Ezequiel 37. Éste capítulo, consta de dos partes: la visión de los huesos secos (1-14) y un acto simbólico que predice la futura unión de Israel con Judá. (15-28).
La visión de
los huesos secos tenía el propósito de ilustrar cómo Israel, esparcido y
aparentemente sin esperanza, reviviría y sería restaurado.
La
restauración de Israel tras el cautiverio entre los paganos fue el primer paso
en el cumplimiento de las promesas divinas. Este remanente debía componerse de
quienes habían aprovechado de la disciplina del exilio y habían llegado a ser
espiritualmente puros. Puesto que el reavivamiento requerido nunca se logró, ni antes ni después del regreso en el tiempo de Zorobabel,
estas promesas no pudieron cumplirse. Dios hizo en favor de Israel todo lo que
permitió la terca desobediencia de los israelitas, pero el pueblo siguió siendo
rebelde. Por eso, finalmente Dios tuvo que rechazarlos por completo. La
presentación de la promesa divina en este versículo 21 y en los siguientes se
aplica a lo que habría sido si los propósitos de Dios se hubieran cumplido (p.
36).
Vers.
(1-10) La restitución de los huesos secos (11-14) reaviva las esperanzas
muertas de Israel. (15-17) La unión de los dos palos (18 -19) destaca la
incorporación de Israel a Judá. (20-28) Las promesas del reino de Cristo.
1 LA MANO de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. 2 Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. 3 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. 4 Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
5 Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. 6 Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. 7 Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. 8 Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. 9 Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.
11 Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. 12 Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. 13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. 14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 16 Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. 17 júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.
18 Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, 19 diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.
20 Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, 21 y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; 22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23 Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.
24 Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. 25 Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. 26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre. (Ezequiel 37).
1. La mano de Jehová. El capítulo 37 consta de dos partes: la visión de
los huesos secos y (vers. 15-28) un acto simbólico que predice la futura unión
de Israel con Judá. La visión de los huesos secos tenía el propósito de
ilustrar cómo Israel, esparcido y aparentemente sin esperanza, reviviría y
sería restaurado.
Podría preguntarse hasta qué punto esta profecía tiene que ver con la resurrección futura. Muchos sostienen que el profeta no pensaba en absoluto en tal aplicación, y que el símbolo se explica plenamente mediante la restauración de la vida nacional del pueblo de Israel. La manera más natural de aplicar la profecía es relacionarla con el plan divino para el resurgimiento del Estado judío. Esto sería finalmente seguido por una resurrección literal, en la cual los patriarcas, junto con todos los santos de Dios, serían resucitados para compartir el nuevo reino. No es necesario excluir totalmente este acontecimiento del simbolismo. Todo el simbolismo tiene el propósito de describir cómo habrían sido los acontecimientos, tanto de ese período como del subsiguiente, si los judíos hubieran cooperado con Dios para la realización del plan que el Señor tenía para ellos. Pero la incredulidad y la desobediencia desvirtuaron el propósito divino. Deben examinarse los escritos del NT para saber cómo esos acontecimientos, que deberían haber hallado su cumplimiento literal en el período postexílico, se cumplirán en la era cristiana, en relación con el Israel espiritual (ver PP. 37-38).
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
Valle. Heh. biq'ah, "valle", o llanura entre dos
cadenas de cerros. En el cap. 3:22 se traduce "campo". Quizá se haga
referencia al mismo lugar.
2. Secos en gran manera. Esto indica que no habían tenido vida desde hacía
mucho tiempo. Quizá así se hace notar la
absoluta imposibilidad de que revivieran.
3. ¿Vivirán estos huesos? La pregunta parece destacar la idea de que es poco probable imposible que esos huesos volvieran a vivir, a menos desde un punto de vista humano.
Tú lo sabes. Comparar con Apoc. 7: 14.
4. Oíd palabra. En forma figurada, se describen los huesos como si
fueran capaces de oír.
5. Espíritu. Heb. rúaj, traducido como "viento" en el
vers. 9 y como "espíritu" aquí y en el vers. 14. Rúaj representa la energía divina que anima a los seres vivientes. Cuando Dios
sopló en la nariz del hombre aliento de vida (Gén. 2: 7), no sólo proporcionó
el oxígeno que llenó los pulmones de Adán, sino que impartió vida, a fin de que
lo que había sido tejido inanimado se convirtiera en cuerpo viviente.
