios y se ha convertido en un instrumento de injusticia. Todo el ser está enfermo ­cuerpo alma y espíritu­ pero había sido provisto un remedio para la santificación de la humanidad. La mente y el cuerpo no santificados pueden recibir purificación. Se ha hecho una maravillosa provisión para que podamos recibir perdón y salvación.­ Carta 139, 1898.

Quienquiera observe sencillez en todos sus hábitos, domine el apetito y controle las pasiones, podrá conservar 824 fuertes, activas y vigorosas sus facultades mentales. Rápidas para percibir todo lo que demande pensamiento y acción, sensibles para discriminar entre lo santo y lo profano, y listas para dedicarse a toda empresa que redunde en gloria para Dios y en beneficio para la humanidad.­ HHD 88 (1881).

Cuando se carece de una actitud mental saludable.
Quienes caen en la trampa de Satanás no han llegado a tener una actitud mental saludable. Están ofuscados, se dan importancia y son autosuficientes. Oh, con qué pesar los mira el Señor y escucha sus grandilocuentes palabras llenas de vanidad. Están inflados de orgullo. El enemigo los mira con sorpresa al ver que puede cautivarlos con tanta facilidad.­ Carta 126, 1906.

La trampa del enemigo es el exceso de confianza.
Cuán vano es el auxilio del hombre cuando el poder de Satanás se ejerce sobre un ser humano que se ha exaltado a sí mismo y no sabe que está participando de la ciencia de Satanás. En su confianza propia entra directamente en la trampa del enemigo, y cae en sus redes. No hizo caso de las advertencias que se le dieron y cayó presa de Satanás. Si hubiera caminado humildemente con Dios, habría corrido al lugar de refugio que Dios le había preparado. En tiempos de peligro habría estado seguro, porque Dios habría levantado bandera en favor de él frente al enemigo.­ Carta 126, 1906.

El corazón es depravado por naturaleza.
A fin de comprender correctamente esta cuestión, debemos recordar que nuestros corazones son depravados por naturaleza, y que somos incapaces, por nosotros mismos, de seguir una conducta correcta. Solamente por la gracia de Dios, combinada con los esfuerzos más sinceros de nuestra parte, podemos obtener la victoria.­ NEV 113 (1881). 

Los malos hábitos impiden el desarrollo.
Cualquier hábito o práctica que debilite los nervios, las facultades del 825 cerebro o la fuerza física, descalifica para el ejercicio de la gracia que viene después de la temperancia: la paciencia.­ NEV 71 (1884).

Mentes ociosas e indisciplinadas.
Dios no quiere que nos conformemos con mentes perezosas, sin disciplina, pensamientos embotados y memoria deficiente.­ 
CM 491 (ed. PP); 387 (ed. ACES) (1913).

Avanzan por la vida a contramano del mundo.
La mayor parte de esos indisciplinados avanzan por la vida a contramano del mundo, y fracasan donde deberían haber tenido éxito. Llegan a creer que el mundo les debe algo porque no los adula ni los mima, y se vengan alimentando rencor y asumiendo una actitud desafiante. Las circunstancias a veces los obligan a fingir una humildad que en realidad no sienten; pero ésta no concuerda con su disposición natural, y sus verdaderas características aparecen tarde o temprano.­
 4T 202 (1876).

Revisen todo hábito y costumbre.
Se les debe enseñar a hombres y mujeres que revisen cuidadosamente todo hábito y costumbre, y que eliminen inmediatamente todo lo que atente contra la salud del organismo, y pueda tender una sombra sobre la mente.­ RH, 12 de noviembre de 1901; (WM 127, 128).

Qué hacer con la duda.
Aun los cristianos de larga experiencia son asaltados a menudo con las más terribles dudas y desánimos. . . No debéis considerar que, a causa de vuestras tentaciones, vuestro caso es desesperado. . . Confiad en Dios, esperad en él y descansad en sus promesas.­ NEV 88 (1888).

