viernes, enero 07, 2022

REFLEXIÓN 975. LA FASE FINAL DEL GRAN CONFLICTO: Las Siete Últimas Plagas: Preparación Para La Ira De Dios. Las Siete Últimas Plagas (APOCALIPSIS 16).

Apocalipsis 16

LA FASE FINAL DEL GRAN CONFLICTO:

-Preparación Para La Ira De Dios, 16:1.

-Las Siete Últimas Plagas, 16:2-21.

Vers. (2-5) Los ángeles derraman la copa llenos de ira de Dios.

(6-14) Las plagas siguientes.

(15-21) Cristo viene como ladrón. Bienaventurados los que velan.

1 OÍ Una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.

3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar; y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.

4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5 Y oí al ángel de las aguas que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque haz juzgado estas cosas. 6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

8 En cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres fuego. 9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, 11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.

13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16 y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.

19 y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.

20 Y toda isla huyó, Y los montes no fueron hallados. 21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la Plaga del granizo; porque su plan fue sobremanera grande. (Apocalipsis 16).

1. Oí. Ver com. cap. 1:2,10.

Una gran voz. Cf. cap. 1:10.

Desde el templo. Esta pareciera ser la voz de Dios porque los siete ángeles portadores de las siete plagas ya habían salido del templo (cap. 15:6) y "nadie podía entrar en el templo" (ver com. vers. 8).

Siete ángeles. En cuanto al significado del número "siete" en el Apocalipsis, 

ver com. cap. 1:11.

Id. Aunque Juan no especifica el momento en que se da esta terrible orden, el contexto demuestra que será proclamada inmediatamente después del fin del tiempo de gracia, pero antes de la venida de Cristo (cf. com. cap. 15:8). 

Es evidente que la serie de calamidades sin precedentes que aquí se predice es aún futura (ver com. "derramad... las siete copas").

El hecho de que la primera plaga se derrame sobre los hombres que han recibido la marca de la bestia y adoran su imagen (cap. 16:2), sitúa las plagas después del aparecimiento de la imagen y de la colocación de la marca (ver com. cap. 13;14-17), y después del pregón del tercer ángel, que amonesta contra la bestia y su señal.

 (Ver com. cap. 14:9-11).

Además, el hecho de que las siete últimas plagas constituyan la plenitud de la ira divina sin mezcla de misericordia (cap. 14:10; 15:1; 16:1), claramente muestra que ha terminado el tiempo de gracia para aquellos sobre los cuales caerán.

 (Ver com. cap. 22:11).

El hecho de que durante la quinta plaga los hombres aún sufran las llagas de la primera plaga (cap. 16:11), claramente señala que las plagas serán derramadas una tras otra y dentro de un período relativamente corto (ver com. vers. 2).

También parece que el juicio de la Babilonia simbólica durante la séptima plaga (vers. 19), precederá al juicio de los reyes de la tierra en el momento de la venida de Cristo.

(ver com. cap. 17:16; 18:11,20; 19:21; 11-19; cf. cap. 6:15-17; 14:14).

Derramad... las siete copas. Es decir, castigad la tierra con las calamidades representadas por las siete copas (cap. 15:7).

Las siete últimas plagas son parecidas en ciertos aspectos a las diez plagas de Egipto (Exo. 5:1 a 12:30).

Ambas son una manifestación de la superioridad de la autoridad y el poder de Dios.

Ambas terminan con la derrota decisiva de los hombres que han preferido desafiar a Dios, y por lo tanto concluyen con la liberación de su pueblo escogido de una situación que de otra manera sería irremediable.

Ambas demuestran la justicia de Dios y dan honra y gloria a su nombre.

Cada una de las diez plagas de Egipto fue completa y dolorosamente literal, y cada una tenía el propósito de demostrar cuán falsas eran las pretensiones de la religión falsa y cuán vano era confiar en ella (ver com. Exo. 7:17; 12:12; cf. PP 344, 822-824).

Las siete últimas plagas también serán literales, y cada una asestará un golpe decisivo contra algún aspecto de la religión apóstata, y por lo tanto tienen matices simbólicos.

Por ejemplo, es evidente que el primer ángel no derramó un compuesto químico literal contenido en una copa literal sobre los hombres que habían recibido una señal literal impuesta por una bestia literal; pero el ángel quizá sea literal, y los hombres sobre quienes cae su copa son sin duda literales, y sus sufrimientos son igualmente literales.

El contenido simbólico de la tercera plaga es evidente (Apoc. 16:5-6).

La ira de Dios. Ver com. 2 Rey. 13:3; Apoc. 14:10.

Quizá pueda preguntarse por qué Dios atormenta a los hombres de una manera tan terrible como la que se describe en el cap. 16, después de la terminación del tiempo de gracia, cuando ya no habrá oportunidad para arrepentirse. ¿Por qué no viene Cristo inmediatamente para poner fin al reinado del pecado?

En los tiempos del AT Dios permitió a menudo diferentes calamidades, como invasiones, hambres, enfermedades, terremotos y otras más, como medios de corrección y disciplina para llamar a la gente al arrepentimiento.

 (Isa. 1:5-9; 9:13; 10:5-6; 26:9; Jer. 2:30; 8:3; Ose. 7:10; Joel. 1:4; 2:12-14;

 Amós 4:6-11; Hag. 1:5-11; ver com. 1 Sam. 16:14; 2 Crón. 18:1-8).

Es evidente que las siete últimas plagas no pueden tener un propósito tan benévolo (ver com. "Id"); pero a pesar de todo no puede quedar duda de que las plagas cumplen una función necesaria en el cumplimiento del plan del ciclo.

Puede observarse que las primeras cinco plagas son en cierto sentido de naturaleza similar, pues su propósito es inducir a los hombres a comprender que han estado luchando contra Dios (ver CS 698); pero en vez de arrepentirse lo maldicen con más odio que nunca antes, y se vuelven más rebeldes y contumaces (Apoc. 16:9,11,21).

Las plagas sirven para revelar el espíritu de rebelión que domina totalmente sus corazones. Se comprueba que la cizaña siempre será cizaña (cf. Mat. 13:24-30, 36-43), y que ¡ajusticia de Dios se hace evidente al destruirla (cf. CS 728).

Por otra parte, las pruebas del gran tiempo de angustia que acompañará a las siete plagas demostrarán cuál es el carácter de los santos. También los inducirán a confiar más plenamente en Dios. Cf. com. Apoc. 7:4.

Así como la disposición de morir por otro es la manifestación suprema del amor (Juan 15:13), así también el deseo de matar representa el máximo odio.

Durante las dos últimas plagas se producirá una situación que revelará plenamente esa diferencia, aun a los mismos participantes, y tanto para los hombres como también para los ángeles se destacará ¡ajusticia de Dios al poner fin a la historia humana.

 (Ver Rom. 14:11; Fil. 2:10; CS 696-698; cf. PP 265; cf. com. Apoc. 16:13-14, 16-17).

Entonces quedará demostrado ante el universo que todos los que componen el pueblo remanente preferirían morir antes que desobedecer a Dios, y que los que escogieron servir a Satanás, matarían, si les fuera permitido, a todos los que estorbaron su propósito de regir la tierra.

Sorprendidos en el mismo acto de intentar hacer cumplir el decreto de muerte, están sin excusa delante de Dios. Ver com. cap. 16:17.

De esta manera se traza una línea muy clara entre los que sirven a Dios y los que no le sirven, y por medio de los inconversos se permitirá que el diablo demuestre cómo hubiera sido el universo si se le hubiese permitido dominarlo a su antojo.

 (Ver CS 41). Cf. com. cap. 7:1.

Sobre la tierra. O sobre los habitantes de la tierra.

2. El primero. Los adjetivos ordinales para cada ángel implican que las plagas serán sucesivas. (Ver com. vers. 1,11).

Ulcera. Gn hélkos, "úlcera", "llaga", "herida supurante".

En la LXX hélkos se usa para designar los tumores que se produjeron en los egipcios (Exo. 9:9-10), la "úlcera" que no podía curarse (Deut. 28:27) y la sarna maligna que azotó a Job (Job 2:7).

