jueves, junio 11, 2020

REFLEXIÓN 264. ESPERANZA DE REDENCIÓN (Salmo 130).


El Salmo 130, es la experiencia del perdón de Dios en la vida del salmista 
e invita al pueblo a hacer lo mismo.

Cántico gradual.
1 De Lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.
2 Señor, oye mi voz; Estén atentos tus oídos A la voz de mi súplica.
3 JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?
4 Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado.
5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado.
6 Mi alma espera a Jehová Más que los centinelas a la mañana, 
Más que los vigilantes a la mañana.
7 Espere Israel a Jehová, Porque en Jehová hay misericordia, 
Y abundante redención con él;
8 Y él redimirá a Israel De todos sus pecados.
(Salmo 130).

*EL Sal. 130 es la confesión de un pecador desesperado que ruega a Dios que lo perdone. 
Reconoce que si el Señor lo tratara como lo exige su pecado, no tendría esperanza.  
El Señor se revela a este pecador como un Dios perdonador.


¿Que hace que Dios, nos perdone?
¿Perdonar es lo mismo que perdonarnos de las consecuencias de nuestros pecados?

El salmista se encontraba sumido en profunda angustia, pero también conocía que el Señor se deleita en responder las oraciones en semejantes circunstancias.

Para poder estar en pie en el gran día del juicio, debemos depender plenamente del perdón que ofrecen el amor y la misericordia divinos, y suplicar a Dios que se nos impute la justicia de Cristo.

AUNQUE Dios se deleita en perdonar porque es misericordioso y perdonador por naturaleza, 
hay requisitos para el perdón.
* Hay sólo una base para el perdón del pecado: el arrepentimiento.  La confesión (1 Juan 1: 9) sólo tiene valor cuando va acompañada del arrepentimiento. Algunos cristianos confunden los dos elementos, y piden perdón sólo por haber reconocido su culpabilidad.  Pero Dios tiene interés en los aspectos prácticos del caso. Además de la tristeza causada por el pecado, el arrepentimiento comprende la expulsión del pecado de la vida. Esa expulsión es un acto del alma misma (DTG 431) fortalecida por el poder divino. El perdón es una consecuencia automática de esa experiencia. Dios puede perdonar todo pecado que sea eliminado de la vida.
Muchos cristianos parecen preocuparse más por obtener el perdón que por apartarse de todos sus pecados. Luchan por confesar cada día todos sus pecados, lo que, sin duda, es un propósito noble; pero este sistema no tiene mérito si cada confesión no va acompañada del alejamiento del pecado.
"La justicia de Cristo no cubrirá ningún pecado acariciado" (PVGM 257). Antes de poder recibir este precioso don -la justicia de Cristo- deben desecharse las viejas inclinaciones hacia el mal heredado y cultivado. Así lo hizo David, y por esto obtuvo el perdón de su gran pecado. 
Su arrepentimiento fue genuino: aborreció el pecado del cual era culpable (ver CC 27-29).

Esperé. Quizá la respuesta no se dé tan prontamente como lo desearía el salmista, pero éste confiadamente espera con paciencia y esperanza.  Aunque pueda parecer larga la noche de tristeza, sabe que pronto amanecerá.  Cuando se disipen los oscuros nubarrones de la noche, se verán los brillantes rayos del "Sol de justicia" (Mal. 4: 2).
Espere Israel. El salmista pide a su pueblo que se una con él en esta bienaventurada esperanza.
Misericordia. Heb. Jésed, "amor divino" 
Abundante redención. El poder de Dios es ilimitado.  Él puede y quiere hacer por nosotros 
"mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos" (Efe. 3: 20), y en ello se deleita.
ÉL Redimirá. Pronombre, que en hebreo tiene una posición enfática.  En ningún otro hay salvación (Mat. 1: 21; Hech. 4: 12). El salmista ha emergido del abismo, de una sensación aplastante de pecado, para afirmarse sobre la cumbre de la redención y el perdón.

6 Como también David habla...7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. 8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. 
Rom. 4.  (3CBA). Ministerio Hno. Pio

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