Ezequiel
11. Presenta en visión la condición moral de los dirigentes de Jerusalén. Dios
muestra su buena voluntad de salvar a un remanente.
Vers. (1-3) La incredulidad de los príncipes. (4-12) Su pecado y castigo. (13-20) Ezequiel se lamenta, y Dios le muestra su propósito de salvar a un remanente, (21) y castigar a los malvados. (22-23) La gloria de Dios abandona la ciudad. (24-25) El profeta es devuelto a la cautividad.
1 EL ESPÍRITU me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo. 2 Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo; 3 los cuales dicen: No será tan pronto; edifiquemos casas; esta será la olla, y nosotros la carne.
4 Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre. 5 Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido. 6 Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles. 7 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Vuestros muertos que habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacaré a vosotros de en medio de ella.
8 Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor. 9 Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre vosotros. 10 A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová. 11 La ciudad no os será por olla, ni vosotros seréis en medio de ella la carne; en los límites de Israel os juzgaré. 12 Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho.
13 Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro a tierra y clamé con gran voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel? 14 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 15 Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, todas ellas son aquellos a quienes dijeron los moradores de Jerusalén: Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión.
16 Por tanto, di: Así ha dicho Jehová el Señor: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen. 17 Di, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. 18 Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones.
19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.
21 Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor.
22 Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. 23 Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.
24 Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto. 25 Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había mostrado. (Ezequiel 11).
1. El Espíritu me elevó. Los acontecimientos del cap. 11 no siguen en orden
cronológico a los que se registran en los cap. 9 y 10. Es evidente que la
visión presenta mayores detalles en relación con la condición moral de los
dirigentes de Jerusalén.
La puerta oriental. El lugar hacia el cual Ezequiel había visto que se
dirigían los querubines (cap. 10: 19).
Veinticinco hombres. El mismo número de personas que Ezequiel había visto adorando el sol en el atrio interior (cap. 8: 16), aunque es probable que no fuera el mismo grupo. Es posible que aquéllos fueran sacerdotes (ver com. cap. 8: 16), mientras que éstos parecen haber sido los dirigentes seculares. Sin embargo, no hay una evidencia clara de una distinción nítida.
Jaazanías. El nombre significa "Yahweh oye". Algunos
sugieren que el significado de los nombres que se dan aquí tenía el propósito
de señalar la falsa esperanza con la cual el pueblo se engañaba. Es posible que
Azur signifique "uno ayudó". Pelatías significa "Yahweh
libera" y Benaía, "Yahweh edifica". Si el significado de estos
nombres es el punto clave, la muerte repentina de Pelatías (vers. 13), habría
sido muy impresionante. Por otra parte, se puede haber destacado a Jaazanías y
a Pelatías tan sólo porque eran bien conocidos como dirigentes de la apostasía.
3. No será tan pronto. No es claro el hebreo de esta frase, que parece ser
un dicho o un proverbio. Literalmente se lee: "no cerca para edificar
casas, ésta [la ciudad] la olla, nosotros la carne". Es posible que haya
aquí una referencia burlona al mensaje que Jeremías había enviado a los
cautivos en Babilonia, en el sentido de que debían construir casas y
establecerse cómodamente, pues el cautiverio sería largo. Este mensaje airó a
muchos de los cautivos, los cuales enviaron cartas a Jerusalén para exigir que
Jeremías fuera castigado (Jer. 29: 24-28). Es posible que los príncipes contradijeran
el mensaje de Jeremías con las palabras: "No está cerca el tiempo de
construir casas para un largo cautiverio".
Algunos piensan que se hace
referencia aquí a los dirigentes rebeldes de Jerusalén, los cuales, ignorando
las advertencias de Jeremías en cuanto a la inminente destrucción de la ciudad,
seguían haciendo planes para construir en la ciudad condenada.
La metáfora de la olla parecería
haber sido tomada de Jeremías Jer. 1: 13). Es posible que signifique que así
como la olla protege del fuego a la carne que está en ella, así también los
muros de la ciudad protegerían a sus habitantes del ejército de los caldeos. En
la LXX esta frase tiene forma de una pregunta a la cual se debe dar una
respuesta positiva: "¿No se van a construir casas pronto?" (BJ). La
actitud que aquí se expresa, refleja claramente la confianza jactancioso de los
habitantes de Jerusalén (Jer. 28: 3). Jeremías había aconsejado a los judíos
que estaban en la ciudad que salieran y se rindieran a los caldeos (Jer. 21:
9). Pero rechazaron en forma insolente este consejo y prefirieron permanecer en
"la olla". Esta idea condice bien con 641el contexto del capítulo,
puesto que la narración continúa mostrando que este "privilegio" les
sería negado. También es posible que la metáfora signifique que así como la
"olla" es el lugar donde debe, estar la "carne", así
también es en Jerusalén donde deben estar sus habitantes, indicando así que
ellos permanecerían allí. Compárese con Jer. 13: 12.