El renombrado poder milagroso de los espíritus que cooperarán con la cristiandad apóstata (Apoc. 13:13-14; 18:2; 19:20), evidentemente resultará vano contra esta "úlcera maligna y pestilente" (ver com. cap. 16: 14).

Queda al descubierto de manera innegable la falsedad de la confianza que los hombres han depositado en un poder obrador de milagros (cf. Exo. 8:19).

Maligna y pestilente. O "dolorosa y grave", "penosa y molesta".

Los hombres. Esta primera descarga de la "ira de Dios" (vers. 1) caerá sobre los que no han prestado atención ni al mensaje del tercer ángel que les advertía contra la adoración de "la bestia y su imagen" (cap. 14:9), ni a la exhortación final de Dios para que salieran de la Babilonia simbólica (cap. 18:1-4).

Esta plaga no será universal (ver CS 686).

Marca de la bestia. Ver com. cap. 13:16.

Adoraban su imagen. Ver com. cap. 13:14-15.

3. Sobre el mar. Durante la tercera plaga serán igualmente afectados "los ríos, y... las fuentes de las aguas" (vers. 4).

El mar es útil principalmente como vía para el comercio e intercamhio internacional.

Se ha sugerido que con la obstrucción de los viajes y el comercio internacional.

(Cap. 13:13-17; 16:13-14; 17:3,12).

Bajo esta plaga, Dios tiene el propósito de demostrar claramente su desagrado por el plan de Satanás de unir a las naciones bajo su dominio.

Compárese con el caso de Balaam (Núm. 22:21-35).

Esta segunda plaga, como la primera, no es de carácter mundial.

(Ver com. Apoc. 16:2; CS 686).

Sangre. Sin duda en consistencia, olor, y color, pero no necesariamente en su composición.

Como de muerto. No puede imaginarse nada más desagradable que la sangre coagulada de un muerto.

4. Ríos y... fuentes de las aguas. 

Las aguas dulces de "los ríos y [las] fuentes de aguas" eran muy útiles en los tiempos bíblicos, especialmente para beber, bañarse y regar.

La segunda plaga sin duda ocasionará graves inconvenientes

 y tal vez la interrupción de los viajes.

(Ver com. vers. 3), pero los efectos de la tercera serán inmediatos y graves.

Compárese con la primera plaga de la tierra de Egipto (ver com. Exo. 7:17,19).

Esta plaga, como las dos anteriores, no es universal (ver CS 686).

5. Oí. Ver com. cap. 1:2,10.

Ángel de las aguas. Es decir, el que tenía jurisdicción sobre las aguas. Compárese con los ángeles de los cap. 7:1 y 14-18, que tienen poder sobre los "vientos" y sobre el "fuego", respectivamente.

Puede referirse al ángel encargado de derramar la tercera plaga sobre los "ríos y... las fuentes de las aguas".

Justo eres tú. La terrible naturaleza de la tercera plaga indudablemente exige una declaración en defensa de Dios, que la autoriza.

Él es completamente justo en esta demostración de su "ira"

(ver com. cap. 15:3-4; 16: 1).

Señor. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de esta palabra.

La omiten la BJ, BA, BC y NC.

Que eres y que eras. Ver com. cap. 1:4.

El Santo. La inmutabilidad de Dios contrasta agudamente con los cambios devastadores que sucederán en la tierra.

Estas cosas. Es decir, las primeras tres plagas 

y posiblemente las que aún están por caen

6. Por cuanto derramaron. Sin duda se incluye la sangre aún no derramada de los santos vivos que han sido señalados para el martirio (ver com. cap. 17:6; 18:20).

Cuando los impíos condenan a muerte al pueblo de Dios, son tan culpables de su sangre como si ya la hubieran derramado (CS 686; cf. Mat. 23:35).

Santos y... profetas. Ver com. Hech. 9:13; Rom. 1:7; Apoc. 18:20.

Tú les has dado. Una afirmación de que la plaga proviene directamente de Dios.

(Ver com. vers. 1; cf. CS 40-41).

Lo merecen. Su castigo corresponde exactamente con su crimen.

Los impíos merecen el castigo que se les aplica; no es en ningún sentido un acto arbitrario de Dios. (Ver com. vers. 1).

7. Oí. Ver com. cap. 1:2,10.

Otro. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto: "y oí al altar diciendo".

Esto probablemente signifique que habló el ángel que servía 

o estaba junto al altar (cf. cap. 14:18).

Difícilmente sea el altar quien habla.

El altar. Osea el altar del incienso, pues no se menciona un altar de holocaustos en el cielo. (Cf. cap. 8:3; 9:13; 14:18).

En cuanto a la función del altar del incienso 

en el servicio del tabernáculo antiguo, ver com. Exo. 30:1,6.

Ciertamente. Literalmente "sí".

Señor Dios Todopoderoso. Ver com. cap. 1:8.

Juicios. Sus "actos de juicio", lo que equivale a las plagas divinas.

Verdaderos y justos. (Ver com. cap. 1:5; 3:7; 6: 10; 15:3.)

Dios es "verdadero" al derramar estos terribles juicios sobre los que han rechazado la misericordia divina porque él es fiel a su palabra: cumple lo que ha prometido hacer (cap. 14:9-11; etc.).

Es "justo" porque la justicia exige el castigo de los que han desafiado al cielo.

Ver com. cap. 16: 1.

8. Sobre el sol. Según el texto griego, las primeras tres plagas son derramadas "en" (eis) la tierra, el mar y las fuentes y ríos de aguas, respectivamente.

Las próximas tres son derramadas "sobre" (epí) el sol, el trono de la bestia y el río Éufrates, respectivamente.

Algunos MSS dicen que la séptima es derramada "en" (eis) el aire;

sin embargo, la evidencia textual (cf. p. 10) establece el texto "sobre (epí) el aire".

No es claro qué diferencia, si es que la hay, quiso hacer la Inspiración.

Fue dado. O "se le permitió".

Quemar a los hombres con fuego. El sol calienta y da ánimo a los seres vivientes, controla el crecimiento de las plantas, el clima, y muchos otros procesos naturales necesarios para el mantenimiento de la vida en la tierra, pero bajo la cuarta plaga enviará un exceso de calor y energía que atormentará a los hombres y destruirá la vida.

Los habitantes de la tierra sufrirán sin duda directamente por este intenso calor, pero sus peores resultados evidentemente serán la sequía y el hambre más espantosas que jamás haya conocido el mundo (ver CS 686).

Esta plaga será acompañada de un hambre por la Palabra de Dios (cf. Amos 8:11-12).

En toda la tierra habrá una desasosegada búsqueda, aunque vana, de un medio para aliviar el sufrimiento y la necesidad ocasionados por las primeras cuatro plagas y evitar futuras calamidades (CS 687).

Esa búsqueda no es motivada por un pesar piadoso, sino por el dolor que sentirá el mundo (ver com. 2Cor. 7:9-11); su propósito es escapar de la angustia ocasionada por las plagas, no el de buscar una genuina reconciliación con Dios.

Por lo tanto, Satanás convencerá a los habitantes de la tierra de que no son pecadores, pero que han errado al tolerar al pueblo escogido de Dios.

 (Ver PE 34; com. Apoc. 16:14).

Esta plaga, como las tres anteriores, no es universal (CS 686).

9. Blasfemaron. Gr. blasfeméo, (ver com. cap. 13:1). Blasfemar el nombre de Dios es expresarse de él en una manera despreciativa. Durante la cuarta plaga los hombres comenzarán a echarle la culpa a Dios por sus sufrimientos, pero comprenderán finalmente que están luchando contra él (ver com. cap. 16:1).

El nombre de Dios. Osea directamente a Dios, pues el nombre representa a la persona que lo lleva. (Ver com. Mat. 6:9; Hech. 3:16).

Poder sobre estas plagas. Considerarán las plagas como una demostración del poder divino. (Ver com. vers. 1).