Cuando el diablo viene con sus dudas e incredulidades, cerrad la puerta de vuestro corazón. Cerrad vuestros ojos para no espaciaros en sus sombras infernales. Alzad vuestra vista a donde podáis contemplar las cosas que son 826 eternas, y encontraréis fuerzas para cada hora. La prueba de vuestra fe es mucho más preciosa que el oro. . . Os hace valientes para pelear la batalla del Señor. . .
No podéis permitiros abrigar dudas en vuestra mente. No halaguéis al diablo hablando de las terribles cargas que estáis llevando. Cada vez que lo hacéis así, Satanás se ríe porque su alma puede controlaros y porque habéis perdido de vista a Jesucristo, vuestro Redentor.­ 
NEV 88 (1894).

La repetición del pecado debilita la capacidad de resistencia.
Ningún hombre puede dedicar, aunque sea una sola vez, las facultades que Dios le ha dado al servicio del mundo o del orgullo sin colocarse en el terreno del enemigo. Cada repetición del pecado debilita su poder de resistencia, enceguece sus ojos y anubla la convicción.­ NEV 162 (1882).

Animemos a los desanimados.
Al trabajar en favor de las víctimas de los malos hábitos, en vez de señalarles la desesperación y ruina hacia las cuales se precipitan, dirigid sus miradas hacia Jesús. Haced que se fijen en las glorias de lo celestial. Esto será más eficaz para la salvación del cuerpo y del alma que todos los terrores del sepulcro puestos delante del que carece de fuerza y aparentemente de esperanza.­ MC 41 (1905).

Asuntos estériles que consumen tiempo.
Debemos apartarnos de un sinnúmero de temas que llaman nuestra atención. Hay asuntos que consumen tiempo y despiertan deseos de saber, pero que acaban en la nada. Los más altos intereses requieren la estricta atención y energía que suelen dedicarse tantas veces a cosas relativamente insignificantes.
De por sí, aceptar nuevas teorías no infunde nueva vida al alma. Aun el conocimiento de hechos y teorías importantes en sí mismos resulta de escaso valor si no lo practicamos. Necesitamos sentir la responsabilidad de dar a nuestra alma el alimento que nutra y estimule la vida espiritual.­MC 362 (1905). 827

Vivan con un propósito.
Deberíamos vivir para el mundo venidero. Es muy desagradable vivir una vida al azar y sin un blanco definido. Debemos tener un objetivo en la vida, vivir para un propósito. Dios nos ayude a todos a ser abnegados, menos preocupados de nosotros mismos, más olvidadizos del yo y de los intereses egoístas. Que el Señor nos guíe para hacer el bien, no por el honor que esperamos recibir aquí, sino porque ese es el objeto de nuestra vida; y que nos de una respuesta al fin de nuestra existencia. Que nuestra oración diaria se eleve hacia Dios para que nos prive de nuestro egoísmo.­ NEV 244 (1872). 828

89. Influencias Positivas Sobre La Mente
La gratitud promueve la salud.
Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir la melancolía, y los pensamientos y sentimientos de descontento, es un deber tan positivo como el de orar.­ MC 194 (1905).

Poseedores de capacidades mentales y físicas.
¡Qué natural es considerarnos los perfectos dueños de nosotros mismos! Pero la palabra inspirada declara: "No sois vuestros" . . . "Comprados sois por precio" (1 Cor. 6: 19, 20). . . En la relación con nuestros semejantes somos los propietarios de las facultades mentales y físicas que se nos han confiado; pero en nuestra relación con Dios, somos prestatarios, mayordomos de su gracia.­ NEV 42 (1900).

Tratemos de lograr la unidad.
Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pidió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para que el mundo creyera que Dios lo había enviado. Esta oración conmovedora y admirable llega a través de los siglos 829 hasta nuestros días, pues sus palabras fueron: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos" (Juan 17: 20).
Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad. Es la evidencia de nuestro carácter de discípulos de Jesús, pues él dijo: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con otros" (Juan 13: 35). El apóstol Pedro exhorta a la iglesia así: "Sed todos de un mismo corazón, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables, no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia" (1 Ped. 3: 8, 9).­ 
PP 557, 558 (1890). 