5. Yo las he entendido. Por su omnisciencia, Dios entiende los verdaderos
designios, deseos y motivos que mueven las acciones externas (1 Crón. 28:9;
Prov. 15:11; Jer. 17:10).
6. Vuestros muertos. Es probable que se los denomine así porque las
ejecuciones habían sido hechas sin un mandato de Dios. Es posible que también
se haga referencia a los que habían sido muertos como resultado de las
atrocidades de los babilonios. Por su apostasía moral y religiosa, los
dirigentes de Jerusalén eran culpables de esa matanza.
7. Ellos son la carne. El pueblo se jactaba de la protección que le
brindaba su ciudad y no tenía intención alguna de hacer caso a las
instrucciones de Jeremías de que debían abandonar la ciudad y entregarse a los
caldeos (Jer. 21: 9). Pero la solemne advertencia de Ezequiel era que sólo los
muertos podrían permanecer dentro de la ciudad. Los vivos sufrirían su castigo
fuera de los muros.
*Ezequiel
5:10. Comerán a los hijos. Moisés,
y más tarde Jeremías, habían amenazado con este terrible castigo (Lev. 26: 29;
Deut. 28: 53; Jer. 19: 9). Esta predicción halló su horrible cumplimiento en el
asedio de Samaria (2 Rey. 6: 28-29), en el sitio de Jerusalén por los caldeos
(Lam. 4: 10) y finalmente en el sitio de la ciudad por los romanos (Josefo,
Guerras vi. 3, 4). Moisés también había advertido que serían esparcidos
"por todos los pueblos" (Deut. 28: 64).
*Mujeres que una vez
fueron madres tiernas y compasivas, en la extrema angustia provocada por el
asedio han comido a sus propios hijos. Lam. 4:10. En Deut. 28: 53; Jer. 19: 9
se profetizó que en tiempos de gran angustia las madres comerían a sus hijos.
El relato de 2 Rey. 6: 28-29 confirma que esto ocurrió.
10. A espada caeréis. Esta profecía se cumplió históricamente cuando el
general de Nabucodonosor, después de tomar la ciudad de Jerusalén, llevó a los
moradores de la región ante el rey que se encontraba en Ribla, aldea situada a
unos 16 km. al sur de Cades. Allí Nabucodonosor pronunció sentencia contra los
cautivos, mató a los hijos de Sedequías ante la presencia del rey, y ejecutó a
otros. Después que le sacaron los ojos, Sedequías, en compañía del remanente,
fue transportado a Babilonia (2 Rey. 25: 6-7).
13. Murió. Ezequiel vio la muerte de Pelatías tan sólo en
visión, pero sin duda era un hecho profético. Compárese con la muerte de
Hananías (Jer. 28: 17).
14. Vino a mí palabra. Esta sección parecería ser una continuación de la
profecía anterior, una respuesta a la intercesión del profeta. La descripción
de la partida de los querubines (vers. 22-23), claramente relaciona este
mensaje con el anterior (cf. cap. 10: 18-19).
15. Tus hermanos. Es decir, los que estaban con Ezequiel en el exilio. Parentesco. Heb. ge'ullah, el "derecho de ser go'el", es decir el derecho de ser el pariente cercano que defendía o redimía a su pariente (Lev. 25: 25, 48; ver com. Rut 2: 20).
Alejaos. Expresión de arrogante confianza, desprovista de
simpatía por los exiliados. Los habitantes de Jerusalén se consideraban
superiores a los que habían sido llevados al exilio en Babilonia.
16. Un pequeño santuario. También podría traducirse como lo hace la BJ:
"santuario para ellos, por poco tiempo". Es probable que este sentido
sea el que aquí se deseaba dar a la frase. Dios todavía tenía consideración por
su remanente. Mediante él deseaba cumplir sus propósitos. Tenía el plan de que
el cautiverio fuera una disciplina saludable que indujera a su pueblo para que
sirviera de nuevo a Dios y para que fuera tan movimiento preparatorio que
abriera el camino para que se cumplieran los propósitos divinos, tan largamente
demorados.
17. Os daré. Los jactanciosos y arrogantes serían expulsados, y
los cautivos a quienes habían despreciado serían reunidos de nuevo y poseerían
la tierra (ver Núm. 14: 3, 31-32).
18. Quitarán. Históricamente esta profecía se cumplió en parte con
la aversión que manifestaron los judíos para con la idolatría después que
volvieron del cautiverio. Pero los propósitos de Dios iban mucho más lejos. En
los vers. 18-21 Dios bosqueja sus planes para el futuro Estado de Judá. Este pasaje
predice las condiciones tales como habrían sido si el pueblo de Israel hubiera
aceptado plenamente y hubiera seguido el programa divino.