No se arrepintieron. En vez de reconocer su culpa, comenzarán a culpar de su desgraciada situación a los que han permanecido fieles y leales a Dios.

 (Ver PE 34; CS 682).

Con absoluta perversidad se niegan a doblegarse ante la voluntad divina, y demuestran ser lo que realmente son: siervos incondicionales de Satanás (ver com. vers. 1).

El que se niega a arrepentirse, 

demuestra que se opone completa y decididamente a Dios.

Para darle Gloria. Es decir, reconocerlo como "verdadero y justo" (ver com. vers. 7).

Los que sufren por causa de las plagas se negarán a reconocer que están equivocados y que Dios tiene la razón, a pesar de los duros castigos que impulsarían a hombres honrados y contritos a enmendar sus caminos (cf. Isa. 26:9-10).

Esto comprueba que sus corazones están completamente endurecidos y son insensibles ante la misericordia y la severidad divinas (ver com. Exo 4:21; Efe. 4:30; Apoc. 16:1).

10. El trono. "El trono de la bestia" es evidentemente su sede. "La bestia" representa en primer lugar al papado que ha resurgido, no tanto en su aspecto religioso como en su pretendido papel de potencia mundial que domina a otras potencias de mundo.

 (Ver com. cap. 13:1-2, 10; 17:3, 8-9, 11). 

Su reino. Exceptuando el pequeño remanente que aún resiste su supremacía, Satanás cuenta a todo el mundo como sus súbditos, y por medio del papado que ha restablecido procurará en forma particular asegurar su dominio indiscutido sobre toda la raza humana (ver CS 627, 637, 714; 2JT 175; 3JT 171; 

com. cap. 16:13-14; 17:8, 12; cf. cap. 19:19).

Durante esta plaga el mundo entero parece estar envuelto por un manto de tinieblas, o sea, que mientras los hombres impenitentes estén buscando la luz en un mundo espiritualmente oscuro (cap. 16:8-9), Dios enviará sobre ellos tinieblas físicas que simbolizan la noche espiritual más oscura que cubrirá la tierra (ver com. vers. 13-14).

Cubrió de tinieblas. El griego dice "su reino quedó oscuro, sugiriendo que permaneció a oscuras durante cierto tiempo. Estas son tinieblas físicas (ver com. vers. 1), acompañadas de frío y angustia. La ausencia de luz y calor será tanto más impresionante y dolorosa después del calor intenso experimentado durante la cuarta plaga.

Mordían de dolor sus lenguas. El tiempo del verbo griego indica acción continuada: "seguían mordiéndose o "se mordían vez tras vez" Un intenso frío posiblemente acompañado a las prolongadas tinieblas.

11. Blasfemaron. Los hombres confirmarán su odio perverso contra Dios.

Su proceder durante la cuarta plaga (ver com. vers. 9) persiste sin tregua.

Dios del cielo. Ver com. cap. 11:13.

Sus dolores. Es decir, los efectos de las plagas (vers. 10).

Sus úlceras. Osea los efectos de la primera plaga (vers. 2).

Las llagas de la primera plaga evidentemente no serán fatales de inmediato, por lo menos en todos los casos. Las plagas sin duda caerán sucesivamente y no juntas, y sus efectos perdurarán (ver com. vers. 2).

No se arrepintieron. ver com. vers. 9.

12. El sexto ángel. Por lo general, los comentadores adventistas aceptan dos interpretaciones de los vers. 12-16.

Según la primera interpretación, "el gran río Éufrates" representa el imperio otomano; el secamiento de sus aguas, el debilitamiento gradual de ese imperio. Los "reyes del oriente" simbolizan las naciones del Oriente; y el Armagedón, el valle literal de Meguido en el norte de Palestina.

Por lo tanto, el debilitamiento del imperio otomano se considera como una preparación del camino para que las naciones orientales vengan a combatir contra las del Occidente en el valle de Meguido.

Según la otra interpretación, el Éufrates representaba a los pueblos sobre las cuales domina la Babilonia simbólica; y el secamiento de sus aguas indican que le quitan su apoyo a Babilonia. Los "reyes del oriente" simbolizan a Cristo y los que le acompañan; y el Armagedón, la última batalla del gran conflicto entre Cristo y Satanás, que se librará en el campo de batalla de esta tierra. De manera que el retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica se considera como la eliminación de la última barrera para su derrota y castigo finales.

Según la primera opinión, la batalla del Armagedón comenzará como un conflicto esencialmente político, pero llegará a su clímax con la aparición de Cristo y los ejércitos del cielo.

Según el segundo punto de vista, la batalla del Armagedón comenzará cuando los poderes religiosos y políticos de la tierra unidos, comiencen su ataque final contra el pueblo remanente de Dios.

Estas dos opiniones parecen excluirse mutuamente, pero en verdad tienen mucho en común.

Los defensores de ambas opiniones sobre el Armagedón, están generalmente de acuerdo en los siguientes puntos:

1. Que será la última gran batalla de la historia de esta tierra y que aún está en el futuro.

2. Que será "la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso" (vers. 14).

3. Que "el gran río Éufrates" simboliza gentes.

4. Que los tres "espíritus inmundos" (vers.13) representan al papado, al protestantismo apóstata y al espiritismo (o paganismo).

5. Que estos tres "espíritus" son los instrumentos que reunirán a las naciones para la batalla.

6. Que los instrumentos de la reunión -"tres espíritus inmundos"- son de naturaleza religiosa, y las fuerzas que se congregarán son políticas y militares.

7. Que los preparativos para la batalla se harán durante la sexta plaga, pero que la batalla se librará durante la séptima plaga.

8. Que en una fase será una batalla real entre personas reales que emplean armas reales.

9. Que habrá derramamiento de sangre en una escala sin precedentes.

10. Que estarán implicadas todas las naciones de la tierra.

11. Que Cristo y los ejércitos del cielo finalmente intervendrán y terminarán la batalla.

12. Que los santos vivos presenciarán la batalla, 

pero no participarán directamente en ella.

La diferencia fundamental entre las dos opiniones consiste en la interpretación de los términos "Eufrates", "reyes del oriente" y "Armagedón".

La primera opinión sostiene que estos tres términos tienen un significado geográfico.

Pero el segundo punto de vista afirma que deben interpretarse en una manera completamente figurada, según los términos del contexto de los cap. 13 al 19.

Hay más explicaciones sobre los distintos puntos de semejanzas y diferencias entre las dos opiniones en com. vers. 12-19. Cf. com. Dan. 11:36-40.

Como es de esperarse, hay diversas variantes y modificaciones en estas dos opiniones principales sostenidas por algunos comentadores adventistas; sin embargo, no hay suficiente espacio para considerarlas.

Jaime White sostenía la antigua opinión de que la batalla del Armagedón es la batalla entre Cristo y las naciones de los impíos en ocasión de la segunda venida.

 (Review and Herald, 21-1-1862, p. 61).

Urías Smith creía que la batalla del Armagedón incluiría también 

una reunión política y militar de las naciones en Palestina.

 (Las profecías de Daniel y el Apocalipsis, t. 2, pp. 317-325).

El gran río Éufrates. Ver p. 742; com. cap. 9:14.

Los defensores de una y otra opinión convienen en que Juan no se está refiriendo al río literal como un río, ni al secamiento de sus aguas literales.

Hay también un reconocimiento general de que las aguas del río Éufrates representan a seres humanos (cf. cap. 17:15).

Sin embargo, según la primera opinión el Éufrates representa al antiguo imperio otomano, por cuyo territorio corría este río, y que desde la caída de ese imperio a fines de la Primera Guerra Mundial, representa a Turquía, su sucesor moderno.

Este punto de vista supone que el término Éufrates, aunque no se refiere al río literal, tiene sin embargo un significado geográfico literal y designa la región geográfica cruzada por el río, el valle de Mesopotamia.

Durante más de 1.000 años esta región fue gobernada por los árabes musulmanes y los turcos, y más recientemente por el gobierno de Iraq.