Aprovechemos lo positivo del ambiente.
Todos hemos visto en medio del lago el hermoso nenúfar blanco. Con cuánto anhelo y esfuerzo hemos deseado poseer esa flor. No importa cuánta impureza, desperdicios y suciedad la rodeen, nada disminuye nuestro deseo de conseguirla. Nos preguntamos cómo puede ser tan blanco y hermoso ese nenúfar, si se encuentra 
donde hay tanta suciedad.
Bien, su raíz penetra en la dorada arena del fondo, de la que extrae sólo las más puras sustancias para alimentarse, hasta convertirse en una flor pura y sin mácula, así como la vemos. Esto, ¿no nos enseña una lección? Debería hacerlo. Nos muestra que aunque haya iniquidad por todas partes, no deberíamos absorber nada de ella. No hablemos acerca de la iniquidad y la maldad que hay en el mundo; por el contrario, elevemos nuestras mentes y hablemos acerca del Salvador. Cuando veamos la iniquidad que nos rodea, deberíamos estar más felices aún de que él es nuestro Salvador y nosotros somos sus hijos.
Por lo tanto, ¿contemplaremos la iniquidad que nos rodea y nos concentraremos en el lado oscuro de las cosas? No podemos mejorar nada de esto; entonces hablemos de 830 algo que sea más elevado, mejor y más noble. Hablemos acerca de las cosas que nos dejarán una buena impresión en la mente, y elevarán a cada alma por encima de esta iniquidad hacia la luz que se contempla más allá.­ Ms 7, 1888.

Contemos las bendiciones que recibimos.
Si las energías mal encauzadas fueran dedicadas a agradecer y transmitir las ricas provisiones de la gracia de Dios en esta vida, ¡qué testimonios podríamos colocar en los recintos de la memoria, recordando las misericordias y los favores de Dios! . . . Entonces tendríamos el hábito de llevar con nosotros, como un principio permanente, el deseo de acumular los tesoros espirituales tan ferviente y perseverantemente como los mundanos trabajan 
por la obtención de las cosas terrenas y temporales.
Bien podéis estar descontentos con la actual provisión, cuando el Señor tiene un cielo de bendiciones y una tesorería de buenas cosas para satisfacer las necesidades del alma. Hoy necesitamos más gracia y una renovación del amor de Dios y de las señales de su bondad, y él no retendrá estos buenos y celestiales tesoros del que los busca en verdad.­ NEV 190 (1889).

Según los dones recibidos son los intereses ganados.
Cada siervo tiene un cometido del que es responsable, y los diferentes cometidos concuerdan con nuestra capacidad. Al otorgar sus dones, el Señor no ha obrado con parcialidad. Ha distribuido los talentos de acuerdo con las conocidas facultades de sus siervos, y espera que los intereses ganados concuerden con ellos.­ 2T 282 (1869).

Uso apropiado de las capacidades físicas y mentales.
El tiempo debe usarse juiciosa y seriamente, y bajo la santificación del Espíritu Santo. Debemos comprender qué es correcto o incorrecto hacer con la propiedad y con las facultades mentales y físicas. Dios tiene un derecho positivo de propiedad sobre cada facultad que ha encomendado 831 a los seres humanos. Mediante su propia sabiduría, establece los términos en que el hombre ha de emplear cada don de Dios. Bendecirá el uso debido de cada facultad ejercida para la gloria de su nombre. Los talentos del habla, la memoria y la propiedad deben acrecentarse para gloria de Dios, para adelantar su reino. Dios nos ha dejado a cargo de sus bienes en su ausencia. Cada mayordomo tiene su obra especial que hacer en el adelantamiento del reino de Dios. Ninguno tiene excusa.­ NEV 42 (1900).

Dios da los talentos; el hombre cultiva la mente.
Hemos de cultivar los talentos que Dios nos ha dado. Son sus dones, y deben utilizarse en la debida relación unos con otros, para configurar un todo perfecto. Dios da los talentos, las facultades de la mente; el hombre construye el carácter. La mente es el jardín de Dios; el hombre debe cultivarla cuidadosamente a fin de formar un carácter a la semejanza divina.­ NEV 108 (1899).