19. Un corazón. El nuevo Israel de Dios se caracterizaría por su
unidad de propósito y de acción. Desgraciadamente, el fracaso de Israel impidió
que esta promesa se cumpliera. Jesús oró para que esta bendición pudiera
realizarse en la iglesia cristiana. Su oración fue contestada por un breve
tiempo en el fervor de la iglesia primitiva, cuya multitud "era de un corazón
y un alma" (Hech. 4: 32). Lamentablemente, la unidad no perduró. Lobos
rapaces, que no perdonaron al rebaño, entraron y desmembraron la comunidad de
los creyentes (Hech. 20: 29). Desde entonces siempre ha habido desunión en el
mundo cristiano y esta situación continuará hasta que, en ocasión del regreso
de nuestro Señor, "todos lleguemos a la unidad de la fe" (Efe. 4:
13). 642
Corazón de piedra. El cambio de corazón representa la vivencia del
nuevo nacimiento, más plenamente manifestada en el NT (Juan 3: 3-8; ver MeM
24), pero de ningún modo aplicable sólo a la era cristiana. Los medios que Dios
ha empleado para la salvación de los seres humanos han sido los mismos en todas
las épocas, pero ha habido una revelación gradual del propósito divino. No
quiere decir esto que Dios retenga a los hombres en la ignorancia para
desventaja de ellos, sino que su falta de voluntad de aceptar las revelaciones
procedentes del cielo muchas veces limita lo que Dios puede revelar. Cuando se
rechazan preciosos rayos de luz, se hace imposible que el Señor envíe una
instrucción mayor. Así ocurrió con Israel. Si los repatriados hubieran
experimentado plenamente lo que aquí se describe, Dios habría dado más luz
paulatinamente. Por desgracia se conformaron con las desventajosas limitaciones
impuestas por su interpretación del antiguo pacto, por lo cual la luz más plena
del Evangelio sólo pudo venir con el Mesías.
20. Anden en mis ordenanzas. Sólo quienes tengan un corazón renovado por la gracia divina podrán
guardar la ley de Dios, porque "la mente carnal... no se sujeta a la ley
de Dios, ni tampoco puede" (Rom. 8: 7).
La promesa de un poder que, por
medio del Espíritu Santo, capacitaría al hombre para obedecer a Dios fue una
parte esencial del pacto eterno de Dios con el hombre. Israel no había
comprendido esto. Los hombres creían que la salvación se podía obtener mediante
sus propios esfuerzos. Se negaban a someterse a "la justicia de Dios"
(Rom. 10: 3). No veían la necesidad de un Salvador, ni de la conversión. Rechazaron
por completo la única experiencia que los capacitaría para guardar la ley
divina.
Yo sea a ellos por Dios. Dios tenía el plan de que la gloriosa experiencia
que se describe aquí se realizara después del retorno del cautiverio
babilónico. Esta promesa nunca se cumplió porque los repatriados no cumplieron
con las condiciones del nuevo pacto, en las cuales se basaba su prosperidad
espiritual. Las promesas de Dios son condicionales. Sin embargo, lo que Dios no
pudo realizar por medio de la simiente literal de Israel, lo cumplirá por medio
de la simiente espiritual (Rom. 9-11). El cumplimiento final de esta gloriosa
perspectiva se efectuará al fin del milenio (Apoc. 21: 3).
21. Cuyo corazón. Porque el ser humano tiene libre albedrío y es
responsable de sus propias decisiones, algunos escogerán
"abominaciones". Dios desea que todos sean salvos, pero no forzará la
voluntad de nadie. En consecuencia, los que se pierdan perecerán como resultado
de su propia elección y no porque haya fallado la gracia de Dios.
22. Querubines. Cf. cap. 10: 18-19.
23. El monte. Es probable que se refiera al monte que más tarde se
llamó monte de los Olivos, una cadena de cerros cuyas tres cimas principales se
elevan a 823 m sobre el nivel del mar, del otro lado del valle del Cedrón, al
este de Jerusalén. La ciudad misma está a 777 m sobre el nivel del mar. El
lugar donde reposó la gloria divina después de alejarse del templo (DTG 769)
fue el sitio desde donde más tarde Jesús contempló la ciudad y "lloró
sobre ella" (Luc. 19: 37-41). Desde allí anunció la segunda destrucción de
la rebelde y obstinada ciudad (Mat. 24) y proclamó las señales de su segunda
venida. Desde el mismo monte ascendió visiblemente al cielo (Luc. 24: 50-51;
Hech. 1: 11-12). Sobre esta altura descenderá la Nueva Jerusalén (Zac. 14: 4-5,
9; ver CS 720-721).
24. En visión. Ver com. cap. 8: 3.
25. Y hablé. Sin
duda los ancianos de Judá (cap. 8: 1) habían esperado hasta que concluyera la
visión de Ezequiel. Estaban presentes y preparados para recibir la comunicación
del Señor. (4CBA). Ministerio Hno. Pio
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