De acuerdo con el segundo punto de vista, el significado del término Éufrates debe determinarse por el contexto, el cual revela que el vocablo Babilonia se usa exclusivamente como un símbolo del cristianismo apóstata (ver com. cap. 14:8; 17:5)

El río Éufrates fue histórica y geográficamente el río de la Babilonia literal (Jer. 51:12-13, 63-64), y como el río de la Babilonia simbólica, "la gran ciudad" (ver com. Apoc. 17:18), el Eufrates no tendría aquí su anterior significado literal y geográfico, sino que debe entenderse en términos de su símbolo paralelo: la Babilonia simbólica.

Las aguas del Éufrates serían entonces las "muchas aguas" del cap. 17:13, 15 sobre las cuales se sienta la Babilonia simbólica: los "moradores de la tierra", a quienes ha "embriagado con el vino de su fornicación" (cap. 17:2; cf. cap. 13:3-4, 7-8, 14-16).

El agua. Ver com. cap. 17:1,15

Se secó. La flexión del verbo griego expresa que el secamiento se ha completado.

Según la primera opinión, el secamiento del río Éufrates comenzó a cumplirse en el desmembramiento paulatino del imperio otomano, y el cumplimiento completo de este detalle profético es aún futuro.

Según la segunda opinión, el secamiento de las aguas del Éufrates se refiere al retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica en relación con la sexta plaga.

(Ver com. "gran río Éufrates", com. Apoc. 16:14, 16-17, 19; cf. Isa. 44:26 a 45:2).

Los exponentes de esta opinión creen que los resultados del secamiento están descritos simbólicamente en Apoc. 16:18-19; 17:15-18, y literalmente en CS 711-714.

Preparado. Según el primer punto de vista, el "camino a los reyes del oriente" comenzó a prepararse con el desmembramiento del imperio otomano.

 (Ver com.  "secó").

Según la segunda opinión, el "camino" será "preparado" cuando se le retire el apoyo humano a la Babilonia simbólica (ver com. vers. 1,12,14,17).

Según el primer punto de vista, esta preparación es de carácter geográfico y militar;

según el segundo, de carácter moral y espiritual.

El camino. Gr. hodós, "camino", "carretera".

En el contexto de los vers. 12-16, este será el "camino" por el cual los "reyes" y sus ejércitos pasarán por el Eufrates para reñir una batalla contra sus opositores.

Según el primer punto de vista, este "camino" pasaría geográficamente por el valle de Mesopotamia, anteriormente parte del territorio del imperio otomano.

Según la segunda opinión, el "camino" es figurado, o sea el "camino" por el cual se prepara la situación de la tierra para que Cristo y los ejércitos del cielo triunfen sobre Babilonia (vers. 19) y los "reyes de la tierra" (vers. 14).

Reyes del oriente. Literalmente "reyes de la salida del sol" (ver com. cap. 7:2).

En armonía con el significado geográfico que atribuyen al "gran río Éufrates", los que apoyan la primera opinión entienden a los "reyes del oriente" en un sentido geográfico, o sea las naciones situadas al este del valle de Mesopotamia.

Según el segundo punto de vista, "los reyes del oriente" representan a Cristo y los que le acompañarán. Interpretan la frase "reyes del oriente", como las otras expresiones simbólicas de Apoc. 16:12, en el hecho histórico de Ciro cuando conquistó a Babilonia y luego libró al pueblo de Dios, los judíos, para que regresaran a su tierra natal.

13. Vi. Ver com. cap. 1:1.

De la boca. La boca es el instrumento del habla.

Estos "tres espíritus inmundos" que salen de las bocas del "dragón", de la "bestia" y del "falso profeta", representan la política que esta triple unión religiosa proclamará al mundo, la cual se menciona en el cap. 17:2 como el "vino" de Babilonia. 

(Ver com. cap. 16:14; 17:2,6).

Dragón. Ver com. cap. 12:3; 13:1.

El primer miembro de esta triple unión religiosa se identifica generalmente con el espiritismo o con el paganismo. Este último consiste principalmente en la adoración de espíritus maléficos, y por eso se parece esencialmente al espiritismo moderno tal como se practica en los países cristianos.

La bestia. Ver com. cap. 13:1; 17:3,8.

Falso profeta. Evidentemente debe identificarse con la segunda bestia del cap. 13:11-17.

 (Ver com. vers. 11).

Que apoya a la primera bestia de los vers. 1-10, y que por medio de los milagros que tiene el poder de hacer en presencia de la bestia (vers. 12-14), engaña a los hombres para que le hagan a ésta una "imagen". Cf. cap. 19:20; 20: 10. 

Tres espíritus inmundos. Los defensores de ambas opiniones concuerdan en identificar al "dragón", la "bestia" y el "falso profeta", con el espiritismo moderno (CS 645) o paganismo, el papado, y el protestantismo apóstata (cf. cap. 13:4, 14-15; 19:20; 20: 10), respectivamente.

Los "tres espíritus inmundos" evidentemente simbolizan o representan a este trío maléfico de poderes religiosos, que juntos constituyen la "gran Babilonia" de los últimos días. (Cap. 16:13-14, 18-19; ver com. cap. 16:19; 17:5).

A manera de ranas. Tal vez no deba atribuirse ningún significado a esta comparación, que quizá sólo tiene el propósito de destacar lo repulsivo que son los "tres espíritus inmundos" delante de Dios.

14. Espíritus de demonios. En los Evangelios el término "espíritu inmundo" se usa como equivalente de "diablo" (Mar. 1:27, 34; 3:11, 15; 6:7; etc.).

Ver Apoc. 18:2; cf. 2JT 176-177.

Hacen señales. O "hacen milagros", es decir, "señales y prodigios mentirosos"

 (ver com. 2 Tes. 2:9) 

Con el propósito de confirmar el poder y la autoridad de la persona que los hace.

 (Ver t. V, pp. 198-199).

Estos milagros también se mencionan en cap. 13:13-14; 19:20.

Las manifestaciones sobrenaturales de varias clases son el medio por el cual Satanás- obrando mediante diversos instrumentos humanos- logrará unir al mundo con el propósito de exterminar a los que constituyen la única barrera que se opondrá a su dominio indiscutido sobre la humanidad.

Reyes de la tierra. La evidencia textual establece (cf. p. 10) 

el texto "reyes de todo el mundo".

Los "reyes" son los poderes políticos de la tierra, en contraste con la triple unión religiosa del vers. 13 (ver el comentario respectivo) que congrega a las naciones de la tierra para que se unan en una cruzada con el fin de destruir al pueblo de Dios.

 (3JT 285; CS 618, 682).

Esta liga mundial político-religiosa (ver com. cap. 17:3) 

aspirará a gobernar todo el mundo.

De acuerdo con el primer punto de vista, estos "reyes" representan las naciones del Occidente en contraste con los "reyes del oriente" (cap. 16:12), es decir, las naciones del Oriente.

Según el segundo punto de vista, la frase "reyes de la tierra y de todo el mundo" incluye a las naciones del Oriente y del Occidente (ver com. vers. 12).

Hay más información en cuanto a la identidad de los "reyes de la tierra" y al éxito transitorio de esta unión, en cap. 17:2, 12, 14; ver com. vers. 12; cf. 3JT 171.

Reunirlos. Según la primera opinión, este acto de congregarlos consistirá en los preparativos políticos y militares de los "reyes de la tierra en todo el mundo".

Según la segunda, se refiere a los esfuerzos que hará la triple unión religiosa para concertar una acción unificada de los poderes políticos de la tierra con el propósito de luchar contra el remanente del pueblo de Dios.

La batalla. Los defensores de ambas interpretaciones concuerdan en que se describen distintos aspectos de la misma batalla en los cap. 

14:14-20; 16:12-19; 17:14-17; 19:11-21; cf. 6T 406.

Según el primer punto de vista, ésta es principalmente una batalla político - militar que se librará entre las naciones de Oriente y Occidente en el valle de Meguido.

 (Ver com. cap. 16:12-13).

De acuerdo con la segunda opinión, en esta batalla las naciones se unen para destruir al pueblo de Dios, y por lo tanto es ante todo un conflicto religioso.