La inactividad produce incapacidad.
Muchos de los que se excusan de hacer esfuerzo cristiano presentan como causa su incapacidad para la obra. ¿Pero los hizo Dios tan incapaces? No, nunca. La incapacidad fue producida por su propia inactividad y perpetuada por su elección deliberada. Ya, en su propio carácter, están percibiendo el resultado de la sentencia: 
"Quitadle el talento".
El continuo mal uso de sus talentos, apagará del todo para ellos el Espíritu Santo, que es la única luz. La sentencia "Echadle en las tinieblas de afuera" coloca el sello divino sobre la elección que ellos mismos han hecho para la eternidad.­ PVGM 299, 300 (ed. PP); 258 (ed. ACES) (1900). 

Una combinación de diversos elementos.
Es el plan de Dios que haya unidad en la diversidad. Entre los seguidores de Cristo debe existir la unión de los elementos diversos, uno adaptado al otro, y cada uno debe hacer su obra especial para Dios. Cada persona tiene su lugar en el 832 cumplimiento de un gran plan que lleva la estampa de la imagen de Cristo. . . Uno es apto para cierta obra; otro tiene una obra diferente para la cual está capacitado; y un tercero todavía, tiene una capacidad diferente; pero cada uno debe ser el complemento de los demás. . . El Espíritu de Dios, obrando en los diversos elementos y mediante ellos, producirá armonía de acción. . . Debe haber un solo espíritu maestro: el Espíritu de Aquel que es infinito en sabiduría, y en quien los diversos elementos se reúnen en una unidad hermosa y sin par.­ NEV 171 (1894).

El corazón se revela en el carácter.
Cualquier cosa que seamos en el corazón será revelada en el carácter, y ejerceremos una influencia sobre aquellos con quienes nos asociamos. Nuestras palabras y acciones, son un sabor de vida para vida o de muerte para muerte. Y en el juicio seremos puestos frente a frente con aquellos a quienes debimos haber ayudado en los caminos rectos y seguros mediante nuestras palabras elegidas y consejos, si hubiéramos tenido una conexión diaria con Dios y un interés permanente y vivo en la salvación de sus almas.­ NEV 243 (sin fecha).

La energía eléctrica ejercida sobre otras mentes 
(consejo a un abúlico).
Ud. debería desarrollar un carácter enérgico, porque el ejemplo de un hombre enérgico es abarcante e incita a la imitación; parece ejercer un poder electrizante sobre otras mentes. No hay muchos hombres fervientes en nuestro mundo. Todo obrero de Dios tendrá que hacer frente a obstáculos y barreras pues los hombres tienden a abrirse paso a la fuerza en medio de ellos. El obrero enérgico y fervoroso no permitirá que se le cierre el camino. Derribará las barreras a la fuerza.
Ud. necesita una energía constante, uniforme, que no ceda. Tiene que disciplinarse a sí mismo. Introduzca un cambio total en su vida. Haga un esfuerzo y venza todo sentimiento infantil. Se ha tenido demasiada lástima. Debe decidirse a que no se le vaya la vida 
atendiendo nimiedades. 833
Debe decidirse a llevar a cabo algo y hacerlo. Tiene buenas resoluciones; siempre está por hacer algo, pero no se decide a hacerlo. Mucha de su actividad es charla y no acción. Tendría mucho mejor salud si fuera más enérgico y ferviente, y llevara a cabo algo a pesar de los obstáculos.­ Carta 33, 1886.

El amor de Dios supera toda definición.
El amor de Cristo es una cadena áurea que une con el Dios infinito a los seres humanos limitados que creen en Jesucristo. El amor que el Señor tiene por sus hijos supera al entendimiento. Ninguna ciencia puede definirlo o explicarlo. Ninguna sabiduría humana puede sondearlo. Mientras más sintamos la influencia de este amor, más mansos y humildes seremos.­ 5CBA 1115 (1896).

La religión modela todo el ser.
La verdadera religión tiene su asiento en el corazón; y como es un principio subyacente, obra hacia el exterior y da forma a la conducta hasta que todo el ser se conforma a la imagen de Cristo, hasta que los pensamientos se someten a la mente del Señor. Si ese principio subyacente no reside en el corazón, la mente humana recibirá el molde de la mente de Satanás, y esto causará la ruina del alma. La atmósfera que rodea a tales almas es deletérea para todos los que están bajo su influencia, sean creyentes o incrédulos.­ Carta 8, 1891.