6. Pondré en vosotros espíritu. El proceso de la revivificación corresponde con las
dos etapas en que el hombre originalmente fue creado (Gén. 2: 7).
9. Sobre estos muertos. Los huesos estaban esparcidos por el valle como los
muertos en una batalla.
11. Casa de Israel. El Espíritu Santo interpreta aquí la visión
simbólica. Sin duda el principal propósito era describir la restauración de la
nación, o "casa de Israel", cuya condición en ese momento bien podía
representarse con los huesos secos.
12. Yo abro vuestros sepulcros. En el vers. 2 los huesos aparecen "sobre la faz
del campo", mientras que aquí parecerían estar en sus sepulcros. Esta
nueva figura podría indicar una promesa mayor, la de despertar a quienes
hubieran descendido al sepulcro esperando el reino de Dios. No hay ninguna
razón aparente por la cual esta gloriosa perspectiva debiera negarse a los
piadosos de Israel. Un acontecimiento tal habría de señalar la consumación de
toda la restauración. Por otra parte, esta profecía no debe ser considerada
como si fuera principalmente una predicción de la resurrección final al fin de
la era cristiana. El plan original de Dios para la restauración, que culmina
con la resurrección, no se cumplió con el Israel literal. Lo que Dios habría
realizado por medio de la nación de Israel se efectuará ahora por medio de la
iglesia cristiana. Por causa de esta modificación de las circunstancias,
ciertos rasgos de la profecía se modifican. Los escritores del NT tienen la
tarea de informarnos en cuanto a la manera en que estas profecías, que deberían
haberse cumplido anteriormente, hallarán su aplicación final (ver PP. 37-40). Esos
escritores describen claramente el tiempo y las circunstancias de la
resurrección final Juan 5: 28-29; 1 Tes. 4: 16-17; Apoc. 20: 1-5; etc.).
16. Un palo. La profecía de los vers. 15-28 no lleva fecha, pero
quizá fue dada poco después de la visión de los vers. 1-14. Las dos están estrechamente relacionadas. Las
naciones separadas de Israel habían de reunirse bajo el benéfico reinado de
David.
21. Los recogeré. La restauración de Israel tras el cautiverio entre
los paganos fue el primer paso en el cumplimiento de las promesas divinas. Este
remanente debía componerse de quienes habían aprovechado de la disciplina del
exilio y habían llegado a ser espiritualmente puros. Puesto que el reavivamiento requerido nunca se logró, ni antes ni
después del regreso en el tiempo de Zorobabel, estas promesas no pudieron
cumplirse. Dios hizo en favor de Israel todo lo que permitió la terca
desobediencia de los israelitas, pero el pueblo siguió siendo rebelde. Por eso,
finalmente Dios tuvo que rechazarlos por completo. La
presentación de la promesa divina en este versículo y en los siguientes se
aplica a lo que habría sido si los propósitos de Dios se hubieran cumplido (p.
36).
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
22. Un rey. En el vers. 24 se lo nombra como "mi siervo
David". Sin embargo, puesto que estos
planes no pudieron cumplirse como habría sido la intención original, el NT
presenta al Mesías como el que habría de ocupar el trono de David (Luc. 1: 32).
25. Para siempre. Se destaca aquí la permanencia del nuevo Estado. Se
dice que la tierra será ocupada para siempre y que el reinado de David será
para siempre. Según los vers. 26-28, el santuario habrá de estar "entre
ellos para siempre", y el "pacto de paz, pacto perpetuo será con
ellos". Compárense con este pasaje las siguientes declaraciones relacionadas
con el propósito de Dios: "Si Israel hubiese permanecido fiel a Dios,
aquel edificio glorioso [el templo de Salomón] habría perdurado para siempre,
como señal perpetua del favor especial de Dios para con su pueblo
escogido" (PR 32). "De haberse mantenido Israel como nación fiel al
cielo, Jerusalén (La Terrenal) habría sido para siempre la elegida de
Dios" (CS 21). Ezequiel describe lo que podría haber ocurrido (ver Luc.
19: 42).
26. Los multiplicaré. Esto habría resultado del aumento natural de la
población y del crecimiento debido a diligentes esfuerzos misioneros. (4CBA) Ministerio
Hno. Pio
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