Aquel gran día. Es decir, el día de la ira de Dios (ver com. vers. 1).

La evidencia textual establece (cf. p. 10) 

el texto "del gran día de Dios Todopoderoso".

Ver com. Isa. 2:12.

Dios Todopoderoso. Ver com. cap. 1:8.

15. He aquí. O "Mira que vengo" (BJ).

Vengo como ladrón. Es decir, para los impíos.

(Ver com. 1 Tes. 5:2, 4; 2 Ped. 3: 10; cf. Mat. 24:43; Luc. 21:35).

Bienaventurado. O "feliz" (ver com. Mat. 5:3).

El que vela. Ver com. Mat. 24:42. Los santos deben estar alerta, vigilando para que no sean engañados (ver com. "Vengo como ladrón").

Guarda sus ropas. Es decir, se mantiene fiel en su fe y carácter, y es plenamente leal a Dios. Ver com. Mat. 22:11.

Para que no ande desnudo. O pierda su vestidura de carácter por haber perdido su fe. Cf. cap. 17:16. Vean. Quizá significa la gente en general.

Su vergüenza. Es decir, que ha abandonado su fe. Aun cuando el destino de cada uno ya ha sido fijado al finalizar el tiempo de gracia (ver com. cap. 22:11), el pueblo de Dios no debe cesar en su vigilancia, sino permanecer alerta a medida que Satanás intensifica sus engaños.

16. Los. Osea los reyes de la tierra del vers. 14.

Reunió. Así dice el texto establecido. 

Algunos pocos MSS dicen "reunieron". 

El que los reúne o reunirá será el ángel del vers. 12; y los que los "reunieron" o reunirán serían los tres espíritus inmundos de los vers. 13 y 14. El contexto parecería favorecer el plural. "Los convocaron" (BJ); "los reunieron" (BA). En cuanto al proceso de reunirlos, ver com. vers. 14.

Los que apoyan ambas posibles interpretaciones convienen en que la reunión tendrá lugar durante la sexta plaga, pero que la batalla se librará durante la séptima.

(Ver Smith, op. cit. p. 324; com. Apoc. 16:12,17).

Según el primer punto de vista, las fuerzas militares de la tierra serán reunidas en el valle de Meguido, al norte de Palestina (ver com. vers. 12, 14).

Según el segundo punto de vista, los reyes de la tierra se unirán en pensamiento y propósito. (Ver com. cap. 17:13, 17). Cf. Sal. 83:4-5.

Lugar. Gr. tópos, "lugar", que se usa para referirse a una ubicación geográfica, a un "lugar" en un libro, o, figuradamente, a "condición" o "situación , 

como en Hech. 25:16 y Heb. 12:17.

Según la primera opinión, que pone énfasis en los factores geográficos, se referiría al valle de Meguido, la llanura de Esdraelón en el norte de Palestina.

 (Ver com. Apoc. 16:12,14).

Según el segundo punto de vista, que destaca el significado figurado de las diversas expresiones de los vers. 12-16 (ver com. vers. 12), sería la "condición" o estado mental en que se congregarán los reyes de la tierra: el pacto para aniquilar al pueblo de Dios (ver com. cap. 16:14; 17:13).

En hebreo. Juan quizá tenía en mente que sus lectores estudiaran la palabra Armagedón como término "hebreo", y que revisaran la historia hebrea para que se pudiera comprender este nombre simbólico.

Armagedón. Gr. HarmagedÇn, una transliteración del hebreo, como lo explica Juan.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto Harmagedón, pero unos 80 MSS tardíos dicen MagedÇn o MageddÇn. Una cantidad de otras variantes aparecen una o dos veces cada una.

En vista de que ningún lugar geográfico ha tenido jamás -hasta donde se sepa- este nombre, no es claro su significado.

Las opiniones también difieren en cuanto a la palabra o palabras hebreas de la cual se hizo la transliteración al griego.

LA PALABRA HARMAGEDÇN ESTÁ COMPUESTA POR DOS PALABRAS HEBREAS, la primera de las cuales puede haber sido ir, "ciudad", aunque más probablemente har, "montaña"; sin embargo, algunos manuscritos antiguos omiten la primera sílaba ar- o har- completamente.

PARA LA SEGUNDA PARTE DEL NOMBRE, -MAGEDÇN, se han sugerido dos raíces etimológicas diferentes: (1) que -magedÇn deriva del Heb. megiddo o megiddon (1 Rey.9:15; Zac. 12:11), la antigua ciudad de Meguido, destacada en diferentes etapas de la historia de los hebreos (Juec. 4:7,13; 2 Crón. 35:22); 

(2) que -mage - dÇn deriva de mo'ed, la palabra hebrea usada comúnmente en el AT para "congregación" (Exo. 27:21; 28:43; 29:4, 10-11, 30,32; etc.), 

para una" fiesta" específica (ver com.  Lev. 23: 2), y para una "compañía" y los "lugares de congregación" (Lam. 1:15; 2:6).

La primera raíz etimológica vincula el nombre compuesto Armagedón con el medio geográfico e histórico de la antigua Meguido, mientras que la segunda -lingüísticamente menos posible- sugiere una posible relación con el gran conflicto entre Cristo y Satanás.

En Isa. 14:13, donde har-mo'ed se traduce "monte del testimonio" y se refiere a la montaña sobre la cual estaba el templo de Salomón, en el norte de la antigua Jerusalén, se representa a Lucifer como aspirando a sustituir a Dios como soberano y gobernante de Israel (ver el comentario respectivo) Cf. "tabernáculo del testimonio" (Exo. 33:7; etc.).

Los que sostienen la primera opinión acerca del Armagedón, consideran que ese nombre se deriva del Heb. har-megiddo, "monte de Meguido", y lo interpretan, tal como se usa en Apoc. 16:16, en términos del ambiente geográfico y relacionándolo históricamente con la antigua ciudad de Meguido.

Los que sostienen la segunda opinión, entienden que la primera raíz etimológica es simbólica; es decir, a la luz de los sucesos históricos de la historia del AT en relación con las proximidades de la antigua Meguido.

 (Ver. Juec. 4:4 a 5:31, especialmente cap. 5:31; cap. 6:33 a 7:25; 

1 Rey. 18:36-40; Sal. 83; cf. 2 Crón. 35:20-24). 

Pero sin atribuirle significado geográfico al término Armagedón en Apoc. 16:16.

 (Ver com. vers. 12). 

También entienden que har-mo'ed se usa en una forma figurada, guiándose por su uso en Isa. 14:13, en su relación con el gran conflicto entre Cristo y Satanás.

 (Ver Apoc. 12:7-9, 17; 17:14; 19:11-21).

En todo caso, el nombre Armagedón, del Gr. ArmagedÇn, sigue siendo enigmático. No hay duda de que representa el desenlace final cuando Cristo triunfará gloriosamente. Sin embargo, la palabra en sí no proporciona información geográfica ni cronológica acerca de este gran acontecimiento.

17. Séptimo ángel. En cuanto al significado del número siete en el Apocalipsis, 

ver com. cap. 1:11.

Por el aire. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "sobre el aire", BJ 

(Ver com. vers.  8).

El efecto de esta plaga parece ser universal.

Una gran voz. Evidentemente la voz de Dios. Cf. cap. 1:10.

Ver CS 693-694; 1JT 131-132.

Del templo del cielo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de la frase "del cielo".

Del trono. En otras palabras, la declaración constituye una proclama oficial del Soberano del universo (ver com. cap. 4:2-5).

Hecho está. Estas palabras también se pronunciarán otra vez en la restauración de la tierra nueva (cap. 21:6). Palabras similares -"Consumado es"- fueron pronunciadas por nuestro Señor al morir en la cruz (Juan 19:30) al concluir su ministerio de sacrificio, asegurando así el éxito del plan de redención.

Este dramático anuncio señala en el contexto de Apoc. 16:17 el momento cuando se descubrirá por completo el misterio de la iniquidad, cuando se desenmascarará el verdadero carácter de la unión religioso-política universal de los vers. 13-14, 19. 