La relación con la naturaleza produce salud para el cuerpo, la mente y el alma.
Las manifestaciones de la naturaleza son bendiciones de Dios destinadas a proporcionar salud al cuerpo, al espíritu y al alma. Son dadas al que goza de buena salud para que la conserve y al enfermo para curarlo. Asociadas a los tratamientos hidroterápicos, son más eficaces para el restablecimiento de la salud que todas las drogas del mundo.­ 5TS 36 (1902).

La obediencia brinda descanso.
Habrá paz, constante paz fluyendo del alma, porque el reposo se encuentra en la 834 perfecta sumisión a Jesucristo. La obediencia a la voluntad de Dios genera verdadero descanso. El discípulo que anda en los humildes pasos del Redentor, encuentra el reposo que el mundo no puede darle ni quitarle. "Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado" (Isa. 26: 3).­ NEV 100 (1893).

La mansedumbre tiende a la paz.
Cuando los verdaderos seguidores de Cristo poseen la humildad y la mansedumbre de mente que siempre caracterizaron al divino Hijo de Dios, tienen contentamiento, paz y felicidad, y se elevan por encima de la esclavitud de la vida artificial.­ NEV 100 (1871).

El perdón significa el descanso para el alma.
¿Cuál es el "descanso" prometido? Es la conciencia de que Dios es fiel, que nunca chasquea a quien acude a él. Su perdón es pleno y gratuito, y su aceptación significa descanso para el alma y reposo en su amor.­ 
NEV 99 (1899). 

Descanso como consecuencia de la entrega del ser.
El descanso es hallado cuando se abandona toda justicia propia, todo razonamiento hecho desde un punto de vista egoísta. El reposo perfecto en su amor está en una entrega completa, y en la aceptación de sus caminos. . . Haced lo que él os ha pedido, y estad seguros de que Dios hará todo lo que ha prometido. . . ¿Habéis acudido a él, renunciando a vuestros asuntos, a vuestra incredulidad y a vuestra justicia propia? Id tal como sois: débiles, desvalidos y listos para morir.­ NEV 99 (1899).

Nadie puede arruinarnos a menos que lo consintamos.
Recordad que la tentación no es pecado. No importa cuán angustiosa sea la circunstancia en la cual un hombre esté colocado, ninguna cosa puede realmente debilitar su alma mientras no ceda a la tentación y mantenga su propia integridad. Los intereses más vitales para vosotros individualmente, están bajo vuestro propio cuidado. Nadie puede 835 dañarlos sin vuestro consentimiento. Todas las legiones satánicas no pueden haceros daño, a menos que abráis vuestra alma a las artes y dardos de Satanás. Vuestra ruina nunca puede ocurrir a menos que vosotros lo consintáis. Si no hay contaminación de vuestra mente, toda la contaminación que os rodea no puede mancharos.­ NEV 96 (1885).

Controlemos los sentimientos.
Nos regocijamos en la esperanza, no en los sentimientos. En la esperanza de la gloria de Dios sabemos que la tribulación produce paciencia y genera esperanza. ¿Qué significa esto? Si no nos sentimos como nos gustaría, ¿tenemos que entregarnos a la impaciencia y pronunciar esas palabras que ponen de manifiesto que todavía tenemos los atributos de Satanás? No podemos permitirnos pronunciar palabras duras y desconsideradas, porque estamos en presencia de todas las inteligencias celestiales, y libramos una batalla mientras todo el universo celestial nos está contemplando. ¡Cómo contristamos el corazón de Dios cuando de alguna manera lo negamos! Las marcas de la crucifixión que están en las manos de Cristo nos demuestran que él nos tiene grabados en sus palmas.­ Ms 16, 1894.