(Ver el comentario respectivo y com. vers. 1).

Dios permitirá que las fuerzas del mal avancen hasta el punto de tener aparente éxito en su siniestro designio de exterminar al pueblo de Dios; pero cuando llegue el momento señalado en el decreto de muerte (ver com. vers. 14) y los impíos avancen con gritos de triunfo para aniquilar a los santos (CS 689, 6931 PE 283, 285).

Se escuchará la voz de Dios que declarará: "Hecho está".

Esta declaración pondrá fin al tiempo de la angustia de Jacob (cf. com. vers. 15), liberará a los santos, y dará comienzo a la séptima plaga.

 (PE 3637, 282-285; CS 693-694; 1JT 131-132).

18. Voces. O "sonidos", "ruidos". Cf. cap. 4:5; 8:5; 11:19.

Lo que dicen las "voces" puede ser semejante a la declaración del cap. 11:15 

(cf. CS 698).

Truenos. O "fragor de truenos" (BJ).

Un gran temblor de tierra. Un terremoto literal como lo implica el resto del vers. 18 (ver com. vers. 1; cf. vers. 20-21), pero acompañado por un terremoto figurado que desmenuza a la Babilonia simbólica (vers. 19).

Así como un terremoto literal deja una ciudad en ruinas, un terremoto simbólico traerá ruina y desolación a la "gran Babilonia" (ver com. cap. 17:16; 18:6-8, 21), La triple unión de los vers. 13-14 se desintegrará (cf. Isa. 28:14-22).

Cual no lo hubo jamás. Tanto literal como figuradamente.

19. La gran ciudad. Es decir, la Babilonia simbólica (ver com. cap. 17:5,18; 18:10).

Dividida en tres partes. La Babilonia simbólica de los últimos días estará compuesta por el papado, el protestantismo apóstata y el espiritismo moderno.

 (Ver com. vers. 13-14).

Pero ante la voz de Dios (cap. 16:17; 17:17), esta triple unión de organizaciones religiosas apóstatas perderá su cohesión, unidad y poder de obrar. Cf. Hab. 3:3-16.

Ciudades de las naciones. Juan continúa con la figura de un terremoto que deshace una ciudad literal. Se refiere ahora mediante una figura similar a las organizaciones políticas, representadas en los vers. 13-14, como los "reyes de la tierra". En cuanto a lo apropiado de una "ciudad" para representar las organizaciones religiosas apóstatas y a "ciudades" como sus aliados políticos, ver com. cap. 11:5; 17:18.

Cayeron. Las fuerzas políticas de la tierra también perderán la unidad de propósito para el cual fueron congregadas durante la sexta plaga.

 (Ver com. vers. 14,16; cap. 17:13,17). 

Habrá un terrible despertar entre ellos cuando la voz de Dios libere de sus enemigos a su pueblo que le espera (ver CS 694-695, 712).

Los componentes de la liga universal político-religiosa del cap. 16: 13-14 comenzarán a luchar entre sí, y los "diez reyes" del cap. 17:12-16 se vengarán de la Babilonia simbólica (ver com. cap. 17:17).

Las huestes de la tierra llenas de furor se volverán contra sus caudillos y lucharán entre sí con las armas que antes se proponían usar para exterminar a los santos.

 (Ver PE 290; CS 714). 

Habrá luchas y derramamiento de sangre por doquiera; el mundo será inundado con sangre (ver com. cap. 14:20).

Cuando Cristo aparezca, serán acallados el estruendo de las armas y el tumulto de la batalla terrenal al descender los ejércitos del cielo. "En la loca lucha de sus propias desenfrenadas pasiones y debido al terrible derramamiento de la ira de Dios sin mezcla de piedad, caen los impíos habitantes de la tierra: sacerdotes, gobernantes y el pueblo en general, ricos y pobres, grandes y pequeños" (CS 715).

Para una descripción más completa de esta batalla, 

ver com. cap. 17:14; 19:11-21; cf. PE 282, 290; CS 714-715.

Compárese con las descripciones notablemente semejantes de: 

Jos. 10:7-14; Juec. 7:19-23; 1 Sam. 14:19-20; 2 Crón. 20:22-24; Isa. 19:2; 34:8-10; 51:21-23; 63:1-6; Jer. 25:12-15, 29-38; Eze. 38:14-23; Hag. 2:22; Zac. 14:13.

La gran Babilonia. Ver com. cap. 14:8; 7:1,5.

Vino en memoria. Ver com. cap. 18:5.

Una expresión bíblica común que indica que ha llegado la hora en que se derramará el castigo divino. (Sal. 109:14; Eze 21:23-24; cf Jer. 31:34).

Para darle. Compárese con las palabras de los profetas respecto a la ciudad literal de Babilonia. (Isa. 51:17, 22; Jer. 25:15-16).

El cáliz. Una expresión bíblica común que simboliza los sufrimientos 

y castigos que se derraman.

(Ver Sal 11:6; 75:8, Isa. 51:17,22-23; Jer. 25:15-17, 28; 49:12; Mat. 26:39).

En cuanto a la naturaleza del cáliz que se da a beber a la Babilonia simbólica,

ver com. Apoc. 17:16; 18:5-8; cf. com. cap. 14:10.

Vino. Ver com. cap. 14:10; cf. cap. 17:2.

Ardor. O "furia" (ver com. vers. 1).

Su ira. Ver com. cap. 14:10; 16:1.

20. Toda isla. Estas convulsiones terrestres se describen como un resultado del terremoto del vers. 18. Cf. cap. 6:14.

Los montes. Cf. cap. 6:14.

21. Enorme granizo. En Exo. 9:18-22 se halla el comentario 

sobre la plaga de granizo que cayó en Egipto.  

En cuanto al granizo como arma del castigo divino, ver Jos. 10:11; Eze. 13:11,13, 

y como castigo divino en el último gran día de la ira de Dios, 

ver Job 38:22-23; Isa. 28:17-18; 30: 30; Eze. 38:22; Apoc. 11:19.

Un talento. Aproximadamente unos 34 kg. de peso (ver t. 1, P. 174).

Blasfemaron contra Dios. Aquellos sobre quienes caen las plagas maldicen a Dios por tercera vez.  Manifiestan así su completo desprecio por él, aun en medio de sus castigos más dolorosos (ver com. vers. 1, 9, 11). 7CBA

COMENTARIOS DE EGW

1. 2JT 67. De muy mala gana retrae el Señor su presencia de aquellos a quienes bendijo con gran luz, y que sintieron el poder de 67 la Palabra administrada a otros. Fueron una vez sus siervos fieles, favorecidos por su presencia y dirección; pero se apartaron de él e indujeron a otros en el error y por lo tanto caen bajo el desagrado divino.

El día de la venganza de Dios está por sobrecogernos. El sello de Dios será puesto únicamente sobre las frentes de aquellos que suspiran y lloran por las abominaciones que son cometidas en la tierra.

Los que simpatizan con el mundo, comen y beben con los borrachos, serán destruidos con los que hacen iniquidad. "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones: pero el rostro del Señor está sobre aquellos que hacen mal." (1 Ped. 3:12.)

Nuestra Propia Conducta Determina si recibiremos el sello del Dios viviente, o si seremos abatidos por las armas destructoras. Ya han caído sobre la tierra algunas gotas de la ira divina; pero cuando se derramen las siete últimas plagas sin mixtura en la copa de su indignación entonces será para siempre demasiado tarde para arrepentirse y hallar refugio. No habrá entonces sangre expiatoria que lave las manchas del pecado.

"Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo: y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: más en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro." (Dan. 12:1.) Cuando llegue ese tiempo de angustia, cada caso se habrá decidido, ya no habrá tiempo de gracia ni misericordia para el impenitente.

El sello del Dios vivo estará sobre su pueblo. Este pequeño remanente, incapaz de defenderse en el mortífero conflicto con las potestades de la tierra mandadas por la hueste del dragón, hace de Dios su defensa. Ha sido promulgado por la más alta autoridad terrestre el decreto de que adoren a la bestia y reciban su marca bajo pena de persecución y muerte. ¡Dios ayude entonces a su pueblo porque ¿qué podría hacer sin su ayuda en un conflicto tan terrible?

No se adquiere en un momento el valor, la fortaleza, la 68 fe y la confianza implícita en el poder de Dios para salvarnos. Estas gracias celestiales se adquieren por la experiencia de años. Por una vida de santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban sellando su destino. Asediados de innumerables tentaciones, sabían que debían resistir firmemente o quedar vencidos.

Sentían que tenían una gran obra que hacer, que a cualquier hora podían ser llamados a deponer su armadura; y que si llegaran al fin de su vida sin haber hecho su obra, ello representaría una pérdida eterna.

2-6 CS 686.

8-9. CS 686.

Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los 686 que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca. (Apocalipsis 14:9,10).

Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios.

En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: "Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen." El mar "se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar." También "los ríos; y . . ., las fuentes de las aguas, . . . se convirtieron en sangre." 

Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada.

El ángel de Dios declara: "Justo eres tú, oh Señor, . . . porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen." (Apocalipsis 16:2-6.)

Al condenar a muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de los profetas.

En la plaga que sigue, se le da poder al sol para "quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor." (Apocalipsis 14:8,9.)

Los profetas describen como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: "El campo fue destruído, enlutóse la tierra; . . . porque se perdió la mies del campo." "Secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres." "El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados." "¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos!. . . Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las 687 praderías del desierto."

 (Joel 1:10,11,12,17,18, 20.) 

"Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en silencio." (Amós 8:3.)

Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruídos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia.

9-11. PE 282, 289. Muchos de los impíos se enfurecieron grandemente al 282 sufrir los efectos de las plagas. Ofrecían un espectáculo de terrible agonía. Los padres recriminaban amargamente a sus hijos y los hijos a sus padres, los hermanos a sus hermanas y las hermanas a sus hermanos. Por todas partes se oían llantos y gritos como éstos: "Tú me impediste recibir la verdad que me hubiera salvado de esta terrible hora!" La gente se volvía contra sus ministros con acerbo odio y los reconvenía diciendo: "Vosotros no nos advertisteis. Nos dijisteis que el mundo entero se iba a convertir, y clamasteis: '¡Paz, paz!' para disipar nuestros temores. Nada nos enseñasteis acerca de esta hora, y a los que nos precavían contra ella los tildabais de fanáticos y malignos que querían arruinarnos." Pero vi que los ministros no se libraron de la ira de Dios. Sus sufrimientos eran diez veces mayores que los de sus feligreses.

* Vi que la hueste de los redimidos se postraba y echaba sus brillantes coronas a los pies de Jesús, y cuando su bondadosa mano los alzó del suelo, pulsaron sus áureas arpas y llenaron el cielo con su deleitosa música y cánticos al Cordero.

Vi luego que Jesús conducía a su pueblo al árbol de la vida, y nuevamente oímos que su hermosa voz, más dulce que cuantas melodías escucharon jamás los mortales decía: 289 "Las hojas de este árbol son para la sanidad de las naciones. Comed todos de ellas." El árbol de vida daba hermosísimos frutos, de los que los santos podían comer libremente.

En la ciudad había un brillantísimo trono, del que manaba un puro río de agua de vida, clara como el cristal. A uno y a otro lado de ese río estaba el árbol de la vida, y en las márgenes había otros hermosos árboles que llevaban fruto bueno para comer.

Las palabras son demasiado pobres para intentar una descripción del cielo. Siempre que se vuelve a presentar ante mi vista, el espectáculo me anonada de admiración. Arrobada por el insuperable esplendor y la excelsa gloria, dejo caer la pluma exclamando: "¡Oh! ¡qué amor, qué maravilloso amor!" El lenguaje más exaltado no bastaría para describir la gloria del cielo ni las incomparables profundidades del amor del Salvador.

13-14. CS 618. Los incrédulos y escarnecedores denuncian el fanatismo, como lo llaman, de los que luchan por la fe de los profetas y de los apóstoles, y se divierten ridiculizando las solemnes declaraciones de las Santas Escrituras referentes a Cristo, al plan de salvación y a la retribución 618 que espera a los que rechazan la verdad. Fingen, tener gran lástima por espíritus tan estrechos, débiles y supersticiosos, que acatan los mandatos de Dios y satisfacen las exigencias de su ley.

Hacen alarde de tanto descaro como si en realidad hubiesen hecho un pacto con la muerte y un convenio -con el infierno como si hubiesen elevado una barrera insalvable e indestructible  entre ellos y la venganza de Dios. Nada puede despertar sus, temores. Se han sometido tan completamente al tentador, están tan ligados a él y tan dominados por su espíritu, que no tienen ni fuerza ni deseos para escapar de su lazo.

Satanás ha estado preparándose desde hace tiempo para su último esfuerzo para engaitar al mundo. El cimiento de su obra lo puso en la afirmación que hiciera a Eva en el Edén: "De seguro que no moriréis." "En el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal." (Génesis 3:4,5, V.M.)

Poco a poco Satanás ha preparado el camino para su obra maestra de seducción: el desarrollo del espiritismo. Hasta ahora no ha logrado realizar completamente sus designios; pero lo conseguirá en el poco tiempo que nos separa del fin.

El profeta dice: "Y vi ... tres espíritus inmundos, como ranas: . . . son espíritus de demonios, que obran prodigios; los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado, a juntarlos para la guerra del gran, día del Dios Todopoderoso." (Apocalipsis 16:13,14, V.M.) Todos menos los que estén protegidos por el poder de Dios y la fe en su Palabra, se verán envueltos en ese engaño.

Los hombres se están dejando adormecer en una seguridad fatal y sólo, despertarán cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra, Dios, el Señor, dice: "También pondré el juicio por cordel, y la justicia por plomada; y la granizada barrerá el refugio de mentiras, y las aguas arrebatarán vuestro escondrijo. Asimismo vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con el infierno no quedará en pie cuando pasare el azote, cual torrente, vosotros seréis hollados de este invasor." (Isaías 28:17,18, V.M.) 619

15. DTG 589. PERO CRISTO PRESENTA OTRA CLASE: "Y si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor se tarda en venir: y comenzare a herir a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos; vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera." 

El mal siervo dice en su corazón: "Mi señor se tarda en venir." No dice que Cristo no vendrá. No se burla de la idea de su segunda venida. Pero en su corazón y por sus acciones y palabras, declara que la venida de su Señor tarda. Destierra del ánimo ajeno la convicción de que el Señor va a venir prestamente. Su influencia induce a los hombres a una demora presuntuosa y negligente. Los confirma en su mundanalidad y estupor. 

Las pasiones terrenales y los pensamientos corruptos se posesionan de su mente. 

El mal siervo come y bebe con los borrachos, y se une con el mundo en la búsqueda de placeres. Hiere a sus consiervos acusando y condenando a los que son fieles a su Maestro. Se asocia con el mundo. Siendo semejantes, participan juntos en la transgresión. Es una asimilación temible. Juntamente con el mundo, queda entrampado.

SE NOS ADVIERTE: "Vendrá el Señor de aquel siervo. . . a la hora que no sabe, y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas. "Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti."*(Apocalipsis 3:3).

EL ADVENIMIENTO DE CRISTO SORPRENDERÁ A LOS FALSOS MAESTROS. Están diciendo: "Paz y seguridad." Como los sacerdotes y doctores antes de la caída de Jerusalén, esperan que la iglesia disfrute de prosperidad terrenal y gloria. Interpretan las señales de los tiempos como indicios de esto.

¿PERO QUÉ DICE LA PALABRA INSPIRADA? "Vendrá sobre ellos destrucción de repente." (1 Tesalonicenses 5:3).

EL DÍA DE DIOS VENDRÁ COMO LADRÓN SOBRE TODOS LOS QUE MORAN EN LA FAZ DE LA TIERRA, que hacen de este mundo su hogar. Viene para ellos como ladrón furtivo. El mundo, lleno de orgías, de placeres impíos, está dormido en la seguridad carnal. Los hombres están postergando la venida del Señor. Se burlan de las amonestaciones. 