Dar ánimo restaura el cuerpo y el alma.
Háblenles a los que sufren acerca de un Salvador compasivo. . . El mira con compasión a los que se consideran sin esperanza. Mientras el alma esté llena de miedo y terror, la mente no puede ver la tierna compasión de Cristo. Nuestros sanatorios deberían ser medios para brindar paz y reposo a las mentes perturbadas.
Si Uds. pueden inspirar en el desanimado una fe esperanzada y salvadora, la alegría y la felicidad ocuparán el lugar del desánimo y la intranquilidad. Se producirán entonces cambios maravillosos en su condición física. Cristo restaurará el cuerpo y el alma, y al darse cuenta de su compasión y amor, descansarán en él. El es la estrella resplandeciente de la mañana, que alumbra en medio de las tinieblas morales 836 de este mundo pecaminoso y corrompido. El es la luz del mundo, y todos los que le entreguen el corazón encontrarán paz, reposo y alegría.­ Carta 115, 1905; (MM 109, 110).

Los cristianos no son pasivos sino activos.
Un cristiano saludable y en crecimiento no será un receptor pasivo entre sus compañeros. Debe dar tanto como recibir. Nuestras gracias aumentan mediante el ejercicio. La sociedad cristiana nos proporcionará aire puro para respirar, y al respirarlo debemos ser activos. La obra cristiana realizada, las simpatías, el ánimo y las instrucciones que demos a quienes lo necesitan; la abnegación, el amor, la paciencia y la fortaleza, crearán en nosotros fe, obediencia, esperanza y amor a Dios...
Es esencial para los músculos y la fortaleza espiritual que el alma se ejercite. Debe desplegarse actividad espiritual y aprovechar todas las oportunidades para hacer el bien. . . Cuanto más fiel sea una persona en el cumplimiento de sus deberes cristianos, tanto más vigor desarrollará.­ NEV 262 (1882).

Sociabilidad que conduce a Cristo.
Por medio de las relaciones sociales el cristianismo se revela al mundo. Todo hombre y mujer que han recibido la divina iluminación deben arrojar luz sobre el tenebroso sendero de aquellos que no conocen el mejor camino. La influencia social, santificada por el Espíritu de Cristo, debe servir para llevar almas al Salvador. Cristo no debe permanecer oculto en el corazón como tesoro codiciado, sagrado y dulce, para que de él goce sólo su dueño. Cristo debe ser en nosotros una fuente de agua que brote para vida eterna y refrigere a todos los que se relacionen con nosotros.­ MC 396 (1905).

La potencia del cristianismo.
En las profesiones comunes de la vida, hay muchos hombres que cumplen sus trabajos diarios inconscientes de que poseen facultades que, 837 si fuesen puestas en acción, los pondrían a la altura de los hombres más estimados del mundo. Se necesita el toque de una mano hábil para despertar estas facultades dormidas. A hombres tales llamó Jesús para que fuesen sus colaboradores; y les dio las ventajas de estar asociados con él. Nunca tuvieron los grandes del mundo un maestro semejante. Cuando los discípulos terminaron su período de preparación con el Salvador, no eran ya ignorantes y sin cultura; habían llegado a ser como él en mente y carácter, y los hombres se dieron cuenta de que habían estado con Jesús.­ DTG 215 (1898).

Necesidad de objetivos y blancos.
Tenga un propósito en la vida mientras viva. Rodéese del resplandor del sol y no de las nubes. Trate de ser una flor fresca y hermosa en el jardín de Dios, para esparcir fragancia a su alrededor. Haga esto y no morirá ni un instante antes; por lo contrario, seguramente acortará sus días si cultiva su infelicidad y sus quejas, y si hace de sus dolores y sufrimientos el tema de su conversación.­ RH, junio de 1871.

Los propósitos definidos y altruistas causan felicidad.
He visto que quienes viven con un propósito, buscando beneficiar y bendecir a sus congéneres, y honrar y glorificar a su Redentor, son personas verdaderamente felices en la tierra; mientras que el hombre que es inquieto, que está descontento, que busca esto y prueba aquello, esperando encontrar felicidad, sólo encuentra desengaño. Siempre está en necesidad, nunca está satisfecho, porque vive únicamente para él mismo. Que vuestro blanco sea hacer el bien y realizar vuestra parte fielmente en la vida.­ NEV 244 (1872).

Tensemos cada nervio.
Debemos poner en tensión todo nervio y músculo espirituales. . . Dios. . . no desea que sigamos siendo novicios, sino que alcancemos el peldaño más alto de la escalera, y después pasemos de allí al reino de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.­ NEV 219 (1899). 2 MCP




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