Orgullosamente se jactan diciendo: "Todas las cosas permanecen así como desde el principio." "Será el día de mañana como éste, o mucho más excelente." (2Pedro 3:4; Isaías 56:12). Nos hundiremos aún más en el amor a los deleites. 

PERO Cristo dice: "He aquí, yo vengo como 590 ladrón."*(Apocalipsis 16:15).

16. 3JT 13. El regreso de Cristo a nuestro mundo no se demorará mucho. Sea ésta la nota tónica de todo mensaje. 13

Es necesario presentar a menudo a la gente la bienaventurada esperanza de la segunda venida de Cristo con sus solemnes realidades. Esperar la pronta aparición de nuestro Señor nos inducirá a considerar las cosas terrenales como nada y vacías.

Pronto se ha de pelear la batalla de Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre Rey de reyes y Señor señores, ha de encabezar pronto los ejércitos del cielo.

No pueden ya decir los siervos del Señor, como el profeta Daniel: "El tiempo fijado era largo." (Dan. 10:1.) Falta ahora o tiempo para que los testigos de Dios hayan cumplido de preparar el camino del Señor.

Hemos de poner a un lado nuestros planes estrechos y egoístas, recordando que se nos ha encargado una obra de la mayor magnitud y de la más alta importancia. Al hacer esta obra estamos pregonando los mensajes del primer ángel, del segundo y del tercero, y preparando así la llegada de aquel otro del cielo que ha de iluminar la tierra con su gloria.

El día del Señor se está acercando furtivamente; pero los que se llaman grandes y sabios no conocen las señales de la venida de Cristo y del fin del mundo. Abunda la iniquidad y el amor de muchos se ha enfriado.

Miles y millares, sí, millones y millones, hacen ahora su decisión para la vida eterna o la muerte eterna. El hombre que esta completamente absorbido por su contaduría, el que halla placer ante la mesa de juego, el que se deleita en satisfacer el apetito pervertido, el amador de diversiones, los que frecuentan el teatro y el salón de baile, no tienen en cuenta la eternidad. 

Toda la preocupación de su vida es: ¿Qué comeremos?  ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? No se hallan en la 14 procesión que avanza hacia el cielo. Son conducidos por el gran apóstata, y con él serán destruidos.

A menos que comprendamos la importancia de los momentos que están pasando rápidamente a la eternidad, y nos preparemos para subsistir en el gran día de Dios, seremos mayordomos infieles. El centinela debe saber qué hora de la noche es.

17. CS 671, 694. "Y EN aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro." (Daniel 12:1.)

Cuando termine el mensaje del tercer ángel la misericordia divina no intercederá más por los habitantes culpables de la tierra.

El pueblo de Dios habrá cumplido su obra; habrá recibido "la lluvia tardía," el "refrigerio de la presencia del Señor," y estará preparado para la hora de prueba que le espera. Los ángeles se apuran, van y vienen de acá para allá en el cielo.

Un ángel que regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el mundo ha sido sometido a la prueba final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos divinos han recibido "el sello del Dios vivo." 

Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran voz dirá "Hecho es," y todas las huestes de los ángeles depositarán sus coronas mientras él anuncia en tono solemne: "¡El que es injusto, sea injusto aún; y el que es sucio, sea sucio aún; y el que es justo, sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo!" (Apocalipsis 22:11, V.M.) 

Cada caso ha sido fallado para vida o para muerte.

Cristo ha hecho propiciación por su pueblo y borrado sus pecados. El número de sus súbditos está completo; "el reino, y el señorío y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo" van a ser dados a los herederos de la salvación y Jesús va a reinar como Rey de reyes y Señor de señores.

Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes de la tierra.

Durante ese tiempo terrible, los 672 justos deben vivir sin intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos. 

La paciencia de Dios ha concluido.

El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley; Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos.

Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán.

El mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén.

18. CS 694.

19-21. CS 695.

Luego un arco iris, que refleja la gloria del trono de Dios, se extiende de un lado a otro del cielo, y parece envolver a todos los grupos en oración. Las multitudes encolerizadas se sienten contenidas en el acto. Sus gritos de burla expiran en sus labios. Olvidan el objeto de su ira sanguinaria. Con terribles presentimientos 694 contemplan el símbolo de la alianza divina, y ansían ser amparadas de su deslumbradora claridad.

Los hijos de Dios oyen una voz clara y melodiosa que dice: "Enderezaos," y, al levantar la vista al cielo, contemplan el arco de la promesa. Las nubes negras y amenazadoras que cubrían el firmamento se han desvanecido, y como Esteban, clavan la mirada en el cielo, y ven la gloria de Dios y al Hijo del hombre sentado en su trono. 

En su divina forma distinguen los rastros de su humillación, y oyen brotar de sus labios la oración dirigida a su Padre y a los santos ángeles: "Yo quiero que aquellos también que me has dado, estén conmigo en donde yo estoy." (Juan 17:24, V.M.)

Luego se oye una voz armoniosa y triunfante, que dice: "¡Helos aquí! ¡Helos aquí! santos, inocentes e inmaculados. Guardaron la palabra de mi paciencia y andarán entre los ángeles;" y de los labios pálidos y trémulos de los que guardaron firmemente la fe, sube una aclamación de victoria.

Es a medianoche cuando Dios manifiesta su poder para librar a su pueblo. Sale el sol en todo su esplendor. Sucédense señales y prodigios con rapidez. Los malos miran la escena con terror y asombro, mientras los justos contemplan con gozo las señales de su liberación. La naturaleza entera parece trastornada. Los ríos dejan de correr.

Nubes negras y pesadas se levantan y chocan unas con otras. En medio de los cielos conmovidos hay un claro de gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al ruido de muchas aguas, diciendo: "Hecho es." (Apocalipsis 16:17.)

Esa misma voz sacude los cielos y la tierra. Síguese un gran terremoto, "cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra." (Vers. 18.)

El firmamento parece abrirse y cerrarse. La gloria del trono de Dios parece cruzar la atmósfera. Los montes son movidos como una caña al soplo del viento, y las rocas quebrantadas se esparcen por todos lados. Se oye un estruendo como de cercana tempestad.

El mar es azotado con furor. Se oye el silbido del huracán, como voz 695 de demonios en misión de destrucción. Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden cordilleras.

Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por las enfurecidas olas. "La grande Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira." (Vers. 19.) Pedrisco grande, cada piedra, "como del peso de un talento" (vers. 21), hace su obra de destrucción.

Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son libertados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe.

Los sepulcros se abren y "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua." (Daniel 12:2.)

Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. "Los que le traspasaron" (Apocalipsis 1:7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes.

Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso de vez en cuando, como si fuese el ojo vengador de Jehová. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la condenación de los impíos.

No todos entienden las palabras pronunciadas; pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban 696 al ensañarse en el pueblo de Dios observador de sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de terror. Sus llantos dominan el ruido de los elementos. 

Los demonios confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras que los hombres claman por misericordia y se revuelcan en terror abyecto.

Al considerar el día de Dios en santa visión, los antiguos profetas exclamaron: "Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso." "Métete en la piedra, escóndete en el polvo, de la presencia espantosa de Jehová y del resplandor de su majestad. La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será ensalzado en aquel día. Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo ensalzado; y será abatido." "Aquel día arrojará el hombre, a los topos y murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase; y se entrarán en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare para herir la tierra." (Isaías 13:6; 2:10-12; 2:20,21.)

EVENTOS FINALES CON ESTEBAN BOHR/AUDIO/PROFECÍAS.

TEMARIO: “El Príncipe y el Dragón” “El Mensaje de Elías” “El Falso Elías” “Los Siete Ángeles de Apocalipsis”

“El Zarandeo” “El Cierre de la Gracia” “El Tiempo de Supremo Apuro” 

“La Liberación del Pueblo de Dios” “El Milenio” “Una Eternidad con el Padre”

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Ministerio Hno. Pio



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